Gazeta de Antropología
Gazeta de Antropología, 2009, 25 (1), artículo 24 · http://hdl.handle.net/10481/6870
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Recibido: 6 marzo 2009  |  Aceptado: 30 mayo 2009  |  Publicado: 2009-06
Clientelismo y recomposición de oligarquías en Tierra Caliente (México)
Political favouritism and reinstatement of oligarchies in Tierra Caliente, Mexico

Octavio Augusto Montes Vega
Profesor Investigador del Centro de Estudios en Geografía Humana. El Colegio de Michoacán, México.
montes@colmich.edu.mx


RESUMEN
Este trabajo expone una visión general sobre la combinación de mecanismos formales e informales constructores de la cultura política en México, tomando como unidad analítica a la Tierra Caliente del Medio Balsas y los procesos de legitimación por los que facciones e individuos relacionados con la defensa de la región logran ejercer el poder político local. El texto toma un repertorio de figuras explicativas del orden jerárquico-familiar-político que controla los mecanismos en las redes sociales. Así mismo, se observarán tres procesos histórico-coyunturales sobre los que ha preservado este modelo piramidal: el liberal, el posrevolucionario y el neoliberal.

ABSTRACT
This paper examines a general approach to the combination of formal and informal mechanisms that build political culture in Mexico. The analytical unit of the study is The Tierra Caliente of Michoacán and Guerrero, as well as processes of legitimization by which factions and individuals involved in the defence of the region are able to exercise local political power. The present work examines a repertory of explanatory figures of the hierarchical-domestic-political order, which control the mechanisms of social networks. In addition, three different historical-conjunctural processes on which this pyramidal mode is based will be considered here: The liberal, the post-revolutionary, and the neoliberal process.

PALABRAS CLAVE | KEYWORDS
México | Tierra Caliente | clientelismo | oligarquía | antropología política | political favoritism | oligarchy | political anthropology


Lo formal y lo informal: un breve acercamiento a la cultura política en México

Tras una minuciosa observación a la sociedad mexicana (1), Eric Wolf manifestó que a pesar de la carga de complejidad o modernidad-democrática que tienen los Estados nacionales, éstos no están tan organizados ni estructurados como el discurso de sus representantes nos lo quiere hacer ver, ya que "en los sistemas económicos y políticos nos encontramos que existen los recursos institucionales básicos para su funcionamiento, "pero dejan de existir otros recursos y organizaciones que son suplidas por estructuras intersticiales, suplementarias o paralelas a él" (Wolf 1966: 19-20), y que en momentos históricos precisos o en situaciones específicas parecen ser también indispensables para su funcionamiento. De manera paralela a lo que el Estado mexicano y su estructura formal constituyan en teoría, las relaciones sociales informales y los grupos suplementarios de donde emanan, "son elementos fundamentales para el funcionamiento armónico de las grandes instituciones oficiales en la práctica (…) por lo que su análisis no sólo revela los mecanismos de las sociedades complejas sino que pone de manifiesto "gran parte de la dinámica social y de los cambios en la relación de fuerzas del cuerpo social" (Wolf 1966: 35-39).

Ya sea de manera adjetivada o subjetivada, la "democracia" es el arma más útil del siglo veinte para mostrar el grado de "civilidad" o "modernidad" que tienen las naciones. Para el caso mexicano, julio del año 2000 fue una fecha clave para mostrarle (en teoría) al mundo que México era un país democrático. Esto se logró al borrar de manera aparente "la última mancha sospechosa de retraso": la dictadura de partido o lo que Vargas Llosa llamaría la dictadura perfecta (2). Sin embargo, la crítica al sistema político mexicano debe de verse más allá de sus mecanismos notorios y enfocarse en sus matrices histórica y cultural.

Haciendo un rápido recorrido por la historia de México resulta notoria esta yuxtaposición formal-informal: una parte significativa de las instituciones oficiales que actualmente ostenta el país son resultado de la inspiración liberal de países constructores de las llamadas democracias modernas, sin embargo, el contexto siempre fue distinto a lo que indicaban dichas legislaciones. Tanto la carencia de una democracia efectiva con ideales liberales incompatibles a la realidad nacional, como la fragmentación regional y social que desde siempre se ha vivido México, provocaron que las instituciones informales suplieran y tuvieran mayor importancia que las formales (3).

Las ideas consolidadas en la "Revolución Francesa" y la "Independencia de los Estados Unidos" trataron de ser puestas en escena por aquellos políticos que negaban la herencia española para el flamante Estado nacional mexicano independiente del siglo XIX. Sin embargo, para el caso mexicano muchos de los principios rectores que sostenían la ideología liberal francesa y norteamericana, no pudieron comenzar su marcha, sobre todo aquellos en donde se proponía "el libre intercambio comercial, la libertad de culto y la abolición de bienes comunales" (Hale 1991a: 3; Hale 1991b); Meyer 1995). Una de las más graves dificultades por la que atravesó este proyecto se debió a la escasa población alfabetizada. Por lo que los portadores del liberalismo en las regiones de difícil acceso o alejadas de la Ciudad de México, comenzaron la empresa de propagar esta idea a sus coterráneos, recurriendo a la construcción de un nacionalismo basado en historias y mitos que condujeran al convencimiento de los sectores populares. Por ello, a los mismos dirigentes liberales pocas veces les ha faltado el apoyo de las masas para contar con ellas (Montes 2007; Meyer 1995; Pansters 1997).

