UNA APROXIMACIÓN A LAS CERÁMICAS RECUPERADAS EN LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL RESTAURANTE DE «EL POLINARIO»

AN APPROACH TO THE POTTERY RECOVERED IN THE ARCHAEOLOGICAL EXCAVATION AT THE RESTAURANT OF «EL POLINARIO»

Miguel BUSTO ZAPICO *

Resumen

Hemos realizado un análisis pormenorizado de los materiales cerámicos hallados en la Alhambra, durante la intervención arqueológica que se llevó a cabo en el edificio del restaurante de «El Polinario» en 2007. Se ha tratado de indagar la transición en el tiempo de la Alhambra y de la ciudad de Granada, en una época de cambio entre una sociedad nazarí y otra castellana. El tema principal busca aplicar un exhaustivo análisis estadístico y morfométrico a todo el lote cerámico que ha permitido extraer información de las cerámicas granadinas de los últimos momentos del reino nazarí hasta el siglo XVIII.

Palabras clave

cerámica, metodología, Baja Edad Media, Edad Moderna, Alhambra.

Abstract

We carried out a detailed analysis of the ceramic materials found at the Alhambra during the archaeological excavation took place at the building of the restaurant “El Polinario” in 2007. We have tried to investigate the transition in time of the Alhambra and the city of Granada, in a period of change between the Nazari society and the Castilian one. The main objective is to apply a comprehensive statistical and morphometric analysis of the whole set of pottery, allowing us to extract information about the Granadian pottery from the last moments of the Nazarid kingdom up to the 18th century.

Keywords

pottery, methodology, Late Medieval Age, Modern Age, Alhambra.


INTRODUCCIÓN

La cerámica es un vínculo con otra cultura y con las personas que la conforman, con el que entramos en contacto directo a través de los fragmentos que han llegado hasta nosotros. A pesar de ser muy frecuente en el registro arqueológico de cualquier ciudad, el conocimiento de la cerámica bajo-medieval y moderna se encuentra en un estado inicial, aunque podríamos decir que estamos en una etapa de crecimiento. Los estudios de la cerámica de esta época se han convertido en un marco idóneo para poner en práctica nuevas metodologías muy rigurosas y nuevas aproximaciones, dado que no se encuentran tan prisioneros de los estudios tradicionales. Este es el contexto de nuestro trabajo que tratará de aportar nuevos datos que nos permitan un mejor conocimiento de la Alhambra y la ciudad de Granada en una época de tránsito entre el mundo nazarí y el castellano, a través del estudio del registro material cerámico con una metodología hasta cierto punto novedosa, que ha tratado de interpelar a estas piezas de una manera algo distinta a la habitual.

Justificar el tipo de estudio que hemos llevado a cabo no ha de resultar difícil. Existe una necesidad de conocimiento de la cerámica bajomedieval y post-medieval. Con el estudio de este lote tenemos la posibilidad de trazar un breve cuadro histórico y arqueológico de la Alhambra y Granada, desde el final del reinado nazarí, hasta bien entrada la Edad Moderna. Ofrecemos una pequeña aportación sobre un periodo poco conocido y unas producciones cerámicas cuyos estudios se encuentran en un nivel elemental, por lo que creemos que el trabajo realizado viene a acabar con una necesidad y a actuar como punto de partida. Lo que se ha pretendido no solo es crear unas meras tipologías orientadas a proporcionar tablas de formas o de cronologías, sino que se ha tratado de rastrear la importancia histórica de estas cerámicas y de la sociedad que las produce y que las demanda.

Hemos tratado de analizarel paso del medievo a la modernidad y, aún más, conocer los cambios de una sociedad nazarí a otra castellana. La arqueología será nuestro marco y la cerámica nos dará las pistas, a través de las cuales trataremos de indagar en la Historia.

Contexto

Definir nuestro campo de estudio para el desarrollo de este trabajo se hace imprescindible. Dirigiéndonos desde lo más general a lo más particular, al ámbito geográfico de nuestro trabajo es la ciudad de Granada, la Alhambra y dentro de ésta la Calle Real y el edificio del antiguo restaurante «El Polinario». El marco temporal se mueve a caballo entre dos épocas, hemos de partir del siglo XV para llegar a los siglos XVII-XVIII.

Granada, provincia del sur de España, perteneciente a la comunidad autónoma de Andalucía, hace frontera al sur con el mar Mediterráneo y la provincia de Málaga, con la que limita también al oeste junto con la de Córdoba. Las provincias de Jaén, Albacete y Murcia marcan sus límites por el norte. En su frontera oriental se sitúa la provincia de Almería. Al pie de las montañas de Sierra Nevada y en la confluencia de los ríos Genil y Darro, se encuentra su capital, la ciudad de Granada.

El marco último de nuestro trabajo se encuentra en la Alhambra, corazón del Renio Nazarí de Granada(TORRES BALBÁS 1940), y en los avatares que en ella ocurren. Cuando hablamos de la Alhambra nos referimos a un conjunto monumental, un conjunto palatino del que, actualmente, todavía no se conoce bien su estructura, debido a la falta de estudios arqueológicos en profundidad, dirigidos a entender su tejido urbano.

