APORTES AL ESTUDIO DE LAS PRIMERAS OCUPACIONES HUMANAS EN EL SUR DE LA PENÍNSULA IBÉRICA. EL CASO DE CÚLLAR-BAZA 1

CONTRIBUTIONS TO THE STUDY OF EARLY HUMAN OCCUPATION IN THE SOUTH OF THE IBERIAN PENINSULA. THE CULLAR-BAZA 1 CASE

Ramón TORRENTE CASADO

Resumen

Las campañas de excavación realizadas en las décadas de los setenta y ochenta del siglo XX sobre el yacimiento de Cúllar-Baza 1 (Cúllar, Granada) aportaron evidencias arqueopaleontológicas que lo sitúan en la transición entre Pleistoceno Inferior y Pleistoceno Medio. Los indicadores de presencia humana se reducen a escasos aunque claros elementos de industria lítica enmarcada dentro del Modo 1-Olduvayense. El conjunto faunístico registrado, de gran riqueza y buen estado de conservación, fortalece su situación dentro del periodo inmediatamente posterior a la reversión geomagnética Brunhes-Matuyama. Aquí se aporta una breve síntesis a treinta y cinco años de publicaciones al respecto.

Palabras clave

Cúllar; Pleistoceno Inferior-Medio; SIG; industria lítica; fauna galeriense

Abstract

Excavations conducted in seventies and eighties of the twentieth century on the site of Cúllar-Baza 1 (Cúllar, Granada) provided archaeopaleontological evidence for placing the site on the transition between Early and Middle Pleistocene. Human presence signs are reduced to few but truly lithic items framed under Mode 1-Oldowan. The registered faunal assemblage was rich and in a good grade of conservation, strengthening its position in the immediate aftermath of the Brunhes-Matuyama geomagnetic reversal. Here we provide a brief summary of thirty-five years of relevant publications.

Keywords

Cúllar; Early-Middle Pleistocene; GIS; stone tools; Galerian fauna


1. INTRODUCCIÓN, LOCALIZACIÓN E HISTORIA DEL YACIMIENTO

Cúllar-Baza 1 [en lo sucesivo CU-1] se encuentra situado en las coordenadas UTM (X:538658 -Y:4158290, centro del corte de excavación), [Huso 30, datum ED50], a una altitud de 964’11 m.s.n.m. (TORRENTE CASADO 2010: 38). Posee una planta de 6x8 metros totalmente excavada [48m2], perteneciente a la intervención de 1987 (ALBERDI & BONNADONA 1989); aunque nos consta la existencia de cortes previos ahora desaparecidos (RUIZ BUSTOS 1976), citados como 54 m2 (SANTONJA 1992: 56) o 56’4 m2 (LÓPEZ REYES 1997: 301). A estas superficies habría que sumar la excavada en 1975 por M. C. Botella, sin publicar hasta la fecha.

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Figura 1. Panorámica Virtual del contexto geográfico Este desde CU-1. Elaboración a partir del Modelo Digital del Terreno de Andalucía 2004 y la superposición de la Ortofotografía Digital de la Junta de Andalucía 2007.

 

El yacimiento se localiza en el pasillo geográfico Cúllar-Chirivel (Fig. 1), objeto de numerosas prospecciones arqueológicas para Prehistoria Reciente (RAMOS MILLÁN 1988, RAMOS MILLÁN et al. 1993, 1995; CONTRERAS et al. 1992), y trabajos más específicos como los realizados en el poblado de El Malagón (ARRIBAS et al. 1978, TORRE et al. 1984, MORENO ONORATO 1994). Sin embargo, CU-1es descubierto a raíz de la entrega de unos restos fósiles de molares inferiores de Equus que Rafael Laso, paisano y vecino de Cúllar, había conseguido hacer llegar en 1971 a E. Aguirre (RUIZ BUSTOS & MICHAUX 1976: 173), el cual los entregó al entonces su alumno A. Ruiz Bustos, que se encontraba finalizando su tesis de licenciatura sobre équidos de otros yacimientos granadinos (RUIZ BUSTOS 1972). Sumado esto a las citas previas de Mammuthus meridionalis en la zona (AGUIRRE 1961), y la firme disposición a elaborar una tesis doctoral sobre las faunas allí presentes, A. Ruiz Bustos decide llevar a cabo la exploración y prospección del sector oriental de la Depresión durante 1971 y 1972, realizando el descubrimiento y primera intervención sobre CU-1 entre julio y septiembre de 1973 (RUIZ BUSTOS 1976: 6, RUIZ BUSTOS 1984: 20). En abril de 1975, se efectúa una segunda campaña de excavación con la incorporación de M. C. Botella como responsable de la misma junto la coordinación de A. Ruiz Bustos, aunque nada se ha publicado de esta campaña (VEGA TOSCANO 1989: 331). En 1987 tuvo lugar la última intervención de campo sobre CU-1 bajo codirección de A. Ruiz Bustos y M.T. Alberdi. Los resultados de la misma verían la luz en 1989 bajo la forma de monografía (ALBERDI & BONNADONA 1989). A partir de ese momento, el corte de excavación queda al aire y sin protección, no realizándose sobre el yacimiento ninguna otra intervención oficial. Desde entonces y hasta la actualidad, se suceden algunas tomas de muestras extraoficiales, expolios ocasionales y la influencia de la erosión natural, haciendo llegar a la actualidad el antiguo corte de excavación en el estado que muestra la Fig. 2.

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Figura 2. Estado actual del corte de excavación e inmediaciones de CU-1 (año 2010).


