MARDIKH IIB1 Y EL ARCHIVO C, UN HITO HISTÓRICO-ARQUEOLÓGICO

MARDIKH IIB1 AND THE ARCHIVE C, AN HISTORICAL-ARCHEOLOGYCAL MILESTONE

Ignacio VEGA RUIZ *

Resumen

El descubrimiento de Ebla, en los años 60, supuso uno de los grandes hitos en los estudios del Próximo Oriente Antiguo. Un hallazgo revolucionario que culminó una década más tarde cuando los archivos de estado salieron a la luz. El estudio de estos archivos descubre a Ebla como la cabeza de un considerable imperio, antes incluso del primer imperio (Dinastía de Akkad). Sin embargo, se trató de una etapa efímera, los archivos recogen un lapso temporal menor al medio siglo. En pocos años se había adquirido una administración compleja, construido un gran imperio y, de forma repentina, todo esto desapareció.

Palabras Clave

Ebla, Edad del Bronce, Epigrafía, Próximo Oriente, Tell Mardikh.

Abstract

The discovery of Ebla, in the 60s, meant one of the largest milestones in the Ancient Near East studies. A revolutionary discovery which culminated one decade after the state archives came to light. These archives depicted Ebla as the head of a noteworthy empire, even before the existence of the first empire (Akkad Dinasty). However, it was a brief stage, the archives record a documentary lapse fewer than half a century. In a few years a complex administration was acquired, a large empire was built and suddenly, everything disappeared.

Key words

Ebla, Bronce Age, Epigraphy, Near East, Tell Mardikh.

INTRODUCCIÓN

Los niveles asociados al Bronce Antiguo IV A (ca. 2400-2300 a.C.) de Tell Mardikh, identificado con Ebla, supusieron un cambio dramático para el, hasta entonces, oscuro contexto del ámbito sirio-palestino del tercer milenio. La vida del yacimiento se extendió desde la Prehistoria hasta el S. VI d.C., con dos momentos de máxima ocupación en el Bronce Antiguo IV (2500-2300 a. C.) y Bronce Medio I-II (2000-1600 a. C.) en época amorrea. El gran archivo, custodio de más de 10 000 elementos inscritos entre tablillas y fragmentos de estas se atribuye al primero de estos periodos. Ebla constituirá un importante estado territorial, una potencia a nivel regional capaz de concentrar y redistribuir ingentes cantidades de recursos, con montantes de metales preciosos sin parangón hasta época Neoasiria (911-609 a. C.). La constatación de todo esto la ofrece la extraordinaria condición del yacimiento para estos niveles, ofreciendo un rico abanico de fuentes de información, tanto materiales como epigráficas. Sin embargo, su fin será tan misterioso como repentino: un nivel de destrucción atestigua la conclusión de este periodo en condiciones de difícil discernimiento aún objeto de debate.

EL PALACIO G

Tell Mardikh (Fig. 1) se compone principalmente por 3 unidades básicas: la Ciudad Baja, la Acrópolis y la cinta muraria; que coincide con los límites del Tell. La Ebla de los Archivos, principal interés de este trabajo, se identifica eminentemente con el Palacio G, un complejo edilicio situado en la Acrópolis. El Palacio G fue sede y núcleo del estado y administración eblaítas. Otras importantes estructuras relacionadas con este periodo son el Templo Rojo, el Templo de la Roca, y el edificio P4 (MATTHIAE 1989).

Fig. 1. Mapa topográfico de Tell Mardikh con todos los sectores excavados marcados en negro (D’ANDREA 2014: 134).

El horizonte cerámico de Mardikh IIB1 (nomenclatura específica del yacimiento) (2450-2350/2300 a. C.) y, particularmente, del Palacio Real G es muy homogéneo y unitario. El conjunto cerámico de Maridkh IIB1-Mardikh IIB2 pertenece a un único horizonte cerámico que se extiende por toda la actual Siria Norte y Central en el Bronce Antiguo IVA-B. Ebla era, con toda seguridad, el mayor centro cultural y político de la que ha sido definida como cultura caliciforme del Norte de Siria. La cerámica más común de Mardikh IIB1 es la llamada Simple Ware: una cerámica generalmente de paredes finas, elaborada a torno con dimensiones medias y pequeñas, de color blanquecino, amarillento o verde muy claro, con inclusiones de minerales muy pequeños; la cerámica de este tipo está normalmente bien cocida y tiene un timbre metálico (MAZZONI 1985:1-2).

A excepción de algunos elementos más extraordinarios, todas las piezas de simple ware dan la impresión de la existencia de una producción estandarizada, casi industrial, hecho que no es exclusivo de Ebla y que se atestigua también en Amuq I (ca. 2500-2300 a. C.). El conjunto de Mardikh IIB1 debe asociarse con Amuq I (2500-2300 a. C.), Hama J8-6/5 (2500-2300 a. C.) y Ras Shamra III A2 (2500-2300 a. C.) (MAZZONI 1985:9-10).

