EL PALACIO DE BIBATAUBÍN: PROPUESTA DE EVOLUCIÓN DE UN EDIFICIO HISTÓRICO

BIBATAUBÍN´S PALACE: PROPOSAL OF EVOLUTION OF A HISTORIC BUILDING

Santiago M. PECETE SERRANO

Resumen
Este artículo presenta un resumen del trabajo de investigación desarrollado para el Master de Arqueología y Territorio de la Universidad de Granada. En ese trabajo desarrollamos la evolución del edificio desde el s. XII, cuando tiene su origen como una de la puertas principales de la ciudad musulmana de Granada, hasta el presente a partir de los resultados obtenidos de una breve intervención arqueológica. Durante el proceso Bibataubín se ve convertido en un castillo artillero tras la conquista cristiana de 1492 y posteriormente, en el siglo XVIII, en un cuartel.

Abstract
This article presents a summary of the investigation research developed for the Masters of Archaeology and Territory of the Universidad de Granada. In that study we develop the evolution of the building from the XII century, when was edificated as one of the pricipals gates of the muslim city of Granada, to the present from the result obtained from a short archaeological study. During that process Bibataubín was converted in an artillery castle after the chiristian conques of the city in 1492 and later , in the XVIII century, was converted in an army barracks.

Palabras Clave
Granada, Palacio de Bibataubín, estudio paramental, ciudad medieval, evolución.

Key Words
Granada, Bibataubin´s Palace, paramental archaeology, medieval city, evolution.


INTRODUCIÓN

El objeto de estudio de este trabajo es el Palacio de Bibataubín (U.T.M. X: 446975 Y: 4114086, Lam. 1 y Lam. 2), un edificio histórico señero en la ciudad de Granada sobre el que nunca antes se había desarrollado una actividad arqueológica. El motivo de esta intervención es su rehabilitación para ser convertido –tras ser sede de la Diputación Provincial durante décadas- en sede del Consejo Consultivo de Andalucía. Las particularidades de la intervención se pueden cifrar por un lado, en la abundante documentación histórica existente sobre un edificio cuya historia se remonta más de ocho siglos, y por otro lado, la somera cautela obtenida por la obra de rehabilitación que se limitaba fundamentalmente al control de movimientos de tierra de las zanjas de saneamiento y tareas de derribo que se iban a realizar. Estas circunstancias han modificado el modo de abordar el trabajo que ha debido alejarse de metodologías solidamente establecidas, que requieren un planteamiento de la intervención plenamente determinado por intereses arqueológicos, para adaptarse a las circunstancias específicas. Éste es el sentido del título del trabajo, la adaptación puntual de la metodología ampliamente desarrollada de estudios paramentales (TABALES RODRÍGUEZ, M. A.:2002) a una intervención con escaso impacto arqueológico que cuenta con una amplia búsqueda de información histórica. La combinación del uso de fuentes históricas y los resultados arqueológicos nos han permitido obtener una visión diacrónica del objeto de estudio que esperamos permita despejar algunas dudas sobre su evolución, y a la vez generar muchas nuevas preguntas para el que el proceso de generación de conocimiento siga vivo.

El palacio de Bibataubín es uno de los edificios de la ciudad de Granada con más desarrollo histórico a pesar de las múltiples e importantes reformas a las que se ha visto sometido en sus más de ocho siglos de historia. En nombre de Bib-Atebin o Bab al-Tawwabin se traduce como puerta de los Ladrilleros (SECO DE LUCENA, L. 1910; RODRÍGUEZ AGUILERA, A. 2001:182-183) o de los Penitentes (BARRIOS ROUZA, J. M. 2001:298) según otras fuentes, ya que al perecer existían varios morabitos construido en las inmediaciones de la edificación. Henríquez de Jorquera (HENRÍQUEZ DE JORQUERA, F. 1643:14-15) atribuye la construcción de la fortaleza al primer monarca de la dinastía nazarí Muhammad Ibn Yusuf ibn Nasr, también conocido como Ibn al-Ahmar (†1273). No obstante, otros autores como Antonio Malpica (MALPICA CUELLO, A. 1997:201) plantean la posibilidad de que al menos esta línea de muralla ya existiese en época almohade.

