CERÁMICA NAZARÍ DE MADĪNAT ANTAQĪRA. UN CASO DE ESTUDIO, LA CERÁMICA DE “LA MORALEDA” EN ANTEQUERA (MÁLAGA)

NASRID CERAMICS FROM MADĪNAT ANTAQĪRA. A CASE STUDY, CERAMICS FROM “LA MORALEDA” IN ANTEQUERA, MÁLAGA

Lucía MONTES CAMPOS *

Resumen
Este trabajo presenta la cerámica de cronología fundamentalmente nazarí procedente de “La Moraleda” en Antequera (Málaga). Este yacimiento es una fosa vertedero a cielo abierto excavado en el año 2015, que ha ofrecido datos muy interesantes desde el punto de vista arqueológico. La intención es examinar de forma exhaustiva los materiales para realizar un análisis tipológico y decorativo de la cerámica y, con ello, ampliar el conocimiento sobre la situación de Antequera como ciudad de frontera durante los siglos XIII al XV.

Palabras clave
Nazarí, Antequera, cerámica, tipológico, decorativo.

Abstract
This work presents the study of Nasrid ceramics from an archaelogical site called “La Moraleda” in Antequera, Málaga. This site is an open landfill pit excavated in 2015, which has provided very interesting archaeological information. The intention is to exhaustively analyze the ceramics from this site to carry out a typological and decorative analysis of the materials and, thus, to expand knowledge about the situation of Antequera as a border town from the 13th to the 15th century.

Keywords
Nasrid, Antequera, ceramics, typological, decorative.

INTRODUCCIÓN

El estudio de la cerámica ha sido fundamental para el conocimiento de las sociedades del pasado. Por ello, la realización de un trabajo basado en el análisis de los materiales cerámicos de un yacimiento en concreto, en este caso, en la ciudad de Antequera (Málaga), surge de la necesidad de completar un campo de conocimiento en la bibliografía de estudios antequeranos para acercarnos, aún más, a su evolución como ciudad de frontera en época nazarí.

En los últimos años, las investigaciones sobre la época medieval en Antequera se han incrementado, lo cual ha permitido comprender cuáles son las características fundamentales que han posibilitado su evolución como territorio en esta etapa andalusí. Los materiales cerámicos de este trabajo, de cronología fundamentalmente nazarí, fueron hallados en la segunda intervención que se llevó a cabo en “La Moraleda” en Antequera, (Málaga), bajo la dirección de los arqueólogos Francisco Melero García y Andrés Fernández Martín (FERNÁNDEZ MARTÍN y MELERO GARCÍA 2011), en la cual se excavó la Unidad Estratigráfica 26, definida como un muladar o lugar de vertido de residuos (ss. XIV y XV).

Es fácil imaginar lo dificultosa que se volvería la vida diaria de los andalusíes cuando su territorio pasaba a estar en primera línea de frontera. En su mayoría, las actividades cotidianas realizadas fuera de la ciudad amurallada se restringirían, las zonas de cultivo y pastoreo se abandonarían para dejar paso a la militarización y defensa del territorio y, del mismo modo, se paralizarían las actividades de intercambio y comercio. Estos cambios afectaron a la estructura socioeconómica de los territorios de frontera que, consecuentemente, irían adaptándose a su nueva realidad y que quedan reflejados en los depósitos arqueológicos (ALONSO VALLADARES 2015: 22). De esta manera, estudiar la cerámica procedente del muladar de “La Moraleda” nos permite comprender la situación de la sociedad medieval de esta medina desde el punto de vista de la cultura material, el flujo comercial que pudo darse en el Emirato nazarí con respecto a la cerámica y los centros de producción más cercanos a nuestro territorio.

METODOLOGÍA

La metodología utilizada se ha basado, principalmente, en la revisión de las fuentes documentales y bibliográficas, para comprender y sintetizar el conocimiento que existe sobre el territorio antequerano en época andalusí. Por otro lado, ha sido fundamental las consultas de los trabajos previos con relación a la ciudad, entre ellas, las aportaciones del arqueólogo local de Antequera, Manuel Romero Pérez, con un extenso elenco de trabajos e investigaciones arqueológicas con relación a la ciudad.

Sin duda, siendo éste un estudio cerámico centrado en época andalusí, ha sido imprescindible acudir a los trabajos realizados por Roselló Bordoy, principalmente al trabajo El nombre de las cosas en al-Andalus: una propuesta de terminología cerámica (1991) y aquellos desarrollados por Alberto García Porras sobre la cerámica nazarí, investigaciones pioneras en el tema que aquí se aborda. Como mención especial, debemos destacar la tesis doctoral inédita de Francisco Melero García, La cerámica de época nazarí en la provincia de Málaga (2021), como base de conocimiento y reflexión de este trabajo.