Nuestro conocimiento del Palacio G es parcial y solo se encuentran excavados unos 4 000 m2 de los 20 000 m2 que se le estiman de superficie (MATTHIAE 1989). Existen tres sectores del palacio que sí conocemos con cierta profundidad (Fig. 2): el Complejo Central (azul y rojo), el Ala Meridional (naranja), sector periférico situado en las pendientes al sur del Acrópolis en la zona centro-occidental y el Ala Administrativa (verde), articulada en torno a la Sala de Audiencias (amarillo). Esta Sala de Audiencias constituía un espacio verdaderamente monumental urbano al que se abre la puerta de acceso al Palacio en el pie oeste de la Acrópolis (MATTHIAE 2013).

Se distinguen tres sectores en la zona centro-meridional de la Acrópolis: Unidad Oeste (azul), límite occidental de la colina, Ala Noroeste (rojo), decline occidental de la colina al norte de la Sala de Audiencias (amarillo) y Unidad Sur (naranja), a lo largo del límite sur de la colina.

Fig. 2. Plano de los sectores excavados del Palacio G (PERYONEL 2016: 52).

EL MATERIAL EPIGRÁFICO (ARCHI 2003: 17-20)

La mayor parte del material epigráfico del Palacio se concentra en la L. 2769, la segunda estancia del pórtico este de la Sala de Audiencias del vestíbulo que da acceso al Ala administrativa, excavada por completo en las campañas de 1976. Sin embargo, existe una variedad de puntos distribuidos por todo el Palacio con concentraciones de tablillas, asociadas a la actividad administrativa ejecutada en estos puntos concretos.

Grupo de tablillas A

El primero en ser hallado, en 1974, se encontraba en un almacén al norte de la Sala de Audiencias (L. 2586). Se trata de 32 tablillas de pequeño tamaño de carácter administrativo y una especie de ejercicio lingüístico (TM.75.G.120). Estos archivos datan de los tres últimos años antes de la destrucción de Ebla.

Archivo B

Encontrado en 1975 y situado en una habitación de la esquina noreste del Salón de Audiencias (L. 2712). Hasta 211 tablillas aparecieron en esta dependencia que pueden datarse de los dos últimos años de Ebla antes del colapso. De entre estas tablillas solo dos documentos cubren un lapso temporal superior al año, sin embargo, su feedback mensual no aparece. La información de estos se detiene en los dos años anteriores al colapso. La conclusión que podemos obtener de esto es que, llegado cierto punto, la documentación mensual se selecciona, recopila en archivos de carácter más general o compilatorio y se destruye.

La mayoría de los documentos del archivo B registran raciones de cereales, aceite y malta para la preparación de cerveza. Asignaciones para la corte, provisiones para los mensajeros enviados a otras ciudades, pequeñas ofrendas para los dioses y raciones para las siervas ocupadas en la molienda del grano.

Archivo central o archivo C

Situado en la habitación L. 2769, se trata del gran hallazgo de la campaña de 1975, un espacio de 5´10 x 3´55 m construido bajo el pórtico este del Salón de Audiencias. Justo al sur de este archivo se abre una puerta al muro este del Salón de Audiencias que conectaba con el sector administrativo. Archivo principal de la administración, es el que recoge un mayor número de tablillas.

Grupo de tablillas D

Un pequeño grupo de tablillas ubicado en el vestíbulo L. 2875, cuya entrada estaba frente a la del archivo principal (archivo C). Unas 100 tablillas aúnan documentación de algunos sectores de la administración del año en curso. Treinta de estas son cartas recibidas y posibles copias de aquellas enviadas. La escasez de este tipo de documentación en el archivo central es una prueba más del proceso de selección al que se sometían los archivos antes de ser atesorados. Además, sobre el pavimento, se hallaron una serie de utensilios, como un elemento alargado con punta afilada fabricado en hueso que debemos relacionar con las herramientas de escritura de los funcionarios del Palacio (MATTHIAE 1989).

Archivo E

Se encontraba en la sala L. 2764, un archivo pequeño temporal que contenía documentación relativa a la producción total de cereal del año en curso. Diecisiete de ellas registran metales preciosos, ovinos y animales de tiro.

Grupo de tablillas H

Trece tablillas lenticulares, un sello de arcilla y otros objetos pequeños se hallaron en 2004 en L. 8496, una de las dos salas pequeñas del lado este de la Sala del Trono con muros de un solo ladrillo de grosor. Todas las tablillas registran objetos de oro. Esta era una ubicación temporal hasta que su información era transferida a registros anuales o mensuales.

Grupo de tablillas G

Cinco tablas se encontraban en el distrito sur, consistente en una línea irregular de habitaciones pequeñas y medianas con muros de considerable grosor situado inmediatamente al sur del distrito administrativo. Una de estas cinco tablillas, TM.82.G.266, es un gran recuento de extensos campos de cultivo, ganado y ovejas y una importante cantidad de oro y plata. Es posible que este sector formase parte de la oficina del ministro.

En suma, la documentación eblaíta tiene un eminente carácter administrativo, solo existen tres textos de carácter literario, si no contamos los textos rituales y encantamientos.

