DYNAMIS. Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. 2002, 22, 551-609.

Mercedes PASCUAL ARTIAGA. Alacant i la febre groga de l´any 1804, Simat de Valldigna, La Xara, 2001, 181 pp. ISBN: 84-95213-05-2

La larga tradición de estudios sobre historia social de la enfermedad en España desde la paulatina institucionalización de la historia de la medicina en el país, tuvo un importante empuje inicial en torno a las décadas de los sesenta y setenta (Peset, López Piñero, García Ballester, Riera, Carreras, Carrillo, entre otros) y desde entonces, el número de trabajos no ha dejado de crecer, siendo uno de los temas más tratados por los historiadores de la medicina españoles (una reciente revisión actualizada es la que realiza Rodríguez Ocaña, Social History of Medicine in Spain. Points of departure and directions for research, Social History of Medicine, 2000, 13, 500-503). Una de las personas que ha jugado un papel decisivo en el establecimiento de relaciones estrechas entre la demografía histórica, la epidemiología y la historia de la medicina en España ha sido Josep Bernabeu Mestre, cuya monografía sobre enfermedad y población es de referencia obligada para situarnos en los problemas y métodos de la epidemiología histórica. Mercedes Pascual lleva trabajando, bajo la dirección de Bernabeu, estos últimos años, lo que ayuda a entender el enfoque y la estructura del libro, muy bien organizado en torno a tres elementos fundamentales: el discurso científico-médico, el discurso político y las actitudes de la población, en un modelo de análisis que tiene como objeto la epidemia de fiebre amarilla en el Alicante de 1804. Por lo que conocemos de los diferentes trabajos que entre nosotros se han hecho sobre la enfermedad, se pueden establecer similitudes con la crisis epidémica padecida por la ciudad de Málaga de 1800 —en gran medida por compartir ambas la condición de ciudades marítimas— pero, además, por la participación en las dos, si bien en Alicante de forma indirecta, de Juan Manuel de Aréjula al que la Junta Suprema de Sanidad pidió ejemplares de su método de desinfección mediante sustancias químicas utilizado en la ciudad malagueña para su aplicación en Alicante. La autora documenta éste aspecto adecuadamente y recoge lo sustancial de los excelentes trabajos de J. L.Carrillo sobre la epidemia de la ciudad andaluza y sobre el propio Aréjula.

La reconstrucción histórica está fundamentada muy prioritariamente en fuentes de archivo lo que permite a M. Pascual —cruzando dichos datos archivísticos inéditos con la bibliografía sobre el Alicante de principios del Ochocientos— ofrecer, no sólo el estudio completo de la citada epidemia (J.M. Palazón en 1977 había hecho una primera aproximación al tema), sino plantear una serie de claves explicativas para entender la presencia y difusión de la enfermedad, más allá de la profusión de datos y resultados. De este modo, el amplio capítulo inicial, donde se traza un panorama muy preciso de la. ciudad, sus condiciones y recursos económicos y sanitarios, sus bolsas de pobreza, sus habitantes y los problemas de la vida diaria en una ciudad portuaria prototípica, es esclarecedor para entender la vulnerabilidad que la situación de crisis dejaba al descubierto. El hambre y la desnutrición crónica de amplias capas de la población alicantina —por la desigual distribución de recursos y el acaparamiento del poder económico en pocas manos—, las sequías, las guerras y las dificultades en el tráfico marítimo por la actividad de los corsarios ingleses con base en Córcega, fueron un caldo de cultivo óptimo para el desencadenamiento de la enfermedad.

Una vez más, en la obra reseñada, se añade evidencia a la imbricación de factores sociopolíticos y económicos en las estrategias y acciones sanitarias en tiempo de epidemia. De este modo, por ejemplo, el retraso en la declaración oficial de la enfermedad, hay que relacionarlo directamente con la grave situación que tal declaración podía tener en una ciudad cuyo principal motor económico era el comercio marítimo, vía de transporte por la que también se suministraba a la población muchos de los productos de primera necesidad. Junto a ello, se desvió la responsabilidad de la extensión de la epidemia, desde las autoridades políticas y sanitarias a uno de los grupos sociales considerados marginales y peligrosos para la sociedad: los contrabandistas. Este grupo fue acusado y perseguido por haber introducido alimentos y enseres varios procedentes de barcos infectados por la fiebre amarilla, se obviaron así otros casos clínicos iniciales que claramente no podían tener dicha procedencia.

Uno de los aspectos mejor conseguidos de la monografía es el relativo a las actitudes de la población frente a las estrategias de los poderes públicos para combatir la epidemia y, además, el haber identificado hasta cuatro grupos sociales diferenciados por su estatus e intereses y con reacciones también diferentes. Uno de ellos fue el de los comerciantes importantes y los hacendados, la mayoría de los cuales huyeron de la ciudad y sólo sufrieron pérdidas económicas. En el otro extremo del arco, las clases populares y los pobres de solemnidad, fueron las auténticas víctimas de la epidemia y sus consecuencias. Sobre estos últimos se dieron la mayor parte de los casos de fiebre amarilla y sufrieron las consecuencias dramáticas de una ciudad en estado de crisis, con cuarentenas y cordones sanitarios y represión, a veces muy dura, de los no pocos disturbios causados por el hambre. Como sucede en este tipo de trabajos bien elaborados, la reconstrucción de estas situaciones límite hacen de la investigación una obra viva, en la que los enfermos pierden, de algún modo, su anonimato aunque no conozcamos sus nombres.

El estudio pertenece al campo de los trabajos históricos microanalíticos que, sin duda, han sido y continúan siendo claves para el desarrollo de esta faceta de los estudios histórico-médicos que permitirán, en el futuro, plantearse preguntas y cuestiones nuevas y abordar, en estrecha y necesaria colaboración con demógrafos, historiadores económicos e historiadores sociales, proyectos de envergadura para el conjunto del espacio geográfico del estado español, con sus similitudes y diferencias, al menos en lo tocante a la historia de las enfermedades.

ROSA BALLESTER AÑÓN
Universidad Miguel Hernández