EL USO PÚBLICO Y EL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO: ANÁLISIS DEL CASO DEL TEATRO ROMANO DE ITÁLICA

ARCHAEOLOGICAL HERITAGE AND PUBLIC USE: THE CASE OF THE ROMAN THEATER OF ITÁLICA

Sandra RODRÍGUEZ DE GUZMÁN SÁNCHEZ *

Resumen

Los teatros romanos son elementos patrimoniales históricos que reflejan muy bien las oportunidades y problemáticas actuales que se derivan del uso público de los bienes culturales. Este trabajo plantea la necesidad de reflexionar y explicar la distancia existente entre la realidad teórica, conceptual y normativa y la práctica de un uso público cada vez más intenso y extenso del patrimonio, y nace de un proyecto que abarca el diagnóstico, la planificación, propuestas de mejora y medidas de conservación y disfrute del Teatro Romano de Itálica y su entorno (Santiponce, España).

Palabras clave

Patrimonio histórico, uso público, teatro romano, planificación, sociedad

Abstract

Roman theaters are a type of heritage that reflects in an excellent way current opportunities and problems derivate from their public use. In this paper I will try to explain the distance between theoretical, conceptual and normative realities and practices of intense and extensive public use in the case of the Roman theatre of Itálica (Santiponce, Spain).

In my analysis I will include diagnosis, planning, and an approach to conservation and improvement needed in order to enjoy this monumental place.

Key words

Heritage, roman theatre, society, public use, planning


EL CONCEPTO DE USO PÚBLICO

Este artículo es una síntesis del trabajo de fin de máster del mismo título, defendido en la Universidad de Granada en julio de 2016 basado en el estudio, las reflexiones y experiencia práctica de la gestión del Conjunto Arqueológico de Itálica1.

El derecho colectivo del uso y disfrute del patrimonio histórico queda consagrado en la Constitución Española; en ella se refleja la concepción actual de los bienes culturales que reconoce, entre otros valores, tanto el de uso para la educación, la cultura y el ocio como el de fuente generadora de riqueza y desarrollo al asignarle al recurso cultural un valor económico (AA.VV. 2010). Por ello, en la gestión del patrimonio se entretejen disciplinas, conceptos, estrategias institucionales y políticas, coyunturas socioeconómicas, legales, etc. con el objetivo de desarrollar una serie de acciones encaminadas a conseguir un fin favorable: el disfrute de los bienes culturales y su legado a generaciones futuras (QUEROL 2010).

La consideración que la sociedad occidental tiene del patrimonio histórico no ha sido estática y ha evolucionado a la vez que cambiaba su régimen jurídico, diferentes disciplinas científico-técnicas, la educación de la ciudadanía, la política, la calidad de vida, etc. (LLULL 2005:180 y ss) y es en esa dinámica de cambio y evolución continua donde considero que está inmerso el tema que se trata en este trabajo; el uso público. Existen otros ámbitos de la tutela de los bienes culturales, como la protección y la conservación, que están profusamente desarrollados y han dado lugar a todo un corpus conceptual, doctrinal, legal y técnico que lo avalan, desde que se iniciaron los primeros inventarios a principios del S XIX hasta hoy. Sin embargo, el “acrecentamiento”, entendido como la mejora, uso y enriquecimiento de nuestro patrimonio y su relación con la sociedad, ha tenido un reflejo más irregular en la literatura científica y técnica y en las normativas y procedimientos legales. El uso público de los bienes culturales es un concepto que cada vez demanda más espacio en las acciones de gestión y, como los demás ámbitos, se trata de una materia dinámica e interdisciplinar que se va definiendo en la medida en que se hace uso de él.

En el trabajo de un gestor de un espacio cultural tiene un gran peso la interacción del yacimiento y de las demandas sociales del mismo. El desarrollo de la fuerte relación del patrimonio con la ciudadanía y, sobretodo, la necesidad de que esta participe de alguna manera en su valorización, ha puesto de manifiesto la carencia de un término que identifique este hecho en toda su extensión. No hay un término claramente definido, no hay una realidad teórica desarrollada y hasta el reflejo normativo es escaso. Por el contrario, existe una práctica muy heterogénea y unos avances basados en la prueba acierto/error, en acciones intuitivas y escasamente apoyadas en todos los pilares de la tutela del patrimonio histórico.

En materia de bienes culturales, los ámbitos de participación de tipo científico y técnico parece que están definidos y experimentados, no así los de participación de la ciudadanía, cuya integración en estos procesos culturales tiene pocos espacios desarrollados. Resulta paradójica la escasez de referentes teórico/prácticos directos en relación a esta cuestión, aunque la conexión del patrimonio con la ciudadanía es un tema que se nombra de forma recurrente cuando se habla de puesta en valor, rehabilitación, musealización, interpretación, divulgación, etc. (MARTINELL 2007) de los que sí hay gran cantidad de casos, modelos y referencias bibliográficas. Sin embargo, ni todos esos conceptos significan lo mismo ni en ellos la relación entre patrimonio y sociedad es recíproca; independientemente del significado concreto de cada uno de ellos, todos pertenecen al ámbito conceptual de la comunicación de ideas, conocimientos, saberes, identidades, etc. Aplicadas a los bienes culturales se trataría de acciones que producen los técnicos o los expertos desde el patrimonio hacia la sociedad, entendiendo que esta, de una forma más bien pasiva, va a recibir esa información. Hay autores que afirman que este podría haber sido uno de los factores que han influido decisivamente en el escaso entendimiento de la arqueología por la sociedad, por ello se empieza a hablar de conceptos más abiertos como la socialización y participación (ALMANSA 2015), que recogen la demanda de un papel un papel más activo de la sociedad en el patrimonio histórico. Ciertamente no son frecuentes los programas que se elaboran tras una indagación o un diagnóstico sobre qué es lo que demanda la sociedad; a pesar de ello, la ciudadanía no tiene un rol pasivo ante los bienes culturales y, además de recibir de una manera u otra la información sobre su historia, participa de ellos de múltiples maneras, de forma activa y no siempre relacionada directamente con el carácter cultural de los espacios. En definitiva considero que la sociedad vive en espacios históricos y utiliza ese patrimonio histórico.

La denominada Arqueología Pública podría ser una excepción a esos vacíos (ALMANSA 2013:11) y, afortunadamente, cada vez hay más estudios que dedican su atención a reflexionar sobre la necesidad de reforzar el vínculo con la ciudadanía y a difundir casos prácticos (BARREIRO 2006, 2012, DÍAZ ANDREU et. al, 2016), reflexiones teóricas sobre la evolución de ese uso público y su destino actual (BALLART 1997) o análisis jurídicos (ALONSO 1992).

Para profundizar más en este concepto de uso público, además de la revisión de fuentes bibliográficas relativas al patrimonio cultural, he tratado de identificarlo a través del estudio de normativas nacionales y directrices internacionales. Considero que el lenguaje es importante y tratar de identificar en esas fuentes las acciones que relacionan directamente el patrimonio con la sociedad me parecía necesario; en definitiva, la presencia o ausencia de términos que lo identifiquen refleja la mentalidad de los que promueven esos textos.

En los preámbulos de las diferentes leyes de patrimonio histórico o cultural de nuestras comunidades autónomas se refleja de diferente manera el citado mandato constitucional del derecho colectivo al uso y disfrute del patrimonio. Sin embargo, a pesar de ser una cuestión prioritaria en sí misma y fundamental para la conservación de los bienes culturales, en esos textos legales solo se refleja una necesidad de control genérico para el caso de los bienes protegidos y no se transmite la complejidad de este asunto ni de las acciones a que da lugar. Se podría decir que no existe un concepto común de uso público de los bienes culturales, se trata de forma muy superficial y, por regla general, tampoco se dispone de un desarrollo detallado en documentos reglamentarios. Aparte de la legislación de carácter general hay que resaltar que, salvo casos muy puntuales, en los espacios culturales se carece de regulaciones básicas de usos y actividades.