La metodología de este estudio cerámico se ha basado en un análisis funcional-tipológico y decorativo de las piezas. Conocer las características funcionales, tipológicas y decorativas de una cultura material específica permiten encuadrarla, no sólo dentro de un marco cronológico y geográfico concreto, sino que, también, es esencial para determinar la evolución de una ciudad, el conocimiento etnológico (FERNÁNDEZ NAVARRO 2000: 43) y las redes de comercio e intercambio que se dieron en ella. Dentro de este análisis se atienden a diferentes características, como la forma, la funcionalidad, acabados y decoraciones, y paralelos, que nos permiten conocer y agrupar las sucesivas series y tipos que se han desarrollado en cada contexto histórico (MELERO GARCÍA 2021: 42).

Durante la excavación del muladar o fosa vertedero en el año 2015, se recuperó la totalidad de los materiales gracias al cribado, encontrando piezas cerámicas de muy pequeño tamaño. Se ha procedido al lavado con agua y cepillo para eliminar los restos de tierra y polvo y al correcto secado. Tras lavar las piezas se procedió a una selección de las más significativas, respondiendo a un criterio tipológico y decorativo. Prácticamente la totalidad de los materiales estudiados son bordes, cuellos, cuerpos, bases y asas sin llegar a remontar ninguna al completo. El estudio de las inclusiones se ha realizado de forma macroscópica a través de la observación superficial de las pastas. Posteriormente, se ha procedido al remonte y pegado de algunas de ellas, utilizando el clásico pegamento Imedio. Finalmente, se ha procedido al dibujo de las piezas más significativas utilizando el papel milimetrado, tomando los datos biométricos con un pie de rey acompañado de un conformador y cartabón, para posteriormente ser digitalizadas y presentadas en este trabajo.

Marco geográfico y poblacional

La situación geoestratégica de Antequera, situada dentro del Surco Intrabético, compuesto por una serie de depresiones situadas en la zona sur de la península es el motivo principal por el cual este territorio ha sido habitado desde épocas tan tempranas (ROMERO PÉREZ 2014: 222). Su baja altitud y gracias a que se encuentra rodeado de ríos, goza de un buen abastecimiento hidrográfico. Se localiza en el valle del Guadalquivir y se encuentra cercana a la depresión de Fuente de Piedra, el río Genil y el río Guadalhorce, que la atraviesa de este a oeste. En la zona de El Torcal también nace el Río de la Villa, que se une al agua de Fuente de Berros para terminar desembocando en el mismo río Guadalhorce (ABBAS Y MUSTAFA 2015: 123). Esta característica será un elemento propicio para el cultivo de su vega que, además, se caracteriza por una calidad de la tierra excepcional. En cuanto al clima, es seco en verano y suave en invierno, no contando con temperaturas extremas en todo el año, favoreciendo las actividades agrícolas. Tiene una climatología más parecida a la atlántica debido a que la Sierra del Torcal actúa como barrera climatológica por su gran altura interponiendo el paso de la mediterránea (PAREJO BARRANCO 1987: 2).

Todas estas particularidades han favorecido que el territorio antequerano cuente con evidencias poblacionales desde el Paleolítico Medio. Los primeros pobladores habitaban el Paraje Natural conocido como El Torcal, donde desarrollaron actividades recolectoras, ganaderas y algunos cultivos de cereales y leguminosas (GONZÁLEZ QUINTERO et al., 1995: 163). A partir del IV milenio comienza a haber asentamientos al aire libre. Entre finales del Neolítico y principios del Calcolítico aumenta su presencia en la zona de la vega de Antequera. Estos pobladores desarrollaron una de las manifestaciones megalíticas más importantes de la península (MARTÍN SOCAS et al. 2004: 71-73). Los Dólmenes de Antequera: Menga, Viera y el Tholos del Romeral, fueron nombrados Patrimonio de la Humanidad en el año 2016 por la UNESCO por sus excepcionales características constructivas y su singular relación con el paisaje.

Por otro lado, se han hallado restos cerámicos de forma superficial en el conocido como Cerro del Castillo, en la parte alta de la ciudad, que se remontan al Bronce Final y donde se constata una ocupación de origen ibero (RAMBLA TORRALVO et al. 2007: 165). Ya en el siglo I d. C. comienza la romanización en las inmediaciones de la depresión de este territorio, encontrando en los últimos años evidencias de numerosas villae, entre las más importantes, la Villa de Antikaria y Singilia Barba (ROMERO PÉREZ 2014: 223).

