ASPECTOS ARQUEOLOGICOS EN EL IMAGINARIO NACIONAL GRIEGO. NACIONALISMO Y CULTURA MATERIAL EN EL CASO DE ATENAS

ARCHAEOLOGICAL ASPECTS IN THE GREEK NATIONAL IMAGINARY.NATIONALISM AND MATERIAL CULTURE IN THE CASE OF ATHENS

Universidad de Granada. v.balaskas@hotmail.com

Vasileios BALASKAS*

Resumen

Este estudio habla del imaginario nacional griego con base en la época clásica. Se hace especial hincapié en el rol de Atenas y en su símbolo por excelencia, Acrópolis. La importancia del nacionalismo para la historia y el desarrollo de la arqueología se analizan a través de aspectos teóricos y prácticos de los siglos XIX-XXI: la lengua, la historiografía, la numismática y la política influyen en la politización de la arqueología y la simbolización de Atenas.

Palabras Clave

Nacionalismo, imaginario nacional, identidad, politización, Acrópolis.

Abstract

The purpose of this essay is to discuss the Greek national imaginary as based on the classical period. Special emphasis is given to the role of Athens and its symbol, Acropolis. The importance of the nationalism for the history and development of archaeology is analyzed through theoretical and practical aspects of the 19th to 21th centuries: the language, the historiography, the numismatic and the politics influence the politicization of the archaeology and the process of symbolization of Athens.

Key Words

Nationalism, national imaginary, identity, politicization, Acropolis.


INTRODUCCIÓN

La arqueología griega está estrechamente relacionada con términos como nacionalismo, identidad y comunidad imaginada. En el desarrollo del trabajo, examino críticamente el papel de las condiciones políticas y las perspectivas históricas que contribuyen a la creación de narrativas arqueológicas que forman parte del nacionalismo griego. Atenas es estudiada como un modelo de ciudad Europea e imagen de la ideología nacionalista. Asimismo, se muestra que la inestabilidad estatal creó una formación principalmente imaginada y nacional que no llegó a alcanzar la pretendida modernidad occidental. La arqueología institucional, que reprodujo esta ideología, fue en muchas ocasiones autora de prácticas unidimensionales. En términos generales el trabajo pretende tratar: a. del concepto de la hegemonía ideológica de Atenas (atenaísmo) y de la Acrópolis en la modernidad griega y su utilización como símbolos políticos en todos los aspectos de la sociedad. b. del tema de la identidad nacional y la cultura material del pasado que pese a no ser multidimensional alberga una serie de disciplinas y temáticas que representan todo el espectro de una comunidad imaginada, si bien tiene características principalmente políticas y c. de la gran presencia de dicho nacionalismo en la arqueología griega, que llega a formar parte de la identidad nacional del estado griego. Me centraré principalmente en el aspecto político del nacionalismo. Analizándose asimismo su aspecto cultural en base a la cultura material producida en relación con él. Desde su formación, el nacionalismo se conecta con la antigüedad y determina la creación de la arqueología.

Teniendo como temática central la política y la identidad del pasado, desde un enfoque arqueológico, incluye otros aspectos relevantes, ya que se trata de una cuestión influenciada por otras disciplinas como la historia, la antropología y la sociología, las cuales han resurgido, en las últimas décadas, como parte fundamental para la evolución de la arqueología. También aspectos como la educación, la numismática y la museología reflejan la historia de la arqueología y el proceso de formación de su identidad, relacionándose asimismo con el nacionalismo y la cultura material. Por ello es necesaria una visión global de la identidad griega y su percepción desde el punto de vista arqueológico, utilizando como herramientas para ello elementos de una serie de estos aspectos relevantes. La iconografía será una herramienta fundamental en el análisis de la identidad tal y como la encontramos en numerosos ejemplos dentro de la arqueología o como reflejo de la sociedad. En este sentido la Acrópolis es un ejemplo fundamental.

