LA CERÁMICA GRIS ORIENTALIZANTE ENTRE TRADICIÓN E INNOVACIÓN: EL CASO DE RONDA LA VIEJA (ACINIPO) (RONDA, MÁLAGA)

THE ORIENTALIZING GREY POTTERY BETWEEN TRADITION AND INNOVATION: THE CASE OF RONDA LA VIEJA (ACINIPO) (RONDA, MÁLAGA)

Claudia SANNA

Resumen
La cerámica gris es una producción cerámica a torno típica de la Península Ibérica en época orientalizante y ha despertado, desde su aparición, el interés de los investigadores por sus características hibridas: reproduce sobre todo formas y acabados del repertorio del Bronce Final indígena, pero sirviéndose del torno. Nos acercamos a su estudio centrándonos en los niveles correspondientes de un asentamiento en particular: Ronda la Vieja (Acinipo) (Ronda, Málaga).

Palabras Clave
Cerámica gris, Orientalizante, Península Ibérica, Fenicios, Indígenas

Abstract
Grey ceramic is a ceramic made on a potter’s wheel typical from the Iberian Peninsula in Orientalized ages and it has since its first appearance being a major interest for researchers due to its hybrid characteristics: made on a wheel, it mostly reproduces shapes from the late Indigenous Bronze Ages. We focus our research on levels belonging to a particular settlement: Ronda la Vieja (Acinipo) (Ronda, Málaga).  

Key words
Grey pottery, Orientalizing, Iberian Peninsula, Phoenicians, Indigenous.


INTRODUCCIÓN

Nuestro trabajo de investigación se ocupó del estudio de la cerámica gris, una producción típica del extremo Occidente fechada –de manera tradicional-, desde el siglo VIII a.C. hasta el VI a.C.

Hasta la fecha actual esta cerámica ha sido encontrada únicamente en la Península Ibérica y en el Norte de África, coincidiendo con la época de la llegada fenicia a esta parte del Mediterráneo y la fachada atlántica de la Península Ibérica y del Norte de África. Su presencia en un marco geográfico tan concreto y su conexión cronológica con la presencia del pueblo semita ha despertado el interés de los estudiosos desde la época de su descubrimiento –al final de los años ’40- y sigue generando polémicas entre los investigadores.

El tema no es de fácil solución porque implica el profundo conocimiento de la sociedad indígena –en todos sus aspectos socio-culturales- previa a la presencia fenicia a lo largo de la costa mediterránea y la fachada atlántica –el poco conocido Bronce Final autóctono- y los mismos semitas, sus poblados, sus necrópolis y sus relaciones con las poblaciones locales. Creemos que el encuentro de dos sociedades tan distintas genera situaciones variadas y complejas, no previsibles, y que esto se refleja también en el repertorio cerámico, entendido como bagaje cultural y expresión de las tradiciones, costumbres y relaciones propias de cada grupo social.

En este sentido, la cerámica gris refleja la complejidad de esta etapa histórica, concentrando en si misma los valores tradicionales de la sociedad indígena –expresados a través de las formas cerámicas y de los motivos decorativos- y la novedad representada por los fenicios –con la utilización del torno alfarero y su aceptación entre los autóctonos-; de este contacto se genera un nuevo sistema de relaciones que pondrá las bases para el futuro nacimiento de la “cultura ibérica”.

Para abordar el estudio de la cerámica gris se ha decidido proceder primero a reflejar en un amplio apartado el estado de la cuestión, partiendo del las primeras investigaciones –cuando en la Península Ibérica los fenicios eran casi desconocidos para la investigación arqueológica-, prosiguiendo con la fase del descubrimiento de los primeros enclaves fenicios en Iberia –cuyas excavaciones fueron llevadas a cabo por el Instituto Arqueológico Alemán de Madrid- y acabando con la última etapa marcada por la realización de las primeras clasificaciones tipológicsa –las de A. Roos y A. Caro, todavía validas-, y por la multiplicación de los hallazgos de factorías fenicias -Abul, La Fonteta-, centros indígenas con material semita torneado –en el hinterland de Málaga, Cádiz y Extremadura- y estudios específicos sobre diversos aspectos relacionados con la cerámica gris –su origen, su funcionalidad y el comienzo del análisis arqueométricos de sus pastas-.