Por otro lado, son escasas las medidas de fomento y son excepcionales y aisladas las propuestas de planificación de los usos. La conclusión general podría ser que para las administraciones el uso público se identifica como un hecho a controlar y no como un conjunto de acciones que añaden valor a nuestro patrimonio. No es que considere necesario reglamentar aspectos tan poliédricos como este, pero sí que, tras garantizarse la protección, conservación, el conocimiento…se hace necesario algo más que alguna frase hecha para tratarlo, máxime si siempre se cita como el fin último de nuestras acciones sobre el patrimonio cultural.

Las directrices y principios de ámbito internacional (SALMERÓN 2004) nos muestran una situación que evoluciona poco a poco. La Carta de Venecia de 1964 sobre la conservación y la restauración de monumentos y de conjuntos histórico-artísticos, manifiesta la importancia de que los monumentos tengan una función útil a la sociedad y que esta se debe dar dentro de unos límites que se deberán ir adecuando a la evolución de los usos y las costumbres; la Carta del Restauro de 1972 muestra la posibilidad de implantar “nuevos usos” a los edificios monumentales y, tanto la Cartas de Nairobi de 1976, relativa a la salvaguarda de los Conjuntos Históricos y su función contemporánea como la Carta de la Conservación y Restauración de los objetos de Arte y Cultura, que se redacta en 1987 con el objetivo de actualizar la Carta del Restauro, plantean el tratamiento de la dimensión humana de los conjuntos culturales. El Convenio de La Valetta de 1992, plasma la relación del patrimonio arqueológico y la sociedad a través del desarrollo de una política educativa tendente al conocimiento y concienciación sobre la necesidad de protección y el fomento de la visita y exhibición del patrimonio arqueológico. La Carta de Burra, actualizada en 1999, es el primer texto de carácter internacional que se define como una pequeña guía para la conservación y gestión de sitios con valores culturales y trata el uso de esos espacios y la identificación de su compatibilidad mediante el plan de conservación de los sitios.

En 1976 se promueve la Carta del Turismo Cultural, en esos momentos ya se observaba que el turismo era un fenómeno a tener muy en cuenta en el entorno del patrimonio histórico, por una parte como actividad que podía reportar beneficios económicos significativos para la gestión de los monumentos y beneficios sociales a la ciudadanía, y por otro lado como acción, que si no era debidamente controlada, podía perjudicar gravemente a los bienes culturales. Por ello plantea la necesidad de desarrollar unas reglas o normas de uso de carácter preventivo.

En relación directa con los teatros romanos, en los años noventa y tras muchos años de experiencias agridulces en la rehabilitación y uso de los edificios romanos de espectáculos en Europa, se constató que la “presión tecnológica, demográfica y estética” (TEJEDOR et al. 2015) estaba generando muchos problemas en la conservación de estos monumentos. Ello derivó en la redacción de la Carta sobre el Uso de los Lugares Clásicos de Espectáculo.

La citada carta fue el resultado de múltiples acciones políticas y técnicas promovidas por el Consejo de Europa, la Unión Europea y la UNESCO, en un contexto en el que se impulsaba en Europa la creación de redes culturales, los modelos comunes de buenas prácticas y el fomento de las artes escénicas y la creación artística.

El texto trata de la conservación de teatros, anfiteatros y circos desde su origen hasta hoy, como espacios que recuperan no sólo las estructuras heredadas del mundo grecorromano, sino la historia de las transformaciones que han experimentado, los sucesivos usos que les han sido atribuidos, así como las tradiciones culturales y artísticas a los que están vinculados. El documento plasma la necesidad de la preservación del potencial de información científica, de gestionar los monumentos desde una perspectiva de desarrollo sostenible y local y de otorgar nuevamente a estos sitios antiguos, cuando las circunstancias lo permitan, su auténtico cometido de espacios de creación artística, disfrute compartido y emoción ante los mismos. Además de esos principios básicos, en un apéndice se desarrollan las indicaciones técnicas sobre las condiciones de uso y de buenas prácticas para la conservación y disfrute de los sitios de espectáculo.

Con posterioridad, en 2004, se elaboró la Carta de Siracusa que trata de construir un protocolo compartido de conocimiento, conservación, fruición y gestión de la arquitectura teatral antigua y su contexto territorial. Esta carta amplía los objetivos y crea una red de especialistas relacionados con la arqueología, arquitectura, artes escénicas, promoción cultural, historia del arte, economía y desarrollo local, etc.

Se podría decir que esos textos definen el marco normativo internacional de referencia para los proyectos que se desarrollen en los teatros romanos y que incluyen aspectos esenciales de su uso público.

Además de las consideraciones anteriores, las acciones que promueve la UNESCO en relación al Patrimonio Mundial pueden ser un buen reflejo de nuevas tendencias, de evolución de conceptos e ideas sobre el patrimonio histórico. La atención creciente sobre aspectos relacionados con los intereses propios de la ciudadanía en relación a los bienes culturales se refleja también en los temas que se tratan en ese marco, sirva de ejemplo el tema del II Congreso Internacional de Buenas Prácticas en Patrimonio Mundial de 2015 que ha sido: “Personas y Comunidades”. Dicho congreso ha tratado casos en los que el patrimonio se convierte en fuente de confrontación de los sentimientos y percepciones de los diferentes agentes que inciden en la gestión, casos en los que se demanda de forma activa la participación ciudadana para apoyar una declaración de Patrimonio Mundial, acciones de cooperación y afirmaciones como que el enriquecimiento no se puede dar sin la participación activa de la población local (TRESSERRAS 2015).

La obligatoriedad de desarrollar planes de gestión de los espacios incluidos en la lista del Patrimonio Mundial está teniendo un desarrollo irregular, al igual que en Andalucía, cuya Ley 14/2007 del Patrimonio Histórico también establece la necesidad de redactar planes directores para los Conjuntos Culturales.

En el caso de las directrices de la UNESCO, a las dificultades propias derivadas de las políticas culturales de cada país, de la diversidad de los bienes culturales, y de la gestión de los propios espacios, hubo que sumarle las carencias, en un primer momento, de directrices técnicas para orientar la redacción de los documentos. A nivel particular y por citar ejemplos cercanos, espacios como Las Médulas en la provincia de León o la Alhambra en Granada tienen muy presente y reflejado en textos normativos la regulación de los usos de sus espacios, hasta el punto de imponer numerus clausus a las visitas (GARCÍA 2001).

Considero explicado suficientemente que es importante identificar las acciones de gestión para relacionar los bienes culturales con la sociedad, ya que en la actualidad tienen un amplio desarrollo y más amplio futuro. Por otro lado, he sido explícita identificando esa conexión con el término “uso público”, como consecuencia parece un momento oportuno para tratar de darle una definición. Como base para ello he utilizado las definiciones utilizadas para el uso público en el ámbito de la gestión de espacios naturales protegidos. En ese contexto se define como “Conjunto de programas, servicios, actividades (educación, ocio, turismo...) y equipamientos que, independientemente de quien los gestione, deben ser provistos por la administración del espacio protegido con la finalidad de acercar a los visitantes a los valores naturales y culturales de este, de una forma ordenada, segura y que garantice la conservación, la comprensión y el aprecio de tales valores a través de la información, la educación y la interpretación del patrimonio” (HERNÁNDEZ et. al, 2005). No se trata pues de sólo de directrices para controlar la correcta utilización de espacios patrimoniales.

Como resultado de los razonamientos anteriores considero que el concepto actual de patrimonio histórico requiere de la incorporación en nuestro lenguaje de un término que trate cuestiones como demandas sociales, convergencias de políticas, participación ciudadana, equipamientos, calidad de los espacios, servicios e infraestructuras, valores culturales que se muestran, etc. Para cubrir ese hueco terminológico hemos adoptado en este trabajo “uso público” como concepto integrador y como denominación de una propuesta de acción dentro de las políticas culturales que debe dar unidad y dirección a las acciones conjuntas de conocimiento, protección y conservación, a las demandas sociales e institucionales y la convergencia con otras políticas, identificando las oportunidades y los riesgos en una sociedad en constante cambio.