Sobre el nacionalismo griego, se ha desarrollado una serie de teorías que están inspiradas o se derivan de los principios generales del nacionalismo. Las interpretaciones que se le han dado al nacionalismo son, hasta día de hoy, sobre todo históricas y políticas. Gellner defiende la politización del nacionalismo (GELLNER 1983:13). Hamilakis también percibe el nacionalismo como una religión secular, con su idioma, ritual, puestas en escena y símbolos (HAMILAKIS 2007:15). Skopetea (1988 y 2001) desarrolla esta opinión indicando la importancia de los nacionalismos balcánicos según el momento en que cada nación comenzó a relacionarse con el Oeste. Al final la percepción del nacionalismo de Liakos es bastante aclaradora: “For Greeks, to feel as national subjects means to internalize their relationship with Ancient Greece” (LIAKOS 2001a:30).

En general, parece que la arqueología y el nacionalismo griego se conciben dentro de la esfera de la política como una forma de establecimiento de la identidad nacional. Analizaremos más adelante esta percepción, que forma parte del estudio de políticas del pasado, fundamental para la comprensión del caso de la arqueología en Grecia.


CONSTRUCCION TEÓRICA DEL NACIONALISMO: IDIOMA E HISTORIOGRAFÍA

La formación del idioma nacional: Diglosia en Grecia

El idioma griego es, para la memoria nacional, uno de los puntos clave de la helenikótita (helenidad) y la prueba de la continuación de la nación a lo largo de la historia. Sin embargo, la situación a principios del siglo XIX era bastante diferente. La dispersión del griego en la parte este del Imperio Otomano era bastante notable y difiere de la que encontramos durante el debate nacional sobre la cuestión lingüística en los años siguientes. El griego era el segundo idioma de los comerciantes en los Balcanes, el idioma de la iglesia Ortodoxa y punto de diferenciación con el Imperio Otomano (ROUDOMETOF 1998). No obstante, el griego no era hablado por todos los residentes de los Balcanes del sur y del supuesto estado griego, sino que había una mezcla de idiomas como arvanitikí, valaco, eslavo y turco. Así, parece que la diferenciación nacional no se podía alcanzar a través del idioma. (KITROMILIDES 1989: 152-153)

Se tiene constancia de la existencia en esa época del griego demótico, término utilizado para referirse al idioma coloquial, frente a la forma arcaizante artificial que se llama kazarévusa. Es lo que Ferguson (1959) primero llamó diglosia social, esto es, la coexistencia de dos sistemas lingüísticos en el mismo sistema social, con funciones y niveles distintos. Esta diglosia implica dos variedades de un idioma, una “superior” y otra “inferior”.

En un periodo en que los idiomas europeos se desvisten de su dependencia latina y adoptan una ideología individual (ANDERSON 1993:18-19), en el caso del griego se busca su identificación nacional jugando con estas dos formas de la misma lengua. La nueva Grecia necesita un idioma capaz de unir el helenismo y crear una consciencia nacional dentro del país. La kazarévusa no es un elemento al azar. La identidad griega, halagada por el neoclasicismo y la orientación clásica de los europeos, intenta glorificar el estado, utilizando la lengua muerta de Atenas del siglo V a.C.

Para ello, utilizada para lograr la homogeneidad nacional, la kazarévusa fue empleada en materia de educación, siendo adoptada en el sistema educativo. La centralización de la fuerza en la educación y el control del estado sobre la sociedad tuvieron una importancia capital en la integración y la homogeneidad de los ciudadanos de Grecia.

La situación empezó a cambiar junto con el movimiento de modernización, cuando se comprendió que el nuevo estado no podría sostener la memoria religiosa, sin la presencia de la tradición Bizantina. Asimismo, la ideología vigente pretendía la desvinculación con la línea ideológica existente en la preparación de la Revolución (LIAKOS 2001b), utilizando para ello el desapego por la generación que la organizó. La demótica no podía ya considerarse una corrupción del idioma clásico. Así, una corriente demoticista en la literatura (generación literaria de 1880) y eruditos de prestigio favorecieron la promoción del demótico en detrimento de la kazarévusa en la literatura y también en la sociedad, tendencia que coincide con el proceso de modernización de Trikoupis (VEREMIS 1989:140).

Reflejo del auge del nacionalismo en la época fueron los disturbios de Evaguelicá y Orestiacá en 1901 y 1903 respectivamente, que tuvieron su origen en conflictos sobre la traducción al idioma demótico de la Biblia en el primer caso y de la tragedia Orestea de Esquilo en el segundo. Lo interesante en estos asuntos tiene que ver con las críticas que sufrieron los autores de estas acciones ¨paganas¨ que fueron tachados de propagandistas de los sentimientos anti-helenos y un peligro para la nación. (ANASTASIADI-SIMEONIDI 2010).

