Observatorio del Patrimonio Histórico Español

OBSERVATORIO DEL PATRIMONIO HISTÓRICO ESPAÑOL

ACTUACIONES E INICIATIVAS PATRIMONIALES

 

 

El Museo del Ara Pacis (Roma), de Richard Meier
por Luis D. Rivero Moreno

INTRODUCCIÓN

El proyecto de realización de un museo-contenedor del Ara Pacis es un hito en la intervención de la arquitectura contemporánea en el centro histórico de Roma. Tanto es así que se trata de la primera edificación en la zona desde tiempos fascistas. El arquitecto americano Richard Meier ha sido el encargado de diseñar la nueva construcción que trata de ajustar las especiales condiciones de conservación de una obra tan delicada. El Ara se encontraba de hecho en grave peligro debido a la actuación de los agentes atmosféricos y la polución de la ciudad. A pesar de la necesidad de la intervención el proyecto ha sido muy discutido y polémico desde sus inicios, llegando a plantearse una posible alteración, traslado e incluso demolición del mismo, aunque a día de hoy parece que la construcción se mantendrá y se realizará una nueva actuación urbanística para reordenar la zona. A falta de confirmaciones oficiales este proyecto será encargado de nuevo a Meier que en cierto modo podrá cumplir uno de los objetivos de su proyecto primigenio, que curiosamente se vio obligado a modificar en un primer momento.

EL ARA PACIS

El Ara Pacis es una de las obras cumbre del arte romano en el período del emperador Augusto. Fue construido en el Campo Marcio para celebrar la Paz a su regreso de las campañas emprendidas en la Galia e Hispania entre el 16 y el 13 a .C. Fue encargado por el senado a petición del propio Augusto. La inauguración del monumento se celebró finalmente el 30 de enero del año 9 a .C. Esta obra debe ser entendida dentro del complejo programa político-propagandístico que realizó el emperador.

Se trata de una pequeña construcción casi cuadrada (de unos 10,50 x 11,50 m de planta y algo más de 3,50 de altura) elevada sobre un podio y sin cubierta que encierra el altar propiamente dicho en el que se realizaban los sacrificios. Al interior se accede a través de dos puertas. El Ara Pacis destaca por los relieves que lo decoran, sin duda uno de los ejemplos de mayor calidad de todo el arte romano. Dividido al exterior en dos niveles, en la parte inferior se desarrolla decoración con tema vegetal. Sobre ella se destaca el friso superior en el que encontramos temas míticos y alegóricos a los lados de las puertas y dos representaciones de procesiones votivas en los laterales. Entre los temas tratados encontramos a Rómulo y Remo siendo amamantados por la loba Capitolina, o a la diosa Tellus (quizás representación de la propia Pax Augusta ), todas ellas referencias históricas a la ciudad de Roma y a la prosperidad del Imperio. En los relieves laterales se representa un gran número de personajes con gran realismo (se ha identificado al propio Augusto y existen numerosas hipótesis abiertas sobre el resto de ellos). La escena se cree podría representar el acto de inauguración del Ara o bien el recibimiento al emperador tras su estancia en el extranjero.

RESTAURACIONES

Poco después de erigirse el Ara Pacis comenzó a sufrir los condicionantes de su emplazamiento junto al río Tíber: las crecidas se sucedían en la zona y la construcción de un muro de protección resultó insuficiente. En pocas décadas el complejo del Campo Marcio se vio relegado y abandonado hasta que el Ara fue sepultada. Desde aquel momento el monumento quedó en el olvido durante siglos.

La recuperación del Ara Pacis se inició ya en el siglo XVI. Se conocen noticias de la época en que se pueden identificar fragmentos de relieves que se corresponden a los del monumento, recuperados muy probablemente en los trabajos de cimentación del Palacio Peretti en Via Lucina . En el siglo XIX volvieron a salir a la luz un buen número de restos así como la base del altar en unas obras de consolidación realizadas en el palacio. Sin embargo no fue hasta 1903 cuando Friedrich Von Duhn reconoció éstos como integrantes del edificio augusteo. Sólo entonces se solicitó a las autoridades la excavación, que se vio además beneficiada por la importante colaboración del propietario del palacio que ayudó en su financiación y donó los hallazgos. La complejidad de la excavación y el peligro que suponía sobre la estabilidad del palacio llevó no obstante a la paralización del proyecto, que quedó en suspenso hasta que en 1937 el gobierno fascista decidió su reapertura con una tecnología más avanzada.

