EVOLUCIÓN HUMANA Y REALIDAD. LA ODISEA DE LA ESPECIE, UN EJEMPLO DE LA FUNCIÓN SOCIAL DE LAS CIENCIAS DEL PASADO

HUMAN EVOLUTION AND REALITY  

Juan Manuel JIMÉNEZ ARENAS


Resumen
El objetivo de este ensayo no es diseccionar en busca de qué hay de verdad científica en La odisea de la especie. Se trata de explorar las interrelaciones que genera ese espacio de responsabilidad social que es la divulgación científica. Lejos de la consideración inocente y neutra de la ciencia, ésta participa en la configuración de la realidad en un sentido determinado. Y la divulgación científica se ha convertido en una poderosa herramienta en la función social de proporcionar seguridad, legitimando una forma concreta de estar en el mundo.

Palabras claves  
Evolución humana, realidad, científico, función social


Vivimos en una sociedad volcada en y condicionada por el poder de la imagen, tanto la que proyectamos externamente como la que se utiliza como soporte de un presunto conocimiento.  Se ha configurado una sociedad en la que ha calado la idea de que “una imagen vale más que mil palabras”, cuando en realidad aquélla, en la mayoría de las ocasiones, no puede prescindir de ésta para poder ser descodificada. Imágenes y palabras se refuerzan mutuamente.

Los documentales sobre evolución humana están de moda. Sólo hay que comparar la cantidad y horario de emisión de tales programas para darnos cuenta del auge de esta temática. Un documental en horario de máxima audiencia era impensable hace sólo unos años y sin embargo, en los últimos meses hemos asistido a una presencia confirmada con la serie Memoria de España. Su impacto en una parte importante de la sociedad debe hacernos meditar tanto por su alcance, sobre todo los primeros capítulos, como por los contenidos de la misma.

Y en todo ello ha tenido mucho que ver un fenómeno llamado Atapuerca.

Parece obvio que el conocimiento se ha entreverado con otra de las necesidades humanas básicas: el ocio (MAX-NEEF 1993). Aprender divirtiéndose o divertirse aprendiendo, en definitiva “aprender sin esfuerzo”, parece la consigna conspicua que actúa como reclamo publicitario para atraer, y enganchar, a un público que siente la necesidad de y la satisfacción por consumir este tipo de productos, no sólo cuando son emitidos por televisión sino también adquiriendo posteriormente una grabación del mismo. De aquí que este documental se someta a las leyes del mercado. Vender y la promesa de conocimiento fácil son los objetivos; la invitación a pensar está ausente (MEDINA DOMÉNECH 1999).

El documental como objeto de consumo rápido y sencillo invita a seguir consumiendo. Frente a un libro que puede tardarse en leer días, el documental evita un endemismo de parte de la sociedad occidental: la sensación de falta de tiempo, unido al prurito culto y estar informados. Ahora bien, esto no significa que no existan libros que adoptan una estructura televisiva: Sapiens. La larga marcha hacia la inteligencia (CORBELLA et al. 2001) sería un ejemplo ilustrativo. “La prisa mata” sentencian los marroquíes cuando los turistas, que no viajeros, recorremos raudos los caminos y las calles de sus pueblos y ciudades. Los libros invitan mucho más a la reflexión, permiten a priori un mayor sosiego y asimilación que el frenético paso de escenas e imágenes.

Paralelamente a la proliferación de estos documentales científicos se ha producido la emisión de una serie de documentales denominados “paracientíficos” que tratan de explicar los supuestos misterios de la ciencia a través de argumentos esotéricos. Esto ha causado un profundo malestar entre los profesionales que nos dedicamos al pasado. Y es razonable esta actitud. Pero, ¿qué ocurre cuando los contenidos de los documentales llamados científicos no son adecuados al estado de la investigación? Son pocas o nulas las voces que denuncian. Falta de interés, corporativismo, menosprecio a la divulgación y/o al grado de inteligencia de los televidentes, postura soberbia de los creadores al sentirse muy por encima de la “basura” que los demás ofrecen. Puede que sea de todo un poco.