EL ARCHIVO C Y EL ESTADO EBLAÍTA

Las tablillas se encontraron alineadas contra las paredes este, norte y, en mucha menor medida, oeste de la habitación, en una cota más elevada junto a las paredes y más baja hacia el centro de la misma. Contra las paredes este y norte los documentos, que estaban apilados unos sobre otros, se disponían en dos niveles más o menos bien reconocibles, aunque como consecuencia de la destrucción del Palacio G se hubiesen desplazado hacia el centro de la habitación produciéndose sensibles alteraciones con respecto a su posición original. Estas paredes debieron de estar dotadas con estanterías de madera sujetadas con soportes verticales, también de madera, fijados al pavimento. Los agujeros más evidentes de probables sustentos oblicuos y las improntas sobre los enlucidos dejada por el apoyo de los estantes contra la pared, atestiguan con seguridad la presencia de estanterías a tres alturas en las tres paredes (MATTHIAE 1989) (Fig. 3).

Fig. 3. reconstrucción de la sala del archivo (MATTHIAE 2013).

Según los números de inventario derivados de la intervención arqueológica, el archivo central contenía unas 1757 tablillas bien conservadas o en su mayor parte legibles, 4875 fragmentos de cierta entidad y varios miles de pequeños fragmentos. Se estimó un total de unas 3000 a 5000 tablillas (ARCHI 2003: 24).

Existe una diferenciación tipológica entre las distintas tablillas según qué información iban a contener y en qué oficina o archivo estaban destinadas a redactarse y almacenarse. Es posible que existiera una especie de cursus honorum dentro de la escuela de escribas, o al menos diversos rangos o niveles de educación no intercambiables y que habilitaban para trabajar en un sector u otro de la administración estatal, de hecho, por ejemplo, el Archivo A muestra un nivel de destreza en la escritura menor que en el Archivo Central (ARCHI 2003: 24). La tipología de las tablillas y los distintos estilos y dominios de la escritura atestiguan esta diferenciación entre tipos documentales, oficinas y funcionariado, reflejando una administración de una complejidad notable.

Ningún texto contiene datación vinculada a los años de reinado de los reyes. Es más, los reyes son, en la mayoría de los casos, mencionados por título y no por nombre. Solamente una vez muertos se los menciona en la documentación, de forma sistemática, por su nombre en textos vinculados a ofrendas para estos soberanos que son divinizados tras su muerte (ARCHI 1996: 15).

Para comprender mejor la información de los archivos es necesario, al menos, introducir a los cabezas del estado eblaíta. La máxima autoridad de Ebla la encarna su rey, el en; junto al rey aparece una figura, cuyo poder y posición se afianzan a lo largo de los años de registro documental: el ministro (ARCHI 1987b). El ministro es la verdadera cabeza de la administración, encargado de la tesorería y de coordinar el cuerpo de funcionarios y trabajadores al servicio del Palacio. Aunque conocemos una larga lista de reyes de Ebla, aquellos que son contemporáneos al periodo de registro textual son: Igriš-Ḫalab, con quien se introduciría la escritura en Ebla, Irkab-Damu e Išar-Damu, con un largo reinado (ca. 35 años) que abarca la mayor parte de los 45 años de registros textuales en Ebla. Por otro lado, el primer ministro de Ebla sería Arrukum, que accede al poder a mitad del reinado de Irkab-Damu, la sucesión de Ibrium a este puesto se produce de forma casi contemporánea a la de Išar-Damu, por último, Ibbi-Zikir llegaría al puesto después de 18 años de mandato de su predecesor, ocupando el cargo por un lapso temporal similar a este último hasta la destrucción de Ebla (ARCHI 1996, 11-28). En cuanto a su situación cronológica debemos ubicarlos en los últimos años de Mardikh II B1, es decir, aproximadamente entre 2300 y 2200 a. C., según donde ubiquemos la destrucción de Ebla (ARCHI 2003). Esta figura del ministro y su familia en la sociedad de Ebla parece un fenómeno local determinado por factores contingentes y específicos que no pueden encontrarse en otros reinos del III milenio.

Sobre la figura del rey, el título sumerio de en está asociado al semítico malikum. Sin embargo, en la documentación de Ebla es muy extraño encontrar la escritura fonética de malikum en vez del logograma en (ARCHI 1987b: 37). Por otro lado, el término lugal en Mesopotamia está reservado para designar a los reyes que se hacen con el poder en las ciudades-estado, en detrimento de los sumos sacerdotes en del templo (LIVERANI 1995). Y es que, lugal-lugal aparece para identificar a una serie de personajes que hacen aportaciones anuales al palacio de metales preciosos y tejido (los documentos mu-DU registran una lista de antropónimos junto con cantidades de diversos bienes y totales al final, estos nombres aparecen con la designación lugal-lugal). Se trata de los altos funcionarios del estado eblaíta (ARCHI 1996: 11-12). Podría parecer que en Ebla se realiza una readaptación de los términos para su propio uso administrativo. El hecho es que existe cierta ambivalencia en el uso de dicho término, ya que algunos de los soberanos de las ciudades-estado de la Siria septentrional y el alto Éufrates son también identificados en la documentación como lugal. No se trata más que del reflejo de una situación compleja y variada en el panorama del ámbito sirio de mediados del III milenio, con jefaturas diversas y relaciones de subordinación o protectorado establecidas una a una. No podemos asegurar que todos los lugal de centros externos fuesen funcionarios dependientes de la administración eblaíta, puesto que este mismo título se utiliza para soberanos de reinos que con toda seguridad son independientes, como Mari (ARCHI 1993).