Fue ya en 1938 cuando se decidió reconstruir el Ara a partir de sus fragmentos dentro de un nuevo pabellón. Haciéndolo coincidir con la clausura de las celebraciones del año augusteo el 23 de septiembre de 1938 Mussolini inauguraría el edificio. Debido a la imposibilidad de hacerlo en su lugar original, se decidió un nuevo emplazamiento para el Ara: el Lungotevere , un espacio entre el Mausoleo del emperador y el río Tíber. La nueva construcción fue diseñada por el arquitecto Morpurgo. La edificación del nuevo pabellón y la reconstrucción del altar se realizaron en algo menos de un año y medio, lo que llevó a la imposibilidad de la terminación del proyecto tal y como había sido proyectado por el arquitecto. La idea era terminarlo de forma provisional hasta poder concluirlo posteriormente, ello debido a la premura del dictador italiano por inaugurarlo en la señalada fecha prevista. El pabellón porticado se realizó en hormigón y pórfido falso. La inestabilidad del momento y la cercana llegada de la guerra hicieron que nunca se concluyeran los trabajos como se idearon, el monumento fue protegido con sacos de gravilla y un muro antiproyectiles.

A partir de la década de 1950 se comenzaron a realizar labores sistemáticas de restauración del altar romano, primero eliminando las protecciones colocadas durante la guerra y posteriormente reparando los daños producidos en aquellos tiempos. En los años 80 se emprendió una profunda restauración que pretendía consolidar el estado del Ara a medio-largo plazo. Sin embargo en un corto período se demostró que las condiciones de conservación del edificio no eran cumplidas por el pabellón que lo contenía: los cambios de temperatura y humedad y la acción de la polución de la ciudad estaban deteriorando seriamente y con gran rapidez el altar, que se encontraba en una situación crítica. Ante esta coyuntura el ayuntamiento de la ciudad romana decidió en 1995 emprender un nuevo proyecto que creara un contenedor apropiado que cumpliera con las exigencias de conservación del monumento. Richard Meier sería el elegido para realizar el nuevo pabellón.

INTERVENCIÓN DE RICHARD MEIER

Tras varios años de trabajos el nuevo pabellón del Ara Pacis fue inaugurado en la primavera del 2006. La nueva estructura protectora realizada por Meier no es tan sólo un cubrimiento (a pesar de ser su objetivo principal) sino que amplía sus funciones y se convierte en un museo que se suma a la red museística del Ayuntamiento de Roma (llamada Musei in Comune ). Por ello, a pesar de la relativa sencillez de la obra se incluyen espacios para un auditorio, cafetería, zona de restauración, sala de exposiciones y tienda. La elección de Meier, uno de los arquitectos de mayor prestigio en la segunda mitad del s.XX, suponía una apuesta del gobierno de la ciudad por renovar la imagen de una ciudad muy conservadora a la hora de integrar proyectos contemporáneos en su recinto histórico, de hecho (como ya señalamos antes) el nuevo Museo supone la primera intervención contemporánea en el centro de Roma desde el período fascista. El arquitecto americano ya había realizado con anterioridad más obras museísticas en el país itálico, y se destaca como uno de los arquitectos de museos más reconocidos del momento (con obras de la importancia del MACBA de Barcelona o el Getty Center de Los Ángeles).