El objetivo de este ensayo no es diseccionar en busca de qué hay de verdad científica en La odisea de la especie. Se trata de explorar las interrelaciones que genera ese espacio de responsabilidad social que es la divulgación científica. Como trataré de argumentar a lo largo de este texto, la idea de la evolución (humana) de la que participan los autores de este documental es un proyecto en el que se busca la legitimación de una manera concreta de estar en el mundo en los actos fundacionales (ELIADE 2000:85) y se proyecta un futuro basado en un discurso de la seguridad que no permita alternativas. Es una imagen de consenso convertida en verdad.

Un documental para hacerse acompañar del epíteto científico necesita de un factor persuasivo fundamental: la autoridad. De ahí que la presencia de especialistas reconocidos y reconocibles –Yves Coppens a la cabeza y Juan Luis Arsuaga como referente para la versión en castellano- resulte imprescindible. La autoridad, al igual que el consenso, produce el “efecto verdad”. El documental científico es caracterizado entonces como un intento reconstructivo a través de imágenes y palabras de los fragmentos de verdad que la ciencia aprehende y los hace inteligibles a una mayoría de la sociedad que cree en lo que ve por el poder sancionador de la ciencia y de la televisión. De esta forma este tipo de divulgación científica participa de la lucha contra lo postmoderno entendido como “Todo lo que es recibido (...) debe ser objeto de sospecha” (LYOTARD 1995:23). Aún más si coincidimos en que la Historia como metonimia reconstruye a partir de aportaciones parciales y parceladas y por tanto se encamina hacia una configuración de la realidad en un sentido determinado y analizable (LATOUR 1992:cap. 1). Pero al contrario, los responsables de este documental pretende que una determinada forma de percibir el mundo se convierta en el mundo. Y para ello tratan de evitar que los espectadores puedan desarrollar su capacidad crítica robusteciendo lo que no son más que meras hipótesis que conviven con otras más aceptables, aunque ausentes, desde el punto del debate científico.

Otro de los aspectos que enlazaría con esa verdad anhelada es el realismo que se emplea como un recurso que incrementa el “efecto verdad” (GIFFORD-CONZÁLEZ 1993), cuando lo cierto es que produce “efecto realidad”. Con el uso del realismo se “trata de estabilizar el referente, de ordenarlo respecto de un punto de vista que lo dote de sentido reconocible, de repetir la sintaxis y el léxico que permiten al destinatario descifrar rápidamente las imágenes y las secuencias y , por lo tanto, llegar sin problemas a la conciencia de su propia identidad” (LYOTARD 1995:15-16). Pero el realismo inventa. Inventa cuerpos, rostros, emociones, relaciones,... Lo importante es la apariencia a partir de una recreación que sólo existe en la mente de sus autores.

Autoridad, consenso y realismo emergen como tres pilares en los cuales se sustenta la creación de una verdad ficticia aunque asumible para un público que se encuentra en una situación de asimetría respecto a los expertos. Es cierto que tampoco debo generalizar y prejuzgar la capacidad de análisis crítico de los espectadores cuyas intereacciones con el producto son dialógicas (MEDINA DOMÉNECH 1999: 105), pero no es menos cierto que uno de los objetivos de este tipo de productos es que buena parte de los consumidores reproduzcan lo visto y oído; sin sospechar. Confirmado, este documental participa de la lucha contra lo postmoderno.

La odisea de la especie es un documental, en clave de hipérbole, sobre la evolución de los homínidos, la subfamilia en la que se incluye nuestra especie. Fue emitido por La Primera de TVE el 10 de junio de 2003 a las 22:00 horas y existe una versión en DVD. Son alrededor de noventa minutos en los que se mezcla la infografía para los homínidos más antiguos con actores reales caracterizados como algunas de las especies descritas de Homo. A través de seis millones de años se efectúa un recorrido épico por las adquisiciones que los homínidos han ido incorporando hasta configurar la Humanidad actual. O más bien parte de ella. Como propone D. Haraway, todo lo importante cambia (HARAWAY 1995). O dicho de otro modo, centramos nuestra atención en aquello que hemos decidido que es importante a la hora de representarnos e identificarnos, y lo confundimos con el mundo –en un ejercicio de inconsciencia colectiva-. Y en un ámbito como es el occidental no creacionista, la ciencia nos proporciona la seguridad que ya no permiten, al menos tan claramente, otros tipos de discursos como puede ser el religioso.

