Tema
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5.1.- Introducción
El estudio de la motivación ha sido, y debe seguir siendo, uno de los
objetivos más característicos de la Psicología de la personalidad (Dweck, 1996;
McAdams, 1997; Pervin, 1998). Este nivel nos habla de lo que la gente quiere
conseguir o quiere evitar en cada momento, y de las estrategias que utiliza
para ello; no se trata de lo que el individuo "tiene" sino de lo que
"hace" o "trata de hacer" (McAdams, 1994; 1996). Resulta
difícil dar cuenta del funcionamiento de la personalidad si no atendemos a su
dinámica, si no nos interesamos en el por qué una persona se comporta en la
manera que lo hace.
La idea anterior -la importancia de las variables motivacionales- que
nos parece fundamental, pasó sin pena ni gloria durante casi dos décadas. Peor
que eso, en ocasiones llegó a cuestionarse su utilidad dentro de la ciencia
(Cofer, 1981; Mook, 1987; Palafox y Vila, 1990; Pervin, 1983). La Psicología de
la personalidad estaba tratando, de nuevo, de ganar reconocimiento dentro del
panorama psicológico y, para ello, siguió el mismo rumbo que estaba llevando
toda la Psicología. La revolución cognitiva -la cognición "fría-“ y la
decadencia de las teorías tradicionales de la motivación -las teorías de la
reducción de la tensión- convirtieron a la motivación en un tema "incómodo",
difícil de defender.
En la actualidad, y sobre todo en los últimos diez años, los
constructos motivacionales vuelven a ocupar un lugar fundamental dentro y fuera
de nuestra disciplina (McAdams, 1996; Pervin, 1998). Y paradójicamente, ha sido
la aproximación cognitiva la que ha hecho las contribuciones más importantes
para comprender la dinámica de la acción.
Desde los planteamientos más recientes, no sólo se subraya la
importancia de los aspectos motivacionales, sino que se reconoce y se tratan de
explicar las relaciones entre las motivaciones, los afectos y las cogniciones
(Palafox y Vila, 1990; Pervin, 1984, 1985). Muchos autores consideran que
precisamente esta línea de investigación, centrada en el estudio de los afectos
y la motivación, es una de las áreas que más están contribuyendo a la
revitalización del campo de la personalidad (Emmons, 1997).
Las unidades motivacionales tratan de recoger qué es lo que activa al
organismo, por qué se elige una u otra dirección y, por qué se dan respuestas
diferentes al mismo estímulo en distintas ocasiones (Pervin, 1998). El concepto
de la motivación indica que hay características internas que desempeñan un
importante papel en la activación y regulación de la conducta. Desde el punto
de vista de la Psicología de la personalidad, se mantiene que estas
características internas influyen y son influidas por otros aspectos del
funcionamiento de la persona. Es decir, se considera que los motivos influyen
en la cognición, en la acción, el pensamiento y la conducta.
La mayor parte, aunque no todos, de los teóricos de la personalidad
incluyen una teoría de la motivación. Ante la pregunta de ¿qué motiva a la
gente?, no se dispone de una respuesta probada empíricamente. Las diferentes
teorías han propuesto diferentes ideas:
- Número: algunas remarcan la importancia de uno o dos motivos, y
otras proponen muchos.
- Fuentes: algunas teorías han dado importancia de las raíces
biológicas de la motivación, otras se han centrado en motivos aprendidos.
- Proceso: algunas ven la motivación humana como un proceso que alivia
la tensión o la energía para que las personas puedan mantener cierto
equilibrio; otras han propuesto que los humanos se suelen salir de su camino
para incrementar la tensión o la energía y a menudo buscan retos más difíciles.
- Fin: algunos teóricos ven a los humanos motivados básicamente por
sus propios deseos; otros toman un punto de vista más positivo, remarcando el
crecimiento y la creatividad humana.
- Consciencia: algunos creen que las motivaciones son, a menudo,
inconscientes; otros piensan que las motivaciones son normalmente conscientes.
Aspectos más importantes en
la teoría de la motivación
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Número ¿Uno, dos o muchos?
Fuentes ¿Biología o aprendizaje?
Proceso Aliviar la tensión, homeostasis,
equilibrio o incremento de la tensión o reto orientado
Fin Satisfacer
los deseos egoístas o afirmar el potencial creativo
Consciencia Reconocer
o no nuestras propias motivaciones
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5.2.- Teorías de reducción de la tensión
5.2.1.- LA
TEORÍA PSICOANALÍTICA DE FREUD
Aunque Freud no es un teórico contemporáneo, sus ideas tuvieron una
marcada influencia en la psicología de la motivación. Freud creía que
prácticamente todo el comportamiento está motivado. Incluso los más
insignificantes, los errores, los sueños, los lapsus de memoria, etc., revelan
deseos, en este caso que la gente o bien tratan de mantener ocultos, o no son
conscientes de ellos.
A) LA ESTRUCTURA DE LA PERSONALIDAD: ELEMENTOS Y TOPOGRAFÍA
Freud consideraba que el aparato psíquico está dividido en tres
instancias (id, ego y super-ego), cada una de las cuales cumple una función
particular en la vida psíquica, pero no tienen una localización biológica y
material concreta. Conjuntamente conforman la personalidad.
- El ELLO (id) constituye la mente en el momento del nacimiento y se
compone de lo innato que son los instintos. Se rige por el principio del placer
evitando el dolor y por ello exige una satisfacción inmediata de la tensión
ocasionada por las necesidades surgidas de los instintos al margen de toda
cuestión moral. La satisfacción se produce de dos formas: a) mediante acciones
reflejas (respondiendo automáticamente ante la fuente de excitación, como por
ejemplo, tosiendo) y b) con la satisfacción del deseo a través de imágenes de
las cosas que satisfacen las necesidades de forma consistente, lo que
constituye el proceso primario. El ello está libre de inhibiciones, es
impulsivo, irracional y ciego.
- Por su parte, el SUPER-YO (super-ego) se desarrolla durante la
infancia con la internalización de las recompensas y castigos que recibe el
niño de sus padres y de sus educadores, que le transmiten tanto sus
concepciones morales como las de la sociedad en la que viven. La
internalización de todas las experiencias se produce de forma gradual hasta
llegar a un punto en que el autocontrol reemplaza al control ambiental o
paternal directo estando entonces el super-yo completamente desarrollado.
A partir de este momento, el super-yo está compuesto por dos
elementos: la conciencia y el yo
ideal. La primera está formada por aquellas experiencias que recibieron
castigo de forma consistente y es la causa de que el niño se sienta culpable y
fracasado si piensa o hace aquello por lo que fue castigado. Por el contrario,
el yo ideal se compone de las experiencias internalizadas premiadas
consistentemente, por lo que si el niño hace esas cosas o piensa hacerlas se
sentirá satisfecho y orgulloso. Con la conciencia y el yo ideal, el super-yo
busca incesantemente la perfección, que es irrealista, de manera que cualquier
experiencia que viole los valores internalizados no será tolerada.
- Finalmente, el YO (ego), es un campo de batalla donde se resuelven
las luchas entre ello y super-yo. Ha de satisfacer los deseos del ello que no
violen los valores del super-yo. Está regido por el principio de la realidad, y
busca la autoconservación. Los esfuerzos realistas del yo que conducen a la
satisfacción de las necesidades se denominan procesos secundarios.
En su papel de mediador o ejecutivo entre ambas instancias, y en sus
transacciones con el mundo externo, el yo debe pensar, solucionar problemas,
tomar decisiones y controlar las acciones de la persona. Sin embargo, aunque
parezca que es la entidad más importante, lo cierto es que en el psicoanálisis
de Freud no era más que el pobre yo, con un mínimo papel decisorio, a las
órdenes siempre del ello, super-yo y mundo externo.
A su vez, estas tres instancias engloban a nivel topográfico los procesos
psíquicos. El modelo topográfico de Freud sostiene que la mente tiene tres
regiones: el CONSCIENTE (percepciones y sensaciones), el PRECONSCIENTE (la
memoria común) y el INCONSCIENTE (la parte de la mente que no es accesible a la
conciencia). En realidad, no existen fronteras bien definidas entre los tres, y
tampoco son permanentes.
