Un animal soñado por C.S.Lewis

    Avanzando cautelosamente en dirección a uno de estos cantos fuertes, [Ramsom] vio finalmente a través de las ramas floridas una forma negra. Deteniéndose cuando dejaba de cantar, y avanzando de nuevo con cautela cuando reanudaba el canto, la siguió durante diez minutos. Finalmente tuvo al cantor delante de los ojos, ignoarando que era espiado. Estaba sentado, erecto como un perro, y era negro, liso y brillante; sus hombros llegaban a la altura de la cabeza de Ransom; las patas delanteras sobre las que estaba apoyado erna como árboles jóvenes, y las pezuñas que descansaban en el suelo eran anchas como las de un camello. El enorme viente redondo era blanco, y por encima de sus hombros se elevaba, muy alto, un cuello como de caballo... La boca abierta lanzaba aquella especie de canto de alegría, y el canto hacía vibrar casi visiblemente su lustrosa garganta. [Ransom] miró maravillado aquellos ojos húmedos, aquellas sensuales ventanas de su nariz. Entonces el animal se detuvo, lo vio y se alejó, deteniéndose a locs pocos pasos, sobre sus cuatro patas, no de menor talla que un elefante joven, meneando una larga coala peluda. Era el primer ser de Perelandra que parecía mostrar cierto temos al hombre. Pero no era miedo. Cuando lo llamó se acercó a él. Puso su belfo de terciopelo sobre su mano y soportó el contacto; pero casi inmediatamente volvió a alejarse. Inclinando el largo cuello, se detuvo y apoyó la cabeza entre las patas.
    Las besias de esta especie no tienen leche, y, cuando paren, sus crías son amamantadas por una hembra de otra especie. Es una bestia grande y bella, y muda, y hasta que la bestia que canta es destetada vive entre sus cachorros y está sujeta a ella. Pero cuando ha crecido se converite en el animal más delicado y glorioso de todos los animales y se aleja de ella. Y ella se admira de su canto.

C.S.Lewis, Perelandra