Gazeta de Antropología
Gazeta de Antropología, 2004, 20, artículo 03 · http://hdl.handle.net/10481/7254
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Publicado: 2004-03
Hacia una antropología del poder
Towards an anthropology of power

Javier Sanjurjo Pinto
Doctorando en antropología en la Universidad de La Coruña.

sanjurjo.javier@myrealbox.com



RESUMEN
Una sarta de nociones y pseudoargumentaciones antiilustradas, antimodernas e incluso anticientíficas se cuelan constantemente en muchos discursos sociales, tratando de tachar cuando menos de sospechosos de dogmatismo e incluso de manipulación a aquellos estudiosos de lo social que se declaran obstinadamente como "científicos". En la comprensión de la conducta social, caer en esta dinámica y no apostar por la racionalidad científica, no tener en cuenta las condiciones materiales y la estructura de poder y centrarse sólo en interpretaciones simbólicas e ideacionales de la cultura es absurdo, si nuestra pretensión es la comprensión de la conducta sociocultural.

ABSTRACT
Many notions and pseudo-arguments against Enlightenment, Modernity, and Science appear constantly in many social speeches, trying to accuse social researchers of being scientific, of dogmatism, and even of manipulation. It is absurd to fall into this viewpoint when trying to explain social behaviour. If our purpose is to understand the real socio-cultural behaviour, we also have to rely on scientific rationality, to keep in mind the material conditions and the structure of power and not to concentrate only on symbolic and ideational interpretations of culture.

PALABRAS CLAVE | KEYWORDS
antropología política | poder | posmodernidad | political anthropology | power | Postmodernity


La antropología sociocultural necesita urgentemente aprovechar su importante potencial crítico como denunciadora objetiva y científica de las terroríficas condiciones a las que se somete a una importante parte de la población mundial, víctima de una distribución de la riqueza insoportablemente desigual y de las fracturas sociales que de esto se derivan. Mientras la antropología sea incapaz de proporcionar análisis causales de las conductas sociales y culturales de los diferentes grupos atendiendo a sus condiciones materiales de vida, su capacidad interpretativa y crítica seguirá reducida a la de un mero discurso descriptivo, ideacional y poco eficaz.

La antropología debe ser crítica o de lo contrario convertirse a lo sumo en pura etnografía, pero los intereses económicos y/o de prestigio que mueven a gran parte de la investigación antropológica la hacen dependiente de determinados intereses donde debería ser neutral y, en el mejor de los casos, neutral donde debería ser militante. Muchos antropólogos estarán orgullosos de su neutralidad política y crítica en el análisis sociocultural, pensando que esto les asegura una visión objetiva, y sin embargo pueden mostrar muy poco pudor a la hora de aceptar determinados fondos o modelar su discurso frente a auditorios particulares. Para John Gledhill: 

Los antropólogos profesionales no son libres de dedicarse a sus propias convicciones y proyectos intelectuales sin ningún tipo de restricción. Una parte del problema actual de la definición de la disciplina se deriva del hecho de que los horizontes de la antropología fueron definidos por otros grupos de poder, institucionalmente más poderosos, en el seno de universidades, así como el poder omnipresente de estados nacionales y las entidades financieras transnacionales, que son los que administran el dinero (Gledhill 2000: 28).
¿Qué trabajo tiene que hacer la antropología para convertirse en una auténtica ciencia social crítica? Desde luego no puede tratar de ser sólo un discurso descriptivo, la antropología que pretenda un auténtico análisis crítico debe ante todo analizar la conducta sociocultural de los diferentes grupos a estudiar e intentar encontrar explicaciones al porqué de las diferentes conductas socioculturales y analizar las semejanzas en la actuación sociocultural de estos grupos sociales diferentes para tender a establecer una teoría antropológica general cada vez más fina. 

Esta idea de antropología no tiene en absoluto que defender ninguna clase de conductismo psicológico, sino aceptar que la razón humana tiende a imponer soluciones relativamente parecidas en condiciones semejantes y que las diferencias conductuales generales requieren explicaciones concretas sobre lo que mueven o coaccionan a estas. Esto es abogar por un pensamiento lógico y racional común a la humanidad y no por ningún tipo de moldeabilidad de la conducta individual. Es totalmente diferente aceptar una racionalidad común para explicar conductas parecidas ante situaciones parecidas a suponer la necesidad de que deben "imponerse" estructuras ideacionales (mentales, simbólicas) parecidas para explicar dichas conductas sociales.

