GANADERÍA DE ALTA MONTAÑA EN LA EDAD MEDIA: EL CASO DE CANGAS DEL NARCEA, ASTURIAS *

HIGH MOUNTAIN STOCKBREEDING DURING THE MIDDLE AGES: THE EXAMPLE OF CANGAS DEL NARCEA, ASTURIAS

Pablo LÓPEZ GÓMEZ **

Resumen
En el presente trabajo se intenta realizar una aproximación al mundo ganadero de Alta Montaña en la Edad Media, a través de la Arqueología y especialmente de la Arqueología Agraria. Para ello nos basaremos en los trabajos de prospección arqueológica realizados en el municipio asturiano de Cangas del Narcea, un lugar donde han convivido distintos tipos de trashumancia a distinta escala: trashumancia de valle realizada por los ganaderos de las aldeas, trashumancia de medio recorrido o trastermitancia llevada a cabo por un grupo diferenciado como el de los Vaqueiros d´alzada y la trashumancia de largo recorrido o La Mesta, por pastores meseteños de ovejas.

Palabras Clave
Arqueología Agraria, ganadería, Alta Montaña, trashumancia y Vaqueiros d´alzada.

Abstract
This paper attempts to make an approach to the stockbreeding world of high mountain areas during the middle ages through archaeology, and, especially, agrarian archaeology. To do this we will rely on archaeological survey work carried out in the town of Cangas del Narcea, e where different types of transhumance have coexisted at different levels: valley herding, carried out by the farmers in the villages, medium distance herding also known as trastermitancia carried out by different people, such as the so called Vaqueiros d´alzada, and of long distance herding, also known as La Mesta, carried out by shepherds from the Meseta.

Keywords
Agrarian Archaeology, Stockbreeding, High Mountain, Herding and Vaqueiros d´alzada.


1. INTRODUCCIÓN

En el presente trabajo intentamos aportar un poco de luz sobre la ganadería de alta montaña en la Cordillera Cantábrica, centrándonos en la Edad Media, aunque nuestro estudio es diacrónico. Para ello presentaremos los resultados de la prospección arqueológica realizada en la región asturiana de Cangas del Narcea bajo el marco teórico y la metodología de la Arqueología del Paisaje y la Arqueología Agraria.

1.1. La Arqueología Agraria

La Arqueología Agraria es una disciplina que surge de la Arqueología del Paisaje y de la Historia Rural.

De la Historia Rural, toma sobre todo, su interés por el estudio de los grupos sociales menos privilegiados en un ámbito no urbano, el estudio del campesinado, así como partes fundamentales de su metodología, como el estudio de las fuentes escritas, la toponimia, los parcelarios y la encuesta oral.

Nos resulta mucho más difícil analizar las aportaciones de la Arqueología del Paisaje, debido a que esta disciplina aún no ha sido estrictamente definida y se encuentra incluida dentro de interesantes debates epistemológicos, por lo que dependiendo de la corriente arqueográfica a la que pertenezca cada autor, las aportaciones de ésta serán distintas.

Quizás lo único en lo que sí se esté de acuerdo es en las implicaciones que el estudio del Paisaje tiene, dejando a un lado el aislamiento de un yacimiento, integrándolo dentro de un marco más amplio como es el medio en el que está, intentando construir cómo era ése, en el momento en el que se formó nuestro yacimiento y cómo esa sociedad modificó ese entorno creando su Paisaje y estudiando el conjunto de yacimientos de un determinado ámbito socio-cultural.

Si como decía Ricardo González Villaescusa “La arqueología del paisaje sería, pues, una metodología que permitiría una reconstrucción del marco natural y de la interacción que las sociedades mantienen con el medio” (GONZÁLEZ VILLAESCUSA 1996: 226), entonces creemos que un Paisaje es el medio, los accidentes geográficos y geológicos y los diversos nichos ecológicos que forman un ecosistema, es un Paisaje Natural. Pero en cuanto integramos en el análisis la interactuación del hombre con ese medio estamos hablando de Paisaje Cultural. En ese caso deberíamos diferenciar entre ambos paisajes y usar Paisajes en mayúscula para hablar de la conjugación de ambos. En este sentido creo que deberíamos de introducir otros términos al de Paisaje Natural y el Paisaje Cultural: el de Paisaje Heredado y el de Paisaje Estratificado (MARTÍN CIVANTOS 2006). Considerando los Paisajes Heredados y Estratificados aquellos restos de paisajes culturales pasados, que han sido amortizados, reaprovechados o interiorizados por sociedades o culturas posteriores, pasando a formar parte de su paisaje aunque su origen sea anterior.

Teniendo en cuenta todo esto podemos definir la Arqueología Agraria como la disciplina que estudia los restos que las sociedades campesinas han dejado en el Paisaje, con una metodología propia que incluye “reconceptualizar la noción de yacimiento arqueológico desde un punto de vista más amplio heredado de la arqueología del paisaje; analizar las técnicas de identificación y reconstrucción de parcelarios a través de la integración y tratamiento regresivo de fuentes documentales, toponímicas y arqueológicas; valorar la potencialidad de técnicas de tratamiento digital de los espacios agrarios, y en particular de los SIG; analizar los resultados de las excavaciones de estructuras agrarias concretas” (BALLESTEROS et al. 2010: 186).

