SOBRE LOS CONFLICTOS: ALGORITMOS, SINAPSIS, SENSORES,  DIALÉCTICAS Y MEDIACIONES.[1]

(ensayo borrador)

Francisco A. Muñoz, Instituto de la Paz y los conflictos de la Universidad de Granada (España)

 

            Tendemos a describir la realidad -bella palabra inclusiva que tiende considerar que todo cabe dentro de ella- por diversos elementos (objetos) constitutivos de la misma y las relaciones que establecen entre ellos.  .... Sabemos que muchos de los elementos "nucleares" de la realidad están a su vez constituidos por subelementos -como bien podemos apreciar en numerosos casos de la física- y las “subrelaciones” que los vinculan. Al describir las dinámicas de esta realidad utilizamos la mayor parte de las veces las cualidades de los elementos nucleares y, en muchas ocasiones, se pierden las relaciones. Tal vez porque estas últimas sean más invisibles.

            Sin embargo, en lo más profundo, son las relaciones las que definen las cualidades de la realidad por encima de los objetos que por si mismos pudieran ser inmóviles. Estas consideraciones que hacemos sobre la “realidad” en general podemos hacerlas sobre los conflictos y por extensión sobre la paz y la violencia.

            Las teorías sobre los conflictos nos ayudan a comprender mejor las dinámicas sociales, ya que consideran tienen en consideración las circunstancias relevantes que entran a formar parte de ellas. Esta perspectiva es la que permite buscar las causas de la paz y de la violencia. Sin embargo al describir todas las circunstancias que pudieran concurrir en un conflicto (necesidades, intereses, proyectos, percepciones o emociones) nos encontramos con un nuevo problema práctico que tiene sus consecuencias epistemológicas, sobre las que nos podemos plantear algunas preguntas. ¿Cómo se producen las relaciones entre estas circunstancias? ¿Qué consecuencias tienen? ¿Afectan a aspectos cualitativos?

            En este escrito vamos a defender que estas relaciones contribuyen a definir la cualidad de los conflictos, de las dinámicas sociales. Nos vamos a servir de algunos conceptos de las “ciencias de la naturaleza” (matemáticas, física, química o biología) por la fuerte carga explicativa que tienen, en parte -por que no decirlo- porque los humanos estamos sujetos -¿alguien lo duda?- a las “leyes” de la naturaleza. La cultura, que nos convierte en humanos, trabaja inexorablemente con las leyes de la naturaleza, las “comprende”, asume y hasta cierto punto “modifica”. Este es el reto de la “libertad” humana.[3]

            Los algoritmos, las sinapsis, los sensores, al igual que otros muchos conceptos, nos pueden ayudar a explicar muchas de los comportamientos humanos. Y, en consecuencia, nos ayudan a comprender las dinámicas y dialécticas de las relaciones – siempre conflictivas- humanas. Sensores, del latín sentio (sentir), son aquellos instrumentos que nos sirven para detectar  acciones externas y reaccionar ante ellas.  Dialécticas son el tipo de relaciones que establecen las redes.

            Lo que quiero proponer es un recorrido por estos conceptos -inicialmente físico-químicos- algoritmos, sinapsis y sensores para profundizar en nuestra concepciones sobre los conflictos y los espacios donde se deciden sus dialécticas y dinámicas de los mismos. El final de todo son las mediaciones, aquellos espacios donde se “decide” qué camino seguirán los conflictos.

 

 

1. Explicando los espacios de relación: algoritmos, sinapsis, sensores, concurrencias, etc.

 

            Algoritmos son una cadena de acciones que una vez ejecutada siempre dan el mismo resultado, los algoritmos están en la base de las teorías matemáticas, físicas, biológicas y en las teorías de la evolución. Esta última es lo que nos interesa, porque frente a las teorías de “saltos” y “revoluciones” los algoritmos nos enseñan que todos los cambios evolutivos se producen por un enlace -primero azaroso y después convertido en necesidad- de pequeños algoritmos que una vez “fijados” cumplen ininterrumpidamente su función.