El rico y variado panorama de asentamientos indígenas con cerámica gris entre su repertorio material, nos ha aconsejado, para comenzar nuestro trabajo de investigación sobre esa temática, centrarnos en un yacimiento en particular, eligiendo Ronda la Vieja (la Acinipo romana) (Ronda, Málaga) por su particular y prometedora posición geográfica, constituyendo un enclave en el confín entre la Baja y la Alta Andalucía.

La metodología utilizada en nuestro trabajo de investigación se ha estructurado en varias fases. Inicialmente, se llevó a cabo una descripción del marco geográfico de toda la Serranía y de la Depresión de Ronda, espacio geográfico en el que se sitúa la mesa caliza donde se halla el poblado protohistórico de Ronda la Vieja. Tras ello, se ha procedido a la clasificación de todo el material de cerámica de cocción reductora torneada clasificable formalmente encontrado en las cincos campañas arqueológicas, efectuadas entre los años 1982 y 1988. Se han realizado fichas para ordenar el material y catalogarlo sobre la base de su comparación con las clasificaciones ya existentes de A. Caro y A. Roos. La inserción en las fichas de algunas vasijas indígenas hechas a mano tiene la finalidad de confirmar la estrecha relación formal concurrente entre la vajilla gris a torno y la manufacturada, individualizando así algunos prototipos.

Las fichas han sido analizada una a una y se ha procedido a hacer gráficos para determinar el porcentaje de presencia de formas abiertas y cerradas en el contexto arqueológico de Ronda la Vieja, así como su evolución a partir de su análisis siguiendo la división por niveles, establecidos durante el proceso de excavación del asentamiento.

Finalmente, se ha procedido a redactar unas consideraciones “a modo de” conclusiones, termino no muy apropiado para el último apartado de este trabajo, que se dedica más a establecer un estado de la cuestión sobre los datos que se han podido extraer de Ronda y a sugerir algunas interpretaciones sobre la cerámica gris, además de proponer un mejor desarrollo de algunas líneas de investigación, para nosotros fundamentales, para proseguir estudiando este tema.


OBJETIVOS

El análisis sobre el estado de la cuestión se ha subdividido en varios apartados correspondientes a los objetivos que nos hemos propuesto en este trabajo de investigación. Con esta finalidad se ha procedido a analizar los estudios realizados hasta ahora sobre el origen, los aspectos tipológicos y tecnológicos de la cerámica gris, sin olvidar hacer un breve excursus sobre la clasificación tipológica de la cerámica a mano indígena. También se han recogido las informaciones publicadas hasta la fecha sobre los motivos decorativos utilizados, la funcionalidad y la distribución de esta clase cerámica. De esta manera, se ha puesto en evidencia la necesidad de profundizar en el estudio de estos temas para entender la cerámica gris y su incidencia en las dos sociedades –indígena y semita- implicadas.


