Depto. Medicina Legal, Toxicología y Psiquiatría (Universidad de Granada) | www.ugr.es/~dpto_mlp/ |
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En el Renacimiento el envenenamiento adquiere caracteres monstruosos, entre el mito y la realidad, y surge la figura del “catavenenos”, ya que en las cortes de los poderosos nadie se fiaba de nadie.
En 1420, el Consejo de los Diez de Venecia tenía una escala o baremo de precios para el envenenamiento de la gente. El valor dependía del rango de las víctimas y de la dificultad de aproximación al sujeto. En las actas de sus reuniones se reflejaban las deliberaciones y las remuneraciones correspondientes a la eliminación de ciertas personas. El éxito de la operación se indicaba al margen del archivo con la palabra factum.
Se dice que con el Acqua de Toffana (hecha a base de arsénico y cantáridas) se envenenó a más de 600 personas, entre ellas varios papas. Otra composición similar, a base de arsénico, era el Acqueta de Peruzzia.
Paracelso, en el siglo XVI, llegó a la siguiente conclusión: "Todo es veneno y nada es veneno, sólo la dosis hace el veneno". Es decir, cualquier sustancia podía ser un remedio (medicamento diríamos hoy día) o un veneno, sólo la dosis determina una u otra cosa.