Desde el siglo II se constata el despoblamiento de algunas ciudades como, por ejemplo, Singilia Barba, aunque parece que Antikaria no sufrió mayores consecuencias, debido a la continuidad de ocupación de la zona alta (PAREJO BARRANCO 1987: 34). Por otro lado, no contamos con estudios realizados en profundidad que hayan afirmado un asentamiento de origen bizantino en este territorio, pero es probable que hubiera formado parte del cinturón defensivo dispuesto en Hispania que el emperador Justiniano desarrolló dentro de su “renovatio imperii”, durante el siglo V (ROMERO PÉREZ 2002: 146). En el siglo VI, el territorio pasó a manos visigodas con Leovigildo, en el cual Antikaria se habría incluido dentro del obispado visigodo establecido en Málaga (PAREJO BARRANCO 1987: 37).

El origen andalusí de Antaqīra se remonta al 714-716, cuando las tropas de ‘Abd al-Aziz, ocuparon la antigua Antikaria. La importancia de Madīnat Antaqīra se forja a lo largo de los siglos, su evolución como ciudad a lo largo del periodo andalusí es un proceso gradual y paulatino, pasando de ser un ḥiṣn de escasa importancia a principios del siglo VIII a conformarse como una auténtica madīna árabe a partir del siglo XI, cuya relevancia residió en su posición geoestratégica al encontrarse situada en el cruce de caminos de la zona sur peninsular. En época nazarí el territorio antequerano pasó a convertirse en un lugar clave de contención de tropas castellanas. Una ciudad de frontera que cada vez albergaba más población que huía de los territorios anexionados a Castilla y en el que ya se estaban desarrollando nuevos espacios defensivos, religiosos y civiles, sobre todo, tras la conquista de Sevilla en 1248 (ROMERO PÉREZ 2002: 165). Durante la última etapa nazarí se desarrolló la reconstrucción de estructuras hidrográficas, reformas en espacios urbanos y defensivos y adaptaciones de la producción artesanal, agrícola y ganadera. Ibn al-Jatib nos describe la Antequera del siglo XIV como: “un lugar dotado de excelente tierra, magníficos alimentos y rica ganadería. Un espejo en el que gusta mirarse durante todo el año. Posee amplia y llana campiña, ornamentada por jóvenes y viejas plantas. Patria buena de buena gente. Los arroyos serpentean ocultándose entre los huertos, sin quejarse del largo camino que recorren y ofreciendo un bellísimo aspecto, realmente incomparable en hermosura y en fertilidad. A pesar de su amplitud, esta campiña no se queja de la falta de agua” (CHABANA 1963: 137). Antaqīra fue sitiada por el Infante don Fernando el 16 de septiembre de 1410, siendo este territorio un eslabón para llegar hasta la capital del Emirato nazarí, Granada (Fig. 1).

Fig. 1. Situación geográfica de Antequera en el Reino Nazarí. Elaboración propia.

Una actividad arqueológica preventiva. Sondeos en la zona de “La Moraleda”(Antequera, Málaga) (año 2011-2015)

Dentro de todo este marco contextual, hay que encuadrar el yacimiento del cual provienen los materiales cerámicos. En el año 2010 se propuso hacer una nueva estructura urbana en la zona conocida como “La Moraleda”, un parking construido con plazas en superficie y subterráneas. Al pertenecer el lugar al entorno de Antequera histórica se llevó a cabo una intervención preventiva en la zona por cautela arqueológica, donde se dieron movimientos de tierra, llevada a cabo bajo la dirección de Andrés Fernández Martín y Francisco Melero García, directores de Aratispi Patrimonio S.L. El yacimiento sigue la normativa municipal para la protección del Patrimonio Histórico Arqueológico, previsto en el Decreto 168/2003 de 7 de Julio y se encuentra recogido en el Catálogo de yacimientos arqueológicos del P.G.O.U de Antequera (aprobado con fecha 10 de junio de 2010) con el nº 51, denominándose “Casco urbano de Antequera”. Se identificaron dos sectores, A y B, comenzando los trabajos arqueológicos el 23 de agosto de 2010 y finalizando el 5 de octubre del mismo año. El área total de estudio fue 4.500 m2 (FERNÁNDEZ MARTÍN y MELERO GARCÍA 2011: 4).