A partir del análisis histórico y espacio-regional, se podrán establecer conexiones y ventanas que nos permitan ver realidades nacionales y globales. Esto servirá para confirmar la hipótesis que afirma la existencia del autoritarismo y el clientelismo contenidos en la mayoría de las relaciones políticas representativas de la "democracia a la mexicana". En este vaivén, que va de lo local a lo nacional y de lo formal a lo informal, se enfatizará que la vida política de los pueblos y las naciones no sólo es regida por cambios sino también por continuidades (Pansters 1997 y Zárate 2002).


Configuración de los paterfamilias locales

Antecedentes

Durante todo el periodo colonial (1521-1810), la llamada Tierra Caliente que ocupa el actual territorio sureste de Michoacán y centro-occidente de Guerrero (4), se caracterizó por su poca productividad minera y su escasa población peninsular (ibérica) y criolla (5), de aquí que muchos soldados españoles la señalaran como una tierra miserable llena de infortunios (Cárdenas de la Peña 1980), cuyo único "resquicio de salvación" lo representaba la orden de agustinos llegada a la región en 1537 fundadora de visitas y templos en todas las comunidades aledañas. Los religiosos estaban convencidos de que el verdadero fin de la conquista era la evangelización y no la intervención militar, la cual significaba un atropello para los llamados "indefensos indígenas". Este tipo de consideraciones fue el comienzo de un "amoldamiento regional" basado en la desigualdad social, el "proteccionismo paternalista" y la región figurada como una "comunidad" necesitada de progreso. (Sánchez Amaro 2002: 69-71; Montes 2007). Fue hasta finales del siglo XVIII cuando un reducido número de familias mestizas y criollas, comenzaron a intensificar las relaciones laborales por medio de la producción de la ganadería.

Las relaciones de poder durante el periodo colonial en la región se mantuvieron equilibradas debido al sostén proporcionado por la figura de los sacerdotes fundadores de iglesias, barrios y escuelas, y la población mestiza dedicada a la ganadería que comenzó a relacionarse económicamente con las ciudades centrales, Valladolid (Morelia), Toluca, México, etc.


Paternalismo en tiempos liberales

Para el periodo de la Guerra de Independencia (1810-1821), la llamada Tierra Caliente, jugó un papel fundamental debido a sus características naturales y sociales. El descontento popular independentista estuvo encabezado por el cura de Carácuaro, José María Morelos y Pavón, quien vio en la región de Tierra Caliente no sólo el espacio en donde oficiaba misas sino también "el lugar idóneo" para comenzar una revuelta armada que le generaría resultados óptimos. Como sacerdote, Morelos también fue protector de las vejaciones sobre sus feligreses indígenas que formaban el 90% de la población regional, al mismo tiempo que sirvió como "bisagra" entre las ideas de vida eterna y liberalismo mexicano (6). A la muerte de Morelos, el general Vicente Guerrero ocupó la imagen de "hombre fuerte", la protección que le ofreció al pueblo fue de orden militar, delegando las labores de construcción regionalista a sus subalternos de confianza, que generalmente se trataba de líderes locales, propietarios de tierras y ganado que buscaron defender su patrimonio con las armas.

Uno de los ejemplos más claros de esa intermediación entre líderes nacionales-regionales-locales, se pude ver en Juan Álvarez, un cacique nacido en lo que actualmente se conoce como el estado de Guerrero, que defendió la lucha independentista, colaboró con los gobiernos federales y sentó las bases de un caudillismo paternalista con los indígenas, a quienes protegía del reparto de tierras y al mismo tiempo se servía de ellos para crear un ejército, al que le denominó los pintos (7), que le ayudaban a cumplir sus intereses particulares. Figuras como la de Álvarez coadyuvaron al reparto de tierras comunales para el establecimiento del fundo legal propuesto por las leyes liberales, ya que contaban con muchos medios para negociar y obligar a los indígenas a ceder territorios (Montes 2007).

La consolidación del liberalismo mexicano en Tierra Caliente se llevó a cabo durante el porfiriato. Entre muchos otros factores, a nivel local, los políticos comenzaron a sufrir transformaciones sin que esto significara el debilitamiento de los caciques. El gobierno de Porfirio Díaz pretendió penetrar todos los rincones mediante la reinstauración de las prefecturas como un eslabón importante dentro de la estructura del Estado nacional (8). La última década del siglo XIX se caracterizó por el desarrollo de un modelo económico que implicó la apertura comercial hacia mercados nacionales e internacionales mediante la proyección de las regiones económicas del país como productoras de mercancías con calidad de exportación. Para que este desenvolvimiento económico cubriera las expectativas generadas por el gobierno federal, se requirió de un armazón político capaz de influir en todos los municipios del país e integrarlos al "progreso soñado por el porfiriato". Fue así como la figura del prefecto, o jefe político, resultó ser un vehículo coyuntural idóneo en muchos aspectos, ya que a partir de este cargo se mantuvo el control local que permitió al régimen dictatorial establecer un dominio jerarquizado (Mijangos 1997: 40-41).

La configuración simbólica de esta "persona jurídica" a nivel estatal semejaba a la de un "patriarca" que ejercía su autoridad en todos los niveles. Esta facultad no reglamentada era abalada por el presidente Porfirio Díaz, quien fungía como "ser supremo". El prefecto fue también la amalgama de la élite política, el alto clero, la clase intelectual y la élite económica, (principales pilares del liberalismo porfirista), legitimados a partir del equilibrio de las leyes modernas con las expresiones tradicionales (Mijangos 1997: 40-41). Los largos periodos de duración de los prefectos hacía que se también se reprodujera la dictadura a nivel regional.