La Historiografía griega en el siglo XIX: la creación de una nación

La consideración de la historia global como un todo compuesto por naciones es una idea de la Ilustración en el siglo XVIII. La historiografía nacional, inventada por los recién formados estados contribuye a la estabilización de los mismos y a la reflexión sobre su posición a nivel global. Grecia, siguiendo la tendencia de algunos estados vecinos (RISTELHUEBER 2003, LIAKOS 1993) basándose en su geografía histórica, la cual tiene que ver con la explotación del pasado clásico, reclama su sitio en el tiempo y en el espacio balcánico.

La defensa a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX de la idea de continuidad de la civilización griega constituye un objetivo claro del proceso de la nacionalización. Sin embargo la discontinuidad de esta línea histórica después de la época helenística y las sucesivas conquistas que sufre la tierra griega a lo largo de diferentes siglos era un problema que tuvo que superarse. Todo esto junto con el libro del austriaco, Jacob Fallmerayer sobre la eslavización de los griegos antiguos (SKOPETEA 1999) hicieron a una serie de académicos (sobre todo de la Universidad de Atenas) e historiadores tomar posición en defensa de la nación-estado griega. Spiridonas Zabelios, Constantinos Paparrigopoulos y Spiridonas Labros son tres de los autores importantes de la historiografía griega, que compusieron y marcaron metodológicamente la historia de la civilización griega desde la época antigua hasta nuestros días, separada en tres fases continuas: Grecia antigua, bizantina y contemporánea. Aunque el neoclasicismo no permitiría la incorporación del Bizancio a la percepción histórica europea sobre Grecia, el esquema de Paparrigopoulos puede considerarse exitoso en dos puntos. En primer lugar, sirve para la helenización del estado y su legitimación histórica y en segundo lugar sigue la línea ideológica del neoclasicismo, o sea, consigue alcanzar los objetivos principales del siglo XIX para la nacionalización y modernización del estado griego en sus inseguros primeros pasos.


CULTURA MATERIAL Y ARQUEOLOGIA

Numismática y significado del pasado: De Fénix a Dracmas

En el siglo XIX las monedas tuvieron un papel esencial en la construcción de la nación-estado, gracias a su papel autoritario y político. Bregianni reconoce un elenco común de representaciones en monedas, que divide en tres categorías: “The first one is the symbolic figures, while the second is the standardization of monarchic figures minted in silver or gold coins and the third is the Greco-Roman iconography […] These homogenized practices elucidate also the process towards the formation of the nation-state which symbolizes its existence by common visual representations.” (BREGIANNI 2013 y 2015:2).

Por Real Decreto de 8 de Febrero de 1833 en Grecia se establece un nuevo sistema monetario, en virtud del cual en el lugar del fénix la nueva moneda griega será la dracma. Tras la llegada del rey Otto, se decidió la ruptura con el sistema anterior, siendo utilizado para tal fin el argumento de la defensa de la confiabilidad de las transacciones.

Desde el punto de vista ideológico, la dracma era un símbolo clásico y ateniense. Representa el renacimiento de la gloria del siglo V a.C., cuyos descendientes se consideran los griegos de hoy. La nueva moneda va a tener un anverso que seguiría el prototipo europeo de la época, es decir, la representación monárquica y autoritaria que aseguraba su confiabilidad. Así, una simplificación del escudo real se utilizó para las monedas de 1, 2, 5 y 10 céntimos y la cara de Otto aparece en las de ¼, ½, 1, 5, 20, 40 dracmas. El reverso, se decoró con ramas de olivo y con el escudo real y ramas de laurel, respectivamente.

La utilización de los citados motivos es una constante durante todos los reinados griegos con muy escasas excepciones, por eso me centraré en la representación del nacionalismo. Aunque mi investigación todavía está en una etapa inicial, me parece interesante destacar una reorientación hacía lo clásico en los reinados de Georgios A (1863-1913) y Constantinos A (1913-1917 y 1920-1922). En un periodo donde el nacionalismo expansivo surge en los Balcanes (conduciendo a las guerras Macedónicas) diseños inspirados en la Grecia antigua y la mitología aparecen en las monedas de uno y dos dracmas del año 1910 y 1912.

