ESTUDIO ARQUEOLÓGICO DEL RECINTO MURADO DEL CASTILLO DE OTÍÑAR (JAÉN). PRIMER PLANTEAMIENTO PARA LA LECTURA Y ANÁLISIS DE PARAMENTOS

ARCHAELOGICAL STUDY OF THE WALLED ENCLOSURE OF OTIÑAR CASTLE (JÁEN). FIRST APPROACH TO READING AND ANALYSIS OF PARAMENTS

José David ESPINOSA FERNÁNDEZ*

Resumen

El Castillo de Otiñar, pese a enmarcarse en un área destaca a nivel histórico, cultural y patrimonial, presenta una marcada ausencia de investigación. Con el presente trabajo pretendemos iniciar la labor investigadora en Otíñar a través de su estudio desde la arqueología de los restos de su recinto amurallado, identificando en este varios sectores y subsectores. Queremos con este trabajo, no solo dar lugar a una investigación de mayor calado y un avance en el conocimiento histórico, sino también poner de manifiesto la importancia de Otíñar y así lograr una figura de protección para la fortaleza.

Palabras clave

Otíñar, Valle del Quiebrajano, Arqueología de la Arquitectura, Castillo, Edad Media.

Abstract

The Castle of Otiñar, despite being part of an area that stands out on a historical, cultural and patrimonial level, presents an important lack of research. With this work we intend to start the research work in Otíñar through its study from the archeology of the remains of its walled enclosure, identifying various sectors and subsector. We want not only to give rise to a bigger investigation and an advance in historical knowledge, but also to highlight the importance of Otíñar and so achieve a figure of protection for the fortress.

Keywords

Otíñar, Quiebrajano´s Valley, Archeological Architecture, Castle, Middle Age.

DELIMITACIÓN DEL PERÍMETRO E IDENTIFICACIÓN Y DESCRIPCIÓN DE LOS SECTORES A ESTUDIAR Y SUS UNIDADES ESTATRIGRÁFICAS

Nuestro estudio se centrará en el conjunto de muros que conforman el complejo defensivo del Castillo de Otíñar (Fig. 1). Tras una primera visita destinada a llevar a cabo un reconocimiento del terreno y un primer planteamiento metodológico, observamos que la descripción que realizó Salvatierra Cuenca (1995: 147-149) continúa siendo muy acertada, aun teniendo en cuenta que el proceso de degradación que experimenta el castillo ha continuado en el tiempo. En base a las zonas identificadas por este autor, nosotros hemos llevado a cabo la identificación de distintos sectores y subsectores.

Salvatierra Cuenca (1995: 147-149) identifica tres zonas más allá del alcázar castellano, las estructuras internas y los aljibes; estas serían: “Muro Norte”, “Muralla Oriental” y Muralla Occidental”. Nosotros hemos denominado al “Muro Norte” como “Sector A”, y lo hemos dividido en “Subsector A.1”, “Subsector A.2”, “Subsector A.3”, “Subsector A.4” y “Subsector A.5”. La “Muralla Oriental” la hemos denominado como “Sector B” y estaría subdivida en los subsectores “B.1”, “B.2” y “B.3”; por último, la “Muralla Occidental” como “Sector C”, con los subsectores “C.1”, “C.2”, “C.3”, “C.4” y “C.5”. Ahora procederemos a presentar cada uno de los sectores, abarcando su descripción y la de sus subsectores, e identificar y describir las distintas unidades estratigráficas que encontramos en ellos. Para ello, y dado que tratar la descripción de los sectores y sus unidades estratigráficas sería realizar una reiteración innecesaria, realizaremos la descripción de los sectores a través de las UEs que encontramos en ellos. Esto supondrá abarcar el conjunto de UEs de un subsector, para una vez finalizado este, describir el siguiente subsector con las UEs que en él encontramos, aunque ello implique realizar una descripción interrumpida de diversas UEs. Sin embargo, creemos que sería la metodología más correcta, pues entendemos que la diferenciación en subsectores facilita la comprensión del texto.

Fig. 1. Complejo defensivo de Otíñar y localización de sus principales elementos. Autor: Juan Manuel Castillo Martínez, con QGIS 3.16.