ITÁLICA Y LOS TEATROS ROMANOS

No es lugar para hablar de la evidente importancia histórica de la ciudad romana de Itálica, pero sí es oportuno mencionar que la historia de la gestión del yacimiento arqueológico de Itálica refleja la evolución de la gestión del patrimonio histórico en España. Se trata de uno de los primeros yacimientos en España que se excavan y se protegen de los intensos expolios decimonónicos, con investigadores y arquitectos punteros de diferentes épocas trabajando en él, objeto de visitas ilustres y del interés de viajeros e ilustradores, con un paisaje un referente en nuestra historiografía. Es, en definitiva, uno de los yacimientos romanos más importantes de Europa. Por toda esa historia de recuperación nos ha parecido interesante hacerlo nuestro objeto de investigación y, en concreto, su teatro romano (Fig. 1).

Los teatros romanos en la actualidad son edificios monumentales cuya investigación arqueológica y restauración tiene un gran calado, al ser edificios con una presencia significativa en el territorio y en el paisaje, ya sea urbano o rural. La ejecución de programas de conservación conlleva no sólo actuar en el monumento sino también en su entorno, por esta razón, los proyectos tienen plazos muy variables y en muchos casos no llegan a finalizarse. Conocemos 25 teatros de Hispania, aunque existen otros muchos de los que se tienen referencias epigráficas o a través de otras fuentes (TEJEDOR 2015). Andalucía es la comunidad autónoma que cuenta con más teatros romanos, diez. Las provincias de Cádiz y Málaga tienen tres, Sevilla dos y Granada y Córdoba uno en cada una. Casi todos los teatros consolidados andaluces son visitables, o visibles como en el caso de Itálica, y tienen aunque sea una mínima infraestructura de apoyo, como un control de acceso, señalética, cartelería o circuitos de visitas.

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Fig. 1. Vista del teatro romano de Itálica cuyas cáveas se construyeron parcialmente sobre el Cerro de San Antonio, y del caserío de Santiponce (Sevilla, España). Autor. José Morón. Fondo Conjunto Arqueológico de Itálica.


Un programa de uso de un monumento como un teatro romano debería tener en cuenta diversos factores: la adquisición de suelo, la ordenación urbanística, las intervenciones arqueológicas, la investigación, gestión del conocimiento y su reflejo en el propio monumento, las tareas de proyectar y ejecutar las obras de conservación y restauración, el contexto social y sus demandas, las instituciones que lo gestionan y que tienen intereses en él, la coordinación de todos esos aspectos y su financiación. Dada su enorme complejidad ha sido la iniciativa pública la que ha promovido estos proyectos, aunque existen casos en los que la participación privada se ha incorporado y ha posibilitado la gestión y ejecución de esos proyectos, como en el teatro romano de Cartagena. En la actualidad la situación de los teatros romanos en España es muy desigual por su entidad, estado de conservación, nivel de conocimiento y uso (GÓMEZ DE TERREROS 2012). La utilización de esos espacios como lugares de espectáculos genera no pocos problemas y es necesario hacer numerosas adaptaciones temporales para adecuarlos a esas necesidades y a las normativas de seguridad actuales; si a estas razones añadimos la presencia del público, se puede generar una gran tensión al monumento que habrá que modular en todo momento.


ANÁLISIS DEL CASO DEL TEATRO ROMANO DE ITÁLICA EN EL CONTEXTO DEL USO PÚBLICO

Como hemos explicado, en el uso público de un yacimiento confluyen prácticamente todas las acciones de tutela que se ejecutan en él. Una mala conservación, carencias en la accesibilidad, una mala señalética, la falta de integración de elementos en el recorrido de la visita, la falta de identidad o de entendimiento con la población local por la protección del bien, etc. podrían afectar enormemente a la percepción que la ciudadanía tiene de nuestro patrimonio o al estado del bien mismo. Por todo ello hemos estructurado el análisis de la situación del Teatro Romano de Itálica (en adelante TRI), de forma general y con mayor o menor grado de detalle, en los bloques de acciones más frecuentes de la gestión y que confluyen en hacer posible el contacto del patrimonio con la ciudadanía: la institución que lo gestiona, las acciones de protección, la investigación-conservación, y el propio uso público. Todo ello se desarrolla explicando cronológicamente las acciones que interesan destacar para este caso y prestando atención a la presencia o ausencia de interrelaciones entre ellos. Considero por tanto interesante para el trabajo hacer una exposición de la gestión del patrimonio y del Conjunto Arqueológico para mostrar el contexto en el que el uso público del teatro ha ido evolucionando en ambos momentos.

La institución

En el año 1937, Francisco Collantes, entonces responsable del yacimiento, excavó puntualmente y constató la existencia del TRI, al que ya había hecho referencia el padre Zevallos a finales del S XVIII (RODRÍGUEZ GUTIÉRREZ 2004), pero no fue hasta los años 70 cuando tienen lugar las primeras acciones de recuperación del teatro. Fueron actuaciones de gran complejidad jurídica, técnica e investigadora, que tuvieron su origen en el impulso dado desde la Dirección General de Bellas Artes por Florentino Pérez Embid. (Fig. 2) Con su marcha de esa dirección general, cesaron las grandes inversiones en el yacimiento (LÓPEZ 2012). A partir del 1979 se iniciaron los trabajos de conservación (JIMÉNEZ 1982) y, debido a otro importante impulso político en el contexto de la celebración de la Exposición del 92 en Sevilla, se exhumó completamente el edificio escénico y la práctica totalidad del graderío en intervenciones arqueológicas de años posteriores.

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Fig. 2. Primeras excavaciones del teatro romano en los años 70, se puede observar cómo se simultaneaban excavaciones, adquisiciones de casa, demoliciones. Fondo Conjunto Arqueológico de Itálica.


La gestión del Conjunto Arqueológico de Itálica (en adelante CAI) en esos años no debió de ser fácil ya que el director de la institución no tenía definidas oficialmente sus tareas (CORZO 1982) y no había un responsable claro de la tutela del yacimiento ni ningún programa de actuación formalizado. Se podría decir que Itálica era todavía un yacimiento con múltiples funciones pero todavía no era una institución.

A partir de 1985 se crean los cuerpos técnicos en las comunidades autónomas y serán éstos los que comiencen a dirigir los pasos que se darán en el CAI desde esas fechas, mientras la tutela de la administración autonómica se iba conformando administrativa y legalmente. La singularidad de Itálica se vio afianzada desde 1989 por la creación de una unidad administrativa: Conjunto Arqueológico de Itálica2. Además de otras cuestiones esenciales para el funcionamiento de la institución, la protección, investigación, conservación, en relación al uso del yacimiento el citado decreto plantea: posibilitar el acceso a la zona de los visitantes, garantizando el correcto uso de la misma; facilitar su estudio a investigadores; organizar, fomentar y promover iniciativas culturales que impulsen el conocimiento y difusión de Itálica, de sus valores estéticos y de su historia, así como desarrollar programas de cooperación con otras instituciones culturales o centros de investigación afines.

Tras la aprobación de la Ley 14/2007 del Patrimonio Histórico de Andalucía, Itálica quedó integrada como conjunto cultural en la Red de Espacios Culturales de Andalucía. Esas figuras de gestión establecen las bases del trabajo actual y futuro en un contexto sociocultural muy diferente al que vio crecer Itálica como yacimiento, pero también rodeada de unos cambios en los criterios de tutela y uso del patrimonio cultural (Fig. 3).

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Fig. 3. Vista general del Conjunto Arqueológico de Itálica desde el norte. Se observa su paisaje cercano, su ubicación en el área metropolitana de Sevilla y el anfiteatro en primer plano. Autor. José Morón. Fondo Conjunto Arqueológico de Itálica.


