Ruta ligera pero chula. Domingo por la mañana (9:30) quedamos en la rotonda de Huétor Vega. Kelly llega el primero, con su flamante nuevo Garmin Forerunner 305, y luego aparece Jill. Paco, como nos tiene acostumbrados, aparece 10 minutos tarde excusándose de su última noche de farra. Sabrina está de baja por embarazo (o eso dice ella...). Cruzamos los tres por el túnel de la Ronda Sur, y en breve empezamos a subir por la cuesta de la Alhambra (Av. de Santa María de la Alhambra). Llegamos al parquing de la Alhambra y giramos hacia la derecha, dejando el Tanatorio a nuestra derecha. Seguimos subiendo hasta encontrar el camino que lleva al Canal de los franceses, a mano derecha, y lo tomamos. A estas alturas Paco ya se ha quejado 15 veces y Jill ha dado muestras de su debilidad, pero el grupo se mantiene cohesionado gracias al arrojo de Kelly, que no entiende de cansancio y nunca desfallece. A partir de aquí la ruta se vuelve muy bonita. Pronto llegamos a una vereda en la ladera de la montaña que deja una vista maravillosa del valle del Genil. La ruta está plagada de agujeros en el suelo. Paco nos explica que eran respiraderos de las antiguas minas de oro. Estas minas fueron fundadas por los romanos, aunque probablemente los respiraderos sean de una época posterior de gestión francesa de las minas. Pasamos un par de puentes romanos donde por seguridad hemos de desmontar de la bicicleta. Son muy muy estrechos. Desde el primero de ellos se observa la magnífica silueta de la Silleta del Padul (Foto que no hicimos, rabia). Unos dos kilómetros después llegamos a un balcón con la mejor vista del valle del Genil. Por desgracia, el cielo está algo nublado, pero tenemos una vista preciosa de los imponentes tres-miles por encima de la nubes. Ahí empieza un descenso muy técnico que disfrutamos mucho. En medio del descenso nos encontramos unas ruinas con un arco enorme, y quedamos en investigar sus orígenes (resultados en breve). Seguimos bajando. Jill, que va en cabeza, se enfrenta a un perrazo enorme y a un hombre de las montañas. Ante la pregunta con cierto nerviosismo de Jill de "¿Paso por delante del perro?" el hombre de las montañas la mira perplejo y simplemente calla. ¿Simpatía extrema, colocón de estupefacientes o mongolismo crónico? difícil de decir a-priori, pero al fín pasamos sin ser devorados por la bestia. Llegamos a la parte alta de Cenes y ya desde ahí volvemos hacia Granada, en concreto hasta el pricipio del Paseo de la Fuente de la Bicha. Aún nos queda un último peligro que sortear: La subida desde la Calle de Maitena hasta la Calle de los Peñones de San Francisco, en la Bola de Oro. Una vez superada (Paco echó pié a tierra, hay que decir...), seguimos subiendo hasta los Rebites, donde nos despedimos de Paco. Nos quedamos todos con un poco de ganas de más, pero no había tiempo... Ya será la próxima vez.