DYNAMIS. Acta Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. 2002, 22, 551-609.

Patrice BOURDELAIS (Dir.). Les Hygiénistes: Enjeux, modèles et pratiques (XVIII e- XX e siècles), París, Belin, 2001, 540 pp. ISBN: 2-7011-2955-9.

La obra que aquí se presenta es el resultado de las aportaciones realizadas en el Coloquio que, bajo el título «Hygiénistes et hygiénisme: histoire et actualité (XVIII e- XX e siècles)», se celebró los días 18 y 19 de noviembre de 1999 en el Museo Claude Bernard de Saint-Julien-en-Beaujolais. Por iniciativa de Patrice Bourdelais, en el citado Coloquio, organizado conjuntamente por la Fundación Marcel Mérieux y el Programa de investigaciones interdisciplinares (PRI) «Medicina, salud y ciencias sociales» de la Escuela des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) de París, se reunieron una veintena de especialistas en historia de la salud pública, procedentes de diversos campos del saber y de distintos puntos de Europa, América, China y Egipto. La forma definitiva de los textos incluidos en este volumen se benefició tanto del enriquecedor intercambio de ideas registrado durante la celebración de estas jornadas científicas como de la cuidadosa reflexión llevada a cabo posteriormente por cada uno de los autores.

Patrice Bourdelais, director de estudios de la EHESS de París y responsable del PRI «Medicina, salud y ciencias sociales» de la citada escuela, ha sabido servirse de su experiencia en el ámbito de la historia de la enfermedad y de la historia de la salud pública como autor y coordinador de otras obras (1), y como director de diferentes seminarios, para poner en nuestras manos al inicio de este recién estrenado milenio una interesante y oportuna publicación. Para su realización ha contado con una cuidadosa selección de investigadores de calidad que, mediante la yuxtaposición de acercamientos sintéticos y los «estudios de caso», nos ofrecen una visión de lo acaecido en el terreno de la higiene en diversos lugares de Europa, América, China y Egipto desde el siglo XVIII hasta la actualidad, mostrando las peculiaridades y similitudes de cada uno de los entornos abordados.

Tras la presentación de la obra por su director, Patrice Bourdelais, con un capítulo titulado «Les logiques du développement de l’Hygiène Publique» y consagrado a la exposición del marco teórico e historiográfico general que sirve para vertebrar el variado contenido de cada una de las aportaciones, la publicación queda estructurada en cuatro partes. La primera, dedicada al estudio de las relaciones entre el neohipocratismo y la constitución del higienismo moderno, incluye las aportaciones de Georges Vigarello, Christian Hick y Daniel Teysseire. El primero de ellos, desde un enfoque histórico-cultural, pone de relieve cómo la aparición de una higiene nueva fue resultado de la profunda conmoción cultural registrada en el siglo XVIII, que entrañó una gran transformación de la imagen de la Medicina y se tradujo en un importante cambio de las representaciones del cuerpo, y, en consonancia con ello, del modo de prever, prevenir y limitar las enfermedades. El segundo, adoptando la perspectiva de la historia de las ideas, centra su trabajo en el análisis de la estructura interna del sistema de J.P. Frank y en la evaluación de su recepción e influencia en Francia a lo largo del siglo XIX, mostrando igualmente cómo dicho sistema sería olvidado en Alemania hacia 1880 para ser redescubierto posteriormente con el III Reich. Por su parte, el tercero, sirviéndose de la obra del médico de tradición neohipocrática, Louis Lépecq de La Cloture, señala las diferencias principales entre el protohigienismo del citado autor ilustrado y el higienismo del siglo XIX, sobre todo de su segunda mitad.