EL ESTADO DE LA CUESTIÓN

El hallazgo de algunos fragmentos en Ampurias abrió las primeras investigaciones, llevadas a cabo por Almagro Basch (1949), experto en cerámica gris griega y del estado de su investigación en el Golfo de Lyon. Su especialización, junto con la línea investigadora en auge en los años sucesivos a la Segunda Guerra Mundial contribuyeron, de una parte, a la errónea atribución de esta cerámica al ámbito griego, y específicamente a Asia Menor, y de otra parte, a asignarle una cronología muy elevada, proponiendo el siglo VI a.C. como la época de su importación en Occidente. Entre los años ’60 y ’70 varias excavaciones arqueológicas contribuyeron a poner de manifiesto la presencia significativa de los fenicios en el sur peninsular: por ejemplo, las campañas en el Cerro de San Cristóbal (PELLICER 1962). De 1964 a 1984, el Instituto Arqueológico Alemán de Madrid (IAAM) empieza una serie de intervenciones arqueológicas en la costa de Vélez-Málaga poniendo al descubierto (por citar algunos ejemplos) la colonia fenicia de Toscanos (SCHUBART et al. 1969) o la de Morro de Mezquitilla (SCHUBART 1977). Otros autores se ocupan de la relación entre fenicios e indígenas, en particular en el área de Tartessos, y el elemento autóctono toma cada vez más importancia, a través de los estudios realizados, entre otros, por Carrasco y Pachón (CARRASCO et al. 1979; 1982) en el Cerro de la Mora, en la cuenca del Genil. También en estos mismos años, se realizan campañas de excavaciones en el Cerro de los Infantes (Pinos Puente, Granada) (MENDOZA et al. 1981). La zona del Bajo Guadalquivir ha sido estudiada, entre otros, por Carriazo y Raddatz, que se ocupan de Carmona (CARRIAZO Y RADDATZ 1961), y por M. Pellicer, que publicó un artículo sobre el poblado tartésico del Cerro Macareno (Sevilla) en 1982.

Finalmente, en el 1982 se publica el artículo de A. M. Roos donde la investigadora reúne los datos obtenidos en los últimos estudios sobre los semitas y las poblaciones autóctonas. Ella defiende que los productores directos de esta cerámica fueron los fenicios, sin por eso excluir la posibilidad que la inspiración la obtuvieran al observar la cerámica bruñida típica del Bronce Final local.

Desde entonces los investigadores se dividen en dos tendencias: en la primera se incluye los que defienden el origen fenicio de la clase cerámica en cuestión, y en la segunda los que sostienen la hipótesis de una producción originaria de las poblaciones autóctonas. Para los investigadores que defienden la primera línea de investigación no cabe duda que en las colonias fenicias la cerámica gris encontrada fue producida por los mismos semitas, mientras que para los yacimientos indígenas suelen defender la hipótesis de la presencia de artesanos semitas, por lo menos, en la fase inicial de la producción a torno. Citamos los ejemplos más significativos: González Prats para Peña Negra (1983); Mancebo para Montemolín (1994); Murillo (1994) para los asentamientos indígenas del valle medio del Guadalquivir; Vives-Ferrándiz (2005) en su libro sobre la costa oriental de la Península Ibérica; García Alfonso (2007) en su monografía sobre el área malagueña.

La segunda línea de investigación es defendida, entre otros, por Caro Bellido en su monografía de 1989; López Palomo (1999) para el valle medio del Genil; Torres Ortiz (2002) para el área del Mediodía peninsular; y Vallejo (2005) para la producción de Andalucía.

Desde el punto de vista tecnológico, la cerámica gris es modelada a torno y cocida a fuego reductor, en hornos de alta temperatura, tipo bicameral. No obstante, estos son los resultados a que han llegado diferentes investigadores que se han basado sobre todo en observaciones ópticas, mientras muy pocos son los análisis técnicos de laboratorio realizados sobre la cerámica. Son excepción los análisis petrográficos realizados por González Prats y Pina Gosalbez en Peña Negra (1983); Lorrio en la necrópolis de Medellín (1989) o López Palomo sobre el asentamiento de Ategua (2005). El escaso número de hornos identificados, bien en los yacimientos indígenas, bien en los enclaves fenicios, dificultan en última instancia la cuestión sobre el origen de la cerámica gris. Los pocos hornos encontrados testimonian la producción de las cerámicas oxidantes y de las reductoras – evidenciando que lo único que cambiaba era el procedimiento con la clara intención de obtener un efecto u otro -, pero no son anteriores al siglo VII a.C.: Cerro del Villar (véase BARCELÓ et al. 1995); Cerro de Los Infantes (Pinos Puente, Granada) (CONTRERAS et al. 1983); Cerro Macareno (La Rinconada, Sevilla) (FERNÁNDEZ GÓMEZ et al. 1979); Las Calañas de Marmolejo (MOLINOS et al. 1994); los rastros de producción alfarera documentados en la costa de Vélez Málaga, todavía en fase de estudio (MARTÍN et al. 2006: 258). La cerámica gris se ha documentado de manera no uniforme en toda la Península Ibérica y en la costa noroeste africana. La zona con más presencia es la de Andalucía, seguida por Extremadura, Levante, Portugal, las islas Baleares y Cataluña. El mayor porcentaje se registra en los asentamientos del interior de la Península, mientras en las colonias fenicias la presencia es inferior (VIVES-FERRÁNDIZ 2005: 139; ROUILLARD et al. 2007: 211). En todos estos contextos la cerámica gris aparece relacionada con otras producciones típicas del ámbito fenicio y con los recipientes a mano, propios del Bronce Final indígena.