El yacimiento se sitúa al noroeste de la ciudad, en un terreno que se ha explotado de forma agrícola a lo largo de los siglos y que se encuentra próximo al Río de la Villa. Durante el trabajo de campo se han realizado diferentes cortes parcelarios excavando de forma manual y delimitando los restos. Del mismo modo, se llevaron a cabo levantamientos fotográficos y planimétricos de todas las unidades estratigráficas, de planta y perfil, además de registro topográfico a través de coordenadas UTM (FERNÁNDEZ MARTÍN y MELERO GARCÍA 2011: 13) (Fig. 2).

Fig. 2. Antequera en época nazarí. 1. Alcazaba, 2. Medina, 3. Acequia de la medina, 4. Termas romanas de Santa María, 5. Liza de la plaza del Carmen, 6. Huertas de la Moraleda. Fuente: Melero García 2021: 271.

Estos terrenos estaban parcelados por muros o tapias durante los siglos XI y XII que, gracias a la construcción de arroyos y acequias, facilitaron la continua irrigación del lugar, desarrollándose diferentes cultivos (FERNÁNDEZ MARTÍN y MELERO GARCÍA 2011: 59-63). Durante esta intervención, se excavó la Unidad Estratigráfica número 26 al 50% ya que era necesaria la finalización de los trabajos arqueológicos para culminar la construcción del proyecto de aparcamiento. Debido a la importancia de la anterior excavación y la cancelación del proyecto de construcción de dicha estructura, posteriormente, se procedió a una segunda intervención en el muladar en el año 2015 para terminar de excavarlo. Estos resultados forman parte de una adenda de la memoria del año 2011 elaborada por Andrés Fernández Martín y Francisco Melero García, siendo los nuevos materiales cerámicos excavados en la UE 26 en el año 2015 el objeto de estudio de este trabajo.

La fosa-vertedero se conforma de unas dimensiones de 10,70 x 3,50 m y se ha excavado en torno a los 0,3 m de profundidad. Su cota máxima es 497,47. El lugar contiene grandes depósitos de tierra y grava, además de un gran número de materiales cerámicos y restos de fauna. Se ha llegado a la conclusión de que es esencialmente nazarí, con una cronología precisa a partir de la segunda mitad del siglo XIV e inicios del XV. Junto a estos materiales cerámicos se han encontrado, además, cerámica valenciana procedente de Paterna y Manises y un caso de cerámica sevillana del siglo XVIII. De esta manera, tras la excavación, el posterior estudio de los materiales y la evolución del terreno se ha llegado a la conclusión de que este conjunto se puede definir como un lugar aprovechado para deposición de materiales en momentos previos a la conquista de Antequera en 1410 (FERNÁNDEZ MARTÍN y MELERO GARCÍA 2011: 53) (Fig. 3).

Fig. 3. Techo de la fosa vertedero UE 26. Fuente: Melero García 2021: 276.

Las conclusiones desarrolladas tras el estudio de este pequeño terreno fueron: a) un retraimiento en época nazarí de la ciudad que propició el abandono agrícola de este lugar; b) posterior uso como vertedero o muladar, considerando que no se produjo un vertido prolongado en el tiempo, sino que ha sido interpretado como un vertedero de residuos inmediatamente después de la conquista de la ciudad; c) reutilización del terreno como espacio agrícola ya en época posterior a la conquista, con la llegada de nueva población al territorio (FERNÁNDEZ MARTÍN y MELERO GARCÍA 2011: 62).

Resultados analíticos

Análisis funcional-tipológico

El estudio de estos materiales cerámicos ha supuesto una serie de dificultades. Por un lado, presentan un alto grado de fragmentación, como ya se ha expuesto con anterioridad, no se ha hallado ninguna pieza completa y tampoco se ha podido remontar ninguna. Además, la gran mayoría de los fragmentos se encuentran muy rodados, haciendo imposible la identificación de algunos de ellos, al perderse prácticamente la forma o la totalidad del acabado y de la decoración. Son fundamentalmente de cronología nazarí, a excepción de algunas piezas de época moderna. Se han encontrado otros de momentos típicamente contemporáneos producto del arrastre, debido a movimientos del terreno en épocas posteriores, cuyo estudio no se incluye en este trabajo al no encontrarse dentro del marco histórico al que nos queremos referir. Otros restos a tener en cuenta dentro del lote son algunos fragmentos de vidrio y restos faunísticos que no han sido objeto de análisis en el presente trabajo.