En la segunda parte, los higienistas y el poder político son el tema de reflexión. Marc Renneville, tomando como punto de referencia la actividad de la sección de Higiene y de Medicina Pública de la AFAS (Asociación francesa para el avance de las Ciencias), analiza las relaciones entre higienistas, ediles locales y la alta Administración del Estado, tema éste poco estudiado dentro del vasto campo de las relaciones entre higiene y poder político. En un interesante trabajo, el autor relaciona la creación de la citada sección con la necesidad sentida por un grupo de médicos de disponer de una institución apropiada para llamar la atención de los poderes públicos sobre el valor de la higiene y poder conseguir una legislación higiénica, y nos apunta también el papel que la asociación habría representado en Francia como un instrumento adicional para la promoción de una política de salud pública. A su vez, Yankel Fijalkow, nos plantea una atractiva reflexión sobre las relaciones entre la estadística y las voluntades políticas, sirviéndose para ello de las contribuciones realizadas por Jacques Bertillon y Paul Juillerat en el París de finales del siglo XIX. Mediante el análisis de las posiciones, orientaciones y trabajo de cada uno de ellos, se nos revela cuál fue el papel representado por la estadística en el higienismo municipal. Así, con Bertillon, conforme al modelo burocrático de estadística y como sabio al servicio del político, los resultados estadísticos eran entregados a los ediles para que estos los emplearan en sus debates y en el gobierno municipal, persiguiendo Bertillon restablecer la equidad espacial con las operaciones de urbanismo. Mientras que con Juillerat, el estadístico se convierte en figura clave para conciliar las perspectivas del médico y del ingeniero con las exigencias del consejo municipal, erigiéndose la estadística sanitaria en la herramienta apropiada para dirigir y orientar la intervención municipal sobre los territorios insanos mediante las operaciones de urbanismo. Resulta muy atractiva también la aportación de Elsbeth Kalff por la utilización que efectúa de unas fuentes, normalmente poco explotadas y no siempre accesibles, como son las denuncias de insalubridad de las viviendas. El estudio de las denuncias efectuadas en París a lo largo de un siglo (1850-1955) pone de relieve los cambios registrados durante dicho período, tanto en el tono como en el contenido de dichos documentos. Así, del tono suplicante de favor presente a mediados del XIX se pasó a la solicitud de un derecho entre 1870 y 1880. Por otro lado, de ser una actividad propia de la clase media y media-alta, tras la Primera Guerra Mundial, las capas populares de la población figurarán por primera vez como firmantes (individuos solos o en el marco de asociaciones de inquilinos) de algunas de estas denuncias, generalizándose esta práctica en los años centrales del siglo XX. A lo largo del período analizado se advierte también cómo los denunciantes se servirán primero de las ideas higiénicas ambientalistas para, posteriormente, sin abandonar estas, incorporar las procedentes de la teoría microbiana. Por su parte, Pascal Mory explora las relaciones entre arquitectura e higienismo en el París de principios. del siglo XX, dando cuenta de la posición ocupada por el arquitecto entre el saber médico y el poder político, y mostrando cómo las teorías higiénicas ofrecieron a los arquitectos, estructuralmente inclinados a la innovación, la posibilidad de renovar sus posiciones estéticas y poder participar así en la transformación del hábitat. Paul Laxton y Gerry Kearns, a través de las obras del médico higienista W. H. Duncan, ilustran el proceso de reforma sanitaria acometido en Liverpool entre las décadas de 1840 y 1850, poniendo de relieve cómo, aunque éste se había tratado de acometer antes, los conflictos registrados entre los poderes políticos locales y los londinenses lo impidieron y sólo se llevó a cabo tras la situación caótica generada por la hambruna irlandesa de 1846. Finalmente, Claudia Agostoni analiza los vínculos existentes entre los higienistas mejicanos y la élite política y económica durante el régimen de Porfirio Díaz (1876-1910), precisamente cuando los higienistas mejicanos consiguieron una posición de poder y adquirieron la responsabilidad de designar y supervisar muchos programas y políticas urbanos que tenían como finalidad transformar la capital en una ciudad verdaderamente higiénica y moderna, constituyéndose de esta forma los higienistas y las obras higiénicas en un instrumento más de apoyo y soporte del Porfiriato.