La personalidad, desde la teoría freudiana es principalmente
inconsciente. Sólo una parte es observable, el yo. Pero la mayoría no es
directamente observable, sino que su existencia se infiere por sus efectos en
el funcionamiento de los seres humanos.
B) TEORÍA DE LOS INSTINTOS Y DE LA MOTIVACIÓN
Freud distinguía dos tipos de estímulos que generan
impulsos-necesidades que han de satisfacerse:
- los externos-ambientales, o estímulos en sentido estricto, y
- los instintos.
Entre ambos existen grandes diferencias: el estímulo tiene un origen
externo, es un impulso momentáneo que se puede evitar y se satisface mediante
una sola acción motora concreta hacia el mundo externo ordenada por el cerebro.
El instinto tiene un origen interno, biológico, es una fuerza
constante que no se puede evitar y obliga a realizar una serie de actividades
complicadas e interdependientes que producen cambios en el mundo externo que
permiten conseguir satisfacer a la fuente interna estimulante. Los instintos
para Freud, son las verdaderas fuerzas motivadoras de las que derivan todos los
aspectos de la personalidad y no es el cerebro el encargado de controlarlos,
sino el yo, que no tiene una localización biológica concreta.
La teoría freudiana es hedonista: la búsqueda principal para los
humanos es obtener el estado placentero que se experimenta cuando todas las
necesidades biológicas están satisfechas. Cuando no se satisfacen, se
experimenta malestar y dolor. Desde el punto de vista biológico, la vida mental
tiene su origen en los instintos y su satisfacción, pero los instintos tampoco
se pueden localizar en ninguna parte concreta del cuerpo, sino que se
encuentran en el ello.
A lo largo de su vida, Freud fue cambiando la conceptualización de los
instintos. Siempre creyó que la motivación humana se basaba en un número
pequeño de impulsos o instintos. Al principio hablaba de los instintos sexuales
como las pulsiones responsables de toda la conducta humana. En un segundo
momento (tras las críticas recibidas), lo incluyó en la misma categoría que el
hambre y la sed, dando lugar a los instintos de autoconservación, pero los
mantuvo en cierta medida separados pues siempre consideró a los sexuales como el
origen principal de las neurosis. Finalmente, Freud diferenció dos instintos
básicos (que englobaban un número indeterminado de instintos) y que
corresponden a los instintos de vida o Eros y los instintos de muerte o
Thanatos.
Toda la energía psíquica asociada con Eros se denomina libido,
localizada en el yo-ello, y está asociada con la preservación o conservación de
la especie, y que tiende a neutralizar las tendencias agresivas de Thanatos. El
instinto de muerte o destrucción (no se encontró un término equivalente al
libido) se localiza en el ello originalmente, pero una parte de él va pasando
al yo a medida que se desarrolla el super-yo, y estimula a la persona a volver
al estado inorgánico que precede a la vida (la muerte es el último estado de
placer porque ya no es necesario satisfacer las necesidades biológicas). Del
instinto de muerte se derivan la crueldad, el suicidio, el asesinato y la
agresión.
Las características de todos los instintos o pulsiones biológicas son:
- el origen o fuente, que es cualquier deficiencia corporal de tipo
químico o mecánico,
- la fuerza o impulso, que es el elemento motor del instinto
determinado por la magnitud de la deficiencia o necesidad,
- la meta y objetivo final, que es satisfacer la deficiencia corporal,
y
- el objeto, que son las experiencias que reducen o eliminan la fuente
de excitación
La dinámica personal se explica en el psicoanálisis como si se tratara
de un mecanismo hidráulico cerrado que sigue el principio de la conservación de
la energía. Las pulsiones ejercen una presión ante la cual el ello invierte una cierta cantidad de
energía en pensamientos sobre objetos o procesos que satisfarán el instinto
(procesos primarios) y el yo ha de buscar el objeto adecuado (procesos
secundarios), también invirtiendo parte de la libido en el proceso de catexia
(inversión de energía psíquica en una actividad o imagen deseada) . Sin
embargo, puede ocurrir que el super-yo considere que ciertos deseos-instintos
deban inhibirse por lo que también deberá utilizar energía para prevenir la
catexia, produciéndose así una anticatexia (inversión de energía en la
supresión de un impulso o imagen) en la que deben colaborar el yo y el
super-yo.
Hemos dicho que para Freud los instintos humanos más poderosos estaban
relacionados con el sexo y la agresión. La visión de Freud de la humanidad no
era muy positiva. Ambos están presionando para ser satisfechos, pero la
moralidad ejerce presión para que no se expresen directamente. Freud creía que
la mayoría de la gente reprime estos impulsos y los deseos que los acompañan.
Pero la represión no hace que desaparezcan, simplemente los mantiene apartados
de la conciencia. Los impulsos también pueden ser expresados de otras formas,
desde obras de arte a síntomas neuróticos, sueños, lapsus linguae y, en
condiciones adecuadas, actos explícitos. Pero Freud pensaba que, en la mayoría
de la gente, producían ansiedad (sentimientos de terror ante unos impulsos
considerados inaceptables, pero que nos empujan a la acción. Así que, aparte de
tener estos instintos básicos, también las personas están motivadas para tratar
de reducir la ansiedad que conllevan.
Diferencia tres tipos de ansiedad:
- La ANSIEDAD REALISTA surge en las transacciones del yo con el mundo
exterior y supone el miedo que se siente cuando está presente un peligro
objetivo, auténtico.
- La ANSIEDAD NEURÓTICA se produce cuando el ello entra en conflicto
con el yo por miedo a que éste sienta que los impulsos del ello se le escapen
de las manos y conduzcan al castigo.
- La ANSIEDAD MORAL aparece cuando el ello y el super-yo están en
conflicto y se refiere a la culpabilidad que se siente cuando se ha violado un
código moral o está a punto de ser violado.
Las ansiedades neurótica y moral conducen a la exclusión de
pensamientos, recuerdos y acciones desagradables y dolorosas (que amenazan al
yo o al sentido de auto-estima) del
consciente para llevarlos al
inconsciente. Así se produce la represión, que es involuntaria e inconsciente y
el principal mecanismo para vencer la ansiedad. Pero puede que no sean
suficientes, por lo que sean necesarios otros mecanismos de defensa.
Los mecanismos de defensa representan estrategias, casi siempre
inconscientes, que evitan que la ansiedad se vuelva abrumadora. En la última
modificación del psicoanálisis, Freud propuso 6 mecanismos utilizados por todos
los seres humanos: desplazamiento, identificación, proyección, formación
reactiva, racionalización y regresión. Todos ellos tienen en común ser
irracionales, inconscientes y falsifican o distorsionan la realidad.
En el caso de psicopatología, el psicoanalista debe descubrir los
mecanismos de defensa utilizados por el paciente y sus contenidos. Para ello ha
de vencer la resistencia del paciente de llevar a la consciencia lo
inconsciente, utilizando técnicas analíticas (interpretación de los sueños,
asociación libre y análisis de las parapraxias -lapsus, accidentes, etc-).
Mecanismos de defensa freudianos
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Mecanismo Descripción Ejemplo
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Represión El yo consigue mantener en el
inconsciente Recuerdos de experiencias dolorosas,
aquellos
pensamientos que causan ansiedad, traumáticas
impidiendo que lleguen a la consciencia.
Desplazamient. Sustitución de la satisfacción de
una necesidad
reprimida por la satisfacción de otra necesidad
más segura.
Si el desplazamiento
da lugar a algo ventajoso Impulsos
sexuales desplazados en
y
permitido por la moral del super-yo se habla actividades
como la pintura o cuidar
de
sublimación. Niños.
Si se
desplaza el impulso de agresividad hacia Agresión
hacia el equipo de fútbol
objetos o
personas menos amenazantes se contrario.
habla de agresión desplazada.
Identificación Tendencia a aumentar los sentimientos Identificación con un
ídolo, o la
personales
valorados mediante la afiliación identificación
producida en el
con otra
persona, grupo o institución síndrome
de Estocolmo.
percibidos como ilustres, sacrificando la
propia identidad.
Proyección Se reprime algo que es verdadero para el “Es
cierto que me siento atraído por
individuo
pero que causaría ansiedad si se esa
persona” se proyecta, y, “esa
reconociera
como propio, y se proyecta en persona
es quien se siente atraída por
alguna
otra persona como perteneciente a mí”.
esa tercera persona.