Tras la conquista castellana los Reyes Católicos ordenan reforzar la fortificación, dotándola de foso y puente levadizo, el castillo queda adscrito a la jurisdicción de la Alhambra (VIÑES MILLET, C. 1981: 110-113). En la plataforma de Granada de Ambrosio de Vico, fechada c. 1590 encontramos una de las primeras representaciones gráficas de castillo. Viéndola en detalle podemos apreciar cómo se sitúa junto a la puerta de acceso a la ciudad. Apreciamos en el recinto fortificado tres torres, una de planta cuadrada y dos de planta circular así como al menos dos baluartes para artillería. Una planta algo más detallada la podemos encontrar en el plano de Francisco Fernández Navarrete de 1732 (CALATRAVA, J. y RUÍZ MORALES, M. 2005:64) que muestra aparentemente que pocos cambios formales tuvieron lugar en el edificio durante unos doscientos cincuenta años, aparte de la progresiva desvinculación del mismo de las murallas que protegía al ser engullidas progresivamente éstas por la dinámica del desarrollo urbano.

En el s. XVIII el castillo había perdido cualquier utilidad militar como defensa la ciudad, quedando como un anacronismo medieval en mitad de un tejido urbano con el que poco tenía que ver. El foso se había convertido en vertedero y lugar de acumulación de aguas estancadas, la zona se había convertido en refugio de gente de mal vivir y peor obrar a juicio de los vecinos que elevaban sus quejas al municipio. En 1718 se rellena el foso con escombros, algunos de ellos, partes demolidas del propio castillo en mal estado. La penuria del castillo en estado casi de abandono llega hasta 1752, cuando finalmente el Estado consigue destinar fondos a desarrollar una idea largamente esperada: convertir el castillo en cuartel para las tropas destinadas a la ciudad así como para tropa transeúnte, conservando algunas partes del castillo, como la torre circular, destinada a cocina y almacén. A esta importante remodelación debemos gran parte del aspecto actual del edificio. Los problemas económicos hicieron que la obra se prolongara durante décadas, con sucesivas paradas y reactivaciones. A pesar de las continuas obras, desde 1756 el cuartel se encuentra en uso, acuartelando a diversas unidades, incluso a prisioneros franceses.

Tras la Guerra de la Independencia el edificio es ocupado de nuevo por los militares que lo mantienen como cuartel hasta que es cedido en 1932 como nueva sede para la Diputación Provincial. De nuevo se proyecta una importante reforma que afectará a todo el edificio, comenzando por los símbolos que ostentaba la fachada, tres esculturas de granaderos que situaban en las hornacinas que flanquean la entrada así como el busto de Carlos III que es sustituido por el reloj. En el interior se construirá un sótano, alcantarillado y cimentaciones y zócalos para los nuevos muros y columnas así como se incorporará un relleno para llegar a las rasantes de estas estructuras. También serán demolidos trozos de muralla que se conservaban para la nueva disposición del edificio.

La última reforma de envergadura (aunque menor) corresponde al periodo 1955-1959. De este momento datan las remodelaciones de la fachada que incluyen el recrecimiento de los vanos de las ventanas de la planta baja así como el recalce y consolidación de muros y pilares. Tras esta intervención el edificio se mantiene tal y como lo encontramos hoy en día en general, aunque a lo largo de los años se han ido realizando algunas pequeñas reformas y modificaciones sobre todo en lo concerniente a la renovación de instalaciones.

A través de la documentación histórica y arqueológica con la que hemos trabajado inicialmente se han planteado un total de ocho fases de ocupación y transformación del edificio que se han ido corroborando durante el desarrollo de la intervención a lo largo del seguimiento de las tareas de demolición en el inmueble y la ampliación de la búsqueda de documentación sobre él. Para situar al lector de modo esquemático en estas ocho fases haremos un resumen esquemático de ellas:

Fase I: Cierre de la muralla meridional de Granada y construcción de la Puerta de Bibataubín durante el periodo almohade, s. XII.

Fase II: Ampliación de la fortificación durante el periodo nazarí, s. XIII-XIV.