Sin embargo, aunque compartamos la metodología de la Arqueología Agraria, y coincidimos con los pensamientos de la Arqueología Rural (CRIADO y BALLESTEROS 2002; BALLESTEROS 2010), en la que estudiamos los restos del mundo rural tradicional asturiano, nos sentiríamos más inclinados por otra denominación, ya que aunque el tema central de nuestras investigaciones es la ganadería, no podemos dejar de lado el amplio registro arqueológico con el que nos encontramos, que sobrepasa el ámbito agropecuario. Por lo que deberíamos utilizar el término de Arqueología de Alta Montaña, ya que tiene unas implicaciones metodológicas distintas debido a lo complicado de realizar un trabajo arqueológico en zonas con una orografía peculiar y donde las inclemencias del tiempo o la colonización de matorral hacen muy difícil localizar yacimientos o materiales en superficie. Cuando nos enfrentamos a un sistema tan variado y multifuncional como es la Cordillera Cantábrica, en la que los diversos paisajes se han superpuesto, convivido e interrelacionado, no podremos hacer una verdadera historia de los diversos Paisajes si solo nos centramos en un tipo de restos culturales, de estructuras o de producción. Tenemos que analizar todos los restos y trasformaciones que sean visibles, poniéndolas en relación unas con otras, interpretando todo el registro arqueológico que estas zonas nos presentan.

1.2. Justificación del Trabajo

Ya empiezan a ser numerosos los diversos estudios sobre la formación de las aldeas y los paisajes que éstas crearon en su entorno más inmediato; los despoblados, los campos de cultivos, la construcción de terrazas agrarias, los sistemas de riego, etc. (KIRCHNER 2010; BALLESTEROS 2004 y 2010; CRIADO y BALLESTEROS 2002; CRIADO et al. 2003; FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ 2012: inédito; FERNÁNDEZ MIER 1996, 1999, 2000 y 2010; QUIRÓS CASTILLO 2009a, 2009b y 2010). Si bien no podemos separar otro aspecto tan importante para la vida de las sociedades rurales del Medievo, como es la ganadería. Por este motivo hemos decidido realizar nuestro estudio.

Al plantearnos conocer el mundo ganadero medieval, en una zona tan concreta como es el noroeste de la Península Ibérica nos vimos obligados a centrarnos en sus manifestaciones más monumentales y posiblemente las que mejor definan sus modos de vida: las brañas, seles, majadas y chozos. Aunque no nos olvidamos del carácter multifuncional de estos espacios, y de sus manifestaciones en el Paisaje (cercados, parcelarios, terrazas y bancales de cultivo, canales de riego, tejeras, caleros, carboneras, etc.), ni de los restos materiales y constructivos que las luchas por el control de estos espacios han dejado.

La variedad del registro arqueológico (tanto funcional como cronológico y cultural) en la alta montaña Cantábrica, convierten estos espacios en puntos clave para entender la evolución histórico-cultural del Norte peninsular desde la Prehistoria Reciente hasta nuestros días. Sin embargo, la arqueología del Principado de Asturias aún no ha dado el salto interpretativo a los territorios montañosos de la región. Nosotros intentaremos paliar este vacío a semejanza de lo que está ocurriendo en otras zonas de España y Europa (ARBUÉS 1998; CORBERA 2008 y 2010; GALOP 2003; RENDU 2003; CELMA MARTÍNEZ et al. 2008; GASIOT et al. 2009).

Todo esto unido a la imperiosa necesidad de estudiar un paisaje, supuestamente fosilizado, y que está en vías de extinción debido al abandono de los modelos de vida tradicionales y la desaparición del Paisaje y el paisanaje, hace que creamos realmente necesario la realización de trabajos de esta índole.

1.3. Los objetivos Específicos

El objetivo principal es el acercamiento al mundo campesino medieval a partir del análisis de uno de los componentes esenciales de la actividad económica de estas comunidades, el ganadero. No obstante, el presente trabajo no se centra en la ganadería en general, sino en la de alta montaña, a cuyo conocimiento se puede acceder, al menos parcialmente, mediante el adecuado análisis de sus restos materiales, las diferentes estructuras ganaderas de alta montaña. Pero también del estudio del variado registro arqueológico al que hicimos referencia anteriormente.

Intentaremos dar cronologías a las diversas estructuras, así como conocer la evolución histórica de los Paisajes de la alta montaña Cantábrica, desde sus primeras frecuentaciones hasta nuestros días, relacionándolos con las diversas comunidades que han actuado sobre el territorio. Crearemos modelos de organización del espacio dependiendo de las distintas fases culturales. Identificaremos las diversas formas de control de los pastos y cómo se manifiestan en el territorio. Veremos los diversos sistemas de producción. Intentaremos identificar a través de la cultura material, los diversos modelos de ocupación del territorio (tanto culturales como sociales). Y analizaremos la importancia de estos enclaves a lo largo de la historia, tanto económica como socialmente, siendo lugares de producción, de culto, de paso y de defensa.

No debemos olvidar que ante la complejidad de estos espacios, con superposiciones de hábitats y con un registro arqueológico tan variado, hará que nuestro estudio sea diacrónico e intentará relacionar y explicar todos los cambios acaecidos a lo largo del tiempo en nuestro paisaje.