La Alhambra tal y como la conocemos hoy día es el resultado de la formalización de un monumento a partir de los edificios y ruinas existentes en el cerro de la Sabika a finales del siglo XIX y, esencialmente, la primera mitad del XX. Estas restauraciones nos han legado un complejo monumental en el que tienen su primacía los espacios construidos durante el período de apogeo de la dinastía nazarí. Hablando en términos cronológicos estaríamos en los años centrales del siglo XIV con algún desarrollo posterior. Sin embargo, la complejidad que alberga este espacio es mucho mayor de la que el visitante percibe en la actualidad (MALPICA CUELLO 2002).

La intervención arqueológica llevada a cabo en el año 2007 en el edificio del antiguo Restaurante «El Polinario», por Alberto García Porras y Eva Muñoz Waissen, preveía una doble estrategia de aproximación analítica. Dos sondeos arqueológicos trazados en el interior del edificio y una lectura estratigráfica del muro perimetral oeste, el único que permitía un análisis más completo. En cuanto a los sondeos, el sondeo I quedó trazado en el patio del restaurante y el segundo en la estancia que en su día fue utilizada como cafetería, en el extremo noreste del patio y junto a la fachada del edificio hacia la Calle Real de la Alhambra (Fig.1).

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Fig. 1. Calle Real de la Alhambra, en rojo el edificio del antiguo Restaurante «El Polinario» (izq.) y detalle de las áreas de intervención (drcha.).

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Fig. 2. Izq: Planta final del sondeo I, en la parte inferior izquierda se puede observar una alberca. Dcha: Planta final del sondeo II.

 

La intervención arqueológica ofreció resultados muy interesantes que abren nuevas interpretaciones sobre la ladera meridional de la Alhambra y nuevas perspectivas de análisis en el monumento. Los resultados de la excavación han hecho hincapié en la complejidad de la arquitectura nazarí inicial, ofreciéndonos, no un palacio de los Abencerrajes meramente modular, como se proponía hasta ahora para los palacios de esta cronología, sino un palacio complejo con su qubba y con otros edificios con albercas centrales perfectamente articuladas formando, no un palacio, sino todo un conjunto palacial (GARCÍA PORRAS y MUÑOZ WAISSEN 2008). Dicho espacio palaciego sufre un proceso de abandono y privatización tras la conquista castellana, que finalizará con la construcción de una casa con un jardín central alrededor del cual surgen una serie de habitaciones. Será la cerámica de esta casa la protagonista de nuestro estudio.

Objetivos y finalidad

La arqueología tiene como objetivo conocer las sociedades pasadas a través del estudio del registro material. En la consecución de su objetivo ha dado paso a la formulación de nuevos problemas históricos y a la creación de nuevos ámbitos de investigación. Hemos tratado de que nuestros objetivos no se planteen a la ligera, sino desde una reflexión profunda. El objetivo general, o de más alto nivel de este trabajo es el de tratar de aportar datos que nos permitan un mejor conocimiento de la Alhambra y la ciudad de Granada en una época de tránsito entre el mundo nazarí y el castellano, a través del estudio del registro material cerámico.

Este objetivo es muy ambicioso; para poder llevarlo a cabo ha sido necesario estructurarlo en una serie de objetivos específicos, que complementan el objetivo general y nos ayudan a alcanzarlo. Al mismo tiempo han sido determinantes en todo el proceso de investigación. Hemos tratado de conocer las tipologías cerámicas, obtener unas cronologías y paralelos aproximados de las tipologías, conocer los posibles cambios en el sistema productivo, definir y caracterizar un método de análisis, para finalmente elaborar una serie de conclusiones y establecer nuevas líneas de trabajo.

La finalidad que hemos perseguido ha sido la de alcanzar un grado de conocimiento básico de la cerámica granadina desde finales del XV hasta el siglo XVIII. Para ello hemos tratado de utilizar toda la información disponible que ha llegado hasta nosotros. Siguiendo a M. Barceló, hemos tratado de «movilizar toda la información, para identificar, relacionar y entender» (BARCELÓ et al. 1988), en este caso centrándonos en el estudio del registro material cerámico, para arrojar luz sobre la ciudad de Granada entre finales del siglo XV hasta los siglos XVII y XVIII. Lo que buscamos en definitiva es obtener la mayor información arqueológica de nuestro lote, contrastar hipótesis y plantear otras nuevas.


PROPUESTA METODOLÓGICA

La aplicación de la metodología que a continuación se expone ha dado como fruto un estudio pormenorizado del material cerámico, tratando todo el lote en su conjunto, al mismo tiempo que se individualizan cada uno de sus elementos. En arqueología, salvo en contadas excepciones, se ha renunciado a un estudio global de todo el material, llevándose a cabo un estudio detallado de aquellos fragmentos que se han considerado de mayor interés. Esta selección, no natural, hace que se estudien los mayores fragmentos, las formas completas, aquellos individuos que tienen una decoración… En este trabajo hemos intentado tratar de manera global todo el lote que compone la excavación del Polinario, para extraer toda la información posible de cada fragmento. El método que hemos tomado como base ya fue desarrollado por C. Orton, P. Tyers y A. Vince (1997). Todos los planteamientos descriptivos, analíticos, estadísticos y cuantificadores que exponen estos autores han sido tomados en consideración a la hora de elaborar este trabajo. De cada fragmento se han tomado toda una serie de datos, que han permitido llevar a cabo toda una serie de análisis estadísticos, tecnológicos, funcionales-tipológicos, morfométricos y decorativos.