Formación Se reprimen los pensamientos
desagradables El novio que repite instintivamente
reactiva y
se expresan los opuestos de forma “Te quiero, te quiero más que a
extravagante
y más intensa de lo normal. otra cosa en el mundo”.
Racionalizac. Los pensamientos o conductas que pueden La
zorra que dica “¡bah! Las uvas aún
causar
ansiedad se explican o justifican de están
verdes”, tras repetidos intentos
forma
racional: se minimiza lo deseado pero fallidos
de alcanzar la parra.
no logrado y se maximiza lo logrado aunque
no deseado en un primer momento.
Regresión La
ansiedad producida por un conflicto o El niño que vuelve a orinarse
frustración
motiva que se regrese a un estadio coincidiendo
con el nacimiento de un
anterior
de desarrollo, realizando la conducta hermano,
o el adulto que grita o se
que fue
más apropiada en aquel estado anterior muerde
las uñas.
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En resumen:
(1) Intentó reducir el número de motivos básicos a un número pequeño.
(2) Veía la motivación procedente de procesos biológicos innatos.
(3) Concebía la motivación como la liberación de tensión y la restauración
de la homeostasis.
(4) El objetivo de los motivos era puramente egoísta, incluso se
podría mostrar que los motivos nobles reflejaban los deseos egoístas del ello.
(5) La mayor parte de nuestros motivos más profundos provienen del
inconsciente, y gastamos mucha energía asegurándonos de que se queden ahí.
(6) Para Freud todas las conductas, incluso las aparentemente sin
sentido, errores, etc, responde a una motivación detrás de ella.
5.2.2.- TEORÍA
DE ESTÍMULO-RESPUESTA
Siguiendo el trabajo de Watson, muchos conductistas rechazaron los
conceptos mentales como la motivación, incluyendo el concepto de drive. No
obstante otros conductistas sugirieron que el concepto de impulso podría ser
útil si se tenían en cuenta o se relacionaba a circunstancias externas
específicas asociadas con medidas objetivas. Estas circunstancias externas
podrían ser asociadas con estados internos de impulsos.
Clark Hull probablemente fue el teórico del aprendizaje más importante
de su época. No sólo se interpretó dentro del sistema de E-R el aprendizaje
animal, sino también muchos fenómenos psico-sociales y de personalidad.
De acuerdo con Hull (1943), los organismos son activados por impulsos.
Los impulsos pueden ser primarios o innatos y secundarios o aprendidos:
- Los impulsos primarios, como el dolor y el hambre, generalmente se
relacionan con condiciones fisiológicas dentro del organismo. Son estímulos
internos basados biológicamente (ej. hambre).
- Los impulsos secundarios representan impulsos o estímulos internos
que han sido adquiridos sobre la base de su asociación con la satisfacción de
impulsos primarios. Por ej., la adquisición de dinero puede llegar a ser un
impulso secundario asociado con la satisfacción de un impulso primario. O la
ansiedad o miedo, por la asociación con un impulso primario de dolor.
De acuerdo con el modelo de aprendizaje instrumental de Hull, las
respuestas se asocian con estímulos como resultado de reforzamiento a través de
la reducción del estímulo impulso (ej. recompensa, escapar del dolor, evitar el
dolor). El término de aprendizaje instrumental se refiere al aprendizaje de
respuestas que son instrumentales para traer placer a través de la reducción de la tensión. El
apareamiento de una respuestas con un estímulo, apoyado por el reforzamiento
(reducción de la tensión) se denomina hábito; la personalidad está compuesta de
hábitos, o relaciones E-R.
5.2.3.- MODELO
DE LA NECESIDAD-PRESIÓN DE MURRAY
Si Freud fue el teórico más influyente que remarcó la importancia de
un número pequeño de motivos básicos, Henry Murray fue el teórico más
influyente que defendió que comprender el comportamiento humano sólo es posible
recurriendo a un amplio número de motivos. La mayor parte del pensamiento de
Murray sobre la motivación humana se encuentra en su famoso libro publicado en
1938, Exploraciones de la personalidad. Murray creía que las personas
diferían en la fuerza con que se manifestaban en ellas diferentes motivos.
Murray y sus colegas estudiaron intensamente 54 universitarios,
utilizando una amplia variedad de procedimientos de evaluación que incluía
cuestionarios estandarizados, pruebas proyectivas, entrevistas, autobiografías
y observaciones del comportamiento. Desarrollaron una lista de necesidades que
parecían cubrir todas las tendencias motivacionales que se podían encontrar en
esta muestra (ver tabla).
Algunas de las necesidades como el sexo y la evitación del daño, son
“corporales” o lo que Murray llamó necesidades viscerogénicas en
contraste con las necesidades psicogénicas. Las necesidades
viscerogénicas como comer o beber, no se incluyen en la lista, no porque
carezcan de importancia para la supervivencia, sino porque Murray creía que
jugaban un papel secundario en la individualidad: todo el mundo necesita aire y
agua, pero no todo el mundo tiene la misma necesidad de sexo o de evitar el
dolor. Asimismo, las necesidades que son más importantes para entender la
personalidad son aquellas cuya satisfacción no se puede “dar por sentada”. Al
contrario que la necesidad de aire, la necesidad de sexo, normalmente depende
de la cooperación de otra persona, normalmente interfieren rivales, es muy
inestable, y está muy limitada por todo tipo de interacciones sociales. Esto es
suficiente para destacar su importancia.
Murray definió las necesidades como construcciones hipotéticas que
representan fuerzas en la persona y que influyen sobre la percepción, la
fantasía, el pensamiento, la intención, y el comportamiento, buscando la
transformación de “situaciones insatisfactorias” en “situaciones satisfactorias”.
Las necesidades son “provocadas” por la presión. Son las
características reales o imaginadas del entorno que pueden beneficiar o dañar
al individuo. Diferentes presiones provocan diferentes necesidades, y la fuerza
de la necesidad creada es determinada por el poder de la presión para dañar o
beneficiar al individuo.
Para comprender la relación entre las necesidades y la presión, vamos
a considerar un ejemplo con la descripción de Murray de una de las necesidades:
la n Dominación:
La n
Dominación:
Deseos
y efectos de la n dominación: Controlar el propio entorno humano. Influir o
dirigir el comportamiento de otros por la sugestión, la seducción, la
persuasión, o el mandato. Disuadir, reprimir, o prohibir. Inducir a otros a
actuar de manera acorde con nuestros propios sentimientos y necesidades.
Conseguir la cooperación de otros. Convencer a otros de la certeza de nuestra
opinión.
Presión:
Otras personas que son, de algún modo, de categoría más baja o inferior; o que
son respetuosas, sumisas, o que están dispuestas a asumir la culpa; o que son
de una categoría superior en algún aspecto, o que muestran dominancia o
rivalidad.
La presión consiste en gente que da una oportunidad para que la n
dominación sea satisfecha o que suponen amenazas para la satisfacción de la n
dominación. Cuando nos encontramos ante alguna de estas circunstancias
puede aparecer la n dominación. Cuando no percibimos ninguna de estas
presiones en la situación, no aparece. Tanto la fuerza de la presión como la
fuerza de la necesidad ayudan a que la necesidad surja o no. Algunas
situaciones contienen una presión tan poderosa que prácticamente para
cualquiera aparecerá una necesidad relevante.
Necesidad
Motivación Conducta
Presión
Según Murray las necesidades son esencialmente inconscientes. Puede
que las personas sepan lo que les parece atractivo o poco atractivo,
gratificante o represor, agradable o desagradable, pero puede que no sepan que
la razón de estas reacciones es una necesidad dentro de ellas. En otras
palabras, no tienen un conocimiento directo de por qué reaccionan de esa forma.
Cuando una acción satisface una necesidad, pasa a formar parte de un
“complejo” o “tema”, asociando la presión, la necesidad y la acción. Tales
temas se almacenan en la memoria y pueden ser activados a través de una gran
variedad de estímulos externos y actividades cognitivas internas.