2. EL ÁREA DE TRABAJO

Cangas del Narcea se encuentra en el Suroeste del Principado de Asturias, lindando con los concejos de Somiedo, Tineo, Allande, Ibias, Degaña y la región leonesa de Laciana. (Fig. 1). Su marco geográfico destaca por una orografía predominantemente montañosa, de manera que cada valle queda encajado entre altas cimas que forman prolongadas sierras delimitando de esta forma los límites del concejo. La estructura geológica queda encuadrada entre terrenos Silúricos y Cámbricos, en los que dominan la pizarra antigua, grauwake y cuarcita, aflorando pequeños grupos de rocas graníticas. A la hora de hablar de riqueza mineralógica, destacan el oro y el carbón (MARTÍNEZ ALONSO 1987).

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Fig. 1. Mapa de situación de Cangas del Narcea.

 

En nuestra zona de estudio abundan los suelos tipo Inceptisol / Umbretp e Inceptisol / Ochrept, con estratos rocosos donde apenas hay suelo y amplias pendientes se alternan con zonas más horizontales donde la deposición de sedimentos hace que la potencia de los suelos sea mayor, propiciando la creación de pastos y con una cada vez mayor presencia de monte bajo (PLAN FORESTAL DE LA COMARCA DE CANGAS DEL NARCEA 2010: 25).

2.1. Justificación del Área Elegida

Uno de los factores que hizo que nos decidiéramos por este área es que los diferentes tipos de ganadería trashumante se han mantenido en funcionamiento hasta nuestros días, persistiendo en uso un buen número de brañas, otras muchas fueron abandonadas pero sus estructuras constructivas son aún reconocibles y, lo más importante, pervive la memoria de los últimos pastores que frecuentaron tales enclaves.

Otro de los factores, es que comparte dos de las zonas de paso más importantes de la región con la Meseta, posiblemente desde el Neolítico. El Puerto de Leitariegos y el paso de la Serrantina. Siendo estos lugares de paso, no sólo de mercancías y ganados, sino también de culturas, lo que hace que sea un nexo de unión dentro de la Cornisa Cantábrica y no una barrera infranqueable como se había creído hasta el momento.

El tercer factor que hay a favor de esta zona, es que era el núcleo principal del territorio de la comunidad monástica benedictina de San Juan Bautista de Corias (FLORIANO 1960; GARCÍA GARCÍA 1980; GARCÍA LEAL 1998). Además de contar con diversos estudios de corte antropológico y etnográfico sobre las brañas y la movilidad ganadera (GARCÍA MARTÍNEZ 1988; GRAÑA y LÓPEZ 2007)

Debido a lo apremiante del tiempo nos vimos obligados a reducir nuestra área de estudios, centrándonos en dos de los valles del concejo. Los valles de los ríos Cibea y Naviego, que incluyen el paso de Leitariegos, y parte de la Serrantina con la inclusión del rio Genestoso. Estos términos fueron seleccionados ya que corresponden con un territorio diferenciado durante la Edad Media, el territorio de Pésicos, que también aparece mencionado en el memorial Suevo del siglo VI (FERNÁNDEZ MIER 2000).


3. EL SISTEMA GANADERO TRADICIONAL

En la Cordillera Cantábrica reconocemos una interesante diversidad de formas pastoriles que implican movilidad estacional. Las familias ganaderas alimentan sus rebaños aprovechando la diversidad de nichos ecológicos de los diferentes pisos altitudinales en el área, a lo largo de un ciclo de movilidad estacional y anual. Atendiendo a modelos etnográficos previos podemos diferenciar cuatro grupos distintos de brañas: Las Brañas-pueblo de los Vaqueros d´alzada, Brañas Equinocciales, Brañas Estivales y Chozos de los pastores Trashumantes (GARCÍA MARTÍNEZ 1988; GRAÑA Y LÓPEZ 2007; VALLADARES 2005; CONCEPCIÓN et al. 2008).

3.1. Brañas-pueblo de los vaqueiros d’alzada

Los Vaqueiros d´Alzada (un grupo diferenciado dentro de la cultura asturiana) denomina a sus pueblos como las Brañas de Verano (las que están en la montaña) y las Brañas de Invierno (las que están en las zonas bajas (GARCÍA MARTÍNEZ 1988). Las brañas de verano tienen unas características específicas relacionadas con su modo de vida. Practicaban una trashumancia de radio medio desplazándose desde las zonas costeras de Asturias (esencialmente de Luarca y Navia) hacia los pastos de la cordillera cantábrica (Cangas de Narcea, Somiedo, etc.). En estos desplazamientos no van solo los pastores y animales, sino que parten toda la familia y cargan con todos sus enseres, formando así en las brañas verdaderos pueblos o aldeas. Esto se ve reflejado en las estructuras y en el poblamiento, ya que constituyen lugares cercados con estructuras rectangulares destinadas tanto a hábitat de los pastores como de los animales, pajares, o almacenes de aperos. La variedad tipológica de estas estructuras varía desde estructuras simples sin división interna, a otras más complejas con agrupaciones de elementos en una misma construcción (GARCÍA MARTÍNEZ 1988).

