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LA MEMORIA SENSORIAL

Es bastante habitual encontrar en las películas de espías, una escena en la que se insta al protagonista a cerrar los ojos y describir el despacho en el que está siendo entrevistado por el jefe. El protagonista ha de mencionar el máximo de detalles que forman la habitación (cuadros, estanterías, libros, muebles,...). Pues bien, podemos decir que la respuesta de ese espía (si es el protagonista seguro que consigue el trabajo), viene determinada por su capacidad para registrar información de tipo sensorial. Siguiendo con el ejemplo del cine, podemos decir que es nuestra memoria sensorial la que nos permite dar continuidad a una serie de fotogramas que se nos presentan separadamente (es el fenómeno “phi” que estudió la Gestalt); si el intervalo entre un fotograma y otro (entre una bombilla y otra) es demasiado grande perderemos la sensación de movimiento porque al desaparecer de nuestra memoria sensorial el primero no podemos ver el segundo como una continuación de aquél. Se supone que ese registro puede contener información no sólo visual, sino también auditiva, olorosa y táctil, pero cuál es su capacidad y cuál es su duración.

Los científicos que empezaron a estudiar la memoria sensorial, han usado por lo general el siguiente procedimiento: los sujetos son situados delante de un monitor en el que por un breve espacio de tiempo (menos de un segundo), aparece una matriz de letras que por lo general oscilan entre 8 y 20. Inmediatamente después de dejar en blanco la pantalla, el experimentador pide a los sujetos que nombren el mayor número posible de letras que recuerden haber visto. Los resultados obtenidos mediante este procedimiento eran bastante consistentes: los sujetos rara vez podían nombrar más de 4 de letras, pero según informaban, todos tenían la impresión de haber visto más letras de las que era capaces de nombrar. Al parecer, a medida que iban informando de su recuerdo, percibían que buena parte de las letras que tenían registradas, se desvanecía, se iba borrando, y entonces resultaba ya imposible para ellos poder nombrarlas. Puesto que todos los sujetos sometidos a esta prueba tenían la misma sensación de “haber visto más letras” (o números), Sperling pensó que merecía la pena tener en cuenta ese factor y desconfió de las conclusiones extraídas en función de aquellos estudios, según los cuales la capacidad de la MS era bastante reducida, dado que sólo se recordaban 3 o 4 letras. Sperling introdujo un importante cambio en este tipo de experimentos e ideó lo que se conoce como “técnica del informe parcial”. Ese cambio consistió simplemente en preguntar a los sujetos por un grupo o serie de letras determinado, en lugar de preguntar por todo el conjunto. Así tras presentar la típica matriz en el monitor, un tono avisaba a los sujetos de que nombraran por ejemplo las letras de la 1ª o de la 2ª línea.

 

Los resultados que Sperling obtuvo fueron sorprendentes: los sujetos parecían retener un número de letras mucho mayor del que tradicionalmente se había supuesto, pues eran capaces de nombrar las letras de cualquier fila por la que se les preguntara. Efectivamente parecía que los sujetos no mentían cuando decían haber visto más letras, en realidad parecían haberlas memorizado todas; el punto crítico residía en hacerles la pregunta sobre su recuerdo de la forma correcta. Los sujetos no retenían en su memoria 3 o 4 letras, como inicialmente se había supuesto cuando se les pedía que nombraran todas, sino que parecían retener una imagen completa (como si de una foto se tratase) de todas las letras que habían visto, pues cuando se les preguntaba  por cualquiera de ellas siempre acertaban cuáles eran.

¿A que se debían las diferencias observadas entre los dos procedimientos? Sperling pensaba que esa instantánea que parecía contener todo lo que transmitían nuestros sentidos, tenía una duración muy escasa, tanto, que simplemente en el tiempo que los sujetos se tomaban para pronunciar 4 ó 5 letras, la imagen que los sujetos tenían hecha desaparecía. Sperling comprobó esto experimentalmente y así dedujo cuál era la duración que esa instantánea tenía en nuestra memoria: si los sujetos escuchaban el tono que les indicaba la fila que debían nombrar, con una demora de tan sólo un segundo tras el apagado de la pantalla, su rendimiento en cuanto al número de letras que recordaban, disminuía enormemente. Por ello podemos deducir que la duración de la memoria sensorial no sobrepasa un cuarto segundo (250 milisegundos). Por eso si alguien me presentara esta circunferencia O de forma intermitente a intervalos de 250 ms (o menores), yo pensaría que la figura está fija, no percibiría los intervalos (es el mismo principio que nos hace ver movimiento en los fotogramas de las películas).

 

Keywords: memoria sensorial, fenómeno phi, Sperling, informe parcial