Pero, ¿qué nexo existe entre el debate científico actual en materia de evolución humana y lo que el documental nos muestra? Poco y circunscrito a los hallazgos de nuevas especies. Por lo demás se recorren una serie de lugares comunes plenos de prejuicios y que más que caracterizar a los grupos de australopitecinos y humanos parecen constituir el modelo de prácticas culturales predominante en occidente, las cuales están perdiendo terreno por el avance de otras formas de estar en el mundo y que por tanto necesita perentoriamente reforzarse.

En este documental se entremezclan la familia, el poder, la autoridad, la política, la economía,... Es un claro exponente del híbrido que latita en cualquier producción científica (LATOUR 1991), máxime en la divulgación. Pero, ¿en qué esfera de la realidad se sitúa este producto?

La evolución, desde el punto de vista del consenso neodarwinista, es fundamentalmente “descendencia con modificación” producidas por mutaciones e imperfecciones en la transmisión de la información genética (INGOLD 2001: 130) y hacen que unos individuos sean más compatibles que otros en determinadas circunstancias medioambientales y que tengan más posibilidades de prosperar y transmitir sus modificaciones a la siguiente generación. Apenas si se tiene en cuenta la propuesta de Lamarck, secundada por el propio Darwin (DARWIN 1996), de la “transmisión de caracteres adquiridos”, es decir que el uso y desuso de un órgano implica su desarrollo o desaparición y que tales cambios producidos durante la vida de un organismo se legan a la descendencia.

El documental comienza de forma contundente: aparecen los primeros prehumanos, la faz de la Tierra cambiará. La carrera por su dominio ha comenzado y nosotros no somos más que el último exponente de algo inevitable y presente antes de la aparición de los humanos. Un primer rasgo dimana, el antropocentrismo. Los humanos se dibujan como seres exploradores cuya audacia y capacidad de superación ante la adversidad hace que se conviertan en iluminados que de la casualidad hacen necesidad. Por su parte el uso de la primera persona del plural, en la voz en off, evoca la idea de que todos participamos de la evolución humana, lo cual puede llevar a reforzar la percepción de la Humanidad como unidad. Aunque, en realidad, el objetivo de esta forma narrativa trataría de enlazar ciertos comportamientos del presente con el pasado con la intención de naturalizarlos.

Lejos de amilanarse, los responsables del documental se animan cuando proponen el origen del bipedismo. El Orrorin tugenensis es el primer candidato a ser homínido puesto que se levanta sobre sus patas traseras para ver, y una vez ahí tiene una segunda intuición: avanzar de pie. El esfuerzo y la superación personal son los que llevan a estos pioneros a contribuir al beneficio de la especie. Muy parecido a uno de los principios del liberalismo propuesto por Adam Smith: la suma de los esfuerzos individuales supone beneficio para la sociedad. De esta forma se trata de legitimar el discurso neoliberal, la ficción de que todos disfrutamos de los beneficios. Pero no sólo, la transmisión de caracteres adquiridos implica también la separación entre humano y naturaleza, porque ambas disfrutarían de mecanismos evolutivos diferentes. El mero hecho de entrar a formar parte de la subfamilia de los homínidos los hace discretos, es decir, separados del resto de la naturaleza. Y si pasamos al ámbito de lo emocional, la novedad del bipedismo proporciona placer. Algo con lo que también la sociedad occidental gusta de representarse. La contemporaneidad de dos especies bípedas en diferentes zonas de África es el argumento que se esgrime para incidir en la lógica de la evolución de los homínidos: ¿cómo se habrá puesto de pie Sahelanthropus tchadensis, habrá llegado hasta allí la noticia o será pura coincidencia? Lo que nos diferencia es el sentido voluntarista de la evolución humana porque frente al resto de especies que pueblan la Tierra los homínidos se caracterizan desde el inicio por tomar la iniciativa y ser responsables de su propia evolución, y todo ello aderezado con una capacidad de superación ante las hostilidades que implica una diferencia cualitativa respecto al resto de especies. Esto implicaría una cierta continuidad con el discurso creacionista.