Es por lo tanto necesario añadir otro punto a la tarea antropológica, analizar cómo la conducta social de un grupo selecciona determinados componentes culturales ideacionales en este.

Creo que el método antropológico debe intentar desarrollar determinadas hipótesis de trabajo y comprobar cuidadosamente las conclusiones que de la conjunción lógica de estas se derivan, las hipótesis sólo deberían ir cambiando a medida que comprobemos que las conclusiones no son coherentes con lo observado de tal forma que poco a poco vayamos aproximándonos a un conjunto teórico cada vez más coherente. La pretensión es construir un cuerpo teórico lo más objetivo posible. Objetividad y comprobacionalidad son rasgos básicos de un pensamiento científico-racional. Pero, y es muy importante, esto no significa que no debamos partir de una teoría que ya haya mostrado sus ventajas, no creo que partiendo de cero y declarándonos eclécticos avancemos demasiado en el conocimiento de las sociedades humanas. 

Si la superespecialización teórica en las ciencias sociales es muchas veces usada como una forma de censura contraria al debate abierto, a la polémica y a la disidencia y es utilizada constantemente de forma manipuladora (consciente o inconscientemente), el eclecticismo radical sólo ayuda eliminar el sesgo científico de la disciplina social. Los científicos sociales no deben abandonar jamás la pretensión científica y objetiva si no intentar presentar del modo más claro y sincero posible su argumentación explicativa de los fenómenos sociales.

La "hermenéutica de la cultura", la "sociología de la ideología", la "etnología discursiva e interpretativa", y en general todas las perspectivas ideacionales y subjetivistas que restan importancia a la comprobacionalidad y a la coherencia, proponen hipótesis de trabajo de las que se pueden sacar conclusiones contradictorias y / o que no añaden nada al análisis social. Defender ideas como la hermenéutica de la cultura, el análisis narrativo, y en general las posiciones contextualistas y relativistas sin pretender realmente su necesidad en el análisis sociocultural formal es defender un monólogo sin aplicación.

Las estrategias de investigación que tan siquiera pretenden ser programas teóricos, esto es que no pretenden que sus estructuras teóricas tengan cierto poder explicativo y cierto poder predictivo, no pueden ni siquiera entrar en el debate sobre la objetividad científica. Quienes definitivamente se sitúan al margen de este debate se sitúan en un campo independiente de la racionalidad científica, un campo que por muy interesante que pueda pretenderse no puede usarse para establecer una base explicativa e interpretativa de los fenómenos socioculturales.

Siendo sincero, no creo que una crítica directa a los métodos posmodernos y hermenéuticos sea de raíz una crítica directa a la antropología simbólica e ideacional, el trabajo antropológico puede centrarse con gran éxito en los aspectos ideacionales de las culturas siempre que sea capaz (o pretenda serlo cuando menos) de dar un fundamento etic y conductual a las representaciones ideológicas. La antropología simbólica es un campo de trabajo perfectamente válido siempre que no pretenda fundamentar sobre la simbología la mayor parte de la conducta sociocultural de los grupos humanos. Un problema especialmente acuciante se presenta cuando se intenta que la interpretación de la simbología más o menos compartida sea "la única tarea válida" de la antropología, un problema aún más grave aparece cuando esa supuesta interpretación se hace en nombre de la crítica y la pluralidad.

En general, contra la antropología interpretativa, simbólica, subjetivista y posmodernista hay que reafirmarse en que:

1) No hay nada más manipulador que utilizar un discurso oscuro y rebuscado en el que se diga poco de muchas formas y toda reinterpretación sea posible.

2) Pese a que la ciencia se muestra muchas veces terriblemente explotadora somos animales racionales y negar el discurso racional-científico es negar nuestra capacidad de conocimiento objetivo.

3) Nada hay en la interpretación general de la conducta de los grupos socio-culturales que atente contra el libre albedrío humano, creo, de hecho, que la necesidad de autodesarrollo personal y la racionalidad son partes integrantes de la carga genética humana lo cual conlleva un alto grado de necesidad de libertad personal de actuación (pero es algo individual de carácter primariamente no social). Los grupos socioculturales no son simples amalgamas de personas libres que actúan individualmente, al contrario, en la aparición y redefinición temporal de los grupos entran en juego especialmente la racionalidad, la estructura ecológica, productiva y demográfica y las relaciones de poder. Por esto podemos hablar muchísimo más fácilmente de una teoría de la conducta sociocultural que de una teoría de la conducta individual. La primera es una pretensión a la que aspira la investigación antropológica científica, la segunda es un anatema en el cual la ciencia social no tiene nada que decir.