2. EL REGISTRO DE CU-1

Aunque no hay un número total publicado de elementos obtenidos en la campaña de 1973, se estima una cifra superior a doscientas piezas inventariadas (plantas e inventario de 1973 pueden consultarse en TORRENTE CASADO 2010: 71-85, basados en RUIZ BUSTOS 1976). Sobre materiales recuperados en 1975 no es posible realizar estimación. En 1987 se obtuvieron un total de trescientas veintiséis piezas registradas (ALBERDI et al. 1989, plantas e inventario en TORRENTE CASADO 2010: 87-106). La media de especímenes identificados por metro cúbico es superior a la densidad de yacimientos similares y próximos, como Huéscar-1 o Huélago (ALBERDI et al. 2001, ALONSO et al. 2002, ALONSO et al. 2003).

El depósito posee un grado de homogeneidad suficiente como para ser interpretado de manera única (RUIZ BUSTOS, com. personal). No obstante, autores como M. A. Alonso (ALONSO 1991, ALONSO et al. 2001) o el que suscribe estas líneas (TORRENTE CASADO 2010: 101-106), han señalado la existencia de al menos tres niveles diferenciados respecto a su génesis, aparentemente idénticos en su contenido, pero con deposiciones diacrónicas realizadas dentro de una dinámica reiterativa de ciclos de aguas altas y saladas - precipitación de carbonatos en ambiente lacustre - y aguas bajas más dulces – ambiente palustre con abundancia de materia orgánica - que dominan los ambientes sedimentarios del yacimiento (VERA 1970, PEÑA 1979). Para comprender el tipo de acumulación existente en Cúllar-Baza 1, se incluye en este texto la Fig. 3, que refleja el registro obtenido en 1987 (TORRENTE CASADO 2010: 95-100).

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Figura 3. Esquema reconstrucción del registro total de 1987 sobre planta (X-Y) y sección (X-Z). (Modificado del original en TORRENTE CASADO 2010: 105, a su vez realizado con datos de ALBERDI et al. 2001: 17: Fig. 6).

Aspectos tafonómicos de CU-1

Los restos registrados no fueron acumulados o transportados por corrientes aluviales ni fluviales (ALBERDI & ALONSO 2009), aunque se ha llegado a indicar la presencia de alguna corriente fluvial vinculada al sistema pantanoso, aportando tan sólo arena fina y aparentemente siendo incapaz de transportar huesos largos (ALBERDI et al. 2001: 20); aportes fluviales que por otra parte parecen coincidir con la previa existencia de paleocanales en dirección E-W, también determinada en las arcillas de la “formación Guadix” (ALONSO 1991, ALBERDI et al. 2001: 10). Los principales agentes de la acumulación y fracturación de los restos fueron biológicos, ya fuese por acumulación debida a muertes naturales, predominante en las áreas pantanosas, ya por la acción de predadores-carroñeros, ya por pisoteo (trampling) de los restos esparcidos por el área pantanosa (ALONSO et al. 2001). El 87% de los huesos largos identificados en la campaña de 1973 se correspondieron con epífisis (RUIZ BUSTOS 1984: 26). El depósito se ha indicado como una acumulación diacrónica (ALBERDI et al. 2001), que puede explicarse a través de un modelo de predación selectiva y/o por acumulación estacional de los restos, así como la ordenación hidráulica controlaría el tamaño y forma de los restos esqueléticos acumulados. El depósito fue rápido, como indica que el 68% de los restos registrados en 1987 no posean indicios de meteorización (IBÍD.: 16). No fue posible determinar la acción humana en esta acumulación, habiéndose indicado la aleatoriedad estadística en la distribución de los restos localizados (RUIZ BUSTOS 1976, RUIZ BUSTOS 1984, ALBERDI et al. 2001).


3. LA ESTRATIGRAFÍA DE CU-1

A. Ruiz Bustos fue el primero en definir los niveles componentes de la estratigrafía del yacimiento (RUIZ BUSTOS 1976: 20-23) a partir de los tres cortes realizados en la intervención de campo de 1973. Posteriormente se realiza una revisión (ALONSO 1991, ALONSO et al. 2001: 285-286) con los datos obtenidos en la excavación de 1987 (ALBERDI et al. 1989), haciendo que la nomenclatura inicial se vea modificada en algunos aspectos, aunque conservando el espíritu original. La presentada aquí (Tab. 1), y de manera más extendida en un trabajo de investigación fin de máster (TORRENTE CASADO 2010: 135-167) coincide con las precedentes en la mayor parte de postulados.

Evitaremos realizar la descripción pormenorizada de los niveles, remitiendo a las obras ya indicadas. No por esto dejaremos de señalar algunos aspectos, como que los niveles I+J de Alonso (1991), - aquí equivalentes al Nivel H -, parecen ser el “Lacustrine member” que en 1999 (GIBERT et al. 1999c: 131) se indicó como emplazamiento del yacimiento Cúllar-Baza 2 y donde quedó asignada la presencia de restos de E. caballus mencionados esporádicamente en publicaciones previas (AGUSTÍ 1985, ALBERDI & RUIZ BUSTOS 1989: 266, GIBERT et al. 1999b: 118: Fig. 1, SESÉ et al. 2001: 33, IGLESIAS & GIBERT 2003: 33). Nuestra experiencia sobre el terreno duda por ahora la presencia de tal nivel en las condiciones que la historiografía recoge. Lo único que con cierto nivel de seguridad procedería de “Cúllar-Baza 2” son las piezas cuyas siglas comienzan por “CU 2” (TORRENTE CASADO 2010: 85), a la postre ítems de la campaña de 1973 (RUIZ BUSTOS 1976) que no poseen una vinculación publicada respecto a los cortes oficiales de excavación.

