ANÁLISIS DE LOS DISCURSOS Y LAS IMÁGENES EN LOS MUSEOS ARQUEOLÓGICOS DESDE UNA PERSPECTIVA FEMINISTA: ESTUDIO DE TRES CASOS

SPEECH AND IMAGES ANALYSIS IN ARCHEOLOGICAL MUSEUMS FROM A FEMINIST POINT OF VIEW: 3 CASES STUDIES

Elena NAVARRO RODRÍGUEZ*

Resumen

Visto el auge y protagonismo que están teniendo cada vez más las teorías feministas en la investigación arqueológica, queríamos conocer si esto se da de forma paralela en el caso de los discursos de los museos arqueológicos. Partimos del hecho de que las mujeres son uno de los colectivos más invisibilizados por la Arqueología y la Historia. El museo, como medio transmisor del conocimiento “científico” al resto de la población y como encargado de preservar nuestro patrimonio ha servido durante siglos para justificar y mantener el statu quo. En el siguiente artículo queremos concienciar del papel de los museos a hora de generar una sociedad más justa.

Palabras clave

Arqueología feminista, género, museología y museografía, sexismo.

Abstract

Given the rise and prominence of feminist theories in archaeological research, we wanted to know if this applies also to archaeological museums discourses, since women are one of the groups less taken on count by Archaeology and History. The museum, as a means of transmitting “scientific” knowledge to the rest of the population and as responsible for preserving our heritage, has served for centuries to justify and maintain the status quo. In the following paper we want to raise awareness of the important role that museums have in order to create a fairer society.

Key words

Feminist archaeology, gender, museology and museography, sexism

INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS

El presente artículo analiza el estado actual del tratamiento de las cuestiones de género en los museos arqueológicos. Se parten de los principios de la teoría feminista para analizar los discursos y las imágenes de los museos y las ideas que transmiten cuando hablamos de relaciones de género, del papel de las mujeres y de su mayor o menor visibilidad. En la realización de esta investigación los museos han sido tenidos en cuenta desde una perspectiva educativa y pedagógica. Actualmente, son estos uno de los medios principales que el público tiene para acceder a las investigaciones de los arqueólogos y las arqueólogas. Además, todo aquello que el museo contenga será considerado como científico y, por tanto, como “verdad”. ¿No tenemos entonces los que nos dedicamos a la investigación y a la difusión una gran responsabilidad a la hora de decidir cómo explicamos el pasado al público? Efectivamente sí, y con este artículo queremos recalcar la importancia de la perspectiva de género a la hora de abordar la difusión, divulgación y educación en el espacio de los museos. De esta manera conseguiremos crear miradas más integradoras, múltiples y conciliadoras sobre las sociedades del pasado y del presente y futuro (IZQUIERDO ET AL. 2014).

Con todo esto, el objetivo principal es analizar la imagen de las mujeres y aquello relativo a la visibilidad de las relaciones de género. Prestar atención, por ejemplo, a qué papel se les da a las mujeres y qué valores tienen las actividades que se les asignan; o en qué medida se representan, cómo y a través de qué medios. Con esto entran en juego museología y museografía, como veremos a lo largo del artículo decisivas a la hora de abordar la perspectiva de género.

El hecho de representar hombres y mujeres en los museos por igual como agentes y motores de la historia es fundamental, una premisa de la que nadie parece dudar hoy en día. Sin embargo, numerosos museos arqueológicos siguen transmitiendo ideas sexistas sobre el pasado. Los roles y estereotipos asociados a cada género perviven en nuestros museos y en muchas ocasiones no somos conscientes de ello. Por otra parte, nos encontramos con museos concienciados en la importancia de dar visibilidad al género y a las mujeres a la hora de realizar exposiciones o actividades didácticas. Analizamos los discursos de ambos tipos de museos para reafirmarnos en que la creación de discursos museológicos conciliadores e igualitarios se constituye como una acción voluntaria.