En la tercera parte del libro se aborda el higienismo como movimiento internacional. En un primer e interesante trabajo, Anne Ramussen, al objeto de indagar sobre la similitud de los dispositivos nacionales de higiene pública desplegados en los diferentes países europeos a lo largo del siglo XIX, estudia los Congresos internacionales de Higiene (1852-1912) y reconoce su condición de lugares privilegiados para la construcción de una causa, la de la higiene universal, dirigida hacia los principales protagonistas de esta causa: los medios político-administrativos y la opinión pública. A continuación, Serenella Nonnis Vigilante examina el corpus de los textos de los Congresos internacionales de Higiene de Bruselas, París y Turín (1876-1880) con el fin de establecer las fases del movimiento higienista antes de su reconocimiento académico y parlamentario, centrando el análisis no en los temas específicos de cada congreso sino en la retórica (a menudo ampulosa) que caracterizó las sesiones oficiales de estas manifestaciones. Con ello se ponen de relieve las relaciones entre ideología sanitaria y política, observándose igualmente la utilidad de estos Congresos para ir creando un estado de opinión higiénico favorable a la modificación de la política sanitaria de cada uno de los países participantes, para solicitar la elaboración de leyes de higiene y para que los actores del higienismo reivindicaran su participación en la vida política de sus respectivos países (como parlamentarios o miembros de los Consejos locales de Higiene). De ahí que la política cobrara cada vez mayor importancia en los Congresos analizados, galerías de buenas intenciones, que no proporcionaron soluciones revolucionarias ni verdaderas a los problemas allí presentados, pero que sirvieron como un excelente instrumento de unión entre los médicos y la clase política. A su vez, Etelvina Maria de Castro Trindade da cuenta de la apropiación realizada por Brasil en el tránsito del siglo XIX al XX, tanto de los modelos urbanos europeos como de las acciones sanitarias e higienistas europeas, al objeto de modernizar el país y reforzar su identidad nacional tras la independencia. Por su parte, Esteban Rodríguez Ocaña, tratando de contribuir a cubrir las lagunas existentes en la historiografía de la salud pública española contemporánea relativas a los vínculos entre el pensamiento higienista y las reformas urbanas acometidas, realiza, en un atractivo e interesante trabajo, un análisis de dicho problema, utilizando como fuentes las obras de los principales higienistas españoles y las publicaciones periódicas consagradas a la difusión de las teorías higiénicas. El autor, que integra también en su trabajo las aportaciones más recientes de la investigación en historia social urbana, advierte que las hipótesis generales que propone será preciso confrontarlas en un futuro mediante la realización de estudios locales. Partiendo del rol ambivalente desempeñado por el higienismo, consistente en un primer momento en la animación y legitimación de los nuevos planes de construcción por razones de salubridad, para posteriormente reconsiderar sus objetivos y aceptar las limitaciones de naturaleza económica, Rodríguez Ocaña explora los vínculos y relaciones existentes entre la Higiene y las intervenciones urbanísticas en España desde mediados del siglo XIX hasta el primer tercio del XX. Como se muestra en el texto, los primeros planes de reforma de Madrid y Barcelona recogerían las propuestas higienistas de mediados del XIX, pero la lógica de los negocios se impuso en las transformaciones urbanísticas posteriores (1864-1875), fracasando el higienismo utópico. Tras el sexenio revolucionario, el discurso higienista adquirió un tono moralizador, la medicina cedió la vanguardia de la lucha por la mejora urbana a ingenieros, arquitectos... y las propuestas de construcción de barrios obreros se transformaron en proyectos destinados a las clases medias. A finales del siglo XIX los higienistas reclamarán nuevamente la intervención de los poderes públicos para acometer planes higiénicos de reforma urbana, desencadenándose una ola de grandes intervenciones urbanísticas en el primer tercio del XX. Pese a las mejoras introducidas, la situación no se resolverá totalmente hasta los años 1950. Esta larga duración de las intervenciones se explica por la amplitud de los proyectos, su consideración (siquiera mínima) de los objetivos sanitarios y las resistencias opuestas. Por último, Matthew Ramsey, partiendo de la situación actual que, en su opinión, reenvía a la perpetuación y ubicuidad de las resistencias a las medidas de higiene pública fundadas en la obligatoriedad, considera necesario el estudio de la historia del antihigienismo para completar el conocimiento de la historia de. los programas de higiene y de la difusión del higienismo. Ese es, precisamente, el objetivo de su trabajo, tratando de trazar sus grandes líneas, concretamente se ocupa de poner de relieve el alcance y la difusión de la oposición organizada desde su inicio en el siglo XIX, y concluye subrayando el importante rol representado por los conflictos de clases y etnias o las creencias religiosas (más que por las ideologías), así como el rol del proceso político democrático.