Debe indicarse la necesidad en realizar futuros estudios sobre el Nivel A por sus especiales características: es el único de la serie estratigráfica con aportes superiores a la fracción arena, siendo muy posiblemente el abastecedor de recursos abióticos a los contextos inmediatamente posteriores a su deposición y estrictamente vinculados a las dinámicas palustre-lacustres del yacimiento. Salvo para el caso del sílex, el resto de materias primas que se han indicado como aportes antrópicos parece estar en mayor o menor grado presentes en estos paleocanales. Acerca de este nivel se realizó una somera reconstrucción de tendencia general en una obra reciente (TORRENTE CASADO 2010: 234-235) donde se sugiere un origen para este paleocanal en los relieves alpujárrides del este-sureste y su confluencia con las orillas del sistema del paleolago de Baza (TORO et al. 2007: 9: Fig. 2.1, GRÉGOIRE 2009: 170: Fig. 1, BARSKY et al. 2010: 202: Fig. 2), en la zona de CU-1 o sus inmediaciones.

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Tabla 1. Esquematización de las interpretaciones estratigráficas de CU-1


4. LA FAUNA DE CU-1

El conjunto faunístico presente en el yacimiento se define por primera vez en función a los materiales de la campaña de excavación llevada a cabo en 1973 (RUIZ BUSTOS 1976) y es ampliado y modificado años después con motivo de la excavación de 1987 (ALBERDI & BONNADONA 1989). En un sentido amplio son más del centenar las publicaciones donde se han realizado revisiones parciales, reproducciones de las listas faunísticas ya existentes, o inclusiones de correcciones y definiciones nuevas. A efectos de sintetizar treinta y cinco años de citas sobre la fauna de CU-1, recientemente se elaboró un dossier de síntesis historiográfica recogiendo las menciones para todas y cada una de las especies definidas (TORRENTE CASADO 2010: 164-203), a partir del cual se ha confeccionado una lista faunística más completa, que aquí se reproduce.

Lista faunística de CU-1 [actualizada a 2010]

Equus altidens, Equus süssenbornensis, Stephanorhinus hundsheimensis, Bison cf. schoetensacki, Capra sp., Cervus acoronatus, Dolichodorycerus savini, Sus cf. scrofa, Mammuthus trogontherii, Canis etruscus, Crocuta crocuta, Vulpes sp., Vulpes praeglacialis, Allocricetus bursae, Apodemus aff. sylvaticus, Arvicola mosbachensis/A. cantiana, Eliomys cf. quercinus, Iberomys brecciensis, Lepus cf. granatensis, Oryctolagus cf. cuniculus, Crocidura sp., Neomys sp., Sorex sp., Acanthodactylus cf. erythrurus, Blanus cinereus, Chalcides indet., Chalcides cf. bedriagai, Lacerta sp. / Lacertidae indet., Lacerta cf. lepida, Lacerta (Podarcis) indet., Natrix sp., Rhinechis scalaris, Scindidae indet., Testudo sp. B, Timon cf. lepidus, Teleosteos / Cyprinidae indet. / Leuciscus pyrenaicus.

Gasterópodos [Carychium tridentatum, Cecilioides acicula, Cepaea sp., Helix sp., Limax sp., Lymnaea (Galba) truncatula, Lymnaea (Radix) limosa, Lymnaea (Radix) peregra, Milax sp., Orcula sp., Orcula doliolum, Planorbis sp., Planorbis (Giraulus) laevis, Pupilla muscorum, Succineidae, Truncatellina callicratis, Truncatellina cylindrica, Vallonia costata, Vallonia enniensis, Vallonia pulchella, Valvata globulina, Valvata piscinalis, Vertigo angustior, Vertigo substriata, Vitrea sp., Zonitoides (Zonitoides) nitidus] y Ostrácodos [Candona cf. bitruncata, Cyprinotus salinus, Ilyocypris cf. bradyi, Ilyocypris sp., Cyprideis torosa].

Las faunas componentes del final del Pleistoceno Inferior e inicios del Pleistoceno Medio se sucedieron en un periodo de continua variabilidad climática en toda Eurasia, durante el cual se observa una tendencia definitiva hacia el conjunto faunístico actual. La frontera entre ambos periodos, geocronológicamente asumida por consenso en los 780.000 años, - coincidiendo con el evento de la reversión geomagnética Matuyama/Brunhes -, coincide con el fin de buena parte de la unidad faunística epivillafranquiense, aunque algunas de las especies que caracterizaron a este conjunto superarán esta frontera, llegando hasta prácticamente la mitad del Pleistoceno Medio.

Al inicio del Galeriense Medio se asiste a la mayor diferencia porcentual relativa entre las presencias de taxones herbívoros frente a carnívoros, - cuyo mínimo sucede entonces - (PALOMBO & MUSSI 2006: 99), siendo la relativa ausencia de competencia [carnívora] una clara oportunidad para la colonización y dispersión humana.

La lista faunística de la Ponte Galeria FU [nivel PG2 del yacimiento homónimo, OIS 18-17 (FLORINDO et al. 2007: 76)], constaría entre otros de: C. crocuta, M. trogontherii, Elephas antiquus, E. altidens, S. hundsheimensis, Praemegaceros verticornis, Megaloceros savini, C. elaphus acoronatus y Pseudodama sp.; así como la caracterización exclusiva del Hemibos galerianus (MILLI & PALOMBO 2005: 265). CU-1, - a excepción hecha por el registro de Arvicola cantiana -, pudiera encajar bastante bien en la Ponte Galeria FU si se registrara Hemibos galerianus, por el momento ausente, así como es de destacar que en la Isernia FU se registran Panthera leo fossilis, Dama clactoniana y Praemegaceros solilhacus, ausentes en CU-1 y aparentemente más recientes. Otro registro próximo y similar se localiza en Trinchera Dolina (Complejo arqueológico de Atapuerca, Burgos); o siendo más precisos, en los niveles de éste yacimiento burgalés entre TD6 y TD8inf. Podemos mencionar que en TD, están indicados Vulpes praeglacialis, Equus altidens, Cervus elaphus, Canis mosbachensis, Crocuta crocuta para los niveles TDW4 a TD8inf (VAN DER MADE et al. 2003). Estos taxones, comunes a CU-1, lo son a favor de atribuir una fecha en la frontera de los 780 ka para CU-1. J. Van der Made no duda en indicar esta asociación de macromamíferos como “típica de un periodo corto alrededor del límite Pleistoceno Inferior-Medio” (IBÍD.: 353).