El “Sector A” y sus subsectores

El primero de los muros que estudiaremos es el que denominamos “Sector A”, corresponde al muro que cerraría la elevación donde se ubica el complejo defensivo por el norte, se trata de uno de los primeros muros que observamos una vez hemos ascendido al cerro del Covarrón. Este es, un muro de tapial (UE 1) con restos de un encofrado de mampostería irregular de piedra caliza (Subsectores A.1 y A.2). La estructura se encuentra en un avanzado estado de degradación, y se ubica paralelo a la pendiente con orientación Este-Oeste por la cual se accede al interior del recinto. En el extremo este del muro se ubicaría la puerta de acceso al castillo, la cual probablemente fuese una puerta en recodo, o eso al menos podríamos pensar dada la cercanía de un bastión también de tapial (Subsector A.5). El muro se alza en su gran mayoría sobre el propio terreno de la pendiente, pero conforme descendemos desde esta hacia el lado occidental del cerro encontramos un zócalo de mampostería irregular (UE 2) conformado por piedras calizas, la mayoría de las cuales por su exposición a los agentes atmosféricos presenta una coloración grisácea. El zócalo sigue el quiebro que realiza el muro de tapial en la zona oeste, junto a la pendiente, hasta conformar prácticamente un ángulo mayor a los 90º, que a su vez tiene una proyección hacia la pendiente del cerro. En la zona donde acabaría el muro de tapial hay un pequeño camino que nos permitiría ver la cara interna del mismo (Subsector A.3), así como el muro de mampostería (Subsector A.4) sobre el que se apoyaría el tapial, este último considerado por Salvatierra Cuenca (1995: 147) como la fase de mayor antigüedad.

El primero de los subsectores a tratar sería el “Subsector A.1”, correspondiente a la parte del muro de tapial que iría desde el acceso al complejo hasta el quiebro que hemos indicado anteriormente. El muro está conformado en su mayoría por la UE 1, a excepción del citado zócalo de mampostería irregular, correspondiente a la UE 2. La UE 1 sería por tanto un muro de tapial con argamasa de cal, siendo su coloración predominante una tonalidad cobriza, aunque en pequeñas áreas esta se tornaría rojiza. Como hemos indicado son abundantes los restos de un encofrado de mampostería irregular en el muro, aunque la pervivencia de los mampuestos irá variando a lo largo del mismo.

En este muro, es posible observar los dos cajones de mampostería que conforman el mismo, desconociéndose si este podría albergar un tercero. Entre estos dos cajones se dispondría las líneas de mampuestos que hemos indicado anteriormente, y junto a estos, buena parte de los mechinales que se emplearían para la construcción del muro. Se trata de un total identificado de 12 mechinales para el primer cajón y 7 para el segundo, siendo estos de sección circular y sin rastro alguno de las agujas de madera que se insertarían en su interior. Es más que probable que el número de mechinales totales para la edificación del muro fuese mayor, pero el estado de conservación del mismo, con abundantes recortes y entrantes indicativos de su proceso erosivo y de ruina, nos impedirían determinar con claridad una cifra mayor.

Como hemos indicado anteriormente el muro de tapial se sustenta sobre un zócalo de mampostería irregular de piedra caliza, y coloración grisácea oscura debido a la exposición de los mampuestos, es decir, estamos ante la UE 2. El zócalo no está presente en todo el muro, sino que buena parte del mismo se levanta sobre el propio terreno, y es en función del descenso que experimenta la pendiente que este hace acto de presencia. En un principio se compone de una simple hilada de grandes mampuestos, reforzada con otros de tamaño considerablemente menor; conforme la pendiente avanza hacia el oeste, el número de hiladas se incrementa progresivamente a dos, tres y cuatro. En estas el tamaño de los mampuestos, aunque irregular, no difiere tanto entre sí con respecto a la primera hilada. Cabría destacar que muy probablemente el zócalo continuase por las zonas donde el tapial se apoya directamente sobre el terreno, sin embargo, esta cuestión solo puede confirmarse con una excavación. Si seguimos el zócalo, este llega a comprender también el “Subsector A.2”, una estructura que dibuja una suerte de muralla en cremallera o quizás un bastión, llegando prácticamente a los confines del cerro.