Después de la consolidación y estabilización de la narrativa nacional, en 1930 se ven por primera vez, en el periodo de la primera república griega (DAROUSOS 2001), junto con el fénix, símbolos cristianos (cruz, radio del espíritu santo y estrella). En general, en los dos periodos republicanos, los motivos clásicos vuelven y dominan las composiciones.

La segunda república griega (1974-) utilizó la dracma con una orientación clásica. En nueve de las catorce monedas en vigor desde 1974 hasta 2002 figura algún tipo de representación clásica o mitológica.

Una observación interesante nos llevará ahora a la influencia de la evolución del idioma griego en la percepción de la identidad. Con el establecimiento del demótico como idioma oficial de la República Helena en 1977, el cambio de la serie de las monedas en circulación en este momento tiene una cierta carga ideológica: se acuñan nuevas monedas idénticas a las anteriores, pero con el término dracmas no escrito ya en kazarévusa dracmaí, sino en griego demótico dracmés. La importancia ideológica de este cambio revela la gran necesidad de mostrar la narrativa nacional en su nuevo concepto. Bregianni considera que la numismática “functioned as a unifying factor among European nations during the first era of globalization” (BREGIANNI 2015).

Lo más interesante en las monedas de la segunda república es la puesta en circulación de la moneda de 100 dracmas en 1990 (Fig. 1). Esta moneda representa en el anverso a Alejandro Magno y la inscripción “ΜΕΓΑΣ ΑΛΕΞΑΝΔΡΟΣ ΒΑΣΙΛΕΥΣ ΜΑΚΕΔΟΝΩΝ” (Alejandro Magno Rey de Macedonios), y en el reverso el Sol de Vergina con las inscripciones “ΒΕΡΓΙΝΑ” (Vergina) y “ΕΛΛΗΝΙΚΗ ΔΗΜΟΚΡΑΤΙΑ” (República Griega). No parece casual que ese mismo año se organizare el primer Parlamento del nuevo estado de la República de Macedonia declarándose a principios de 1991 oficialmente su independencia. La cuestión macedónica que dominó la prensa y la política exterior de Grecia en los años siguientes, como una cuestión nacional de máxima importancia, parece guardar relación con el diseño de esta moneda. En este caso el pasado y la narrativa nacional sobre la helinikótita se utilizaron frente a un asunto internacional en el que dos nacionalismos extremos se enfrentaron. El pasado se explota en una disputa política y nacional de dos estados en pugna por el dominio ideológico del área. La arqueología deviene herramienta en la lucha nacional. Claro ejemplo de ello sería el uso del sol de Vergina en las 100 dracmas anteriormente descrito, así como la más reciente excavación “política” en Anfípolis (2013-4), utilizada como una inyección de nacionalismo por parte de los medios de comunicación. En este caso la inmensa propaganda de la prensa y televisión griega sobre la supuesta tumba de Alejandro Magno o su mujer e hijo han sido criticadas por gran parte de la arqueología profesional en Grecia. Por parte de la República Macedónica, la inauguración de la estatua de Alejandro Magno sobre Bucéfalo en la Plaza Macedonia de Skopie, en el aniversario del referéndum de su independencia de Yugoslavia, así como el símbolo de su bandera, responden exactamente al mismo objetivo.

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Fig. 1. Moneda de 100 dracmas de 1990 con Alejandro Magno y el sol de Vergina (foto del autor).


El Metro de Atenas: modernidad urbana y caso de estudio

La modernidad urbana griega encuentra un ejemplo interesante en el metro de Atenas. La arqueología en Grecia está incorporada a la totalidad de los aspectos públicos como política patrimonial y nacional. Desde la creación del estado en el siglo XIX, la modernidad constituyó el ideal al que aspiraba la política griega, en su afán por dejar atrás sus elementos otomanos y (re)descubrir una identidad europea. Dicho objetivo se alcanzó parcialmente a través del neoclasicismo del siglo XIX (BASTEA 2008), mediante la fiebre arqueológica y gracias a los intereses de las grandes potencias en los asuntos de los diferentes territorios del Imperio Otomano. Después de la consolidación de la narrativa nacional durante el período de entreguerras y tras la Segunda Guerra Mundial, la arqueología en lo relacionado con la modernidad urbana se interesa sobre todo por la glorificación de Grecia moderna, como sujeto de su historia perenne.

