Intervención en las dificultades del lenguaje oral

 

         Las intervenciones son generalmente sistemas diseñados para ofrecer contexto, medidas y experiencias necesarias para el aprendizaje del lenguaje.

 

         Para la intervención de los trastornos del lenguaje es imprescindible la presencia de un profesional bien formado, lo que no anula la importancia que el profesor de aula tiene en estos casos.

 

         Las actuaciones conjuntas de padres, profesor de aula y especialistas son de suma importancia en la intervención de estos trastornos.

 

         A continuación, podremos observar, por separado, la intervención para cada tipo de trastorno:

 

         1. Intervención en las alteraciones vocales

 

         Para la intervención de estos trastornos, es aconsejable el cumplimiento de algunas normas generadoras de buenos hábitos vocales y facilitadoras de ambientes cálidos y apropiados. Estas normas pudieran ser las siguientes:

 

*     Evitar situaciones de ruidos y gritos.

*     Hablar despacio, claro y sin gritar; no hablar desde lejos.

*     Usar los aparatos de audio con intensidad normal.

*     Evitar bebidas frías.

*     Conseguir trabajar en clase con un nivel aceptable de ruido.

*     No cortar los ambientes ruidosos con gritos.

*     Acostumbrar a hablar en voz alta sin tener que gritar.

*     Tareas de relajación, fonación y actividades de respiración.

 

2. Intervención en las alteraciones articulares

 

La intervención de las dislalias funcionales puede ser planificada atendiendo a dos tipos de estrategias:

 

a)     Intervención indirecta: Dirigida al desarrollo de las habilidades bucolinguales, de discriminación auditiva y respiración; las cuales, permiten un progreso adecuado de los aspectos funcionales que intervienen en el habla, facilitando la articulación del lenguaje.

 

b)     Intervención directa: Encaminada a enseñar a los niños la correcta articulación de todos los fonemas/sinfones de su lengua, así como la integración en su lenguaje espontáneo.

 

Estas estrategias se inscriben dentro de un modelo de actuación fonético, que puede ser complementado con un modelo de intervención conductual.

 

         Para las disglosias y disartrias seguiremos las recomendaciones clínicas y procederemos de manera similar a las dislalias.

 

3. Intervención en las disfemias

 

         Debido a la multiplicidad de factores que pueden generar la disfemia, su intervención se abordará desde una perspectiva multidimensional.

 

         Durante la etapa infantil y primaria el tratamiento más idóneo puede consistir en algunos consejos útiles a padres y educadores, evitando intervenciones rigurosas que no harían sino agravar el problema. Estos consejos tienen un carácter más preventivo que propiamente correctivo, el cual se considera más apropiado para adolescentes y adulto. Para estos últimos, habría que desarrollar un programa rehabilitador que abarque:

 

a)     Relajación.

b)     Respiración y voz.

c)     Normalización de los elementos prosódicos del habla.

 

En estos casos suele ser efectivo servirse de una serie de elementos auxiliares (metrónomo, gestos corporales, aparatos de apoyo, etc.) y en adolescentes, sírvanse, además, de escalas o auto-registros que les ayuden a superar el problema. Una intervención terapéutica sobre las frases cortas y sencillas, emitidas lenta y rítmicamente, facilitará las emisiones verbales. Por último, señala que el tratamiento también debe ir encaminado al entorno más próximo.

 

4. Intervención en los retrasos del lenguaje

 

         Como respuesta educativa adecuada en los retrasos leves o simples del lenguaje, lo más eficaz, al tratarse de niños de riesgo, sería diseñar programas preventivos de estimulación lingüística.

 

         En todos los casos, la presentación desestructurada e informal de los estímulos, donde la improvisación sea la regla, no producirá efectos positivos para el aprendizaje lingüístico en los niños que presenten esta sintomatología.

 

         Todo ello, lleva a postular un modelo de intervención integrado en tres niveles, según las mayores o menores dificultades lingüísticas que presenten los niños:

 

a)     Estimulación reforzada: Consiste en presentar los estímulos comunicativos y verbales naturales en un contexto facilitador.

 

b)     Reestructuración del lenguaje: Modificando aquellos aspectos de la comunicación y del lenguaje con el fin de facilitar el desarrollo de éste.

 

c)     Introducción de un sistema alternativo de comunicación: Cuando la comunicación verbal no sea posible.

 

El éxito del tratamiento depende, no sólo de la adecuación del proceso de intervención; sino, también, de la edad del sujeto, de la posible lesión y de la precocidad de la intervención.