Gazeta de Antropología
Gazeta de Antropología, 2009, 25 (1), recensión 02 · http://hdl.handle.net/10481/6867 Versión HTML · Versión PDF 

Publicado: 2009-04

Ricard Zapata-Barrero:
Multiculturalidad e inmigración.
Madrid, Síntesis, 2008.

Por: Patricia Fernández Martín

Bien es sabido que, sociológicamente, los últimos años se están caracterizando por constantes movimientos migratorios, protagonizados por personas originarias de países poco industrializados, que tienen como meta los países ricos del norte.

La premisa fundamental de la que parte, así, este libro, es que la multiculturalidad en los países europeos es un hecho. La cuestión clave ahora es cómo gestionarlo.

El autor comienza su exposición definiendo el proceso de multiculturalidad, resaltando el inevitable enfrentamiento que existe entre dicho proceso y los valores históricamente adquiridos de la sociedad de acogida, que se ven sensiblemente atacados por dicho proceso en la práctica diaria.

A continuación, relaciona este complejo proceso de la multiculturalidad con las migraciones actuales, y señala las consecuencias que tiene en los países receptores, así como sus fases y diversos indicadores que pueden utilizarse para medir el grado de multiculturalidad en que se encuentra cada nación.

Finalmente, ofrece una serie de reflexiones acerca de la manera en que se debe gestionar la multiculturalidad, atendiendo a determinados criterios que inevitablemente serán discriminatorios, y defiende la necesidad de una urgente y rigurosa investigación acerca del proceso, construyendo una teoría coherente a partir de la práctica, y a la vez partiendo de ciertas premisas teóricas para analizar la realidad social.

La base teórica que atraviesa todo el libro está impregnada de conceptos como el de democracia, ciudadanía, derechos humanos, que son constantemente utilizados para defender la gestión de la multiculturalidad que, como hemos dicho, se ha convertido en un proceso inevitable.

Así pues, confiando siempre en un concepto democrático occidental de lo que debería suponer el proceso de multiculturalidad, el autor define y somete a crítica, en diversos momentos del libro, conceptos que parecen "sagrados" para nosotros, tales como la relación entre el Estado, la Nación y la Ciudadanía, que son precisamente las ideas que facilitan, en cierto sentido, un estancamiento en la manera actual de aceptar dicho proceso.

A este respecto, la obra carece de ejemplos reales de políticas de inmigración de otros lugares en los que, según el escritor, esta gestión ya se hubiera puesto en marcha de una u otra forma. Por un lado, estos ejemplos podrían hacer comprender mejor lo que el autor entiende realmente con "gestión de la multiculturalidad", ya que la conclusión final que puede extraerse es que se trata de algo que, en definitiva, debe venir "desde arriba" (instituciones públicas, mediadores, educadores…), lo cual implica que la población no puede hacer nada por adaptarse a dicho proceso, si no es esperar a que en cierta medida se lo impongan.

Y por otro lado, dichas ilustraciones ayudarían a demostrar fehacientemente que determinadas maneras de gestionar la multiculturalidad funcionan (o no), son empíricamente útiles (o no), y que el lector "de a pie" puede contribuir con su pequeño grano de arena a gestionar dicha multiculturalidad con el auténtico convencimiento de que saldrá bien, respaldado siempre por la experiencia de otros que vivieron algo semejante hace ya muchos años.

Por lo que respecta al principio democrático del libro, la pregunta crucial en su planteamiento es cómo mantener los valores occidentales sin dejar de abrir la mente al proceso multicultural. La respuesta puede encontrarse en las instituciones públicas, e incluso en la rápida mención que se hace de la necesidad de mejorar el sistema educativo y la investigación multidisciplinar. Sin embargo, al igual que en el caso ya mencionado acerca del concepto de "gestión", se echa en falta la exposición de algunos casos concretos, como medidas políticas, sociales, culturales, lingüísticas, educativas, etc. tomadas en otros países (o en el nuestro), que dejen claro a qué se refiere cuando dice, por ejemplo, "educación" o cuando dice "interdisciplinariedad".

De manera similar, se emplea constantemente la palabra "democracia" sin que haya sido previamente definida. El autor da por hecho que cualquier lector occidental del siglo xxi sabe de sobra en qué consiste la democracia, porque todos estamos insertos en sistemas políticos que en peor o mejor medida se consideran a sí mismos democráticos. Sin embargo, esto no tiene por qué ser así: por un lado, porque pueden existir diferencias culturales importantísimas del mismo concepto de democracia, incluso entre países típicamente occidentales; por otro lado, porque una idea tan abstracta y tan utilizada permanentemente por los hablantes corre el riesgo de acabar quedando completamente vacía de significado, de ahí que necesite decontruirse primero, y reconstruirse después semánticamente, para poder utilizarla con la mayor exactitud posible.

En resumen, consideramos que el autor muestra una posición resignada ante lo que considera un hecho históricamente propiciado, como es el de la multiculturalidad que se da actualmente en la mayoría de los países ricos de Europa. El libro está bien construido y plantea unas cuestiones muy interesantes, que a pesar de quedarse en el plano estrictamente teórico y carecer, como hemos visto, de algunos elementos empíricos que pudieran ayudar a refinar determinados conceptos para facilitar su puesta en práctica de manera más clara, deben inducir necesariamente a la reflexión de cualquiera que tenga la suerte de leerlo.


 Gazeta de Antropología