3.2. Brañas equinocciales

Este tipo de brañas aprovechan espacios intermedios entre los pastizales de alta montaña y las aldeas estantes. Su característica principal es la existencia de prados cercados y/o la recolección y almacenamiento de hierba seca con la que se alimenta al ganado durante el otoño y la primavera. Por ello, en las brañas equinocciales encontramos cabañas cuadradas y rectangulares con tamaños adecuados para servir de pajares. En estos asentamientos, podemos encontrar ocasionalmente cultivos de centeno o patatas. También cabe mencionar la existencia de sistemas de regadío en los pastos cercados.

Las brañas equinocciales forman, junto a las brañas estivales, un sistema complementario que permite aprovechar todos los recursos ganaderos de un valle de montaña. Su explotación es de corte individual, siendo cada cabaña y los prados propiedad privada de cada ganadero. En ocasiones hay propiedades compartidas, aunque se separa específicamente que parte corresponde a cada poseedor. Esto suele suceder ante el repartimiento de herencias. Son explotadas durante la primavera y el otoño.

3.3. Brañas estivales

Estos enclaves estacionales son utilizados por los habitantes de los valles de la alta montaña cantábrica para aprovechar los pastos más altos. Las brañas estivales distan unas horas de los pueblos estantes, desde los cuales los pastores conducen sus rebaños en los 3 meses centrales del verano, siguiendo una fórmula ganadera de trashumancia de valle o de corto recorrido. Estos movimientos ganaderos reproducen una movilidad vertical de tipo alpino (A-B, B-A) (LÓPEZ Y GONZÁLEZ 2012 e.p.), al que incorporan los establecimientos equinocciales (A-B-C-B-A) que busca aprovechar distintos espacios productivos separados verticalmente.

Las construcciones existentes son generalmente corros o chozos circulares o cuadrados, de pequeñas dimensiones destinados a la pernoctación del pastor, a los que se anexan estructuras encaminadas a la protección de los animales más jóvenes, facilitando a la vez el ordeño. El ganado desplazado hasta esta altura pasta en libertad, permaneciendo ausentes los prados cercados. La fabricación de quesos y manteca es una de las ocupaciones fundamentales paralelas al pastoreo, que a la vez condiciona la localización de estas brañas en la cercanía de pequeños cursos de agua.

Las brañas estivales suelen explotarse en régimen comunal (de una aldea, una parroquia…) aunque también las hay privadas, que son o fueron propiedad de algún señorío. En las brañas estivales era común el uso de veceras o turnos, con pastores designados por las colectividades que hacían uso de este tipo de asentamientos estivales que se encargaban del cuidado del ganado de toda la colectividad, pudiendo rotar tal cometido entre todos los propietarios, o bien recaer en una persona a la que se le pagaba (FERNÁNDEZ CONDE 2001). También podría ser cada familia campesina la que encargara a un miembro de la familia el cuidado de sus animales, formándose así agrupaciones de cabañas.

3.4. Chozos de los pastores de merinas

Otro tipo de movimiento trashumante que ha dejado huella en nuestro paisaje es el de La Mesta. Desplazamiento de tipo trasversal que practican pastores trashumantes de largo recorrido, desplazándose desde las zonas de La Meseta, esencialmente Extremadura hacia los pastos frescos del Norte, durante los meses más calurosos para volver a las zonas más benignas del Sur durante el invierno.

Explotan estos puertos mediante el arrendamiento, siendo las aldeas, parroquias o concejos los que estipulan el precio y el número de cabezas de ganado así como el tiempo de estancia. Es más común encontrarlos en núcleos que son de propiedad privada, pertenecientes a un antiguo señorío, ya que en época Bajo Medieval fueron estos señores laicos los que propiciaron la creación de estas rutas ganaderas (FERNÁNDEZ CONDE 2001).

Sus estructuras son más endebles, que consisten en un chozo para el pastor y un gran corral para el ganado. Construidas de una forma más rudimentaria muchas veces con materiales perecederos, y casi todos los años se destruían y volvían a construir. Este tipo de estructuras con una morfología muy similar puede rastrearse por casi toda la Península Ibérica.


4. LA PROSPECCIÓN

4.1. Metodología

Debido a la orografía del paisaje, que dificulta en gran medida una prospección intensiva, se realizó una actuación de cobertura en las zonas preseleccionadas con anterioridad, prestando especial atención a las descritas en los catálogos ya realizados, a las zonas mencionadas en la documentación escrita, a la toponimia y como no, a la morfología del terreno (tampoco olvidamos que muchas de las zonas en las que hemos centrado nuestro estudio, las brañas, majadas y chozos, se siguen utilizando hoy en día o dejaron de utilizarse recientemente, por lo que sus restos son aún visibles).

Una vez seleccionadas e identificadas estas zonas de mayor interés se procedió a una batida del terreno en transeptos de 5 a 10 metros por el ancho total del terreno a prospectar, dando las pasadas necesarias para cubrir todo el espacio a analizar. Todos los elementos reseñables, tanto muebles como inmuebles localizados fueron georeferenciados mediante un GPS, lo que permitirá su localización mediante coordenadas UTM, y también delimitar posibles zonas de concentración de materiales y estructuras sobre un plano.

4.2. Resultados

Durante los trabajos de campo se documentaron 29 estructuras ganaderas (Brañas), una tejera, un calero, varias carboneras, diversas estructuras de la Guerra Civil y 1 yacimiento minero carbonífero. Además de varias estructuras tumulares y cortas y canales de minería de oro romana, que por ya estar incluidas en la carta arqueológica no fueron sometidas a estudio. También se recogieron 5 fragmentos cerámicos, 3 galbos, 1 borde y 1 base. Tras un primer estudio todo parece indicar que se trata de cerámicas propias de época industrial, modernas/contemporáneas.