Una vez que surge la necesidad, ésta tiende a persistir hasta que sea
satisfecha. Sin embargo, no todas las necesidades son satisfechas fácilmente, y
aquellas que no lo son, permanecen latentes. Una necesidad que se puede
satisfacer lleva al comportamiento explícito (físico o verbal), que está
realmente conectado con los objetos reales. La necesidad es latente (no
manifiesta, subjetivizada, inhibida, encubierta o imaginaria) cuando no lleva a
un comportamiento explícito, pero toma la forma de deseos, propósitos para el
futuro, fantasías, sueños, juegos, creación artística, de observar o leer
acerca de la manifestación de dicha necesidad en los demás. Murray creía que
muchas necesidades están latentes y que un sistema que permita comprender
globalmente la personalidad requiere lograr un modo de valorar estas
necesidades. El hecho de que las necesidades a menudo sean inconscientes y
latentes, llevó a Murray a destacar la importancia de los medios indirectos de
valorarlas.
EL TEST DE APERCEPCIÓN TEMÁTICA
Para estudiar las motivaciones, los investigadores tienen que medir
los motivos, una tarea difícil porque la gente no siempre muestra abiertamente
sus necesidades. Las necesidades manifiestas son las que pueden observarse en
las acciones de la gente y son fáciles de evaluar. Las necesidades latentes son
las que no se manifiestan de manera abierta. ¿Cómo medirlas?. La solución de
Morgan y Murray (1935) consistió en suponer que era probable que una necesidad
latente fuerte se “proyectara” en la fantasía del sujeto como las imágenes de
una película en la pantalla. Murray utilizó el término apercepción para
referirse al proceso de proyectar la fantasía sobre un estímulo objetivo.
El test se basa
en el hecho consabido de que cuando una persona interpreta una situación social
ambigua, ésta tiene tendencia a manifestar su propia personalidad tanto como el
fenómeno al que está atendiendo. Absorbido en su intento de explicar el
acontecimiento objetivo, se vuelve inocentemente inconsciente de sí misma y del
examen de los otros y, por tanto, defensivamente menos vigilante. Para alguien
que haga una doble lectura, sin embargo, estará revelando ciertas tendencias
interiores: deseos, temores y vestigios de experiencias pasadas.” (P. 531).
Si evaluáramos los motivos por medio del TAT, presentaríamos una serie
de imágenes ambiguas, en las que no quede claro lo que sucede. Se le pediría
que recurriera a su creatividad y escribiera un historia sobre cada lámina, en
la que tendría que explicar lo que sucede en la imagen, lo que el personaje
piensa y siente, la relación entre los personajes (si hay más de uno) y el
resultado de la situación. De acuerdo con el principio de apercepción, los
temas que aparecen en las historias reflejan sus motivos latentes. Dicho de
otro modo, los sujetos ponen en sus relatos los intereres motivacionales que
ocupan su mente.
¿Reflejan estas respuestas de fantasía los motivos de la gente?.
Aparentemente sí. Se han realizado algunos estudios al respecto. Uno de los
estudios se consideró una necesidad biológica, la de comida. A los sujetos se
les privó de comida por diversos periodos, por lo que representaban diferentes
niveles de necesidad de comida. Estos grupos mostraron diferencias en las
fantasías relacionadas con el alimento en sus respuestas del TAT (Atkinson y
McClelland, 1948). No obstante, la estandarización es complicada.
Lista de necesidades de
Murray (1938) En negrilla aparecen las que más atención han recibido por los
investigadores
|
Área |
Necesidad de |
Conducta
representativa |
|
Ambición Objetos inanimados Defensa del estatus Poder humano Afecto entre la gente Intercambio
de información |
Logro Reconocimiento Exhibición Adquisición Conservación Orden Retención Construcción Inviolabilidad Evitación Defensa Oposición Dominio Deferencia Semejanza Autonomía Contrariedad Agresión Humillación Evitación de la culpa Afiliación Rechazo Protección Socorro Juego Conocimiento Exposición |
Superar obstáculos Describir éxitos Tratar de escandalizar
o conmocionar a los demás Obtener cosas Restaurar posesiones Hacer las cosas de manera
limpia y ordenada Acumular cosas Construir algo Preservar el buen nombre Ocultar un impedimento o
un fracaso Ofrecer una explicación o
excusa Desquitarse por algo Dirigir la conducta de los
demás Cooperar u obedecer a
alguien Mostrar empatía hacia los
demás Hacer frente a la
autoridad Mostrar oposición Atacar o menospreciar a
los demás Disculparse o confesar Sofocar los impulsos
censurable Pasar el tiempo con los
demás Desairar a los demás Ocuparse de alguien más Ser ayudado por otro Buscar diversión con los
demás Hacer preguntas a otros Entregar
información a otros |
5.3.- Teorías de tipo incentivo de la motivación:
las teorías de metas
Dentro de este contexto, en los últimos años se ha analizado la idea
de que la experiencia humana se organiza alrededor de metas (Carver y Scheier,
1982; 1997; Dweck, 1996; Emmons, 1997, Pervin, 1989; 1998). "Hoy, el
concepto de meta, en una u otra forma, se ha convertido en la parte más
importante de la motivación y la teoría de la personalidad" (Pervin, 1998,
p. 122). Los teóricos utilizan términos diferentes, pero el tema, en esencia,
sigue siendo el mismo, la idea de que las metas que la gente establece dan
energía a sus actividades (Pervin, 1983), dirigen sus movimientos, e incluso
conceden significados a sus vidas (Baumeister, 1989).
Estas unidades motivacionales, o "unidades de nivel medio"
(Buss y Cantor, 1989), se han expresado a través de diversos conceptos como:
tareas de la vida (Cantor y Kihlstrom, 1987; Cantor, 1990), esfuerzos o afanes
personales (Emmons, 1986; 1989; 1997), proyectos personales (Little, 1989;
Palys y Little, 1983), intereses o preocupaciones actuales (Klinger, 1977), o
metas (Locke y Lathem, 1990, citado en Pervin, 1998; Pervin, 1983, 1989).
También podemos incluir dentro de este esquema de trabajo las propuestas de
autorregulación de Carver y Scheier (1981), o las de Bandura (1986) y Mischel (Mischel, 1973; Mischel y Shoda,
1995). A continuación revisaremos, brevemente, algunas de ellas.
A pesar de la diversidad de propuestas, todas ellas comparten su
interés en la conducta intencional, dirigida al objetivo, es decir, el punto de
vista de que la conducta de la persona se organiza alrededor de la búsqueda de
objetivos o metas deseadas. Todas ellas tratan de explicar cómo traducimos la
intención en conductas, cómo pasamos del pensamiento a la acción. Las metas,
además, pueden proporcionar un lenguaje común para estudiar los procesos de la
personalidad, y una línea de conexión entre la personalidad y otros campos de
la Psicología (Dweck, 1996).
Como señala Pervin (1998), "la teoría de meta hace que el
concepto de motivación regrese al centro de la escena como área de interés para
los psicólogos de la personalidad" (p. 122): (1) Por una parte, el
concepto de meta sugiere que a fin de entender la conducta humana,
especialmente su naturaleza modelada, organizada y dirigida, tenemos que
considerar su motivación. (2) En segundo lugar, hay diferencias individuales en
los tipos de metas que persigue la gente. (3)
Además, hay diferencias individuales en las maneras de perseguirlas, es
decir, en las estrategias y planes que se utilizan en el funcionamiento del
sistema de metas. (4) Por último, se considera que las metas juegan un papel
importante en otros aspectos del funcionamiento de la personalidad.
En todos estos planteamientos queda claro que las metas y su
estructura son específicas para cada individuo. Aunque se han hecho propuestas
bastante prometedoras de clasificación de las unidades motivacionales (-metas
de ejecución/competencia, metas interpersonales y metas hedónicas- Dweck, 1996;
-adquisición, mantenimiento, restablecimiento y prevención- Ogilvie y Rose,
1995), a diferencia de los rasgos, estas unidades no responden bien a la idea
de listados consensuados a priori, hay considerable variabilidad. Su naturaleza
se describe mejor como individual e idiosincrásica. Lo que es una meta de
máxima prioridad para una persona puede ser de menos prioridad para otra; dos o
más metas pueden unirse para una persona, pero pueden estar en conflicto para
otra.
El trabajo actual en el área de las metas es bastante consistente. A
pesar de que hay áreas de desacuerdo, hay bastantes áreas de conceptualización
común. Pervin (1998) recoge tres líneas fundamentales de investigación
desarrolladas alrededor de las teorías de meta:
(a) Relación entre las metas y los sentimientos -avance y alejamiento relacionados
con sentimientos positivos y negativos, respectivamente- (Bandura, 1986;
Higgins, 1987; Locke y Lathman, 1990, citado en Pervin, 1998; Pervin, 1983).