El “Subsector A.2” está conformado principalmente por la UE 1, es decir, el tapial que comprende buena parte del “Sector A”, por lo que presentaría abundante piedra de pequeño tamaño, con una coloración principalmente cobriza clara, pero de nuevo dándose en algunas zonas un tono rojizo. El tapial presenta abundante mampostería irregular, muchas de las cuales están ennegrecidas por la presencia de hongos en su superficie; en algunos orificios resultantes de la erosión y ruina del tapial es posible ver la presencia de mampuestos que actuarían a modo de relleno en el propio muro. Como hemos indicado, esta parte del muro dibuja a través del zócalo un ángulo mayor a los 90º, de forma que encontraríamos dos zonas dentro del mismo. La parte más cercana al “Subsector A.1”, presenta bajo el tapial la UE 4, una mampostería irregular de piedra caliza que no presenta restos apenas de la argamasa de cal que debió contener; sobre esta se alza ya la primera parte del tapial que presenta las características expuestas anteriormente. La otra zona que podemos observar, correspondiente al tapial situado junto a la pendiente del Barranco de la Tinaja, presenta una pequeña continuación del zócalo sobre la que se situaría la UE 3, un tapial con cal mucho más oscuro que el resto que podemos encontrar en el “Subsector A.2”. En esta UE la concentración de piedras de pequeño tamaño sería mucho mayor a la del resto del tapial y presentaría abundantes mampuestos irregulares insertos en él.

El “Subsector A.3” corresponde al interior del muro de tapial, este presenta abundante piedra de pequeño tamaño, y algunos mampuestos insertos en el mismo, sin embargo, la cantidad no sería tan destaca como en otros subsectores. Esta parte interior del muro, se dispone en forma de ángulo de 90º, encontrándonos bajo la zona del mismo más cercana al “Subsector A.4” un cascajo con mortero de cal (UE 7) que actuaría a modo de zócalo y que se extiende hasta la parte inferior del muro “A.4”. Este subsector, el “A.4”, correspondiente a la UE 4, como hemos indicado antes, es identificado por Salvatierra Cuenca (1995: 147) como la fase de mayor antigüedad. Corresponde a un muro de mampostería irregular careada de piedra caliza con mortero de cal. En la zona en la que contacta con el “Subsector A.3”, observamos que el tapial de este llega a recubrir parte de los mampuestos, lo cual nos lleva a pensar que este muro se apoya sobre el tapial, y por tanto sería una fase constructiva posterior a este y no los restos de mayor antigüedad como indica Salvatierra. El muro, al igual que el tapial del “Subsector A.3” se levanta sobre un cascajo de pequeñas piedras, teja y cal (UE 7). Por otro lado, en el “Subsector A.4”, se apoya una visera de cemento (UE 5) bajo la cual encontramos un mortero de cal con teja y un orificio en superficie, que por su tamaño parece ser una madriguera. Por su apariencia, la UE 5, podríamos pensar que se trata de parte del pavimento de un posible bastión que se dispondría en esta zona, o bien, pensar que esta estructura podría estar relacionada con un cercano aljibe.

El último de los subsectores que trataremos para el “Sector A”, sería el “A.5”, es decir, el citado bastión que dibuja el recodo en la puerta de acceso al recinto. Se trata de una construcción muy deteriorada, donde el tapial ha desaparecido en algunas de sus caras, especialmente en la occidental, donde resultaría muy complicado ver la trayectoria que seguiría el bastión si no fuera por algunos mampuestos que perviven en superficie que parecen marcar la misma. Este tapial correspondería a la UE 1, que hemos identificado para los subsectores “A.1”, “A.2” y “A.3”. En la cara oriental, el tapial es más visible en la parte central y sur, donde su coloración cobriza-rojiza es posible observarse sin mucha dificultad, sin embargo, el resto de esta cara presentaría la misma apariencia deteriorada que la anterior. Aquí los restos de mampuestos son mucho más abundantes, siendo posible también observar cuatro de los mechinales de sección circular que se emplearon para su construcción en la parte inferior, y otros dos en la superior. Esta cara, se ve marcada por la presencia de otra importante patología, un árbol situado en la parte superior del bastión, y cuyas raíces son observables desde el lateral sur del mismo, seccionando estas el tapial en dos. Este bastión, presentaría junto a él, lo que creemos podría ser una pequeña quiciadera, de la que solo sobreviven hoy dos mampuestos, los cuales marcan la trayectoria que esta debió seguir. Junto a esta, es posible observar en sentido perpendicular a los mismos, una suerte de escalones, con los cual podemos relacionar otros mampuestos situados en sentido ascendente hacia el sur, es decir, hacia la zona del alcázar castellano.