El análisis tipológico de la cerámica ha sido una investigación fundamental llevada a cabo por los arqueólogos e investigadores en todas las épocas históricas para comprender las características de una sociedad determinada en cuanto a conocimientos, influencias y alimentación. En este trabajo se ha expuesto un análisis tipológico de los fragmentos organizados en grupos funcionales y series cerámicas, teniendo en cuenta la clasificación realizada por Roselló Bordoy presentada en su trabajo, El nombre de las cosas en al-Andalus: una propuesta de terminología cerámica (1991) y la tesis doctoral de Alberto García Porras El yacimiento medieval de El Castillejo. Nuevos datos a partir del estudio de sus materiales, (1998) Además, ha sido indispensable la consulta de la tesis doctoral de Francisco Melero, La cerámica de época nazarí en la provincia de Málaga (2021), un trabajo muy reciente y concreto de la cerámica malagueña en época nazarí que ha sido de gran ayuda y apoyo para encontrar paralelos.

Se han estudiado diferentes tipos de cada serie para aportar una tipología sobre la cerámica de “La Moraleda”, atendiendo principalmente a los bordes de las piezas cerámicas. De esta manera, podemos dividir los grupos funcionales en (Fig. 4):

Fig. 4. Gráfica porcentaje total de grupos funcionales identificados en la cerámica de “La Moraleda”. Elaboración propia.

a) Cerámica de mesa: ataifor/jofaina, jarrita, jarro.

b) Cerámica de cocina: marmita, cazuela, cuscusera.

c) Cerámica de iluminación: candil.

d) Cerámica de almacenamiento: jarra, tinaja, orza.

e) Cerámica de usos múltiples: alcadafe.

f) Cerámica de uso complementario: tapadera.

La cerámica se encuentra altamente fragmentada y rodada, en primer lugar, porque al ser un vertedero ha habido continuos movimientos de tierra que han dañado el conjunto y, además, porque la cerámica nazarí alcanza un nivel tecnológico y de perfección en sus pastas y formas que, al ser cada vez más finas, propician la fractura. En esta la última etapa andalusí, la cerámica alcanzó el culmen del desarrollo tecnológico con respecto a la etapa almohade anterior, respondiendo a las nuevas demandas de la sociedad nazarí (GARCÍA PORRAS 2006: 8). Los cambios tecnológicos más significativos se han observado con respecto a la cerámica de almacenamiento, tinajas y jarras, se diferencian de sus precedentes las almohades en una mayor estilización de la pieza, alcanzando el culmen de su producción con los conocidos jarrones nazaríes decorados en loza azul y dorada. La cerámica de cocina presenta pocos cambios entre un periodo y otro, incidiendo en especial en su acabado, la cubierta vítrea en el interior de las piezas, totalmente funcional para poder limpiar de forma más meticulosa el recipiente evitando residuos de alimentos. Por otro lado, la cerámica de mesa tiene un mayor desarrollo del estilo decorativo, al ser piezas para consumir los alimentos directamente de ella y vistas desde arriba, introduciendo el estampillado, vidriado o pintura en su cara tanto interna como externa. Quizá el cambio más notable es perceptible en la cerámica de iluminación, los candiles pasan de ser simples cazoletas a contener un pie alto con platillo inferior, fuste, asa y cazoleta para colocar el combustible y la mecha (GARCÍA PORRAS 2006: 3-8).

El estudio funcional tipológico ha determinado que existe un predominio de la cerámica de cocina y de mesa sobre las demás y ha dejado entrever todos estos cambios anteriormente descritos que convierten y definen a la cerámica de “La Moraleda” como fundamentalmente nazarí. (Fig. 5)

Fig. 5. Grupos funcionales, series y tipos identificados en la cerámica de “La Moraleda”. Elaboración propia.

1. En primer lugar, la cerámica de mesa es aquella donde se presentan y se consumen los alimentos, existiendo una gran variedad de tipos, siendo este grupo funcional uno de los más heterogéneos del lote cerámico. Las series que componen esta categoría son el ataifor y la jofaina, la jarrita y el jarro. En su totalidad están realizadas a torno, excepto las asas añadidas a las jarritas que están elaboradas a mano. Al ser un tipo de cerámica para ser vista en la mesa suelen presentar un acabado con cubierta vítrea y con signos de decoración en algunos casos. Dentro del ataifor distinguimos dos subtipos, y dentro de la jofaina tres subtipos. La diferencia entre ataifor y jofaina es el borde, siendo en el ataifor una tendencia hacia el exterior y en la jofaina con tendencia al interior. Dentro de la serie jarrita distinguimos tres tipos, de nuevo, atendiendo a la forma y al diámetro de los bordes y, por último, el jarrito o jarro, identificando dos tipos.