            Una visión algorítmica de la evolución supera el mecanicismo biologicista de los cambios mecanicistas (que en realidad solo encierran nuestro desconocimiento de los procesos). Los algoritmos evolutivos nos relacionan con las teorías de que lo pequeño es hermoso. [4]

            Sinapsis es el mecanismo físico-químico por el cual se relacionan dos neuronas y se transmiten la información. Lo que sentimos, pensamos y hacemos es gracias a la sinapsis. Nuestra mente y sus respuestas están basadas en los maravillosos enlaces sinápticos. Cada neurona puede establecer múltiples conexiones con otras hasta llegar a números muy altos -cientos de miles-.[5]

            Esta perspectiva  también refuerza el camino de la construcción de una dialéctica superadora del dualismo antagonista entre lo pacífico y lo violento, el bien y el mal, el norte y el sur, una orilla u otra, una «civilización» y otra- al aceptar que existen un sinfín de situaciones intermedias sujetas a diversas.[13]  La bipolaridad como única posibilidad reduce la presencia y acción de otros actores, además de no posibilitar otro tipo de relaciones fuera del «antagonismo».[10]

            En Occidente se puede apreciar cómo con en el transcurrir del tiempo el dualismo/antagonismo se ha convertido en una premisa demasiado presente en muchas de las reflexiones de las élites políticas y sociales. Así en la propia Grecia, tal como hemos visto, comenzaron a funcionar estas tendencias, igualmente en el mundo judío, tal vez en relación con algunas elaboraciones babilónicas (mazdeismo, maniqueismo, etc.), lo que tiene su continuidad en el cristianismo (recuerdese que uno de los pocos elementos en los que aparece la trinomía es calificado de misterio: la Santísima Trinidad). Posteriormente en la construcción del estado moderno frente a las aristocracias Maquiavelo usa de continuo el antagonismo; las «antinomias»de Kant pueden interpretarse en este sentido; la conocida proposición de Hegel: tesis y antítesis es una nueva propuesta antagónica; Darwin (en su teoría central de la lucha de las especies) y finalmente el marxismo que, a pesar de la supuesta inversión epistemológica con respecto a Hegel, sigue viendo la lucha de clases (dominantes/dominados) como motor de la Historia.

            Desde esta perspectiva intentaríamos superar la aproximación dada por dialécticas negativas/dualistas de las que se pueden desprender obstáculos para una «liberalización» real tales como: engrandecer lo negativo y empequeñecer lo positivo; no creer en la «especie humana» (sataniza las actitudes de los individuos); desmovilizar, bloquear, fragmentar la capacidad de acción de los individuos; romper las líneas de negociación; mostrar la realidad como una lucha entre el bien y el mal; acentuar el mecanicismo frente a los «demonios»; hacer hincapié el dogmatismo frente al mal y la violencia; poseer la verdad y basta, no hay diálogo; no estudiar, no debatir; estancar las ideas; sentimientos por encima de la razón; barbarie contra barbarie; no existen planteamientos metodológicos ni epistemológicos ni axiológicos; no existe crítica ni autocrítica (no se reconocen los pensamientos que no son neutrales...); olvidar la matriz social dialéctica y abierta; crea el síndrome de no salida, refuerza la pasividad, asi como la creencia en aspectos sobrenaturales al no encontrar respuesta en los terrenales; genera impotencia, frustación e inmovilismo; o es el no cambio.

            Las propuestas dialógicas de Sócrates y Platón deben ser recuperadas como un recurso imprescindible para la comprensión de la complejidad de los fenómenos históricos. La propia historia nos otorgó tales recursos y de ella hay que recuperar todo su potencial para darle un mayor sentido al paso de los tiempos. Como cabe imaginar, la utilización de dialécticas abiertas ofrece muchas más posibilidades interpretativas de las realidades sociales, de las relaciones y dinámicas entre los individuos, grupos y comunidades; asimismo, permiten una mejor adaptación discursiva de nuestras teorías al discurrir y a la existencia de los agentes de la realidad.

           Por último, al hablar de dialécticas abiertas en el Mediterráneo estamos abordando no sólo un tema historiográfico, sino también uno epistemológico, porque en definitiva lo que definimos es una de las matrices epistémicas sobre la que sustentamos nuestras formas de pensar.[11] En consecuencia, la dialéctica y el diálogo tienen un valor añadido para la Investigación para la Paz como herramientas para afrontar  el estudio y la gestión de los conflictos. La propia interpretación de los conflictos, sujetos a diversos actores, intereses, percepciones y dinámicas, obliga a la búsqueda de presupuestos teóricos y metodológicos que sean capaces de asumir estas dinámica.

