La primera noticia de la Quimera está en el libro sexto de la Ilíada. Ahí está escrito que era de linaje divino y que por delante era un león, por el medio una cabra y por el fin una serpiente; echaba fuego por la boca y la mató el hermoso Belerofonte, hijo de Glauco, según lo habían presagiado los dioses. Cabeza de león, vientre de cabra y cola de serpiente, es la interpretación más natural que admiten las palabras de Homero, pero la Teogonía de Hesíodo la describe con tres cabezas, y así está figurada en el famoso bronce de Arezzo, que data del siglo V. En la mitad del lomo está la cabeza de cabra, en una estremidad la de serpiente, en otra la de león.
    En el libro sexto de la Eneida reaparece «la Quimera armada de llamas»; el comentador Servio Honorato observó que, según todas las autoridades, el monstruo era originario de Licia y que en esa región hay un volcán, que lleva su nombre. La base está infestada de serpientes, en las laderas hay praderas y cabras, la cumbre exhala llamaradas y en ella tienen su guarida los leones; la Quimera sería una metáfora de esa curiosa elevación. Antes, Plutarco había sugerido que Quimera era el nombre de un capitán de aficiones piráticas, que había hecho pintar en su barco un león, una cabra y una culebra.
    Estas conjeturas absurdas prueban que la Quimera ya estaba cansando a la gente. Mejor que imaginarla era traducirla en cualquier otra cosa. Era demasiado heterogénea; el león, la cabra y la serpiente (en algunos textos, el dragón) se resistían a formar un solo animal. Con el tiempo, la Quimera tiende a ser «lo quimérico»; una broma famosa de Rabelais («Si una quimera, bamboleándose en el vacío, puede comer segundas intenciones») marca muy bien la transición. La incoherente forma desaparece y la palabra queda, para significar lo imposible. «Idea falsa», «vana imaginación», es la definición de Quimera que ahora da el diccionarios.

J.L. Borges, El libro de los seres imaginarios

   Este peligroso ser, que arrojaba fuego por las fauces e infundía espanto, era hijo de la Hidra de Lerna y del León de Nemea (derrotado por Hércules) y estaba emparentado con la voraz Esfinge, lo que significaba que sus antecedentes familiares eran pésimos.
    El héroe Belerofonte fue designado por los dioses para enfrentarse a ella. Antes de emprender tan arriesgada misión, éste consultó el oráculo, que le aconsejó se valiera de la ayuda del caballo alado Pegaso, gracias al cual pudo sorprender al monstruo y exterminarlo.