5. TRES CASOS DE ESTUDIO

5.1. El caso de las brañas de La Pacharina/Lindouta, Ordial, Caldevilla, La Linde y Villacibrán

Estas cinco brañas pertenecen a tres parroquias distintas, San Julián de Arbas (Lindouta y Ordial), San Pedro de Arbas (Caldevilla y la Linde) y Santa María de Villacibrán (Villacibrán). Pero presentan una misma organización y ordenación del territorio.

Cada una de las brañas es dependiente del pueblo homónimo, funcionando como brañas equinocciales y estivales a la vez. Están en la ladera Noroeste del río Naviego, en línea y entre los 1.100 y 1.200 msnm. Distan hacia 1 km., en línea recta unas de otras, salvo la de Villacibrán que está a unos 2 km. Los montes más altos están entre los 1.300 y los 1.500 msnm., y los pueblos distan de sus brañas en otro kilómetro, salvo la Pacharina, que al ascender la altura del pueblo está solo a 500 metros de su braña.

El paisaje actual de estas brañas es muy parecido. Pistas ganaderas que permiten el acceso a vehículos motorizados, reformas importantes en las cabañas, casi todas con los techos de pizarra industrial con cumbreras de teja, piedras revocadas con cemento, etc. En la mayor parte de los casos han perdido su función y solo se usa la cuadra o son casas de recreo. El monte bajo cada vez gana más terreno sobre los pastizales, las quemas se han vuelto incontroladas y en los últimos años se han realizado desbroces de monte. A los prados de riego se han incorporado los aspersores como forma habitual, y cada vez son menos las familias que se dedican a la ganadería. Los cambios esperados en un Paisaje del siglo XX.

Pero a este paisaje tenemos que sumar los restos heredados de otros periodos, los parcelarios, con muros de piedra como divisorias parecen corresponder con los cambios de época moderna, así como las estructuras ganaderas (cabañas), construidas de piedra de forma rectangular con estancias individualizadas.

Por otra parte el lugar donde se asientan está identificado como una zona de extracción minera Romana. Las propias brañas parecen seguir un canal de agua como eje articulador, ya que va a dar a una corta minera, donde se asienta la braña de Caldevilla. Si bien no se ha identificado el lugar de la captación de agua de este supuesto canal.

No hemos encontrado ningún resto que nos permita suponer ningún uso anterior para estos casos.

Para entender los cambios sucedidos en este paisaje, debemos contextualizar en un primer término las actividades que el Imperio Romano desarrolló en la zona. Las recientes investigaciones arqueológicas han encontrado restos de varios campamentos, pero el que a nosotros nos interesa es el del Castiechu de Vallao. Este enclave recientemente identificado como un campamento militar (FANJUL PERAZA 2007), se asienta sobre el pueblo de Vallao, justo en un pequeño paso que permite comunicar los valles del Naviego y del Cibea en su parte alta, y en línea con el puerto de Leitariegos. Esta ubicación no es casual, ya que permitiría controlar los dos valles y asegurar la calzada romana que pasaría por esta zona, vadeando el monte de Siero. Tras la conquista, Roma centró su mirada en la potencia minera de la región, especialmente la aurífera, siendo el concejo de Cangas de Narcea junto a Belmonte y Allande en los que más restos de esta actividad se han documentado.

En nuestras brañas se han identificado restos de esta actividad, canales romanos y cortas mineras (sistema de ruina montium). Esta actividad provocaría grandes cambios en los paisajes del siglo I y II d.C. A los propios cambios realizados por las obras de ingeniería romana, tendremos que sumar la deforestación y el empobrecimiento de los suelos, dejando estas zonas inservibles para la actividad ganadera durante este periodo. Otra causa inherente a esta actividad sería la pervivencia del poblamiento castreño indígena, ya que los trabajadores mineros serían poblaciones autóctonas que mantendrían su poblamiento en enclaves fortificados hasta el siglo II, III d.C., momento en el que también se abandona la actividad minera (VILLA VALDÉS 2008).

Una vez se abandona esta actividad, tenemos un vacío interpretativo que no nos permite conocer ni dar ningún tipo de interpretación sobre el origen de estos asentamientos. Lo único que podemos afirmar es la existencia de una torre (identificada como Tardorromana o Alto Medieval en la carta arqueológica del concejo), en el pico Siero, sobre la braña de La Linde, que puede estar relacionada tanto con el control de la calzada romana, como con el camino medieval o con el control de los espacios ganaderos por la aristocracia local.

Teniendo en cuenta que estos núcleos aparecen en el Libro Registro de Corias (GARCÍA LEAL 1998), incluyendo el Palacio de Naviego, sabemos que estaban en uso en los siglos XII-XIII, posiblemente ya antes del X, sobre todo si atendemos a que son posesiones del monasterio de Corias, pero no fundaciones sino heredades de época anterior.