Contrario a lo estipulado en la "historia oficial", desde el levantamiento maderista hasta el triunfo del constitucionalismo (1910-1917), las figuras que representaban un mínimo de seguridad en esos tiempos violentos, seguían siendo los ex prefectos porfiristas y sus familiares, que tomaron la iniciativa y se lanzaron a la revuelta con el afán de conservar sus privilegios y obtener una mejor posición en el nuevo gobierno. La unión entre constitucionalistas y terratenientes se fortaleció con facciones populares a través de la Ley Agraria del 6 de enero de 1915, La gran mayoría de los terracalentenses que representaron el constitucionalismo trataron de minimizar nuevamente los movimientos zapatistas a la vieja usanza liberal, calificándolos de bandoleros o gavilleros. Aún en la actualidad, este discurso sigue cumpliendo con gran eficacia dos funciones: desacreditar los movimientos populares ante el sector medio de la región y legitimar la violencia y la intervención del Estado a su favor (9).

Para 1920, la situación política regional se fue adecuando a los cambios ocurridos en el resto del país. La llegada de Álvaro Obregón a la presidencia de la república significó el comienzo de un reordenamiento político caracterizado por la caída de muchos líderes locales y la llegada de jóvenes sin fuerza regional en las representaciones de los estados y municipios. Todo esto como una estrategia obregonista de fortalecer el presidencialismo (Montes 2007).

En el caso específico de la Tierra Caliente, tanto Morelos, como Guerrero y Juan Álvarez se valieron de representantes locales para ejercer el intermediarismo paternalista esperado por el sistema liberal a la mexicana. Fue entonces cuando surgieron figuras de militares o legisladores (como el general Valdés o Carmen Luviano) que sirvieron de enganche e inyectores para las prácticas de expropiación y colonización mestiza. El caso de la familia Luviano es el más esclarecedor, ya que cuatro de sus miembros (Carmen padre, Carmen hijo, Celerino y José Rentería Luviano) fungieron como prefectos, alcaldes, diputados y hasta gobernadores durante más de 40 años.


Formación del Estado paternalista

Post-revolución: Reconstrucción del poder local (1927-1970)

Plutarco Elías Calles manifestó la necesidad de consolidar un nuevo gobierno basado en instituciones. Dicho ordenamiento fue comparado al de una "gran familia" en donde todos los mexicanos estaban incluidos (Hurtado 1993: 20). El poder de convocatoria paternalista logró reunir a más de 200 micro-partidos políticos regionales creados por caciques y caudillos de todo el país, con intenciones de corporativizarlos en un solo partido (Partido Nacional Revolucionario, PNR) y evitar un golpe de Estado. En esa galaxia de agrupaciones se encontraban varios partidos michoacanos dirigidos por miembros de la burguesía agraria y ex revolucionarios terracalentenses. Con esto, las familias de élite con antecedentes en las prefecturas representaron nuevamente la unión entre el orden político nacional y el orden local posrevolucionario (10).

Sin bien es cierto que el clientelismo es una parte importante en la construcción de las relaciones de poder político, observar este mecanismo como única fuente de legitimación en términos de análisis regional y cultura política provocaría ver al entramado social parcialmente y con pocos matices. Richard Adams, señaló que el uso indiscriminado de los términos de intermediario o patrón impedía distinguir el papel estructural de los diferentes tipos de intermediarismo, así como identificar la forma en que el poder se ejercía en la estructura social analizada, ya que cada actor lo hace de manera diferente (Adams 1970).

En el caso del intermediarismo político en Tierra Caliente, fueron muchos factores contextuales los que dieron un tinte diferente a este tipo de relaciones. En consecuencia, hablar de padrinos y patriarcas es referirse a valores subjetivos de "confianza" sin el que no se podrían explicar las relaciones diádicas o de intercambio desigual de bienes. Si no existieran esos valores, el mantenimiento de la relación sólo se basaría en elementos coercitivos y nada garantizaría la "lealtad" del cliente al patrón (Boisevain 1974; Landé 1977). La construcción de unidad y solidaridad entre los miembros de un grupo y la eficacia de éste hacia el resto de la población se logra a partir de características que comparten sus miembros (construcción y valoración de símbolos comunes, o en otros casos, una meta común). Probablemente existan subgrupos dentro de una entidad mayor pero mientras la unidad no se ponga en riesgo, estos grupos pueden llegar a tener una competencia sustentada en la lealtad y la seguridad de no ser traicionados (10). Por lo tanto, los líderes que lograban mayor eficacia como intermediarios entre el Estado mexicano y las regiones, debían tener un prestigio más asociado a su persona y a su calidad moral que a su función como jefe político. Muchos de ellos lograron organizar de forma análoga el poder doméstico con el poder político; es decir una organización estatal patrimonial (Hurtado 1993).

Para la gran mayoría de los miembros de las familias de élite, tanto el parentesco, como los rituales y la ideología son elementos básicos en su sistema cultural. Por lo que las fiestas locales, el ascenso político de un miembro de la familia, o las celebraciones y tradiciones familiares juegan un papel importante en la confirmación de solidaridad y el fortalecimiento de la red social. De ahí deviene el gran valor que toma en la región el compadrazgo, y el padrino como elemento coyuntural de familias y parentelas.