En esta ocasión centraré mi análisis en el tema del metro de Atenas y su impronta ideológica. La investigación se conecta con el simbolismo de su presencia en la capital de Grecia, desde el periodo de la concepción de su idea hasta nuestros días, con énfasis en su materialidad y su relación con la arqueología.

En primer lugar, no han de olvidarse las connotaciones simbólicas de la propia empresa constructora “Attikó Metro S.A.”, cuyo logotipo es un metro pasando por detrás del Partenón (Fig. 2). También es revelador que los mapas existentes dentro de los vagones del metro, destinados a la orientación de los viajeros se encuentren ilustrados con 5 símbolos en total. De los cuales, tres de ellos se refieren a los distintos medios de transporte existentes en la ciudad (El puerto, el aeropuerto y la estación de trenes) y los otros dos a símbolos importantes de la narrativa nacional. Primero, el Estadio Olímpico de Atenas (donde se celebraron los Juegos Olímpicos de 2004) y segundo el Partenón (son interesantes también los nombres de las tres líneas de tranvía en Atenas: Tucídides, Aristóteles y Platón).

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Fig. 2. El logotipo de “Attikó Metro S.A” (http://www.ametro.gr/page/#here).


Los pasajeros que utilizan el transporte ferroviario en Atenas son expuestos a un interesante aspecto de la identidad nacional griega. Desde el inicio de las obras del metro en 1992, fruto de los hallazgos arqueológicos encontrados durante el periodo de construcción, más de 20 excavaciones se han llevado a cabo, retrasando en muchas ocasiones la fecha inicialmente prevista para la finalización de las obras. Como resultado de ello se han creado 6 exposiciones en las correspondientes estaciones de metro. Hasta aquí podría parecer que nos hallamos ante una práctica inocente y novedosa encaminada a conservar y actualizar la estética de las estaciones.

Sin embargo, la exposición de la estación de Acrópolis pertenece a otra esfera del nacionalismo griego. En dicha estación, cerca de una de las dos entradas está expuesta una réplica de la parte del frontón oriental del Partenón ahora en el British Museum. Pero las alusiones a la Grecia clásica no terminan aquí. En el andén de la misma estación gran parte de los muros están decorados con el friso del Partenón. Unos metros más lejos destaca la fotografía de una mujer, en frente de Acrópolis, saludando. Se trata de Melina Merkouri, cuyo nombre está ligado a la campaña a favor de la repatriación de los mármoles del Partenón en posesión del British Museum llevada a cabo durante la década 1990.

Obviamente puede concluirse sin miedo a incurrir en error que la elección de la decoración en este caso no responde a meros criterios estéticos, sino que está teñida de una profunda carga ideológica y reivindicativa. La alusión a la reclamación de la repatriación es algo que se percibe desde la primera vez que entra uno en la estación. El especial hincapié en la figura del Partenón es una constante en la narrativa nacional. Es un tema “sagrado” para la población griega. Sin embargo, la decisión de la antedicha decoración degrada “la lucha nacional” a una especie de cuestión baladí: presentado en un lugar de realidad mundana, el mensaje nacional de suma importancia contrasta con la trivialidad del contexto. En relación con el nacionalismo griego, la gente está obligada a seguir una “lucha nacional” con connotaciones políticas muchas veces grotescas.

Desde un punto de vista diferente, Liakos (2001b, 2011) percibe Acrópolis como un marco con varios parámetros, uno de los cuales es el disfrute. Considera que cobra sentido, ofreciendo el disfrute del pasado, en una era en la que la historia no tiene sentido. En otras palabras, la estética del museo se entiende separada de la historia. Se trata del disfrute de una historia sin historicidad. El metro de Atenas y su relación con Acrópolis resultarían así: partes de la globalización de las grandes metrópolis, a modo de “nodos” de una “red” global, al igual que ocurre con el nuevo Museo de Acrópolis.