            Las relaciones que se establecen entre los diversos elementos presentes en los procesos sinápticos nos muestran una realidad múltiple, con avances y retrocesos, con capacidad de reciclar algunos de lo transmisores, y unas dialécticas abiertas.

            Los sensores, presentes en toda la naturaleza, son los encargados de recibir lo más apropiadamente la información (véase teorías de la información) y transmitirla de un espacio a otro. Las “decisiones” dependen directamente de la capacidad de recepción y transmisión de la información.  Los diferentes lenguajes tienen que tener en cuenta estas circunstancias. El lenguaje humano depende directamente de los sensores. Los sensores nos inducen a hablar de la importancia de la “sensibilidad”,[6] de la capacidad de sentir lo que ocurre a nuestro alrededor... Podríamos relacionar, también, la capacidad de sentir con la empatía, la simpatía, como capacidades de captar el estado de ánimo (sus emociones y sentimientos) de los demás, de los otros. Los sensores evalúan y orientan hacia donde establecer las relaciones. Es imposible establecer relaciones hacia un espacio del que no se tiene información, no se conoce.

            Las teorías sobre la concurrencia, como otra posible línea de búsqueda, nos indican cómo en muchos sistemas existen una serie de recursos que no se pueden compartir, que no se pueden usar simultáneamente. El intento de hacerlo provocaría colapsos, errores e interrupciones. Esta situación es propia de sistemas complejos y la solución para que todos los procesos de acceso puedan tener lugar pasan por la sincronización de los mismos. Uno de ellos accede al recurso en cuestión cuando termina alguno de los restantes y así sucesivamente, hasta que todos han podido disfrutar del mismo. Sin duda estamos exponiendo una situación “conflictiva” resuelta de forma cooperativa, sólo que en este caso ha sido definida por la ciencias de la computación, aunque sin duda nos es aplicable a los sistemas vivos.[7]

            Y, por último, las diversas teorías de la comunicación inciden en estas problemáticas, ... –lo cual mucha veces es indicativo del grado de complejidad del sistema-  y las diversas propuestas  trans  (culturales, religiosas  o  disciplinares) son intentos de reconstruir las  relaciones a lo largo de los sistemas.

 

 

2. Dialécticas finas y abiertas

 

            Los algoritmos y … el comportamiento de la sinapsis nos muestran cómo en la naturaleza y particularmente la evolución biológica está regida por múltiples relaciones, intercambios, cambios, a veces imperceptibles pero que finalmente pueden llegar a producir el prodigio mundo de la vida en el planeta tierra. Sin ninguna duda que estos procesos nos obligan a introducir cambios en nuestras percepciones de la realidad y en nuestros modelos epistémicos. En lo que sigue nos detendremos en las dialécticas que, para el caso que nos ocupa –las dinámicas sociales y los conflictos- pueden ser de gran utilidad.

Entendemos por dialéctica[8] aquella propiedad que define las relaciones que se establecen entre los diversos elementos de un sistema. Podríamos decir que en nuestro contexto cultural han sido definidas fundamentalmente como binómicas y antagónicas, lo que ha contribuido a empobrecer y simplificar la realidad.

            Aún reconociendo la importancia de las dialécticas binómicas proponemos hablar de trinómicas, o polinómicas –como son los enlaces de las neuronas-, en las que existen varios nomos,[9] o lo que es más interesante partir de unas premisas abiertas en las que tengan cabida unas u otras. Que sea la realidad la que nos indique si son uno, dos, tres o varios nomos los que están en relación, los que explican su constitución y dinámica. Por tanto sólo merece la pena detenerse en la reconstrucción las propuestas que creamos relacionadas con  las «dialécticas polinómicas», desde realidades multiculturales y multifactoriales, y establecer desde ellas relaciones dialógicas y democráticas.        