El lote de «El Polinario» está compuesto por 2096 «familias» de fragmentos o casos, que han sido analizados estadísticamente en base a 37 variables, que proporcionan las características de tipo cuantitativo y cualitativo que definen a la cerámica de «El Polinario». Hemos tenido en cuenta 17 variables cuantitativas: Número de fragmentos, Diámetro del borde, E.V.E. del borde, Diámetro de la base, E.V.E. de la base, Diámetro del cuello, Altura máxima, Diámetro máximo, Altura a la que se encuentra el diámetro máximo, Grosor del borde, Grosor máximo del cuerpo, Grosor mínimo del cuerpo, Grosor máximo de la base, Grosor mínimo de la base, Grosor máximo del asa, Grosor mínimo del asa y Peso. Por otro lado, las 20 variables cualitativas que hemos utilizado son: Sigla, Yacimiento, Sondeo, UE, Número de Inventario, Estado de la piezas, Perfil completo, Morfología del fragmento, Tipo de pasta, Modelado, Cocción, Postcocción, Tipo de base, Acabado de la base, Cobertura, Decoración, Motivo decorativo, Grupo funcional, Serie y Tipo. Todas estas variables proporcionan información sobre nuestro lote mediante los análisis estadísticos, entre los que hemos llevado a cabo diagramas de barras o circulares, histogramas, media aritmética, coeficiente de variación, análisis factorial y análisis cluster o análisis de conglomerados. En el presente artículo solo enunciaremos los datos obtenidos a través de los análisis más básicos.

Los aspectos tecnológicos constituyen uno de los puntos de partida de un buen estudio cerámico sistemático. Siguiendo a E. Fernández Navarro, con el concepto «tradición tecnológica» se reconoce una «alta correlación entre procesos productivos, mediante los cuales se puede establecer una relación con su contexto cultural, de modo que este concepto puede ser sinónimo de cultura. A un contexto cultural, entendido en sentido amplio más allá de las limitaciones impuestas por las clasificaciones cronológicas o geográficas, le corresponde una tradición tecnológica que tratamos de identificar» (FERNÁNDEZ NAVARRO 2008: 27). Con esta metodología pretendemos describir y estudiar las diferentes técnicas de fabricación de la cerámica. Identificar los elementos tecnológicos que conforman su proceso de fabricación, explicar las técnicas mediante las cuales se ha fabricado. El método consiste en la lectura tecnológica de la pieza, teniendo en cuenta principalmente lo concerniente a las arcillas, los desgrasantes, el moldeado y la cocción.

En cuanto al criterio de agrupación seguido para clasificar los objetos cerámicos, pensamos que cualquiera que sea el adoptado siempre presentará algún problema o limitación; en este caso hemos elegido el que nos parecía menos inconveniente, más adecuado al material y con más posibilidades a la hora de obtener los datos. El sistema que hemos utilizado se basa en establecer divisiones dentro del ajuar cerámico: la primera hace referencia a la categoría funcional, la segunda indica el grupo o la serie cerámica y la tercera el tipo particular dentro de la serie; también puede darse que dentro del tipo existan subtipos.

El análisis morfométrico ha sido un punto clave del trabajo y nos ha permitido definir las tipologías de una manera mucho más profunda que en otros estudios. A través de las variables métricas que hemos tenido en cuenta de todos los fragmentos, hemos podido definir métricamente en mayor o menor profundidad (dependiendo de los datos obtenidos) cada uno de los tipos.

El análisis decorativo es el último de los análisis llevados a cabo en este lote y corre siempre paralelo a todos los demás. De cada uno de los fragmentos analizados hemos tenido en cuenta una serie de datos para llevar a cabo el análisis decorativo. El primer dato que tomamos es si posee algún tipo de cobertura; si es así, señalamos si estamos ante un bruñido, un vidriado o una cubierta estannífera. Señalamos que el acabado de la superficie es una característica tanto tecnológica, como funcional y decorativa. Hemos tenido en cuenta el tipo de decoración, también señalamos cómo ha sido elaborada y dónde se localiza de manera general dentro de la pieza. Además, nos hemos fijado en el motivo decorativo, dado que es un factor fundamental, tratando de adentrarnos en su función y su simbología, buscando, en caso de que fuera posible, algunos paralelos que nos puedan señalar su posible procedencia.

A través de la metodología expuesta hemos tratado de relacionar los diferentes análisis extrayendo todos los datos posibles. No buscamos la acumulación ingente de información, sino tratarla de manera integrada, con el objetivo de llevar a cabo una interpretación de la misma.


ANÁLISIS DEL CORPUS CERÁMICO

Nos encontramos ante un lote cerámico de época bajomedieval y moderna. Se ha estudiado la totalidad del lote, compuesto por 2650 fragmentos, agrupados en 2096 «familias» de fragmentos, que se divide de manera irregular entre los dos sondeos realizados, encontrándose más del 90% del material cerámico en el Sondeo I.