Es esa ley la que, en su artículo 79, establece la obligatoriedad de redactar un Plan Director de los Conjuntos Culturales. Como se verá más adelante este documento, en su texto de Avance, es el único donde, hasta el momento, se han marcado explícitamente las directrices de gestión y tutela del CAI.

En 2008 se iniciaba la redacción del citado Plan Director del CAI y aunque territorialmente la planificación se centraba en toda el área declarada BIC, el interés de la Consejería de Cultura en la recuperación del teatro y su entorno provocó que en el documento se hiciera un “zoom” en esta zona. Para ello elaborar el trabajo se encargaron estudios técnicos e investigaciones de diversa índole y se ejecutaron algunas demoliciones de inmuebles que eran propiedad de la Administración y se ubicaban en el entorno cercano al teatro. Tras estos pasos iniciales, las pertinentes excavaciones arqueológicas nos aportaron una información valiosísima para completar la ya existente sobre el TRI y el Cerro de San Antonio, que en realidad se trata de un tell cuya estratigrafía nos muestra desde los momentos iniciales de ocupación hasta nuestros días y donde se han producido los hallazgos más significativos de Itálica.

El conocimiento

En el estado actual de la investigación, el teatro de Itálica se nos muestra como un edificio que posiblemente se inició en la segunda mitad del siglo I a.C., constituido en principio por los siguientes elementos: Un edificio escénico, una orchestra, un graderío y sendos itinera abovedados que daban acceso a la orchestra hacia el norte y hacia el sur, saliendo al exterior directamente. Este edificio estaba relacionado con elementos topográficos y urbanos que existían en la parte más alta del graderío y se vinculaba con sucesivas y diferentes infraestructuras, entre ellas un criptopórtico o calle y escalera monumental en su primer momento.

A lo largo del primer tercio del siglo I dC., este edificio se fue “marmorizando”, y fue cambiando. De forma muy resumida se podría decir que el graderío del teatro fue ampliado varias décadas después de su construcción, seguramente en época de Tiberio. Este incremento del aforo supuso principalmente cambios tanto en los accesos superiores como en los itinera. Asimismo sufrió cambios en los iter, se construyó el portico post scaenam y el iseum. (JIMENEZ 2012).

En la zona alta del teatro, durante el siglo II, en época tal vez de Adriano, el teatro fue segregado de su contexto urbano del “cerro de San Antonio” por la implantación de un edificio colosal, aterrazado, cuyos restos se han encontrado en el mirador y la c/ Feria y que, sin una relación clara, ya fuera simbólica o funcional, con el edificio escénico y su graderío, constituye hoy con él un continuum de muros arruinados y cimientos de lo más interesante del CAI que, sin llegar al grado de dramatismo del anfiteatro, ofrece valores plásticos y paisajísticos muy interesantes (JIMENEZ 2009). Hoy en día el TRI y el Cerro de San Antonio constituyen una unidad patrimonial inseparable.

El proceso de las investigaciones se inicia en el verano de 1971. En ese año comenzaron las excavaciones que permitirían sacar a la luz el TRI, para lo cual se demolieron los inmuebles que se iban adquiriendo según el plan de expropiaciones elaborado tiempo atrás. Era una operación de gran envergadura que en sucesivas campañas fue poniendo al descubierto el magnífico edificio que se apoyaba en la colina de San Antonio de Santiponce (LÓPEZ 2015). José Mª Luzón, director de las primeras excavaciones, nos describe la marcha de los trabajos en esos años y las dificultades de las intervenciones arqueológicas y de las expropiaciones (LUZÓN 1983). En años posteriores se ejecutaron otras excavaciones en el entorno del teatro: casa de Venus, Pajar de Artillo etc.

A partir de 1979 sólo se llevaron a cabo tareas de conservación dirigidas por el arquitecto Alfonso Jiménez, dichos trabajos necesitaron de mucha investigación del edificio, por tanto se puede considerar una etapa muy fértil en cuanto al desarrollo del (JIMENEZ 1982). Los datos aportados por el citado autor y su equipo son y han sido fundamentales para la comprensión del edificio y su entorno y para desarrollar unos trabajos de conservación acordes con la Carta del Restauro y con las líneas de trabajo en monumentos en ese periodo.

En 1987 Alfonso Jiménez, Pedro Rodríguez y Francisco Montero redactan un proyecto de restauración cuya ejecución se inicia en el año siguiente con la financiación de la Sociedad Estatal para la Exposición del 92 y, con el objetivo principal de darle un uso escénico al teatro en el contexto de tan magno acontecimiento internacional (MONTERO 1993). Por este motivo Ramón Corzo, por entonces director del Conjunto Arqueológico, realizó entre 1988 y 1990 tres campañas de excavación, tras las cuales se dejó al descubierto la práctica totalidad del monumento. El avance en el conocimiento del edificio fue significativo, y especialmente en lo que se refiere a las cronologías, a la construcción y a los momentos finales de abandono (CORZO 1993).

Desde el año 2006, se ha realizado en el casco urbano de Santiponce toda una serie de trabajos de investigación cuyos resultados han supuesto un notable avance en el conocimiento de una de las zonas más singulares de la ciudad romana de Itálica, la conocida como cerro de San Antonio (JIMENEZ 2015). Asimismo, a partir del 2009, la investigación se extiende al edificio teatral. Todo ello nos ha llevado a conocer en mayor profundidad toda la evolución constructiva y urbanística del teatro y su entorno, permitiendo caracterizar y relacionar todas las estructuras existentes en la zona superior del edificio y afinar en la reconstrucción del proceso constructivo del teatro y el pórtico trasero, el frons scaenam, incluyendo la nueva dimensión del recinto del Iseum (Fig. 4) (JIMENEZ et. al 2014).

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Fig. 4. Plano descriptivo de las fases constructivas del teatro romano según las últimas investigaciones. Autores Rocío Izquierdo y Álvaro Jiménez


Era un objetivo esencial que los visitantes comprendiesen el monumento. Por ello, el estado del conocimiento tuvo su correspondiente reflejo material en el diseño final de los proyectos de conservación y rehabilitación y actualmente el TRI no oculta ningún aspecto esencial que ayude a entender el teatro sus funciones y su evolución. Por otro lado la investigación en esa zona nos abocaba a mostrar a Itálica como un continuum histórico diluyéndose esa dicotomía tradicional nova-vetus urbs

La protección y el planeamiento urbanístico del Teatro Romano de Itálica

Proteger espacios implica identificar ámbitos territoriales con unas determinadas cualidades o valores que deben conservarse para la sociedad actual y para generaciones futuras. La protección general se ejerce jurídicamente mediante la declaración de esos espacios como Bienes de Interés Cultural u otras figuras legalmente establecidas de menor rango. Para trabajar a favor de que la ordenación de los suelos sea compatible con la conservación y puesta en valor de los bienes que se localizan en ellos: usos, accesos, cualificación del entorno etc., la legislación de patrimonio también establece que la herramienta esencial es el planeamiento urbanístico (RODRÍGUEZ DE GUZMÁN 2005). Dado que la imagen física, la integración paisajística y conexiones urbanas de los monumentos y su entorno son aspectos fundamentales en el uso público de los mismos, y teniendo en cuenta la evolución explicada en capítulos anteriores, explicaré cual es la situación urbanística de esos suelos.

En los años 60 se dan en el yacimiento dos circunstancias coetáneas y a la vez contrapuestas, por un lado se hace evidente el interés del Estado por continuar y ampliar notablemente las excavaciones del yacimiento arqueológico, dados los importantes resultados de las investigaciones realizadas hasta esos años, y por otro lado, el inicio del crecimiento urbano de Santiponce que no era más que una pequeña población localizada muy próxima a la ciudad de Sevilla, con un término municipal de escaso tamaño y situado parcialmente en terrenos inundables (Fig. 5).

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Fig. 5. Plano que identifica el Suelo No Urbanizable y Urbanizable de Santiponce en el entorno de Itálica. En: ZOIDO, F et. al. El paisaje en el conjunto arqueológico de Itálica. Sevilla. Consejería de Educación, Cultura y Deporte. Junta de Andalucía 2013.