Casos de modernidad griega relacionados con la arqueología

La percepción de la antigüedad clásica en Grecia moderna y en el mundo occidental es un asunto común y frecuente. Miles de posters y todo tipo de souvenirs de inspiración clásica se pueden encontrar por todo el centro de Atenas, anuncios publicitarios en televisión y radio a menudo utilizan el mismo simbolismo, siendo la imagen de la Acrópolis la mejor embajadora de Grecia fuera del país. Los casos que voy a analizar aquí presentan una singularidad en la percepción de la antigüedad y se alejan de la visión de la arqueología institucional y de la ideología nacionalista e en uno u otro sentido, o la representan de forma extraordinaria.

El primer caso que se examina es el Make Noise Fest que tuvo lugar en 29 de Mayo 2015 en Atenas (Fig. 3). Se trata de una iniciativa del periódico electrónico toperiodiko.gr para la celebración de su primer año de existencia. En su página web el periódico propone como objetivo “la perturbación de la tranquilidad” y se confiesan en oposición con “la expresión dominante conservadora estética, política y cultural”. La originalidad del concepto sin embargo se esconde en su cartel. La imagen del Partenón por una parte y su reflejo por abajo con una onda sonora en medio, lleva la utilización del símbolo clásico por excelencia a otros significados. Los autores de este festival utilizan la imagen cultural más representativa para la narrativa nacional, una imagen casi sagrada y proponen disolverla a través de la música. Pero no es la Acrópolis en sí a la que se enfrentan, sino la Acrópolis política e institucional que simboliza la autoridad y hegemonía. Según Chakrabarty “the minority histories lead to the construction of a different, emancipatory version of the same past, one we could call ‘subaltern” (2008:97–113, citado por PLANTZOS 2012:240). En nuestro caso el pasado subalterno representa el contraste ideológico de la percepción de la antigüedad clásica, un nacionalismo anti-estatal como lo denomina Plantzos. La acrópolis en el cartel pierde su significado arqueológico y deviene el símbolo de la autoridad y de la ideología nacional.

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Fig. 3. El cartel del festival Make Noise Fest. (http://cdn.toperiodiko.gr/wp-content/uploads/2015/05/makenoise-internet-poster-724x1024.jpg)


El otro caso que mencionaré es la campaña publicitaria vigente Discover Greece fruto de una colaboración de la empresa de agua griega Korpi y la organización sin ánimo de lucro Symmaxia gia tin Ellada (Alianza por Grecia). La campaña tiene como objetivo el aumento del turismo y del conocimiento de Grecia. Para ello, las botellas de agua de la empresa Korpi llevan en su etiquetado diferentes lugares de destino turístico, uno de las cuales, como no podía ser de otra forma, es la Acrópolis (Fig. 4). La fotografía del monumento está acompañada por el siguiente texto: “It is considered as the most important surviving structure of Classical Greece. The Parthenon has always been regarded as an enduring symbol of Classical Architecture, Democracy and Western Civilization”. La primera impresión es la repetición de la narrativa nacional de la excelencia y superioridad global del Partenón entre las “estructuras” clásicas. Una muestra de la adopción de la ideología de la Ilustración en Europa que alude a la condición de receptora de la civilización del Oeste de la herencia de Grecia Antigua. Ello, puesto en relación con Grecia Moderna deviene un mecanismo para la creación de la identidad griega, la diferenciación del Orientalismo y la participación en los asuntos Europeos a través de la modernidad.

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Fig. 4. La etiqueta de la campaña publicitaria del agua Korpi. (http://www.korpi.gr/files/New%20Destinations.pdf).


No obstante existe una contradicción. Mientras el texto se refiere a la excelencia del Partenón, la imagen es de la colina de Acrópolis entera. La identificación del Partenón con el complejo de la colina lleva implícito un término filológico en arqueología. Se trata de una metonimia “cultural”, la percepción de la parte por el todo. Este fenómeno no debe sorprender en una cultura que vive en gran parte a través de su pasado. La explotación del pasado no consiste en una línea recta de significados, sin desviaciones. El esquema aquí sería el siguiente: en la ideología nacional (e internacional) la identidad griega se representa, por excelencia, por la Acrópolis. En la percepción global, Acrópolis es la obra maestra símbolo de la civilización Occidental y la construcción más perfecta nunca hecha. Pero no la Acrópolis en su conjunto. La Acrópolis neolítica, Medieval y Otomana no. Tampoco la Acrópolis completa. Para la narrativa nacional existe una jerarquía cultural. Acrópolis Clásica>Acrópolis de otros períodos, Partenón Clásico>los demás monumentos de Acrópolis. Así la imagen de Acrópolis deviene la imagen del Partenón, ya que es éste el monumento clásico. Lo mismo podríamos comentar sobre la ilustración del Partenón en el mapa de los trenes del metro de Atenas en la estación de Acrópolis. Así, la nación deviene soberana en el momento en que su modernidad es imaginada o inventada en base a su antigüedad y su soberanía se sostiene incluso cuando el estado está bajo el control político, económico o cultural de una metrópolis distante.