Cualquier intervención en un centro histórico presenta siempre una especial complejidad y singularidad. Además de tener que adaptarse a las condiciones que marcan la conservación y características del altar romano, Meier ha tenido que enfrentarse a los límites que conforman el río Tíber a un lado y la Via Ripetta , en desnivel frente al gran talud construido junto al primero. Al otro lado de la calle se sitúan el Mausoleo del emperador Augusto y dos iglesias neoclásicas, por tanto el diálogo con el entorno era extremadamente complejo, debido a la obligada confrontación histórica con diferentes épocas pasadas y la topografía del terreno, que dejaba al arquitecto a su disposición un alargado y estrecho espacio.

Más allá de la adaptación a este espacio Meier ha tratado de algún modo entender y recuperar el Ara según la disposición en su emplazamiento original en el Campo Marcio . Un guiño en este sentido es la colocación de una columna que rememora el obelisco que se situaba frente al altar en tiempos augusteos, y que respeta incluso la distancia a que se encontraba el original.

La construcción se desarrolla longitudinalmente en un eje norte-sur, sobreelevada sobre un destacado basamento. El acceso se realiza desde uno de los extremos del eje (el sur) a través de una escalinata. El edificio propiamente dicho se divide en tres zonas: la primera actúa como hall cubierto que marca un espacio en sombra; tras éste, que además tiene la función de crear un marco que dirige nuestra mirada al Ara , se sitúa el espacio principal que contiene el monumento. Esta zona se caracteriza por su transparencia, conseguida a través de las grandes aperturas de la cubierta y el prácticamente total acristalamiento de los muros laterales, un hecho posible gracias a la utilización de cuatro grandes pilares de sujeción que los eximen de funciones portantes. Esta solución permite el diálogo de la construcción con la ciudad y su luz, que la traspasa, y permite liberar el altar, haciéndolo visible desde el exterior. En último término encontramos una zona cerrada en que se sitúa el auditorio. Sobre éste, desde la terraza, se obtienen vistas del mausoleo augusteo a un lado y el río Tíber al otro. Aprovechando el desnivel creado por el terreno se ha creado un semisótano con acceso desde Via Ripetta que sirve como sala de exposiciones temporales y alberga las oficinas del museo.

Es importante señalar que la actuación de Meier se realiza como sustitución de otra obra contemporánea: el pabellón de Morpurgo, pabellón que ya había sido restaurado y que no conseguía cumplir sus funciones de protección del Ara . Por tanto la intervención se hacía absolutamente necesaria, no por cuestiones de estética, sino de expresa conservación de una obra patrimonial de tan alto valor. Por todo ello el proyecto de Meier ha puesto especial énfasis en la consecución de las condiciones que permitan el óptimo mantenimiento del Ara Pacis a largo plazo. Ha sido utilizada la tecnología más avanzada hasta el momento para el control de las condiciones atmosféricas de temperatura y humedad, así como la consecución de un apropiado aislamiento climático, térmico y acústico.

El arquitecto ha concedido una gran importancia a los materiales utilizados, materiales que le han servido de herramienta a la hora de alcanzar sus objetivos tanto en el ámbito de la funcionalidad y el tratamiento de la luz, como en la integración del mismo en su contexto urbanístico. Éste último ha sido el causante de la inclusión del travertino en la obra, un tipo de piedra utilizado en la urbanización de la zona en los años 30 y bien conocido por el arquitecto. Por lo demás domina el vidrio, que le concede un carácter liviano y abierto, y el revoque blanco, una solución típica de Meier, marca de su estilo arquitectónico.

