LA CERÁMICA DE ÉPOCA NAZARÍ DEL VERTEDERO MEDIEVAL DE CÁRTAMA (MÁLAGA)

POTTERY OF THE NASRID PERIOD FROM THE MEDIEVAL WASTE DUMP OF CÁRTAMA (MÁLAGA)

Francisco MELERO GARCÍA*

Resumen
El trabajo es un estudio sobre las cerámicas documentadas en el vertedero medieval de Cártama (Málaga) durante las excavaciones arqueológicas preventivas realizadas en el centro de esta localidad entre 2005 y 2007. Los pozos del vertedero contienen conjuntos cerámicos cerrados, permitiendo definir cuatro momentos cronológicos entre el segundo cuarto del siglo XIII y el primero del XV. El estudio ha permitido definir 23 formas distintas por su funcionalidad. En las conclusiones podemos ver algunas evoluciones de algunas de estas formas, así como la relaciones de intercambios y trasferencias con otras zonas circundantes del reino nazarí.

Palabras clave
Cerámica nazarí, periodos, evolución tipológica, intercambios, trasferencias

Abstract
The work is a study of the ceramics belonging to the medieval landfill of Cártama (Málaga) documentated during the preventive archaeological excavations carried out in the center of the city between 2005 and 2007. The wells of the waste dump contain sets of ceramics located in a closed context, allowing us to define four chronological moments between the second quarter of the thirteenth century and the first quarter of the fifteenth century. The study allowed us to identify 23 different pottery types based on their functionality. Some of the conclusions obtained indicate a variation in form, trade relations, and trade transfer with other surrounding areas of the Nasrid Kingdom.

Keywords
Nasrid pottery, periods, typological evolution, exchanges, transfers


INTRODUCCIÓN

El estudio que se presenta es un trabajo desarrollado con el fin de establecer una correcta sistematización sobre las cerámicas de época nazarí documentadas en el vertedero medieval de Cártama (Málaga). Para ello se ha volcado el máximo esfuerzo en la búsqueda y representación gráfica del más mínimo fragmento que pudiera determinar una forma, fruto de lo que son los 515 dibujos incluidos.

Los materiales que se presentan fueron documentados entre 2005 y 2007 en el centro del casco histórico de Cártama, una población que se ubica entre el valle bajo del río Guadalhorce y la bahía de Málaga; en la órbita de la capital malagueña, de la cual dista 19 Km (Fig. 1). Ello se produjo en dos intervenciones arqueológicas preventivas autorizadas por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, con el fin de estudiar el solar de dos inmuebles demolidos en la Plaza de la Constitución de esta localidad (MELERO, 2006; MELERO, 2008).

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Fig. 1. Localización de Cártama en el Valle del Guadalhorce y vertedero.

 

El conocimiento previo que se tenía de esta zona del casco urbano antes de llevar a cabo las excavaciones partía de las realizadas a mediados del siglo XVIII en la inmediata Plaza del Pilar Alto, donde fue documentado el templo conocido como de las “matronas sedentes”, perteneciente al foro de la ciudad romana de Cartima (BERLANGA & MELERO, 2009: 168). Todos estos trabajos estaban orientados hacia el descubrimiento de la época romana, por lo que no existían en ellos alusión alguna a época medieval. La aparición de un vertedero fue por ello toda una novedad. Loquevino a mayores cuando pudo comprobarse que los pozos que lo conformaban contenían conjuntos cerámicos cerrados que podían datarse a lo largo de todo el Medievo, desde ápoca emiral hasta época nazarí. Las perspectivas de investigación eran en este sentido notables. Por un lado, constataban desde la arqueología algo tan básico, pero inédito por aquél entonces, como la propia continuidad del enclave desde su fase tardoantigua, así como la estabilidad del asentamiento a lo largo de toda la Edad Media; por otro, la posibilidad de estudiar conjuntos cerámicos de todos los periodos andalusíes, los cuales tienen la cualidad de presentar mínimas filtraciones al tratarse de conjuntos cerrados. Se inició entonces una actividad de investigación sobre los materiales del vertedero, del cual ya se han publicado los pozos de época emiral y califal (MELERO, 2009). El segundo paso es el que se da ahora con el estudio de los conjuntos de época nazarí, donde los materiales son mucho más abundantes.