POLÍTICA EN ARQUEOLOGÍA

Sociedad Arqueológica y Escuelas arqueológicas extranjeras en Atenas

Junto con la independencia de Grecia y a causa de la gran cantidad de antigüedades que se destruían en Atenas durante los primeros años de su evolución urbanística, se anunció en 1836 la creación de la Sociedad Arqueológica. Su finalidad era preservar y salvar antigüedades, y promover excavaciones que conducirían a la reducción de la pérdida y saqueo de aquéllas. Asimismo, el objetivo era el desarrollo de la ciencia arqueológica. Al igual que un estado ha de legitimar su existencia, la Sociedad Arqueológica tenía que establecer su prestigio. Por ello, la primera asamblea tuvo lugar en Acrópolis el 15/01/1837.

A partir de mediados del Siglo XIX se establecen la mayoría de las escuelas arqueológicas extranjeras en Grecia y Atenas. Su objetivo, aparte de arqueológico, es consolidar su influencia y promover los intereses europeos. Su presencia se estableció con gran éxito en el siglo XX. Por ejemplo la propaganda de los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 consistente en llevar la llama olímpica desde Olimpia a la sede de los Juegos y el anuncio de la reapertura de las excavaciones en dicho yacimiento por el Instituto Arqueológico Alemán son fiel reflejo del leitmotiv de la presencia de estas escuelas en Grecia. En la misma línea encontramos la intervención propagandista de la Escuela Francesa de Atenas (ETIENNE 1996) en el periodo desarrollado bajo la dirección del arqueólogo Gustave Fougères. Durante 1917-8 se proponen una serie de reformas pedagógicas, por parte de la Escuela Francesa, que comprenden, entre otras, la introducción de la lengua francesa en la escuela griega y la creación de una cátedra de lengua y literatura francesa en la Universidad de Atenas (STAVRINOU 1996).

La existencia de estas escuelas y su participación activa en la arqueología griega propiciaron el enfrentamiento, entre la arqueología autóctona, la cual quería preservar la materialidad del pasado y propagar la continuidad de la civilización griega y la arqueología “extranjera” que reflejaba la tendencia hacía la antigüedad clásica.

Regímenes autoritarios y la explotación del pasado en el siglo XX

La explotación del pasado es práctica común de la autoridad central. Quizás no exista ejemplo más claro de ello, que la utilización de esta explotación, para dotar de autoridad y legitimar su propia existencia, llevada a cabo por regímenes autoritarios. Nos vamos a centrar en dos casos de la historia griega del siglo XX, donde la arqueología y el pasado fueron puestos al servicio de los intereses de los distintos regímenes. Lo que caracteriza el uso del pasado en estos casos no tiene que ver con la ontología de los mecanismos que se utilizan, sino con su naturaleza y los objetivos que persiguen. Por ejemplo, el colonialismo inglés a principios del siglo XX utilizó en muchos casos el pasado para autenticar su potencia, de igual forma que la Alemania nazi en los años treinta hubo de buscar y explotar el pasado para poder sostener su propia identidad.

El metaxismo es un claro ejemplo de estos mecanismos. Metaxás estableció el Régimen del 4 de Agosto en 1936, 4 meses después de gobernar como primer ministro. La característica principal del metaxismo está ligada al renacimiento del helenismo. Su nacionalismo implica la continuación de la civilización griega del historiador Constantino Paparrigopoulos y Metaxás quiere reformar la tercera civilización griega. La explotación del pasado fue uno de los engranajes de su régimen. CARABOTT (2003) lo atribuye al interés del dictador por presentar como abominable el pasado inmediato de la nación y de su escena política. Así la apropiación del pasado glorioso justificaría sus políticas. Sin embargo, su percepción del pasado merece nuestra atención. Aunque para el metaxismo la Atenas clásica es el centro de la evolución artística, la democracia ateniense no es apreciada al considerarla culpable del estallido de la guerra del Peloponeso. Por otro lado, Esparta es admirada en el metaxismo por la disciplina, integridad territorial e ideales nacionales.