(b) Relación del funcionamiento del sistema de meta con la salud, el
bienestar subjetivo y la adaptación social -relacionado con metas específicas,
obtenibles y en armonía, versus no definición de metas o definición poco clara,
no obtenibles y en conflicto- (Emmons, 1986; Emmons y King, 1988; Karoly y
Lecci, 1993; Palys y Little, 1983).
(c) Conexión del funcionamiento del sistema con aspectos estables y
variables del funcionamiento del individuo; es decir, las personas diferencian
entre áreas distintas en sus vidas, y escogen metas para ellas y estrategias
específicas asociadas con diferentes metas en diferentes situaciones (Cantor,
1990; Pervin, 1983).
¿Qué clases de metas tiene la gente? Numerosos trabajos han
identificado al menos 5 categorías de metas (Emmons y Diener, 1986; Ford, 1992;
Pervin, 1983):
(1) Relajación/Diversión (deseo de divertirse).
(2) Agresión/Poder (auto-asertividad y dominancia).
(3) Auto-estima (desarrollo y protección del self).
(4) Afecto/apoyo (deseo de afiliación, relación).
(5) Ansiedad/Reducción de la amenaza (evitación del estrés).
Se incluyen tanto metas positivas de aproximación, como de evitación;
es decir, una meta puede ser algo que tratamos de obtener y también algo que
tratamos de evitar.
5.3.1.- EL
TRABAJO DE LITTLE DE PROYECTOS PERSONALES
Centrándonos en propuestas concretas, Little y sus colaboradores se
inclinan por la variable de proyectos personales. Un proyecto personal se
define como un amplio conjunto de acciones, personalmente relevantes, que
tienen como finalidad la consecución de una meta personal (Little, 1989; Palys
y Little, 1983).
Es importante señalar que, en la visión de Little, los proyectos
personales reflejan tanto aspectos cognitivos como afectivos y comportamentales
de la conducta humana. Además, las actividades relacionadas con los proyectos
personales pueden ser muy diversas, en cuanto a contenido y a significación,
abarcando desde actividades aparentemente triviales de la vida cotidiana, como
"hacer la compra", hasta auténticas obsesiones, como "encontrar
una relación plenamente satisfactoria". En cualquier momento una persona
puede tener pocos o muchos proyectos personales y, éstos, sirven para organizar
las actividades diarias.
Los proyectos personales se conciben más como sistemas que como
unidades aisladas. Es factible ordenarlos jerárquicamente, pero se entienden
mejor si se conciben como una estructura de red. Es decir, más que estar
organizados en una escala jerárquica, tienen múltiples interconexiones.
Otros aspectos importantes hacen referencia a: su elección -pueden ser
iniciados por uno mismo o por los demás-, la responsabilidad en cuanto a su
realización -individuales vs. compartidos- y, el nivel de implicación personal
-pueden referirse a aspectos aislados y periféricos de nuestras vidas, o bien
afectarnos profundamente-. En cualquier caso, se destaca su carácter marcadamente
individual.
Dentro del trabajo desarrollado en esta línea de investigación, caben
destacar los estudios que analizan las relaciones entre los proyectos
personales y la satisfacción subjetiva, así como con otras variables, como los
rasgos. También se propone un método para poder evaluarlos, el método de
Análisis de proyectos personales (ver Otero-López, Luengo, Romero, Gómez y
Castro, 1998).
5.3.2.-
La propuesta de Cantor son las tareas vitales (Cantor, 1990, 1994;
Cantor y Langston, 1989; Cantor y Zirkel, 1990). El concepto de tareas vitales
se enmarca dentro del proceso de traducción de la cognición en acción, el
movimiento que Cantor describe como el paso de "tener" a "hacer"
(Pervin, 1998). Se definen como “(el) los problemas(s) que los propios
individuos ven surgir en un periodo concreto de la vida o en una transición de
la vida (Cantor y Zirkel, 1990). Mientras que otro tipo de variables persisten
durante largos períodos de tiempo (porque son expresiones de disposiciones
subyacentes), se espera que las tareas de vida de un individuo cambien con los
cambios en las expectativas y en los patrones socioculturales.
La individualidad pasa a formar parte del análisis de las tareas de
vida de tres formas diferentes. En primer lugar, las personas pueden construir
las mismas tareas de vida de distintas formas. En segundo lugar, las personas
pueden remarcar una tarea de vida más que otra. En tercer lugar, las personas
pueden utilizar diferentes estrategias para llevar a cabo una tarea de vida.
En este proceso se diferencian tres conceptos claves: esquema, tareas
vitales y estrategias cognitivas.
- El esquema hace referencia a organizaciones de información.
- Las tareas vitales se refieren a la traducción que el individuo hace
de las metas en tareas específicas, en las que va a trabajar durante períodos y
contextos específicos. Las tareas vitales son los problemas que los individuos
están motivados para tratar de resolver, en los cuales concentran su energía y
su tiempo, y que organizan su actividad a diario. La naturaleza de las tareas
es diferente en situaciones distintas y varía durante el curso de la vida. Las
tareas vitales son idiográficas, pueden variar no sólo en contenido sino
también en cuanto a amplitud y, en si se perciben como autoimpuestas o
impuestas por los demás. Se asume que la mayoría son conscientes y pueden
evaluarse mediante autoinforme, aunque una persona no reflexiona necesariamente
sobre ellas.
- Por último, las estrategias cognitivas son la forma a través de la
cual los individuos trabajan en sus tareas vitales actuales. Implican la
valoración de situaciones, la planificación de resultados, el recuerdo de
experiencias pasadas y esfuerzos de autorregulación como, por ejemplo, el retraso
de la gratificación.
En suma, al considerar el paso a la acción, Cantor se centra en las
tareas vitales que las personas escogen por sí mismas y las estrategias que
emplean para resolver los problemas asociados con estas tareas. Se hace
hincapié en la actividad cognitiva, pero las tareas y estrategias vitales
también se consideran asociadas con la emoción y posibles conductas.
5.3.3.- EL
TRABAJO DE EMMONS SOBRE AFANES O ASPIRACIONES PERSONALES
El trabajo de Emmons se centra en las aspiraciones o afanes
personales. Los define como "lo que una persona habitualmente o de un modo
característico trata de hacer" (1989, p. 92). Ejs.: “intentar convencer a
otros de que uno tiene razón, “intentar buscar nuevas y excitantes
experiencias” o “intentar ser atractivo”. Son patrones coherentes de
aspiraciones a meta, que representan lo que un individuo está intentando hacer
de forma general. Hacen referencia a los tipos de metas característicos que una
persona confía en alcanzar en diversas situaciones. Incluyen tanto cosas que la
persona intenta obtener o experimentar, como cosas que intenta evitar. Pueden
ser positivas o negativas y los individuos difieren en la medida en que su vida
está compuesta por aspiraciones positivas en contraposición a las negativas.
Son además, idiográficas, sobre todo en lo que se refiere a la forma
en que se agrupan las metas en torno a la aspiración personal y al modo que
toda persona tiene de expresar esas aspiraciones. Pero aunque las aspiraciones
son idiográficas, pueden formarse categorías comunes o nomotéticas de
aspiraciones personales. Lo interesante, por tanto, de este tipo de constructo
es que, en un modelo jerárquico de motivación, los afanes personales se sitúan
entre los motivos globales -son más discriminativos que éstos- y los planes o
conductas específicas -son más estables que éstos- (Otero-López y cols., 1998).
De este modo, describen las características recurrentes y duraderas de la
personalidad:
".... los afanes son preocupaciones que son relativamente
estables a lo largo del tiempo y expresados de un modo consistente a través de
una variedad de situaciones" (Emmons, 1996, p. 315).
Como afirma Emmons, esta unidad motivacional vendría a llenar un vacío
entre los amplios motivos nomotéticos, por una parte, y las específicas
preocupaciones y metas cotidianas, por otra. En definitiva, parece necesario,
según este autor, "un concepto que capture la recurrente, típica conducta
dirigida a una meta que define la individualidad humana" (Emmons, 1989, p.
