Persistencia de la memoria. Salvador Dalí (1931)
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Blog de Luis Sáez Rueda
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La injusticia sin duración es infinita

Marzo 18, 2025

¿Por qué lo que defiende Bergson es tan escurridizo, por qué se va de las manos como si fuese un pez? Es muy sutil.

Defiende lo siguiente: el verdadero tiempo no es el cronológico, el del reloj, que es una abstracción. El verdadero tiempo es el de duración. En una extensión considerable de páginas del Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia, de 1927, esta única tesis preside todo el texto, vista desde multitud de ópticas, ejemplificada de cambiantes formas, en un discurso sempiterno, que vuelve y vuelve sobre el tema, a sabiendas de que se aprehende y se pierde con la misma facilidad.

El tiempo cronológico se podría represeentar en una línea de puntos, cada uno de los cuales es un momento. Un minuto va del momento X al momento Y y siempre tendrá la misma extensión. El espacio entre los momentos inicial y final de una hora contiene sesenta extensiones de minuto. Como se ve, Este tiempo, además de ser mensurable, cuantificable, es matemático. Sigue proporciones rígidas y se ajusta a las reglas de la suma, la multiplicación, la división o cualquiera otras de la ciencia más estricta. Pero esta objetividad tiene un inconveniente que, bien pensado, la convierte en una concepción absurda de la temporalidad. En la línea de puntos, cada presente está pasando. Justo al pasar, cae al vacío de la inexistencia. El pasado ya no es. Al mismo tiempo, este presente que pasa tiene ante sí un futuro que todavía no es. Cuando llegue a tener realidad, será un presente y no un futuro, y se desplomará hacia el vacío de lo inexistente. En el tiempo cronológico, el que la ciencia magnifica, el que hemos adoptado, desde el siglo XVII, al menos, como nuestra guía vital en la cotidianeidad, ni el pasado ni el futuro existen. Solo posee realidad en él el presente, una realidad, por lo demás, completamente puntual y efímera.

El paso del tiempo (Giancarlo F. Mendoza, 2024)

Cuando nos encontramos con una amistad a la que no habíamos visto desde hacía muchos años, nos detenemos y conversamos; quedamos, tal vez, para relatarnos cosas que sucedieron a cada uno en ausencia del otro y recordar otras tantas que alguna vez vivimos los dos de manera coetánea. En un determinado momento, nos damos cuenta de que van a cerrar la cafetería... Lo que en el tiempo cronológico han sido cuatro horas, en el tiempo de duración ha constituido una exhalación, un tiempo muy breve.

En un minuto cronológico puede caber una eternidad y dos días del mismo pueden pasar en un suspiro. Este es el tiempo de duracion. Para Bergson es un tiempo más objetivo que el del propio reloj (esto ya lo hemos comentado), pero, para no complicar excesivamente aqui las cosas, digamos que el de duración es el tiempo de la vida.

Hay muchas diferencias entre las temporalidades de Cronos y de Duración, pero una muy importante afecta a la existencia del pasado y del futuro. A diferencia de lo que ocurre en el tiempo cronológico, en el de duración los tres éxtasis del tiempo (presente, pasado y futuro) coexisten. Lo que me ocurrió aquel día aciago en que malogré un proyecto, o lo que tuvo lugar milagrosamente, de manera que me llenó de plenitud... estos y todos los acontecimientos pasados existen. No han caído al vacío. Son todavía, pues me están afectando aún en este mismo instante y están produciendo efectos.

El tiempo pasa volando (Natascha Rijfkogelnovi, 2008)

Cada presente que pasa cae, en el tiempo de duración, a este fondo de pasado que persiste y que se va ampliando y transformando. El futuro, por su parte, es anticipado desde esa base y cobra la realidad de lo que está comenzando, en estado naciente. En la duracion, pues, el pasado es todavía y el futuro está naciendo. Esta es la temporalidad de la existencia. Y es importante, muy importante, percatarse de esto, porque estamos hechos de afectos, de emociones, pasiones, pensamientos y esperanzas, de manera tal que cada uno de estos elemenos de nuestra vida necesita duración para ser. En el tiempo cronológico solo eixte la Inteligencia Artificial. Nosotros no existimos en el tiempo del reloj.

Sin embargo, desde la Revolución Científica del siglo XVII y, más tarde, con el impulso de la Revolución Industrial, el tiempo cronológico fue invadiendo nuestras vidas hasta adueñarse, como en la actualidad, de todos sus espacios y rincones.

Me tiene muy asombrado Trump. O mejor: el "efecto Trump". Es tan extraño lo que ocurre con todo lo que está haciendo que, incluso los que lo detestamos, olvidamos. Olvidamos lo que hace y cómo lo hace. ¿Cuánto tiempo necesita uno, por ejemplo, para llegar a la conclusión de que su propósito de convertir a Gaza en un lugar turístico es un crímen, una lúgubre materialización del infierno? No necesitamos horas, ni minutos, ni segundos. Comprendemos la magnitud de esa inmoralidad, de ese mal tan profundo, en otro tipo de tiempo, en una temporalidad más radical y real, en la duración. En ella no hay medidas, cuantificaciones. Un tiempo de duración es. Simplemente Es. Y no pasa, no cae al vacío. In-siste y permanece, como un sonido que no acaba. El tiempo del reloj, por el contrario, como hemos dicho, es un presente que cae al vacío al hacerse pasado. El tiempo del reloj no dura, es un presente para el cual el pasado ya no es. Que se haya impuesto en nuestro modo de vida, tiene consecuenciacias que ponen el vello de punta: en un momento determinado y preciso nos indignamos al conocer las intenciones de Trump respecto a Gaza. Pero ese momento cronológico, por no durar, cae en el silencio de una noche. Deja de existir. Olvidamos.

The cherry train (Clive Head, 2019)


En nuestro mundo de sucesos vertiginosos, todo lo que "acontece" desaparece al instante. En su lugar, existe el presente continuo hecho de instantes iguales. Lo otro, lo no presente, simplemente no-es. Cada minuto, cada hora que pasa, la muerte, que arrasa hoy tantos lugares de la Tierra, desaparece. La muerte muere una y otra vez en nuestro tiempo de presentes y en nuestro mundo de puras presencias. Estas cosas que mueren a cada instante, mueren sin esperanza de redención. La injusticia sin duración es una injusticia infinita.