            Estas teorías deberían ser a su vez holísticas por considerar todas las interacciones posibles y la pertenencia a un universo global del que formamos parte todos los seres vivos y los componentes del cosmos;  posibilistas en cuanto se adaptan a la realidad de lo posible sin olvidar lo deseable, conecta las realidades de paz individuales con las grupales, regionales y globales, nos permiten ser actores de la paz desde nuestras realidades y nuestros conflictos; pragmáticas por su descripción «realista» del mundo para promover la equidad y la justicia;  reformistas en tanto que intenta aprehender la realidad tal cual es y partir de ella transformarla al máximo; negociadoras porque reconocen las realidades y potencialidades de cada uno de los actores de los conflictos y a partir de ello intenta interrelaciones que mejoren las condiciones de partida; etc.

            En cualquier caso, considerar las diversas circunstancias concurrentes no quiere decir que todas tengan el mismo alcance y significado. Hay que huir de ambigüedades, eclecticismos y  «empates técnicos» en los que todas las circunstancias sean «valoradas» por igual independientemente de su alcance. Esto nos sumergiría en una especie de «sopa boba», en la que todo vale, y en la que las ciencias sociales pierden todo su sentido interpretativo y transformador. Cada elemento debe de ser evaluado de acuerdo con su significado, sus relaciones y

repercusiones coyunturales, estructurales y en la conformación de una sociedad justa, equitativa y pacífica.

            Cualquier cultura debe ser abordada como «compleja», que no es sino reconocer nuestras propias limitaciones, que existen tantas variables que difícilmente alcanzamos a comprenderla. Variables sociales, culturales, religiosas y políticas, que sólo pueden ser comprendidas desde la importancia que le demos a cada una de ellas, de la importancia que le otorgemos a papel de cada una de ellas. Cada simplificación teórica o práctica conlleva errores que después son difíciles de recuperar. La dialéctica y el diálogo nos deben ayudar a que esto no ocurra.[12]  

            Para ello, en consecuencia con las realidades de la paz y los conflictos descritas es necesario adaptar, potenciar, especular con nuevas dialécticas abiertas en cuanto consideran que en la realidad de los conflictos pueden intervenir múltiples actores y múltiples motivaciones; holísticas por considerar todas las interacciones posibles y la pertenencia a un universo global;  posibilistas en cuanto se adaptan a la realidad de lo posible sin olvidar lo deseable, conecta las realidades de paz individuales con las grupales, regionales y globales, nos permiten ser actores de la paz desde nuestras realidades y nuestros conflictos; pragmáticas por su descripción «realista» del mundo para promover la justicia;  reformistas en tanto que intenta aprehender la realidad tal cual es y partir de ella transformarla al máximo;  negociadoras porque reconocen las realidades y potencialidades de cada uno de los actores de los conflictos y a partir de ello intenta interrelaciones que mejoren las condiciones de partida; etc.

            Desde esta perspectiva intentaríamos superar la aproximación dada por dialéctica negativa/dualista  que: engrandece lo negativo y empequeñece lo positivo; no cree en la «especie humana» (sataniza las actitudes de los individuos); desmoviliza, bloquea, fragmenta la capacidad de acción de los individuos; rompe las líneas de negociación; la realidad aparece como una lucha entre el bien y el mal; acentúa el mecanicismo frente a los «demonios»; acentúa el dogmatismo frente al mal y la violencia; olvida la matriz social dialéctica y abierta; se posee la verdad y basta, no hay diálogo; no se estudia, no se debate; las ideas se estancan; sólo se retoma lo que interesa, conocimiento discriminado; el sentimiento por encima de la razón; barbarie contra barbarie; no existen planteamientos metodológicos ni epistemológicos ni axiológicos; no existe crítica ni autocrítica (no se reconocen los pensamientos que no son neutrales...); etc.[14]

            Algunas teorías matemáticas en su intento de interpretar la realidad tienen que optar continuamente a dimensionar las situaciones intermedias en las que distintos presupuestos se encuentran y buscan una salida acorde con el potencial que cada uno representa. De tal manera que no es ningún presupuesto el que se impone claramente de partida sino después de una serie de relaciones y «mediaciones» con todas los otros elementos presentes. Tales espacios son en muchas ocasiones los que definen la realidad por encima, incluso, del propio resultado final.[15]          

 

 

3. Mediaciones[16]

 

            Queremos utilizar y dotar al concepto de mediación de su significado más amplio. De tal manera que nos sirva para “comprender” -en su doble significado de abarcar y entender- el espacio donde se transforman o gestionan las relaciones entre las diversas circunstancias presentes en una entidad humana (personas, grupos o especie).