Algunos autores han indicado acerca de la población Arvicola de Isernia y Mosbach una posible determinación como Mimomys (MAUL & PARFITT 2009). De aplicar este criterio al registro de A. cantiana de CU-1 - y siendo como es una de las pocas especies que arrastran la cronología del yacimiento a los 600 ka - CU-1 pudiera remontarse a fechas más cercanas al OIS 19 (RUIZ BUSTOS 1984, GIBERT et al. 2007, entre otros) compartiendo así incluso más con TD6 o West Runton Fresh Water, con los que posee gran cantidad del registro faunístico en común (TORRENTE CASADO 2010: 219: Fig. 3.5.5.B). Autores como A. Ruiz Bustos han indicado en varias ocasiones la primitividad de la población Arvicola de CU-1, indicando sus caracteres “mimomyanos” (RUIZ BUSTOS 1988).


5. LA DATACIÓN DE CU-1

La variedad de cronologías adscritas al yacimiento ha oscilado de manera continuada entre los 800 ka y los 400 ka. A. Ruiz Bustos comenzó enmarcándolo como “Pleistoceno Medio Antiguo” (RUIZ BUSTOS 1976), que se concretaron en 800 ka más adelante (RUIZ BUSTOS 1984: 21: Fig. 1). En 1985, (ALBERDI et al. 1985) lo adscribirían como “Bihariense superior” (900 ka-500 ka). En el primer expediente de incoación del procedimiento de declaración BIC en 1987, se situaba como: “(…) Paleolítico Inferior, en el primer interestadio de la glaciación Mindet [sic], en el Pleistoceno Medio” (JUNTA DE ANDALUCÍA 1987). E. Aguirre (AGUIRRE 1989: 48) publicaría que el yacimiento era de clima templado y posible edad Cromer IV, unos 500 ka. M. T. Alberdi lo situó en 730 ka en un cuadro con la secuencia relativa de las localidades con micro y macromamíferos de la cuenca de Guadix-Baza y su correlación con otras áreas españolas y europeas (ALBERDI et al. 1989: 350: cuadro 2). Con criterio bioestratigráfico, J. Agustí situó el yacimiento en torno a los 650 ka (AGUSTÍ 991: 134: Fig. 1). E. Vallespí comentó ese año que a CU-1 correspondía un “Paleolítico Inferior Antiguo indeterminando [sic]” (VALLESPÍ 1992: 62), matizando además su posición en “comienzos del Pleistoceno Medio” (IBÍD.: 70). B. Sánchez en 1994 va a situarlo en los 750 ka (SÁNCHEZ et al. 1994: 319: Fig. 2), en un cuadro cronoestratigráfico localizado en un artículo sobre las variaciones de las concentraciones de isótopos de hidrógeno, oxígeno y carbono en fósiles de équidos, y aproximadamente en los 700 ka en otra figura (IBÍD.: 326: Fig. 6). C. Sesé, ese año citaría el yacimiento en un nuevo artículo sobre microfauna y la interpretación paleoclimática del Cuaternario peninsular, y aproximadamente da una fecha indeterminada aunque inferior a 690 ka (SESÉ 1994: 758: Tab. 3). W. Roebroecks lo mencionaría como “Middle Pleistocene” en función al conjunto faunístico (ROEBROECKS & VAN KOLFSCHOTEN 1994: 498). En 1995 L. Raposo y M. Santonja lo colocarían como con una antigüedad mayor que 500 ka y menor que 730 ka en una tabla con las posiciones cronológicas de los yacimientos paleolíticos peninsulares más antiguos (RAPOSO & SANTONJA 1995: 11: fig. 2). T. de Torres publica una datación obtenida a través de aminocronología ese mismo año, en un informe inédito de INGEMISA, donde la muestra adquirida en las proximidades del yacimiento es fechada en 466,2 ± 34,4 ka (TORRES 1995: 36). O. Oms citaría el yacimiento como “Pleistoceno Medio” en función de su posición en la biozona Mm Q-4 con A.[rvicola] mosbachensis y a poseer polaridad normal (OMS et al. 1996: 91: fig. 2). A. Turq (TURQ et al. 1996: 166) mencionaría que: «Au début du Pléistocène moyen, elle est représentée dans la dépression par la localité de Cúllar-Baza 1». N. Moloney (MOLONEY et al. 1996: 10) colocaría el yacimiento como: “with fauna from the middle of the middle Pleistocene”. En 1998, en un artículo sobre la presencia de Equus a nivel europeo, M. T. Alberdi sitúa el yacimiento en los 800 ka (ALBERDI et al. 1998: 381: Fig. 8). En su memoria de licenciatura, V. López Reyes afirmó una antigüedad superior a los 500 ka para el yacimiento (LÓPEZ REYES 1997: 303). J. Agustí lo sitúa en los 500 ka (AGUSTÍ et al. 1999: 1416: Fig. 9) en función del registro presente de microfauna atribuible a Arvicola cantiana / Arvicola mosbachensis. T. de Torres volvería a situar el yacimiento en bajas cronologías, esta vez “441 ± 21ky” (TORRES 1999: 215: Tab. 2) de nuevo con criterios aminocronológicos. G. Cuenca-Bescós situó a CU-1 en los 500 ka en un cuadro sobre biocronoestratigrafía de los principales yacimientos del panorama internacional (CUENCA BESCÓS et al. 1999: 368: Fig. 8). N. García coincide en esos 500 ka (GARCÍA & ARSUAGA 1999: 426: Fig. 6). M. Hernández en 2004 lo mencionaría en un texto sobre la microfauna ibérica del Plio-Pleistoceno situando CU-1 con una edad de 430 ka en un cuadro resumen sobre las cronologías para los yacimientos mencionados en su texto (HERNÁNDEZ FERNÁNDEZ et al. 2004: 612: appendix 1); y un poco más adelante en el mismo artículo, en torno a los 500 ka (IBÍD.: 609: Fig. 3). A. Ruiz Bustos mencionaría ese año al yacimiento como “0.70 ± 0.05 Ma”, es decir entre los 650 ka y los 750 ka (RUIZ BUSTOS 2004: 495), e inmediatamente después explicando que el criterio de datación para el yacimiento era por correlación faunística con el yacimiento de Isernia La Pineta, mencionando que de tal modo “el yacimiento de Cúllar de Baza 1 es datado con 0.75 ± 0.5 Ma [sic]”(IBÍD.: 495). Después, coloca el yacimiento en 650 ka (IBÍD.: 496: Fig. 1). García Sánchez (2004: 19: fig. 2) incluyó al yacimiento en un mapa donde se menciona con motivo de una segunda dispersión/llegada de homínidos por territorios de la actual Europa, que el autor fija entre 900 ka y 750 ka (IBÍD.: 18: Fig. 1). Para L. Gibert en 2007, CU-1 es citado entre: “The youngest sites are of Middle Pleistocene age and are located in the Cúllar area” (GIBERT et al. 2007b: 90). Ese mismo año es situado en 750 ka (GIBERT et al. 2007: 2085: Tab. 2), en un cuadro sobre la secuencia cronoestratigráfica y la biozonación de la subcuenca de Baza. A. Ruiz Bustos, tal y como definió a través de la Metodología Unitaria de Biozonación (RUIZ BUSTOS 2002), repetiría de nuevo en 2007 su adscripción a la Mp19 para CU-1, en torno a los 700 ka (RUIZ BUSTOS 2007: 16). En 2009 (MAUL & PARFITT 2009: 20: fig. 8) se muestra una antigüedad máxima para CU-1 en torno a los 650 ka, en función a la microfauna presente en el mismo. En 2010, J. Agustí y colaboradores indican “early middle Pleistocene” (AGUSTÍ et al. 2010: 162), más concretamente entre 800 ka y 600 ka (IBÍD: 164: Tabla 1). Fecha que es recogida a partir de esa publicación con un “circa 600 ka” en 2010 (HOSFIELD 2010). S. Ros-Montoya indicó en su tesis doctoral una fecha en torno a “600-700 ka” (ROS-MONTOYA 2010: 5). Y otros autores (MUTTONI et al. 2010-en prensa: Fig. 2) sitúan el yacimiento en torno a 750 ka.