Finalmente, en la cuarta y última parte, consagrada a mostrar el lugar del higienismo en las transiciones epidemiológicas, Angela Ki Che Leung aborda la higiene y la salud pública en la China pre-moderna. Tras dar cuenta de los fundamentos de la higiene tradicional china, analiza la evolución de las políticas de salud pública entre los siglos XI y XIX, y trata de evaluar cuál fue el papel que la higiene tradicional desempeñó en el descenso de mortalidad registrado desde el siglo XV y en la explosión demográfica del XVIII. A pesar de la dificultad que entraña esa valoración, la autora admite cierta eficacia de la higiene personal tradicional, asociada a medidas de salud pública, para evitar un estancamiento demográfico de larga duración en la China premoderna y una elevación importante y duradera de la mortalidad durante las epidemias. No obstante, como se indica en el texto, cuando los occidentales llegaron a China en el siglo XIX les impresionó la deplorable situación higiénico-sanitaria. De hecho, para corregirla y por razones políticas, los responsables gubernamentales del final del Imperio decidieron introducir los principios de la higiene pública occidental e iniciar una verdadera campaña sanitaria, inspirada en los modelos japoneses. A continuación, Luca Gabbiani, tras llamar la atención sobre la escasez de estudios en torno a la historia de la salud pública en el Imperio chino y la falta de trabajos sobre el caso concreto de Pekín, se ocupa del desarrollo de la salud pública en Pekín entre 1901 y 1911, poniendo de relieve cómo, tras la rebelión de los Boxeurs, se inició un proceso de reforma que transformó poderosamente el aparato del Estado y que implicó, entre otras cosas, que la salud pública se convirtiera en una esfera de intervención de la Administración estatal y se tratara de llevar a cabo una reforma sanitaria de corte occidental con clara influencia japonesa, que se encontró con la dificultad de no poder contar con personal cualificado en ciertos terrenos técnicos y, sobre todo, con los problemas financieros del período, y que mostró sus limitaciones con la epidemia de peste pulmonar de Manchuria (1910-1911). A pesar de ello, la reforma sanitaria acometida lograría una mejora de Pekín desde principios del siglo XX, y un descenso significativo de la mortalidad de dicha ciudad durante los dos primeros decenios de dicha centuria. Por su parte, Sylvia Chiffoleau, nos muestra cómo el nacimiento del estado moderno egipcio se acompañó de una preocupación por la salud pública a principios del siglo XIX y de un intento de introducir la higiene y la medicina europeas. No obstante, pese a la precocidad de la iniciativa egipcia, la fragilidad del poder y el paréntesis colonial imposibilitaron una penetración profunda en la sociedad de los principios de la higiene occidental. Fue más tarde, al término de la Primera Guerra Mundial, cuando se revalorizó la higiene pública occidental y se constituyó en un elemento clave del movimiento nacional, tratándose de llevar a cabo una reforma sanitaria, como parte fundamental de la reforma social a acometer. A pesar de que en esa movilización higienista participaron la clase médica y todo el abanico político del Egipto liberal, y de que se consiguiera algún efecto demográfico positivo (descenso de las tasas de mortalidad general e infantil urbana, y de la mortalidad por enfermedades infecciosas en el medio rural...), el sueño de erradicación y universalidad acariciado por los reformadores sociales se agotó frente a la magnitud de la tarea a acometer y la empresa higienista se presentó como una utopía. Creemos que los interesantes trabajos de Gabbiani y Chiffoleau habrían mejorado si se hubiera realizado una mayor sistematización y una mejor ordenación del contenido expositivo, especialmente de lo relativo a la evaluación del lugar que el higienismo ocupó en las transiciones epidemiológicas. Por su parte, Jan Sundin, en su atractiva aportación, trata de arrojar luz sobre una de las clásicas cuestiones de la historia de la salud pública: el dilema entre favorecer iniciativas tendentes a modificar el comportamiento individual u optar por intervenir en los sistemas estructurales y medioambientales. Sirviéndose
de la experiencia sueca, muestra cómo fueron efectivas las campañas decimonónicas a favor de la lactancia materna y de la vacunación obligatoria contra la viruela, que entrañarían un descenso de la mortalidad infantil e infanto-juvenil a un ritmo constante desde principios del siglo XIX; mientras que la introducción de cambios en el entorno medioambiental resultó una tarea más dura. Tras revisar también lo acaecido en el siglo XX, el autor concluye que, aunque modificados por los contextos epidemiológico, social, político y científico, el tipo de actuaciones de los higienistas del siglo XIX fue, en esencia, igual que el de hoy: campañas para cambiar hábitos y estilos de vida, vacunaciones y otras normas más o menos obligatorias y actuaciones sobre el entorno medioambiental. De los tres tipos, el último ha sido el más difícil de aplicar eficazmente sobre todo cuanto más difícil ha resultado poder demostrar la magnitud del peligro y los beneficios directos de ese tipo de medidas sobre las personas que tenían que contribuir a su financiación. Por último, Didier Fassin, desde una perspectiva genealógica de inspiración foucaultiana, toma como excusa el análisis de la lucha contra el saturnismo infantil en Francia para reflexionar en torno a las condiciones que han contribuido al renacimiento del higienismo a finales del siglo XX. En su opinión, el neohigienismo, tal y como se observa actualmente en el espacio local de las ciudades francesas, sería el resultado de la conjunción de una tecnología centrada en el riesgo sanitario y una conciencia de la acentuación de las desigualdades sociales, señalando también el autor que en el caso del saturnismo infantil (epidemia silenciosa, poco visible, relacionada con el entorno ambiental) se halla presente la doble componente, técnica y moral, que ha caracterizado la historia del higienismo.