Cardenismo en la Tierra Caliente

Desde que Lázaro Cárdenas llega al gobierno, hasta su muerte en 1970, Michoacán vivió uno de los momentos más marcados de paternalismo proteccionista en todo el país. Dámaso Cárdenas fue el ejemplo más claro del empresario-político cuya fuente principal de poder la basó en "la organización y reclutamiento de su grupo, mediante la captación de los líderes naturales de los pueblos y comunidades. Con ellos se inició una relación personalizada y vertical, que a su vez deberían realizar dentro de sus comunidades. Estas personas se distinguían por haber sido reclutadas con base en relaciones de amistad y parentesco sanguíneo u ritual (Vargas 1992: 121-122; Salmerón 1992). El cardenismo en Michoacán de los años cincuenta, (representado por Dámaso Cárdenas y David Franco Rodríguez) no sólo trató de abarcar los ámbitos de la política formal, sino también los ámbitos civiles y personales (11).

En el aspecto económico, "bajo el mando político de Dámaso Cárdenas se desarrolló un proceso combinado de acumulación económica y control político, en el que se reprivatizó la propiedad de la tierra, se aceleró la tecnificación y se impulsó el predominio de los cultivos comerciales". "En su función como mediador político, destaca su movilidad entre culturas políticas del interior y del exterior de su región. Convirtiéndose en el vehículo más eficiente del Estado para introducir sus políticas en las regiones y en las comunidades" (Vargas 1992: 122).

A finales de los años cuarenta, la región de la Tierra Caliente michoacana y guerrerense estuvo representada por la figura de dos familias en el poder. 1) En Huetamo Michoacán y Zirándaro Guerrero, la familia Sánchez Pineda fue el clásico ejemplo del cacicazgo político y económico. Sidronio Sánchez P. fue gobernador interino del estado de Michoacán durante el periodo presidencial de Obregón, posteriormente sus dos hermanos lograron entrar en la política local como legisladores y presidentes municipales, lo que propició que se convirtieran en dueños únicos de los mecanismos locales de gobierno e influencia económica. 2) A mediados de los años cuarenta, la familia Santamaría, respaldada por Salvador Santamaría, comienza a fincar redes de parentesco sólidas en Ciudad Altamirano Guerrero. Dichas relaciones no sólo eran familiares sino también espaciales, ya que, con vecinos y comerciantes de la ciudad forma el "grupo del centro" uno de los principales bastiones que aun funcionan en como principal instrumento de dominación en toda la región.

Durante el periodo de Dámaso Cárdenas (12) en el gobierno del Estado, los cacicazgos y las figuras de poder cambiaron de "forma" pero no de "fondo". Huetamo tuvo como presidente municipal a Alejandro Jaimes, un hombre que tuvo amistad con Dámaso Cárdenas y pudo colocar a su familia política en la sucesión del poder municipal. Altamirano tuvo un crecimiento significativo debido a la carente competencia que tuvo durante muchos años el grupo del centro.

Los años cincuenta y sesenta fueron para la agricultura del país un periodo de cambios brutales en lo que a tecnología y modernización agrícola se refiere. La llamada "revolución verde" desarrolló una infraestructura de comunicaciones y de mercado que modificó los elementos ideológicos y productivos nacionales; las tierras de temporal se convirtieron en periféricas y su dinamismo dependía de las beneficiadas por el riego, para la instauración de monocultivos y la implementación de paquetes tecnológicos (Léonard y Molard 1989: 25-60). En la Tierra Caliente de Michoacán y Guerrero, la revolución agrícola tuvo como marco principal la fundación de la Comisión del Balsas, a cargo de un presidente, el secretario de Recursos Hidráulicos (Alfredo del Mazo padre). La jurisdicción de la cuenca se dividió en tres unidades o sub-cuencas: La del Alto Balsas (con residencia en Izucar de Matamoros, Puebla). Medio Balsas (con residencia en Ciudad Altamirano, Guerrero). Y el Bajo Balsas (cuyo centro de operaciones sería Uruapan, Michoacán). La oficina central se estableció en Iguala, Guerrero., bajo la dirección del vocal ejecutivo (Gral. Lázaro Cárdenas) y un vocal secretario (Ing. César Buenrostro) (Cárdenas del Río 1973: 265).

La Comisión del Balsas en Tierra Caliente buscó darle continuidad a los proyectos y obras de los años cincuenta para, posteriormente, comenzar el sueño desarrollista promovido por el Estado nacional mexicano: obras de infraestructura como grandes presas, carreteras y altas inversiones en riego fueron promovidas y terminadas por dicha Comisión durante los años sesenta y principios de la década de 1970. Sin embargo, las nuevas obras de riego implicaban cambios en la lógica productiva y social de los campesinos y "patrones" de la Tierra Caliente, y éstos sólo se dieron de forma parcial; ya que el personalismo, la prioridad a las relaciones de amistad y compadrazgo, así como el poco impulso educativo para los campesinos hacia las nuevas formas de producción, siempre estuvieron presentes en la región y nunca disminuyeron de forma significativa (Bustamante 1996; Calderón 2001).