 

Aunque Itálica se declaró Monumento en 1912, para poder hacer progresar las excavaciones, en 1962, el Estado delimita un nuevo ámbito de protección en el Decreto 1757/1962, de 5 de julio, publicado en el BOE núm. 173, de 20 de julio que abarcaba “todo el recinto de la antigua ciudad de Itálica, Santiponce (Sevilla)”. Este ámbito correspondía a un polígono cuyos límites englobaban, además del anfiteatro, la zona excavada de la ampliación adrianea, una parte del núcleo urbano de Santiponce, una zona próxima a Cañada Honda, el teatro y el cerro de San Antonio (AA.VV. 2010).

En esos años se aprobaron sucesivos decretos de utilidad pública, vigentes en la actualidad, con el objeto de expropiar parte de los inmuebles del casco urbano que se habían construido sobre el yacimiento y evitar que se construyeran otros nuevos. Sobre esa política se cimentó el desencuentro material y social de Santiponce con Itálica.

A mediados de 1962, la Comisión de Monumentos informa favorablemente la propuesta de traslado de la parte del pueblo de Santiponce que se superponía a las áreas de interés para la investigación arqueológica. Para ello se construyeron 200 viviendas en una zona de la población fuera del área protegida. Esa operación no se pudo llevar a cabo debido a que las viviendas tuvieron que ser ocupadas por la población de Sevilla afectada gravemente por unas intensas inundaciones que hubo en esos años (CORZO 1982). Esto supuso un freno irreversible a toda esa operación. No obstante, desde mediados de los años 60, se habían adquirido suelos en la zona del TRI, la ocupación y demolición de esas fincas hizo posible las primeras excavaciones del TRI en 1971 (LUZÓN 1983).

Como resultado de los decretos de utilidad pública citados, el régimen jurídico aplicable a estos suelos implica que los edificios e instalaciones erigidos con anterioridad a la aprobación de la normativa urbanística que resultaren disconformes con el mismo serán calificados como fuera de ordenación, que sólo podrán realizarse en los edificios existentes obras de mero mantenimiento y que sólo excepcionalmente se podrán autorizar obras parciales; en definitiva, que esos suelos estaban abocados a integrarse en el programa de recuperación y puesta en valor del teatro. Dicha circunstancia se recoge en el texto de las ordenanzas de las Normas Subsidiarias de Planeamiento, aprobadas definitivamente el 17 de diciembre de 1986 y en su modificación de 1993, que recoge, de forma explícita, la integración de esos suelos en el programa de recuperación y puesta en valor del teatro. Ambas normas remitían a la redacción de un Plan Especial la ordenación de la zona que estudiamos y plantean que el ámbito de dicho plan incluye el yacimiento delimitado en la declaración de 1962 y la zona de la ciudad necesaria para la “correcta y completa investigación de la ciudad romana” (Fig. 6)

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Fig. 6. Plano Clasificación de Suelos de las Normas Subsidiarias de Santiponce de 1986. Teatro romano y su entorno. Señalado en puntos el ámbito del Plan Especial de Protección propuesto en esas normas.


En 1990 se redactó un documento de Plan Especial que incluía al TRI y su entorno que, por diversas causas, no llegó a aprobarse definitivamente. Este es el primer documento de planeamiento que ha tratado con cierto grado de detalle la ordenación de la zona del teatro y su entorno con sentido de valoración patrimonial.

En relación a la opinión que suscitaban los proyectos del TRI basta leer el análisis del citado Plan Especial. En este texto se cita que el histórico conflicto de intereses que ha enfrentado a la población de Santiponce con la administración del conjunto arqueológico, no solo no parece insalvable, sino que desde una visión externa y objetiva, se presenta como un litigio poco razonable desde la Administración. Asimismo añade que la falta de planeamiento, a largo y medio plazo, sobre el recinto arqueológico, ha generado una evolución derivada de múltiples intervenciones puntuales de carácter coyuntural, que han creado la desconfianza y la inseguridad de los habitantes del entorno. El continuo avance del perímetro del recinto hacia el sur unido a las trabas para toda nueva construcción en el término de Santiponce, justifican la sensación de malestar de la población. Todo ello hacía ya difícil la recuperación inmediata del orgullo de contar con un patrimonio cultural de primer orden. Por parte de la administración local ha faltado el reconocimiento de la importancia cultural del yacimiento. La coordinación administrativa de un planeamiento, previamente pactado por todos los organismos interesados, daría como resultado inmediato la desaparición de la desconfianza existente, fruto de la imprevisión y la provisionalidad mantenida durante años y añade, además, la ventaja de cualquier tipo de coordinación o actuación global que atenúe y comience a alterar el sentido de confrontación actualmente existente3

No cabe duda de que esa situación redunda en el uso público del monumento ya que, a nivel patrimonial, se refleja en los accesos, calidad del paisaje urbano, infraestructuras, conexión con el recinto visitable, y a nivel urbano y social nos encontramos ante un espacio desestructurado, en gran parte deshabitado, con problemas de infraestructuras, habitabilidad y con cierto grado de degradación. Toda esta situación resulta más llamativa al ser un municipio que acoge gran número de turistas gracias a su patrimonio histórico y que está declarado Municipio Turístico al amparo de la Ley 12/1999, de 15 de diciembre, del Turismo de Andalucía.

En el resto de los documentos de planeamiento aprobados posteriormente, aunque gráficamente aparezca con cierto detalle, textualmente se puede observar cómo el teatro romano se trata de forma tangencial, derivando cualquier análisis y decisión a un planeamiento a posteriori.

En el año 2001 se reelabora el expediente de protección de Itálica y se declara como Zona Arqueológica Bien de Interés Cultural 4. La superficie declarada BIC en la actualidad es de 116 hectáreas y 20 áreas. En ella se incluía toda la ciudad romana, vetus y nova urbs, y sus áreas extramuros de carácter artesanal y funerario. Esta nueva delimitación trae consigo la obligación de adecuar el planeamiento urbanístico a las necesidades de protección del bien en el plazo de dos años desde su declaración (la cual sucedió en 2001), tarea que, igualmente, no ha sido realizada. Por otro lado, la Ley 14/2007 del Patrimonio Histórico de Andalucía plantea que los documentos de planeamiento establecerán una ordenación compatible con la protección de sus valores y su disfrute colectivo.

En estos momentos, aunque la Junta de Andalucía posee numerosos inmuebles en esas zonas del casco antiguo de Santiponce afectadas por los citados decretos, el porcentaje sigue siendo muy inferior al previsto y se considera que las expectativas de adquirirlas en su totalidad es inviable, no sólo por el alto coste que supondría para la Administración, sino por la imposibilidad de establecer mecanismos de compensación en el municipio ya que no hay apenas suelo urbano no construido 5

Por los motivos anteriores, la Consejería de Cultura encargó en el año 2006 el trabajo denominado: “Proyecto de actuación para la ordenación y protección del entorno del TRI. Santiponce”. En dicho trabajo, tras un amplio estudio histórico, arqueológico, urbanístico y de la edificación, se hace una completísima plasmación gráfica de todo ello y se expone un análisis que gradúa el interés patrimonial y urbanístico de las diferentes parcelas afectadas por los citados expedientes. Asimismo, también se alerta de que los perjuicios derivados de ese grave vacío de ordenación urbanística que causan, tanto para el Conjunto Arqueológico de Itálica como para los residentes en Santiponce, aspectos como la incertidumbre sobre las actuaciones que pueden realizarse en cada inmueble, la falta de tratamiento para los potenciales espacios urbanos de uso público originados por la demolición de inmuebles propiedad de la Junta de Andalucía, los problemas de medianeras y, en definitiva, la pérdida de calidad del entorno del conjunto arqueológico y de los espacios públicos de Santiponce 6 (Fig. 7).

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Fig. 7. Vista del teatro romano y del caserío urbano más próximo. Autor. José Morón. Fondos Conjunto Arqueológico de Itálica.