Valorando todos los trabajos realizados hasta la fecha, se hace necesario delimitar cronológicamente el yacimiento entre la fecha máxima de 780 ka adscrita por Luis Gibert a través de criterios paleomagnéticos en muestras de los niveles inmediatamente inferiores al depósito arqueopaleontológico (GIBERT et al. 2007) y la datación a los niveles inmediatamente superiores al yacimiento - que sería su fecha más reciente por tanto-, en torno a 450 ka, cronología de los trabajos aminocronológicos de T. Torres y J.E. Ortiz (TORRES 1995, TORRES et al. 1997). Siguiendo a J. Agustí y E. Carbonell (AGUSTÍ et al. 2009, CARBONELL et al. 2010), la mejora de las condiciones climáticas en la frontera entre Pleistoceno Inicial y Pleistoceno Medio sería el factor que regiría la presencia humana en la actual Europa (factores climáticos y medioambientales), y la fisiografía o los factores culturales jugarían un papel inferior al que se había sostenido anteriormente. OIS 15e, 17 y 19 serían los estadios isotópicos oceánicos más proclives a esa ocupación, en términos de temperatura. Destacaremos por ejemplo cómo West Runton Fresh Water es situado en el estadio isotópico oceánico (OIS) 17 (MAUL & PARFITT 2009), citándose en esa obra OIS 16 para CU-1. Por todo ello, aquí apoyamos una fecha para CU-1 en el periodo entre los 600 ka y 780 ka.


6. PALEOAMBIENTE Y PALEOPAISAJE

En la tesis doctoral de A. Ruiz Bustos se menciona por primera vez la hipótesis de las charcas con nivel de agua constante, donde precipitarían grandes cantidades de carbonato cálcico frente a otras fases de menor altura de la capa agua donde el material orgánico sería más abundante (RUIZ BUSTOS 1976: 27-29), interpretación seguida por posteriores autores como Alonso y colaboradores (2002: 12), los cuales circunscriben el yacimiento al subgrupo de pantanos y ambientes lacustres, en un ambiente ligeramente boscoso, durante la fase de deterioro climático situada entre Pleistoceno Inferior y Pleistoceno Medio (ALBERDI et al. 2001: 1). Posteriormente se remarcó acerca del paisaje de CU-1 su caracterización como área húmeda, de longitud máxima 200 metros y extensión aproximada de 4.000 m2 (RUIZ BUSTOS 2008: 13). Recientemente una nueva valoración estima unos 15000m2 con potencial arqueopaleontológico (TORRENTE CASADO 2010: 303).