Fase III: Castillo de Bibataubín, 1492 – principios del s. XVI.

Fase IV: Demolición del castillo, 1718.

Fase V: Construcción del cuartel, entre 1752 y 1764.

Fase VI: Sede de la Diputación Provincial. Reforma 1932-1934.

Fase VII: Reforma de Ambrosio del Valle, 1955-1959

Fase VIII: Reformas posteriores.


ALGUNOS ASPECTOS METODOLÓGICOS INCORPORADOS

La primera escala que tenemos que analizar es la del propio edifico objeto de estudio (Fig.1). No podemos limitarnos en una construcción tan compleja con más de ocho siglos de evolución a asumir una microescala en la cual el objeto de estudio sean los límites del actual inmueble, aunque las competencias de la intervención arqueológica nos encierren en él. Al contrario, es posible y necesaria la extensión de la investigación histórica siguiendo el desarrollo del objeto de estudio. En este caso el actual palacio de Bibataubín se ha convertido por su devenir histórico en un fragmento de un conjunto mucho mayor para cuyo estudio es necesario contar con toda la manzana en la que se incluye y las cuatro plazas adyacentes. La extensión que conocemos hoy en día es producto de una suma de segregaciones que comienzan en 1718 y culminan a finales del s. XIX cuando, queda reducido a su superficie actual. A lo largo de este estudio definiremos las distintas escalas de trabajo comenzando por plantear una metodología clara de análisis del edificio que físicamente es objeto de estudio para ampliar el nivel en la segunda parte del trabajo al inmueble en un sentido histórico.

Espacios

Una vez identificado el edificio el primer paso es realizar una definición del mismo atendiendo a los distintos espacios diferenciables que se pueden definir. Hemos usado el término “espacio” para señalar las unidades espaciales mínimas distinguibles. Preferimos el uso de este término en lugar de “estancia”, de mayor implantación en arqueología paramental, ya que en su definición “estancia” queda más restringido al referirse etimológicamente a lugar de permanencia o habitación, lo que no se ajusta a espacios como pasillos, baños o almacenes que quedan más correctamente englobados a nuestro juicio en un término más genérico como “espacio”. Entendemos con este concepto cualquier espacio construido físicamente individualizable. La asignación de espacios se lleva a cabo siguiendo un criterio de funcionalidad, no de un modo mecánico, sino supeditado siempre al fin con el que se construye cualquier metodología, que es servir al objetivo primordial de la búsqueda del conocimiento histórico de la evolución de un edificio.

Vanos y muros

Si la unidad fundamental de compartimentación de un edificio son los espacios, las relaciones entre ellos se plasman a través de los vanos que los comunican y a su vez los propios espacios se definen a través de los muros que los limitan. En este apartado metodológico usamos la palabra muro con un valor clasificatorio antes que descriptivo, ya que en su análisis pormenorizado una unidad muraria o muro puede ser bien una citara. En esta clasificación se identifican todos los vanos apreciados en el inmueble, tanto los que están en uso en el momento de la intervención como aquellos documentados en el desarrollo de la misma que han sido amortizados en el pasado. Estos vanos desaparecidos nos permiten establecer diferentes relaciones entre las estancias e incluso pueden datarse de modo relativo en función de técnicas constructivas y relaciones con las estructuras en las que se insertan. En cuanto a los muros el alcance de la intervención no ha permitido un análisis sistemático de todas las estructuras del inmueble, y en muchas de ellas, de construcción contemporánea no hemos entrado a realizar un trabajo pormenorizado por parecernos esta una tarea vacua frente a los elementos históricos del mismo.

Zonificación

En un nivel inicial de trabajo la clasificación básica de espacios, vanos y muros es la más indicada para abordar la tarea, sin embargo a medida que avanza el conocimiento del medio estudiado se debe jerarquizar la clasificación con una categoría adquirida a posteriori, fruto del avance de este conocimiento sobre el inmueble, que subsuma varios espacios en una categoría superior. El siguiente nivel de catalogación espacial de edificio han sido las zonas, creadas como agrupaciones de espacios con un criterio histórico y funcional coherente fruto del conocimiento adquirido del edifico. Para que el salto de nivel no fuese excesivo en cuanto a tamaño espacial y poder mantener una coherencia organizativa, las zonas aglutinan espacios dentro cada una de las plantas del inmueble.