LA IMAGEN DE LAS MUJERES EN LOS MUSEOS DE ARQUEOLOGÍA

La Arqueología desde que naciese en el siglo XIX ha tenido un papel fundamental a la hora de reafirmar los estereotipos de género y, por lo tanto, en justificar la jerarquización y las desigualdades. De manera paralela, los museos son centros de recepción y transmisión de esas ideas y valores. Los estudios previos sobre museos y género (o museos y mujeres) coinciden y parten de que las mujeres han sido y son poco representadas, adoptan posiciones de sumisión y papeles secundarios o estereotípicamente dotados de escasa importancia (HORNOS Y RÍSQUEZ 2005; GONZÁLEZ 2007- 2010; QUEROL 2014; QUEROL Y HORNOS 2015). Mª Ángeles Querol y Francisca Hornos en los trabajos ya citados llevaron a cabo una metodología para “contabilizar” las mujeres de los museos y valorar sus papeles. Los resultados que nos muestran no son los deseados si pensamos que lo ideal sería un 50%, contando los seis museos tan solo son representadas un 21,4% de mujeres (Tabla 1).

MUSEO PERSONAS RECONOCIBLES % MUJERES
Almería 265 33%
Burgos 223 25,5%
MAN 184 25,1%
Bilbao 183 20%
Alicante 700 13%
Oviedo 278 12%
Totales 1833 21, 4%

Tabla 1 Tabla elaborada a partir de los datos obtenidos los estudios de Mª Angeles Querol y Francisca Hornos (2015: p. 274; QUEROL 2015)

El problema muchas veces reside en que en la mayoría de los casos la decisión de quién se representa, cómo, haciendo qué, etc. corresponde a los dibujantes o personal similar, sin intervenir en ello el comité científico. Sin embargo, la representación de las personas es esencial, ya que quienes visiten el museo se fijarán en ellas, en quiénes son, qué edad tienen, qué hacen, cómo van vestidos etc. (QUEROL 2014).

Las preconcepciones sobre el pasado presentes en los textos académicos y científicos se han trasladado a los museos arqueológicos a través de tres vertientes: discurso (incluimos aquí el lenguaje), objetos expuestos y representaciones iconográficas (GONZÁLEZ MARCÉN 2008). En los museos arqueológicos encontramos numerosos ejemplos de este sexismo. Abarca todas las etapas cronológicas y, por lo general, la presencia de las mujeres disminuye según vamos avanzando en la historia.

Por ejemplo, a pesar de haberse querido ver en la prehistoria el origen de la humanidad, los discursos construidos sobre el pasado son esencialmente masculinos, en objeto y sujeto (SÁNCHEZ ROMERO 2016). Así, la iconografía de la cual disponemos para generar la imagen del pasado está protagonizada por hombres y las actividades asociadas a ellos: caza, industria lítica, metalurgia posteriormente, etc. (Figs. 1 y 2) (GONZÁLEZ MARCÉN 2008). En conclusión, lo humano es esencialmente masculino y el género humano es asociado al género masculino. Esto se aprecia de manera clara en el lenguaje ya que se siguen usando términos como “el hombre” para referirse al conjunto de la humanidad. Sin embargo, en el aspecto del lenguaje es donde mayores progresos se han realizado (QUEROL, 2005a, 2005b; GONZÁLEZ MARCÉN 2008; SÁNCHEZ ROMERO 2016).

Fig. 1. Representación clásica frente a nueva fórmula que incluye a las mujeres en el proceso de evolución humana (González Marcén, 2009: p. 95).

Fig. 2. Panel sobre la evolución humana del MARQ. El hombre en primer plano realiza trabajos como la talla, preparar una lanza o pintar mientras que las mujeres en segundo plano no hacen nada. En todos los casos, las mujeres son las únicas que no hacen nada. MARQ. Alicante, (Querol, 2014: p. 275).