Una serie de inconvenientes han dificultado el estudio. En primer lugar, el lote de «El Polinario» presentaba un alto grado de fragmentación, lo que en muchas ocasiones dificultó su adscripción tipológica. La escasez de estudios arqueológicos sobre este tipo de piezas bajomedievales y modernas no jugó en favor de nuestro trabajo, aunque bien es cierto que desde hace ya algunos años la arqueología postmedieval está ganando fuerza, por lo que hay una serie de trabajos que nos han servido de referencia en el ámbito más cercano (RODRÍGUEZ AGUILERA 1997, 2001, 2011).

Análisis tecnológico

Ha de entenderse este análisis tecnológico como un punto de partida, dado que en él se describirán los rasgos más someros de todo el lote, centrándonos en los grupos tecnológicos resultantes del proceso de investigación.

Hemos distinguido tres grandes grupos tecnológicos, que nos hablan de una época convulsa en Granada, en el tránsito del mundo nazarí al mundo castellano. Como veremos, se observan una serie de cambios en el ajuar cerámico, que han de ser reflejo de los cambios de la sociedad granadina. Estos grupos tecnológicos son el Grupo I: Cerámica del siglo XV, el Grupo II: Cerámica del siglo XVI y el GRUPO III: Cerámica de los siglos XVII-XVIII.

El primer elemento en el que hemos centrado nuestro análisis es la arcilla. No se ha realizado ningún tipo de análisis químico para conocer la estructura de las arcillas y visualizar porcentualmente sus componentes, por lo que las descripciones que realizamos son en base a un análisis visual y de tipo intuitivo. En general, estamos ante una materia formada principalmente por silicato de aluminio, originado en los depósitos sedimentarios, tales como cuencas o vegas. También contiene otros materiales como óxido de hierro y otros elementos en pequeñas proporciones, que variarán de un grupo a otro y también de una a otra tipología. Estas intrusiones están formadas de manera general por esquistos, caliza, cuarcitas o mica. Estos elementos se añaden con el fin de dotar a la pasta cerámica de alguna característica concreta como puede ser plasticidad, suavidad, resistencia o porosidad.

Un rasgo común a todos los grupos es que parecen no existir grandes criterios de distinción mineralógica entre las piezas que comparten entre ellas la misma función, pero si comparamos piezas de distintos grupos funcionales sí que notamos estas distinciones. Estos hechos nos hablan de una intencionalidad en la selección de los materiales de fabricación, que se debía basar, o al menos eso creemos, en el concepto de resistencia mecánica de la pieza (FERNÁNDEZ NAVARRO 2008). Podemos decir que en general observamos una continuidad entre los tipos de pastas en los grupos tecnológicos que hemos distinguido; parece ser que los lugares de abastecimiento de las arcillas son los mismos pero, como veremos, se trabaja la arcilla de un modo diferente. Todo parece indicar que las tierras para la producción de las arcillas que han manejado los artesanos granadinos han sido siempre de gran calidad y procedentes de yacimientos cercanos. Además, un texto de 1618, por lo tanto contemporáneo a gran parte de las piezas estudiadas, recoge que el Ayuntamiento ordena «…hacer ollas y vidriado del barro procedente de la tierra que hay junto a los Mártires, por ser mejor y no de ningún otro…» (CANO PIEDRA y GARZÓN CARDENETE, 2004:62).

Un 95,8% del lote está modelado con la utilización del torno rápido, característica muy lógica, dado que en el siglo XV el torno de alfarero estaba ya perfectamente definido. Un porcentaje muy residual, el 4,1%, está elaborado a mano, pero hemos de hacer una precisión: tan solo el 0,33% de las piezas han sido modeladas íntegramente a mano y este porcentaje suele corresponderse con piezas de grandes dimensiones. El porcentaje restante elaborado a mano se refiere a una serie de piezas como las asas o los atifles.

La totalidad de las piezas se ha elaborado muy probablemente en un horno que podemos denominar «árabe». Ya desde el siglo XIII, este tipo de horno era usado en la mayor parte de la Península y consiste en una estructura con dos cámaras. La inferior era donde ardía el combustible y la superior era donde se situaban las piezas; estaban separadas una parrilla o superficie horadada. Generalmente las piezas se colocaban boca abajo y separadas por atifles. Como puede apreciarse en el catálogo, hay piezas, sobre todo platos, que presentan las marcas de dichos instrumentos. Como veremos más adelante, esta tipología de horno y esta forma de cocción continuarán casi inalterables en la cerámica de Fajalauza.

La temperatura de cocción no es homogénea durante todo el proceso sino que varía, alcanzando su máximo en torno a los 900/1000ºC. En nuestro estudio, siguiendo a M. Picon (en BAZZANA 1979), pero adaptándolo a las necesidades de nuestro estudio y a la peculiaridad del lote, hemos diferenciado dos momentos en el proceso de cocción: la cocción en sí misma y la post-cocción. Algunas piezas, debido a su decoración, reciben más de una cocción. Hemos distinguido a su vez dos posibles atmósferas, la oxidante y la reductora; la primera permite la entrada y salida de aire del horno, mientras que la segunda se caracteriza por la ausencia de oxígeno.