Ese mismo año se inicia la redacción de un Plan General de acuerdo con los requisitos de la Ley 7/2002, de 17 de diciembre, de Ordenación Urbanística de Andalucía (en adelante LOUA) pero su tramitación quedó paralizada y su texto no pasó de ser una aproximación y de los estudios previos (AA.VV. 2010); finalmente, en al año 2008, se aprobó la adaptación parcial del planeamiento vigente a la LOUA (Decreto 11/2008 de 22 de enero), en ese texto se restringe el uso cultural exclusivamente al ámbito del TRI, quedando su entorno como suelo residencial.

Si bien es cierto que el suelo urbanizable o susceptible de urbanizar está prácticamente agotado en el municipio, la contradicción generada en cuanto al régimen jurídico y expectativas de desarrollo de esos suelos, seguramente producirá y acrecentará el conflicto y la brecha que separan el Conjunto Arqueológico de Itálica de la población de Santiponce. Aunque jurídicamente es evidente, se necesitará una gran claridad política para solucionar el problema que se suscite.

Por otro lado considero que un municipio con esa riqueza patrimonial -a Itálica hay que añadirle el Monasterio de San Isidoro del Campo-, y esa carencia de suelos para su desarrollo debe tener un tratamiento especial dentro de las políticas públicas. Su crecimiento está condicionado en gran parte por los bienes culturales, pero a su vez éstos deben y pueden ser el eje y motor del crecimiento y desarrollo de esa población. Invertir la situación creada debe pasar por un pacto de todas las instituciones implicadas que se comprometan a buscar juntas las soluciones más viables.

Conservación y obras de adecuación

Las intervenciones de restauración que se llevaron a cabo desde 1979 hasta 1988 se realizaron con el objetivo de la conservación de los restos excavados, sin embargo, fue la celebración de la Exposición Universal del 92 en Sevilla la que dio el impulso político pertinente a la propuesta de la celebración de espectáculos en ese “marco incomparable” y la que provocó el desarrollo de la gran intervención en el teatro para ese fin. Ese objetivo no se llegó a cumplir ya que no finalizaron las obras de restauración, pero sí permitió, como hemos descrito, que en esos años se avanzara en el conocimiento, conservación y adecuación del monumento y su entorno, manteniéndose prácticamente igual desde esa fecha hasta el año 2010.

El estado de conservación de los restos excavados hasta 1979 era bastante comprometido y desde ese momento se puso en evidencia la necesidad de una perfecta coordinación entre excavación e investigación arqueológica y conservación-restauración. El estado del teatro tras las excavaciones, era el de un monumento sometido a un intenso saqueo pero con una gran cantidad de elementos arquitectónicos conservados de todo tipo. Esta circunstancia favoreció las posibilidades de conocimiento del teatro y se pudo hacer una profunda investigación y documentación del mismo mediante el análisis de las formas arquitectónicas (JIMENEZ 1991-92).

No se dejó atrás en el proyecto la contemplación del teatro desde la parte alta (oeste) y desde un mirador previsto en el lado oriental del pórtico, además de la adecuación del entorno urbano ya que, a medida que las excavaciones y trabajos de conservación avanzaban, se apreciaba el carácter singular del monumento en el paisaje urbano de Santiponce y su carácter de “fachada” hacia el río Guadalquivir. Se diseñó un proyecto de urbanización en la zona donde se ubicaba el campo de la Feria y una antigua plaza de toros con los objetivos de crear una serie de plazas públicas y zonas verdes que cualificasen su entorno y evitasen la construcción de edificaciones que impidieran la contemplación del monumento manteniendo la imagen que seguramente tendría en época romana (MONTERO 1993).

En momentos anteriores a la redacción del Plan Director, la estrategia del CAI en relación al teatro, además de su mantenimiento y conservación, se plasma en dos actuaciones que tienen objetivos comunes: mejorar la contemplación del edificio, abrir el teatro a la visita pública y mejorar la circulación y seguridad para el desarrollo del festival de teatro grecolatino, entre otras cuestiones.

Pero todas estas iniciativas no eran suficientes ya que, aunque el monumento es tan importante como es el anfiteatro, el espacio investigado es amplio y el edificio ha sido objeto de importantes trabajos de restauración, seguía sin formar parte del área de visitas ordinarias del CAI y carecía de infraestructuras para su conservación y uso escénico. Para corregir esta tendencia y lograr la verdadera rentabilización social de este espacio, en 2009 se impulsó una actuación compleja para permitir la definitiva integración del teatro en el circuito de visitas de Itálica y como apoyo a esta línea de trabajo se desarrollaron las tareas de investigación descritas. La estrategia de acción planteada por el Avance del Plan Director de Itálica en relación al uso público del TRI, se vio favorecida por la decisión política tomada para que el teatro albergase la celebración del Festival Internacional de Danza. Ese compromiso político entre la Consejería de Cultura y la Diputación Provincial de Sevilla tenía unos plazos temporales cerrados, y nos obligó a trabajar en paralelo en la investigación, formalización de la redacción del documento de Plan Director y la redacción de los proyectos de rehabilitación/restauración.

En relación a los citados proyectos se optó por una solución que, dadas las circunstancias temporales y la complejidad del trabajo, consiguieron desarrollar las tareas de la mejor forma posible. Para ello se encargó al arquitecto Alfonso Jiménez Martín la redacción de una planificación de actuaciones en materia de restauración y obras. Ese trabajo, que se llamó PROSCAENIUM 7 surge al hilo de una propuesta que abarca la totalidad del conjunto edilicio del teatro y de unos objetivos básicos, en función de las determinaciones del Avance del Plan Director de Itálica:

• Conservar los restos exhumados desde 1972 hasta el presente.

• Facilitar su uso al público en general en visitas diurnas, formando parte del circuito normal del CAI, aunque no se descarta que las visitas pudieran ser también nocturnas.

• Facilitar su uso para espectáculos en sesiones diurnas y nocturnas, correspondientes tanto al Festival de Teatro Greco-latino como el Festival de Danza y todas aquellas actividades de similares exigencias.

PROSCAENIUM planificó los trabajos dividiéndolos en ocho proyectos que se encargaron a seis equipos de arquitectos, un equipo de arqueólogos, una documentalista y el coordinador del Avance del Plan Director de Itálica, que trabajaron de forma coordinada (FERNÁNDEZ 2012).

Lamentablemente la crisis económica impidió la ejecución de la totalidad, ejecutándose cuatro proyectos y dejando sin ejecutar los de la zona del pórtico, volviendo así a quedar incompleta la puesta en uso del TRI.

Tras la finalización de los trabajos de restauración de esta etapa, en el año 2012 se realizó una exposición sobre los mismos en la Casa de la Provincia de la Diputación Provincial de Sevilla bajo el título “...et petra movetur. Teatro romano de Itálica” (...y la piedra se mueve), donde se dio a conocer la evolución del conocimiento del monumento, se difundieron los trabajos de conservación y se describieron los procesos de planificación para la puesta en uso como teatro y su futura visita cultural.

El uso público del Teatro Romano de Itálica

El inicio de los trabajos de investigación en el entorno del teatro, en concreto en el Cerro de San Antonio, partió de una estrategia que tenía como objetivo último corregir la situación de degradación urbanística del sector. En realidad se trataba de “activar” la presencia del teatro romano en esa zona. Los objetivos inmediatos eran resolver problemas de conservación, de seguridad y ornato de los inmuebles propiedad de la Junta de Andalucía e incorporarlos a la zona visitable del teatro. Se procedieron a ejecutar algunas demoliciones con sus consiguientes excavaciones, que dieron lugar a los interesantes resultados descritos. Considerábamos que esa información era importante para proponer la ordenación en detalle del Cerro de San Antonio en un contexto en el que se planteaba la revisión del planeamiento vigente, revisión que nunca hasta ahora se ha llegado a realizar, como ya se ha explicado.

