PRESENTACIÓN

 

 

 

"ReDCE núm. 33. Enero-Junio de 2020" 

 

El diálogo entre Tribunales.

 

En la Presentación del número anterior de la ReDCE ya indicábamos que su publicación iba a coincidir en el tiempo con la salida definitiva del Reino Unido de la Unión Europea, prevista para el 31 de enero de 2020. Parecía ese el desafío más importante que teníamos, sin que nadie pudiera imaginar la pesadilla que comenzaría un mes después y que ha dejado al Brexit totalmente eclipsado como un problema menor en la deriva futura de la Unión Europea. Cuando escribo estas línes, la epidemia ha costado ya medio millón de muertes y ha infectado a más de nueve millones de personas en todo el mundo. Por desgracia, no sabemos todavía cuál será su alcance futuro y cuánto tiempo se prolongará hasta que se descubra una vacuna o un tratamiento efectivo.

La crisis supone un duro golpe para el proceso de integración porque ha dejado al descubierto una buena parte de las deficiencias de la construcción europea. Comenzando por la ausencia de capacidad de coordinación y de gestión de crisis trasnacionales, que debería ser una de sus funciones esenciales. La ausencia de coordinación generó inicialmente una competencia de los Estados europeos por acumular recursos sanitarios, provocando una imagen pésima de falta de solidaridad europea cuando alguno de ellos prohibió la exportación de material destinado a combatir la epidemia, negándole a los países más afectados, como Italia, medios que después le llegarían de manera “desinteresada” de China o de Rusia, por ejemplo.

Esa misma ausencia de coordinación y de liderazgo ha provocado que la gestión de la crisis se haya sometido a criterios muy heterogéneos por parte de cada uno de los Estados miembros: desde el número de test realizados y el tipo de pruebas hasta las medidas de distanciamiento social, pasando por la información sobre la letalidad, han seguido criterios diferentes en cada Estado, dificultando así el conocimiento preciso de la extensión de la epidemia y su control a nivel europeo. Como podemos ver ahora, cuando se están abriendo las fronteras en función de criterios homologables entre los países europeos, si esos criterios hubieran existido antes quizás no habría habido que cerrar las fronteras internas y se habría luchado de manera más efectiva contra la pandemia al tiempo que se habría generado un menor daño a la economía.

Claro que una Unión Europea que hubiera asumido la gestión de la crisis sanitaria habría tenido que asumir también la responsabilidad del impacto de sus decisiones en el ámbito económico. Aquí es donde viene la parte más problemática para la Unión Europea, porque un remake de la crisis del euro no parece posible sin un daño irreversible al proceso de integración. Esto es algo que no parecen entenderlo bien algunos países del norte. Pero en el sur hemos tenido ya la experiencia del aumento del euroescepticismo y del acceso al poder de movimientos claramente contrarios a la integración europea. El riesgo de una nueva involución democrática y de una crisis social generada por una Europa que repita los errores de las políticas que se desarrollaron frente a la anterior crisis financiera es evidente. Las consecuencias para el proyecto europeo también.

Las instituciones europeas están haciendo todo lo posible por evitar que la nueva crisis económica afecte de manera irreversible al proyecto de integración. Las propias instituciones europeas fueron las primeras en entonar el “mea culpa” cuando terminó la crisis, poniendo en marcha el Pilar Social y otras iniciativas para intentar paliar en alguna medida el daño causado. Ahora tienen a su favor la buena conexión entre la Presidenta alemana de la Comisión Europea y la Canciller alemana, pero incluso eso puede no ser suficiente. Los países del sur harían bien en diseñar hojas de ruta que exploren todas las posibilidades, de manera que la única opción no sea convertirse de nuevo en “prisioneros” del euro, como indicara en su momento Paul Krugman, en relación con la anterior crisis financiera.

A la ineficiencia económica y al sinsentido que supone permanecer en el euro para verse sometido a cargas financieras adicionales sin ninguna ventaja, podría añadirse el riesgo de que la Unión Europea no hiciera frente a sus deberes de solidaridad. Subrayo la palabra “deberes” porque no es un principio opcional ni tiene nada que ver con la caridad u otras manifestaciones voluntaristas de quien hace un favor a otro, sino que es la contraprestación obligada que se deriva de estar en un proyecto común del que algunos (los países del norte) obtienen sustanciosas ventajas que deben implicar también cargas. Pensemos en los “paraísos fiscales” que no existirían sin el mercado europeo y que benefician sustancialmente al país que abandera las posiciones insolidarias, Holanda. Para entender lo que significan basta con mencionar el caso de Luxemburgo: con una población de 600.000 habitantes, sus fondos de inversión suman un valor equivalente a cuatro veces el PIB de España, algo que, evidentemente, no se corresponde con su actividad económica real.