Grupos espaciales

Es obvio si en la clasificación por zonas atendemos a criterios históricos y funcionales, al ceñirnos a la división actual de plantas del edificio viciamos este criterio atándolo a una parcelación espacial que limita la lectura global del edificio. Sin embargo consideramos que las zonas son una clasificación intermedia necesaria entre los espacios y la categoría superior que describimos a continuación como grupo espacial (abreviado G.E. en adelante) en la cual agrupamos zonas y espacios, ahora si, netamente desde criterios históricos y funcionales. Estos G.E. deben crearse a criterio del arqueólogo mediante el conocimiento adquirido durante la intervención, atendiendo a organizar G.E. con entidad crono-funcional coherente; esto es, buscando que los G.E. faciliten siempre la comprensión del edificio.

En este modelo que planteamos, en el momento previo a la intervención se elabora la herramienta básica sobre que iniciar el trabajo, la división de espacios del edificio. Las categorías superiores (zonas y G.E.) deben entenderse necesariamente como dinámicas, producto del avance de la investigación de campo.

Unidades estratigráficas

En este apartado aclaramos la nomenclatura utilizada en la intervención para definir estas unidades. En el caso de las unidades estratigráficas asociadas a estructuras se usará el término Unidad Estratigráfica Muraria (UEM) precedido de la nomenclatura de la estructura de la que forme parte (ejemplo: la unidad estratigráfica muraria 27 del muro 4=M4UEM27). En el caso de la unidades de excavación de los seguimientos de las zanjas de saneamiento y rebajes de suelos, las unidades estratigráficas (UE) irán asociadas a los espacios en los que se desarrollen (ejemplo: la unidad estratigráfica 4 en la zanja que cruza la estancia 2= E2UE4).


CONCLUSIONES

La posibilidad de haber desarrollado esta pequeña intervención arqueológica sobre Bibataubín ha supuesto la ocasión para comenzar a desmadejar desde el conocimiento empírico del edificio el complejo proceso de desarrollo histórico de una construcción tan singular e importante en Granada. En esta tarea la interacción entre los datos arqueológicos y las fuentes históricas y bibliográficas suponen la apuesta que hemos planteado para maximizar la obtención de información y poder trazar siquiera esquemáticamente la evolución de Bibataubín. Asumiendo errores y carencias, a lo largo del trabajo hemos intentado desarrollar lo que a nuestro entender debe ser el objetivo de una intervención arqueológica en un edifico histórico, la lectura diacrónica de todo el proceso histórico del mismo, inserta en el marco general de la evolución de la ciudad en la que se desenvuelve.

Bibataubín surge hacia principios del s. XII como una puerta en recodo que define el límite meridional de la ciudad islámica, enmarcada en un cinturón de murallas que da carácter eminentemente urbano al espacio ocupado en la margen izquierda del Darro (CAÑAVATE TORIBIO, J.: 2006: 97); de este modo la zona, habitada desde al menos un siglo atrás, se incorpora definitivamente a la estructura de madina de Granada. Pero la muralla surge ya en un momento de repliegue del poder de al-Andalus en la Península, cuando el poder musulmán pasa definitivamente a desarrollar una labor defensiva en un territorio que se reduce progresivamente frente al auge de los reinos cristianos. Esa estructura se sustanciaría en la torre en que existió a las espaldas de cuartel hasta 1968 (BARRIOS ROUZA, J. M. 2006:298), cuando fue derribada en una criminal operación inmobiliaria (Fig. 2).

Durante el periodo nazarí Granada se configura como último reducto de al-Andalus; a lo largo de doscientos cincuenta años mantendrá su independencia frente al empuje de los reinos cristianos determinados a concluir el ideal de Reconquista. Finalmente será la unión de las coronas de Castilla y Aragón la que lleve a término la extinción del reino de Granada, incapaz de resistir el poderío militar cristiano y de sobreponerse a las intrigas dinásticas que la azotaban. El temor de este periodo se refleja en Bibataubín con el refuerzo de las defensas, construyendo una antepuerta a la puerta en recodo existente y posiblemente una barbacana (Fig. 3). Pero no bastarán las murallas para resistir el ímpetu de un estado en ciernes de la Edad Moderna frente a un reino anclado en disputas por el poder que finalmente debe rendirse frente a lo inevitable.