La atmósfera de cocción y post-cocción que presentan casi la totalidad de los materiales estudiados es de tipo oxidante (97,14%), no notándose ninguna diferenciación en este caso entre los grupos tecnológicos estudiados. Por tanto podemos decir que la cerámica que se da en Granada entre el siglo XV y el XVIII, presenta mayoritariamente una atmósfera oxidante, una cocción de calidad, en una atmósfera controlada. Algunas piezas presentan una cocción y post-cocción en una atmósfera reductora (2,86%), pero no creemos que este hecho sea algo buscado por el alfarero, sino que es casual y definido por la posición de la pieza en el horno, que no ha permitido la entrada de oxígeno. Al tratarse de un grupo porcentualmente tan poco representativo no hemos podido llegar a mayores conclusiones.

Análisis funcional-tipológico

En la cerámica de «El Polinario», están presentes nueve grupos funcionales con una representación porcentual dispar (Fig. 3). En este sentido, los grupos más importantes se corresponden con la cerámica de cocina (35,54%) y la cerámica de servicio de mesa (34,78%), que juntos suman más de la mitad de todo el lote. A continuación de estos dos grupos nos encontramos con la cerámica de almacenamiento y transporte (20,8%), usos múltiples (4,82%) y otros usos (2,86%). Para finalizar, con porcentajes que no llegan al 1%, tenemos los grupos funcionales de iluminación (0,48%), usos complementarios (0,38%), usos artesanales (0,29%) y contenedores de fuego (0,05%).

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Fig. 3. Grupos funcionales y series cerámica de «El Polinario».

 

Si nos fijamos en las series, dentro de los grupos funcionales, hemos estudiado unas treinta diferentes (Fig. 3). Con unos porcentajes muy desiguales, destacar, por su importancia porcentual, las series: jarra/o (15,6%), jarrita/o (15,51%), plato (9,73%), olla (8,92%), cuenco (6,2%), lebrillo (4,82%) y cazuela (4,06%). En las siguientes láminas podemos apreciar las series las significativas agrupadas en torno a su grupo funcional (Lám. 1, 2, 3 y 4).

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Lám. 1. Principales series de cerámica de cocina y contenedores de fuego presentes en «El Polinario».

 

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Lám. 2. Principales series de cerámica de servicio de mesa presentes en «El Polinario».

 

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Lám. 3. Principales series de cerámica de almacenamiento y transporte presentes en «El Polinario».

 

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Lám. 4. Principales series de cerámica de usos múltiples y otros usos presentes en «El Polinario».

 

Análisis decorativo

De todos los fragmentos estudiados la decoración está presente en un porcentaje bastante elevado (32%). La alfarería ha recurrido desde sus orígenes a la decoración para hacer más atractivos y bellos sus productos y en ocasiones dotarles de un matiz simbólico. Se trata de «un tipo de expresión social de carácter cultural» (GARCÍA PORRAS 2001). Al analizar la decoración debemos distinguir entre la técnica decorativa y los motivos decorativos. Estos últimos son muy semejantes a los que pueden darse en otras manifestaciones artísticas. La técnica decorativa, por su parte es el método del cual se sirve el alfarero para ejecutar la decoración.

La primera técnica que analizaremos son las acanaladuras. Debido a su simplicidad presentan una capacidad decorativa reducida. Lo que consiguen es eliminar cierta monotonía en las piezas, para A. García Porras se trataría, en rigor de un acabado (GARCÍA PORRAS 2001:359). Su sencillez hace que esta técnica sea muy frecuente, presentándose en un 22,57% del lote. Las acanaladuras se realizan normalmente al exterior de la pieza a lo largo de todo el cuerpo, o bien tan solo en su parte más inferior. Al mismo tiempo ha resultado muy común localizar este acabado en las asas.

La decoración incisa constituye un 2,48% dentro de la cerámica decorada. Las incisiones se practican con un instrumento cortante, un punzón fino o un útil de filo vivo, o bien con un peine de trazo fino sobre el barro fresco de la pieza, cuando ha perdido algo de plasticidad e inmediatamente antes de ser introducida en el horno (CAVILLA SÁNCHEZ-MOLERO 2005:319). Los motivos más utilizados con esta técnica de decoración son los lineales recorriendo el cuerpo de la pieza.

La decoración esgrafiada no llega ni tan siquiera al 1%. Este tipo de decoración parece haberse inspirado en la metalistería, siendo ejemplo de cómo se han imitado en la cerámica los efectos cromáticos del nielado (NAVARRO PALAZÓN1991:44). Esta técnica, no solo reproduce la decoración de la metalistería, sino que se trasladan a la cerámica soluciones y perfiles metálicos.

La siguiente técnica es la aplicada, que también puede ser llamada de «relieves» o de «decoración plástica» (CARO 2002:97). Se consigue incorporando a la superficie de la pieza, cuando el barro está seco, elementos que no suelen ser funcionales, aunque en casos particulares pueden tener un uso práctico a la vez que estético, como en algunos apéndices que podrían utilizarse como asas.

