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Detalle de Verossi (Albino Siviero), «Ritmi di atmosfera fascista» (1938)
Filosofía en
Blog de Luis Sáez Rueda
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El delirio del nuevo fascismo: pérdida de la evidencia natural

Septiembre 25, 2025

El fascismo, que crece en la actualidad a un ritmo casi frenético, es un fenómeno complejo que no remite a una única causa. Venimos examinando en este espacio de reflexión algunas de sus más destacables facetas. El resurgir de la ultraderecha -habíamos dicho- tiene mucho que ver con una crisis de la experiencia trágica y heroica, crisis que es aprovechada por esta ideología para reivindicar una falsa tragedia y una falsa heroicidad. En el corazón de la experiencia fascista hay, asimismo, un desarraigo temporal que rompe, a pesar de las apariencias, con el pasado y con el futuro, sumergiendo al individuo en el claustro de un "presente fatídico". También hemos tenido oportunidad de apreciar la habilidad de este movimiento para culpar a las víctimas con conceptos extraídos de la filosofía post-estructuralista de la segunda mitad del siglo XX, como el de "revolución molecular". Pues bien, otro ángulo desde el cual el nuevo fascismo se hace comprensible es este: implica la pérdida de la capacidad para sentirse "realmente" afectado por lo que ocurre, la pérdida de realidad.

W. Blankenburg
Der Verlust der natürlichen Selbstverständlichkeit, Stuttgart, F. Enke, 1971


Este magistral libro, Der Verlust der natürlichen Selbstverständlichkeit, publicado en su lengua original en 1971 y traducido al castellano en 2014, es una de las grandes obras de la así llamada Escuela del Análisisis Existencial. Su autor, W. Blankenburg, analizaba, a caballo entre la psicopatología y la filosofía, aspectos relevantes de la esquizofrenia. Al mismo tiempo, sin embargo, ofrecía los contornos de un nuevo fenómeno patológico que no necesariamente conduce a la clínica o al psiquiátrico y que se extiende en nuestro presente a plena luz del día y bajo el marchamo de lo más normal del mundo.

No se trata de que alguien pierda la capacidad de "captar evidencias", pues pocas cosas hay que no sean discutibles. No es eso. Se trata de no poder ser impactado por la realidad. Hablaba nuestro X. Zubiri de un impacto que la realidad ejerce en nosotros y que es condición de que enjuiciemos. ¿Cómo vamos a enjuiciar si no nos impacta aquello sobre lo que queremos emitir un juicio? Si voy a ponderar el valor de la Quinta de Beethoven, tengo que poder sentarme y, en actitud de escucha, dejarme interpelar por esa obra musical. Solo sobre esa base, puedo elaborar una opinión: es buena, no lo es, me gusta, no me gusta, etc.

G. Deleuze decía que pensar -lo que es pensar verdaderamente-, solo se puede cuando se apoderan de nosotros fuerzas del afuera y nos violentan. Somos activos, por decirlo de otro modo, si somos capaces de permanecer pasivos en un primer instante. En el instante en el que nos abrimos al impacto de la realidad.

La pérdida de la evidencia natural es justamente eso. Lo que se pierde en ese delirio no es la evidencia de que algo es bueno o malo, verdadero o falso, sino la evidencia de que la realidad está ahí, pujando desde ella misma, punzando con su espolón. Ya vendrá el juicio y valorará el golpe de realidad, o hará algo con él. Pero no poder escuchar y acoger un prurito de realidad... ¡eso es la pérdida de la evidencia natural!Perder la evidencia natural no es olvidar ciertas verdades que son innatas o que la experiencia muestra antes de que podamos juzgarlas. Es perder la afección noérgica de un poder más allá de la subjetividad, perder la infancia del pensamiento, el comienzo de todo, el encuentro con el mundo, el bofetón que te pega una determinada realidad.

Estos ultras que niegan todo (que haya genocidio, que haya cambio climático, que haya injusticia social...), ¿están realmente "negando"? ¿Qué es lo que "niegan"? Para negar hay que negar algo y para que haya algo para mí, tengo que dejarme impactar. No hay otro camino. Nos parece, pues, que no llegan realmente a negar. El problema es más profundo. No se dejan con-mover por ningún comienzo de realidad. En lugar de algo que negar, algo que, naturalmente, "viene de afuera", tienen una "nada", una "ausencia de afección". Y esa ausencia de lazo con las cosas, con el mundo, la sustituyen por sentimientos de impotencia y de rabia que van de "adentro hacia fuera". No saben "recibir", "captar", "aprehender". Y, en ausencia de ello, juzgan todo el tiempo. De ese modo, sus juicios no tienen que ver nada con la realidad, sino que expresan su falta de realidad. Les falta la sensación de que el planeta se hunde y entonces dicen: "no se hunde". Les falta la experiencia de que el extranjero es humano y entonces dicen: "el extranjero no es humano". Les falta el malestar que produce el espectáculo de un genocidio y dicen: "no hay genocidio". Les falta la experiencia de la desigualdad injusta y dicen: "las desigualdades son justas".

Esta gente carece de realidad. Es prisionera de su propia impotencia y representa, por ello, un peligro más desafiante que el de aquél que acostumbra a distorsionar la realidad, porque la realidad se puede siempre distorsionar ... y hasta tal vez está siempre distorsionada, pero la distorsión es algo, una realidad; y ellos, que se están aproximando a no tener realidad, se aproximan también a la situación en la que no pueden experimentar que son capaces de distorsionar las cosas.

W. Blankenburg, La pérdida de la evidencia natural, Madrid, Ediciones UDP, 2014

Cada vez, pues, hay menos razones que puedan convencerlos. La falta de evidencia de estar en realidad les confiere a sus quimeras, en su fuero interno, completa evidencia. Ese es el peligro.


OTRAS REFLEXIONES SOBRE EL FASCISMO Y EL AUGE DE LA ULTRADERECha:

- Auge de la ultraderecha y crisis del espíritu trágico

- El fascismo: "presente fatídico"

- Contra el uso fascista de la expresión "Revolución Molecular Disipada"


TAMBIÉN HEMOS REFLEXIONADO SOBRE EL VÍNCULO ENTRE "FASCISMO" Y "TEORÍA DE LA CONSPIRACIÓN":

- Misterios de la Teoría Conspiratoria (I): animismo

- Misterios de la Teoría Conspiratoria (II): resentimiento

- Misterios de la Teoría Conspiratoria (III): a izquierdas y derechas

- Misterios de la Teoría Conspiratoria (IV): de la ideología al mito