En todo momento consideramos fundamental mostrar el teatro y los elementos aledaños tal y como se conocían y para ello se hizo un especial esfuerzo en todos los proyectos de obras, dentro y fuera del TRI. Era esencial que tanto los visitantes como los habitantes conocieran el valor y el significado histórico y patrimonial de los restos encontrados. También con ese criterio de fomentar el aprecio de la población local, además de organizar diversas visitas a las excavaciones por parte de diferentes colectivos de escolares, estudiantes, profesionales etc., se hizo una exposición de la cabeza diademada recién descubierta y de otros elementos del teatro en el Museo Municipal Marmolejo (RODRÍGUEZ, 2010) de Santiponce. Era la primera vez que se exponían ese tipo de piezas en ninguna sede municipal. Hay que decir que la exposición se pudo realizar gracias a la colaboración entre las instituciones y el empresariado local.

En relación al uso actual, tras las últimas obras realizadas quedó garantizada la calidad y seguridad de su uso escénico, conforme a la normativa nacional tanto de espectáculos como de patrimonio, así como a las directrices internacionales ya descritas. En la actualidad se celebran el Festival de Teatro Grecolatino, el Festival de Danza que promueve la Diputación Provincial de Sevilla y el Programa de Teatros Romanos de Andalucía, además de otros usos que, a propuesta del ayuntamiento y de otros colectivos, son adecuados para ser realizados en el TRI. Se espera que a través de la “activación” del uso público del TRI, la población de Santiponce pueda percibir sus beneficios y aprecie el monumento haciéndolo suyo. Sólo de esta forma las acciones que todavía quedan pendientes de ejecutar se podrán hacer con la debida paz social y en un ambiente que sirva para el consenso.

Como hemos visto, el objetivo que se tenía cuando se inició todo el proceso de recuperación del TRI en los años 70 era su incorporación al recinto del CAI para su investigación, conservación y puesta en valor. Este proceso ha tenido grandes impulsos y grandes paralizaciones que no sólo afectaron al monumento. Su entorno en la zona oeste y sur quedó en una situación de “provisionalidad” y degradación, con solares, casas en uso, casas en situación de ruina, etc., que restaba calidad a las obras de urbanización que se hicieron en la zona norte y en el mirador.

Si el uso público es un aspecto de la gestión del patrimonio que enlaza con las dinámicas sociales, hemos de decir que en este periodo tuvo un desarrollo “escaso”. Ya hemos citado el rechazo ciudadano al proceso de adquisición de suelo y excavaciones arqueológicas. A ello hay que añadir que las obras de restauración nunca se terminaron y sólo han permitido una visita limitada al perímetro exterior del TRI.

Con esa situación al inicio de su redacción, el Plan Director de Itálica aborda el problema de la manera que se expone a continuación.

El uso público se desarrolla dentro de la “Estrategia Social” del plan, y se vincula al conocimiento, la conservación, la institución y el territorio. El diagnóstico previo realizado sobre los procesos patrimoniales, territoriales y sociales del CAI fue fundamental para plantear una propuesta apropiada de uso público que tuviese en cuenta la potencialidad de Itálica como elemento patrimonial de calidad en el área metropolitana de Sevilla con una población cercana a los dos millones de habitantes y con un gran potencial dinamizador de la cultura y del desarrollo socioeconómico de su entorno. Por ello los principios de acción de la citada estrategia eran:

• Puesta en marcha de un modelo sostenible de utilización del patrimonio para contribuir al desarrollo social.

• Aportación del patrimonio cultural como recurso educativo.

• Valorización y revitalización de los elementos y sitios históricos.

• Oportunidad para establecer alianzas con los diferentes agentes sociales.

• Promoción de la imagen del CAI.

• Contribución a la dinamización de la Red de Espacios Culturales de Andalucía.

El Avance del Plan Director refleja el concepto actual de patrimonio histórico y los criterios actuales de gestión de los recursos culturales que se basan en considerar las vinculaciones de los bienes patrimoniales con su contexto, incluyendo el entorno social y, como consecuencia, busca estrategias para que la sociedad utilice adecuadamente el recurso. Una triple temática configura la estrategia sobre utilización del conjunto arqueológico; por un lado, el uso público y la educación, por otro, una nueva iniciativa de participación en el desarrollo social prioritariamente local y, por último, una política renovada de promoción y comunicación.

Es importante tener en cuenta que para la redacción del documento se contó con diversa información sobre el entorno social que está implicado en Itálica. Es importante destacar que el diagnóstico de ese plan en relación a las demandas sociales y opiniones de la ciudadanía se basaba en diferentes fuentes. En primer lugar, una amplia encuesta realizada por la Universidad de Sevilla relacionada con la potencialidad del sector turístico de Santiponce y su relación con Itálica, en la que participaron expertos en diversas disciplinas conocedores de Itálica, responsables de diferentes instituciones, visitantes de Itálica, residentes de Santiponce y empresariado de la zona, que opinaron ampliamente sobre el papel de Itálica en nuestra sociedad bajo sus diferentes puntos de vista 8. En segundo lugar, un estudio de la procedencia de los visitantes del CAI que nos informaba sobre la importancia numérica de los visitantes de áreas cercanas, con las diferentes demandas y necesidades que ello podía provocar en cuanto al uso de los espacios. En tercer lugar, se analizó la información directa o indirecta que recibía el CAI (hojas de reclamaciones, peticiones…), resultados cuantitativos y cualitativos de las diversas actividades que se desarrollaban en el yacimiento (datos de las encuestas, el elevado número de demandantes de las actividades que se organizaban...), propuestas de actividades por personas, empresas e instituciones ajenas al CAI, noticias y opiniones recogidas por los medios de comunicación, reuniones ex profeso con diferentes colectivos de educadores, guías turísticos, expertos, responsables de otras instituciones etc. Finalmente contamos también con los datos cualitativos y cuantitativos que nos aportaron las estadísticas continuas del CAI.

El Avance del Plan Director de Itálica hace una propuesta integral del tratamiento del TRI en todos sus aspectos. La propuesta de uso público del teatro de Itálica lógicamente se enmarcaba en la propuesta global de todo el CAI y, en ese sentido, se describieron qué acciones podrían aportar una nueva forma de visitar el yacimiento: en relación al conocimiento se quiso mostrar el yacimiento de forma unitaria, alejando la separación historiográfica nova-vetus urbs, también se propuso dar a conocer la evolución diacrónica del yacimiento y de la propia población de Santiponce, se incluyó en el circuito de visitas edificios hasta ahora ajenos a ella como el teatro y las termas menores. En relación a la funcionalidad de la visita se diseñó una visita flexible, con opciones de recorrido aptas para distintos tipos de público, con variedad en la tipología de los elementos visitables, se plantearon itinerarios abiertos al casco urbano para facilitar el contacto de los visitantes con los servicios que ofrecen otras zonas de Santiponce; el teatro se convierte en el elemento monumental más próximo al centro urbano. En cuanto al territorio se resaltó la función de espacio libre cualificado en el área metropolitana de Sevilla, incorporando el valle del bajo Guadalquivir y el Aljarafe al discurso histórico de la visita. El desarrollo socioeconómico se favorecería fomentando iniciativas de negocio relacionadas con los servicios a los visitantes y la cualificación de los espacios urbanos de los entornos de los inmuebles patrimoniales; especialmente los espacios circundantes al teatro por la calle Feria que tienen un enorme potencial.

La nueva propuesta de visita al CAI estaba dirigida a un público general, diverso y no especializado y se proponía articular la visita al conjunto arqueológico con el recorrido de tres áreas visitables que unidas responden a un concepto argumental único: teatro, espacio urbano trasero al teatro y recinto arqueológico, añadiendo un centro de recepción de visitantes en el ámbito del teatro como inicio de la visita.

Por otro lado y dada la necesidad de que el uso del TRI garantizase su conservación, en el Avance del Plan Director de Itálica se plasmó una propuesta de normativa de acuerdo con los diferentes usos que se podían hacer del yacimiento; en ella, se describe el régimen y los condicionantes que regulan las acciones que se puedan autorizar, se define cada actividad y se determinan los criterios de gestión y las condiciones para su desarrollo (AA.VV, 2010: 374 y ss) (Fig.8).

