DYNAMIS. Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. 2002, 22, 551-609.

Catherine ROLLET. Les enfants au XIXe siècle, Paris, Hachette Littératures, 2001. ISBN: 2.01.235434.3, 265 pp., [18.29 •].

Precedida por una maravillosa cubierta en la que aparece, retratado en una pintura de Louis-Leopold Boilly que se conserva en el Museo del Louvre, Gabriel Arnaud cuando era niño, la última monografía de Catherine Rollet presenta una serie de singularidades que vamos a comentar. La pintura citada —un niño de unos dos años con un gato en el regazo y vestido con un tocado que nos habla de su procedencia burguesa— se atiene fielmente a los rasgos infantiles y en él destaca, sobre todo, su mirada: una mirada inteligente y despierta, muy bella, aunque sin excluir un cierto grado de seriedad y tristeza. En suma, un excelente modo de presentar el rostro jánico de la infancia en el Ochocientos del que la autora se ocupa en las páginas del libro.

Lo que alguien ha denominado el «vendaval Ariès» (Phillipe Ariès, L´enfant et la vie familliale dans l´Ancien Régime. Paris, Ed. Seuil, 1960) introdujo una auténtica revolución en la historia de la infancia con la formulación de su provocadora tesis sobre la inexistencia de una clara delimitación del propio concepto de infancia antes del periodo ilustrado, que coincidiría con la escasa preocupación social, negligencia y actitud fatalista ante la vida infantil de periodos anteriores. En definitiva el «descubrimiento del niño» sería uno de los rasgos que definirían, desde la historia de las mentalidades, al mundo occidental desde finales del periodo moderno. Aunque las tesis de Ariès continúan teniendo un buen número de seguidores y de que nadie discute su papel pionero en esta área de estudio de la historia social, lo cierto es que en los últimos años se han levantado no pocas voces críticas (S. Shahar, Childhood in the Middle Ages. London, Routledge, 1990) que matizan los puntos de vista del autor francés basándose, sobre todo, en un análisis detallado de multitud de fuentes, desde las literarias a las médicas pasando por la arqueología funeraria, en las que se muestran numerosos testimonios en los que las visiones positivas y las propuestas de acciones a favor de la infancia no son infrecuentes. Por ejemplo, entre nosotros, Cristóbal Pérez de Herrera, se refiere al niño como «un ser humano que es el más indefenso de los indefensos y el más pobre de los pobres» (C. Pérez de Herrera, Defensa de las criaturas de corta edad... Valladolid, 1604) y ésta afirmación le lleva a proponer actuaciones concretas para luchar contra la mortalidad infantil.

En estos momentos la historia de la infancia no sólo está generando un buen número de estudios tras un periodo de relativo estancamiento, sino que también está replanteándose muchos de los esquemas heredados y abriéndose a nuevos horizontes. El contexto francés que cuenta con una importante tradición, es justamente uno de los que está liderando éste campo con acercamientos tan interesantes como los de Jacques Gélis, uno de los autores que con más acierto ha sabido establecer el maridaje entre historia y antropología sociocultural en temas de infancia. En otros espacios geográficos, como el británico, Roger Cooter o Carolyn Steedman son asimismo de especial relevancia. La reciente celebración de la V Conferencia internacional de la European Association for the History of Medicine and Health, monográficamente consagrada al análisis de la salud infantil en la historia, es un claro reflejo de este renovado interés.

Catherine Rollet ocupa un espacio propio y privilegiado en el mundo de los especialistas en historia de la infancia. Profesora de Demografía en la Universidad de Saint-Quentin-en-Yvelines, sus enfoques historiográficos se ven enriquecidos por esta circunstancia pero siempre con un componente analítico muy marcado. Les enfants au XIXe siècle, es una obra de madurez, escrita sobre la base de un importante bagaje anterior sobre temas como las políticas hacia la infancia en la Tercera República o el excelente estudio, hecho en colaboración con otra de las autoras indispensables en estos temas, Marie France Morel, sobre tradición y modernidad en el cuidado infantil.

En el contexto francés posterior a la Revolución Francesa y los sucesivos regímenes políticos, desde el Segundo Imperio a la Tercera República, con contrastes marcados entre la ruralización y la industrialización y en plena transición demográfica, Rollet delinea —de forma muy precisa a través de los siete capítulos de la obra— una serie de facetas enlazadas unas con otras, que ofrecen en conjunto una visión muy completa de estas edades de la vida en el periodo y espacio estudiados. El lugar que ocupa el niño en la familia y en la sociedad es mostrado en sus vertientes mas novedosas: por ejemplo, la interesante transformación del niño burgués en «cliente» de los médicos o de los fabricantes de juguetes y, en el otro extremo del arco social, el niño como mano de obra barata y sumisa. La importancia creciente de la escuela como el lugar «natural» donde deben estar los niños entre los seis y los trece años o la corriente que comienza a surgir en el mundo de los juristas sobre la idea de que los niños son poseedores de derechos y que la sociedad tiene el deber de protegerlos. El capítulo sexto, uno de los más logrados, está consagrado a la medicina de los niños, pero en todos los demás —especialmente en el primero sobre la cultura en torno al nacimiento y el segundo sobre las situaciones de orfandad y abandono— entran también claramente dentro de los intereses concretos de la historiografía médica. La incorporación de un epígrafe de conclusiones en cada uno de los capítulos, amén de la recapitulación final y la esclarecedora introducción, son un valor añadido a una obra de lectura obligada para los interesados en estos temas y un modelo interesante de estudio para campos afines.

ROSA BALLESTER AÑÓN
Universidad Miguel Hernández