El “Sector B” y sus subsectores

El siguiente de los sectores a tratar es el “B”, es decir, la muralla oriental, en la que hemos identificado tres subsectores. Aquí, la muralla debió de ser de menor entidad debido a los escarpes del terreno que propician una buena defensa natural. Los tres subsectores que hemos identificado corresponden, por un lado, en el caso del “B.1”, a una parte del muro que presenta una disposición en 90º, situada junto al bastión “A.5” del anterior sector descrito; por otro lado, el “B.2” sería la continuación sur del anterior, aunque a día de hoy lo que sería el tramo que conectaría ambos muros se ha perdido en gran parte, solo sobreviviendo en unas mejores condiciones una zona del muro inserta en un farallón rocoso que cerraría el complejo por el este. Y por último el “Subsector B.3”, compuesto por los restos de un bastión que demarcaría la muralla en cremallera en esta zona oriental, y por lo escasos restos de muro que se pueden observar en superficie y a lo largo de la pendiente del cerro.

El “Subsector B.1”, presenta en su cara frontal, es decir, la orientada hacia el norte, un muro de mampostería regular con sillarejo en las esquinas (UE 6), esto último sobre todo es visible en el lateral este, ya que, en el oeste, aunque pervive en algunos casos, en su mayoría el sillarejo se ha perdido. Los mampuestos de piedra caliza se encuentran careados y enripiados, empleándose para esto algunas piedras de pequeño tamaño, pero principalmente fragmento de teja. El muro presenta abundante mortero de cal, llegando a llaguearlo, aunque es posible observar zonas donde este se ha perdido. La cara oriental del “Subsector B.1”, estaría seccionada en uno de sus laterales, lo que nos dejaría ver el interior de esta parte del muro; siendo apreciables los mampuestos empleados y abundante mortero de cal, mientras que, en otra zona, es posible evidenciar la presencia de un cascajo de pequeñas piedras y cal sobre el que se levantaría un muro de mampostería irregular sin evidencia de ningún mortero (UE 7), que probablemente sea resto de la fortificación anterior que fue reaprovechada para erigir un nuevo paramento en épocas posteriores, actuando por tanto esta fase previa como elemento de contención de la pendiente y apuntalamiento de la nueva fortificación. Debido a la presencia de este cascajo que se alza sobre el muro, y la similitud que presentaría con respecto al ubicado sobre el tapial de la UE 1 en el “Subsector A.3”, nos llevaría a deducir que ambos formarían parte de las primeras estructuras defensivas del cerro.

El área que se daría entre el “Subsector B.1” y “B.2” presenta el aspecto de un derrumbe de muro que enlazaría ambas zonas, el cual creemos que por la proyección que presenta el muro de la antigua fortificación debe corresponder también a esta. Si observamos el entorno de la cara oriental del “Subsector A.5”, y esto quiere decir atender a la suerte de tranco o escalón que hemos indicado antes, lo que podría ser su proyección en sentido ascendente hacia el alcázar, y el pequeño camino o sendero que se dibuja entre esta cara del muro y la pendiente, podríamos pensar que en el tramo dado entre “B.1” y “B.2” y “A.5” se podría dar la presencia una poterna que se situaría justo donde se ubicaría el tranco o escalón al que nos acabamos de referir.

El “subsector B.2”, corresponde a un muro de mampostería irregular careada, enripiada, y con escasos resto del mortero de cal que debió presentar, que va adaptándose a la pendiente y se apoya sobre el propio sustrato geológico de esta zona. Su proyección hacia al sureste es escasa, solo siendo visibles algunos mampuestos de lo que debió ser el muro en esa área.

El último de los subsectores para esta zona de la muralla, es quizás el más complicado de determinar por los escasos restos que sobreviven del mismo. El “Subsector B.3”, como hemos adelantado se conformaría principalmente de los vestigios de un bastión que sigue y dispone una muralla en cremallera adaptada a la pendiente del cerro. El bastión, de forma cuadrada, se trata de una construcción de mampuestos de piedra caliza careados y con mortero de cal. Desde este, e inserto en la pendiente se dan restos de una muralla de mampostería regular careada con mortero de cal. Consideramos que esta correspondería a las actuaciones llevadas a cabo después de la conquista castellana e insertas en el proceso de refortificación de Otíñar; esto lo derivamos al atender a otros restos de muro que encontramos por la pendiente en dirección al alcázar. Y es que, en otros tramos, el muro se presentaría, creemos de forma escalonada, lo que podría indicar que empleando como base los muros de la primera fortificación de Otíñar (UE 7), los castellanos llevaron a cabo la proyección de otra muralla que se adaptaría mejor a este terreno escabroso. Sin embargo, la escasez de vestigios, materializados solo en algunas alineaciones de mampuestos, nos impiden aceptar esto de forma definitiva, y consideramos que solo a través de un proceso cuidadoso de excavación en este sector podríamos esclarecer la trayectoria que seguiría la muralla en este tramo oriental y las distintas fases constructivas dadas.