Una vez superada la primera empresa, el siguiente capítulo está dedicado a contar qué especie de australopitecino es la antepasada directa de los primeros humanos. Para ello recurren a una fábula. Lucy, la famosa Australopithecus afarensis, ha perdido a todo su grupo y anda indefensa ante los peligros acechantes. Ella sola no puede sobrevivir y se une a un grupo de Australopithecus anamensis con mayor tamaño corporal, con un bipedismo más conseguido -¿habrán puesto más voluntad?-, más audaces y carroñeros. Para ser aceptada por el macho sólo tiene la opción de la sumisión y tal vez la seducción, y para serlo por el grupo tiene que acatar sus reglas. Finalmente, Lucy muere ahogada al tratar de cruzar un río. Esta misma fórmula aparece en el primer capítulo de Memoria de España, sólo que trasladada a la convivencia entre neandertales y humanos anatómicamente modernos, y se está convirtiendo en un lugar común en este tipo de documentales. La hembra indefensa tiene que buscar el cobijo de otra especie porque si no las posibilidades de supervivencia son nulas. Las hembras solas no son autónomas, lo cual puede ser cierto pero no lo es menos que un macho solitario tendría más o menos las mismas posibilidades de sobrevivir. También se percibe cierto componente androcéntrico en las alternativas que presentan para ser aceptada por un macho: sumisión o seducción. Y quizás evoca también una visión desde el presente ante el temor a la pérdida de la identidad propia por las aportaciones de los foráneos.

El siguiente gran hito de la evolución humana se corresponde con la aparición de Homo habilis, por ahora el primer representante del género al cual nosotros pertenecemos. Sus inventos, en palabras de los responsables del documental, cambiarán nuestro destino. H. habilis presenta un cerebro más grande, y por tanto tendrá ideas más elaboradas. Pero no sólo. También son más audaces y atrevidos que los australopitecinos, lo que les permitirá llegar más lejos. Se retoma de esta forma otro de los argumentos centrales del documental: la búsqueda de los caracteres exclusivos de la evolución humana.

Otro rasgo intersante en este documental es el tiempo narrativo de los distintos procesos. En general todos lo hitos, empresas, etc. elegidos como importantes lo son dentro de los debates científicos para entender la evolución humana. Pero también, por lo general, suelen aparecer con referencias temporales muy vagas e incluso inexistentes. De esta forma se transmite la sensación de un continuum o si se quiere de una dimensión del tiempo diferente a la del tiempo histórico y que se acercaría más al tiempo mítico. De hecho el recurso a disgresiones con vocación de parábolas acentúa más si cabe esta percepción.

La acción se sitúa en uno de los momentos claves de la evolución humana. Al menos así lo percibimos los investigadores. El poder, las relaciones entre géneros, la jerarquía, la reflexión, la manipulación, la tecnología, la relación carne-cerebro como trasunto de la evolución de la inteligencia, son capacidades y habilidades que aparecen diáfanas en los H. habilis. Son como nosotros pero a menor escala, aunque siempre descuella alguna diferencia. La solidaridad sólo se ejerce cuando existe una amenaza externa. Salvo por la cuestión de la poligamia (existencia de favoritas) asistimos a un proceso de naturalización de comportamientos con los que una buena parte de la sociedad occidental se representa. Y por supuesto aparece la idea de progreso, puesto que una vez aparecido H.habilis la evolución (teleológica) es ya imparable. Ahora bien, la evolución ha sido y será imparable con o sin la presencia de los humanos. Creo que hubiera sido interesante rebajar el nivel de antropocentrismo, aunque que entonces dejaríamos de ser héroes. Pero en este relato épico algunos son más héroes que otros. Me gustaría destacar que al menos en este documental las hembras de H. habilis tienen un papel semejante al del hombre a la hora de obtener los recursos. Pero a la hora de decidir, es el macho viejo –“Habilis el viejo”- el que toma las iniciativas mientras los demás acatan.  A pesar de que el invento de la primera herramienta se concede a un joven (MORIN 1992:81 y ss.), el control de este primario medio de producción recae en “Habilis el viejo”. La relación carne-cerebro también se está convirtiendo en un tema recurrente en la divulgación sobre evolución humana. La evolución biológica tiene su lógica y proponer que comer carne implica el crecimiento del cerebro es recurrir de nuevo a la idea de Lamarck, la transmisión de caracteres adquiridos. Claro que transmitir este modelo de evolución biológica parece ser uno de los objetivos de los responsables de este documental.