Lo más sorprendente de estos países que lideran el discurso moral del “ahorro” frente a los “despilfarradores”, es que algunos de ellos han conseguido sus ahorros gracias a unas reglas absolutamente inaceptables, que no se han puesto en cuestión seriamente hasta ahora en la Unión Europea y que favorecen la evasión fiscal por parte de las grandes compañías multinacionales (especialmente las norteamericanas) en perjuicio del conjunto de la ciudadanía europea. No es el que el discurso moral sea muy operativo para debatir sobre cuestiones políticas. Como bien dice Miguel Azpitarte, el problema de este tipo de reproches morales es que transforma problemas políticos que se resuelven mediante transacciones en dilemas morales donde la política queda cortocircuitada, además de reducir el campo de los consensos previos que se produjeron precisamente otorgando valor fundamental a normas que cristalizaban previos criterios morales aceptados por todos.

El debate moral que se generó en su momento para reforzar la narrativa oficial de los defensores de la austeridad en la crisis del euro es, en efecto, extremadamente peligroso. No sólo por lo que se acaba de indicar sino porque traslada la discusión al ámbito menos racional de todos, el de los sentimientos nacionales. Unos sentimientos que ya no confluyen en la construcción de un proyecto común europeo, sino que se manifiestan en la arrogancia y el supremacismo de algunos países, que están en mejor condición económica, frente a otros países a los que desprecian públicamente con un conjunto de tópicos y estereotipos inaceptables. Al final, la única respuesta posible frente a tanta irracionalidad es la que dio el Primer Ministro Portugués al Ministro de Economía holandés respecto de su pretensión de investigar a los Estados que ahora no tienen margen presupuestario para hacer frente a las necesidades económicas derivadas de la crisis.

Este tipo de reprobaciones “morales”, que estamos comenzando a sufrir de nuevo en Europa, solo pueden conducir a una espiral de reproches que finalmente fortalezca el nacionalismo y el populismo en todos los Estados miembros. En los que se consideran a sí mismos “austeros” y buenos administradores de sus recursos porque fomenta las tendencias xenófobas y antieuropeas de los movimientos populistas propios. En los que sufren los insultos por “derrochadores”, en un contexto en el que han sido víctimas de una epidemia, porque alimenta algo todavía peor, la sensación de agravio y el orgullo herido. Algo que, como indicara I. Berlin, está en la base del desarrollo del nacionalismo y del populismo que dio lugar a grandes tragedias en otros momentos históricos. En nuestra época ese reforzamiento del populismo y del nacionalismo podría conducir al proyecto europeo a su fin. Razones objetivas existen, pues la zona euro corre el riesgo de convertirse en un espacio imposible, una zona minada para aquellos Estados miembros que tienen una situación económica más delicada.

Cuando en la anterior crisis económica me preguntaban en los seminarios que impartía en Italia qué pensaba de la propuesta de Grillo de salir del euro, yo contestaba: si quiere salirse él no veo ningún problema, pero Italia como país no debería hacerlo, porque fuera del euro hace mucho frío. Creo que hoy ya no sabría ya qué responder a esa pregunta, pero sí aconsejaría a los gobernantes del sur de Europa que diseñaran urgentemente planes estratégicos que consideren todos los escenarios. Incluso para negociar en Europa resultaría muy útil disponer de ellos. Ni que decir tiene que seguir negociando en el terreno “moral” en lugar de aportar antecedentes, hechos y proyecciones razonables sobre los daños que podrían derivarse para “todos” de una ruptura de la Unión Europea, condena al fracaso a los países del sur o, peor aún, a concesiones “generosas” que al final sean poco más que una simple autorización para contraer nuevas deudas.

Europa se está construyendo en los últimos años sobre un terreno muy inestable, el de los egoísmos nacionales. Los Estados miembros van a Europa a obtener todas las ventajas posibles para luego “vender” esa insolidaridad ante un electorado que está cada vez más orientado hacia posiciones radicales, irreflexivas y antidemocráticas, contribuyendo así a alimentar esas posiciones. El país clave en la construcción de Europa, Alemania, no quiere avanzar, porque se encuentra en la mejor situación de las posibles. Ha definido un espacio intocable de democracia interna y bienestar social (de garantizar eso se ocupa el Tribunal Constitucional Federal Alemán, como ha reiterado en su sentencia de 5 de mayo de 2020) que contrasta con la afectación de la democracia interna y el bienestar social de otros países europeos desde la crisis financiera. Pero todo esto tiene un precio. Sean cuales sean las ventajas que se han derivado para Alemania de la configuración de la UE en los últimos años, la primera factura, que debilita terriblemente a Europa, ha venido en forma de Brexit. La segunda en forma de desarrollo del euroescepticismo en países que habían sido profundamente europeístas. La tercera, si no se afronta de manera adecuada la crisis económica derivada de la pandemia, podría ser la de la ruptura de la Unión Europea.