En Ebla en ocasiones especiales se realizaban entregas de obsequios como la celebración de victorias en campañas bélicas, el matrimonio y la muerte. Los regalos forman parte del circuito de circulación de bienes en Ebla. La administración no solo se encarga del mantenimiento de su personal mediante raciones en forma de alimentos y tejido, las más altas personalidades reciben regalos en manufacturas de metales preciosos, como puñales o atuendos de lujo. La posición de un funcionario de la administración puede intuirse por la cantidad y calidad de los regalos que recibe. Un evento extraordinario que involucró a toda la corte es el matrimonio entre una princesa eblaíta y un príncipe de Kish (ARCHI 2010a; 2011b).

El registro administrativo y su datación

Solo tres sectores administrativos están más o menos completamente documentados: la entrega o gasto de textiles (documentada con el término è), la distribución de objetos de plata y oro y en algunos casos de bronce o cobre y los pagos mu-DU (documentos que registran entregas-ingresos a la administración) de textiles y metales a la administración central. Ningún otro elemento contiene información de suministro a la administración salvo plata, oro y cobre por parte del ministro, los principales señores de la administración y las ciudades reconocedoras de la hegemonía de Ebla. La documentación conservada ignora por completo los medios de obtención de la materia prima metálica desde su lugar de origen y el número documentado de expediciones comerciales (Sum.kaskal) es solamente de unas 12. Por otro lado, la producción básica, provista por la agricultura y la cría de ganado está documentada de forma errática (ARCHI 2003: 26-28).

Hay varios recuentos anuales sobre las dimensiones de los rebaños para el periodo de Irkab-Damu, pero un solo recuento para un indeterminado año del último periodo (TM.82.G.266). Los documentos de las entregas de los cereales de las aldeas son numerosos, pero no siguen ningún patrón consistente, incluso para un lapso corto de años, muchas de las aldeas que aparecen son diferentes de un texto a otro. Tampoco existe ninguna pista que nos permita ordenar estos textos cronológicamente. En una primera instancia, las entregas de cereales podrían haber sido registradas localmente, quizás con un sistema de anotación provisional y luego, presumiblemente, algún funcionario viajando de lugar a lugar recopilaría cómputos generales de las cantidades para el palacio, las cuales, de esta manera, no contienen la misma lista de localidades (ARCHI 2003: 27-28).

Una treintena de tablillas mu-DU son las más antiguas y registran aportes de cantidades moderadas de parte de una quincena de individuos que en el colofón aparecen como lugal-lugal. En estos textos los personajes que realizan aportaciones de bienes de mayor volumen son Darmia (6 textos) y Tir (13 textos), que serían contemporáneos a Igriš-Ḫalab. Sabemos esto gracias a un par de referencias como el colofón de TM.75,G.1237, en el que está escrito «Igriš-Ḫalab rey de Ebla». Algunos de estos documentos contienen la fórmula mu seguida de una cifra, lo que debería indicar el año de reinado, en este caso de Igriš-Ḫalab. El mismo tipo de datación aparece en los archivos relativos a la entrega de ovejas en palacio, que podemos relacionar con el periodo de Darmia y Tir porque algunos de los lugal que aparecen coinciden con los de los documentos anteriores. Si los números del año de reinado son efectivamente de Igriš-Ḫalab, este habría reinado al menos 12 años.

Junto a Darmia y Tir va apareciendo, poco a poco, un nuevo personaje: Arrukum. Progresivamente va igualando las aportaciones de estos dos personajes hasta superarlas y, a partir de cierto momento, Darmia está ausente en los registros. Aunque Arrukum va a conservar el título de lugal en los colofones de estos registros, se deduce por el total de bienes que aporta que ostenta un rango muy superior al resto de lugal. Es más, en los catastros que recopilan los campos de cultivo aparece segundo tras la pareja real. Arrukum quedaría como cabeza de la administración por un periodo de unos 3 o 4 años (ARCHI 1996: 19-28).

Cuando Arrukum desaparece de la documentación llega Ibrium. Es indudable que con Ibrium atendemos a una reforma administrativa coincidente con una renovación de los lugal-lugal. Los documentos mu-DU, que con Arrukum iban adquiriendo ya una creciente complejidad, abrazan ahora una estructura cuatripartita totalmente nueva:

La primera sección corresponde al aporte del ministro. Normalmente más de 100 kg de plata, de 1,5 a 5 kg de oro y más de 1000 piezas de tejido. Solo las aportaciones del ministro suponen más de la mitad del total. La segunda sección está reservada a los aportes de los lugal-lugal, de los que Ibrium ya no forma parte. Se realizan exclusivamente en plata, se registran uno a uno y en el colofón los totales. En la tercera sección encontramos los aportes, más bien modestos, de las ciudades aliadas que reconocen la hegemonía de Ebla. Por último, en la cuarte sección se cierra el documento con la suma de los totales de las aportaciones (ARCHI 1996: 19-28).

