El manifiesto por la paz, documento surgido tras dos días de debate, denuncia una 'globalización sin rostro', recuerda a los pueblos víctimas de las guerras, apela al desarrollo sostenible y hace hincapié en la búsqueda de una solución para la pobreza y la enfermedad que asuela a África.

Una llama, prendida por representantes de seis religiones, ardía ayer como símbolo de la paz en la plaza de la Catedral de Barcelona. Todas las personalidades que intervinieron en el acto de clausura coincidieron en señalar al diálogo como único instrumento válido para conseguir un verdadero encuentro entre los pueblos. 'El diálogo entre las diversas religiones, no sólo aleja el espectro funesto de las guerras de religión que han bañado de sangre tantos periodos en la historia de la humanidad, sino que establece condiciones más seguras para la paz', transmitió en un mensaje Juan Pablo II a los 5.000 participantes de las jornadas.

El fundador de la comunidad de San Egidio, Andrea Riccardi, lanzó una plegaria en su discurso para que 'los jóvenes en manos de la violencia del terrorismo sean conquistados por el espíritu de la paz'. Los asistentes a este acto guardaron un minuto de silencio por todas las víctimas de la violencia. El presidente de Costa de Marfil, Laurent Gbagbo, propuso que en el próximo encuentro de religiones, que se celebrará en su país, se establezca un nuevo modelo de relaciones entre estados europeos y africanos. (El Pais, 8 setiembre 2.001)