También encontramos sesgos cuando estudiamos el tipo de cultural material que se expone. Cuando nos referimos a la prehistoria antigua, la primera forma de cultura material que se asocia a estos homínidos es la industria lítica, la tecnología. Al igual que para los hombres de principios del siglo XX la tecnología era el culmen del desarrollo humano, infirieron que en el pasado también esto tendría que ser así y la actividad de la industria lítica quedaría en el imaginario colectivo ligada indisolublemente al hombre (GONZÁLEZ MARCÉN 2008). Sin embargo, existen investigaciones arqueológicas que nos aportan otra visión sobre el tema (SÁNCHEZ ROMERO 2005b).

El sesgo androcéntrico, que era más que evidente en los discursos sobre el origen de la humanidad, su tecnología y formas de vidas, también tiene su reflejo en los discursos sobre el Neolítico y la Prehistoria reciente. Cuando nos adentramos a partir del Neolítico, la sedentarización, la agricultura y la ganadería tendrían importantes consecuencias para la forma en la que se iban a construir a partir de entonces los discursos sobre estas etapas. La principal diferencia con el periodo Paleolítico es que a partir del Neolítico surge el concepto de “espacio”, pero el espacio entendido como un binomio: casa- exterior, doméstico- público, privado- público, etc. Nuestra imagen sobre el pasado se construye de manera que se asocia al hombre con lo público y a la mujer con lo privado o doméstico. Asimismo, la invención de la agricultura, la ganadería y la metalurgia se asociarán a los hombres (HERNANDO 2005). A las mujeres quedarán reservadas aquellas actividades que, debido al papel biológico que se les ha asignado (reproducción y crianza de los infantes), se sitúan dentro de un espacio más limitado y estarían dedicadas a las “tareas domésticas” o como algunas de las autoras denominan: “actividades de mantenimiento” (SÁNCHEZ ROMERO 2015).

Existe una tendencia a los hombres realizando actividades como talla, caza, curtido de pieles, metalurgia, labores constructivas como se ha citado anteriormente. Las mujeres se suelen representar en espacios domésticos o cercanas a las viviendas (fig. 3). En estos casos las mujeres se representan en su papel de madres realizando actividades consideradas “naturales” (estar embarazada, dar el pecho, llevar niños, etc.) (fig. 4). El ámbito en el que las mujeres son más representadas por individual es en el de las tareas de molienda donde la presencia de los hombres es casi nula y es casi constante que aparezcan arrodilladas o inclinadas. A pesar de que esta tarea se realizaría de rodillas, como apuntan los estudios sobre paleopatologías (JIMÉNEZ-BROBEIL ET AL. 2004), el problema está en el tratamiento de las figuras (Fig. 5).

Fig. 3. Mujeres en la sala de Neolítico/bronce del MAN (Querol & Hornos, 2015: p.234).

Fig. 4. Escena de cueva paleolítica del Museo de la Evolución Humana, Burgos. (Querol, 2014: p. 275).

Fig. 5. Mujer moliendo del Museo Arqueológico Nacional. (Fotografía de José Alberto Delgado Arcos)

En definitiva, la práctica y la investigación arqueológica ha contribuido a mantener los roles y estereotipos de géneros. Sin embargo, no se persigue demostrar o representar en las imágenes que los hombres y las mujeres hayan realizado las mismas tareas. Se busca que las relaciones de género se tengan en cuenta a la hora de explicar las sociedades del pasado junto a otras categorías con las que se interconecta como la clase, la edad, la etnia, la religión o la sexualidad; y dotar de la misma significación y valor a las actividades y roles que pudieron, o no, haber ejercido las personas en función de su pertenencia a uno u otro género.