Estas cantidades sugieren que nos enfrentamos a cómputos anuales. De Ibrium tenemos un total de 17 documentos de este tipo, lo que sugeriría unos 17 años de mandato. A Ibrium le sucede en el cargo su hijo Ibbi-zikir. Los 14 textos que le son atribuibles suponen un incremento en las aportaciones del propio ministro de al menos 423 a 733 kg de plata y de 1,6 a 22,8 kg de oro. De hecho, las aportaciones de los lugal se reducen ligeramente. Esto podría apuntar a que se produce una centralización de la administración. También aumentan las ofrendas de las ciudades que reconocen la hegemonía de Ebla. El total de las aportaciones del ministro llega hasta el 90 por ciento de las entregas registradas en los mu-DU (ARCHI 1996: 19-28).

La economía

Uno de los aspectos más oscuros del registro fiscal en Ebla es el de la producción y circulación de materias primas. Hay varias listas de entregas de aceite, cereales, ovejas y ganado a la administración central. Aun así, no existen listas estandarizadas de las numerosas aldeas (unas 200) desde las que estos bienes provenían. Por otro lado, desconocemos las medidas de superficie y las de capacidad nos son aún inciertas. Los documentos de distribuciones de raciones de cereales, harina y aceite para el palacio no clasifican el personal de ninguna manera coherente y no recogen lapsos temporales constantes (de 15 a unos pocos meses). Hay, sin embargo, 22 listas mensuales que describen información precisa de distribuciones de ovejas desde el palacio en los últimos meses de la ciudad. Por lo tanto, no es posible cuantificar con precisión la producción agrícola eblaíta a través de las fuentes con las que contamos, la cual, estaría basada principalmente en el cultivo de cereal, aceite y vino (ARCHI 2011b: 43-49).

Los datos paleobotánicos indican que, de lejos, el cereal más frecuente es la cebada (Hodeum vulgare), le sigue el farro (Triticum dicoccum) y después la escanda (Triticum monococcum). Por último, estaría el Triticum aestivum con grano desnudo, que está presente en menor medida junto con pequeñas cantidades de espelta. Estos resultados coincidirían con los datos epigráficos donde la cebada (še) aparece en enormes cantidades, farro y escanda en menor medida y, por último, el trigo desnudo (de grano grande y, más raramente, pequeño) (ARCHI 1999: 503-505).

En cuanto a la producción ganadera, según la documentación administrativa, los rebaños de ovejas, y quizás cabras, bajo el control directo de los funcionarios de la administración central contarían con unas 70.000 cabezas de ganado con Arrukum. Con Ibbi-zikir superarían las 100.000 (ARCHI 1993: 44). Considerando un 50% de corderos y una ratio por oveja de 0,8 kg de lana, la producción de lana anual podría haber sido de 40 toneladas (ARCHI 2011b: 44).

Estas cifras pueden darnos una idea de la cantidad de personal dedicado a la explotación lanar, no solo su producción sino también al procesado y tejido para la elaboración de atuendos. No se trata únicamente de la importante cantidad de personal dependiente del Palacio, sino además de la cercanía y las relaciones de interdependencia con los grupos pastoriles y nómadas, célebres en Mesopotamia por estar en constante conflicto con los estados agrícolas.

Los procesos de adquisición de metales quedan muy oscuros en la documentación. Con la llegada de Ibrium, Ebla ya es una potencia territorial consolidada y los aportes realizados al palacio llegan a sumar hasta 3731 kg de plata, 86 kg de oro y más de 30.000 piezas de manufacturas de tejido lanar, al que se añade un número similar de cinturones. Con Ibbi-zikir se llegan a duplicar estas cantidades: en diez años; 5561 kg de plata, 179 kg de oro, 4929 kg de cobre y 51.600 piezas de tejido y algo menos en cinturones. Estos ingresos provendrían de los aportes del ministro y altos funcionarios al frente de varias ciudades y aldeas que quedarían bajo el control directo de Ebla, otras, conservando su autonomía, deberían prestar una serie de obligaciones (ARCHI 1993:48).

Ebla es un estado fuertemente centralizado, pero con un modelo productivo diferente de aquellos que conocemos en Mesopotamia. La administración tiene un carácter redistributivo llevado a efecto mediante la retribución del trabajo y cuyo núcleo es el palacio. Las raciones se asignan tanto a altos funcionarios y realeza como al personal común de palacio (ARCHI 1988: 25). Este tipo de pagos en raciones en el resto de Mesopotamia se conocen como še-ba y están destinadas a los trabajadores semilibres. En Ebla las raciones en cereal y carne están extendidas a todos los dependientes y artesanos al servicio del palacio, no solo a aquellos que residen permanentemente en él. Además de alimento, el personal recibe pagos en tejido. Esto es indicativo de la influencia del sector textil en la economía de Ebla (ARCHI 1988).

Los tejidos suponían un producto ideal para estos circuitos de redistribución. Se suministran manufacturas y lana a aquellos que prestan a algún servicio de cualquier tipo a la administración central. Esta salida de material textil quedaba registrada en recuentos anuales. Hablamos de unas 500 tablillas que cubren aproximadamente 40 años. En ARET 4.13, un documento de la época de Ibrium, aparece el pago a 2635 personas de 1,5 medidas inciertas de lana para cada uno. Teniendo en cuenta que las raciones habituales en Ur III eran de a 3 o 4 minas (unos 1,5 o 2 kg) por persona, la medida eblaíta podría estar en torno a unas 2 minas, en cuyo caso, para el abastecimiento anual de estos trabajadores habría demandado un total de 4 toneladas de lana (ARCHI 2011b: 44-45).