METODOLOGÍA

La metodología con que se elabora el presente estudio se basa en cuatro actuaciones:

• Recogida sistemática de materiales.

• Identificación de formas y tipos por su carácter funcional.

• Dibujo exhaustivo de las formas y variantes cerámicas.

• Analogía con otros yacimientos arqueológicos.


ESTUDIO TIPOLÓGICO

El estudio tipológico ha permitido reconocer 23 formas con sus tipos y subtipos. Algunas de estas formas, las menos, son residuales:

A. Vajilla de mesa

Forma 1. Ataifor / jofaina: 5 tipos y 21 subtipos.

Forma 2: Plato: 1 tipo.

Forma 3: Jarro /a - cántara de tamaño medio: 17 tipos y 23 subtipos.

Forma 4: Jarro pequeño: 12 tipos.

Forma 5: Redoma: 4 tipos.

Forma 6: Platillo: 1 tipo.

B. Vajilla de cocina

Forma 7: Cazuela: 6 tipos y 17 subtipos.

Forma 8: Marmita: 11 tipos.

Forma 9: Cuscusera: 1 tipo.

Forma 10: Anafre: 2 tipos.

Forma 11: Disco: 1 tipo.

 

C. Recipientes para el almacenamiento de productos

Forma 12: Jarro/a de gran tamaño – cántara: 10 tipos.

Forma 13: Orza: 9 tipos.

Forma 14: Tinaja: 2 tipos.

D. Objetos de iluminación

Forma 15: Candil: 3 tipos y 7 subtipos.

E. Objetos de uso múltiple

Forma 16: Alcadafe: 5 tipos y 6 subtipos.

Forma 17: Trípode: 3 tipos.

F. Objetos de uso ambiental

Forma 18: Pebetero o quemaperfumes: 2 tipos.

G. Objetos de uso complementario

Forma 19: Tapadera: 5 tipos y 6 subtipos

H. Objetos de higiene personal

Forma 20: Bacín: 3 tipos.

I. Objetos de uso lúdico

Forma 21: Ficha de juego: 1 tipo.

Forma 22: Juguetezoomorfo: 1 tipo

J. Miniatura

Forma 23: Miniatura: 4 tipos.

Es difícil saber si la cerámica de época nazarí documentada en el vertedero medieval de Cártama fue usada tanto en el arrabal como en el castillo. El uso continuado del solar como espacio donde ocultar los desechos se situaba en la proximidad de ambas áreas, siendo muy difícil el no proceder del primero de estos ámbitos. La ausencia de indicios que evidencien algún taller en la propia Cártama permite plantear que la mayoría de las cerámicas documentadas debieron proceder de la cercana capital malagueña, de la cual sólo dista 19 Km. La importancia de estas alfarerías en época nazarí se refleja en las características de los conjuntos cerámicos, donde las formas responden en casi su totalidad a las producciones propias del área malagueña (ACIÉN 1986-1987), si bien, poseen rasgos que evidencian las influencias recíprocas con áreas geográficas tanto del reino nazarí como de sus alrededores.

El principal interés de este estudio es la delimitación de cuatro conjuntos bien diferenciados de época nazarí, donde las analogías realizadas permiten establecer una horquilla entre el segundo cuarto del siglo XIII y principios del XV. Más sensible y complicado es determinar el encuadre cronológico de cada uno de los momentos, ya que no hay referencias precisas para ello. La investigación actual es unánime al considerar cómo el conocimiento de las producciones de época nazarí es aún escaso (MALPICA 2009; ZOZAYA, 2009: 47; ROSSELLÓ, 2009: 295).

El estudio sobre las cerámicas de época nazarí del vertedero de Cártama establece 23 formas. Éstas aparecen en los conjuntos en diferente proporción, lo cual está relacionado con la mayor o menor frecuencia con que fueron producidas, el modo en que fueron usadas y, a consecuencia de ello, desechadas. Ello no deja lugar a duda si comparamos la significativa proporción de las cazuelas con la de las tinajas, las primeras con mayor movilidad en su uso y por eso susceptibles de ruptura, en tanto que las segundas tuvieron un papel más estático dentro del ambiente doméstico de la vivienda, debiendo desecharse con menos frecuencia. Si establecemos, en este sentido, tres proporciones en cuanto al número de formas documentadas, dentro del grupo de más alta frecuencia tendríamos al ataifor/jofaina, la cazuela, la marmita y el jarro/jarra – cántara de tamaño medio; en una frecuencia media al jarrito, la gran jarra/cántara, la orza, el candil, el alcadafe y la tapadera; en tanto que con menor frecuencia aparece el plato, la redoma, el platillo, la cuscusera, el disco, el anafre, la tinaja, el trípode, el pebetero, el bacín, la ficha, la miniatura y el caballito.