Desde 1492 se iniciará un proceso a través del cual los dominadores castellanos impondrán su modelo de ciudad y dentro de él uno de los factores primordiales inmediatos será la defensa frente a una numerosísima población local cuya lealtad a los nuevos gobernantes era considerada dudosa. Dentro de este plan defensivo Bibataubín será uno de los ejes principales para defender Granada, operándose en la puerta musulmana un cambio radical en un espacio de tiempo muy breve. La puerta fortificada será considerada obsoleta y aprovechando esta estructura se edificará una fortaleza, fundamentalmente entre 1492 y los primeros años del s. XVI, en cuyo diseño incorporará su autor, el ingeniero militar Ramiro López (VILAR SÁNCHEZ, J. A. 2007:192-193), los elementos más innovadores de la poliorcética occidental del momento (Fig. 4). El edificio ya no sólo defenderá a la ciudad del enemigo exterior, si no también del nuevo enemigo interior, los moriscos. Este proyecto, el más ambicioso para defensa de Granada tras la conquista, no tardará caer en una decrepitud prematura motivada por una suma de factores. La inversión de la corona en la ciudad se redujo a medida que se generaban nuevos conflictos bélicos más lejanos y necesidades que requerían de atención e inversión más urgente, esta desatención aumentó a medida que el peligro morisco se fue erradicando hasta la definitiva expulsión de esta población. En este ínterin Granada creció según el nuevo patrón urbano, rebasando el límite meridional que defendía Bibataubín, que quedó de este modo tan solo como custodia de sí misma. Con una guarnición mermada y desmotivada, el edificio padecerá un problema derivado de su situación que arrastrará a lo largo de los siglo, su ubicación en las proximidades del río Darro genera la filtración de humedades -cuando no de agua- a través de sus cimentaciones y muros causando un deterioro que obliga a un continuo y caro mantenimiento.

Uno de los elementos principales del castillo que ha llegado hasta nuestros días es el baluarte circular que se adosa al ángulo meridional del castillo. Esta estructura estaba destinada a defender con artillería la parte del foso que se situaba al exterior de las murallas de la ciudad. El baluarte ha sobrevivido en gran medida a las sucesivas transformaciones realizadas en edificio hasta nuestros días, aunque lamentablemente hemos perdido el forjado de la segunda planta. El baluarte artillero está compuesto por dos estancias divididas en dos plantas, por un lado el espacio usado actualmente como sala de juntas y por otro la sala situada en el subsuelo, inmediatamente debajo de ésta.

La planta inferior del baluarte ha sido la más grata sorpresa de la intervención. Si bien de modo previo a iniciar los trabajos teníamos constancia de ella a través de las fuentes, la posibilidad de que fuese recuperable nos parecía improbable a causa de su prematura amortización dentro de su funcionalidad en 1718. Originalmente esta era la planta fuerte del baluarte, situada dentro de foso, la cual a través de seis cañoneras defendía el propio foso y los lienzos del castillo que se desarrollaban en los laterales del baluarte. Al cegarse el foso en 1718, esta planta quedo enterrada en el subsuelo, pasando a ser almacén y desapareciendo de las fuentes al menos desde el s. XIX. Esta falta de datos nos había llevado a pensar que en transcurso de alguna reforma habría sido colmatada de escombro, si es que no había sufrido daños mayores. Pero en el transcurso de un reconocimiento detallado del edificio, la tapa de una supuesta arqueta en la sala de juntas se reveló como el acceso a esta planta inferior del baluarte.

