DYNAMIS. Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. 2006, 26, 323-366.

Josep Lluis BARONA VILAR. Salud, tecnología y saber médico. Madrid, Editorial Centro de Estudios Ramón Areces S.A., 2004, 267 pp. ISBN: 84-8004-665-1.

El libro afronta, en palabras de su autor, «el reto de abordar una historia de la salud, la industria sanitaria y el saber médico a lo largo del siglo XX» (p. 12); es decir, explora la conformación del espacio y la cultura de la salud en la sociedad contemporánea, a través de la interrelación de sus dimensiones epidemiológicas, económicas, políticas institucionales, profesionales, científicas y éticas. Esta exploración tiene dos rasgos explícitos, el de plantearse sobre un plano internacional, aunque no global, como veremos luego, y el hacerlo desde una perspectiva histórico-social actualizada. Para ello se apoya en una amplia revisión bibliográfica de la producción reciente.
Su propósito sintetizador y su hálito mundial la hacen destacar como original en la pequeña comunidad histórico-médica española, hasta la fecha productora de estudios más puntuales y locales. Es un libro necesario, que cubre un espacio inédito y que actualiza, con un adecuado nivel de contextualización, los conocimientos al alcance de un público ilustrado, de profesionales y estudiantes sanitarios, así como de historiadores y científicos sociales preocupados por la moderna cultura de la salud.
El autor está perfectamente cualificado para llevarla a cabo. Catedrático de Historia de la Ciencia en la Universidad de Valencia, ha desarrollado una completa carrera académica en este campo disciplinar, con dedicación particular, pero no exclusiva, a la historia de la medicina, además de beneficiar a sus alumnos directos, nos proporciona libros con regularidad (por señalar uno reciente, Salud, enfermedad y muerte. La sociedad valenciana entre 1833 y 1939, Alicante, 2002-reseñado en Dynamis 23), mantiene un Seminario de Historia de la Ciencia del que nos llegan periódica y cumplidamente noticias sobre nuevos conferenciantes, así como un Seminari d’Estudis sobre la Ciència que mantiene una elevada actividad publicística, particular de la fructífera serie de Trobades interdisciplinares que convocan a historiadores y científicos sociales junto a archiveros y bibliotecarios con responsabilidad en el territorio valenciano, así como mantiene una presencia en el panorama internacional acorde con los tiempos, participando en redes y reuniones científicas. En el libro se advierte su participación actual en un proyecto de investigación sobre las conexiones internacionales de la sanidad española del siglo veinte. Para los no advertidos, el libro se inicia con una explicación sobre su génesis, que hace ver las mimbres académicas (cursos, ponencias, conferencias) sobre las que se alzan finalmente estas páginas que comento.
Es sabido que la historiografía de la medicina y la salud es una cantera fecunda en los últimos decenios, y en ella el mundo contemporáneo ocupa un lugar preponderante en términos cuantitativos. El autor ha leído mucho y bien, y proporciona consejos bibliográficos de indudable valor para extender la lectura de los más curiosos o más interesados, más allá de sus propias contribuciones, en absoluto marginales. Claro que, ante el tamaño de la producción bibliográfica relevante acumulada en las dos últimas décadas, llegar a manejarla toda es, sin duda, un empeño inalcanzable. El autor parece haber renunciado de entrada a manejar la producción periodística y concentrarse en monografías y tratados. Es una opción perfecta cuando se completa con un alto grado de sistematismo temático o/y geográfico, lo que no es el caso del todo, puesto que no realiza una revisión completa de la producción española (se echan en falta monografías relevantes, como, por ejemplo, las de Rosa M.