El Congreso Internacional sobre el Derecho Humano a la Paz,
celebrado en Santiago los días 9 y 10 de diciembre de 2010, concluyó con
notable éxito tras la aprobación por unanimidad de la Declaración de
Santiago sobre el Derecho Humano a la paz y el establecimiento del
Observatorio Internacional sobre el Derecho Humano a la Paz.
El
Congreso se celebró en el marco del Foro Social Mundial sobre Educación
para la Paz, que se desarrolló en Santiago en el mes de diciembre de
2010, y fue la culminación de la Campaña Mundial de la AEDIDH a favor de
la codificación internacional del derecho humano a la paz.
La
Campaña de la AEDIDH se inició el 30 de octubre de 2006 con la
aprobación de la Declaración de Luarca sobre el Derecho Humano a la Paz y
ha tenido sus hitos más sobresalientes en la Declaración de Bilbao
sobre el Derecho Humano a la Paz (24 de febrero de 2010), que revisa la
Declaración de Luarca a la luz de las contribuciones regionales
procedentes de las diferentes sensibilidades culturales del mundo. A su
vez, la Declaración de Bilbao fue revisada por un Comité Internacional
de Redacción, que aprobó el 2 de junio de 2010 la Declaración de
Barcelona sobre el Derecho Humano a la Paz. Este último texto es el
antecedente inmediato de la Declaración aprobada en Santiago.
Las
cuatro Declaraciones comparten una concepción holística de la paz, lo
que significa ausencia de todo tipo de violencia, sea violencia armada,
estructural o cultural. La violencia armada viene propiciada por una
carrera de armamentos que en el año 2009 supuso un gasto mundial de
1.535 miles de millones de dólares. La violencia estructural está
producida por las desigualdades económicas y sociales que dividen al
mundo entre un Norte rico y un Sur pobre en el que se encuentra la mayor
parte de los 1.400 millones de seres humanos en situación de extrema
pobreza y exclusión social, además de los más de 1.000 millones de seres
humanos que padecen hambre todos los días, la mayoría de ellos mujeres,
niñas y niños de los países en desarrollo. Esta situación de violencia
estructural es incompatible con la paz. La paz también requiere ausencia
de violencia cultural, producto de la violencia de género,
intrafamiliar, escolar y laboral, así como de la discriminación racial,
la xenofobia y la intolerancia religiosa.
El mundo sufre una
cultura de violencia alimentada por todas estas fuentes de violencia.
Pero la cultura de violencia ha de ser sustituida por una cultura de paz
en la que la realización de los derechos humanos sin discriminación de
ningún tipo pueda ser una realidad. Será a partir de ese momento cuando
podamos afirmar que disfrutamos del derecho humano a la paz.
La
Declaración de Santiago ilustra al lector sobre los contenidos
necesarios de la paz como derecho humano, tales como el derecho a la
educación en la paz y los derechos humanos, el derecho a la seguridad
humana, el derecho al medioambientes, el derecho al desarme, el derecho
al desarrollo, el derecho a emigrar, el derecho al refugio, los derechos
de las víctimas de las violaciones de derechos humanos o los derechos
de las personas pertenecientes a grupos en situación de vulnerabilidad.