En los conjuntos de Cártama apreciamos suficientes diferencias para poderlos enmarcar en cuatro horizontes diferentes, los cuales, a su vez, se agrupan en dos grandes momentos, donde las diferencias morfológicas de los ataifores/jofaina, de las cazuelas y de las jarras esgrafiadas principalmente, son bastante evidentes.

El primer horizonte lo constituye el conjunto de la UE 27/30. Es el que muestra menos dudas a la hora de situarlo cronológicamente, mostrando las mayores tradiciones en cuanto a sus formatos con respecto a época almohade(CAVILLA, 2005;GARCÍA PORRAS 2001; GISBERT, BURGUERA & BOLFER, 1992; VERA & LÓPEZ, 2005; VERA & LÓPEZ, 2005). Dentro de los ataifores/jofaina destaca la preminencia de la serie en verde esmeralda (Fig. 2, 1), principalmente en forma quebrada, lo que es un rasgo propio de las zonas costeras frente a las de interior, en las que tiene un mayor protagonismo el ataifor semiesférico. La regularidad de los formatos en esta forma es un rasgo común de los dos primeros conjuntos, en tanto que la ausencia del vidriado al exterior irá aumentando progresivamente, así como la disminución del tamaño. En este primer horizonte también es peculiar el repertorio de las jarras esgrafiadas (Fig. 2. 4), cuyos modelos, por referencias con otros yacimientos (HITA y VILLADA 1998, FERNÁNDEZ SOTELO 2005; NAVARRO PALAZÓN 1991), son propios del siglo XIII.En cuanto a la tipología de cocina, en las cazuelas destaca el Tipo 2.1 (Fig. 2. 6), el cual evoluciona pero no se repite en los conjuntos siguientes. Es significativa también la presencia de formatos de cazuela que no se vedrían (Fig. 2. 7), lo cual no es ocasional ni residual, sino que constituyen formatos propios con este rasgo que se producen junto a los otros. En cuanto a la marmita, apreciamos su disminución progresiva con respecto a las cazuelas. La que predominaen los dos primeros conjuntos es la de cuello escotado –Tipo 4- (Fig. 2. 8), en tanto que otros formatos son residuales o poco representativos.Dentro de la cerámica que podemos considerar de lujo aparece un pequeño jarrito/a de loza dorada (Fig. 2. 13), cuya calidad de esmalte supera la de los ejemplares de los conjuntos posteriores. Todas estas características nos aportan una cronología del segundo y tercer cuarto del siglo XIII, en tanto que se trata de un conjunto claramente distanciado de época almohade, pero donde se anuncian rasgos que se van a ir imponiendo en los conjuntos siguientes.

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Fig. 2. Cerámicas representativas de la UE 27-30

 

El segundo horizonte viene conformado por las UUEE 1 y 8, las cuales muestran rasgos en común suficientes para incluirlos en un mismo momento. Los formatos aún mantienen las regularidades del conjunto anterior en lo que atañe a los ataifores/jofaina, lo que es un rasgo muy significativo, apreciándose, no obstante, un aumento de carencia de vedrío al exterior (Fig. 3. 14). Junto a la serie verde esmeralda proliferan otras como la blanca con decoración en verde (Fig. 3. 15), ahora con tipo quebrado. Aparecen por primera vez las series en blanco, blanco con decoración en negro (Fig. 3. 17), verde con decoración en verde y turquesa con decoración en negro (Fig. 3. 16). En cuanto a las jarras esgrafiadas, aparecen otros modelos como el Tipo 5 (Fig. 3. 20-21) que se desarrollará con posterioridad, desapareciendo los formatos anteriores, aunque continúa la aplicación de estampillas.En la vajilla de cocina, la cazuela Tipo 2.1 evoluciona hacia el Tipo 2.5 (Fig. 3. 22), en tanto que este horizonte es donde cobran auge las que carecen de vidriado y se pintan con trazos en blanco o negro (Fig. 3. 23), o se le aplican pequeños mamelones. Lo mismo sucede con algunos tipos de marmitas, donde el 7 y el 9 reciben un variado repertorio decorativo; sobre el todo el primero, que combina mamelones, pintura e incisión, y que con boca ancha es claramente una adaptación del Tipo 2.5 de cazuela.Otras formas como el alcadafe, los candiles o las tapaderas muestran características diferenciales que las aproximan principalmente hacia el horizonte anterior, pero que también anuncian los posteriores. Entre los rasgos de tradición está la ausencia de vidriado y la presencia de decoración a ruedecilla en los alcadafes (Fig. 3. 28), los vidriados en verde y melado de los candiles (Fig. 3. 27), o la aplicación de estampillas en las tapaderas. En cuanto a los rasgos de proyección futura encontramos el esmalte blanco en los candiles. Hallazgo singular que reafirma la presencia del producto en la Andalucía occidental andalusí esla forma pebetero, la cual sólo aparece en los dos primeros conjuntos.Estas características morfológicas evidencian un periodo de transición entre los conjuntos de tradición almohade del XIII y los nazaríes del XIV. Por ello, a priori, se le otorga una cronología del tercer cuarto del siglo XIII y primero del XIV.