91).
Propone también un procedimiento de evaluación (ver Otero-López y
cols., 1998) y se han investigado cuatro áreas en relación a los afanes:
bienestar subjetivo (Emmons, 1986), conflicto y ambivalencia (Emmons y King,
1988), autocomplejidad y reactividad emocional, y aspiraciones personales y
rasgos (Emmons, 1989).
Todos estos enfoques comparten entre sí rasgos comunes. El principal
vínculo es su énfasis común en el carácter intencional dirigido a meta de la
actividad (Pervin, 1998). Se subraya la importancia de los procesos cognitivos,
pero también se tienen en cuenta las emociones y la conducta manifiesta.
Además, en su mayoría, se valora la actividad dirigida a meta en situaciones de
la vida real y a lo largo del tiempo, y se combina el interés por los análisis
idiográficos con el de la formulación de leyes generales.
Sin embargo, también es cierto, que existen aún algunas cuestiones por
resolver: (1) Pervin (1998) señala que, en primer lugar, está el tema de la
consciencia de metas. Pervin, en su propuesta teórica acerca de las metas, deja
claro que los individuos también pueden tener metas inconscientes que son
incapaces de referir, y por tanto imposibles de evaluar mediante autoinforme.
(2) En segundo lugar, está el tema del origen de las metas. Esencialmente, la cuestión
es saber qué otorga a las metas su poder motivador. La respuesta más frecuente
es la relación entre metas y emociones (Pervin, 1989). Pero aún queda mucho por
clarificar en este punto. (3) En tercer lugar, aunque se están analizando las
diferencias y semejanzas y las relaciones entre estas unidades, aún no existen
datos que nos hagan pensar en la necesidad de todas ellas, o en la ventaja de
una sobre las otras.
En resumen, el trabajo actual en este área es bastante consistente. Pero a pesar de que
hay áreas de común conceptualización, también existen áreas de desacuerdo.
5.4.- Teorías cognitivas de la motivación
5.4.1.- TEORÍA
DEL VALOR Y LA EXPECTATIVA
Aunque las respuestas a las preguntas del “por qué” sobre el
comportamiento engloban motivos y objetivos (lo que la gente quiere conseguir),
obviamente lo que las personas desean no es el único determinante de sus
acciones. Desear que algo pase, no hace que esto suceda. Las personas tienen
habilidades y oportunidades para hacer que pasen las cosas. Las decisiones que
la gente toma sobre dónde emplear sus energías y su tiempo no sólo están
basadas en lo que desean, sino en las probabilidades de conseguir lo que
quieren. Lo que la gente quiere está estrechamente unido a sus reacciones
afectivas hacia los distintos resultados posibles; lo que piensan está
estrechamente unido a sus creencias sobre sí mismos y el mundo. Estas creencias
incluyen la probabilidad de que sus acciones produzcan ciertos resultados, lo
que a su vez producirá ciertos efectos (Bandura, 1989).
La idea general de que tanto los deseos como las cogniciones influyen
en la elección de la conducta puede ser expresada con una ecuación simple que
subyace en todos los modelos de la llamada teoría del valor y la expectativa.
Los resultados varían de muy positivos a muy negativos. Es decir, cada
resultado posible tiene una valencia (lo que la gente quiere que suceda o no).
Nosotros también tenemos expectativas. La expectativa más simple tiene que ver
con la probabilidad de que un acto concreto producirá un resultado concreto.
La teoría del valor y la expectativa afirma que las elecciones de las
personas están basadas en (1) la probabilidad de que si participan en una
actividad concreta, se obtendrá un resultado concreto (expectativa) y
(2) lo valioso que es para ellas este resultado (valor). El resultado de
estos dos factores es el potencial de conducta, es decir, la fuerza de
la tendencia a comportarse de un modo concreto.
La teoría se expresa con una ecuación: PC = E x V. El potencial de conducta
es el resultado del producto de la expectativa y el valor.
A pesar de que la ecuación trata las expectativas y a los valores por
igual, tiene más sentido que la valoración sea el factor fundamental para la
pregunta “por qué”. Por ej., podemos considerar un resultado que una persona
valore pero que tenga bajas expectativas de conseguir. En muchos casos, la
persona tendrá la posibilidad de hacer algo para cambiar las expectativas.
Para los psicólogos de la personalidad, el valor parece ser particularmente
importante, puesto que refleja aspectos centrales de la individualidad. Aunque
el valor y la expectativa, o lo que es lo mismo, el afecto y la cognición,
siempre están presentes en las elecciones conductuales, se pueden considerar
como fuentes distintas, pero interconectadas de la individualidad.
5.4.2.- MODELOS
ATRIBUCIONALES
A continuación se van a considerar los modelos atribucionales dentro
del contexto de las teorías cognitivas de la motivación.
- MODELO ATRIBUCIONAL DE WEINER
La teoría atribucional trata de dar cuenta de las explicaciones que la
gente busca para lo que ocurre. Weiner se plantea las siguientes cuestiones:
¿Qué clase de explicaciones causales solemos hacer?, y ¿cuáles son las implicaciones de las
diferencias en estas explicaciones causales en lo que sentimos y hacemos?.
Para responder a la primera pregunta,
Weiner define 3 dimensiones:
(1) La primera dimensión, el locus de causalidad, relacionada con el
trabajo de Rotter sobre locus de control, se refiere a si las causas se
perciben como procedentes de dentro de la persona (interna) o como fuera de
ella (externa).
(2) La segunda dimensión, estabilidad, se refiere a si la causa se
percibe como estable y relativamente fija, o inestable o variable.
(3) La tercera dimensión, controlabilidad, se refiere a si los eventos
están sujetos al control o a la influencia de la persona a través de un
esfuerzo adicional. Por ej. el rechazo social por falta de atractivo físico
puede atribuirse a causas internas, estables e incontrolables, mientras que el
rechazo social por ser agresivo puede atribuirse a causas internas, estables y
controlables. En cada caso, es la atribución causal de la persona lo que es
importante. Esto es, algunas personas pueden ver su apariencia física como incontrolable,
mientras otras pueden verlo como controlable; algunas personas pueden ver su
ejecución intelectual como resultado de inteligencia fijada, mientras que otras
pueden verlo como el resultado del esfuerzo y de los conocimientos adquiridos.
Existen importantes diferencias individuales en las atribuciones,
éstas diferencias tienen importantes implicaciones en cómo la gente funciona en
situaciones sociales y de aprendizaje.
En cuanto a la segunda pregunta, Weiner sugiere que sí. Para
explicarlo habla de las atribuciones de éxito y fracaso. Hay una gran
diferencia en cómo nos sentimos y qué hacemos si atribuimos el éxito al
esfuerzo o a la suerte. Si nos atribuimos el éxito de los resultados aumenta
nuestra auto-estima, pero esto no ocurre si lo atribuimos a causas externas,
como una tarea fácil o la buena suerte. Por otra parte, las atribuciones
internas para los resultados negativos y el fracaso, nos llevan a sentimientos
de culpa/reproche y a una disminución del auto-valor/valía.
De especial importancia, de acuerdo con Weiner, son las atribuciones a
lo largo de la dimensión de controlabilidad relacionadas con la responsabilidad
personal. Las atribuciones de controlabilidad para el fracaso personal están
relacionadas con emociones de culpa, vergüenza y humillación, mientras que las
atribuciones de incontrolabilidad para el fracaso personal no conducen a tal
auto-crítica.
De forma similar, las atribuciones de controlabilidad para los
fracasos de otras personas condicionan nuestra motivación social y nuestra
conducta. Cuando atribuimos el fracaso de otras personas a causas controlables,
sentimos ira hacia ellos. Por otra parte, sentimos simpatía hacia las personas
que han fracasado, y cuyo fracaso lo creemos como resultado de circunstancias
más allá de su control. Ej., Si alguien enferma y creemos que es por haber
corrido un riesgo inútil -comer demasiada grasa, fumar, beber, etc.-, podemos
sentir ira hacia ellos. Por el contrario si creemos que su enfermedad es
heredada, o resultado de otras circunstancias fuera del control de la persona,
sentimos simpatía hacia ellos y tratamos de ayudarles.
En resumen, nuestras atribuciones causales determinan, nuestros
sentimientos, nuestra conducta y nuestra motivación, para con nosotros mismos,
y para los demás.