El concepto social de "cultura" que yo trato de defender hay que entenderlo primeramente como "conducta constreñida" y sólo secundariamente como estructura mental compartida. Esto es así porque la variación de la cultura ideacional responde específicamente a la conducta social, la cual es respuesta racional a las necesidades materiales y afectivas del ser humano frente a determinadas constricciones. Estoy totalmente de acuerdo con Marvin Harris cuando afirma que:

Sólo cuando se tiene en cuenta el comportamiento y se sitúa en el contexto de la situación material concreta podemos comprender las fuerzas que provocan que se piensen determinadas ideas y no otras (Harris 2000: 26). 
En principio la conducta socio-cultural sólo estaría motivada, a nivel macro, por la respuesta racional del ser humano a sus necesidades. Podemos hablar de un núcleo racional humano y de un núcleo de necesidades biológicas y psíquicas como base de la naturaleza humana.

Estas necesidades básicas (llámense innatas a la naturaleza humana) pueden ser diferenciadas en i) necesidades alimenticias y materiales, ii) necesidades afectivas y sexuales y iii) necesidad de autodesarrollo.

Las necesidades alimenticias y materiales más básicas son idénticas en todos los seres humanos (determinados aportes calóricos y proteínicos y ciertas condiciones para el descanso corporal) y sólo manteniéndonos dentro de determinados límites podemos llevar una vida relativamente sana.

Las necesidades afectivas y sexuales seguramente presentan muy poca variación estadística en los diversos grupos humanos. La mayoría de la gente, independientemente del grupo sociocultural al que pertenezca, necesita experimentar determinadas relaciones afectivas. Los individuos que por voluntad propia abstienen en general de mantener determinados lazos afectivos son, seguramente, excepcionales en cualquier cultura. Seguramente también lo son aquellos que por propia decisión no alivian de alguna manera su tensión sexual. 

La necesidad de autodesarrollo es sencillamente la necesidad de libertad, ni más ni menos. El ser humano precisa desarrollarse intelectualmente en una sociedad donde las restricciones sociales a su conducta estén plena y racionalmente justificadas. El fenómeno de alienación social se hace cada vez mayor a medida que la vida en sociedad solicite de los individuos una conducta más restringida, esta alienación sólo aparece a medida que racionalmente no se justifica dicho constreñimiento conductual.

Desde este punto de vista parecería que el ser humano siempre actuaría en lo que a lo social se refiere de forma perfectamente utilitarista, buscaría la forma social más adecuada posible para cumplir al máximo dichas necesidades,... la forma social que en ese momento aparezca como la más rentable para el mayor número en relación al cumplimiento de lo que la naturaleza humana solicita. Pero, la conducta social está constantemente constreñida por las condiciones eco-productivas y por las conductas de los otros grupos sociales con los que se mantenga contacto. La conjunción de racionalidad y libertad que actúa de fondo en la conducta social se enfrenta a la estructura eco-productiva y demográfica y a la estructura de poder, lo cual produce diferentes estructuras sociopolíticas y familiares, de ahí que las ideas de justicia y autoridad varíen enormemente en las diferentes culturas y en las diferentes ideologías. Las diferentes ideologías culturales (valores e ideas sociales, políticas, religiosas... ) responden a las diferentes estructuras político-sociales y al lugar de los determinados grupos dentro de esta, grupos que tienen que enfrentarse radicalmente con diferentes niveles de censura de los diferentes poderes. El componente de censura (de imposición de un grupo sobre la conducta de otros) es muy importante en la comprensión del desarrollo de las diferentes ideas e ideologías culturales.

La transición de las sociedades relativamente igualitarias a las jefaturas con cierto grado de centralización y militarización, que es el primer estadio hacia la formación del estado, hay que encuadrarla con el triunfo de la censura directa sobre la persuasión como principio básico de la autoridad. Cuando las jefaturas logran imponer a la población un sistema de censura directa, en el que la coacción y la represión física son los principales instrumentos de constricción de la conducta entramos de lleno en una sociedad no igualitaria. Esto no significa que la amenaza al uso de la fuerza por si sola explique la conducta de los grupos en sociedades estratificadas, es cierto que con la estructura política de censura directa aparecen sistemas ideacionales que se muestran muy eficaces en muchos individuos,... los vasallos pueden ser realmente temerosos de los dioses o los ciudadanos creer en el bien que hace un alto directivo de una empresa transnacional, pero socialmente esto es producto de la constricción de su conducta social y no a la inversa.