            La mediación es un concepto que permite relacionar elementos distintos a través de agentes o elementos. Estos cumplen la función de: mediar, interponerse entre varias circunstancias; ser cierto intervalo o espacio físico, temporal o causal en el que deja de producirse una determinada acción; estar o existir entre dos o más; tomar un «término medio» entre dos extremos. Lo más importante es que tales mediaciones terminan por influir en el transcurso de los acontecimientos, el discurrir de los hechos depende en gran medida de todo este tipo de mediaciones.

            Más abstractamente, desde una perspectiva filosófica, es la reflexión racional en la que se incorporan más ideas, es un proceso dialéctico racional y lógico a través del cual se pueden encontrar las relaciones concretas. Creo que es importante considerarlo tanto en su aspecto más abstracto, en la articulación de las ideas, como en su concreción práctica, en la interpretación de las realidades y las acciones prácticas que en tal sentido se puedan hacer.

            Hasta cierto punto las mediaciones quiebran la polaridad binomial con la que muchas veces comprendemos y nos relacionamos -tensamos y violentamos- con las realidades. Tal situación ha sido considerada en cientos de culturas -particularmente religiones- que han utilizado la figura del mediador para establecer las relaciones entre unos ámbitos y otros. En las religiones un personaje mítico (héroe, semidiós...) establece la relación entre las fuerzas sobrenaturales y las comunidades humanas.

            Podríamos decir que se trata de una consecuencia topológica, en cuanto, ubicaciones,  espacios y representaciones concretas de las que hemos llamado dialécticas abiertas. Éstas, tal como apuntábamos antes, nos facilitan encontrar entes y prácticas humanos que enlazan la paz y la violencia, son precursores en muchas ocasiones de la violencia pero en otras son obstáculo de ella y estimulan la paz.

            De nuevo Kenneth Boulding hace una aportación relevante al estudiar el proceso por el cual se produce el movimiento de desde una paz «inestable» a otra «estable». Para él los sistemas sociales, al igual que muchas substancias químicas y otros sistemas biológicos, manifiestan fases y zonas de contacto entre unas y otras de gran variedad y complejidad, de tal manera que muchas organizaciones, modelos y estructuras están determinadas por tales zonas. Desde esta perspectiva la paz puede ser contemplada en diferentes fases según existe mayor o menor justicia, opresión, competencia, enriquecimiento, empobrecimiento, etc.[17]

            De cualquier manera su capacidad «interpretativa» y de articulación de la realidad está fuera de toda duda. En la regulación pacífica de los conflictos la negociación es una de las formas más reconocidas y dentro de ellas la mediación es el mecanismo utilizado en muchas ocasiones para favorecer y acercar las posiciones iniciales de los actores.

            Por todo ello creemos importante considerar -teórica y prácticamente- las mediaciones como aquellos ámbitos o circunstancias en los que su problemática (conflictividad), por diversas razones, no puede ser entendida -o no opera- ni como paz ni como violencia. Éstas pueden que  varíen de acuerdo con el momento (espacio, tiempo, actores, intereses) en los que se produzcan y jueguen un papel u otro. Son importantes por su capacidad para catalizar y dinamizar situaciones.

            Desde mi perspectiva las mediaciones nos permitirían entender las relaciones que en muchas ocasiones se producen entre la paz y la violencia, en cualquiera de sus manifestaciones, o más genéricamente entre la paz imperfecta y la violencia estructural. Ejemplo prototípico de tal mediación podría ser el poder, comúnmente caracterizado como violento, pero que en sus últimas interpretaciones -en el sentido de «capacidad de transformar» puede tener unas aplicaciones más abiertas en las que su sentido violento no sea un presupuesto de partida sino una cualidad que adquiere según el uso que de él se haga.