Si la torre del Pico Siero es una fortificación Tardoantigua o Alto Medieval como parece indicar por sus dimensiones sería dependiente de otra fortificación mayor, posiblemente una fortaleza Medieval que estaría en Palacio de Naviego, debajo de la edificación actual (esto lo pensamos no solo por la morfología y la ubicación del palacio, sino porque aparece citado en el documento de Corias), ¿debemos pensar en una ordenación territorial por parte de una aristocracia, al estilo del incastellamiento? Y si estas aldeas están funcionando en época Alto y Pleno Medieval, ¿sucede lo mismo con sus brañas? La falta de más datos no nos permite responder por el momento a ninguna de estas preguntas, pero sí nos aventuraríamos a poner en relación la fortificación del Pico Siero no solo con la defensa y control de los caminos, sino con ordenamiento territorial de la zona y el control de los espacios ganaderos de alta montaña.

En definitiva, nos encontramos con un Paisaje antropizado, en el que hemos identificado importantes restos de actividad minera aurífera romana, que trasformaría de forma sustancial el Paisaje anterior. Una vez abandonadas estas explotaciones, se superpondría un Paisaje ganadero que amortizaría las infraestructuras romanas y las utilizaría bajo sus fines, estratificando el Paisaje. Se procedería a crear un parcelario, con prados de siega irrigados, que en un momento dado serian delimitados con muros de piedra. En la braña se formaría un núcleo de habitación donde se concentrarían las cabañas, dejando un pequeño espacio en el centro a modo de plaza. Todas estas brañas se asientan en zonas comunales, pero explotan, tanto de forma individual los prados de siega que se distribuyen en la zona baja de las brañas, como de forma colectiva los montes comunales que se extienden en las partes altas, cumpliendo una doble función como braña equinoccial y estival. (Fig. 2).

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Fig. 2. Imagen en la que se señalizan los diversos yacimientos asociados al caso de estudio, foto de P.L.G.

 

5.2. El caso de Saldepuesto

La braña estival de Saldepuesto se encuentra en los montes de Rebouchin y Saldepuesto, en un pequeño raso, a forma de teso en la zona de solana, mirando hacia el Noreste (el valle del Naviego). Es explotada por los vecinos de las parroquias de Santa María de Villacibrán y San Esteban de Noceda de Rengos. El primero perteneciente al valle del Naviego y el segundo al del Narcea. Los pueblos que mayor control ejercieron sobre este lugar fueron los de Tablao de Villacibrán y Trasmontes.

Tablao se encuentra a unos 2 km., de Saldepuesto, pero a un kilometro se encuentra la braña de La Espina, que cumple la función de braña equinoccial de esta aldea. Por lo que tenemos un sistema de trashumancia de valle (A-B-C-B-A), donde los vecinos de Tablao se desplazan con sus ganados en la primavera, desde el pueblo a la braña de La Espina. De ésta, parten al comienzo del verano hacia Saldepuesto, regresando a La Espina en el otoño. Bajando a pasar el duro invierno de nuevo al pueblo de Tablao.

Actualmente la braña cuenta con dos estructuras de reciente construcción, una cabaña/refugio de montaña y una nave que sirve de cebadero. Además de muchas estructuras derruidas. También pueden observarse los cambios producidos por una pista ganadera que facilita el acceso de vehículos motorizados a la braña.

La morfología de las estructuras, con cabañas construidas en piedra, a seco o con un mortero de barro, así como los corrales que se adosan a muchas de las cabañas nos remiten a los prototipos característicos de época Moderna y Contemporánea. Además, la mayor parte de las techumbres que aún pueden ser identificadas son de losas de pizarra, pero no descartamos el uso de materiales vegetales (teitos) que han desaparecido sin dejar huellas aparentes.

En nuestro estudio del Paisaje no hemos podido identificar ningún otro resto que nos permita hablar de otras cronologías. Sin embargo, esta braña aparece mencionada insistentemente en un protocolo notarial de los años 1507 a 1641 (A.H.P.P.A.). Esta braña propiedad del monasterio de Corias era llevada en foro por miembros de la familia de Omaña, que también llevaban en foro otras brañas como las brañas de Monasterio (Hermo), billacebran o las de Laciana.

Lo único que podemos decir es que en algún momento entre el siglo XIII y principios de XVI, esta braña pasó a formar parte del monasterio de Corias (o al menos de la parte de la información escrita del monasterio que ha llegado a nuestros días) pero no sabemos si esa braña ya estaba funcionando con anterioridad o si fue una creación ex novo.

Más interesante nos parece ver como desde el final de la Edad Media y a lo largo de la modernidad, el monasterio benedictino de San Juan de Corias va perdiendo cada vez más poder en contra de las grandes familias nobiliarias que cada vez adquieren mayor protagonismo. Aquí se ve como una de estas familias, la de los Omaña se hace con el control de gran parte de los bienes del monasterio. La conflictividad por hacerse con el control de los pastos fue la tónica dominante durante toda la Edad Media y Moderna (GARCÍA CAÑÓN 2006).

Pero lo que nos interesa señalar de esta braña es su uso compartido por dos parroquias de dos valles diferentes. La intercomunicación entre valles en los espacios ganaderos de montaña es una tónica bastante común, sobre todo si tenemos en cuenta la orografía de la región, donde los montes se convertirían en verdaderos puntos de reunión durante los meses estivales. Debemos de tener en cuenta la duplicidad de cánones sociales que ocurriría en las brañas durante el verano, trasladándose toda la actividad social de las aldeas a estas zonas, donde se realizarían fiestas, mercados, etc. (Fig. 3).