¿Cuáles son las condiciones que implican el triunfo efectivo de la censura directa sobre las sociedades antes tendentes al igualitarismo?, estas son, siguiendo a Harris muy cerca: un aumento en el nivel de densidad poblacional añadido a la existencia de productos alimenticios no perecederos almacenables en grandes cantidades en los cuales se apoya de forma importante la alimentación y a la necesidad de la población de vivir en determinado lugar específico con pocas posibilidades de movilidad. A medida que la densidad poblacional es más alta y las posibilidades de emigración para la mayoría de la población disminuyen, las técnicas de producción se hacen cada vez más intensivas, el trabajo más y más duro, y el control de la redistribución de alimentos más concentrado. 

Debemos suponer que gran parte de la historia de la humanidad, desde aproximadamente hace catorce mil años a al menos hace unos tres o cuatro mil (aunque desde ahí cada vez en menor medida de forma exponencial), estuvo llena de respuestas más o menos victoriosas a las tentativas de conseguir poder por parte de individuos que pretendían más autoridad de la que sus pueblos estaban dispuestos a ofrecerles, pero las respuestas por parte de un pueblo que no estaba dispuesto a permitir dicha autoridad que fueron demasiado lentas o inconsistentes y fracasaron fueron dejando paso a estructuras políticas cada vez más coercitivas y cada vez más basadas en la censura directa con lo cual, exponencialmente, se hacían más centralizadas y jerárquicas.

Las sociedades de cazadores y recolectores intentan mantener una baja presión demográfica de tal forma que no se rebase el límite productivo del ecosistema pasado lo cual este no pueda ya recuperarse. Durante decenas de miles de años el homo sapiens fue capaz de vivir en grupos de baja densidad de población manteniendo el equilibrio productivo en los lugares donde vivía sin necesidad de maximizar los rendimientos o de forzar el ecosistema para aprovisionarse de los alimentos y útiles que necesitaba. ¿Qué sucedió hace 10.000 años a determinadas sociedades humanas para que comenzaran a hacerse sedentarias, a domesticar determinadas plantas y animales y a aumentar rápidamente su densidad poblacional? o de otro modo, ¿por qué falló la estrategia cultural que mantenía el nivel poblacional y productivo dentro de determinados límites y hubo que pasar a estrategias de aumento productivo como la agricultura o la ganadería en diferentes puntos del planeta en el rango de unos pocos miles de años? Hay que suponer, evidentemente, algún proceso global que o bien disminuyó la productividad de muchos de los ecosistemas donde se asentaban las sociedades humanas o bien obligó a aumentar la densidad poblacional de dichas sociedades. En realidad dichos procesos están, pese a lo que pudiera parecer en un principio, íntimamente relacionados entre si y conectados con los cambios a escala planetaria que se dieron con la última glaciación.

Allí donde los grupos humanos estaban más forzados a intensificar la producción para mantener la población tuvo que ir imponiéndose un modo de organización cada vez más sedentario y un sistema productivo cada vez más dependiente de la producción agrícola, esto no significa que todos los grupos en todas partes tuvieran que convertirse en sociedades campesinas, en absoluto, en muchas zonas habitadas los fenómenos post-glaciación pudieron apenas tener repercusión y quizás con ligeros ajustes en las pautas reproductivas fuera suficiente para superar el problema, en otras zonas quizás llegó con forzar un poco más la recolección, la caza o la pesca sin que esto llegara a producir peligro de agotamiento del ecosistema, en lugares de incidencia media pudo pasarse a un primer estadio de agricultura de rozas o tala y quema sin necesidad de pasar a estructuras de agricultura de gran intensidad.