El siguiente paso se produce con la primera expansión fuera de África. Y de nuevo el carácter voluntarista emerge como posibilidad. ¿Será la presión demográfica, seguirán a los animales o será el espíritu de conquista? La respuesta a esta pregunta no es fácil, pero pienso que la tercera opción es descartable. Pero a los autores les interesa remarcar que el deseo de cambio y la volición están presentes en y desde los orígenes, y no es un componente circunstancial de un momento cultural.

Para incrementar las percepciones de unidad y de identificación con la evolución se recurre también a los sentimientos. De esta forma se acercarán más a la Humanidad actual (o como ya he propuesto anteriormente a una parte de ella confundida con el todo). De nuevo aparece la hembra desprotegida que perece y cuya muerte causa hondo dolor en “su” macho. Volvemos a la concepción ahistórica de la evolución humana.

El siguiente capítulo se dedica a la vida cotidiana de un grupo de Homo erectus asiáticos, y tal vez sea la parte del documental donde el sesgo androcéntrico se comienza a percibir con mayor claridad. Surge la familia mononuclear, y con ella el respeto a los padres, el trabajo, la especialización del mismo, y dentro de ésta la división sexual del trabajo -los machos cazan y las hembras recolectan-. Un modelo que recuerda claramente a una forma concreta de percibir el mundo dominante, aún hoy día, en buena parte de la sociedad occidental.

La sexualidad también cambia, nace el erotismo. La cópula ya no es tan fácil como antes y la seducción se ha refinado. Los genitales femeninos ocultos impiden saber al hombre cuando una mujer puede ser fecundada. El hombre tiene que desplegar sus artes amatorias para evitar que la mujer se niege a copular. La seducción por las formas de la mujer y el timbre grave y profundo de la voz en el hombre se presentan como los referentes a la hora de buscar pareja. La mujer se configura como un ser doméstico y pasivo que busca en el hombre esa seguridad que le falta. Mientras el hombre se adentra en el exterior, aporta la tecnología y el alimento de calidad –la carne- e incluso muestra inclinaciones estéticas (para más detalles críticos sobre este modelo redundante en Prehistoria ver p. ej. SANAHUJA YLL 2002; JIMÉNEZ ARENAS 2002; SÁNCHEZ ROMERO 2004).

Con el descubrimiento del fuego ocurre algo parecido. Son los hombres los que lo somenten contribuyendo de manera notable a la mejora de las condiciones de vida de toda la Humanidad. El pensamiento liberal más clásico de nuevo a la palestra, reforzado por el uso de la primera persona del plural –“nos levantamos, “descubrimos”...-.

La última parte del documental nos traslada a Europa y los protagonistas son los neandertales y su posterior desaparición cuando llegan los humanos anatómicamente modernos. Algo que ha llamado poderosamente mi atención es las dudas que se plantean sobre el lugar de origen de los humanos anatómicamente modernos. Hoy se acepta que tuvo lugar en África y las diferencias interpretativas se centran en los posibles contactos con poblaciones preexistentes. Pero resulta interesante que los autores lleguen a plantear que los humanos anatómicamente modernos evolucionaran en varios lugares a la vez. Es como si África no fuera una digna cuna para la humanidad actual.

En esta parte los responsables se debaten entre una caracterización diferente y otra similar de los neandertales respecto a los humanos anatómicamente modernos. Rostros desfigurados, dientes ennegrecidos o movimientos exagerados los alejarían de nuestra especie. Pero a la vez se comportan de manera envidiosa y tienen ansias de poder. Lo que no varía es la posición prepotente de los humanos sobre la naturaleza ni el rol pasivo de la mujer. En este sentido cabe destacar la escena en la que el jefe del grupo es matado por un oso en parte gracias a la pasividad de otro de los miembros del grupo que hace poco por ayudar a su compañero en este lance. Esto implica que la mujer del jefe fallecido se queda sola y con la única posibilidad de emparejarse con el nuevo jefe, como si de gorilas se tratara.