Aunque debemos entender el Museo como una intervención sobre el patrimonio, resulta especialmente interesante señalar que el nuevo edificio actúa tan sólo como contenedor, por lo que no altera directamente los elementos del Ara Pacis . Debemos tener muy en cuenta además que la obra romana no se encuentra en ningún caso en su estado original y primigenio (pues fue enteramente reconstruido a partir de fragmentos y colocado en un nuevo lugar). El proyecto de Meier, eso sí, trata de dialogar con elegancia con la obra y con su delicado entorno, estableciendo una relación respetuosa entre lo antiguo y lo contemporáneo, y cumpliendo de este modo las normas de afirmación de un lenguaje contemporáneo claro y equilibrado en las intervenciones sobre el patrimonio histórico. El contenedor trata de establecer sus formas sin imponerse, tratando de ser una estructura “transparente”, donde domina la apertura y la luz natural. Sin duda el tratamiento de las luces es uno de los grandes aciertos de la intervención. La luminosidad natural captada por el edificio es sutilmente filtrada, siendo distribuida uniformemente y obteniendo unas condiciones extraordinarias de observación de la obra romana. Se han utilizado para ello sistemas de vidrios pulidos y autolimpiantes y filtros, lentes y accesorios antideslumbramiento. Un sofisticado equipo regula y estabiliza las condiciones climáticas internas, controlando la temperatura y humedad y evitando condensaciones o alteraciones en las mismas incluso en las condiciones más extremas.

Un hecho a señalar es el de la pretendida adaptación de los arquitectos contemporáneos a los contextos en que se sitúan sus edificios. Aunque en un buen número de casos ésta es sincera también apreciamos una notable voluntad de afirmación de las propias señas de identidad del estilo de cada creador. Este hecho es evidente en el Museo del Ara Pacis, donde podemos contemplar con facilidad las características del lenguaje de Meier, pudiendo realizarse analogías directas con otros proyectos del arquitecto. El problema podría ser entendido de un modo inverso si entendemos que los comitentes de proyectos de arquitectura contemporánea desean en cierto modo al contratar a un “arquitecto estrella”, que éste deje su impronta, una marca estética que conforme una actuación con poder mediático.

POLÉMICA – REVISIÓN DEL PROYECTO

La polémica ha acompañado al Museo del Ara Pacis desde la adjudicación de su realización a Meier: en un primer momento por la ausencia de un concurso público para la misma, en segundo lugar por el debate suscitado en el país sobre la conveniencia estética del proyecto en la zona. Gran parte del debate se ha movido por derroteros político-ideológicos, algo que parece inherente al propio Ara , que no debemos olvidar forma parte del programa arquitectónico-propagandístico del emperador Augusto, todo un pionero en la utilización de las imágenes en su política. Más tarde Mussolini puso un gran empeño en la recuperación de las glorias del pasado imperio y en su directo entronque con el presente, sabedor de su utilidad como herramienta psicológica de gran poder. Por ello su época promovió las excavaciones arqueológicas y restauraciones que pusieran a la luz el mayor número de obras de época romana. La reconstrucción del altar fue realizada en este período, siendo además inaugurado en una fecha que simbólicamente lo situaba directamente como sucesor de Augusto, el segundo milenio de su nacimiento.

Tristemente el debate sobre el futuro del monumento y el proyecto de Meier se ha vuelto a ver empañado por la utilización política partidista de gobierno y oposición, tanto de la ciudad como del país. La derecha italiana ha sido muy crítica desde el primer momento con la intervención de un americano en el centro de Roma. Después de muchos años de gobierno izquierdista en la ciudad y tras el cambio producido en 2008 con la llegada de la derecha post-fascista al mismo, el Museo del Ara Pacis ha entrado en una nueva etapa de incertidumbre. Tanto es así que se ha especulado con el desmontaje de la obra de Meier hasta fechas muy cercanas. Las últimas noticias parecen divergir, y por lo que parece está muy próxima una revisión urbanística del entorno del Lungotevere por el propio arquitecto americano.

Una discusión aparte, sería la del excesivo gasto de las obras arquitectónicas contemporáneas, que en un buen número de casos ven alargarse sus plazos e incrementar sus presupuestos debido a hipotéticas faltas de previsión que suponen alterar los proyectos sobre la marcha. El proyecto de Meier tampoco ha sido ajeno a esta polémica. Las posiciones más retrógradas de la crítica italiana han tratado de señalar lo equivocado de la inclusión de un proyecto de un arquitecto americano en un centro histórico como el romano. Algunos lo han señalado incluso como paso a la internacionalización del mismo.

ENLACES DE INTERÉS

Web Oficial del Museo del Ara Pacis (español)

 

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