La incidencia de los fenómenos sería especialmente grave para aquellos grupos que no tenían posibilidad de aumentar la producción de forma estable sin provocar grandes daños al ecosistema, que no podían hacer decrecer la población de forma suficientemente efectiva, y que no podían buscar nuevas zonas suficientemente productivas donde vivir, y que debían por lo tanto incrementar rápidamente su productividad, estos grupos debían transformarse en sedentarios y comenzar rápidamente a convertirse en sociedades agrícolas y ganaderas con los terribles costes que iba a suponer, entre los más graves el de que los jefes que un día habían sido redistribuidores más o menos igualitarios de los productos de la comunidad acumularían cada vez más poder, esto no significa que dichos jefes lograran siempre convertirse en auténticos reyes o emperadores, pero con que algunos lo lograran, a lo largo de generaciones y cambios sutiles o mediante golpes de mano, ya era suficiente para que muchas comunidades cercanas cayeran poco a poco bajo el influjo de poder de estos proto-reinos. Superado determinado límite de intensificación de la producción la población comienza además a crecer rápidamente: el sistema agrícola-ganadero requiere cierta cantidad elevada de mano de obra so pena de producir pocos rendimientos. 

Así, las sociedades agrícolas traen consigo la sociedad estratificada y la estructura política directamente represiva, Egipto, Mesopotamia, India, China o Mesoamérica son ejemplos claros de esto. Para John Zerzan y Eric Blair:

Civilization inaugurated warfare , the subjugation of woman, population growth, drudge work, entrenched hierarchies, and virtually every known disease, to name a few of its "benefits" (Zerzan, Blair & Green Anarchy).
No puedo estar más de acuerdo.

El camino hacia el poder centralizado se hace efectivo, desde el momento en que algunas comunidades humanas no logran controlar su densidad de población y / o un determinado ritmo aceptable (ecológico) de producción.

Que el poder centralizado y la estratificación social se hagan cada vez más acusados significa que el control de los recursos, fuerzas y tecnología productivas está en manos de cada vez menos gente y que dicho control es cada vez más autoritario, el primer recurso que se controla centralmente es el alimento agrícola no perecedero, a partir de ahí se inicia un proceso muy rápido de control sobre todos los recursos, dicho control queda asegurado en la base por la amenaza, o el uso efectivo, de la fuerza, lo que llamamos poder de coacción o poder de censura, en fin, poder para encauzar conductas sociales. Dicho poder de censura va siempre seguido, ideológicamente, de una pretendida legitimación de la autoridad.

La censura conductual no es ningún concepto psicológico si no que refiere exclusivamente a los medios positivos y negativos de imposición que impiden determinada conducta sociocultural. A medida que la sociedad se hace más clasista la censura conductual tiene más importancia. La censura conductual puede entenderse como parte de la estructura económica y política, pero está relacionada directamente con la propiedad de los medios de producción.

La conducta de control demográfico y productivo impone determinada estructura familiar y determinada estructura económica y política que a su vez estructura los componentes ideacionales de los grupos sociales.

La censura conductual es positiva cuando en la estructura económica y política existen instituciones efectivas de imposición directa (i.e. la policía en los estados actuales) y es negativa cuando se cierran ciertos caminos de conducta social por procedimientos de control de la discusión pública (i. e. cuando los debates públicos no presentan auténticas opciones diferentes). Es importante resaltar que la censura positiva es casi siempre indirecta, por ejemplo, el simple hecho de que exista policía impide en la mayoría de los casos violar de forma importante determinadas leyes.

En cualquier caso, a medida que una sociedad se convierte en clasista, los sistemas de poder se apoyan cada vez más en los medios de censura conductual tanto positiva como negativa. No puedo resistirme a esta altura a añadir una cita ciertamente cínica de Noam Chomsky: 

Los sistemas de poder exentos de responsabilidades ofrecen ciertas opciones a los ciudadanos: estos pueden hacer peticiones al rey o al presidente de la empresa, o afiliarse al partido que gobierna (Chomsky 2000b).
En los estados modernos, por ejemplo, un determinado gobierno puede ganar el apoyo de determinados ciudadanos a nivel ideacional, esos ciudadanos se convencen de que ese gobierno en particular es el mejor para sus intereses (y quizás para los intereses de los que le rodean), pero en el ámbito del análisis social es claro que entran en juego muchos componentes de censura negativa en el apoyo de los diferentes grupos sociales a ese gobierno.

Los conceptos de nivel de censura desde la censura directa a la censura débil o cero (el nivel de discusión efectiva abierta) sirven para establecer los diferentes niveles de control sobre determinadas esferas desde las estructuras de poder, en las sociedades menos igualitarias el control de los medios de comunicación y de decisión desde los órganos de poder impide que el nivel de censura sea jamás cero y que a medida que los temas a tratar tengan más importancia comunitaria la censura aumente asegurando que la toma real de decisiones quede en manos de las minorías que ejercen el poder.