El estado de la estancia era en el momento del hallazgo bastante malo pero recuperable. Se confirmó que recientemente había servido como depósito de escombros de alguna reforma menor y que había acumulado agua hasta niveles imprecisables en detalle pero que superaban ampliamente los tres metros. Su forma es aproximadamente circular, con un diámetro de 10, 10 m. y una altura máxima hasta la planta superior de 7,57 m. La sala presenta un pilar central de planta cuadrangular elaborado en ladrillo trabado con mortero de cal del que arrancan cuatros arcos de la misma factura que soportan una bóveda mortero de cal hormigonado. El alzado de la estructura también mortero de cal hormigonado construido con tapiales que alcanza un grosor (al igual que en la planta superior) de 2,90 m.

En torno al pilar se disponen tres paralelepípedos de ladrillo trabado con mortero de cal que originalmente formaban parte de la estructura de descenso a la sala. Actualmente el descenso se realiza a través un vano rectangular que servía como respiradero. Esta planta baja del baluarte tenía como función defender el foso y las cortinas de muralla anexas del castillo mediante el uso de artillería. Para esta función estaba dotado de seis cañoneras, dos elevadas, a 2,51 m. de altura del suelo que defendían las murallas y cuatro bajas, a ras de suelo, que cubrían el foso. Estas estructuras permanecen cegadas desde 1718, cuando al cegar el foso la planta de baluarte pasó a estar enterrada. El acceso que hoy usamos para bajar es una chimenea de ventilación, una solución inventada por Ramiro López para evacuar los densos humos de pólvora negra que producirían las seis piezas artilleras de la sala cuando se produjese un ataque. En el forjado perdido de la parte superior del baluarte debía encontrarse una abertura gemela alineada con la anterior que permitiría al humo escapar al exterior de la estructura. El suelo que encontramos hoy día está realizado con cemento Portland con pendiente hacia un pequeño foso producto de la reforma realizada en esta planta del baluarte para convertirlo en aljibe que en la década de los treinta del siglo XX. Un pequeño sondeo ha revelado que bajo esta capa de cemento –de grosor variable en torno a los cinco centímetros- se encuentran los restos de destruidos de una solería de ladrillo (trozos de ladrillo han sido incorporados al relleno para crear las pendientes) que se apoyaba directamente sobre las arenas que componen el sustrato geológico.

El siglo XVIII supondrá el fin de la fortificación, atrapada en una ciudad a la cual había pasado de causar admiración a ser rémora y fuente de estorbos para su población. En 1718 el Cabildo consigue tras años de protestas ciudadanas cegar el gran foso que se desarrollaba en torno al castillo (MARTÍNEZ JUSTICIA, Mª. J. 1987:232. Uno los elementos más espectaculares de la fortaleza se había convertido a causa del abandono, en un espacio donde se acumulaban basuras y aguas estancadas. A partir de la década de los treinta se comienza a acariciar un proyecto para convertir el ruinoso edificio en un cuartel que solventará el problema de las tropas permanentes y eventuales que había en Granada. Finalmente el proyecto se lleva a cabo entre 1752 y 1764 (VIÑES MILLET, C. 1981:94-99), cambiando radicalmente la morfología de la construcción ya que, aunque ésta incorpora muchos de los elementos que quedaban en pie del castillo, éstos quedan ocultos en el nuevo diseño (Fig. 5). El cuartel supondrá la edificación de, entre otros elementos, la fachada y la torre poligonal sobre el baluarte meridional del castillo que, a partir de este momento pasarán a ser elementos característicos y definitorios de Bibataubín, eclipsando a otros que antes habían destacado más en el inmueble como el patio septentrional y el gran baluarte con la misma orientación que se encontraba en este patio. A principios del s. XIX todos estos elementos habrán desparecido absorbidos por el crecimiento urbano, restando tan sólo la parte meridional del castillo convertida más propiamente en alojamiento para tropas.

En esta nueva fachada que todavía podemos apreciar hoy, aunque bastante transformada, estuvieron situadas tres hornacinas de las que aún sobreviven dos. En ellas se encontraban esculturas monumentales de granaderos (de dos metros y medio de altura) elaboradas en calcarenita y que desaparecieron durante la reforma para habilitar el edifico como sede de la Diputación Provincial. Lamentablemente, durante el control arqueológico de movimientos de tierra hemos hallado la cabeza de unos de estos granaderos (Lam. 3) incorporada al relleno del patio del edificio, lo que evidencia que las tres esculturas fueron destruidas en aquel momento.