El estudio tipológico de esa clase cerámica no se ha desarrollado mucho, todavía las tipologías más completas son las propuestas por A. Roos (1982) y A. Caro Bellido (1989), tanto que la mayoría de los investigadores siguen utilizándolas. No obstante se ha observado la aplastante presencia de formas abiertas respecto a las cerradas y la alta analogía entre las formas presentes en las distintas regiones (VALLEJO 2005: 1156). El aspecto decorativo de la cerámica gris es otro aspecto que necesitaría de un estudio más concreto y que tenga en cuenta las diversidades regionales y temporales. Lo que se ha observado hasta ahora es el escaso número de recipientes con decoraciones, entre las cuales prevalece el bruñido, hechos que conectan esta producción cerámica una vez más a la tradición del Bronce Final peninsular (VALLEJO 2005: 1160-1161). El aspecto funcional de la cerámica gris es uno de los temas menos analizados por los investigadores, probablemente a causa de la dificultad de su determinación. La mayoría de los investigadores habla de cerámica de mesa y supone que la estrecha similitud de algunas formas con la cerámica a mano indígena del Bronce Final estaría indicándonos la misma funcionalidad.


MARCO GEOGRÁFICO: RONDA LA VIEJA (ACINIPO, MÁLAGA)

La Serranía de Ronda (Lám. 1) es la comarca más occidental de la Andalucía Subbética y ocupa un área de 1.000 km2 de extensión. En esta región montañosa, no uniforme, se distinguen varias subzonas, como los valles fluviales, los macizos montañosos y la depresión de Ronda (AGUAYO et al. 1991: 559; GARCÍA ALFONSO 2007: 248). Esta última es una antigua cuenca sedimentaria que se extiende por 300 km2 de superficie, con una altura media que oscila entre 700-800 m.s.n.m., mientras su punto más alto es el cerro testigo de las Mesas (Ronda la Vieja), con 1.004 m.s.n.m. (AGUAYO et al. 2007-2008: 15).

Sanna F1.tif

Lám. 1 Marco geográfico de la Serranía de Ronda

El yacimiento arqueológico de Ronda la Vieja se situa sobre una mesa caliza de origen terciario, con altura media de 950 m.s.n.m. y fuerte basculamiento en dos sentidos: Norte-Sur y Oeste-Este (AGUAYO et al. 2007-2008: 27). Ocupa la parte más prominente de la zona noroeste de la depresión, en posición claramente estratégica, factor que junto a la facilidad de comunicación con el área de los alrededores y la presencia de tierras potencialmente fértiles ha contribuido a la elección de este sitio para la construcción de asentamientos estables y a una larga ocupación (AGUAYO et al. 2007-2008: 15; AGUAYO et al. 2007-2008: 28).