El “Sector C” y sus subsectores

Para este último sector de muro, hemos identificado hasta cinco subsectores, los cuales marcan la trayectoria del mismo desde un aljibe cercano hasta prácticamente el alcázar de época castellana. El primero de los subsectores a tratar sería el “C.1”, una pequeña parte del muro occidental que pervive aislada del resto de muralla debido a los derrumbes dados con el paso del tiempo, dándose en la ladera bajo esta multitud de restos de mampuestos e incluso parte de la muralla. Entre este muro y el aljibe, se disponen en superficie una serie de mampuestos que, con una tendencia regular, nos podrían indicar que en esta zona se ubicarían unas escaleras de acceso hacia el adarve de la muralla, posiblemente hacia el sector desaparecido hoy día. Desconocemos la proyección de este muro hacia la zona norte, y por tanto no sabemos determinar si este enlazaría con el tapial del “Sector A”; sin embargo, sí creemos más factible que hubiese contacto entre el muro “C.1” y “A.4”. El “Subsector C.2”, se sitúa tras el aljibe, al igual que el anterior, corresponde a un muro de mampostería regular enripiada. El tramo final del muro en este subsector, dibuja una cremallera, que enlaza con el “Subsector C.3”, un bastión de forma cuadrada, del que solo sobrevive la esquina que conecta con el “Subsector C.4” y algunos mampuestos que nos permiten determinar su planta. Se trata de un bastión construido con mampostería regular, en algunos casos careada, sobre el que se dispone un llagueado de cal que cubre mayoritariamente los restos.

El siguiente subsector, corresponde al “C.4”, un muro de mampostería, de nuevo regular, careada, enripiada y llagueada con un mortero de cal. En este sector, nos encontramos con que el muro retrocede unos pocos centímetros hacia atrás, presentándose como si fuera tanto esta zona como la siguiente, muros que se construyeron paralelamente y por cuadrillas de obra distintas. Este ángulo recto que se dibuja al confluir ambos muros, presenta en la siguiente área a tratar sillarejo en las esquinas, aunque continúa manteniendo la misma fábrica. Todo este muro presenta adaptación a los riscos que se levantan en la cara occidental del cerro, y conforme seguimos su trayectoria hacia el alcázar, observamos que la base del muro deja de apoyarse sobre los riscos en algunas zonas, algo que quizás nos indique la pérdida del zócalo o basamento sobre el que se levanta. El extremo de este muro realiza una nueva cremallera en este sector, dando lugar a una esquina que ya enlazaría con el “Subsector C.5”. Este presenta el peor estado de conservación, solo siendo destacables algunas áreas con dos hiladas de mampostería de pocos centímetros, y mampuestos en superficie que nos indican la trayectoria del muro hacia el alcázar castellano, llegando incluso en determinados momentos a desaparecer el muro.

En cuanto a la cara externa del “Sector C”, debido a la dificultad del terreno, no hemos podido estudiarla en profundidad, y solo hemos abarcado un análisis superficial. Hemos distinguido las partes correspondientes a los subsectores “C.1”, “C.2” y “C.3”, sin embargo, para los subsectores “C.4” y “C.5” hemos optado por tratarlo de forma común debido a la dificultad para identificar los límites entre ambos. La primera parte de esta cara externa, corresponde al “Subsector C.1” y “C.2”. Entre medias de ambos, se dispondría otra parte de la muralla, pero los derrumbes experimentados, solo nos dejan observar una de las caras del aljibe, como ya hemos señalado. La fábrica en esta parte corresponde a un muro de mampostería regular careado, enripiado y llagueado con mortero de cal. El muro en el “Subsector C.2” continúa hasta llegar al bastión correspondiente a “C.3”, donde son visible algunos restos de expolios que ha experimentado en uno de sus laterales.

