LA HOJA:
Es un órgano de forma laminar y crecimiento limitado, que brota del
tallo.
Funciones: Aunque las hojas pueden transformarse en estructuras
protectoras (escamas) o en piezas florales, sus funciones primordiales son
la fotosíntesis, la respiración y la transpiración. Estas
actividades pueden efectuarse también en los tallos herbáceos
y en las porciones jóvenes de los tallos leñosos (tallos con
estructura primaria). De hecho en algunas plantas afilas (carentes de hojas)
como los cactus, estas funciones recaen totalmente sobre los tallos.
A) Función clorofílica o fotosíntesis: consiste en la síntesis de las sustancias orgánicas nutritivas a partir del CO2 atmosférico (absorbido a través de los estomas) y el agua que en los cormófitos es suministrada por las raíces. El proceso requiere un consumo energético que se obtiene a partir de la luz solar y genera O2. En condiciones de iluminación el balance entre el O2 desprendido en la fotosíntesis y el CO2 absorbido, enmascaran a la respiración, por lo que durante el día las plantas desprenden oxígeno y absorben CO2 a través de los estomas.
B) Respiración: la energía necesaria para desarrollar la actividad biológica se obtiene de la metabolización de los productos (azúcares) generados por la fotosíntesis. Muchos estos procesos requieren la presencia de oxígeno y desprenden CO2. En la oscuridad, cuando cesa la actividad fotosintética, el balance se invierte de manera que la planta desprende anhídrido carbónico y absorbe oxígeno. Aunque la respiración se realiza por todas las células vivas de la planta y no solo en las hojas, el intercambio de gases se efectúa mayoritariamente a través de los estomas que son mucho más abundantes en las hojas que en otras partes de la planta.
C)Transpiración: es la pérdida del agua, que en las plantas vasculares, se realiza a través de los estomas. La transpiración es un proceso fundamental para que la savia bruta pueda moverse desde el suelo hasta la hoja y para controlar la temperatura del vegetal.
Estas funciones se ven favorecidas por la estructura foliar, cuya forma laminar facilita el intercambio gaseoso y la recepción de luz; este proceso puede controlarse de forma precisa variando la orientación de la lámina en función de la necesidad energética.