El paleoambiente resultaría de una relación equilibrada entre bosques y espacios descubiertos, aunque la imperante necesidad de zonas boscosas para Dolichodorycerus savini, Bison sp. y Stephanorhinus hundsheimensis, haría que más posiblemente predominase el bosque húmedo (RUIZ BUSTOS 1976: 268, RUIZ BUSTOS et al. 1982: 34). Existiría un variado mosaico vegetal de bosque esclerófilo y matorral mediterráneo, con cursos de agua que descendiesen desde los relieves circundantes hacia charcas intercomunicadas y periódicamente vinculadas al paleolago de Baza. Igualmente, la mayor concentración de fauna sucedería en primavera, por la presencia de individuos juveniles (RUIZ BUSTOS 1976: 282). Otros autores han aportado temperaturas anuales en función a los múridos y arvicólidos del registro, en torno a los 14ºC (MONTUIRE 1999: 131: tabla 2) y precipitaciones anuales medias de 394 mm. A través del modelo de biocenogramas se clasificó CU-1 como desierto; y con el modelo de locomoción de las especies estudiadas se hizo como estepa (HERNÁNDEZ FERNÁNDEZ et al. 2006: 601). Se atribuyó para el yacimiento un clima mesomediterráneo subhúmedo (HERNÁNDEZ FERNÁNDEZ et al. 2007: 508: tabla 3). El conjunto de lacértidos sugiere un clima templado y seco, - más seco que en los periodos del Pleistoceno Inicial-, con el desarrollo de praderas secas, áreas rocosas y zonas de bosque abierto. Recientemente se ha estimado una temperatura media anual de 16,5 ± 2,2º C, + 4,0º C respecto a las condiciones actuales; y unas precipitaciones medias de 568 ± 204 mm, +268 mm respecto a las condiciones actuales (AGUSTÍ et al. 2010). En el estudio de los depósitos sedimentarios cuaternarios del sector de Cúllar, se determinó una relación directa entre la salinidad y el ratio de 18O, confirmando que las condiciones lacustres se vuelven salinas como resultado directo del aumento de la evaporación durante las fases de clima templado y seco (BATH et al. 2000: 103). Durante las fases frías, la evaporación de agua del océano tendría un ratio de 18O menor que en fases más templadas. De este modo, el análisis isotópico de elementos traza e isótopos estables de O y C, en el intervalo comprendido entre 1,68 Ma y 300 ka, permitió definir cuatro grandes periodos cálido-áridos y cuatro grandes periodos frio-húmedos (ENRESA 2001: 188: Fig. 2), con una duración aproximada de 350 ka cada uno. CU-1 se sitúa en el tránsito del tercer gran periodo cálido y árido al cuarto gran periodo frío y húmedo, con condiciones relativamente oxidantes, un aporte importante de plantas superiores leñosas y una vegetación terrestre principalmente compuesta de dicotiledóneas (ENRESA 2003: 123). Los ostrácodos localizados, exclusivamente para esos trabajos Cyprideis torosa, se comentaron como típicos de aguas con alta salinidad. Según Sesé (1991) las condiciones paleoclimáticas que existían cuando se formó este yacimiento resultarían benignas. Para M. T. Alberdi y colaboradoras (2001) las condiciones resultaban más frías y la reconstrucción paleogeográfica correspondía a un bosque abierto y poco poblado, como ya se había indicado anteriormente. Debemos señalar que ambas interpretaciones no resultan excluyentes ya que el yacimiento se sitúa en una zona de depósitos canalizados, como indican las gravas con matriz arenosa del Nivel A. En un microentorno como este es muy posible que siempre hubiera agua disponible, propiciando un entorno “húmedo” puntual. Un estudio sobre gasterópodos indicaba la predominancia de hábitats herbáceos abiertos, con gran tolerancia a variaciones de temperatura y humedad (ROBLES 1989). Por su parte otros autores determinaron la presencia de especies de peces típicas de baja salinidad, aunque capaces de vivir en un amplio rango de temperaturas y contenido en oxígeno (DOADRIO & CASADO 1989).


7. LOS INDICIOS DE ACTIVIDAD HUMANA

CU-1 es un yacimiento considerado esencialmente paleontológico aunque desde los primeros trabajos de A. Ruiz Bustos (RUIZ BUSTOS 1976, RUIZ BUSTOS & MICHAUX 1976, RUIZ BUSTOS 1984) se comienzan a señalar indicios de actividad antrópica. Las piezas sobre sílex de 1987 [N=2] fueron objeto de un breve análisis por Vega Toscano (1989), momento desde el que nada se ha vuelto a señalar de manera precisa sobre el tema de la actividad de los homínidos sobre el yacimiento. E. Carbonell y colaboradores mencionaron la presencia de “útiles en cuarcita” (CARBONELL et al. 1981: 56). Se puso en relación la escasa presencia de elementos líticos con la imposibilidad de llevar a cabo actividades de caza, descuartizamiento y procesado de una carcasa animal con ellos; aunque se indicó cómo aun así son incompatibles con el contexto geológico y son un claro aporte antrópico (RUIZ BUSTOS 1984: 28). Por ello se apuesta fuertemente por la explotación de los canales medulares de los huesos de carcasas de animales muertos por motivos naturales y acumulados en las orillas del lago, como la actividad homínida predominante en el yacimiento. Esto se refuerza con la dispersión aleatoria observada en los restos óseos y la práctica ausencia de trazas sobre los restos fósiles.