Un paso decisivo para un mayor conocimiento de esta parte del patrimonio andaluz fue la puesta en marcha, desde el 1985, del proyecto de investigación “La Prehistoria Reciente en la depresión natural de Ronda” dirigido por P. Aguayo y M. Carrilero y que prosigue hasta la actualidad (AGUAYO et al. 2007-2008: 25). Este proyecto se compone de tres tipos de actuaciones arquológicas, concernientes al estudio del poblamiento del área desde el Neolítico hasta época ibérica: en primer lugar, los investigadores realizaron una serie de prospecciones superficiales –en la zona noreste de la Depresión; en la zona llamada “Golfo de la Depresión” y en la Meseta de Ronda-; contemporáneamente se realizaron algunas excavaciones sistemáticas centradas en la Meseta o Depresión de Ronda–concretamente, en los asentamientos de Acinipo y Ronda-; y finalmente se plantearon algunos análisis sistemáticos, por ejemplo sobre la ganadería, la agricultura, la alfarería, etc. Los resultados más remarcables de este proyecto han sido la individualización de niveles de Bronce Final-Hierro Antiguo en la Depresión y el descubrimiento de pequeños asentamientos agrícolas útiles para establecer la densidad ocupacional de la Cuenca durante los siglos VIII y VII a. C. (AGUAYO 1997: 19; GARCÍA ALFONSO 2007: 248).

Las excavaciones arqueológicas en el asentamiento de Ronda la Vieja se realizaron desde 1985 hasta 1988, interesando una amplia área de más de 400 m2 situada en un pequeño espolón en la zona más baja del asentamiento, y donde, a través de una secuencia estratigráfica de 4.50 m. de potencia, se ha documentado una fase ocupacional “que abarca desde el III milenio a.C. hasta época bajoimperial romana” (AGUAYO 1997: 24).


EL MATERIAL CERÁMICO DE ACINIPO

El material cerámico que ha sido estudiado en este trabajo de investigación procede de todas las campañas arqueológicas que se han realizado en el yacimiento de Ronda la Vieja (Acinipo) (Ronda, Málaga), incluyendo las dos primeras intervenciones de los años 1982 y 1983 cuyo director era Rafael Puertas Tricas, y las tres siguientes codirigidas por P. Aguayo y M. Carrilero, desarrolladas respectivamente en los años 1985, 1986 y 1988.

El primer paso ha sido separar una amplia muestra de la cerámica gris del resto de la producción torneada recogiendo, de esta manera, 86 fragmentos de vasijas cerámicas, que permitían la identificación de su forma total o parcial. La cerámica a mano presente en la base de datos –11 fragmentos- tiene el único fin de mostrar la estrecha relación entre las formas indígenas del Bronce Final y las formas grises torneadas de la fase siguiente, pudiéndose remarcar que casi todas las vasijas producidas a torno, y obtenidas con cocción reductora, tienen su prototipo entre las de fabricación local.

El material estudiado ha sido ordenado en un primer momento sobre la base de la campaña de excavación. Los fragmentos de las campañas de 1985 y 1986 se han dividido, posteriormente, teniendo en cuenta el nivel del hallazgo -importante para relacionar las diferentes formas con el contexto de descubrimiento- y disponiéndolos en orden numérico ascendente. En cambio, los materiales de las primeras intervenciones -1982 y 1983- y de la última -1988- han sido dispuestos en orden numérico creciente. Esta diferente organización del material responde al sistema utilizado para las campañas arqueológicas –al principio, en relación con cortes de sondeo secuencial y estratigráfico- en un sector concreto del asentamiento, la meseta inferior oriental. Las dos primeras intervenciones arqueológicas se centraron en un área de superficie reducida, en la que se documentaron los sucesivos niveles pre y protohistóricos. Las intervenciones correspondientes a las campañas de 1985 y 1986 se desarrollaron “en área” para documentar las estructuras construidas, funcionalidad de los espacios estructurados y su evolución. En cambio, la última campaña de excavación se ha concentrado, sobre todo, en tratar de delimitar la extensión del área ocupada en la meseta inferior, donde se documentaron dos fosas, en la terraza superior, ambas puestas en relación con los niveles protohistóricos documentados en la misma terraza superior, de los cortes 2 y 3, así como en otras zonas muy alejadas del asentamiento, extremos norte y sur, lo que ha permitido indagar zonas distintas de la mesa y documentar una ocupación no homogénea del espacio durante todas las etapas del Bronce Final Reciente. La primera fase crono-arqueológica que incumbe a la muestra estudiada es la IVB, dividida en diferentes niveles –del 7-8 al 10, ambos incluidos-; le sigue la fase V representada por los niveles 11a y 11b; y finalmente, la fase VI, concretada en los niveles 11A y 11B. Los niveles del Bronce Final Reciente más antiguos 7-8, 9 y 10, han sido además diferenciados con el auxilio también de letras, mientras con otros signos distintivos –’-, se relacionan los lugares de hallazgo en las dos terrazas naturales sobre las que se acumularon los primeras etapas de ocupación del asentamiento prehistórico y protohistórico, previos a la aparición de las primeras producciones alfareras torneadas. Todos estos niveles y divisiones espaciales se han detectado en la zona este, intervenida con distintos cortes -2, 3, 4 y 5- abiertos en las campañas de 1982, 1983, 1985, 1986 y 1988.