La parte monográfica del número 33 de la ReDCE está relacionada con el diálogo entre tribunales y recoge tres textos que estaban destinados como ponencias al congreso sobre cultura constitucional europea y diálogo judicial, organizado por Antonio Pérez Miras y Augusto Aguilar Calahorro, y que debía de haberse celebrado en Granada en los días 12 y 13 de marzo, aunque tuvo que ser aplazado como consecuencia de la crisis sanitaria. Se trata de tres trabajos muy relevantes que abordan esta cuestión central desde perspectivas diferentes. Por un lado, el de Juan Antonio Xiol Ríos, “El diálogo entre tribunales: el Tribunal de Justicia de la Unión Europea y el Tribunal Constitucional de España”, que establece un muy valioso marco teórico general para encuadrar su análisis de la relación entre el TJUE y el TC. Seguidamente, analizando una cuestión específica, el de Rafael Bustos Gisbert sobre “Comunicación transjudicial en Europa en defensa de la independencia de los jueces”. Nos encontramos ante dos de los autores más reconocidos en esta temática, de manera que nos resulta especialmente grato acoger sus trabajos en la ReDCE. Completa esta sección un análisis particular de gran interés que realiza Silvia Romboli: “El conflicto entre identidad nacional y Derecho de la Unión europea en el caso Coman: el Tribunal de Justicia añade otra pieza fundamental para la protección de las parejas homosexuales frente a la discriminación”.

La Sección de Artículos comienza con mi trabajo “Interpretación constitucional y populismo”, que tiene su origen en el texto “Constitutional Interpretation and Populism. The case of Spain” preparado para un libro colectivo coordinado por Szente Zoltán y Gárdos-Orosz Fruzsina en el marco del IACL Research Group on Constitutional Interpretation. En esta versión se ha suprimido la parte relativa a España y se ha desarrollado la parte teórica inicial. Sigue un artículo de Juan Francisco Sánchez Barrilao, dedicado a una temática delicada y problemática “Democracia, desafección constitucional y seguridad” que él aborda con el equilibrio y la solidez habitual en sus escritos. Como muy bien dice en ese artículo, la desafección constitucional y la posible regresión democrática es algo que nos implica a todos y, por otro lado, en esta cuestión tan delicada, tenemos que procurar que no se produzcan actuaciones públicas que, con el propósito de velar por la democracia, terminen por ponerla en riesgo. Por último, en esta sección se incluye el trabajo de Giacomo Palombino “La construcción del principio de equidad generacional: ¿hacia una democracia sostenible?” que es un texto fundamental sobre una temática clave. Sobre su actualidad e interés sirva un ejemplo que podemos poner y que va en la línea de las inquietudes que el autor expone acerca de la aplicación incondicional de este principio a la austeridad presupuestaria: la crisis sanitaria ha evidenciado que nuestra responsabilidad hacia las generaciones futuras no consiste en la destrucción de las estructuras sanitarias públicas para facilitar el equilibrio presupuestario, sin plantearse la cuestión previa de los ingresos y la distribución de los recursos, sino en garantizar que esas generaciones tengan una sanidad pública que permita hacer frente a situaciones como la que estamos viviendo en estos días.

La Sección de Perfiles contiene dos textos sobre Jörg Luther. El primero de ellos, de Gustavo Zagrebelsky, maestro italiano de Jörg, el segundo uno mío que está destinado a un Libro Homenaje que le estamos preparando y que nuestro común maestro alemán, Peter Häberle, me ha pedido que lo incorpore a este recordatorio de Jörg. No debe extrañar que ambos textos incidan más en la vertiente personal que en la académica. Jörg era, por encima de cualquier otra consideración, un amigo entrañable. En mi caso escribí el texto el 23 de marzo (veinte días después de su desaparición) recordando que un mes antes Jörg había sido el destinatario de mi último abrazo, cuando me despedí de él en su casa de Torino el 20 de febrero, antes de que comenzaran las condiciones de aislamiento en Italia y en España.