5.5.- TEORIAS DE AUTOCRECIMIENTO/REALIZACIÓN
Las teorías propuestas por este modelo fueron muy populares en los
años 60, denominadas como Movimiento del Potencial Humano. Este movimientos se
considera como la 3ª fuerza en la psicología americana, enfrentándose a las
concepciones negativas, pesimistas y limitadas de las otras dos fuerzas, el
psicoanálisis y el conductismo. Este movimiento comparte la idea de que existe
una tendencia básica del organismo hacia el crecimiento y auto-actualización.
Los dos principales representantes del Movimiento del Potencial Humano
son Carl Rogers y Abraham Maslow. Rogers postulaba la auto-actualización como
el motivo fundamental de la vida. Maslow (1968) sgería una visión jerárquica de
la motivación humana. Aceptaba la importancia de las necesidades biológicas
(ej. hambre, el sueño, la sed) que suponen tensión y movimiento hacia la
reducción de la tensión. No obstante, Maslow también sugería que los motivos
humanos más altos en la jerarquía a menudo suponen un aumento en la tensión,
motivos que se expresan cuando la gente está siendo creativa y completan su
potencial.
5.5.1.- AUTORREALIZACIÓN Y LA JERARQUÍA DE MOTIVOS DE
MASLOW
Abraham Maslow (1962, 1970) estaba interesado en las cualidades de
quienes parecen obtener más en la vida, que funcionan de manera más plena, son
más saludables y están mejor ajustados. Como parte de su trabajo, estudió muy
de cerca la forma en que la gente se relaciona con el mundo, y en algún momento
llegó a examinar el concepto de motivación y la forma en que se organizan los
motivos.
Maslow llegó a suponer que las necesidades humanas (a las que llamó
instintoides o similares a los instintos) forman una jerarquía (Maslow, 1970),
que a menudo se representa gráficamente como una pirámide. Señalaba que las
necesidades varían en su inmediatez y su poder.
- Algunas necesidades son muy primitivas, básicas y exigentes, y por
ser tan fundamentales forman la base de la pirámide. Esas necesidades son
fisiológicas (tienen que ver con el aire, el agua, la comida y cosas por el
estilo) y son cosas imprescindibles para sobrevivir.
- Las cualidades del siguiente nivel de la jerarquía también son
necesarias para la supervivencia, pero resultan menos exigentes. Son
necesidades de protección y seguridad física (encontrar abrigo contra las
inclemencias del tiempo, protección de los depredadores, etc.). Maslow
consideraba que esta segunda clase de necesidades era menos básica que la
anterior porque las necesidades de seguridad requieren ser satisfechas con
menos frecuencia que las fisiológicas, y cuando son cubiertas, suelen
permanecer así por largos períodos de tiempo. Necesitamos oxígeno cada
determinado número de segundos, agua cada determinado número de horas, comer al
menos una o dos veces al día; pero una vez que hemos encontrado casa, tenemos
abrigo físico por un buen tiempo. Si llegamos a perder la casa y el
abastecimiento de oxígeno, seguramente trataremos de recuperar primero el aire
y sólo después nos preocupará la casa.
- En el siguiente nivel de la jerarquía, las necesidades comienzan a
presentar características más sociales. El nivel inmediatamente superior al de
las necesidades de seguridad es la categoría del amor y la pertenencia. En este
nivel se necesitan la compañía, el afecto y la aceptación de los demás. Los
intercambios con los demás satisfacen estas necesidades.
- En un nivel todavía más alto se encuentran las necesidades de
estima, que se basan en la evaluación (y la autoevaluación). Este nivel incluye
la necesidad de una sensación de dominio y poder y un sentimiento de aprecio de
los demás. Es diferente al anterior. La aceptación puede no ser evaluativa,
pero el aprecio sí lo es. Yo soy apreciado y estimado por alguna cualidad o
virtud que poseo. La necesidad de aprecio es, entonces, más elaborada que la de
aceptación.
- En la cima de la jerarquía se encuentra la autorrealización.
Significa la tendencia del individuo a convertirse en lo que puede llegar a
ser, a alcanzar el límite de sus capacidades. Para Maslow, la autorrealización
es el motivo humano más elevado.
La organización jerárquica de los motivos tiene varias implicaciones
que deben señalarse explícitamente. La pirámide es una analogía visual de la
suposición central de Maslow, la idea de que las necesidades que se localizan
en la base de la pirámide son más primitivas y exigentes que las que se
encuentran en los niveles superiores. Maslow sostenía que la intensidad de la
fuerza del motivo se debilita conforme se va ascendiendo en la pirámide.
Por otro lado, en la medida en que se progresa por la jerarquía, las
necesidades son también más distintivamente humanas y menos animales. Para
Maslow existe, entonces, un trueque entre las restricciones de la biología y la
unicidad del ser humano. Tenemos necesidades que nos hacen diferentes de otras
criaturas, y la autorrealización es la mayor y más importante. Pero no podemos
escapar de los motivos que compartimos con las otras criaturas: cuando no son
satisfechas esas necesidades, son más poderosas que las que nos hacen
especiales.
En general, la gente debe satisfacer primero las necesidades de los
niveles inferiores de la jerarquía antes de que pueda atender a las necesidades
superiores. Esto tiene dos implicaciones adicionales.
- La primera es que si al tratar de satisfacer una necesidad superior
comienza a desarrollarse una necesidad de un nivel inferior, la necesidad de
nivel inferior puede alejarlo de la necesidad de nivel superior. En efecto, la
atención se desvía y el individuo se ve obligado a hacer algo con la necesidad
más básica.
- La segunda implicación tiene que ver con el proceso por el que la
gente avanza por este conjunto de necesidades. Puede ser precisamente el
liberar a nuestra mente de las demandas de las necesidades de orden inferior lo
que permite la sintonía con la pequeña voz de la tendencia a la
autorrealización. Cuanto más se avance en la pirámide, más débil y sutil es el
motivo. La autorrealización, el motivo humano más elevado, es también el más
sutil y, en consecuencia, el más difícil de notar. Sólo puede atenderse cuando
las otras necesidades están satisfechas.
Las etapas de la jerarquía difieren de otra manera: Maslow decía que
los motivos que se encuentran en los niveles inferiores de la pirámide son
motivos basados en deficiencias, mientras que los que se localizan en los
niveles superiores son motivos basados en el crecimiento (1955). Es decir, las
necesidades inferiores surgen de la privación y su satisfacción significa la
posibilidad de escapar de una condición desagradable. En contraste, la
autorrealización es más como la llamada distante de su potencial aún no
realizado como persona. La satisfacción de esta necesidad no es cosa de evitar
un estado desagradable, sino de procurar el desarrollo
Características de los autorrealizadores frecuentes
El concepto de autorrealización es, en muchos sentidos, la más
atractiva e interesante de las ideas de los teóricos de la perspectiva
fenomenológica. Según Maslow, todos tienen el potencial para autorrealizarse y
en cada uno está presente el deseo de acercarse cada vez más al tipo de persona
que pueden ser. Como la autorrealización es una cualidad tan difusa, puede
aparecer prácticamente en cualquier tipo de comportamiento. No sólo pueden
autorrealizarse los pintores, músicos, escritores o actores, sino cualquiera
que se encuentre en el proceso de convertirse en una persona más congruente,
más integrada y más plena.
A pesar de creer que todos los seres humanos tienen ese potencial,
Maslow también reconocía que algunos se autorrealizan más a menudo que otros.
Para comprender mejor el proceso, Maslow buscó a quienes parecían exhibir las
propiedades de la autorrealización y, en parte por la dificultad para entender
ese concepto, dedicó un gran esfuerzo a describirlos. Esperaba ayudar a los
demás a reconocer en su propia vida las experiencias de autorrealización.
Maslow llegó a creer que los autorrealizadores frecuentes comparten varias
características (Maslow, 1968).