A partir de las asignaciones de alimentos y tejidos puede extraerse que unas 600-800 mujeres están trabajando en Palacio y los trabajadores que dependen directamente de la administración del Palacio suman de 4.000 a 5.000 efectivos. De manera que casi toda la población de Ebla estaría directa o indirectamente vinculada a la actividad de Palacio (ARCHI 1993: 48).

Comercio y diplomacia

Los documentos que recopilan las entregas mensuales de tejido no solo registran los pagos al personal de palacio, altos funcionarios y corte, también lidian con los regalos entregados a personalidades de estados extranjeros, normalmente con motivo de alguna ocasión especial. Aunque este tipo de documentos no hace distinción, podemos diferenciar dos circuitos en la circulación del material textil, uno interno y otro externo. Un aspecto que no es obviado, por otro lado, son los tipos de atuendos asignados y la cantidad, indicio sobre el rango social de los destinatarios (ARCHI 2011b: 43-49).

Este tipo de intercambios forman parte de un circuito que, aunque se trate de regalos realizados en ocasiones puntuales y con un evidente carácter político, se producen con cierta periodicidad, probablemente anual, y cuya contrapartida se producía en los mismos términos con las potencias de mismo rango. Son extrañas las entregas de grandes cantidades de bienes a excepción del caso de Mari, a la que, a lo largo de unos 15 años, llegan 1028 kg de plata y 63 de oro (ARCHI 1993: 57-58). Esto se debe a que Iblu-il (rey de Mari) en una de sus campañas remontando el Éufrates llega hasta Haššuwan, la saquea y desde aquí amenaza Ebla. Como consecuencia de esta acción militar, Ebla, para para evitar sufrir la misma suerte se compromete a pagar el mencionado tributo. Se prolongará desde el reinado de Iblu-il hasta los primeros años de Enna-Dagan. En Ebla corresponde al final del reinado de Igriš-Halab y parte del de Irkab-Damu (ARCHI, 2003: 36). Por otro lado, fruto del tratado de Abarsal, ciudad con la que se establecía un tratado de comercio y protección mutua, Abarsal realiza un pago de 202 kg de plata a Ebla (ARCHI 1993: 57-58). Varios documentos prueban el uso de la plata como medio principal de intercambio y de valoración de las mercancías (ARCHI 1988: 29).

Dentro de esta red de redistribución y reciprocidad el único punto de contacto más allá de Mari es Kish. Una prueba de la jerarquía de rango entre las distintas ciudades-estado en las relaciones comerciales-diplomáticas es la omisión de Tuttul que, a pesar de ser un centro cultual de cierta entidad y zona de paso obligado hacia Mari, al quedar dentro de la esfera de influencia de esta última se prefiere un contacto directo con la cabeza, obviando así a los subordinados (ARCHI 1993: 54).

En la última década de Ebla se convierte en costumbre enviar atuendos a los reyes y emisarios de las ciudades aliadas que reconocen la hegemonía de Ebla. A esta serie de pagos o regalos que, de alguna manera, sellan la relación amistosa entre Ebla y las distintas ciudades que reconocen su hegemonía, y a los que hay que añadir otra serie de entregas modestas en metales preciosos en ocasiones especiales, debía acompañarle una contrapartida. Las ciudades-estado responden con pagos relativamente modestos anuales de plata y otros metales. Sin embargo, el valor de los tejidos que se entregan a estas ciudades aliadas es insignificante si lo comparamos con sus obligaciones. El desequilibrio en los intercambios prueba la relación de subordinación que existe entre estas ciudades y Ebla. La terminología administrativa tampoco es inocente a este respecto. Este tipo de entregas son registradas como mu-DU, es decir, como una especie de obligación o tributo para con la administración. Mari, por ejemplo, registra los tributos de Ebla como mu-DU, mientras que en Ebla se usa níg-ba, término utilizado para los regalos que son entregados con motivo de ocasiones especiales (ARCHI 2011b: 49-55).

La guerra y los dominios de Ebla

De los 45 años de registro documental conocemos cada campaña militar. Estas concluían con un intercambio anual de mensajeros, juramentos de paz y otra serie de tratados, normalmente rotos tras pocos años. No se trataba de una situación de guerra total, ya que la actividad bélica se llevaba a cabo en diversas áreas alejadas del centro urbano. El balance de poder demandaba que cada potencia regional hiciese una constante demostración de fuerza. La velocidad con la que los episodios bélicos se producían permitía mantener las comunicaciones abiertas sin que la economía se viese dramáticamente afectada. Aun así, estos eventos no eran registrados por su importancia histórica, sino porque son momentos en los que se producían salidas de bienes (ARCHI 2000: 15-16).