Bajo un primer nivel superficial –el número 13- y estructuras de época romana –agrupadas en el nivel, y subdivisiones, denominado 12- de los siglos I a III d.C. se han documentado (Lám. 2):

Sanna F2.tif

Lám. 2 Estratigrafía del área este de Ronda la Vieja

• 11 (con letras mayúsculas) (Lám. 3). Niveles y estructuras de las casas circulares más recientes (finales del s. VII comienzos s. VI a.C.):

A) indica los materiales dispuestos bajo los niveles romanos por encima y al exterior del zócalo circular de la cabaña más reciente.

B1) Materiales al exterior de la cabañas redondas hasta la misma altura de la base de sus muros.

B2) Materiales hallados en el interior de la cabaña circular incompleta, situada más al norte del área de excavación.

Sanna F3.tif

Lám. 3 Las cabañas circulares de Ronda la Vieja, nivel 11

• 11 (con letras minúsculas). Niveles y estructuras de las casas rectangulares con habitaciones protohistóricas (s. VII a. C.):

a. Niveles y materiales relacionados con las habitaciones más modernas, correspondiendo a los muros (B 4, B 1, B 5, B 8), comprendidas en alturas relativas, entre 2,00 a 2,20 m. de altura.

b. Niveles y materiales relacionados con las habitaciones rectangulares inferiores, correspondiendo a los muros (B 2, B 3, B 6, B, 7), comprendidas entre 2,20 a 2,35 m. de altura.

c. Materiales hallados al exterior de los edificios rectangulares, cuyas habitaciones se desarrollan hacia la ladera Sur.

• 10. Niveles y estructuras de cabañas de plantas cuadrangulares indivisas:

A. Niveles y materiales descubiertos al exterior y relacionados con la estructura alargada del testigo entre los cortes 4 y 2-3.

B. Niveles y materiales hallados al interior de la estructura rectangular del testigo corte 4 y 2-3 (R. 4).

C. Niveles y materiales encontrados al exterior y relacionados con las cabañas rectangulares individuales del corte 4.

D. Interior de las cabañas rectangulares del corte 4 (R. 1, 2 y 3).

• 9. Niveles y estructuras de las cabañas circulares:

A. Niveles, materiales y estructuras hallados en el interior y exterior de las cabañas circulares superpuestas.

B. Niveles, materiales, estructuras relacionados con trozos de zócalos circulares que cortan las cabañas inferiores.

C. Niveles y materiales del interior de la cabaña circular nº 1.

D. Niveles y materiales del interior de la cabaña circular nº 2.

E. Niveles y materiales del exterior de las cabañas circulares 1 y 2.

F. Niveles y materiales hallados entre las cabañas 1 y 2 -posible basurero-.

• 8/7-8. Niveles y materiales descubiertos por debajo de las cabañas circulares o correspondientes a la ladera sur.