Tiempos de crisis y reestructuración

La muerte del padre regional: tiempos de crisis

La Comisión del Balsas tuvo una vida de dieciocho años. De 1960 a 1964 se comenzó la organización general del proyecto y la reelaboración de estrategias hechas durante la Comisión del Tepalcatepec. De 1965 a 1970 se intensificó el trabajo de campo que siempre giró en torno a tres sub-proyectos que integrarían los tres sistemas de riego más importantes en la región. A la muerte del general Lázaro Cárdenas, la Comisión pierde el liderazgo organizacional que lo sostenía y los intereses personales comienzan a salir a flote.

Como nuevo vocal ejecutivo, Rubén Figueroa disminuyó la carga laboral en la Tierra Caliente del Medio Balsas y priorizó las obras en la zona norte de Guerrero, específicamente en Iguala y "en su tierra" Huitzuco. Con la llegada de Luis Echeverría a la presidencia de México, se procuró salir de la crisis cada vez más grave por la que atravesaba el país, como principal medida a este fenómeno, se procedió a la interrupción de las obras majestuosas que implicaban la absorción de grandes presupuestos y otorgaban escasos dividendos a la nación. Bajo este argumento, Echeverría también pretendió restarle fuerza a muchos cacicazgos locales y a administradores de obras que crecieron en su ejercicio del poder regional a partir de los proyectos en las cuencas hidrológicas. Sin embargo, debido a que la Comisión del Balsas era de reciente creación y que ya no existía el fuerte contrapeso político por parte de Lázaro Cárdenas, la presidencia de la república y las cámaras de diputados y senadores decidieron darle a esta Comisión un poco más de tiempo para su definitiva extinción (Bustamante 1996: 167).

A partir de 1971, al igual que muchos de los proyectos de cuencas hidrológicas en el país, la comisión del Balsas se convirtió en un "trampolín político" que les daba grandes ventajas a sus "altos representantes", ya que les brindaba fuerza en la toma de decisiones sobre un amplio sector de la nación. La disputa por el puesto de Vocal Ejecutivo fue feroz, ya que esto colocaba a los jefes políticos en la antesala de una gobernatura, secretaría de estado, o en cualquier otro puesto de alto nivel. Tal y como fueron los casos de Rubén Figueroa y Rodolfo Echeverría Zuno (hijo del entonces presidente de México Luis Echeverría Álvarez), quien fungió como Director General de Desarrollo de la Comisión del Río Balsas hasta su desaparición (Calderón 2001).

Para mediados de los años setenta se llevaron a las transformaciones tan anunciadas por el gobierno en crisis, los proyectos de las cuencas hidrológicas dejaron de ser "una gran constructora de infraestructura para la producción de bienes primarios, y se dio paso a la conformación de corredores industriales" (Calderón 2001). Bajo este mismo orden, "Rodolfo Echeverría se convirtió en el director general de la Promotora Industrial del Balsas, empresa paraestatal ejecutora de la política económica del gobierno mexicano, encargada de desdibujar al desarrollo regional basado en subcuencas hidrológicas y proyectar a la "industrialización" como un mecanismo que pudiera parar la crisis económica y vincular al país con las nuevas políticas internacionales. A pesar de la desaparición de la Comisión del Balsas (en 1978) y la promoción de la industrialización y la descentralización. La práctica política y económica continuó con una aguda crisis económica e inflacionaria que condujo a que muchos sectores populares se manifestaran y mostraran su falta de credibilidad en las autoridades políticas.


Surgimiento y desarrollo del neoliberalismo en Tierra Caliente

Como consecuencia de la crisis agrícola y ganadera de los setenta en la región, los cambios en cada uno de los estratos de la población fueron evidentes no sólo en términos económicos; en el aspecto social y cultural se fue gestando una forma de vida adecuada a los tiempos de emergencia y crisis generalizada. Desde finales de la década de 1970, las élites dejaron de estar representadas por viejas familias de políticos o agricultores de ajonjolí y poco a poco dieron paso a ricos agricultores recién llegados de otros estados o regiones que se dedicaron a explotar la tierra a manera de empresa, al agio o al narcotráfico. La migración a los Estados Unidos comienza a ser un factor importante en todo el estado de Michoacán, por lo que no sólo los migrantes como tal comienzan a cambiar la imagen regional sino también el pollero (13) que durante temporadas vive en la región, la esposa o el hijo del trabajador que emigra, etc.

Otro factor importante de transformación regional es la agroindustria del melón que empieza a sembrarse de manera masiva en la ribera del Balsas y comienza a crear nuevas formas de vida. El melón comenzó a introducirse en el mercado mexicano como un cultivo comercial durante los años treinta, para la década de 1940 y con la puesta en marcha de los primeros tratados binacionales México- Estados Unidos, el melón hizo presencia significativa en las áreas de cultivo de la Tierra Caliente michoacana (principalmente en Apatzingán). A principio de los setenta, la producción del melón quedó bajo el régimen de producto de exportación, con lo cual debía sujetarse a las leyes internacionales de comercialización. En enero de 1974, el Comité Directivo Agrícola de la Tierra Caliente, en coordinación con La Comisión del Balsas (dirigida por Rubén Figueroa F.) propuso otorgar agua a las personas que estuvieran usufructuando la tierra (en este caso a las compañías meloneras) sin tomar en consideración el derecho y la cantidad que éstas ocuparan. Este plan buscó atraer inversionistas extranjeros que le permitiera a las instituciones del Estado justificar los proyectos de desarrollo a la agricultura, atraer capitales que invirtieran en la producción agropecuaria y obtener recursos para continuar con los proyectos de la Comisión (Léonard 1995; Bustamante 1996; Sánchez Amaro 2002; Cárdenas de la P. 1980).

