Depto. Medicina Legal, Toxicología y Psiquiatría (Universidad de Granada) | www.ugr.es/~dpto_mlp/ |
Una vez absorbidos y en el torrente sanguíneo, los tóxicos se unen a proteínas plasmáticas, generalmente a la albúmina, dando lugar a tóxico ligado. Existen otras proteínas más específicas como la transferrina para el hierro, la ceruloplasmina para el cobre y las lipoproteínas para sustancias muy liposolubles (DDT).
El tóxico unido a proteínas (ligado) no es activo, ya que su tamaño molecular es muy grande y, en consecuencia, no puede difundir a los tejidos ni ser excretado; tampoco podrá fijarse a sus receptores y producir los efectos tóxicos.
La unión de las proteínas al tóxico puede ser por enlaces iónicos a los grupos amino, mediante adsorción por fuerzas de van der Waals (unión lábil), por unión a grupos sulfhidrilo (-SH), etc. Este mecanismo tiene especial importancia en el caso de los metales pesados, los cuales se unen a proteínas con grupos SH formando complejos muy estables, hasta el punto de que in vitro llegan a precipitar las proteínas. Rara vez lo hacen mediante enlace covalente (unión fuerte).
La intensidad del efecto tóxico sólo depende del tóxico libre. La intoxicación, de algún modo está condicionada por la ecuación:
Tóxico libre + proteínas <-------> Tóxico ligadoA medida que el tóxico libre va difundiendo a los tejidos para ejercer su acción, la fracción ligada irá cediendo más tóxico libre que será distribuido por el organismo de modo que la fracción ligada constituye un almacén del tóxico que va liberándose poco a poco. Sólo la fracción libre es la toxicológicamente activa por ser capaz de atravesar las membranas biológicas y llegar al lugar selectivo donde ejercerá su efecto.
El que la ecuación se desplace hacia un lado o el otro depende de:
Cuando la acción lesiva del tóxico se realiza en la sangre, todos estos factores no intervienen (por ejemplo: arsenamina --> hemólisis; tóxicos que alteren la hemoglobina, CO-Hb, meta-Hb...).