La intervención de la estructura de poder en la estructura ideacional se produce a través de los procesos de censura (la positiva y la censura informacional) y por supuesto a medida que los sistemas de poder actúan en la transformación de los factores ecológicos, productivos y demográficos. Así, lo que en las sociedades igualitarias originarias son las ideas de "justicia" y "solidaridad" surgidas de la necesidad humana de "libertad" se van transformando, a medida que la sociedad se hace clasista y que muchas de las innovaciones tecnológicas quedan cada vez más restringidas a unos determinados miembros de la sociedad, en la idea de "autoridad". En las sociedades igualitarias la "solidaridad grupal" es un componente ideacional básico, en las sociedades no igualitarias el componente ideacional se ve contaminado cada vez más con la noción de "autoridad" y esto es así porque la racionalidad y la libertad que actúan como base humana se ven coaccionadas sobre todo por una censura política y por un dominio de la estructura ecológica y productiva. Esta censura y este dominio se ven ayudadas cuando es necesario por el ataque físico directo.

Así, pese a pretendidas visiones idealistas, el poder social tiene su mayor fuerza en el control infraestructural (ecológico, productivo, demográfico) y, derivadamente, a nivel político-social, en la coacción física y en la censura. La supuesta fuerza ideacional siempre tiene una explicación social y esta una explicación infraestructural.

Los grupos sociales tienden a construir estructuras ideacionales (culturales) autoritarias que son más o menos fuertes y directamente jerárquicas en tanto más funciona la censura de represión (directa) y de negación de posibilidades (indirecta). Si la conducta social humana queda limitada por la censura, sus construcciones ideacionales no pueden menos que constreñirse también. 

¿Realmente es tan importante el análisis de la estructura de poder en la interpretación objetiva de la conducta sociocultural? Sí, efectivamente. Las concepciones ecológicas culturales de Julian Steward sentaron precedente en la comprensión de las relaciones entre tecnología productiva, entorno físico y conducta explotadora-productiva y como esta afecta a otros aspectos culturales, pero la conducta explotadora-productiva de un grupo social está constreñida por la censura directa de otras conductas -de otros grupos- además de por las relaciones eco-productivas-tecnológicas. Podría pensarse que ya que la estructura de poder que impone conductas autoritarias de censura procede directamente de dichas relaciones eco-productivas, tecnológicas y demográficas su análisis no debería ser más que el análisis de una conducta sociocultural particular (la del grupo que ejerce determinado poder) , y en gran parte es cierto. Lo que quiero hacer constar es que en el análisis de toda conducta sociocultural de determinado grupo hay que contar con los grupos que interaccionan con aquel en lo que a la censura conductual se refiere. ¿Esto es quitarle fuerza a la base del materialismo cultural? En realidad no, las conductas de los grupos, ejerzan mayor o menor poder, deben seguir siendo explicadas materialista-culturalmente, no creo que esto sea añadirle mayor causalidad a la estructura social-económica, si no hacer hincapié en que en las sociedades estratificadas, no igualitarias, a medida que descendemos en la escala de poder, en la capacidad de actuación en el control eco-productivo, tecnológico y demográfico, los grupos socioculturales están más constreñidos en su conducta por los demás grupos.

En general, la visión antropológica que intento defender es sin duda una visión materialista cultural, pues bebe directamente de Julian Steward, Marvin Harris y Eric Ross, pero es también una posición teórica que presupone una fuerte concepción de naturaleza humana y en ese sentido toma ideas de diversos autores clásicos y contemporáneos (Kant, Rousseau, Rocker o Chomsky). Esta visión teórica implica a mi modo de ver cierta radicalización política de las posiciones ecologistas culturales, pues afirma que todo análisis e interpretación sociocultural debe conllevar un análisis de la estructura de poder, con la intencionalidad de mostrar el nivel de desigualdad distributiva y de coacción entre los diferentes grupos de las sociedades no igualitarias. Este objetivo no es un simple ideal ético sobre el trabajo antropológico, sino una obligación teórica en tanto se acepta determinada consideración del ser humano.



Bibliografía

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 1994 Antropología. Una exploración de la diversidad humana. Madrid, McGraw-Hill.

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 Notes on Green Anarchy and primitivism. [html] ZNet (http://www.zmag.org/).


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