2. Dentro de la cerámica de cocina, recipientes esenciales para la vida diaria, se han distinguido diferentes tipos y series, siendo un grupo funcional muy diverso. Las series que lo conforman son marmitas, cazuelas y cuscuseras. Dentro de las marmitas, recipientes utilizados para cocinar alimentos de cocción lenta y en los cuales se podía comer directamente del recipiente (GARCÍA PORRAS 1998: 174), distinguimos tres subtipos en base al análisis de los bordes, donde predomina una clara tendencia al exterior con asiento para encajar la tapadera. Por otro lado, las cazuelas se utilizaban para cocinar alimentos con poco líquido y de forma rápida (MELERO GARCÍA 2021: 545) y, por lo general aparecen con un asidero que adquiere diferentes formas. Se han observado tres tipos de cazuelas en la cerámica de “La Moraleda”, atendiendo, de nuevo, a los bordes. Por último, las cuscuseras o coladores, que se caracterizan por tener agujeros en la base e incluso asas (MELERO GARCÍA 2021: 666). Se han identificado dos tipos atendiendo a las bases de los recipientes.

3. La cerámica de iluminación es aquella que proporciona luz y en el caso de este lote la única serie es el candil. El candil se compone de diferentes partes, la cazoleta, espacio donde colocar el aceite, la piquera donde se coloca la mecha y un cuerpo vertical que une esta parte superior con el platillo y el asa. Son conocidos como candiles de pie alto, siempre acabados en vidriado de diferentes tonalidades (MELERO GARCÍA 2021: 765).

4. La cerámica de almacenamiento y transporte se caracteriza por ser grandes contenedores donde se conservan los alimentos de forma líquida y sólida. Las series que la componen son la jarra, la orza y la tinaja, distinguiendo un solo tipo de cada serie. De forma general, no suelen presentar acabado en la superficie, pero sí decoración.

5. Dentro de la cerámica de usos múltiples destacamos el conocido como alcadafe o lebrillo, en el cual se podían condimentar alimentos, lavar la ropa o incluso tener algún uso industrial. En su mayoría están realizados a torno y vidriados en su interior, reconociendo tres subtipos según la forma y el diámetro del borde.

6. La cerámica de uso complementario que conforma este lote cerámico es la tapadera, diferenciando dos subtipos. Son piezas cuya función es tapar otros recipientes y presentan paredes divergentes o cóncavas y un botón o asidero para facilitar la sujeción (MELERO GARCÍA 2021: 673).

La visión general tras la observación y estudio de las piezas es que la mayoría de los materiales han sido modelados a torno, a excepción de algunas piezas modeladas de forma independiente, como las asas, que posteriormente se ensamblan tras el secado. El tipo de pasta predominante es la de color rojizo que se corresponde con barros silíceos, poco porosos y compactos, aunque también se han encontrado pastas de colores grises o amarillentas y porosas, con inclusiones tanto de pequeño, mediano y gran tamaño. El tipo de cocción predominante es la oxidante, es decir, durante el proceso de cocción el aire ha podido circular por los orificios al exterior del horno, dándole un color a las pastas de tonos más claros. Por contra, las piezas que presentan una cocción reductora es consecuencia del impedimento de la entrada de aire al horno, al no haber oxígeno, se produce un exceso de dióxido de carbono y como resultado el oscurecimiento de la cerámica. Todos los datos anteriormente descritos nos permiten afirmar que durante el periodo nazarí la producción de cerámica alcanzó su etapa más sofisticada. También podemos observar este perfeccionamiento en el uso de inclusiones de ciertos desgrasantes que otorgan a los recipientes de unas características concretas dependiendo de su uso. Aunque el estudio se ha hecho de forma macroscópica, en cerámicas de cocina observamos un tipo de pasta ferruginosa y desgrasantes, además de formas curvas que permiten a la pieza soportar el choque térmico extremo y no fracturarse, y la incorporación del vidriado en la cara interior para evitar la acumulación de residuos. En la cerámica de mesa los tonos de las pastas son más claros, ricas en calcio o calcáreas, que no rompen estéticamente con los vidriados, de colores también más claros, característica que comparten la cerámica de almacenamiento e iluminación.

Además, el estudio de los paralelos de cada serie ha determinado, en líneas generales, que hay piezas de las mismas características y cronología en otras zonas colindantes, especialmente dentro de la propia provincia de Málaga, que demuestran una clara red de distribución desde los centros de producción alfareros de Málaga hasta las zonas de frontera, en la cual se encuadra Antequera. En este territorio, y en localidades cercanas, como Cártama, Teba y Cañete la Real, se observan el mismo tipo formas, decoración, modelado y tipo de pastas, bien depuradas y de colores rosados, rojizos o claros, reafirmando esta distribución (MELERO GARCÍA 2021: 971).