Como contrapunto, existen museos que nos muestran imágenes de mujeres protagonizando escenas por sí mismas, junto a hombres, en actividades de las que se las había apartado, a hombres y mujeres por igual realizando tareas colectivas o bien a hombres participando en tareas que tradicionalmente se han asignado a las mujeres (figs. 6, 7 y 8). También se observa cómo incluir la perspectiva de género en las imágenes en muchas ocasiones es sinónimo de incluir la perspectiva sobre la edad. Cada vez más se tiende a representar a niños y niñas y personas jóvenes, adultas y ancianas, lo cual también va ligado a la representación de otros tipos de familia, más allá de la formada por madre, padre e hijos. Todo esto aporta una gran riqueza y diversidad cuyos resultados en la sociedad no son visibles a corto plazo.

Fig. 6. Escena de canibalismo en la que participan mujeres que encontramos en el MAN (Querol, 2017: p. 64).

Fig. 7. En esta imagen del Museo Arqueológico Nacional una mujer dirige un trabajo realizado por hombres (Querol & Hornos, 2015: p. 237).

Fig. 8. En oposición al prototipo de familia heteronormativa tenemos ejemplos como este de la exposición “Las mujeres en la Prehistoria” del Museo de Valencia en la que el hombre lleva en brazos a su hija (Querol, 2014: p. 278).

ESTUDIO DE TRES CASOS

Para completar nuestro estudio se escogieron tres museos arqueológicos: el Museo Arqueológico Regional de Madrid, el recién reinaugurado Museo Arqueológico y Etnológico de Granada y el de nueva creación Museo Íbero de Jaén. En nuestro caso se fijó la atención no solo en cómo y en qué medida se representan las mujeres, sino también cómo ellas y las relaciones de género se reflejan a través del discurso y de los objetos escogidos voluntariamente. Los tres son muy distintos en su naturaleza y se han analizado y comparado sus discursos, intenciones y objetivos desde la perspectiva feminista de cara a establecer conclusiones sobre el mayor o menor calado de las cuestiones de género en estos espacios educativos.

EL MUSEO ARQUEOLÓGICO REGIONAL DE MADRID

El museo se inaugura el 25 de mayo de 1999 y su exposición permanente es creada en el año 2003 (MÁRQUEZ MORA Y BAQUEDANO 2004). El discurso museológico se enfoca desde una perspectiva de la metodología arqueológica, es decir, a diferencia de otros museos arqueológicos donde prima una visión historicista del pasado o donde tiene un gran peso en la muestra el objeto en sí, en este museo vemos una clara intención de reflejar de qué se ocupa la arqueología y cómo elabora esta disciplina o ciencia los discursos sobre el pasado.

“Los primeros pobladores”

En esta área nos encontramos con dos grandes recursos expositivos. En uno de ellos se explican los orígenes de la humanidad a través de tres géneros de homínidos y para representar a cada género de homínido se han seleccionado individuos del género masculino (Fig. 9). La presencia masculina en la sala es aún mayor si atendemos a la escultura que se encuentra a nuestra inmediata izquierda, también de un hombre. Sin embargo, el lenguaje es cuidado y aquí podemos comprobar cómo el uso del concepto “hombre” como pretensión de incluir al género masculino y femenino se ha abandonado. Se opta por términos como “los primeros pobladores”, “los homínidos”, “los grupos prehistóricos”, “un grupo de Homo heidelbergensis”, “humanos actuales”, etc.

Fig. 9. Panel que abre el itinerario “Los primeros pobladores de Madrid” (Elaboración propia).

A la derecha nos encontramos con la reconstrucción de un yacimiento arqueológico y una ilustración muestra un sitio donde se había carroñeado un elefante adulto y donde, además, los útiles de piedra que se utilizaron para desgarrar la piel y la carne fueron elaborados in situ (Fig. 10). Los protagonistas son un hombre y una mujer, en las mismas condiciones y, además, junto al hombre tenemos a un niño. En el resto de la escena la representación de hombres y mujeres es equitativa, cuatro y cuatro, todos ellos y ellas llevando a cabo tareas en cooperación.