E. Aguirre diría de las piezas líticas de CU-1 que podían ser consideradas como evidencia arqueológica “pobre aunque importante” (AGUIRRE 1989: 48). Lo cual fue afirmado por el autor incluso antes de que la campaña llevada a cabo en 1987 hubiera sido publicada, aumentando el registro, especialmente con dos lascas en sílex que fueron estudiadas en 1989 (VEGA TOSCANO 1989). Roebroecks y Van Kolfschoten indicaron, - posiblemente basado en M. Santonja (1992)-, la existencia de “seis lascas y dos choppers asociados a fauna del Pleistoceno Medio” (ROEBROEKS & VAN KOLFSCHOTEN 1994: 498). Esta errata [el erróneo número de lascas] se transmitió en lo sucesivo, falseando la cantidad y caracterización real de la industria lítica registrada en muchos otros artículos posteriores. De hecho J. A. Martos mencionaría ese mismo año de nuevo la errónea cita de “seis lascas y dos choppers” (MARTOS 1994: 26). Raposo y Santonja indicarían de nuevo esa errónea cantidad en 1995 (RAPOSO & SANTONJA 1995: 19). Otra cifra también errónea fue reflejada en 1996 (MOLONEY et al. 1996: 10), donde se habló de “four flakes and two choppers”. V. López Reyes intentó examinar los manuports publicados en (RUIZ BUSTOS 1976), pero los materiales resultaron estar desaparecidos entre los fondos del Museo Arqueológico de Granada y su tarea se vio frustrada (LÓPEZ REYES 1997: 299). En 2009, G. Scott y L. Gibert indicaron que el conjunto de elementos líticos de gran tamaño de Cúllar-Baza 1 constaba de 8 piezas y que carecía de bifaces (SCOTT & GIBERT 2009: 6). La intención al expresar la ausencia de bifaces en CU-1 hay que verla en esta dirección: en esa obra el objetivo era datar Solana del Zamborino (Guadix, Granada) con la adscripción cronológica ya dada a CU-1 por parte de los mismos autores dos años antes (GIBERT et al. 2007). Lo que ellos consideran “a similar ecological setting and geographically close” (SCOTT & GIBERT 2009: 6) no es tanta, si profundizamos en la comparación faunística entre ambos yacimientos. Lo pretendido era indicar que, aunque CU-1 careciese de Modo 2, pudiera ser contemporáneo de un conjunto en que éste modo técnico sí que estuviese claramente explícito (Solana del Zamborino). El problema no es que ese razonamiento pudiera ser invalidado - de hecho es perfectamente válido - sino que son más los puntos que separan estos yacimientos que los que los unen, quedando tan sólo claro que CU-1 se data como más reciente que OIS 19 (GIBERT et al. 2007) y que la fauna de Solana del Zamborino es bastante más moderna a la de CU-1, pese a mantener algunos taxones en común, por ejemplo Mammuthus trogontherii, solo presente en el Nivel Inferior de Solana del Zamborino (MARTÍN PENELA 1985, ROS-MONTOYA 2010). La Asociación Española para el Estudio del Cuaternario indicó CU-1 como un yacimiento con registro perteneciente al Modo 2 en la Tabla cronoestratigráfica del Cuaternario de la península Ibérica (SILVA et al. 2009), aunque poco después al publicar una revisión de la tabla (SILVA et al. 2009b), el yacimiento fue recolocado en 600 ka y su tecnología resituada en Modo 1. Un inventario de las piezas y menciones historiográficas se puede localizar en un obra reciente (TORRENTE CASADO 2010: 254).

CU-1 permanece en la actualidad caracterizado como uno de los yacimientos peninsulares con un [reducido] conjunto de industria lítica estrictamente definido como Modo 1 adscrito a fechas relativamente recientes respecto a otros de estas características - o al menos permanecerá como tal mientras no se vea aumentado o complementado con una muestra de mayor tamaño -. Aun y descartando la presencia de herramientas retocadas en el registro de CU-1 - especialmente debido a lo escaso del registro -, el hecho de que las lascas en sílex localizadas en el yacimiento representen un aporte con estrategias de aprovisionamiento y gestión totalmente diferentes al del resto de recursos abióticos, hace que el recurrir a la media/larga distancia para la adquisición de esa materia prima pueda indicar estrategias más “avanzadas”. Quizás no desde el punto de vista técnico, pero sí en cuanto a gestión y explotación del territorio y especialmente en cuanto a la selección de materias primas específicas. Es más, mientras no se registre ningún núcleo o áreas de talla en el propio yacimiento, las lascas en sílex de CU-1 se deberán considerar un aporte previamente elaborado (TORRENTE CASADO 2010).

El predominio de lascas pequeñas generalmente es atribuido como indicador de conjuntos olduvayenses, frente a lascas de mayor tamaño, más vinculadas a conjuntos achelenses (CAUCHE 2009: 179). Si a este dato sumamos que bastantes de los conjuntos de las denominadas “small-sized industries” tales como Bilzingsleben, Vertesszöllös, Isernia o L’Aragó han sido descritos como asociados a medios preferentemente boscosos, coincidiría con las interpretaciones de 1976 (RUIZ BUSTOS 1976) o 2001 (ALBERDI et al. 2001) respecto a CU-1 como ambiente parcialmente cubierto de vegetación arbórea. En contraste, se ha sugerido que los conjuntos estrictamente achelenses estarían más relacionados con medios fríos y de estepa (VILLA 2001). Para yacimientos como Barranco León y Fuente Nueva 3 (Orce), las lascas registradas se han interpretado como estrictamente enfocadas a la explotación de carcasas de grandes herbívoros (CAUCHE 2009: 182). Resulta paradójico cómo las tareas sugeridas por la traceología (TORO et al. 2003) para piezas de Barranco León indicarían el uso de las lascas en las zonas de hábitat en tareas sobre carcasas animales, vegetales y pieles (ESPIGARES 2010), aunque los yacimientos donde se registran no son asumidos actualmente como espacios de habitación, sino como lugares de explotación de carcasas animales (TORO et al. 2009, TORO & SALA 2010).