Análisis decorativo

A toda esta gran variedad de formas y tipos de recipientes que se desarrollan en la última etapa andalusí, debemos observar también la evolución de las técnicas y motivos decorativos que han tenido lugar y que han culminado con el desarrollo de la loza azul y dorada. La decoración de la cerámica ha sido desde siempre un modo de expresión cultural desde los primeros tiempos del modelaje de la arcilla, para embellecer los recipientes y dotarlos de un carácter simbólico. (GARCÍA PORRAS 2012: 1379). La decoración de la cerámica está intrínsecamente relacionada con el desarrollo de la arquitectura nazarí, combinando los mismos motivos decorativos en ambos campos, como flores, trenzas, geométricos o palmetas (MELERO GARCÍA 2021: 812-832).

En primer lugar, se debe diferenciar entre técnicas decorativas o motivos decorativos. Las técnicas decorativas son aquellas utilizadas por el alfarero para llevar a cabo la decoración de la cerámica y los motivos decorativos son los diferentes temas de carácter simbólico y cultural aplicados a la misma (BUSTO ZAPICO 2012: 230). Las diferentes técnicas decorativas determinadas en el lote cerámico de “La Moraleda” se dividen en decoración alisada, espatulada, incisa, impresa, pintada y vidriada.

De forma concluyente y de la misma manera que en análisis funcional-tipológico, se aprecian paralelos con la cerámica producida en otras zonas de Málaga y Granada, principalmente, en los acabados y decoraciones, con cubiertas vítreas en óxido de cobre verde, turquesa o cubiertas estanníferas con decoración en manganeso, encontrando también diferentes motivos que se repiten en otros contextos de época nazarí, como la decoración incisa a peines, los estampillados con forma de rosetón sobre vidriado en verde o dibujos lineales u ondulados en verde sobre cubierta estannífera o en manganeso sobre cubierta turquesa.

Cerámica decorada en azul/azul y dorada

Al referirnos a este tipo de cerámica entendemos aquellas producciones decoradas en azul o azul y dorado sobre fondo blanco desarrolladas fundamentalmente en época nazarí en los territorios del sureste peninsular, Málaga, Granada y Almería, entre los siglos XIII y XV.

Esta cerámica de “reflejos dorados” se utilizó en diversas formas, aunque es más común observarla en los grupos de cerámica de mesa y almacenamiento, ya que son aquellas que se sirven en la mesa o que son transportadas. Esta nueva técnica áulica, la decoración en azul y dorado sobre la pieza, la convierte automáticamente en una pieza de gran valor y, por tanto, de lujo (GARCÍA PORRAS 2012: 1381).

La innovación más significativa de los alfareros nazaríes fue la introducción del azul cobalto sobre el fondo blanco en la decoración de las piezas cerámicas. Los diferentes estilos ornamentales que observamos en estas producciones van desde las decoraciones vegetales como palmeras o ataurique, líneas circulares o transversales, epigráficas y figuras geométricas. La incorporación por parte de los alfareros de estos nuevos métodos y técnicas decorativas tuvo un proceso anterior de adquisición de nuevas ideas procedentes de otros centros extranjeros del Mediterráneo (GARCÍA PORRAS 2006: 827). Además, en este yacimiento, aunque escaso, también se pone de manifiesto la distribución de piezas decoradas en azul y azul y dorada, siendo reflejo y demostración de la importación y distribución que hubo de esta cerámica de lujo desde los talleres alfareros malagueños a las zonas de frontera colindantes (MELERO GARCÍA 2021: 971). (Fig. 6)

Fig. 6. Decoraciones identificadas en la cerámica de “La Moraleda”.

CONCLUSIONES

Tras el análisis llevado a cabo en este trabajo, los resultados indican que la cerámica responde a la tipología de época fundamentalmente nazarí, yendo concretamente del último cuarto del siglo XIII al momento de la conquista en 1410. El estudio se ha basado en un análisis funcional-tipológico y decorativo del lote cerámico.