Para hacernos una idea en términos de personal o fuerza de trabajo a disposición de la administración eblaíta, un documento del tiempo de Arrukum (MEE 7.16) registra un total de 11.700 hombres o trabajadores, de los que 4.700 pertenecen al Palacio y los 7.000 restantes están bajo la supervisión de 14 lugal. Varios documentos concernientes a las distribuciones de atuendos y lana confirman que habría de 4300 a 7000 hombres vinculados directamente al Palacio (ARCHI 2000: 26-27).

Solo tres documentos se detienen en el registro de bajas: 20,309 contra Baḫunatum y Agagališ, Ibbi-zikir año I, 3,620 contra Darašum, año IV, 3,200 contra Badanu y Masanu años VIII / IX / X / XI / XII. Si proyectamos esta información durante los 35 años de mandato de Ibrium e Ibbi-zikir con una actividad militar anual y una estimación a la baja de unos 4000 muertos anuales, la proyección de 140.000 bajas es catastrófica para un estado de este periodo que se extendía desde Karkemish y Alalah al norte hasta Hama hacia el sur. Y, aunque las estimaciones de unos 40.000 integrantes del ejército eblaíta parezcan exageradas, los testimonios de bajas y combatientes del período acadio (2350-2200 a. C.), sobre todo de los sucesores de Sargón, se acercan a estas cifras (ARCHI 2000) (ARCHI 2000: 34-35).

Se deber ser cuidadoso con las fuentes en este caso, los textos sargónidas tienen una clara intencionalidad celebrativa, por otro lado, en Ebla, hablamos de un recuento administrativo y conservado casualmente: una documentación que no suele pasar los filtros del archivo central. Por ello, resultaría extraño que contuviese exageraciones de tipo propagandístico.

Las listas de entregas de textiles recogen una serie de ciudades ordenadas según un criterio geográfico: Ursaʾum (Uršum: al norte de Karkemish y al oeste del Éufrates), Utigu, Dulu, Iritum, Ḫarran, Sanapzugum y Gudadanum. Sanapzugum podría corresponder con la Šapanazum de los textos de Mari, situada al este de Ras-el-Ain, a unos 90 km al este de Harran y Gudadanum a Qattunā(n) de los mismos textos en el medio Habur (ARCHI 1989:1).

Los territorios de Ebla hacia el norte comprenden un dominio firme sobre Aleppo y Karmemish; otras ciudades como Kablul y Gudadanum conservarían sus propias jefaturas, aunque siendo dependientes de Ebla; hacia el sur comprende Hamma y al Oeste llegaría hasta el mar. Alalaḫ pasaría al patrimonio eblaíta durante la época de Irkab-Damu. El tratado de Abarsal muestra que, en esos años, Ebla era capaz de mantener su influencia en el Éufrates desde Karkemish hasta Emar (Fig. 4) (ARCHI 2011a: 5-6).

Fig. 4. Mapa topográfico de áreas de influencia de Ebla (elaboración propia mediante QGIS).

El fin de Ebla

La primera observación que se puede realizar es que la destrucción golpeó con violencia la ciudad, con indicios de incendios muy evidentes en sectores del Palacio G y otras dependencias como el edificio P4. La cantidad de objetos abandonados in situ apunta a un ataque repentino causante de la destrucción. El Palacio G fue saqueado con cierta prisa, hecho que se deduce de la relativa alta cantidad de elementos de valor abandonados. Hasta unos 41 kg de lapislázuli fueron abandonados, quizás por la premura en el saqueo o la abundancia preexistente. Hay un intento de eliminar todas las representaciones del Palacio referentes al poder real, relaciones internas y celebración de las estructuras gubernativas de la ciudad (MATTHIAE 2010a 49: 62).

El problema de la datación cronológica a través de los restos de arqueológicos, para determinar el momento y la responsabilidad de la destrucción de Ebla, radica en una horquilla temporal de más-menos 50 años. La primera hipótesis, la de Pettinato, apunta a un ataque de carácter interno y repentino, por ello no hay ningún indicio documental del mismo (PETTINATO 1999). El problema es que Pettinato adelanta la destrucción hasta el 2400 a. C., cronología descartada tanto por la realidad arqueológica como por el estudio prosopográfico (ASTOUR 2004: 61-63).

La consideración inicial de Matthiae, atribuía la responsabilidad a Naram-Sin (2254-2218 a. C.) (PETTINATO 1999; ASTOUR 2004: 63-67). Sucede que, tras la destrucción de Mari, por obra de Sargón, será reconstruida por uno de sus sucesores (quizás Manishtusu) y quedará al frente de su administración una sucesión de gobernadores militares, cuyos nombres no comparecen en la documentación eblaíta referida a los soberanos mariotas, con lo cual este hecho es posterior. Con Kish ocurre lo mismo tras la conquista de Sargón. Por otro lado, el problema de postular a Sargón como autor de la destrucción de Ebla radica en que, hasta el mismo final, en las relaciones diplomáticas todo continuaba como habitualmente, así como con Kish, que incluso tiene un conquistador anterior, Lugalzagesi (ASTOUR 2004: 68-73).