En 1975 se dio a conocer la primera industria transnacional estadounidense en la región del Medio Balsas: American Produce Co., cuyo representante fue uno de los personajes más importantes durante este proceso en el área de Michoacán y Guerrero: Salvador Sánchez, productor del área de Apatzingán quien amasó un fuerte capital y posteriormente abrió empacadoras en la Tierra Caliente guerrerense. Su función se tradujo como constructor de alianzas con los líderes y comerciantes locales de Guerrero y Michoacán, al mismo tiempo que fortalecía sus relaciones con las empresas americanas que financiaban al sector privado. Debido al éxito de Salvador Sánchez como intermediario, para los años ochenta el número de representantes regionales de esta agroindustria se extendió considerablemente (Léonard 1995; Bustamante 1996).

En la actualidad, el poder de estos dirigentes o new brokers se debe a que son los únicos intermediarios entre los compradores-socios capitalistas (empresas norteamericanas y nacionales), los poderes públicos (Secretaría de Agricultura, Comisión Nacional del Agua, etc.) y los productores. Además, estos personajes poseen la decisión absoluta para otorgar los créditos y permisos para sembrar a quien mejor les parezca. En muchas ocasiones, los intermediarios no sólo han adquirido capital económico, sino también prestigio social y control político por su poder de designar los permisos sobre familiares o amigos y de candidatos a diputados o presidentes municipales que terminarán gestionando a su favor en términos fiscales. Durante los años ochenta, más de cinco empresas establecidas comenzaron a ganar terreno (14), entre ellas se encontraba la que actualmente tiene el predominio en exportaciones, Lee Shipley Co. Posteriormente, Salvador Sánchez y Lee Shipley entablaron amistad, y el mexicano abandonó su primera industria para representar a Shipley y establecer relaciones y alianzas que beneficiaron a ambos (Léonard 1995 y Bustamante 1996).

A partir de la "supuesta apertura comercial" en 1989, las compañías agroindustriales adoptaron el proceso productivo de tipo "estadounidense", en donde las empresas controlan todo el proceso que va desde la selección del personal hasta su venta en el mercado, y el país receptor sólo aporta el espacio físico y la fuerza de trabajo. El factor más importante para el éxito de estas agroindustrias se debe a la renta de terrenos de temporal en las regiones donde operan. Estos mecanismos de arrendamiento han ido fortaleciéndose a medida en que las enmiendas y derogaciones en los artículos del Código Agrario y de la Ley Federal de Reforma Agraria otorgan todas las garantías a los dueños de las industrias, quienes solamente se han comprometido a darles prioridad laboral a los arrendatarios y sus familias para trabajar en la cosecha y empaque del melón, dándoles un sueldo diario y las mismas garantías que a cualquier trabajador.

El año de 2002 fue uno de los más difíciles para las exportadoras de melón en la región. Esto se debió a que los productores comerciantes fueron inspeccionados y reprobados en las pruebas de calidad efectuadas por la Food and Drougs Administration (FDA), la que detectó salmonela en el melón producido en la región, y emitió una recomendación a los comercializadores y compradores del producto en Estados Unidos para que se abstuvieran de hacerlo hasta que no se tuviera la certeza de que los exportadores cumplieran con las "buenas prácticas agrícolas y buenas prácticas de manufactura". Debido a esto, uno de los motivos principales en crear esta asociación fue parte de una estrategia de los empresarios para buscar alianzas con instituciones federales mexicanas, como la SAGARPA a través de la Dirección General de Sanidad Vegetal, y promocionarse en el mercado nacional y latino-americano. Actualmente, la mayor parte de la producción del melón en La Tierra Caliente sigue teniendo como destino el mercado mexicano. Sin embargo, las legumbreras ubicadas en las márgenes del Balsas y Cutzamala continúan teniendo éxito debido a la venta de otros frutos al extranjero (principalmente el mango).

Además de los nuevos personajes surgidos en la región a raíz de la crisis de los años setenta y ochenta, a partir del boom en la industria del melón de los años noventa, la región comienza a recibir una ola de trabajadores empobrecidos provenientes de la montaña de Guerrero, Oaxaca y Chiapas a los que se les conoce como chilapos (15). Estas personas forman parte de uno de los fenómenos más interesantes que han desencadenado los actuales procesos de globalización y neoliberalismo en México, este es el de la "migración rural-rural" (Barrón 1994: 261). Este tipo de migración (16) es uno de los factores más notorios de un país lleno de desigualdades, ya que, a diferencia de los discursos promovidos por las nuevas élites agro-industriales de la Tierra Caliente, la migración rural-rural no es la solución a un problema productivo coyuntural y se está convirtiendo en una forma estable de funcionamiento por parte de los agricultores capitalistas que aprovechan regiones con alto grado de pauperización como fuente de mano de obra barata y las transforman en dependientes de las condiciones que marca el desarrollo capitalista en la agricultura, a través del tamiz y la modernización del sector (Barrón 1994: 261-284).