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Fig. 3. Imagen de los restos constructivos en la braña de Saldepuesto, foto de P.L.G.

 

5.3. Valdecuelebre, Chouchinas y la Filtrosa

Las brañas de Valdecuelebre y Chouchinas se encuentran en los pastos de altura entre los altos de Morteiro (1.800 msnm.) y el Cueto de Arbas (2.002 msnm.), y separados por el Pico La Barrosa (1830 nsnm.) y el Cueto del Fraile (1875 nsnm). Ambas brañas se encuentran en pequeños valles de alta montaña a unas alturas de unos 1.500 msnm., que van a dar, por su vertiente Sur, hacia la zona de Vega del Palo, por donde pasa el camino Real que va desde Monasterio de Hermo a Caboalles de Arriba, en Laciana, convirtiendo estos lugares en pasos de montaña muy importantes a lo largo de la historia, aunque no tanto como el paso de Leitariegos, en la vertiente Este del Cueto de Arbas.

La braña estival de Valdecuelbre es explotada por los vecinos de Leitariegos, estando el pueblo más cercano, Brañas de Arriba, a 2,5 km, luego Brañas de Abajo y Leitariegos a 3 km. y Trascastro a 4,5 km. Actualmente también acceden vecinos de Riomolín, Arbas, Corros… y muchos más ya que es el ayuntamiento de Cangas del Narcea el encargado de la gestión de los pastos, en lugar de las comunidades aldeanas. En el año 2010 Valdecuelebre, con una extensión de 1.331 ha. albergaba 344 cabezas de ganado vacuno y 40 ovejas (PLAN FORESTAL DE LA COMARCA DE CANGAS DEL NARCEA 2010).

Los restos de las construcciones están totalmente derruidos, y se han identificado construcciones cuadradas y circulares de pequeños tamaños, algunas con corrales aledaños. Además hay restos de otras construcciones rectangulares de mayor tamaño, cercanas a los restos de lo que parece un prado cercado, que se pueden corresponder con una utilización vaqueira de la braña. El material utilizado para la construcción es la caliza. Algunas de las formas constructivas (cabañas rectangulares, cercados de piedra, cabañas cuadradas con dinteles en las puertas), nos remiten a una cronología moderna/contemporánea. Pero la gran mayoría de los restos no nos es posible fecharlos.

Por la documentación escrita, sabemos que en el año 1537 hubo un pleito entre los vecinos de Trascastro y el Abad de Corias y los Vaqueiros de Faro y Valdecolobre (A.H.P.P.A. libro 9519, Registro de 1507 a 1641, Lib. C fol. 5245). Por lo que deducimos que ya en esta época los vaqueiros d`alzada frecuentaban la braña de Valdecuelebre, y los monjes del monasterio de Corias serían los encargados de arrendar estos pastos, con la desaprobación de los vecinos de Trascastro que intentarían ser ellos quienes gestionaran sus montes. La parroquia de Leitariegos fue consolidada como coto en la Baja Edad Media, en el año 1326 ya consta con los privilegios de pertenecer a territorio de realengo, por el servicio que otorgan a los viajeros, y no pasaría a formar parte de Cangas del Narcea hasta 1921 (RUIZ DE LA PEÑA 1981). Pero antes de ser independientes, las localidades de Trascastro y Brañas pertenecían al monasterio de Corias, según su libro registro (GARCÍA GARCÍA 1980; GARCÍA LEAL 1998), por lo que suponemos su fundación antes del siglo XIII, momento en el que está fechado el documento pero es muy probablemente que ya funcionaran antes del X, debido a que aunque el documento es una copia del XIII, describe el momento fundacional del monasterio en el siglo X, por lo que estas localidades formaron parte del territorio primigenio del cenobio.

De la Alta Edad Media y de la época Romana nada sabemos de cómo funcionarían estos espacios. Lo único que podemos intuir, es que durante la romanización, estos montes, debido a su situación, quedaron fuera de la órbita de la minería aurífera, al contrario que los montes más bajos, detectándose explotaciones en las zonas más cercanas a Trascastro. Si esto es así y pensamos que las poblaciones locales que trabajaban estacionalmente en las minas tendrían un modo de vida, que combinaría el trabajo minero con el mundo agrario (de forma similar a lo que sucedió en los primeros tiempos de la minería carbonífera en Asturias), estas brañas se convertirían en verdaderas reservas para alimentar a los ganados. Si bien las referencias a un poblamiento castreño más cercanas son las de San Romano, a 2 km de Trascastro y a unos 6,5 km de Valdecuelebre. Sí parece más clara la frecuentación de este paraje durante el Neolítico o la primera edad de los metales (Calcolítico, Bronce), ya que en el lugar de Laguna Seca, en la parte alta de la braña, se ha documentado una estructura tumular, que ponemos en relación, por un lado con la laguna, y la simbología que el agua tiene, por otro lado por las excelentes condiciones del lugar como ruta de paso hacia la Meseta (recordemos que creemos los túmulos como indicadores de rutas pecuarias) y con la importancia y la calidad de sus pastos. Siendo una zona muy apta para el uso ganadero. Por este motivo creemos muy factible la explotación, o por lo menos la frecuentación de la braña de Valdecuelebre desde la Prehistoria Reciente hasta nuestros días.