Tras el abandono de la Guerra de la Independencia, el cuartel vuelve a ser ocupado por el ejército en 1825, continuando su actividad primero como sede administrativa y más tarde como cuartel de artillería hasta que, en 1932 es cedido a la Diputación Provincial para albergar su sede (Fig. 6). La nueva función a la que va a ser destinado plantea la realización de una rehabilitación, que somete al inmueble a una transformación muy importante de la cual hemos dado cuenta en la medida que hemos podido documentar los elementos del castillo y el cuartel que quedaron ocultos, sin embargo su alcance total nos es desconocido, al carecer de información suficiente -histórica y arqueológica- de lo suprimido para conformar el nuevo edificio.

Tras esta gran reforma se realizarán algunas otras de carácter menor en la segunda mitad del s. XX, que continuarán abundado en la tónica histórica de transformar sin conocer, recurriendo tan sólo a los valores de utilidad del edificio. De este modo se ha elaborado a lo largo del tiempo el palimpsesto constructivo que supone Bibataubín, cuya historia a lo largo de estas páginas hemos intentado deconstruir con los datos recopilados.

Bibataubín es uno de los edificios históricos más importantes de Granada pero hoy en día su memoria está perdida para los ciudadanos que, al pasar frente a él, tan sólo admiran con curiosidad la monumentalidad de su fachada. Los más interesados por la historia de la ciudad refieren que allí hubo un castillo, señalando a la torre que saben que de algún modo debió formar parte de él. Ya no se puede ver la puerta de recodo que delimitó la Granada almohade del s. XII, el recinto defensivo nazarí que protegió el delicado límite sur de la medina, el castillo innovador de finales del s. XV cuyo autor fue elogiado por Alberto Durero (DURERO A. 1527:172) y fuente de inspiración para Leonardo da Vinci (COBOS GUERRA, F. 2002:682), el cuartel con granaderos colosales en su fachada y, en suma, las construcciones que han sido Bibataubín, a través de la cuales podemos conocer una parte importante de ocho siglos y medio de la historia de Granada. Sin embargo, todos esos edificios que han sido y que han dado lugar a lo que hoy Bibataubín siguen vivos en la construcción actual ya que sucesivamente han llegado a conformar la edificación existente cuya historia, como hemos planteado en este trabajo, es un bien aprehensible incluso en el contexto de una intervención arqueológica limitada como la que hemos realizado. Cuando una entidad pública rehabilita un edificio histórico que además es Bien de Interés Cultural, no sólo le devuelve a éste la funcionalidad, también debe devolver a la ciudadanía su historia.

Epílogo

Granada, como cualquier ciudad, se comporta a través del tiempo con una cualidad orgánica que le confieren sus habitantes, desarrollándose y cambiando en la medida en que las generaciones y las coyunturas históricas se suceden. Lo antiguo cede su espacio a lo nuevo y con el devenir de los siglos cada vez son menos los elementos históricos que nos quedan a través de los cuales poder intentar descifrar y comprender quienes somos como sociedad. Lo que hemos podido dilucidar de Bibataubín a través de esta pequeña intervención nos ha permitido saborear en parte un palimpsesto que relata más de ocho siglos de historia de esta ciudad; gentes y formas de pensar que conformaron diferentes Granadas, distintas a la que hoy conocemos y de las cuales cada una es heredera de la anterior. La función de la Arqueología (como disciplina de la Historia) es investigar esos procesos y de modo irrenunciable darlos a conocer a la sociedad actual; éste es el sentido de esta obra que pretende proporcionar a quien tenga interés por acercarse a ella la información necesaria para obtener un mayor conocimiento y por tanto, tal y como preconizaba el espíritu de la Ilustración, llegar a ser mejor persona.