Un 1,29% de la cerámica estudiada ha presentado un tipo de decoración pintada, en todos los casos nos referimos a una serie de líneas en manganeso aunque algún ejemplar presenta coloración rojiza. La decoración pintada se aplica bien con espátula o directamente con los dedos, si la pintura tiene suficiente consistencia; sino se aplica con pincel (CARO, 2002:92), como ocurre en nuestras piezas. La vasija se pinta con el barro fresco, antes de que el recipiente entre en el horno, donde recibirá la cocción. La decoración es monocroma, realizada, preferentemente con óxidos de hierro o manganeso, sobre vasijas con una pasta clara. Es una decoración derivada de conceptos simbólicos, de gran simplicidad y ejecutada con escasa precisión (CAVILLA SÁNCHEZ-MOLERO 2005:326). El tema más repetido dentro del lote es la representación de grupos de tres trazos paralelos, tanto en vertical como en horizontal. Estos motivos se relacionan, con la representación de la «mano de Fátima» y del nombre de Allá. Los trazos tratan de asemejarse a la grafía del nombre de Allá, dado que representan los tres dedos centrales de la mano, instrumento del poder de Dios, como dispensador de todo bien. La asociación de estos motivos a recipientes destinados a contener agua, indicaría una finalidad profiláctica para evitar que las aguas se contaminaran (CAVILLA SÁNCHEZ-MOLERO 2005:326), preservando el agua de los malos espíritus. De lo expuesto se deriva la finalidad decorativa y simbólica de este tipo de decoración, pero no hay que olvidar que la pintura obtura los poros acentuando la impermeabilidad de la pieza (CARO 2002: 93).

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Fig. 4. Tipo de acabado de la cerámica de «El Polinario» y porcentaje.

 

El acabado de la pieza es tecnología, función y decoración (Fig. 4). En un 35% de la cerámica estudiada no se ha aplicado ningún material sobre la superficie de la pieza, es decir, no ha existido ningún tipo de acondicionamiento o acabado. Pero incluso la carencia de cualquier tratamiento de la superficie nos indica una funcionalidad buscada como podría ser la de permitir la transpiración.

Un número de piezas muy escaso (0,1%) posee un acabado que podemos considerar de tipo primario, como es el engobe. Esta técnica consiste en sumergir la pieza ya elaborada en una solución que se consigue añadiendo una cierta cantidad de agua a la arcilla con la que se ha modelado la pieza. Su bajo peso porcentual nos indica que estamos ante una técnica en total desuso, que busca unificar la superficie de la pieza e impedir el filtrado de los líquidos.

El 65% de piezas con algún tipo de cubierta vítrea no ha de sorprendernos dado el alto porcentaje de cerámica de cocina y mesa estudiada. Estos grupos funcionales siempre van ligados a algún tipo de acondicionamiento superficial. El vedrío es una mezcla compuesta por una materia fundente y otra colorante, una mezcla de sulfuro de plomo, arena y sal, fundida y bien molida, disuelta en agua que se aplica a la pieza antes de ser introducida en el horno (AGUADO VILLALBA 1983:32). La naturaleza del vidriado puede ser alcalina, plúmbea o estannífera, según se trata de un método u otro empleado. Estamos ante una técnica compleja, ya que implica un alto control sobre la temperatura de los hornos, que deben superara los 900/1000ºC.

Dentro de las cubiertas que confieren un tono blanco a la superficie, hemos apreciada que una series de fragmentos estaban cubiertos por un engobe blanco sobre el que se había aplicado un vidriado plúmbeo, transparente. Aunque no es del todo exacto nos hemos referido a esta cubierta como un esmaltado y en «El Polinario» aparece en un 1,96% de las piezas.Este tipo de cubierta puede darse en Europa por la creciente influencia de la porcelana china, que generó todo un nuevo gusto y una demanda de estos materiales. Esto propició que los alfareros intentasen copiar la porcelana, pero ante la falta de caolín no pudieron conseguir estos cuerpos de aspecto vítreo. Se ideó un nuevo sistema que consistía en aplicar una capa de engobe de cuarzo sobre el que se superponía el vidriado transparente de plomo, o añadir un elemento opacificante al vidrio, casiterita u óxido de estaño, para que sus partículas suspendidas en el mismo formaran una superficie blanca que ocultase el color del cuerpo cerámico tras la cocción (COLL CONESA 2011:54).

Un 11% de las piezas estudiadas presenta una cubierta estannífera, propiamente dicha. Este tipo de cubierta se caracteriza por el uso como ingrediente principal el estaño, fundido con plomo y, añadiéndole a la masa, arena y sal (CARO2002:97), esta mezcla le otorga a las piezas un acabado en blanco. Esta superficie resultaba muy propicia para combinar con una serie de colores obtenidos a través de diversos óxidos, como podría ser el azul o el verde muy utilizado en la cerámica de Fajalauza (Fig. 5).

 

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Fig. 5. En la parte superior decoraciones de la cerámica Fajalauza presentes en «El Polinario», en la parte inferior confrontación con las decoraciones estudiadas por Garzón Cardenete (2004).

 


CONSIDERACIONES FINALES

La cerámica es conocimiento, los cientos de fragmentos que aquí hemos estudiado encierran dentro de sí información de muy diversos tipos, que hemos tratado de traducir e interpretar. La cerámica en este caso, es fiel reflejo de los cambios culturales, que se están produciendo en Granada y nos está hablando de unas nuevas relaciones sociales y una nueva organización de la producción. Este trabajo supone una aportación a la investigación del proceso de implantación de la estructura político-administrativa castellana en Granada, a través del registro material cerámico.