ª Medina sobre el cáncer y la radioterapia, Ramón Castejón sobre lucha antivenérea o Rafael Huertas sobre asistencia psiquiátrica) ni tampoco de la reciente sobre vinculación entre tecnología y biomedicina (Chadarevian y Kamminga, eds., The molecularisation of biology and medicine, Amsterdam, 1998; Löwy y Gaudillière, eds., Heredity and infection. A history of disease transmission, London, 2001; Gaudillière, Inventer la biomedicine: La France, l’Amérique et la production des savoirs du vivant après 1945, Paris, 2002), autores conocidos por Barona y de quienes se citan y emplean algunos otros títulos. Tampoco se hacen uso de los congresos de la European Association for the History of Medicine and Health (publicada en una serie de 4 ejemplares en Sheffield, entre 1995 y 2002), bastantes ricos en aportaciones sobre los motivos centrales del libro que comento.
Pero la más grave carencia es la que deriva de la visión dominante euro o norteamericanocéntrica del texto, una llamativa inconsistencia en el propósito del autor, que ignora prácticamente la dimensión colonial y postcolonial de ese mundo industrializado, así como los desarrollos específicos de sociedades e instituciones no vinculadas con el rico «Norte» en la actual terminología de la desigualdad. Y el caso es que esta realidad no le es ajena ni desconocida al autor, como muestran diversos pasajes y reflexiones, en particular en el magnífico epílogo; sin embargo, no ha conseguido integrarla en su plan.
La estructura del texto, dividido en cinco capítulos (grandes etapas del siglo XX, salud y sociedad, innovación tecnológica e industrias de la salud, evolución del saber médico y salud, tecnología y ética pública, respectivamente) cada uno con diversos apartados, una introducción (salud, industria y saber médico: un triángulo para la reflexión) y un epílogo (grandes retos sanitarios del siglo XXI), es clara y expresiva por sí misma. La situación del índice de contenidos al principio del libro facilita su manejo, si bien la ausencia de un auténtico índice de nombre y materias —como es costumbre perversa, por demás, en la mayoría de nuestros ensayos académicos— nos priva de un auténtico medio de consulta. La narración es desigual, falta de uniformidad, yo diría que de tono, posiblemente porque, a tenor de lo que el autor explica sobre la génesis de la obra, proceda de la fusión de materiales redactados en momentos y con objetivos distintos. Hay piezas incisivas y elegantes como el epílogo; apartados muy sistemáticos y completos, junto a otros que resultan superficiales (el de las tecnologías reproductivas, o el de «crítica y debate sobre el concepto clásico de salud»). La variada presencia de errores tipográficos desluce el contenido, así como los evidentes despistes no corregidos (está claro que la editorial no tiene corrector de pruebas). Las erratas comienzan por la propia cubierta y portada, donde sucesivamente se escribe mal el nombre del autor, Joseph en la primera y José Lluís en la segunda; enzyma, se dice reiteradamente en la p. 194, donde también se escribe XIX cuando debe decir XX, como heterozygótico en la p. 223; se dice erróneamente «esquistosomiasis» donde debiera decir anquilostomiasis (p. 35); Dawson (p. 46) se convierte en Dowson (dos páginas después); en la p. 111 se escribe «después de la primera guerra mundial y durante las primeras décadas del siglo XX»; el apelativo Gran Guerra lo reserva la historiografía para la I GM, aunque aparece en el texto referido a la IIGM (p. 207); se habla de «fracturas de la médula espinal» (p. 218) y de «fibras» de ADN (p. 204 y ss.), etc.
Estos detalles no deben hacernos perder de vista lo principal. Es un libro importante, de obligada recomendación docente, sobre un problema de absoluta vigencia, que condensa una abundante documentación internacional, probablemente por primera vez en lengua española con sentido histórico en muchos de sus apartados (revolución tecnológica hospitalaria, industria farmacéutica, biotecnología y genoma). Debe servir de estímulo para la confección de nuevas obras de síntesis, una faceta de la producción histórico-médica en la que, como mostraba mi revisión sobre la historia social de la medicina en España (Social History of Medicine, 2000, 13, 495-513) somos deficitarios.

ESTEBAN RODRÍGUEZ OCAÑA
Universidad de Granada