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Fig. 3. Cerámicas representativas de las UUEE 8 y 1

 

En el tercero de los horizontes aparece un cambio más radical en las formas cerámicas. En este sentido, si en el horizonte de las UUEE 1 y 8 se aprecia una transición más leve con respecto al de la 27/30, en el de los conjuntos 56 y 2 se produce un cambio más acelerado con respecto al horizonte anterior; lo que nos introduce de lleno en los conjuntos que se vienen considerando propiamente nazaríes (MALPICA et al. 2007). En los ataifores/jofaina se desarrollan las series que aparecían anteriormente, desapareciendo definitivamente la preponderancia de la serie en verde esmeralda, que, aunque se mantendrá siempre, pasa a un segundo orden (Fig. 4. 31). Se hecha en falta, no obstante, la serie turquesa con decoración en negro, que ya había aparecido en el horizonte anterior, lo que ha de deberse a una ausencia accidental. Tanto la disminución de los tamaños como la ausencia de los vidriados al exterior se consolidan en este periodo. Pero el rasgo más peculiar es la pérdida de la regularidad de los formatos de los conjuntos anteriores. Efectivamente, los rebordes se alteran achatándose o incluso llegando a desaparecer, en tanto que los quiebros llegan a tener en algunos casos una pestaña muy desarrollada (Fig. 4. 33). En las jarras evolucionan las esgrafiadas hacia modelos que tienden a la reducción del cuello, así como a una mayor curvatura en la proximidad con el borde (Fig. 4. 34). Se hecha en falta en este tipo los soleros anulares con pestaña, muy característicos de Málaga y Ceuta (HITA y VILLADA 1998; ACIÉN 1986-1987), ya que el único que aparece es el de “galleta” o plano. Es significativa en este momento la desaparición de las jarras de cuello cilíndrico, de tradición desde época emiral.En la vajilla de cocina pervive la cazuela Tipo 2.5, si bien tiende hacia la verticalidad de las paredes (Fig. 4. 35). Dentro de las cazuelas pintadas sin vidriar aparece el Tipo 2.6 con la reducción del borde en relación al Tipo 2.4 (Fig. 4. 36). En las marmitas se inicia el formato de cuello vertical desarrollado –Tipo 10- (Fig. 4. 37), desapareciendo la de cuello escotado. Entre las características que destacan en otras formas con respecto a los periodos anteriores es la continuidad de la loza dorada, la cual aparece representada por una pequeña jarrita en la UE 56 (Fig. 4. 43) y un fragmento de tapadera en la UE 2 (Fig. 4. 42). En las redomas, aunque continúa la de cuerpo piriforme de tradición almohade, aparece la vidriada en turquesa con cuerpo inferior carenado. El esmalte blanco se extiende, apareciendo en candiles (Fig. 4. 39-40) y platillos (Fig. 4. 38), estos últimos una novedad poco constatada en contextos nazaríes. Los anafres comienzan a decorarse con líneas onduladas a peine; en tanto que los alcadafes empiezan a vidriarse por el interior (Fig. 4. 41), remplazando con ello la antigua práctica funcional de alisarlos por esa cara, lo que le aporta mayor valor estético.Todas estas características evidencian un salto importante con respecto a los caracteres de los conjuntos anteriores, advirtiendo los rasgos propios de la cerámica nazarí de los siglos XIV y XV. Es por ello por lo que se le da una cronología relativa enmarcada en el segundo tercio del siglo XIV.

