En un valle hermano de
Río Verde se encuentra el impresionante cañón del Río Lentegí. Este río es
aún más encajonado, con muchos más rápeles (más de 20). Tiene dos zonas bien
diferenciadas, con y sin agua, a cual de las dos más bonita.
Ideal para aquellos que además de
disfrutar de un paisaje espectacular, tengan ganas de rapelar mucho y de
hacer bastante ejercicio.
Desde
que se dejan los coches hasta donde comienzan los primeros rápeles hay entre
uno y dos kilómetros de caminata. Pero merece la pena, porque nos espera una
sucesión impresionante de siete rápeles casi consecutivos, como si de una
escalera gigantesca se tratara.
Las paredes de hacen más verticales,
el ambiente del interior del barranco se oscurece y comienza la diversión.
La proximidad entre los sucesivos
rápeles permite que haya dos o tres instalados simultáneamente, dependiendo
del número de personas del grupo. En la foto están instalados dos rápeles a
la vez.
La profundidad de cada rápel de este
primer tramo es de entre 7 y 10 metros.
En
esta foto aparecen tres rápeles consecutivos. Es difícil verlo, pero los dos
primeros son los que aparecen en las dos fotos precedentes.
Al final de este primer tramo, el cauce
del río se abre y antes de terminar la parte seca hay otros dos rápeles
consecutivos, que desde abajo se ven muy bonitos aunque en la foto no salgan
enteros. A continuación
tenemos una caminata de algo más de un kilómetro hasta que llegamos a las
fuentes y comienza la parte del río con agua. Es en esta parte donde se
pierde la cuenta de los rápeles que se bajan porque tiene muchos. No tenemos
muchas fotos de esta parte por la pereza de sacar la cámara del bote
estanco.
El agua da un aspecto muy diferente al
río y permite otras posibilidades como por
ejemplo inventarse toboganes.
Uno de los puntos más impresionantes de
este descenso es la cascada de los 25 metros. En la primera
de las siguientes fotos está fotografiada desde arriba y la segunda desde
abajo, pero lamentablemente en esta última sólo se ve la mitad de la
cascada. Aunque no se aprecie en la foto, la toba que la propia cascada ha
formado es espectacular y constituye un espigón calcáreo gigantesco
despegado de la pared, como si fuera una enorme estalactita truncada de una
cueva. Es la parte que cubre el agua en la segunda foto.
Después de la gran cascada hay muchas
más de los más diversos tipos, pero entre todas tomamos una fotografía de
esta en concreto, donde la roca, el agua y la vegetación armonizan en una
imagen realmente bonita.
Después del descenso y ya secos, sólo
resta regresar a la cabecera del barranco para
recoger el coche que hemos
tenido que dejar ahí y despedirnos del Río Lentegí. |