Durante el siglo XV y una parte del XVI se mantienen las producciones de la cerámica nazarí, al mismo tiempo que se influencia y se adapta al gusto de la clientela cristiana. Estas influencias se plasmarán en cambios, sobre todo, formales. En la cerámica existe un trasvase de tecnología, de formas y de funcionalidad. Así aparecen piezas con características técnicas que reconocemos como nazaríes, pero con formas castellanas y viceversa.

La conquista castellana no supondrá la desaparición de los artesanos de finales del XV ni de las formas cerámicas que ellos elaboraban, pero, durante el siglo XVI asistimos a un proceso de sustitución de la tradición cultural islámica-nazarí por la cristiana-castellana. Hasta mediados del siglo XVI, los moriscos constituían la mayoría de población del reino de Granada y continuarían realizando funciones tradicionalmente ejercidas por ellos en siglos anteriores. Al mismo tiempo, se inicia un proceso de aculturación que llevó aparejado una escala de presión y diferenciación entre los cristianos viejos y los nuevos, propiciando ciertos cambios estructurales (RODRÍGUEZ AGUILERA y BORDES GARCÍA 2001).

El gran cambio político, económico y social que experimenta el Reino de Granada tras la conquista hace del siglo XVI un momento fundamental en la historia granadina, un periodo fundamental en la gestación de la Granada moderna. En este siglo presenciamos un doble proceso, por un lado el mantenimiento de tradiciones alimentarias, que observamos con la pervivencia de determinadas formas cerámicas. Por otro lado, se muestran innovaciones dentro de la tradición alimentaria, con la aparición de otras formas cerámicas de mesa, que aunque ya eran conocidas, en este momento se convierten en pizas claves dentro del ajuar cerámico. Se aprecia por un lado la pervivencia de formas islámicas, pero paralelamente algunas de ellas serán sustituidas por otras típicamente cristianas. Las piezas que perviven son de uso cotidiano y sencillas en su elaboración y decoración, este hecho podría señalarlos la demanda de estas piezas por una parte de la población morisca, la más humilde, mientras que la cúspide social morisca formada por los «hombres de linaje» y los «colaboracionistas» (BARRIOS AGUILERA 2008:137-141), se asimiló rápidamente con los conquistadores y, por tanto, demandaría productos al estilo castellano. No olvidemos que las autoridades cristianas pagaron a buena parte de la antigua aristocracia nazarí por su conversión al cristianismo, como una forma efectiva de arrastrar al resto al credo cristiano (BARRIOS AGUILERA 2008:139).

A lo largo del siglo XVI los hábitos alimenticios castellanos, deben imponerse pues el ajuar cerámico muestra un aumento considerable de todas las piezas destinadas al consumo individual. Aun así, se conservan formas que podrían contener grandes cantidades de alimento que permitiesen un disfrute comunitario, aunque también cabe la posibilidad de que se usasen para distribuir la comida en recipientes más pequeños. Estas formas coexisten en Granada, pero existe entre ellas una gran diferencia conceptual. Podemos decir que se desarrollan y se generalizan tipos cerámicos a partir de formas anteriores. Lo necesario se crea (platos, escudillas, cuencos…), lo innecesario desaparece (ataifores). Si nos fijamos en los ataifores, estas series cerámicas han perdido su significado, siguen poseyendo la misma función, pero han perdido su significado social, ahora resultan inútiles y han sido superados por otros elementos para llevar a cabo la misma tarea.

A finales del siglo XVI en Granada no se están elaborando productos que se pueden identificar de manera clara formal o funcionalmente con la cerámica nazarí, dado que estas cerámicas están más próximas al mundo cristiano moderno que al islámico. Podríamos relacionar este hecho con la dispersión de los moriscos por el Reino de Castilla en 1568, tras la Guerra de las Alpujarras. Aun así, podemos encontrar ciertos puntos de contacto entre estas dos realidades, en una línea que se muestra contraria a una transformación radical.

En el siglo XVII se acentúan los cambios, desapareciendo algunos aspectos de la tradición anterior. De hecho, la cerámica de este siglo, muestra grandes paralelos con otras zonas del Reino de Castilla, por lo que se pierden algunas de sus peculiaridades. Los paralelos a los que nos referimos ocupan todo el sur Peninsular lugares como Valencia, Paterna, Sevilla… muestran una cerámica muy similar a la que se elabora en Granada, lo que nos está señalando una cierta unidad cultural, donde el germen andalusí tiene ya poca cabida. De igual forma, el tipo de comercio cerámico también debió variar, la generalización del comercio de cerámica puede ser clave en esta homogeneidad. Difícil desligar estos procesos que localizamos en el siglo XVII del decreto de expulsión de los moriscos en 1609, aunque tampoco somos capaces de establecer una clara relación causa-efecto entre este suceso, eminentemente político, y las claras modificaciones que hemos notado, dado que creemos que empiezan a gestarse en los momentos finales del mundo nazarí. Por lo tanto en este trabajo no hemos querido adherirnos a un único paradigma (expulsión de los moriscos), que en definitiva no es sino una perspectiva más de interpretación que se erige como única.