            En consecuencia las mediaciones deben ser también propiciadas, buscadas, potenciadas como paso intermedio, interlocutor, para la transformación pacífica de los conflictos. En este sentido, la comunicación, el intercambio de información, el conocimiento de las condiciones, motivos e intereses de los otros espacios del conflicto, se convierte en un vehículo de  indagación en la medida que interacciona las circunstancias que definen la realidad. Desde este punto de vista las propuestas de la ética comunicativa son absolutamente pertinentes.[18]



[1]. Este texto es inicialmente un ensayo-borrador para el curso “La Paz imperfecta. Propuestas para una reconstrucción del pensamiento pacifista”, a desarrollar en el Master de Paz y Conflictos del Centro Bancaja para la Paz y el Desarrollo de la Universidad Jaume I de Castellón. Quiero pedir disculpas porque algunas de las ideas no estén expresadas con toda la claridad necesaria, solo el intento precipitado de compartir algunas de mis últimas reflexiones lleva estos errores. Se ruega por tanto no copiar ni reproducir.

[3]. Cf. DENNET, Daniel Clement (2004) La evolución de la libertad, Barcelona.

[4] . La acción del método generar y escoger no termina con la producción del género humano. En un momento dado de la evolución de nuestro linaje nuestro cerebro comenzó a tener tan grande conectividad que pudo emerger la capacidad de concebir, transmitir e interpretar símbolos. Ahí surgió la posibilidad de que el algoritmo de selección natural comenzara a aplicarse a algo distinto de los genes, dando lugar al desarrollo de la cultura humana. Esa nueva evolución ha estado en curso ya por más de dos millares de milenios, desde los primeros homínidos que probablemente comunicaban por símbolos no orales, hasta los sapiens que conversamos por Internet, pasando por los inventores de las lenguas, la escritura, la contabilidad, la versificación, los códigos secretos, los templos griegos, las catedrales góticas, las matemáticas y las ciencias experimentales. En nuestro tiempo, ha logrado producir algo tan impresionante como sistemas de símbolos que pueden generarse, transmitirse e interpretarse con independencia de la mente humana, en máquinas automáticas creadas por procesos conscientes de acumulación de diseño(e): las computadoras y las redes de computadoras. Parece que nos está tocando vivir, si no el fin de la historia que comenzara con los primeros balbuceos de los sistemas simbólicos, sí el comienzo de una etapa inédita suya que quizás lleguen a denominar nuestros descendientes –para bien o para mal– edad de la desencarnación de los símbolos. GUTIERREZ,Claudio (2002) “El agortimo”, en El Humanismo para el siglo XXI, en http://claudiogutierrez.com/NuevoHumanismo/Trinidad.html.  El mismo dice  que   “la evolución por selección natural es un algoritmo, el más antiguo y trascendente de todos.”

[5] . Las señales se propagan de una neurona a otra mediante una complicada reacción electroquímica. Las sinapsis liberan sustancias químicas transmisoras y entran a la dendrita, con lo cual se eleva el potencial eléctrico del cuerpo de la célula. Una vez que se rebasa un cierto límite, se envía al axón un impulso eléctrico o potencial de acción. El impulso se difunde a través de las ramas del axón llegando finalmente a las sinapsis y liberando transmisores en los cuerpos de otras neuronas. Las sinapsis que aumentan el potencial se conocen como excitadoras y las que lo disminuyen como inhibidoras. Una de las características más importantes de las conexiones sinápticas es la plasticidad: capacidad para alterar a largo plazo la intensidad de las conexiones como respuesta a un patrón de simulación. Las neuronas establecen también conexiones con otras neuronas y a veces con grupos de ellas capaces de migrar de un sitio a otro. Los mecanismos anteriores constituyen el fundamento del aprendizaje en el cerebro.

[6]. “Sensibilidad” y “sensor” proceder de la misma raiz “sentir”, etimológicamente de ...

[7] Es así como surge, de manera natural, la idea de sección crítica, que consiste en identificar de alguna forma el conjunto de operaciones que sólo pueden ser indivisiblemente realizadas por un proceso. La exclusión mútua es el acceso excluyente a una sección crítica por parte de un conjunto de procesos concurrentes. Hace escasos días ha llegado a mis  manos el libro  REDORTA, Josep (2004) Como analizar conflcitos. Tipología de conflictos como herramienta de mediación, Barcelona, que sin duda merece ser introducido en estos debates.