Por último, las caras externas de los subsectores “C.4” y “C.5” como hemos indicado plantean una particular dificultad para su estudio por el terreno escarpado en el que se asientan y la amplia pendiente del mismo. Sí, es posible identificar donde comienza la cara externa del “Subsector C.4”, pero diferenciar el tramo de muro perteneciente ya a “C.5” resulta harto complicado. En ambos casos se trata de un muro de mampostería regular careada y enripiada, que en algunas partes todavía presenta parte del llagueado de mortero de cal que se empleó durante su construcción. En un determinado punto, que presuponemos podría pertenecer ya al “Subsector C.5”, la muralla deja a la vista su cara interna. La diferente fábrica que se observa, nos hace plantearnos si puede darse la reutilización de una fortificación anterior, pero dado que en toda la muralla occidental no hemos encontrado indicio alguno de esto, solo lo planteamos como una posibilidad.

POSIBILIDADES Y CONSIDERACIONES ACERCA DE LA PROPUESTA DE POTERNA

Como hemos señalado en el apartado anterior, durante nuestro estudio de los sectores “A” y “C”, encontramos que algunos de los subsectores que habíamos identificado para ambos, presentaban una disposición un tanto particular. Ello nos llevó a plantear la posibilidad de que en esa zona se diera una poterna. Sin embargo, hemos de ser conscientes de que esto solo supone un primer planteamiento explicativo de la particularidad que se daría en esta zona del complejo defensivo de Otíñar. Por ello, queremos llevar a cabo una exposición de los elementos que nos permiten tanto determinar la presencia de esa posible poterna, como desmantelar esta hipótesis. Somos conscientes, que más allá de un ejercicio de reflexión, solo la realización de una excavación en esta zona podría solventar algunas de las dudas y cuestiones que se plantean sobre su entendimiento.

Una vez aclarado lo anterior, procedemos a exponer los factores que nos permiten hablar de una posible poterna. El tramo dispuesto entre el “Subsector B.2” y el “A.5”, presenta un gran interés de estudio, ya que como hemos señalado y documentado fotográficamente se plantean múltiples dudas sobre cómo pudo ser esta parte de la fortaleza. Los indicios que nos permiten avalar la hipótesis de la poterna, serían la proyección ascendente del tramo de muro que comprende el “Subsector B.2” hacia el bastión “A.5”, la presencia de mampuestos en superficie que hemos identificado como posible tranco o quiciadera de la poterna, la disposición en cierta forma curva que presenta parte del tapial del bastión “A.5”, dando la impresión de que pudo ser un arranque de la poterna, la presencia de mampuestos que podrían ser considerados como una suerte de escalinata de acceso desde la poterna al interior del recinto, y por último el sendero o camino que se aprecia en toda esta área y que prosigue paralelo a la pendiente oriental del cerro hasta el alcázar castellano.

Consideramos, una vez identificados en el “Subsector B.1” una muralla primitiva y el recrecimiento dado por los castellanos, que en esta zona la actual pendiente que se dispone y que se ubica entre los subsectores “B.1” y “B.2” presentaría continuación de ambos muros como así atestiguan los restos de mampostería dispuestos. Que se dé esto, nos permite determinar que el muro del “Subsector B.2” no corresponde al muro primitivo que hemos identificado en otros subsectores, sino que más bien por su fábrica supone parte de las actuaciones castellanas. Esto ha de ser tomado en consideración, si atendemos a la proyección que este presenta en sentido noroeste, llegando a enlazar con la supuesta quiciadera o tranco que hemos identificado. Por otro lado, la cierta disposición que el tapial de “A.5” llega a poseer en su extremo sureste, nos hace pensar, junto a la alineación de mampuestos que se dispone en sentido sureste, que habría en esta zona una mayor complejidad de la que podríamos considerar en un primer momento. En base a esto, consideramos que se podría dar una poterna destinada más al uso diario que la propia puerta principal del recinto. Para esto último hemos tenido en cuenta dos aspectos: el primero, considerar esta actuación propia de época castellana, ya que se tiene constancia de la existencia de una aldea, cuyos restos son apreciables aún hoy día en el extremo opuesto al recinto defensivo, y por tanto pensamos que habría un mayor tráfico de personas durante este momento de ocupación de Otíñar, más que durante el periodo islámico, ya que aunque se plantea la posible existencia de una aldea en ese momento, la ausencia de una excavación, mantiene sobre esta cuestión un marcado carácter hipotético. Por otro lado, si atendemos a las Actas Capitulares del Concejo de Jaén en la segunda mitad del siglo XV, observamos que se estipula una guarnición de tres hombres, por ello consideramos más probable la existencia de una pequeña puerta que facilitase el trasiego de la población de la aldea aledaña, más que el uso de la propia puerta principal, algo que apoyamos por la cercanía del camino que comunicaba directamente con el alcázar.