Fig. 10. (Elaboración propia).

En las imágenes que reproducen en qué consistía la industria lítica encontramos tanto a hombres como a mujeres produciendo estos utensilios y también usándolos (Fig. 11). En muchas ocasiones las imágenes presentan una gran neutralidad al únicamente representarse manos y no personas.

Consideramos que cuando existe una ausencia de referencias a las relaciones de género en los textos, como es en el caso del Paleolítico, es esencial que las imágenes sean paritarias. En el caso de que existan discursos ausentes de referencias a ambos, si después las imágenes representan solo o en su mayoría a hombres haciendo uso de la cultura material que se expone se creará en el público una relación inconsciente entre quienes son representados y los objetos.

Fig. 11. Ejemplo en el que aparece una mujer retocando un útil de sílex. Además, se ha optado por la neutralidad al representar manos fabricando los objetos (Elaboración propia).

“Las primeras sociedades productoras”

En esta área el discurso se centra en explicar cómo el dominio de los seres humanos sobre la naturaleza dará origen a nuevas exigencias y necesidades que tendrán como culmen la complejidad cada vez mayor de estas sociedades. En la primera sala se explican las creencias religiosas y los ritos funerarios. Nos encontramos con reconstrucciones de enterramientos individuales y con objetos asociados a ellos, además, encontramos una ilustración donde se reproduce cómo podría ser un ritual de enterramiento (Fig. 12). En la ilustración aparecen 14 personas de muy diversas edades, 4 varones adultos y 4 mujeres adultas y 6 infantes. En esta ilustración queda más que consolidada la imagen de la mujer ligada al cuidado de los niños de la comunidad.

Fig. 12. Escena de enterramiento (Elaboración propia).

En las paredes de otra de las salas, encontramos vitrinas con objetos y paneles explicativos y el uso y producción de esos objetos se ilustra a través de unos videos divulgativos. En los vídeos se muestra la fabricación de un silo, el trabajo de la madera, la metalurgia, trabajo de las pieles y la realización de cerámica. En general se observa un gran esfuerzo por mostrar un panorama general de cómo era la cotidianeidad de estas poblaciones y ya no solo la metalurgia es el elemento principal para explicar estas sociedades en términos de “innovación” o “desarrollo” sino que se equipara en igualdad con las “actividades de mantenimiento”. Se aprecia el papel primordial que le asigna a la molienda y al consumo de cereales y que se relaciona directa y explícitamente con las mujeres (Fig. 13). Tenemos aquí un buen ejemplo en el que se dignifica una tarea que se ha asociado a las mujeres.

Fig. 13. El texto hace referencia directa a que la tarea de la molienda se llevaba a cabo por mujeres. Texto, cultura material e imagen se aúnan para revalorizar este tipo de actividades también productivas y provistas de conocimiento y fuerza asociadas a las mujeres (Elaboración propia).

En general, se observa una mayor presencia de individuos masculinos pero las actividades asociadas por lo general a las mujeres adquieren una gran importancia, ya no sólo la caza, la metalurgia o la industria lítica y su cultura material asociada son las protagonistas.

El discurso museológico y la museografía huyen en todo momento del museo arqueológico historicista, anquilosado, donde prima el objeto en sí. Los objetos arqueológicos aquí no tienen valor por su sentido estético o por su singularidad, sino porque son artefactos y/o ecofactos que nos ayudan a reconstruir la vida en el pasado. Huesos de animales, cerámicas sin decorar, semillas, materiales de construcción, etc. todos estos elementos adquieren el mismo estatus que otros objetos como podrían ser la piedra tallada y pulimentada y los metales.