Los cambios en la cerámica que se producen a lo largo de este proceso pueden explicarse por diferentes razones, muchas nunca estarán a nuestro alcance, pero otras sí. Una de ellas podría ser que tras la conquista castellana las formas cerámicas pasarán a ser definidas por los propietarios del taller y por los demandantes de productos, ahora en su total mayoría cristianos. En esta época parece ser que disminuyó el número de talleres y su extensión (MALPICA CUELLO 2000:36). Los hornos debieron de transformarse en estructuras casi industriales que controlaban el comercio de las piezas. Es decir, los cambios que observamos pueden deberse a la sustitución de la estructura productiva, o a la adaptación a un nuevo mercado que demanda productos diferentes. Por otro lado, suponemos que los talleres que realizaban piezas con un mayor índice de estandarización serían capaces de producir en mayor cantidad, con lo que podrían llevar a cabo una agresividad comercial que, o bien acabase con el resto de talleres, o les hiciese a éstos imitar su forma de producción.

Los cambios culturales llevan consigo cambios tecnológicos. En cuanto a tecnología, algún autor asevera que «en época cristiana esta tecnología sufrirá transformaciones, a peor, sustituyendo el acabado de la base espatulado (en la cerámica de cocina) por el retorneado» (FERNÁNDEZ NAVARRO 2008:171). Según E. Fernández Navarro el espatulado otorga a la base de la pieza una mayor resistencia que el retorneado, dado que «los pequeños cristales laminares de las partículas arcillosas se reordenan adaptándose a la nueva forma convexa evitándose de este modo el riesgo de agrietamiento de la base durante el secado, reforzándose la resistencia al choque térmico y la corrección de los puntos de tensión acumulados en el secado» (FERNÁNDEZ NAVARRO2000:62). No estamos en condiciones de discutir tal afirmación, pero quizá sea necesaria alguna matización. Nos resulta difícil considerar «mejor» o «peor» una tecnología basándonos tan solo en una de sus características, lo que hemos atestiguado en nuestro lote es que las cerámicas que se dan en Granada a partir del siglo XVI en adelante poseen un índice de estandarización mucho mayor que las realizadas en momentos anteriores, ¿este hecho nos está hablando de una tecnología más óptima o «mejor»? No nos creemos en posición de contestar a esta pregunta, pero sí creemos que el mayor índice de estandarización, al menos, nos está indicando un modo de producción más racionalizado. Dependerá de cada uno considerar su tecnología «mejor» o «peor», pero los datos de estandarización están ahí. Puede ser que la alta estandarización de las piezas a partir del siglo XVI nos señale una nueva estructura productiva, quizá fundamentada en una organización gremial del trabajo artesanal, indicador de evolución urbana y de aculturación.

En estas piezas vemos cómo destaca la simplificación y una tendencia repetitiva, su estandarización podría permitirnos hablar de una producción casi en serie, en donde los artefactos tratarían de derivarse de una forma originaria. Todo ello parece hablarnos de una elaboración muy rigurosa que nada tiene que envidiar a las producciones anteriores. Al mismo tiempo, el alto índice de estandarización puede ligarse a la función, es decir, las piezas estandarizadas se corresponden con unas series ligadas a una función determinada y esa función seria la que establecería su estandarización; podría en este caso existir una identificación funcional de los objetos, emanada de unas pautas de comportamiento.

Por otro lado, si admitimos que el espatulado de las bases ofrece piezas más duraderas y, como ya señalamos, creemos que la producción estaba controlada por los talleres, la elaboración de piezas supuestamente de menor duración podría ser un hecho buscado, para, a la larga, obtener un mayor beneficio, imprimiendo esa mayor caducidad a su producto. Por lo tanto, ¿estamos ante un sistema productivo más óptimo? Depende de quien lo mire.

Los cambios que se producen en la cerámica nos están informando de unas costumbres diferentes en lo que respecta a las tradiciones comerciales, a diferentes modos de aseo personal, de almacenamiento, de alimentación… Pero no todo lo que observamos son cambios sino que existe un proceso continuista tras la conquista en cuando a las características materiales de la cerámica que ya han sido señaladas por otros autores (FERNÁNDEZ NAVARRO 2008:171). Nuestro estudio, por tanto, viene a confirmar este hecho. La expulsión de los moriscos quizá no fue un hecho tan traumático para la cerámica granadina, dado que hay moriscos que lograron sortear el decreto de expulsión. En síntesis, podemos observar en la cerámica granadina que se da a partir del XVI la conjugación de dos características, por un lado un apego a las tradiciones y, al mismo tiempo, la capacidad de asimilar novedades.

La conquista cristiana es causa, mecanismo y consecuencia de un cambio cultural. La cerámica granadina es el resultado de un mestizaje, de una serie de influencias, de una interacción mutua entre el sustrato nazarí y el castellano. No parece darse tras la conquista un cambio radical, pero sí que son perceptibles, y de manera muy clara, toda una serie de modificaciones. Estos cambios deben verse en el proceso interno de la sociedad misma, aunque reciban incentivos externos. Estas modificaciones o esta transición se dan de una forma rápida. La cerámica granadina del XVII posee una serie de elementos que unen lo renacentista y lo islámico (RUIZ RUIZ 2001:122), por lo tanto existe un apego a las tradiciones y hay un sustrato musulmán, aunque apenas esté latente. Estos tiempos son los más interesantes de la historia, en ellos se definen y asientan nuevos modelos de sociedad. Quizá sean, también, los tiempos más duros de vivir.


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* Universidad de Oviedo miguel_busto@hotmail.com