Otro problema regional relacionado con el anterior se debe a que si bien el modelo de producción agroindustrial está dando empleo, lo hace a un alto costo social y ecológico. La prioridad que le ha dado el gobierno federal al cultivo del melón en la región, y los privilegios en el uso del agua y bombeo, conducen a que la Tierra Caliente del Medio Balsas tenga una dependencia a estos mecanismos que puede resultar peligrosa, ya que los vaticinios sobre el serio daño que provocan estas industrias en las áreas de cultivo son cada vez más cercanos y reales. En la actualidad, muchas de las áreas de cultivo en la región han sido dañadas, y las empresas agroindustriales comienzan a explotar terrenos de otras regiones (como el Istmo de Tehuantepec o Centroamérica).

En resumen, la crisis de los años setenta y ochenta llevaron a la recomposición del sistema de gobierno federal. El neoliberalismo significó, "en forma", el adelgazamiento del Estado paternalista. En la región el crecimiento de las agro-empresas meloneras transnacionales y nacionales, la intensificación de la migración externa y la afectación en las fibras familiares por parte del narcotráfico, ha significado cambios en los mecanismos en el ejercicio de la hegemonía (17) de las élites y los grupos subalternos, sin embargo, los líderes agroindustriales del melón han logrado establecer alianzas (familiares y económicas) efectivas con políticos municipales y estatales michoacanos, guerrerenses y oaxaqueños (pertenecientes a los municipios de donde "enganchan" a los trabajadores empobrecidos). El narcotráfico ha logrado establecer "familias" o conglomerados de cohorte mafiosa a niveles internacionales. Por lo que la persistencia de la estructura piramidal y de clientelas sigue siendo uno de los principales puntos de alerta más importantes en el análisis antropológico de la sociedad mexicana.


Conclusiones

A lo largo de la historia, la práctica política en México se ha distinguido por su gran variedad de regionalismos, por su organización basada en el personalismo y por la importancia que se le ha dado a las relaciones sociales construidas a partir del parentesco, el compadrazgo y el clientelismo. A pesar de la fuerte crítica y el carácter estigmático que se le ha dado al nepotismo en estas últimas décadas, las prácticas de carácter dinástico siguen siendo la forma más común que ha utilizado la mayoría de las figuras políticas para legitimarse y hacer que su grupo y su familia sigan conservando los privilegios obtenidos desde hace muchos años.

El ejercicio del poder ligado al parentesco y al clientelismo político existe por diversos mecanismos de transmisión concretos y visibles. La eficacia de éstos no radica solamente en las características de la relación diádica, sino más bien en la ubicación de esta relación en una red social más amplia compuesta por factores espacio-temporales que la orientan dentro del campo en donde se esté compitiendo. La Tierra Caliente de Michoacán y Guerrero representa un fragmento o paisaje microscópico de México, en donde los procesos de transformación y continuidad en las relaciones políticas informales ocurren de manera cotidiana. Desde siempre, la región terracalentense del Medio Balsas ha sido representada en el cine, la televisión y la literatura, como esa tierra alejada, plagada de "caciques y caudillos" que dominan su entorno "a cuerpo de rey", aprovechándose de la debilidad del Estado nacional mexicano. Sin embargo, ese tipo de figuras alegóricas del "cacique" como sinónimo del retraso, hace que se pierda claridad sobre los procesos políticos, y se minimice la complejidad de las relaciones de poder (Montes 2007).

Una vez confrontados los datos históricos y etnográficos regionales con aspectos teóricos sobre el intermediarismo y la construcción de la cultura política, queda claro que la conformación de oligarquías regionales siempre ha estado estrechamente ligada a los proyectos del Estado mexicano en sus distintas épocas y transformaciones. Y aún en la actualidad, el aparato del Estado ha mostrado una franca imposibilidad en deshacerse de las formas de personalización del poder. Resultaría inútil centrarse en ambivalencias o dicotomías de tipo evolucionista al colocar a estos fenómenos como un avance o retroceso para el sistema político Mexicano (Pansters 1997), más bien, resulta de mayor certeza afirmar que el cacicazgo y el personalismo se han convertido en una necesidad para el sistema. La constante polarización y desigualdad social ha traído consigo líderes e intermediarios que estabilizan la organización social (Zárate 2002) local o regional con los requerimientos del sistema formal del gobierno.



 

Notas

1. Para este trabajo el periodo posrevolucionario tendrá como punto de partida 1922, año en el que se firma el Tratado de Bucareli y Estados Unidos reconoce como gobierno legítimo al del General Álvaro Obregón. A partir de dicho suceso, se comienza a construir la llamada "institucionalización" del país.

2. "México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México", dijo un Vargas Llosa que a estas alturas ya parecía de nuevo el político intenso de hace unos meses. México, siguió, "es la dictadura camuflada". "Tiene las características de la dictadura: la permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido. Y de un partido que es inamovible". (Vargas Llosa 1990). El partido al que el escritor peruano se refiere es el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

3. John Gledhill aclara la diferencia entre el liberalismo de corte "anglosajón" y el liberalismo jerárquico-organizacionista, según el cual, cada quien tendría su lugar mientras la totalidad se basara en relaciones complementarias entre sectores (el cual adoptó el Estado mexicano). La idea de la sociedad que divulgó el Estado mexicano no se basó en los derechos individuales ni mostró mucha condescendencia en el derecho de libre asociación, sino en la identificación de las personas no como individuos, sino como parte de una jerarquía familiar, regional y nacional que siempre se encuentra integrada a su familia, a otras familias, a sus coterráneos y a sus paisanos (Gledhill 2001: 29).