La conclusión más importante es que se determina que Madīnat Antaqīra no permitió que la ciudad creciese extramuros. De esta manera, la consideración de que se desarrollasen arrabales y centros de producción fuera de la medina sería nula, ya que, aunque la ciudad aumentase demográficamente no pudo llegar a desarrollarse extramuros precisamente por su situación fronteriza. No sería seguro para la ciudad ni para la población comenzar a situar arrabales ni áreas de producción artesanal en una zona de continua tensión y conflicto. Además, las diferentes intervenciones arqueológicas desarrolladas a lo largo del perímetro de la muralla no han mostrado indicios de que la ciudad desarrollase centros de producción. Aun así, los últimos estudios arqueológicos que han tenido lugar fueron hace años, siendo necesaria una revisión de esta información y la puesta en marcha de proyectos de investigación, así como de intervenciones arqueológicas en las inmediaciones de la antigua medina. Por tanto, gracias al estudio tipológico y decorativo se ha determinado una serie de paralelos con otros yacimientos de la misma cronología que nos afirman que fue desde los centros de producción de Málaga o Granada desde donde se distribuiría la cerámica a otras zonas colindantes, medinas y alquerías, entre las que se encuentra Antequera. Según los recientes estudios, llevados a cabo, principalmente, por Francisco Melero, se han constatado otros centros de producción alfarera en la zona de Estepona, Ronda y Vélez-Málaga, ciudades próximas al centro de estudio, que también abastecieron a diferentes zonas de la provincia (MELERO GARCÍA 2021: 971).

Por tanto, la cerámica de época nazarí que encontramos en los diferentes yacimientos de la ciudad de Antequera es cerámica importada de otros lugares, principalmente, de los centros de producción de Málaga capital. Sí que se desarrollaron otras actividades en las inmediaciones como, por ejemplo, de tipo agrícolas. La excavación en la zona de “La Moraleda” ha determinado que este lugar se utilizó como zona de huertos de forma continuada desde el siglo XI, época de las primeras taifas, y durante el periodo almohade, momento de mayor esplendor de la ciudad, donde se pone de manifiesto una intensificación de las tareas agrícolas y un aumento continuado de la población. En el segundo cuarto del siglo XIII se constata un abandono del lugar que durará hasta momentos posteriores a la conquista, lo que viene a señalar que hubo un retraimiento de la ciudad, precisamente por el asedio castellano a la ciudad. El yacimiento se encontraba al norte de la madīna y, aunque la ciudad aumentó significativamente durante los últimos siglos andalusíes, este terreno quedó prácticamente abandonado. Será tras la conquista castellana cuando hubo una reocupación del mismo para un uso agrícola y duró como tal, según el estudio del terreno, hasta el siglo XX. El análisis del estudio de los materiales de esta excavación ha podido fijar cronológicamente este vertedero, entre el 1375 a 1410, durante la última etapa nazarí. Fue un vertedero a cielo abierto que ha ofrecido datos importantes, tanto desde el ámbito de la cultura material como de la arqueozoología (FERNÁNDEZ MARTÍN y MELERO GARCÍA 2011).

Con la realización de este trabajo se ha intentado poner en valor la posición de Antaqīra como núcleo urbano durante el periodo andalusí. La ciudad ocupó una función de gran importancia dentro del Reino Nazarí de Granada y, a día de hoy, siguen perviviendo de forma visible las características urbanas y la cultura material que la definían como una auténtica medina de frontera. La Arqueología os ha permitido acercarnos, un poco más, a la realidad socioeconómica de la sociedad andalusí que aquí vivía, con sus propios condicionantes debido a la situación constante de conflicto, que la afectó íntegramente en aspectos tanto alimentarios, como de producción y de intercambio.

BIBLIOGRAFÍA

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AGRADECIMIENTOS

El desarrollo de este trabajo es parte de una investigación que comenzó hace ya varios años, tras terminar el Grado de Historia. En aquel entonces conocía evidentemente qué me apasionaba y a qué quería dedicar mis intereses e investigaciones: Antequera, mi tierra natal. El resultado culmen del constante esfuerzo y dedicación durante ese periodo fue el Trabajo de Fin de Grado, Madīnat Antaqīra, conformación de una ciudad islámica (2020). Tras escoger el Máster de Arqueología quería continuar con esta línea de investigación, aunque, lamentablemente, coincidió con la situación ocasionada por la COVID-19, dificultando desmesuradamente su realización, por la lejanía del centro de estudio y de los materiales. Pese a estas circunstancias, he contado con el apoyo de mi tutor Miguel Busto Zapico, cuyos conocimientos en cerámica medieval han sido claves para la elaboración de este trabajo y al que agradezco su dedicación durante todo el proceso. Además, la última mención debe ser, sin duda, para Francisco Melero García, arqueólogo antequerano, quién conocía de primera mano el yacimiento y los materiales cerámicos que aquí se han estudiado, su consejo y apoyo han sido fundamentales para la elaboración de este trabajo.

* Universidad de Granada. luciamontes.atq@gmail.com, https://orcid.org/0009-0006-0680-6306