En cuanto al propio edificio, tras finalizar la intervención arqueológica las posibilidades de integración de elementos históricos en el inmueble eran impresionantes. Por parte de la dirección arquitectónica de la obra se ofrecieron propuestas muy interesantes de integración al nuevo edificio de elementos como paramentos y vanos (sobre todo de la fase del cuartel), que hubieran permitido al visitante una comprensión del mismo muy enriquecedora. La dirección arqueológica por su parte, además de apoyar estas propuestas, apostó principalmente por dos elementos: recuperar el baluarte artillero y excavar el foso del castillo en zona de la cochera, haciendo ambos elementos visitables al público de manera puntual. En el espacio de la bóveda del baluarte propusimos la creación de montaje expositivo que trasladase al visitante en un espacio tan singular y de modo muy visual y sintético la historia de la evolución del edificio (y por ende, la historia de la evolución de Granada). Dado el perfecto estado de la planta baja del baluarte artillero y lo exiguo de la excavación en la cochera (que no pretendía más que librar al foso de lo que quedaba de los rellenos vertidos en la demolición de 1718), esta propuesta no constituía en absoluto una tarea faraónica. Al contrario, con una inversión modesta los resultados podrían haber sido espectaculares: la recuperación de un baluarte artillero de finales del s. XV dentro de un edificio histórico en el centro de la ciudad que llevaba olvidado casi tres siglos. Sin embargo la institución promotora de la obra, la Dirección General de Patrimonio de la Junta de Andalucía, no mostró ningún interés por estas medidas. A pesar de que en ocasiones, con pueril inocencia, algunos pensemos que las instituciones públicas deben ser las primeras en velar por el Patrimonio Histórico de todos los ciudadanos, la Administración es compleja y cada compartimentación en que se divide no suele ver más allá de los fines a los que está destinada, por eso recurrimos a la Delegación Provincial de Cultura. ¿Quién más indicado para defender el Patrimonio Histórico y hacer que éste llegue al ciudadano? Pero también en esta instancia no sólo se rechazó nuestra propuesta, si no que incluso banalizaron la parte de las propuestas planteadas por la dirección de obra que quedaron reducidas al mínimo.

Contamos con un hermoso instrumento que es la Ley del Patrimonio Histórico de Andalucía (14/2007 de 26 de noviembre) que en su artículo 4.1 dice: “Las Administraciones Públicas colaboraran estrechamente entre sí en el ejercicio de sus funciones y competencias para la defensa, conservación, fomento y difusión del Patrimonio Histórico, mediante relaciones recíprocas de plena comunicación, cooperación y asistencia mutua.” Sin embargo la virtud de la que debe hacer gala un instrumento legal debe ser la efectividad si queremos sirva al fin para el que ha sido promulgado.

Sentenciado Bibataubín, no podemos negar la frustración que nos queda por este resultado, aunque sin duda este sentimiento tiene que ser mayor en todos aquellos ciudadanos interesados por su Patrimonio que de un modo u otro conozcan la existencia de lo que esconde el palacio y que no pueden llegar a conocerlo de primera mano. Todas las partes implicadas en esta peripecia han tenido la ocasión entrar al edificio y ver aquello de lo que en nuestro trabajo de investigación tan sólo hemos transmitido un pálido reflejo a través de planos y fotografías. Algunos hemos contemplado el impresionante baluarte abovedado con interés y admiración, otros con insustancial indiferencia pero sólo unos pocos hemos tenido la oportunidad de disfrutar de aquello que pertenece a todos los ciudadanos, no olvidemos que la reforma de Bibataubín es una obra de carácter público en un edificio público que es, además, Bien de Interés Cultural.

Hasta aquí el que ha sido el último capítulo por ahora de la historia de un espacio que comenzó allá por el siglo XII, cuando el crecimiento de Granada hizo necesario construir una nueva muralla que defendiese la ciudad en expansión, y en esa muralla se edificó una firme puerta que permitiera el acceso a los ciudadanos y los defendiera de los invasores. Más tarde vendría una fortificación innovadora en Europa y el cuartel y la sede de la Diputación Provincial. Lo que ofrezca Bibataubín en el futuro está en las manos de sus propietarios antes que en las de sus gestores electos y técnicos, somos los ciudadanos quienes debemos decidir hasta que punto que queremos conocer y disfrutar nuestra historia y legarle al futuro una auténtica “sociedad del conocimiento”.


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