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Fig. 4. Cerámicas representativas de las UUEE 56 y 2

 

El cuarto horizonte, representado por la UE 9, presenta similitudes con el anterior, lo que, como ya se ha indicado, diferencia ambos con respecto a los formatos de las producciones del siglo XIII. Pero también hay diferencias que evidencian que nos encontramos con un conjunto distinto. La más significativa es la aparición de la loza en azul y dorado, lo que se produce en los recipientes de pequeño formato como jofainas (Fig. 5. 49-51) y jarritos, así como en los candiles (Fig 6. 59). En la forma ataifor/jofaina continúan los rasgos ya expuestos de las series anteriores, si bien hay una buena representación de la serie turquesa con decoración en negro (Fig. 5. 46-47), que no aparecía en los conjuntos del horizonte anterior. Entre los cambios que se producen en este periodo, como ya se ha indicado, se encuentra la aparición de la loza en azul y dorado. Las decoraciones que aparecen en estas producciones están cercanas al estilo Pula valencianas (Fig. 5. 51), cuyo auge se produce en la segunda mitad del siglo XIV (GARCÍA PORRAS 2009). En la vajilla de cocina, la continuidad de la evolución de la cazuela se evidencia en los Tipos 2.7 y 2.8, pero sobre todo en los 2.9 y 2.10, donde el ala de la cazuela adquiere un definitivo desarrollo que no se había experimentado todavía (Fig. 5. 54). Las marmitas, como en el horizonte anterior, son escasas. Continúa la de cuello de borde vertical, pero aparece el Tipo 11 de borde apuntado y pestaña, conocida como de cuerpo “abolsado” (Fig. 5. 56). Debe destacarse en este pozo la presencia de un significativo número de piezas completas, lo que podría deberse a una vertida precipitada. Entre las piezas recuperadas más o menos enteras es de destacar una orza de grandes asas (Fig. 6. 57), o la cántara esférica de gran tamaño Tipo 10 (Fig. 6. 60), formato que ya estaba presente al menos desde el conjunto anterior; así como la redoma pintada Tipo 4, que constituye un raro ejemplar.Esla similitud de las producciones en loza azul y dorada con las valencianas del tipo Pula la que nos precisa un momento cronológico entre el último cuarto del siglo XIV y principios del XV. Éste es el último conjunto que se documenta en los pozos del vertedero de Cártama desde época emiral, indicando un posible abandono del mismo, quizás como consecuencia del arrasamiento que sufre el arrabal en 1407 y 1410 (GARCÍA DE SANTA MARÍA 1982), cronología máxima que coincidiría con la que se le da a este último pozo.

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Fig. 5. Cerámicas representativas de la UE 9. 1

 

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Fig. 6. Cerámicas representativas de la UE 9. 2


CONCLUSIONES

El contexto histórico del espacio temporal -entre el segundo cuarto del siglo XIII y principios del XV- al que pertenecen los conjuntos cerámicos documentados de época nazarí en el vertedero de Cártama, se caracteriza por la proximidad de la frontera. La conquista en la primera mitad del Trecientos del Valle del Guadalquivir y Murcia por la corona de Castilla y León, y la de Levante por la del reino de Aragón incidió decisivamente en la cerámica del último reino andalusí de la Península Ibérica, el nazarí. Lejos de constituir un problema para las relaciones comerciales entre ambos ámbitos, el cristiano y el islámico, este periodo bélico intermitente fue muy proclive a un intenso intercambio de manifestaciones artísticas y costumbres.

En estas trasmisiones el componente mudéjar juega un papel relevante. Numerosa población hispanomusulmana tradicionalmente arraigada en las zonas conquistadas se movió de unos territorios a otros o permaneció en su lugar de origen, manteniendo en mayor o menor grado sus costumbres. Es por ello por lo que para un correcto estudio de la cerámica Bajomedieval se debe establecer un marco teórico que permita adscribir con precisión las cualidades de las producciones en relación a uno u otro ámbito. Con respecto al ámbito nazarí, podría decirse que la cerámica, en mayor o menor grado, se debate entre la conservación de sus tradiciones y la fuerte influencia de los nuevos ajuares cristianos.