Con respecto a la bibliografía creo que es un acierto la concepción de un único apartado en el que se recojan todas las fuentes y obras citadas por cada uno de los autores. De esta manera el lector puede obtener rápidamente una visión panorámica de los recursos utilizados y de las novedades aparecidas en el dominio de la historia de la salud pública. No obstante, creemos que, en esta ocasión, ha sido una pena que las tareas de edición hayan jugado una mala pasada y no figuren todas las referencias bibliográficas del volumen. De hecho, al revisar dicho capítulo se echan en falta todas las obras citadas por Rodríguez Ocaña, y se advierten ausencias puntuales de algunas de las referencias bibliográficas de otros trabajos como el de Gabbiani.

En suma, el conjunto de trabajos aquí reseñados, además de aportarnos informaciones muy interesantes, constituye una buena muestra de lo enriquecedor que puede ser la combinación de enfoques diversos con un amplio conjunto de variados «estudios de caso», a la hora de abordar el estudio histórico del desarrollo de la higiene y de la salud pública, especialmente si se trata de profundizar en el tema de las relaciones entre roles, modelos y prácticas. Debemos felicitar a Patrice Bourdelais tanto por la calidad de los autores seleccionados como por la concepción y organización de la interesante publicación que nos ha ofrecido. Su contenido contribuye a tratar de desvelar las razones que permitan explicar el diferente nivel y velocidad de desarrollo higiénico, las peculiaridades de cada contexto y la presencia normalmente de un intervalo importante entre las ideas y propuestas de los higienistas y su aplicación práctica. De igual modo la obra nos muestra cómo, tras su configuración, el modelo higiénico europeo se erigió en hegemónico y se constituyó en un elemento sinónimo de progreso que sería adoptado por las élites políticas de otros continentes (recordemos los casos de Brasil, Méjico, China y Egipto) para, al igual que sucedió en Europa, constituirse en un importante instrumento de apoyo a los diferentes regímenes políticos. Por último, tan sólo reiterar nuestras felicitaciones y animar a la realización de reuniones y publicaciones de similares características que nos permitan seguir mejorando nuestro conocimiento sobre el desarrollo de la higiene.

(1) BARDET, Jean-Pierre; BOURDELAIS, Patrice; GUILLAUME, Pierre; LEBRUN, François i QUETEL, Claude, Peurs et terreurs face à la contagion. Choléra, tuberculose, syphilis XIXe-XXe siècles, Paris, 1988. BOURDELAIS, Patrice; RAULOT, Jean-Yves, Une peur bleue, histoire du choléra en France, 1832-1854, Paris, 1987. BOURDELAIS, Patrice; DODIN, André, Visages du choléra, Paris, 1987. BOURDELAIS, Patrice, Le nouvel âge de la vieillesse. Histoire du vieillissement de la population, Paris, 1997 [1993].


M.ª ISABEL PORRAS GALLO
Universidad de Castilla-La Mancha