La braña de Chauchinas cumplió una función de braña trashumante de merinas, con pastores Meseteños y esencialmente extremeños que se desplazaban con sus rebaños hacia los pastos del Norte durante el verano. Sus estancias en esta braña dependían de los contratos de arriendo, pero esta práctica desapareció hace unos 25 años, cuando los vecinos de Gillón compraron los terrenos de esta braña (y los de la Filtrosa) al señorito de Bimeda, quien la tenía en posesión. El pueblo de Gillón está a 5 km. de Chauchinas, y entre ellos, a 2,5 km., se ubica la braña de la Filtrosa. Aunque en la jurisdicción de estos enclaves cabe destacar una curiosidad, y es que los vecinos de Gillón nunca perdieron el derecho a pastos sobre los terrenos, pero nunca pudieron gestionarlos ellos mismos. La conflictividad entre los vecinos del pueblo y el señorío fue constante y reflejada en varios pleitos.

Esta peculiaridad hizo que en estas brañas convivieran los tres tipos de trashumancia. El señorío alquiló estos pastos a vaqueiros d`alzada (la Filtroxa) y a pastores trashumantes de merinas (Chouchinas), mientras que los vecinos de Gillón que tenían derecho de pastos, pastoreaban en esta zona, generalmente compartiendo espacio con los vaqueiros.

En Chauchinas las estructuras (salvo las dos cabañas recientes) que nos encontramos apenas son pequeñas concentraciones de piedra que asemejan un ovalo, o intuiciones en el terreno de albergar algún resto, incluso solo negativos. Esto se correspondería con el uso trashumante donde sus restos son más endebles y generalmente construidas con materiales perecederos, pero también pueden albergar construcciones más antiguas de lo que nos pensamos.

De época Medieval no tenemos ninguna mención conocida para las brañas, que en un determinado momento de la Baja Edad Media y principios de época Moderna pasarían a formar parte del señorío. Sí tenemos constancia de que Gillón pertenecía a las posesiones del monasterio de Corias por donación entre los años 1065 a 1138 (GARCÍA GARCÍA 1980). Y aunque no tengamos referencia de ninguna braña debemos suponer que algún enclave utilizarían con tal función.

Más significativo nos resulta el lugar de Chouchinas, donde en sus inmediaciones, en la laguna de los Cobradoires se asientan dos estructuras tumulares. Por esto y por su morfología tan similar a Valdecuelebre presuponemos su frecuentación en la Prehistoria. Además, en esta braña los cambios sufridos a lo largo de la historia parecen menores, la pista pasa por sus inmediaciones pero no llega a pasar por la zona de hábitat, pero sobre todo su uso por parte de trashumantes de merinas hizo que no se crearan tantas estructuras ni una superposición tan continuada como en las otras brañas, siendo mucho menor la carga habitacional para este paraje.

En resumen, creemos que las brañas de Valdecuelebre y de Chouchinas, fueron frecuentadas y explotadas desde la Prehistoria hasta nuestros días, aunque con una evolución histórica distinta que las convierte en lugares idóneos donde una intervención arqueológica nos puede permitir conocer la evolución de la ganadería de alta montaña en la zona a lo largo de la historia (Fig. 4).

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Fig. 4. Imagen donde se ven los valles de Valdecuelebre y Chouchinas, fotos de P.L.G. y S.R.

 


6. CONCLUSIONES Y FUTURAS LÍNEAS DE TRABAJO

Teniendo en cuenta lo incipiente de nuestras investigaciones, y aunque nuestros objetivos eran ambiciosos, estamos satisfechos de nuestros resultados, ya que hemos realizado la primera prospección de estas características en la región, incorporando elementos tan característicos de la sociedad rural asturiana, como son las Brañas, a la investigación arqueológica. Hemos identificado patrones de asentamiento, territorialidad y control de pastos. Hemos establecido cronologías relativas, a través de la estratificación del paisaje y sobre todo de la documentación escrita del monasterio de Corias. Y hemos seleccionado enclaves para futuras líneas de trabajo.

Pretendemos seguir con esta línea de trabajo incorporando nuevos enclaves a nuestro estudio que nos permitan dar una visión más amplia a nuestras interpretaciones comparando diversos modelos de explotación de recursos de alta montaña, y relacionar estos enclaves con las propias aldeas o asentamientos de hábitat de las sociedades que los explotaron. También pretendemos analizar de una forma más exhaustiva la documentación escrita (tanto Medieval, Moderna o Contemporánea). Y sobre todo pretendemos dar el salto a las excavaciones arqueológicas, que nos permitan dar unas cronologías más precisas a nuestros yacimientos y recoger todo tipo de muestras (polínicas, sedimentologías, edafológicas, etc.). Una vez recogida toda la información la gestionaremos a través de un S.I.G., para que a través de la metodología de esta herramienta de trabajo podamos crear modelos interpretativos que nos permitan localizar y comprender mejor los espacios ganaderos.


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* La realización de este trabajo se incluye dentro del proyecto: “La formación de paisajes del Noroeste Peninsular durante la Edad Media (siglos V-XII)”, referencia: HAR2010-21950-CO3-03, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, del que la Dra. Margarita Fernández Mier es la investigadora principal.

** Estudiante de posgrado de la UGR. pirilopez@correougr.com