Los conjuntos cerámicos de época nazarí de Cártama muestran en principio dos momentos bien distintos. El primero de ellos, que se circunscribe principalmente al siglo XIII, está formado por un ajuar que mantiene la esencia andalusí anterior, aunque permite vislumbrar algunos atisbos de influencia ajena. Por el contrario, los conjuntos que se adscriben al siglo XIV muestran el contacto permanente con una fuerte influencia que se manifiesta de múltiples modos, tanto en la alteración de las formas como en el cambio de los gustos estéticos. Sin embargo, al mismo tiempo, es también apreciable no sólo una fuerte conservación de las cualidades del ajuar andalusí, sino de una evolución propia que trata de mantenerse impermeable frente a dichas influencias.

En Cártama, en el vertedero medieval, una de las cualidades que llama la atención en desde el siglo XIII es la proliferación de pozos y su tamaño con respecto a los de periodos anteriores. Pocas dudas pueden plantearse sobre el hecho de que ello se debe a un aumento poblacional que, dadas las circunstancias, es consecuencia en gran parte a la inmigración desde los territorios conquistados. Esta nueva población debió traer con ella aportes culturales que se manifestarían de diversos modos, donde la cerámica no estaría ausente. Una de estas trasmisiones debe ser la aparición en la vajilla de mesa de algunos acabados estéticos que no son propios del territorio nazarí en estos momentos, pero si de los territorios conquistados del Valle del Guadalquivir, como la serie esmaltadas en blanco con decoración en verde (PLEGUEZUELO y LAFUENTE 1995), la cual hace su aparición en el conjunto de la UE 27/30, desarrollándose con posterioridad. Ello parece constituir una influencia mudéjar en los ajuares nazaríes, que a diferencia de aquellas van a conservar sus formatos propios. Sin embargo, la mayoría del ajuar del siglo XIII mantiene unas producciones propias de tradición andalusí, lo que se desprende de los ataifores en verde esmeralda o las jarras esgrafiadas o estampilladas, esta última técnica decorativa con similitudes en el área suroccidental de la península (FERNÁNDEZ SOTELO 2005; VERA y LÓPEZ 2005). Con esta misma área también es común la marmita de cuello escotado.

Durante el siglo XIV, a través de los dos últimos conjuntos de Cártama, se puede apreciar un cambio radical en las producciones. Dentro de la vajilla de mesa destacan algunas formas como los ataifores en turquesa y decoración en manganeso, los cuales se han puesto en relación con el ámbito mariní a través de hallazgos puntuales y generalmente descontextualizados como los hallados en la Alhambra, en Ceuta y en otros puntos del norte de África (RUÍZ GARCÍA 2009). En relación con ello cabe señalar el hecho de que en las publicaciones que las relacionan con el ámbito mariní se omite la frecuencia con que aparecen en Málaga.Consecuencia de ello es la datación que se le ha pretendido, si bien las estratigrafías que se documentan en la provincia de Málaga sitúan su auge a partir de mediados del siglo XIV, y por lo tanto con posterioridad a la ocupación mariní del sur peninsular.

Cuestión similar es la de la loza en azul y dorado, la cual se viene considerando como precedente de las producciones valencianas. Los hallazgos de Cártama, sólo en el último de los conjuntos, se vinculan con las últimas producciones del estilo Pula valenciano, lo que aporta en principio una cronología del último cuarto del siglo XIV o principios del XV. Este hallazgo es quizás el primero que se publica con una secuencia bien contextualizada, aunque no el primero en el área malagueña, ya que existen suficientes intervenciones arqueológicas que han documentado estos productos en distintos ámbitos de la ciudad de Málaga (ACIÉN 1986-1987; PERAL y FERNÁNDEZ GUIRADO 1990; MANCILLA 2006). Es por ello por lo que se puede afirmar que su uso no fue exclusivo de los ambientes palatinos, sino que fueron consumidos como productos de calidad por una amplia población con evidente poder adquisitivo, tal y como sucedía en los ambientes cristianos. Los datos empíricos parecen apuntar a que la generalización de la producción nazarí del azul y dorado debió producirse al socaire de la valenciana, la cual adquiere un protagonismo inusitado entre mediados del XIV y mediados del XV.


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* Universidad de Granada fmelerogarcia@gmail.com