El segundo caso tuvo lugar en la década siguiente, cuando la guerra civil conduce al exilio a muchas personas sobre todo de ideología de izquierdas, otros muchos fueron deportados y recluidos durante el periodo 1947-1950 en la isla de Makrónisos (para una visión global del caso: HAMILAKIS-YALOURI 1996 y HAMILAKIS 2003). Makrónisos sirvió como lugar de “purificación y rehabilitación” forzosas de los deportados. Para lograr sus objetivos se basaron en la antigüedad clásica y sus significados nacionales para el estado. La prensa de la isla, las actividades que allí se realizaban y todo el marco social que les rodeaba se conecta con esta orientación. La culminación es la construcción de maquetas de monumentos de Acrópolis (Erecteión, Partenón etc.) por los exiliados como ejercicio de purificación.

Así, queda patente en los dos casos que la percepción del pasado y la cuestión del nacionalismo no se trata de un fenómeno simple y unilineal. Tampoco su percepción y filtración sigue un solo mecanismo.


CONCLUSIONES

El papel que jugó la kazarévusa y la cuestión lingüística en general, así como la invención de la historia nacional de Grecia a mediados del siglo XIX formaron parte del nacionalismo. Junto con ello, una serie de leyes e instituciones arqueológicas otorgaron a la arqueología prestigio, centralismo y atenaísmo. El diseño de las monedas es también una muestra de la utilización de la arqueología por la política, de la misma forma en la que el nacionalismo griego se traduce en cultura material y pública en lugares como el metro. Asimismo, una serie de actuaciones y eventos siguen usando la antigüedad y la arqueología como parte de su identidad, dentro de la narrativa nacional. Todo esto compone una tendencia que, a través de la política y el rol del pasado en la identidad griega, conduce a una percepción del pasado monolítica y parcial, así como nacionalista, llegándose en ocasiones a promover una imagen distorsionada del pasado en interés propio.

La política fue en muchas ocasiones responsable de la creación de la narrativa nacional. Fruto de la actividad política es también la arqueología en Grecia. La arqueología institucional surge en un momento en que, la purificación del pasado era necesaria, necesitándose al mismo tiempo una preservación de las antigüedades. Así, el inicio de la arqueología griega, aparte de tener un carácter decididamente atenaísta también es representación de la memoria y el olvido del estado. En una época en la que la formación de la nación griega era indispensable para la supervivencia del estado griego rodeado por una serie de otros nacionalismos agresivos, la arqueología fue la herramienta utilizada para crear un pasado nacional. Asimismo, se encontró en el perfil de Atenas a su mejor embajador. La formación de Atenas entonces constituye un proceso consciente, instigado por fuerzas internas y externas. Acrópolis constituyó dentro del nuevo estado el símbolo del poder monárquico. Sin embargo, la orientación de este monarquismo (y de la sociedad en general) hacía la época clásica y el intento del nacionalismo de seguir las ideas europeas canonizaron el símbolo de la Acrópolis como emblema de toda la nación y por extensión de todo el mundo occidental. Así, el pueblo griego adoptó la idea de Atenas como el centro del mundo occidental. La religión, la educación, la numismática, la legislación y la historia representan tan solo una parte de la gran variedad de esferas en que se produce dicha adopción. No obstante, Grecia tuvo que sacrificar una cultura pluralista para conseguir formar parte de Europa. Dentro de este marco social y político gran parte de la arqueología griega representa hoy la identidad nacionalista, siguiendo la expresión de la narrativa nacional consolidada y atrófica.

Al final, Grecia se identifica mediante sus antigüedades y encuentra en la imagen de la Acrópolis el símbolo del poder griego y su importancia en la escena internacional. No habiendo podido superar este esquema hasta día de hoy. La Acrópolis formó parte de la narrativa nacional y esta se reproduce, conscientemente o no, por la mayoría de la sociedad griega, como un aspecto glorioso de su realidad.


BIBLIOGRAFÍA

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