Siempre en el área este los cortes 2-3 y 5 que han interesado los niveles de base y las fosas de la terraza superior, han sacado a la luz:

- Niveles Ibéricos.

- Fosa II. Truncada por los niveles ibéricos y abierta sobre los estratos 11’, Fosa I, 9’ y 8-7’.

- Fosa I. Truncada por la fosa II, abierta sobre los niveles 9’y 8-7’.

En la zona sur se abrió el corte 6 que ha permitido individualizar una amplia secuencia estratigráfica:

• 12. Niveles, materiales y estructuras ibero-romanos.

• 10. Niveles, materiales y estructuras ibéricas recientes (s. II-III a. C.).

• 9. Niveles, materiales y estructuras ibéricas plenas (s. IV? a. C.).

• 8. Niveles, materiales y estructuras ibéricas plenas (s. V/IV a. C.).

• 7/Fosa III (s. V a. C.).

• 6/Fosa I-II del Bronce Final Reciente (Orientalizante) (parte del s. VII y comienzos del VI a. C.).

• 5. Bronce Final Reciente (s. VIII- y parte del s. VII a. C.).

• 4. Bronce Final pre-torno (s. X-IX a. C.).

• 3. Bronce Antiguo/Pleno (1ª mitad 2º milenio a. C.).

• 2. Edad del Cobre (Tercer milenio a. C.).

El siguiente paso fue clasificar tipológicamente los distintos fragmentos de cerámica gris torneada, sirviéndonos de las dos clasificaciones de A. Roos (1982) y A. Caro (1989) que además de ser las más completas nos permitirán relacionar –en el caso de un estudio futuro- el repertorio formal de Acinipo con los otros asentamientos coetáneos. El material así clasificado ha sido volcado en la base de datos realizada a través del programa informático Access (Lám. 4).

Lam. 4 Estructura ficha.png

Lám. 4 Estructura ficha

Lam. 5 Ejemplo ficha.png

Lám. 5 Ejemplo ficha

Cada ficha contiene un número consecutivo; la signatura correspondiente al fragmento cerámico; el nivel del hallazgo; el contexto y su cronología; la variable métrica; la variable tecnológica en la que se específica la presencia de algún elemento característico, como un asa o la decoración visible; la variable formal teniendo en cuenta sobre todo las tipologías de A. Caro y de A. Roos; la existencia de documentación tanto en dibujo como en foto; la variable analítica; la variante color; otras formas con que se asocian en la misma base de datos; la imagen. Finalmente, para mayor claridad, los resultados de la clasificación tipológica obtenida se exponen por niveles, empezando por el más antiguo y llegando al más reciente (Lám. 5).

La cerámica gris torneada se documenta desde las primeras fases del Bronce Final Reciente, correspondientes a los niveles 8-7, 8 –situados en la ladera sur- y 8-’ –en la terraza alta-, en los cuales ya se observa, desde el principio, una cierta variedad formal y la presencia aplastante de las formas abiertas, pudiéndose señalar el hallazgo de un sólo fragmento de soporte bajo cilíndrico, moldurado por el exterior, procedente del nivel 8. La forma más característica de estos niveles iníciales es seguramente el cuenco tipo 20 de Caro, de manera que Acinipo se corresponde, en cuanto a lo observado hasta ahora, con los otros yacimientos contemporáneos. Los contactos de la producción en cerámica gris con las formas de la vajilla fenicia quedan demostrados por el descubrimiento de un quemaperfumes -pieza raramente realizada con fuego reductor-, el cuenco tipo 12 de Caro y un plato de ala, de clara tipología fenicia, cuyo paralelo formal más cercano se han encontrado en el Cerro del Alarcón (MAASS-LINDEMANN 2000: 155, 166, fig. 2 h). La riqueza del repertorio formal y la presencia aplastante del cuenco tipo 20 de Caro siguen documentándose en el nivele 9; mientras el nivel siguiente –el 10- se caracteriza por la escasa presencia de cerámica gris, tanto numéricamente como en tipos formales, hecho explicado por sus investigadores a través de la extrema limpieza a que fueron sometidas las cabañas que constituyen este nivel. El nivel 11 ha proporcionado el mayor número de cerámica gris hecha a torno con respecto a los otros niveles. Predominan siempre las formas abiertas y en particular los cuencos del tipo 20 de Caro con su variante b. Además del alto número de recipientes de cerámica gris encontrados en estos niveles -11a, 11b, 11A, 11B- se diferencian de los otros precedentes por la variedad de tipologías, la presencia de vasos cerrados y la necesidad de introducir variantes específicas de Acinipo.


