Gazeta de Antropología
Gazeta de Antropología, 2004, 20, recensión 04 · http://hdl.handle.net/10481/7292 Versión HTML · Versión PDF 

Publicado: 2004
F. Xavier Medina:
Vascos en Barcelona. Etnicidad y migración vasca hacia Cataluña en el siglo XX.
Vitoria-Gasteiz, Eusko Jaurlaritza / Gobierno Vasco, Colección Urazandi, nº 5, 2002: 322 páginas.

Por: Jordi Bou i Ros

La migración es uno de los fenómenos más constantes en la historia de la humanidad, que podemos constatar desde sus primeros momentos. Y debemos otorgar a este hecho el principal motor del desarrollo de la propia sociedad, gracias a la interacción creada entre los conocimientos y la cultura de los individuos autóctonos con los recién llegados. Cataluña -y sobretodo la ciudad y el área metropolitana de Barcelona- es uno de los principales centros receptores, que concentran el mayor número de migrantes dentro del estado español a lo largo de su historia, y especialmente durante los siglos XIX y XX. 

Una de estas comunidades de procedencia, aunque ni mucho menos la más numerosa, ha sido y es la procedente del País Vasco. Un grupo que ha dejado, a pesar de todo, una profunda huella en la propia sociedad pluricultural que es hoy Cataluña; pero que también ha influido, de una forma muy significativa, a que en Euskal Herria se conozca hoy mejor la realidad catalana.  Hasta hoy, los estudios sobre la presencia de los vascos en Cataluña habían sido casi nulos y, los pocos existentes, basados principalmente en el período de la Guerra Civil española. Hacía falta aún una obra ambiciosa que nos acercara a la realidad actual de una comunidad con una fuerte concepción de ser. Una obra que nos ha llegado recientemente de la mano de F. Xavier Medina, antropólogo catalán de origen vasco que ha centrado su estudio en dibujar un mapa de los vascos en la diáspora catalana. Fruto de su tesis doctoral -que recibió, por cierto, el Premio Andrés de Irujo del Gobierno Vasco en el año 2002-, esta obra es la primera investigación de relieve y en un sentido amplio sobre la diáspora vasca en Cataluña. 

El autor inicia su investigación a partir de plantearse críticamente una cuestión básica: ¿qué es ser vasco? a la cual añade posteriormente ¿qué es ser vasco en Barcelona? Precepto éste de difícil definición, ya que hablamos de un sentimiento poco homogéneo ni claramente descriptible. Pero sí que pueden dibujarse en ciento modo ciertos matices de este concepto desde una perspectiva grupal, de personas del mismo origen o que se autoidentifican bajo un carácter común. Basado en una importante cantidad de materiales recogidos en entrevistas directas y en un importante trabajo de campo de varios años de duración, los resultados se plasman en un interesante estudio antropológico. 

El libro se divide en tres partes temáticas diferenciadas, aunque claramente interrelacionadas. En la primera de ellas, el autor presenta un análisis teórico y metodológico sobre la etnicidad, su difícil construcción y la trayectoria del concepto dentro del campo de la antropología social; un análisis que marcará teóricamente la construcción posterior del libro. Una aportación importante: la definición de etnicidad, en tanto que construcción identitaria de carácter primario (identidad de origen) consciente y claramente reivindicada por los miembros del grupo. Una etnicidad que, desde esta perspectiva, no es totalmente inaprensible, sino que se expresa por medio de diferentes “diacríticos” identificadores que los miembros del grupo consideran como definidores de su singularidad. Más adelante, en otros capítulos del libro, el autor nos muestra un desarrollo más amplio de estos identificadores, aplicados al caso concreto de la migración vasca: alimentación, lengua, religión, deporte, música... 

La segunda parte se centra en mostrarnos una (breve, tan sólo en un capítulo) visión historiográfica sobre los vascos residentes en Cataluña a lo largo de gran parte del siglo XX; una historia, aún hoy, repleta de claroscuros desde el punto de vista tanto histórico e historiográfico. Al ser el autor de la obra antropólogo de formación, y no historiador, la lectura desde este capítulo desde un punto de vista estrictamente historiográfico puede parecer descompensada en relación con el resto del libro. Ello no implica que el autor no haya llevado a cabo una importante labor de archivo y hemerográfica, lo cual se pone de manifiesto a lo largo de toda esta parte del libro. Sin embargo, no es una interpretación historiográfica en un sentido estricto lo que el autor busca, sino la base temporal para la construcción de lo que él define como “historicidad”: una memoria histórica -real o mítica, en cualquier caso construida- seleccionada por y relevante para los miembros del grupo; memoria que formará parte integrante de la construcción y de la reivindicación de la etnicidad que constituye el hilo argumental de todo el libro. 

En la tercera parte, que es en sí el auténtico cuerpo del estudio antropológico, el autor se centra en ir desgranando, uno por uno, todos los elementos que forman en si lo que podemos denominar el frasco de la esencia de la etnicidad, de lo vasco. Los elementos de unión y de relación de todos aquellos que se sienten parte de un cuerpo vivo, y que no olvidan “sus raíces”. Unos elementos que bajo la forma de aspectos como el deporte, la música, la lengua vasca, la gastronomía -con el auge, por ejemplo, de la restauración vasca en la ciudad de Barcelona-, etc., reflejan una manera de leer la etnicidad que manifiesta una forma de ser y de pensar diversa, aunque en cierto modo cohesionada, que contribuye a dar una forma concreta a una identidad siempre en movimiento. 

El estudio resalta, asimismo (dedicándole todo un apartado), la importancia que ha tenido y que tiene la Euskal Etxea, la casa vasca, como elemento aglutinador de los vascos en Barcelona. Desde su nacimiento como el Solar Vasco-Navarro, ya en el siglo XIX, la Euskal Etxea se ha convertido en el centro asociativo de los vascos -y vascófilos- residentes en Cataluña. Pero a la vez también ha realizado, y realiza, el importante papel de ser nexo de conexión, en estos momentos donde la información tiene la velocidad de la luz, no sólo con el País Vasco, sino también con todos los vascos de la diáspora alrededor del mundo. 

Presentamos aquí un libro denso -el hecho de ser resultado de la adaptación para la publicación de una tesis doctoral no ayuda en exceso a la agilidad, especialmente en los primeros capítulos-, y ampliamente crítico; de lectura interesante y, conforme más avanzan los capítulos y más se centra en los resultados del amplio trabajo de campo realizado, más amena. 

Un capítulo especialmente atípico -y recomendado por su planteamiento original- es, quizás, el último, de conclusión, en el cual el autor realiza una apuesta tan crítica como arriesgada: no ser él quien explique la conclusión del libro, sino que sea uno de los informantes del mismo, de quien se publica una buena parte de la transcripción de una entrevista, quien dé las respuestas que el autor se plantea. A través del mismo, el lector se sumerge junto con el informante y el antropólogo en la clara dificultad de explicar el argumento del libro: “¿qué es ser vasco?”, de intentar verbalizar aquello que tiene difícil explicación, de adentrarse en el laberinto de una identidad construida pero esquiva, confusa. Como la vida misma.


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