4. De acuerdo a aspectos geográficos, la Tierra Caliente del Medio Balsas comprende municipios de Guerrero y Michoacán que están ubicados, sobre superficies montañosas y pequeños valles regados por la afluente media del Balsas. En este trabajo se tomarán como parte de esta región a ocho municipios de Guerrero y cuatro de Michoacán: Municipios de Guerrero: Ajuchitlán, Arcelia, Coyuca de Catalán, Pungarabato, Tlalchapa, Tlapehuala, San Miguel Totolapan y Zirándaro. 2) Municipios de Michoacán: Huetamo, San Lucas y Churumuco.

5. Son muchos los relatos y pasajes que cuentan los "infortunios" de estar en tierra caliente, pero como principal referencia véase, Archivo General de la Nación (AGN). Mercedes. Vol. 3, exp. 290, f. 115. Se trata de lo que hoy es San Agustín Huimeo cerca de Zirándaro.

6. El ejemplo más claro de esta manifestación puede verse en "Los sentimientos de la nación", texto de donde emana la primera Constitución Política mexicana.

7. El "mal del pinto es una enfermedad de la piel que muchos han relacionado con el vitíligo y otros han adjudicado a otras causas. Durante muchos años "el pinto" fue una característica común en la región de análisis y en ocasiones ha sido relacionada con la marginalidad. Juan Álvarez conformó un ejército cuya mayoría padecía este mal.

8. Algunos historiadores establecen el origen de las de las prefecturas hacia 1812, cuando las Cortes de Cádiz planean la existencia de las diputaciones de provinciales, que se traducen como el "germen del federalismo" y liberalismo mexicano. Pero es hasta 1824, con la Constitución Federal y las constituciones de las entidades federativas (1924-1928) que el prefecto (o también llamado: "jefe político", "jefe de policía", "jefes de departamento" o "jefes de partido") comienzan a ser importantes como vínculo entre los estados y el gobierno federal. (Mecham 1986: 143-48; Mijangos 1997: 40-41; Guerra 1992).

9. En el primer artículo de esta ley se intentaba "arrebatarle a Zapata la bandera del agrarismo" mediante la anulación de las enajenaciones a tierras comunales propuestas por la Ley Lerdo y demás leyes relativas, sin embargo en los artículos subsiguientes, inclinaba la balanza hacia los propietarios. En el artículo segundo se especificaba que las enajenaciones podían nulificar siempre y cuando las dos terceras partes de los interesados las pidieran. Eso le sirvió a la burguesía agraria para volver a manejar las leyes tal y como era su costumbre; ya que muchos de los ex-comuneros que aun quedaban vivos no contaban con los documentos que se les habían expedido desde hacía más de cincuenta años (Gutelman 1987: 86-89).

10. En este caso el periodo posrevolucionario tiene una duración más larga que en otras regiones y estados de México debido a los fenómenos históricos ahí ocurridos. Por estar circunscrita al estado de Michoacán, La Tierra Caliente estuvo influenciada por el cardenismo desde finales de los años 20, en que Lázaro Cárdenas fue gobernador, posteriormente, de 1934 a 1940 obtuvo la presidencia de la República y en los años 40 visitó continuamente el estado ocupando el cargo de Vocal Ejecutivo de la Comisión del Río Tepalcatepec. En la década de 1950, su hermano Dámaso fue gobernador del estado y para el periodo 1960-1970 tuvo injerencia directa con la región al ocupar el puesto de Vocal Ejecutivo de la Comisión del Río Balsas.

11. Son muchos los teóricos del Estado los que mencionan la importancia de las relaciones informales en el estudio de la política. Maquiavelo es uno de los primeros en mencionar que el factor subjetivo o moral es necesario para la legitimación de un gobernante. Posteriormente la corriente gramsciana hablaba de la organización que va más allá de la coerción y proponía el análisis del consenso a través de la construcción de la hegemonía (véase Alonso 1992: 22; Bobbio 1989: 15-45).

12. Una característica particular del gobierno "damasista" (Dámaso Cárdenas) fue la de sacar a mujeres como candidatas a diputaciones y presidencias municipales a las que seleccionaba de entre sus amistades. Además de realizar su trabajo de manera eficaz, estas presidentas municipales se distinguían por no realizar acción alguna sin consultar a los jefes regionales amigos de don Dámaso o don Lázaro (Vargas 1992: 122).

13. El pollero se le llama a la persona que transporta, por una gran cantidad de dinero, ilegales mexicanos de la frontera mexicana al primer pueblo o resquicio de tierra estadounidense.

14. En México, el incremento de producción despega en 1960, pasando de 80.000 toneladas anuales a 160.000; en la década de los años 1980, se eleva a 319.000 y cierra el siglo con producciones de hasta 550.000 toneladas. Fuente: SAGARPA, Fortalecimiento de cadenas productivas. Diagnóstico, producto: melón, Guerrero. Septiembre 2004:
http://www.sagarpa.gob.mx

15. Se les llama chilapos debido a que la mayoría de estos trabajadores provienen de Chilapa, Guerrero (región de "la montaña").

16. A diferencia de la migración ocurrida en los años sesenta y setenta, los flujos migratorios no se conforman solamente entre el campo y la ciudad, y han surgido en la agricultura nuevos polos de atracción que contribuyen a modificar las regiones receptoras de trabajadores (Barrón 1994).

17. La hegemonía vista no sólo en términos de coerción y negociación sino también de resistencia y agencia (Roseberry 1989, 2002).



 

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 Gazeta de Antropología