Por otro lado, hay algunos elementos que nos impiden determinar la existencia de esa posible poterna. Estos se centra en ese supuesto arranque de tapial que se daría en el bastión “A.5”; y es que la presencia de una importante patología en forma de tronco de árbol que secciona el extremo sureste del tapial en dos, podría servir de explicación para esa parte que se proyecta hacia la zona propuesta para la poterna, por lo que, lo que podría considerarse según la hipótesis anterior un arranque de la misma, puede resultar únicamente como algo provisto por la propia evolución del tiempo y el innegable avance de la naturaleza. La segunda cuestión se centraría más en el ámbito cronológico, y la asignación de fases constructivas a estos elementos. Y es que, si anteriormente hemos planteado que la poterna sería obra castellana, nos llamaría la atención, que estos, cuyas actuaciones en todo el complejo se han basado en el empleo de mampuestos de piedra caliza y mortero de cal, recurran al tapial para realizar uno de los arranques de esta supuesta poterna. De nuevo, ante esta última cuestión, consideramos que es necesario un estudio mucho más profundo que permita tanto matizar estas dos posibles hipótesis como la realidad histórica presente en Otíñar, pero para ello será necesario disponer tanto de un mayor espacio de tiempo para su estudio, un equipo profesional, y un proceso de excavación que permita arrojar luz sobre todas estas cuestiones planteadas.

CONCLUSIONES

En este apartado final, realizaremos una serie de consideraciones acerca de cada uno de los sectores que hemos identificado y estudiado, así como una valoración general del complejo de Otíñar tras nuestra investigación.

Siguiendo el mismo orden expuesto para el estudio realizado, comenzaremos con el “Sector A”, el cual esconde múltiples fases constructivas y ha planteado bastantes dificultades para ser estudiado; pues, aunque pensemos que podría tratarse únicamente de un muro de tapial, probablemente almohade, este presenta varias actuaciones que nos han obligado a alargar el trabajo de campo dedicado al mismo y replantear en varias ocasiones las consideraciones obtenidas en un principio. Si de primeras consideramos que el “Subsector A.4” correspondía al muro primitivo que Salvatierra Cuenca (1995) identificó, rápidamente tras una observación exhaustiva tanto de este como de los subsectores cercanos comprendimos que este debió ser una actuación posterior al tapial, y por tanto no ser la primera fortificación de Otíñar, aunque no hemos de descartar que este se levante sobre los restos de la misma, como así atestigua la presencia del cascajo de piedra, teja y cal que hemos visto en otras zonas y que si consideramos parte de ese muro primitivo. Por otro lado, la trayectoria de este muro en la plataforma interior del recinto continúa siendo una incógnita, al igual que la existencia del zócalo de mampostería identificado para el “Subsector A.1”. De todas estas consideraciones la única conclusión clara que obtenemos es la necesidad de un proyecto de excavación, algo que creemos en estas líneas finales de nuestra investigación será algo reiterativo pero necesario de señalar.

El siguiente sector sería el “B”, el cual a excepción de la hipótesis de poterna no ha supuesto un tramo complejo de estudiar, salvo por aquellas zonas del “Subsector B.3” insertas en la pendiente, que nos han obligado a descender por la misma, de forma cuidadosa ante la carencia de cualquier equipo de seguridad, para su documentación; sin embargo, creemos que aún habría muchos más vestigios de muro por documentar y estudiar de forma más detalla, pero las limitaciones que poseemos nos lo han impedido. De este sector, los puntos más destacables sería la propuesta de poterna, así como la hipótesis destinada a explicar su ausencia y justificar el aspecto actual de este tramo, aunque hemos de decir que estas últimas consideraciones no tiene una base sólida en lo que algunas cuestiones respectan como la presencia de esa suerte de quicio o tranco. Por otro lado, en el “Subsector B.3” sería interesante de estudiar con mayor profundidad, para desentrañar tanto la trayectoria del muro castellano hacia el alcázar, así como la posible presencia de una muralla primitiva dispuesta en la pendiente y que actuaría como soporte de la actuación castellana.