En relación con las propiedades físicas de las diferentes materias primas y las morfologías de los soportes originales se elaborarían los enfoques selectivos de aprovisionamiento y por tanto de control y gestión del territorio. Estos enfoques estarían condicionados por los proyectos técnicos del tallador y por las necesidades a cubrir en su grupo social. A. Morilla (MORILLA 2009) afirma que el uso del territorio abarcado en su trabajo de investigación por parte de los homínidos durante el Pleistoceno Inferior estaría estrechamente ligado a la captación y preparación de recursos abióticos procedentes de los afloramientos de los relieves cercanos. Las estrategias de aprovisionamiento abiótico a distancia superior a cinco kilómetros han sido vinculadas generalmente a cambios de comportamiento económico, obedeciendo más posiblemente a grupos con tecnología del Modo-2 (GRÉGOIRE 2009). El sílex de CU-1 pertenecería posiblemente a este tipo de estrategia, pese a que el registro lítico actual aparente ser de Modo-1 desde un punto de vista tecnológico. Los recursos disponibles sobre este territorio hacen que los homínidos operen y escojan de entre las rocas en función de la producción que necesitan: los cantos o nódulos de caliza y otras materias locales para la fabricación de macroutillaje bajo la forma de cantos tallados; mientras que el sílex se reserva para la producción de lascas cortantes y generalmente de pequeñas dimensiones. Los homínidos no atendían a las características físico-química de las rocas, sino que elegían a partir de criterios visuales y sobre todo de experimentación empírica previa (TORRE et al. 2004: 24).

Torrente Fig4.tif

Figura 4. Industria lítica registrada en Cúllar-Baza 1. A: canto indeterminado según (RUIZ BUSTOS 1984: 26: Fig. 6); B: Ba-122 según (RUIZ BUSTOS & MICHAUX 1976: 174: Fig. 1, 175: Fig. 2) ; C: Ba-123 según (ilustración realizada en LÓPEZ REYES 1997: 304: Lám. 42a + imagen de (RUIZ BUSTOS 1984: 26: Fig. 6); D: B-175 según (VEGA TOSCANO 1989: 332: Fig. 1); E: A-83 según (VEGA TOSCANO 1989: 332: Fig. 1) ; F: canto indeterminado según (NAVARRETE 2003: 13).
Todas las piezas a la misma escala, salvo la F que carece de ella.

 

Habiéndose podido determinar la presencia de industria lítica en diferentes fases del depósito, CU-1 nos indicaría un grado de evidencia mayor al de una ocupación aislada, breve y puntual. Aunque no puede llegar a caracterizarse en el momento actual como yacimiento en el sentido de aglutinador de diversas ocupaciones o actividades. Si asumiésemos su contexto como el de lugar de desarticulación ocasional (aunque reiterada y por tanto, planificada) de carcasas, - fueran éstas situadas allí por causas naturales o por depredación no necesariamente antrópica -, y teniendo en cuenta que la asociación de restos óseos y líticos cortantes (las lascas en sílex, al menos) así como la práctica ausencia de mezcla de huesos pertenecientes a individuos distintos y su atribución a ciertas secciones anatómicas; queda en mayor grado de evidencia la presencia e influencia homínida en CU-1, en el sentido de patrón de deambulación estacional ocasional y reiterativa, que incluiría probablemente otros hábitats más o menos próximos y con mayor grado de estabilidad o impronta antrópica, no registrados aún.


8. CONCLUSIONES

El yacimiento de CU-1 (Cúllar, Granada) muestra escasos aunque firmes indicios de actividad humana en torno a los 780-650 ka de antigüedad. El registro de industria lítica localizada en las campañas de excavación - y especialmente de algunos objetos sobre sílex - permite entrever estrategias diferenciales de aprovisionamiento respecto a los recursos abióticos, así como la existencia de estos elementos en diferentes niveles confirma cierto grado de reiteración para este tipo de actividades. El conjunto faunístico registrado no ha arrojado por el momento la observación de cortes o señales de procesado antrópico, así como los aspectos tafonómicos del depósito tampoco indican por el momento influencia homínida a destacar sobre los ítems existentes. Por otra parte, también se ha constatado la presencia de posibles evidencias de útiles sobre hueso. La estratigrafía local muestra cómo el área se constituía de charcas estacionales que veían aumentada o disminuida su capa de agua en función de las dinámicas globales del paleolago de Baza y los aportes fluviales a éste, ratificado por la reconstrucción del paleopaisaje. Se ha estimado una extensión mínima conservada en la actualidad con potencial arqueopaleontológico de unos 15.000 m2, al determinar los límites naturales de los estratos con evidencias de visu con objetivos de una mejor y mayor protección del mismo. La coherencia del yacimiento a nivel territorial, en la confluencia de las orillas del paleolago de Baza con cursos fluviales que vertían en él, convierte a CU-1 en uno de los yacimientos de ambientes límnicos mejor preservados. El buen nivel de conservación de los restos hallados, junto a la escasa movilidad postdeposicional de los mismos, lo caracterizan por un importante grado de fiabilidad respecto a su génesis y conservación posterior, no habiéndose visto afectado por ningún fenómeno destacado, salvo la erosión de desmonte y generación de badlands actual.

Su posición como yacimiento gozne entre los más antiguos y otros más recientes en la Cuenca de Guadix-Baza lo convierten en clave para caracterizar la continuidad [o no] del poblamiento humano a lo largo de todo el Pleistoceno de esta región granadina.


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