CONCLUSIONES

La evidencia más destacable es la presencia de cerámica gris en el asentamiento de Acinipo desde los niveles más antiguos, fechados en la primera mitad del siglo VIII a.C. en datación arqueográfica convencional. De esta manera, el material cerámico gris pertenece a una fase muy antigua, que contradice la casi unánime hipótesis de los investigadores que propone la aparición de esta clase cerámica sólo desde el siglo VII a.C. Los principales defensores de esta hipótesis son González Prats (1983) y García Alfonso (2007), los cuales reconocen en los ejemplares del siglo VII la directa participación de los fenicios –en las piezas mejor realizadas- y los primeros intentos de imitación indígena –para los vasos peor producidos-. En cambio, el investigador Vallejo Sánchez (2005: 1153-1154) ha realizado recientemente un mapa de distribución de dicha clase cerámica en el cual resalta su presencia en los asentamientos del Bajo Guadalquivir, costa mediterránea y costa malagueña desde la segunda mitad del siglo VIII a.C., y la buena calidad, tanto de sus pastas como de sus acabados, a partir ya de sus primeras presencias.

Otro tema relacionado con la directa intervención fenicia en la fabricación de la cerámica gris es la substitución de la producción a mano por la torneada, hipótesis que tampoco concuerda con lo observado en Acinipo, donde todos los datos apuntan a una larga convivencia de los dos sistemas de fabricación, a mano y a torno, además de la falta de una regla estricta para realizar un tipo cerámico con un sistema u otro, habiéndose documentados –en el mismo nivel- vasos de las mismas formas fabricados indiferentemente con las dos técnicas. Asimismo, se observa durante toda la secuencia estratigráfica de Acinipo una aplastante presencia de vasos abiertos respecto a las formas cerradas y a los soportes. Esta mayor presencia es constante en todos los niveles encontrados, mientras los hallazgos de formas cerradas se concentran únicamente en el nivel 11, relacionados con las viviendas de habitaciones aglutinadas rectangulares y cabañas circulares más modenas. Este dato confirma el comienzo de una producción más tardía de las formas cerradas, ya que para éstas se continuó utilizando el modelado a mano que respondía perfectamente a las necesidades de los indígenas.

Otros elementos a subrayar son la cuidada depuración de la pasta y la buena calidad del acabado superficial de todas estas vasijas de cerámicas grises, ya desde sus niveles iniciales.

Se ha observado, además, la presencia de tipos híbridos: formas propias del repertorio cerámico de las poblaciones autóctonas reproducidas fielmente con la técnica gris torneada y formas fenicias reproducidas en gris a torno –como los diversos platos originariamente hechos en barniz rojo, los quemaperfumes y el cuenco tipo 12 de Caro-; las mismas formas se realizan indistintamente también en cerámica pintada torneada y se mezclan con tipos indígenas decorados con motivos típicamente orientales. Es evidente, por lo tanto, la gran variedad de la producción orientalizante que no sigue los esquemas rígidos propuestos, mayoritariamente, por la arqueología protohistórica peninsular y los arqueólogos. Además, los vasos híbridos nos están indicando que los indígenas no sólamente se han apropiado de los aspectos funcionales de estos elementos, sino que para ellos estos constituían una respuesta a los cambios en curso en sus sociedades, del mismo modo que otra amplia serie de costumbres y tecnologías fenicias.


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