![]()
Características
de las personas autorrealizadas
Las personas
autorrealizadas...
son eficientes
y precisas al percibir la realidad
se aceptan
a sí mismas, aceptan a los demás y a la naturaleza
son espontáneas
en su pensamiento y emoción, naturales más que artificales
se centran
en los problemas, se preocupan por las cuestiones filosóficas eternas
son independientes
y autónomas cuando logran satisfacciones
tienen frescura
en su apreciación de los acontecimientos ordinarios
experimentan a menudo “sentimientos oceánicos”,
sentimientos de ser uno con la naturaleza que
trasciende al tiempo y al espacio
se identifican
con todo lo humano, son democráticos y respetuosos de los demás
forman vínculos
profundos, pero sólo con una pocas personas
aprecian, por su propio
valor, el proceso de hacer las cosas
poseen un sentido
del humor filosófico, considerado y no hostil
tienen una creatividad
e inventiva fresca y similar a la de los niños
mantienen un desapego
interno de la cultura en la que viven
son lo
suficientemente fuertes, independientes y tienen tanta confianza en sus
visiones internas,
que en
ocasiones pueden parecer temperamentales e incluso insensibles
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LA EXPERIENCIA CUMBRE
Al tratar de describir el proceso de autorrealización, Maslow también
prestó atención a los momentos en que era evidente su ocurrencia. Recordemos
que no todos los actos implican autorrealización, ni siquiera para quien lo
logra con frecuencia. Maslow utilizó el término experiencia cumbre para
referirse a los momentos de autorrealización intensa.
En las experiencias cumbre la gente tiene la sensación de estar
conectada con los elementos de su entorno. Los colores y sonidos le parecen más
brillantes y la percepción es más aguda. Mientras fluye la experiencia también
hay una pérdida de la noción del tiempo. Los sentimientos asociados con la
experiencia cumbre son a menudo de admiración, de maravilla e incluso de
éxtasis. La experiencia cumbre es algo que tiende a sacar a la persona de sí
misma, pues deja de pensar en ella para experimentar lo que está viviendo con
toda la intensidad posible.
Las experiencias cumbre pueden ocurrir de manera pasiva (por ejemplo,
al contemplar una obra de arte), pero por lo general ocurren cuando el
individuo está profundamente entregado a cierto tipo de acción. Quien
experimenta una experiencia cumbre generalmente está tan inmerso en alguna
actividad que ésta parece “convertirse” en él mismo. Czikszentmihaly ha llamado
fluir a esas experiencias cumbre. No es necesario que se trate de una
actividad de creación artística o algo similar, lo que importa no es qué se
esté haciendo, sino la forma en que tiene lugar. Si el individuo se encuentra
completamente inmerso en ella, si lo hace dar de sí como ser humano, puede ser
una experiencia cumbre.
5.5.2.- OTROS PLANTEAMIENTOS
La visión de ambos autores ha tenido poco impacto sobre la
investigación. El espíritu de su concepción probablemente está expresado hoy en
el trabajo de Deci y Ryan (1985, 1991) sobre motivación intrínseca y la teoría
de la auto-determinación. De acuerdo con ellos, los humanos tienen una
tendencia innata, natural a ocupar o comprometer sus intereses, ejercitar sus
capacidades, y a dominar o superar los cambios óptimamente. Este movimiento
hacia la auto-determinación se expresa en la motivación intrínseca, o el motivo
a comprometerse en tareas por el interés en la tarea en sí misma. El contraste
a la motivación intrínseca es la motivación extrínseca, en la cual la persona
se compromete en una tarea por las recompensas que seguirán al éxito cuando se
completa. El aprendizaje por el gusto o por causa del aprendizaje ilustra la
motivación intrínseca, mientras que el aprendizaje motivado por las recompensas
como premios o ganancias financieras ilustra la motivación extrínseca.
En sus primeras investigaciones Deci y Ryan demostraron que los
sujetos que se comprometen en una tarea sin recompensas muestran mayor interés
subsecuente en tales tareas que los sujetos que reciben una recompensa por su
esfuerzo. En contraste a la teoría del refuerzo, las recompensas no son
necesarias para el aprendizaje. Más allá de eso, la presencia de recompensas
podría interferir con la ejecución de la tarea.
Ellos extendieron su concepción a los efectos de las recompensas a
temas de control social y sentimientos de auto-determinación. Sugieren que
cuando las tareas son realizadas a causa de formas externas de control social
(ej. amenazas, evaluación, competición), hay una disminución de la motivación
intrínseca. Por otra parte, cuando se les da la oportunidad a los individuos de
incrementar su competencia y experiencia en la tarea, es probable que aumente
su motivación intrínseca.
A lo largo de una serie de investigaciones se ha encontrado que los
estudiantes expuestos a profesores que usaban estrategias de presión y control
rendían peor en comparación a los estudiantes expuestos a profesores que
enfatizaban el aprendizaje y usaban aproximaciones no controladoras.
Similarmente al trabajo de Dweck, el énfasis en las metas de aprendizaje
(motivación intrínseca) tenía un efecto beneficioso en comparación a un énfasis
en metas de ejecución (motivación extrínseca). Más generalmente, la
investigación sugiere que las estrategias controladoras impactan negativamente
la motivación intrínseca, la creatividad y la ejecución.
Relacionado con esta visión está el trabajo de Mihay Csikszentmihalyi
(1975) sobre experiencias óptimas y la experiencia de flujo o corriente. En
tales experiencias la persona se compromete en actividades por las cuales hay
pocas, si hay algunas, recompensas en el sentido convencional. La persona se
compromete en la actividad por el placer derivado de tal compromiso, como el
músico que toca el gusto de hacerlo o el científico fascinado con el proceso
del descubrimiento. La gente que se compromete en tales actividades,
generalmente, describe una experiencia de flujo en la que la atención se
focaliza completamente en la tarea y hay una pérdida de auto-consciencia. En
esos esfuerzos hay un placer en la implicación y un deseo de continuar, en
contraste con el aburrimiento y la ansiedad asociado con tareas que se realizan
bajo condiciones de presión y amenaza.
La concepción presentada en esta sección no sólo difiere de la visión
hedónica, sino que generalmente está en conflicto con ella. De acuerdo con esta
concepción, puede haber necesidades de los tejidos e impulsos, pero no son la
esencia de la motivación humana. En resumen, no sólo las recompensas externas y
los incentivos no son necesarios para la motivación, sino que incluso pueden
interferir con ella.
5.6.- CONCLUSIONES
COMENTARIOS DE LAS UNIDADES MOTIVACIONALES
En este tema se ha considerado el concepto de motivación y las
concepciones teóricas alternativas. Dentro de cada modelo se enfatiza la
importancia de las diferencias individuales en la organización y expresión de
los motivos.
Aunque se han presentado como propuestas alternativas, está claro que
a menudo se solapan. Es decir, el concepto de necesidad a veces se ha asociado
al concepto de reducción de tensión y otras veces al de incentivo o meta, y el
concepto de una meta a veces se ha asociado con un incentivo, concepción
hedónica, y otras veces con una concepción más puramente cognitiva. Mientras
que el modelo atribucional de Weiner enfatiza factores cognitivos pero incluye
un componente emocional que es importante en motivación, el modlo de Dweck
enfatiza los factores cognitivos y las metas pero sin un claro componente
emocional. Mientras que algunos, como Murray y McClelland enfatizan la
necesidad de usar medidas de fantasía de motivos y las limitaciones de
auto-informes, otros sugieren que los auto-informes son satisfactorios para la
investigación de los motivos.
Estas teorías son un grupo diverso, con solapamiento entre categorías,
y ninguna de ellas representa un análisis comprehensivo. Además, las teóricos
de la motivación se diferencian en cómo entienden la relación entre la
motivación y otras unidades de personalidad, como los rasgos y las cogniciones.
RELACIONES
ENTRE LAS UNIDADES DE PERSONALIDAD: RASGOS, COGNICIONES Y MOTIVOS
¿Cuál es la relación entre las unidades de personalidad? ¿Son formas
distintas de explicar lo mismo? ¿Son unidades separadas y distintas,
completamente independientes unas de otras?
- ¿Son formas distintas de explicar lo mismo?: NO
- ¿Algunas de las unidades son más importantes que otras?: En
principio no tenemos ninguna evidencia que nos haga pensar en ello.
- ¿Son unidades diferentes e independientes de la personalidad?: Si
son unidades diferentes, pero no son independientes unas de otras.
Objetivo: Podemos analizarlas de forma aislada, pero nunca debemos
olvidar que la tarea más importante es estudiar su relación y organización
dentro de un individuo, porque esto es lo que representa la personalidad.