La Sección de Textos Clásicos incorpora el “Discurso en el Parlamento Europeo, el 11 de noviembre de 2009”, de Václav Havel, con motivo de la conmemoración del veinte aniversario de la caída del Muro de Berlín. Sus palabras esperanzadas sobre una Europa que sea fuente de inspiración para el mundo tienen hoy un especial valor. Desgraciadamente, desde que Havel pronunciara este discurso Europa ha perdido esa capacidad y se ha convertido en algo distinto a un acuerdo pragmático, para pasar a ser de nuevo una especie de campo de batalla en lo económico, en el que los más poderosos quieren imponer sus condiciones a los más débiles. Ojalá que se retome en algún momento el espíritu del Discurso de Havel por el bien de Europa y del mundo.

Por su parte, la Sección de Jurisprudencia contiene una interesante reflexión de Regina Helena Fonseca Fortes-Furtado sobre “¿Pueden brotar frutos sanos del árbol envenenado? La admisibilidad como prueba de la lista Falciani”. El Foro, incorpora el texto de Anuscheh Farahat “De nuevo el anhelo del apocalipsis: en defensa de la esperanza pragmática en tiempos de crisis” que aborda los diversos debates que se están planteando sobre la crisis sanitaria tanto desde la perspectiva del derecho constitucional nacional como desde el derecho europeo así como la vertiente de la solidaridad trasnacional. Mi coincidencia con los planteamientos de Anuscheh es habitual y en este caso se manifiesta de manera bastante evidente en mis palabras de la parte inicial de esta Presentación.

La Sección de Legislación, a cargo de María Luisa Balaguer, refleja el espíritu de nuestro tiempo en estos seis meses tan penosos para la Unión Europea. Salvo una de las normas que se recogen, todas las demás tienen que ver con el Brexit, ya consumado el 31 de enero de 2020, o con la pandemia, incorporando diversas actuaciones y medidas que han sido necesarias para hacer frente a la situación de emergencia generada por el COVID-19. Es el testimonio de una época que está generando la peor crisis que la Unión Europea ha conocido hasta ahora, sin que todavía se hayan superado los efectos de las anteriores.

En las noticias de Libros tenemos, en primer lugar el comentario que realiza Miguel Presno sobre el libro de Antonio Pérez Miras, German M. Teruel Lozano, Edoardo Raffiotta y Maria Pia Iadicicco (Dirs.) Setenta años de Constitución Italiana y cuarenta años de Constitución Española, BOE y CEPC, Madrid, 2020, una obra en la que hemos participado un gran número de constitucionalistas de España y de Italia. En segundo lugar el de Antonio Pérez Miras sobre el interesante libro de Natalia del Barrio, La jurisprudencia en el "common law" (desde la perspectiva del jurista continental).

Antes de pasar al obligado apartado de agradecimientos y, en nombre del equipo editorial de la Revista, quisiera comunicar que a partir del número 34 incorporaremos una nueva versión en pdf que se unirá a la versión html y a la versión e-book preparada por Thomson Reuters. La versión impresa se sustituye así por un nuevo formato digital más acorde con los procesos que se están desarrollando en las comunidades académicas de todo el mundo. Debemos recordar que esta Revista comenzó ya desde su número 1, hace ahora 16 años, en versión íntegramente digital en html junto con la edición impresa, en ese momento a cargo del Instituto Andaluz de Administración Pública. Esa edición digital en html la hemos cuidado siempre el equipo editorial de Granada y así seguirá siendo en el futuro. La versión en pdf que sustituye a la impresa y la versión en e-book seguirán siendo editadas por Thomson Reuters.

Por último, en la parte de agradecimientos tenemos que referirnos en primer lugar a Thomson Reuters y a la Fundación Peter Häberle, que contribuyen decisivamente a la publicación de la ReDCE en sus distintas versiones. En el ámbito nacional hay que mencionar el Proyecto de Investigación DER2016-77924-P, “Los Derechos Fundamentales ante las crisis económicas y de seguridad en un marco constitucional fragmentado” y en el ámbito europeo, a la Cátedra Jean Monnet “ad personam” de Derecho Constitucional Europeo y Globalización, al Proyecto Jean Monnet "The constitutional bases of Europe: building a common European constitutional culture" y a la Cátedra Jean Monnet “Integration of asylum-seekers and refugees in the European Unión”.

  

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Francisco Balaguer Callejón

Catedrático de Derecho Constitucional. Catedrático Jean Monnet ad personam.