La transición de Mardikh II B1 (2450-2350/2300 a. C.) Mardikh II B2 (2300-2000 a. C.) está marcada por la destrucción del Palacio G, aunque no se atisba ningún cambio en la cultura material dramático. Aquí es donde Astour discrepa con Archi (ARCHI 2006: 109), que es a Mari a quien atribuye la destrucción, y con Matthiae, indicando que pudo producirse un incendio accidental que destruyese la ciudad, lo que explica el abandono de gran cantidad de material valioso al no producirse dicho saqueo (ASTOUR 2004: 73-76).

El colapso para estas cronologías no es exclusivo de Ebla y se extiende a los asentamientos de casi todo el ámbito sirio (FIORENTINO et al. 2012: 26). En todo esto parece ignorarse el papel de los grupos pastoriles, que con toda seguridad estarían étnicamente muy cercanos a los grupos urbanos de esta región, lo que explicaría la continuidad material en caso de una toma de poder por parte de estos de los centros urbanos. El mismo Ibbi-Zikir tiene que hacer frente a una guerra que dura 8 años contra una confederación tribal (ARCHI 2000: 30). Quizás al dejar de ver favorable los términos en los que se relacionaban con el estado urbano o fruto de una presión demográfica relacionada con la progresiva desecación climática que se produce en este momento (FIORENTINO et al. 2012: 26), estos grupos llegasen a emprender la acción violenta contra Ebla, aprovechando la situación de debilidad que sufre en sus últimos años con varios frentes abiertos (Mari y Armi).

CONCLUSIONES

Los archivos de Ebla en sus 45 años de recorrido, aunque no reflejan ningún interés en mantener un registro histórico, proporcionan una información derivada de su exhaustividad que nos permite conocer, junto con las interpretaciones arqueológicas, la organización de la administración, las relaciones políticas, la economía y algunos detalles sobre la composición social de Ebla.

Las jefaturas, la organización de la administración y de la representación del poder apuntan a una formación de Ebla a partir de grupos pastoriles que, quizás en un contexto de adversidad climática, responden mediante la concentración y explotación coordinada de los recursos. Prueba de este origen tribal es la conformación del estado, con una cabeza, representada por el rey, con un eminente carácter sacro que sería el factor aglutinante de los distintos jefes, los lugal, encargados de dirigir la explotación de los recursos y la producción, y con la tarea de mantener el estado con sus aportaciones. De especial interés es la figura del ministro, que va conformándose en el mismo periodo documental de Ebla. Con la sofisticación y refuerzo de la administración derivadas de la introducción de la escritura surge una figura que prácticamente da a Ebla el aspecto de una diarquía, con un rey sacro (en) y otro gobernador (el ministro).

El interés documental está centrado en el control de la salida y entrada de bienes, aunque no del todo sistemático. Las entradas no parecen preocupar tanto, siendo más detalladas en el comercio diplomático, pero generalmente basta con anotar qué y en qué cantidad entra. Sin embargo, las salidas sí son más exhaustivas en términos cualitativos: tipo de mercancía, a quién se dirige, cuándo… Y es que Ebla es un importante centro manufacturero, sobre todo metalúrgico y textil, que no pone especial atención a los circuitos de adquisición del material en crudo, pero sí a los de salida de sus producciones. El excedente derivado de la circulación de los productos de esta actividad artesanal junto con la situación estratégica de Ebla podrían explicar las enormes cantidades de metal precioso que es capaz de percibir.

La fuente de las importantes cuantías de metal precioso aportada por los lugal y el ministro es incierta. Puesto que la producción estimada de lana supera con mucho las entregas totales, tanto al personal local como extranjero, es posible que esta riqueza provenga del beneficio comercial que estos agentes eran capaces de obtener por cuenta propia derivado del control de los rebaños y su explotación, junto con otros productos agrícolas como el vino o el aceite. Así, la red de intercambios registrada en los documentos respondería a una pequeña parte del total de la actividad económica eblaíta, principalmente aquella relacionada con el comercio diplomático de carácter oficial.

En el plano internacional, Ebla parte en su etapa documental de una verdadera situación de subordinación con respecto a Mari. Aun así, Ebla consigue sacudirse de la influencia mariota y extenderse por un espacio medianamente extenso, con un área de influencia directa y otra, más amplia, de carácter federativo. La práctica comercial se lleva a cabo mediante un sistema de intercambio de regalos, cuyo objetivo trasciende el mero beneficio comercial. Hay un factor ideológico y ritual evidente en estos intercambios: si Ebla obtiene un rendimiento es porque se ha ganado su posición (manu militari) en lo alto de la jerarquía. Este tipo de relaciones están ligadas al origen del estado eblaíta y su componente étnico, que lo conforman como un estado de un marcado carácter gentilicio y en tales términos se relaciona con el resto de potencias.

En términos cronológicos, tanto la materialidad arqueológica y los aspectos estilísticos del arte eblaíta, como el análisis paleográfico sitúan a la Ebla de los archivos en el contexto de finales del Protodinástico IIIb (2450-2350 a. C.), lo que arqueológicamente se ha definido como Mardikh II B1. Los más encarnizados debates surgen con temas como la destrucción de Ebla en los que un margen de 50 años es decisivo. Aún la arqueología no tiene la capacidad de discernir con este nivel de precisión, en lo que el estudio exhaustivo de la documentación epigráfica puede marcar la diferencia.

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