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18 de Diciembre de 2010

Declaración de Santiago sobre el derecho humano a la paz

Santiago de Compostela (España), 10 de diciembre de 2010

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La declaración de Luarca sobre el derecho humano a la paz Adhierete
Data publicació: 
Sáb, 12/18/2010 ()

El Congreso Internacional sobre el Derecho Humano a la Paz, celebrado en Santiago los días 9 y 10 de diciembre de 2010, concluyó con notable éxito tras la aprobación por unanimidad de la Declaración de Santiago sobre el Derecho Humano a la paz y el establecimiento del Observatorio Internacional sobre el Derecho Humano a la Paz.

El Congreso se celebró en el marco del Foro Social Mundial sobre Educación para la Paz, que se desarrolló en Santiago en el mes de diciembre de 2010, y fue la culminación de la Campaña Mundial de la AEDIDH a favor de la codificación internacional del derecho humano a la paz.

La Campaña de la AEDIDH se inició el 30 de octubre de 2006 con la aprobación de la Declaración de Luarca sobre el Derecho Humano a la Paz y ha tenido sus hitos más sobresalientes en la Declaración de Bilbao sobre el Derecho Humano a la Paz (24 de febrero de 2010), que revisa la Declaración de Luarca a la luz de las contribuciones regionales procedentes de las diferentes sensibilidades culturales del mundo. A su vez, la Declaración de Bilbao fue revisada por un Comité Internacional de Redacción, que aprobó el 2 de junio de 2010 la Declaración de Barcelona sobre el Derecho Humano a la Paz. Este último texto es el antecedente inmediato de la Declaración aprobada en Santiago.

Las cuatro Declaraciones comparten una concepción holística de la paz, lo que significa ausencia de todo tipo de violencia, sea violencia armada, estructural o cultural. La violencia armada viene propiciada por una carrera de armamentos que en el año 2009 supuso un gasto mundial de 1.535 miles de millones de dólares. La violencia estructural está producida por las desigualdades económicas y sociales que dividen al mundo entre un Norte rico y un Sur pobre en el que se encuentra la mayor parte de los 1.400 millones de seres humanos en situación de extrema pobreza y exclusión social, además de los más de 1.000 millones de seres humanos que padecen hambre todos los días, la mayoría de ellos mujeres, niñas y niños de los países en desarrollo. Esta situación de violencia estructural es incompatible con la paz. La paz también requiere ausencia de violencia cultural, producto de la violencia de género, intrafamiliar, escolar y laboral, así como de la discriminación racial, la xenofobia y la intolerancia religiosa.

El mundo sufre una cultura de violencia alimentada por todas estas fuentes de violencia. Pero la cultura de violencia ha de ser sustituida por una cultura de paz en la que la realización de los derechos humanos sin discriminación de ningún tipo pueda ser una realidad. Será a partir de ese momento cuando podamos afirmar que disfrutamos del derecho humano a la paz.

La Declaración de Santiago ilustra al lector sobre los contenidos necesarios de la paz como derecho humano, tales como el derecho a la educación en la paz y los derechos humanos, el derecho a la seguridad humana, el derecho al medioambientes, el derecho al desarme, el derecho al desarrollo, el derecho a emigrar, el derecho al refugio, los derechos de las víctimas de las violaciones de derechos humanos o los derechos de las personas pertenecientes a grupos en situación de vulnerabilidad.

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