El “Sector C”, correspondiente a una total actuación castellana, no ha planteado problemas de documentación ni de estudio, pero si suscita algunas dudas en cuanto a su posible continuidad y conexión, en el caso del “Subsector C.1” con el “Subsector A.4”, así como la diferenciación dada en dos tramos de muro en el “Subsector C.4”.

Nuestro trabajo de investigación sobre la fortaleza de Otíñar pretende ser un primer planteamiento y avance de cara a una mayor profundización en el conocimiento y comprensión de nuestro objeto de estudio. Si ya a la hora de definir nuestros objetivos consideramos la importancia de este por el marco patrimonial en el que se inserta, tras indagar en su estudio creemos que el valor de investigación que este esconde sobrepasa las consideraciones iniciales que planteamos en cuanto a su interés. De nuestro estudio derivamos la materialización de un proceso histórico que implica a distintos poderes y sociedades. Si consideramos que el muro de mayor antigüedad que Salvatierra Cuenca (1995) identificó y al que nosotros hemos incluido otras secciones suponen parte de una primera fortaleza que se remonta a tiempos de la Fitna del siglo IX-X, encontramos la materialización de las necesidades defensivas de una comunidad rural, o de un sector levantisco contra el poder estatal cordobés. Otra parte de la fortaleza la identificamos como obra de época almohade, momento en el que ya el territorio jiennense obtiene el carácter fronterizo que marca su devenir histórico en lo que resta de Medievo; pero será sobre todo durante época castellana cuando Otíñar presenta las más importantes actuaciones, no solo manifiestas en su alcázar, sino en el proceso de refortificación y adecuación del resto de defensas del cerro, así como la implantación de un pequeño asentamiento.

El complejo defensivo de Otíñar esconde a día de hoy muchas incógnitas a las que no hemos podido dar si quiera un esbozo de respuesta, pues somos conscientes de las limitaciones que poseemos, y que la propia fortaleza impone, tanto a través del carácter dificultoso del terreno, su estado de conservación deplorable, y las complicaciones que han ido surgiendo durante el tiempo de trabajo de campo que nos han hecho replantear nuestro estudio en más de una ocasión. Sin embargo, el interés que nos ha suscitado nos lleva a, desde este primer planteamiento investigador, continuar con nuestra labor de profundización en el conocimiento histórico de esta fortaleza, y en un futuro, y a través un proyecto de investigación de mayor calado, poder ofrecer respuestas, o al menos hipótesis con una mayor base científica y de solidez explicativa. En sí, nos encontramos ante un objeto de estudio complicado por los diversos factores que hemos mencionado anteriormente, pero creemos haber dado un primer paso gracias a una documentación más completa de la fortaleza y sus entornos que la que había hasta el momento, por ello, y señalando de nuevo la necesidad de una investigación futura más compleja y profunda, creemos necesario la realización de una excavación en Otíñar que permita esclarecer algunas de las cuestiones que nosotros hemos señalado, pues las limitaciones de equipo con las que hemos contado ha supuesto múltiples dificultades en el terreno. Además, sería interesante profundizar en nuestro conocimiento sobre el mismo por medio de otras técnicas de estudio y apoyo a la investigación que impliquen el empleo de Sistemas de Información Geográfica, así como recursos tales como un dron y programas como Autocad, los cuales podrán facilitarnos disponer de una planta del castillo, y por tanto una visión más clara para poder solventar aquellas incógnitas a las que desgraciadamente con nuestro trabajo no hemos podido dar respuesta.

Por lo que, en definitiva, consideramos que no solo a nivel de conocimiento es necesario una actuación de urgencia en Otíñar, sino también a nivel cultural e incluso turístico, pues no han sido pocos los montañeros y aficionados al senderismo que han compartido espacio de recreo mientras nosotros desarrollábamos nuestra labor investigadora, así como curiosos que acudían a visitar los restos de la fortaleza. Por ello creemos necesario excavar e investigar mucho más el castillo y las defensas del cerro, y quizás plantear después con el beneplácito del ayuntamiento un proyecto de recuperación y remodelación del mismo, pues son múltiples los peligros de derrumbe que esconde todavía la fortaleza.

BIBLIOGRAFÍA

SALVATIERRA CUENCA, V. (1995): Guía arqueológica de la Campiña de Jaén. Sierra Nevada 95/El Legado Andalusí. Granada.

* Universidad de Granada josedavid.esfer@gmail.com