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Fig. 8. Plano del teatro romano del Proyecto Proscaenium. Autor Alfonso Jiménez

 

La propuesta de uso público del plan está fundamentada en un modelo sostenible de utilización del patrimonio que puede generar alianzas con diferentes agentes sociales, que trata los bienes como recursos para la educación y que promociona positivamente la imagen del propio conjunto.

En relación a las áreas urbanas aledañas al teatro, en el Avance del Plan Director de Itálica se propone el acondicionamiento del espacio urbano tras el teatro para convertir el área en un lugar público de paseo y descanso con ciertas dotaciones que faciliten el entendimiento arqueológico que se pretende y con gran permeabilidad hacia el caserío de la población.

Según el texto del plan, la incorporación del teatro romano al uso público de Itálica trae consigo una serie de ventajas combinadas de distinto orden que se pueden sintetizar en las siguientes:

• Puesta en valor de un edificio monumental que podrá ser visitado por el público. Mejora general de la visita al conjunto arqueológico, haciéndola más completa y diversa.

• Mayor claridad para el entendimiento, por parte de los visitantes, de la ciudad histórica.

• Revalorización de la imagen de Santiponce.

• Dignificación de espacios públicos urbanos de Santiponce ahora degradados, en el entorno del teatro.

• Dinamización de actividades educativas y culturales en torno a las nuevas funciones que se pueden desarrollar en el teatro.

• Oportunidad como motor de desarrollo si se sabe aprovechar desde las iniciativas locales.

• Efecto sinérgico de apoyo a las iniciativas municipales relacionadas con el turismo.

Además de la adecuación del teatro, en materia de uso público, el Avance del Plan Director de Itálica consideraba los recursos culturales como recursos educativos con la intención de acercar Itálica a la sociedad, promoviendo que la ciudadanía hiciera uso del yacimiento con fines culturales, de ocio y educativos. Todas las actuaciones en el TRI tienen ese mismo sustrato, las actividades, espectáculos y los contenidos explicativos se planteaban como recursos educativos para acercar el Patrimonio Histórico a la sociedad (Figs. 9 y 10).

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Fig. 9. Vista del teatro romano de Itálica durante la celebración del Festival de Teatro Grecolatino en el año 2012.

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Fig. 10. Cartel para la difusión de las actividades de interpretación patrimonial llevadas a cabo en el teatro romano de Itálica durante el año 2009. Empresa: Espiral Animación de Patrimonio.


CONSIDERACIONES FINALES

En nuestro marco teórico y normativo y, en definitiva, en nuestro día a día carecemos de un concepto de referencia que aglutine las diferentes acciones que se ejecutan sobre el patrimonio y que vayan dirigidas al acercamiento y disfrute de la ciudadanía. Tan solo muy recientemente se están dirigiendo estudios y acciones con esta finalidad. En este trabajo se ha identificado el uso público como un concepto integrador y como denominación de una propuesta de acción dentro de las políticas culturales que debe dar unidad y dirección a las actuaciones para el conocimiento, la protección, la conservación y las demandas sociales e institucionales y la convergencia con otras políticas, identificando las oportunidades y los riesgos de forma previa a la toma de decisiones.

El reflejo que la idea anterior tiene en la realidad se ha ejemplificado en el TRI. La inercia sobre la que se mantienen en el S XXI las situaciones y posiciones ante el patrimonio histórico propias de los años 60 del siglo pasado, no ha hecho más que perpetuar la provisionalidad de las soluciones y enquistar los problemas.

El hecho de ser Santiponce un municipio con una enorme presencia patrimonial no sólo redunda en las ventajas del posible beneficio económico y social que este hecho aporta sino que, en este caso, plantea cargas a un municipio de reducidas dimensiones y que no se han puesto en evidencia de forma general, ni siquiera como un área que demanda un tratamiento singular a todos los niveles en el área metropolitana de Sevilla.

La falta de coordinación y de acuerdos institucionales ha alimentado y perpetuado una gran separación entre el patrimonio y la sociedad cercana a Itálica. Se ha mantenido la situación heredada desde la etapa anterior y la incertidumbre social. La situación urbanística de los alrededores del teatro tiene consecuencias en la habitabilidad del núcleo urbano y en la potencial proyección social y económica del TRI.

Los planteamientos del Avance del Plan Director de Itálica (AA.VV. 2010) responden a esta línea de creación de lazos y relaciones; la propia tramitación completa del plan habría sido una oportunidad de participación de la sociedad y de otras instituciones.

Igualmente la redacción y tramitación del planeamiento urbanístico acorde con la conservación de los valores patrimoniales, la habitabilidad del casco histórico de Santiponce y la calidad del paisaje urbano, sería una oportunidad única para estudiar la realidad arqueológica de Santiponce con criterios acordes al S XXI, redimensionar las afecciones y pactar soluciones que posibiliten una mejora urbana y social significativa.

Sólo a través de la gestión del CAI y la iniciativa de la Consejería de Cultura es imposible que se avance en ese aprovechamiento social del patrimonio histórico del municipio. Se necesita de la participación del Ayuntamiento, de las instituciones responsables de la ordenación del territorio, de empleo, etc., en definitiva se necesita de un acuerdo político y social que rompa con una inercia que no beneficia a nadie.

En cualquier caso, las reflexiones en torno al uso público del patrimonio histórico nos abren hacia un marco de referencias mucho más amplio del habitual y más comprometido con la sociedad.


AGRADECIMIENTOS

Quisiera agradecer el apoyo, dedicación y confianza de la directora de este trabajo, Dra. Margarita Sánchez Romero, de los responsables del programa de Máster de Arqueología de la UGR, así como de todas las personas con las que tuve la oportunidad de trabajar para tratar de hacer realidad el programa del uso público del teatro romano de Itálica.


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TRESSERRAS JUAN, JORDI. (2015): “Patrimonio Mundial: reflexiones ante cuestiones ¿cómo generar riqueza?¿cómo implicar a la comunidad?”. II Congreso Internacional de Buenas Prácticas en Patrimonio Mundial. Menorca 2015.http://www.congresopatrimoniomundialmenorca.cime.es/WebEditor/Pagines/file/Sesi%C3%B3n%205%20-%20J_%20Tresserras.pdf

* Consejería de Cultura. Junta de Andalucía. sandrarodriguezdeguzman@gmail.com

1 Desde el año 2005 al 2010 fui directora del Conjunto Arqueológico de Itálica. En esos años, como acciones estratégicas, se impulsó y redactó el documento de Avance del plan director del citado conjunto arqueológico y se redactaron e iniciaron su ejecución algunos de los proyectos esenciales para el uso público de su teatro romano.

2 Decreto 127/1989, de 6 de junio, por el que se crea el Conjunto Arqueológico de Itálica, como unidad administrativa -BOJA núm. 57, de 15 de julio de 1989.

3 PLAN ESPECIAL DE SANTIPONCE. Entre su travesía y la N630, elaborado por Martínez García, Trillo de Leyva y Montero Fernández (1990). Diputación Provincial de Sevilla.

4 Decreto 7/2001 de 9 de enero; BOJA nº 21 de 20 de febrero de 2001 por el que se delimita el bien de interés cultural Zona Arqueológica de Itálica.

5 PEREZ, T y MOSQUERA, E. (2007): Proyecto de actuación para la ordenación y protección del entorno del teatro romano de Itálica. Santiponce. Desarrollado por el Grupo de investigación HUM-700. Texto inédito

6 PEREZ, et al. 2007, op. cit

7 JIMENEZ MARTÍN, A. PROSCAENIUM 2009. Consejería de Cultura. (texto inédito).

8 CASTELLANO, MARIO (2005) “Avance de la potencialidad del sector turístico local” Universidad de Sevilla. Texto completo inédito.