Los neandertales son inteligentes y sensibles, pero a la vez son brutos, salvajes, antropófagos. Cuando se encuentran ante una novedad utilizan el olfato para tomar contacto con ella –signo de animalidad- mientras los humanos anatómicamente modernos se muestran más tranquilos, utilizan su inteligencia. A la hora de vestir, en la tecnología y físicamente también son diferentes. O mejor dicho, menos evolucionados. Y si la evolución se confunde con el progreso es fácil deducir que su marginalidad provocó su extinción. Parece que nace la globalización en el sentido de homogeneización y triunfo del modelo neoliberal, de discurso único latente y encapsulado en una presunta verdad inherente a la ciencia. Los autores recurren a poner en la mente de los primeros humanos anatómicamente modernos estos epítetos y características que han formado parte de la imagen que buena parte de la historiografía sobre neandertales ha producido, y que se ha utilizado profusamente como recurso para marcar una nítida diferencia entre “nuestro” pasado y “nuestro” presente (STRINGER y GAMBLE 1996). Y de “nuestro” pasado nos interesa rastrear aquellos cambios que aún permanecen. Pero en este documental el proceso, como ya he comentado, es el inverso en pos de la naturalización de comportamientos de una parte de la sociedad occidental.

La versión en soporte DVD incluye un Making off, La Odisea de la Especie entre bastidores. En ella se narran diferentes aspectos del rodaje e incluye declaraciones del realizador y del director científico. El primero, Jacques Malaterre, sentencia: “Nuestro trabajo comienza allí donde la ciencia no tiene respuestas”. Pero siempre sobre el sustrato científico que abona a la ficción. Además, resulta harto complicado para personas que no estén avezadas en materia de evolución humana y/o en el análisis crítico de la realidad distinguir dónde termina la supuesta verdad científica y comienza la aportación artística.

Una de las características de este documental es la escasa referencia a los contextos. El espacio, el tiempo, mucho menos el momento en el que se produce una hipótesis, apenas tienen cabida, lo cual contribuye, entre otras cosas, a transmitir una percepción universal de la evolución. Pero universal confundida con una percepción concreta, la de sus autores porque muchas de las cuestiones propuestas no constituyen un consenso científico en la actualidad. Ahora bien, bien hiladas ayudan a configurar a la Humanidad de una manera determinada. A ello también contribuye el frenético ritmo impuesto por tener que comprimir en noventa minutos tanto debate como el que la evolución humana genera. Pero hay ideas subyacentes que están presentes al margen del soporte y del tiempo del documental. La presencia de escenas en las que se representa el ejercicio del poder en exclusiva, la visión de la mujer como a veces actriz secundaria, a veces mera espectadora, la tecnología como factor principal del progreso, la ciencia como verdad, el alejamiento y el dominio de los humanos sobre la naturaleza, un concepto teleológico de la evolución humana, la familia mononuclear, la jerarquía, la representatividad pergeñan un interesante híbrido.

En cierto sentido, la ciencia ha sustituido a la religión en la función social de proporcionar seguridad a una parte de la Humanidad contemporánea. Y para ello se ha visto abocada a compartir algunas de sus formas, por ejemplo la adopción de una retórica fuerte, sin fisuras, que limite los efectos de una evidencia débil (LATOUR 1992:Parte I). Como consecuencia, esta realidad, a veces, impide la necesaria autocrítica. Las fisuras existen y se rellenan de prejuicios, y si éstos son semejantes a los de los destinatarios resultan perfectamente creibles y elevados a la categoría de verdad por la mediación de la ciencia. Y es quizás, en la divulgación científica donde estas prácticas alcanzan un mayor grado. Afirmaciones que ningún científico se atrevería a hacer en un foro cualificado, se vierten sin pudor cuando del público en general se trata.

En  la Odisea, Homero narra un nostos, concretamente el viaje en el que un grupo de combatientes en la guerra de Troya encabezados por Ulises se enfrenta a una serie de empresas arriesgadas. El regreso a los orígenes no resulta fácil. Y de tal dificultad dimana la valoración como héroe del protagonista. Trasladado al ámbito de la evolución humana, los responsables del documental La Odisea de la especie narran las vicisitudes de la Humanidad para alcanzar ese estatus intermedio que es el héroe y que nos situaría entre los dioses y la naturaleza. Una vez muertos los dioses, una parte de la Humanidad ocupa su trono en sustitución de la Humanidad misma.


AGRADECIMIENTOS

A Rosa Mª Medina Doménech, Margarita Sánchez Romero, Gabriel Martínez Fernández y María Ruiz Hilillo por ayudarme a mejorar las versiones preliminares de este trabajo.


BIBLIOGRAFIA

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