        Relacionado con este problema aparece el interbloqueo: cuando un proceso adquiere un recurso, lo hace de forma mútuamente exclusiva, manteniendo los que ya le han sido asignados y esperando hasta adquirir los que le faltan. Además cada recurso sólo puede ser devuelto por el proceso que le retiene, de modo que, en muchos casos se produce una espera circular, es decir, los procesos están envueltos en una cadena tal que el siguiente necesita los recursos que tiene algún proceso anterior. El interbloqueo consiste pues en que un grupo de procesos están suspendidos permanentemente por haber adquirido, cada uno de ellos, recursos que otros necesitan y además necesitar recursos adquiridos por alguno de los restantes.

        De toda la discusión anterior se deduce que la comunicación entre procesos es imprescindible para el buen funcionamiento del sistema. Ésta puede efectuarse por diversos métodos, uno de los más empleados es situar puntos de sincronía en cada proceso, para asegurar que sólo se ejecutará el código por debajo de él si el resto de procesos ha llegado a su punto de sincronía. Otras alternativas son los monitores (para restringir el acceso a ciertas variables) o el intercambio de mensajes (síncronos o asíncronos).

        En un sistema concurrente pueden estudiarse además multitud de propiedades, las cuales normalmente se clasifican en dos tipos: propiedades de viveza y propiedades de seguridad. Aquí sólo señalaremos una de las primeras, la startvation-freedom: consiste en asegurar que cualquier petición para entrar en una sección crítica será concedida en tiempo finito, en otras palabras, la situación ideal es aquella en la que no existe ningún proceso esperando indefinidamente a entrar en su sección crítica. Como esto no siempre es fácil de garantizar, se pueden relajar las pretensiones considerando la propiedad globalmente, conformándonos con que alguno de los procesos que haya realizado tal petición sea atendido. … En definitiva, los sistemas concurrentes ofrecen mayores prestaciones a los usuarios, pero también más dolores de cabeza a sus diseñadores.

En el caso de la concurrencia, su complejidad natural hace imprescindible el empleo de herramientas formales para su estudio. De las distintas líneas de investigación surgieron las álgebras de procesos y las Redes de Petri. En las álgebras de procesos el punto central de atención se sitúa en el estudio de las propiedades algebraicas de los operadores. Éstos se seleccionan de modo que puedan establecerse fácilmente relaciones con las construcciones más usuales de los lenguajes de programación (por ejemplo la recursión). Por su parte, en las Redes de Petri el esfuerzo se centra en la semántica de orden parcial de los sistemas, en la relación causal entre los eventos y en la caracterización estructural de su comportamiento. [Texto tomado de la introducción del “Grupo de Concurrencia” del Dpto. Sistemas Informáticos y Programación de la Facultad de Informática de la Universidad Complutense de Madrid http://dalila.sip.ucm.es/concurrencia/index.html]

[8]. Este apartado ha sido desarrollado en MUÑOZ, Francisco A. - LORENTE LINDES (2003) “Dialécticas y diálogos desde el Mediterráneo antiguo”, en PÉREZ BELTRÁN, Carmelo y MUÑOZ, Francisco A., Experiencias del Paz en el Mediterráneo, Granada, pp.  Algunas ideas al respecto fueron expuestas en MUÑOZ, Francisco A. (2001) La paz imperfecta en un universo en conflicto”, en La paz imperfecta, Granada, pp. 21-66. Algunos otros aspectos aparecen en el recientemente publicado MOLINA, Beatriz y MUÑOZ, Francisco A.  (eds.) (2004) Manual de Paz y Conflictos, Granada.

                Quiero utilizar el término dialéctica en su significado etimológico griego original. La raíz dia- quiere decir «a través de», en un sentido de comunicación. Por tanto era cercano al término diálogo en cuanto que éste expresaba la comunicación entre dos -o más-, y esta precisión es importante ya que en su origen se reconocía la posibilidad de que hubiera más de dos interlocutores. Los participantes del diálogo escuchaban las argumentaciones de los otros y les respondían en un proceso continuo de búsqueda de la verdad (también se podría entender que si ésta existe es dentro de este proceso de búsqueda). De esta manera la dialéctica puede ser entendida como las relaciones existentes entre varios elementos en la búsqueda de comprender la realidad

[9]. Los múltiples significados de la raiz nomos en griego (uso, costumbre, manera, orden, derecho, fundamento regla, norma, ley prescripción, estatuto, ordenanza, máxima, modo musicla, melodía, canción....) nos permiten entenderlo como «elemento del sistema de referencia», en nuestro caso el razonamiento.

[10]. Cabe recordar sin embargo como este eje dual no es absolutamente universal, incluida en la propia Europa donde hay algunas propuestas mas abiertas, siendo en China, desde antiguo, donde mejor se representa las propuestas trinomiales con la consabida relación ying, yang, y el tao. Cf. GALTUNG, Johan (1995) «Hacia una espistemología taoísta de la ciencia social», Investigaciones teóricas. Sociedad y cultura contemporáneas, Madrid, pp. 209-221.

[11]. Las dialécticas abiertas tienen una cierto correlato con los sistemas «abiertos», en oposición con los sistemas cerrados (que se ciñen mecánicamente con las leyes de la termodinámica), intercambian energía e información con los componentes del entorno. Sobre los aportes de las diversas teorías al pensamiento sistémico véase: CAPRA, Fritjof (1998) La trama de la vida, Barcelona, particularmente las páginas 25-34 donde propone un cambio de paradigmas en el que se incorpore a la cultura occidental asertiva (donde predomina los elementos racionales, analíticos, reduccionistas, lineales; expansionistas, competitivos, cuantitativos y dominadores), el pensamiento y los valores integrativos (intuitivos, sintéticos, holísticos, no-lineales; y conservacionistas, cooperativos, cualitativos y  asociativos), para alcanzar un equilibrio dinámico entre ambos.

[12]. Las dialécticas abiertas tienen una cierto correlato con los sistemas «abiertos» más allá de lo nominal. En cuanto que, en oposición con los sistemas cerrados (que se ciñen mecánicamente con las leyes de la termodinámica), intercambian energía e información con los componentes del entorno.

[13]. Cf. GALTUNG, Johan (1995) «Hacia una espistemología taoísta de la ciencia social», Investigaciones teóricas. Sociedad y cultura contemporáneas, Madrid, 209-221.

[14]. Sobre los aportes de las diversas teorías al pensamiento sistémico -o ecología profunda, como le gusta al autor llamar- véase: CAPRA, Fritjof (1998) La trama de la vida, Barcelona, particularmente las páginas 25-34 donde propone un cambio de paradigmas en el que se incorpore, en la cultura occidental, el pensamiento y valores integrativos (intuitivo, sintético, holístico, no-lineal; y conservación, cooperación, calidad, asociación) frente a los asertivos ya de por si integrados (racional, analítico, reduccionista, lineal; y expansión, competición, cantidad, dominación), para alcanzar un equilibrio dinámico entre ambos.

[15]. La Teoría de juegos toma en consideración las distintas posibilidades de decisión de los actores (jugadores) y las combinaciones y retroalimentaciones que de ellas se podrían deducir. Aún más, la búsqueda del «equilibrio» racional exige en gran cantidad de ocasiones utilizar estrategias probabilísticas. Cf. DASGUPTA, P., MÄLER, K. G. & WEIBULL, J. and others (1993): Game theory: Rationality and Equilibrium in Strategic Interaction, Björkborn Manor, Karlskoga.

                Hasta cierto punto los conjuntos difusos es un intento de la matemática de afrontar la delimitación no mecánica de la pertenencia «gradual» a un grupo a otro de acuerdo con la elección de las condiciones a satisfacer.

[16]. Este apartado igualmente desarrollado en MUÑOZ, Francisco A. ( 2001) La paz imperfecta ...

[17]BOULDING, Elise - BOULDING, Kenneth E. (1994) The Future. Images and Processes, London, 76-87.

[18]Cf. MARTÍNEZ GUZMAN, Vicent (1999) «Entre la paz imperfecta y la postmetafísica», Papeles de cuestiones internacionales 67, 11-16. Un desarrollo mas fundamentado puede verse en el trabajo del mismo autor en este libro.