Abordar desde esta perspectiva la museología y la museografía de un museo arqueológico es muy enriquecedor para aquellos que lo visitan. Los objetos no pueden hablar por sí solos como en muchos museos se pretende, pero aquí hemos visto cómo diversos recursos explican e interpretan la cultura material: ilustraciones, fotografías, planos, mapas, vídeos, infografías, reconstrucciones virtuales, etc. Este método es idóneo para mostrar las relaciones de género y a través de ellas recuperar la imagen y el papel de las mujeres en las comunidades del pasado.

EL MUSEO ÍBERO DE JAÉN

El Museo Íbero de Jaén es inaugurado en 2017 y situamos su exposición temporal como uno de los ejemplos y referentes de la inclusión de la perspectiva de género en el discurso y las imágenes de un museo arqueológico. La exposición temporal del Museo íbero (“El príncipe, la dama, el héroe, la diosa”) pretende acercar al público las creencias, ideología y estructura social de los pueblos íberos a través de estos cuatro personajes: dama, príncipe, héroe y diosa. En este discurso las categorías de género y estatus o clase se relacionan para explicar una parte de las sociedades íberas. Nuestro recorrido comienza con la muestra de cuatro cráteras griegas. En ellas se representan escenas mitológicas en torno a Hércules (hombre) y Helena (mujer), la heroización y el matrimonio se configuran como elementos claves para entender a estas sociedades aristocráticas.

Pero para entender las relaciones de clase en las sociedades íberas es esencial atender a las relaciones de género pues las mujeres tenían un papel fundamental en ello. Por lo tanto, con esta exposición temporal tenemos un claro ejemplo de cómo incluir la perspectiva de género en las investigaciones arqueológicas nos aporta una perspectiva más amplia y rica de cómo se configuraban las relaciones sociales en las sociedades íberas.

Los objetos que se exponen son de una gran calidad y de diversa naturaleza: esculturas en piedra, exvotos de bronce, cerámicas decoradas y no decoradas, armas y otros elementos funcionales de metal, fusayolas, objetos de adorno, incluso semillas.

También el lenguaje ha sido muy cuidado, se utilizan términos que pretenden ser neutros como “cultura íbera”, “pueblos íberos”, “élites aristocráticas”, “el pueblo” o “la comunidad”. También nos encontramos frases como “El equivalente femenino del Príncipe es la Dama”, dejando claro la igualdad de estatus entre ambos. Se expresa cómo la mujer era enterrada junto al marido y cómo en ocasiones la encontramos sola: “hay casos en los que aparece sin él, como en el gran túmulo de la necrópolis de la Noria de Fuente Piedra”.

Por otra parte, como telón de fondo de los objetos nos encontramos con unas grandes ilustraciones que ayudan a poner en valor y a interpretar la cultura material que se expone. Estas ilustraciones de las que hablamos representan escenas con un gran número de personajes de todas las edades y tanto a hombres como mujeres (Fig. 14). En estas escenas se representan de manera equitativa hombres y mujeres y tanto a unos como a otros se les asocian los objetos expuestos en las vitrinas (Figs. 15 y 16), además, las mujeres toman papeles protagonistas, activos y esenciales para entender las creencias de las sociedades íberas.

Fig. 14. Escena de celebración nupcial (Elaboración propia).

Fig. 15 .Mujeres con las cráteras dirigiendo el cortejo fúnebre (Elaboración propia).

En la parte dedicada al personaje de la Diosa la importancia aquí de las mujeres, de sus valores y roles queda más que patente. La Diosa representa la fertilidad, la fuerza y la dominación de la Naturaleza, la protección y la curación, y así se exponen gran cantidad de restos arqueológicos que lo atestiguan (semillas de diversas plantas y flores, estatuillas de mujeres, exvotos de todo género, gran cantidad de cerámica, etc.). Además, este tipo de cultura material ha estado tradicionalmente asociada a las mujeres por lo que es otra manera en la que las mujeres pueden recuperar sus papeles y actividades. Con la imagen queda sentenciado cómo tanto hombres como mujeres participaban de igual forma en la vida espiritual y religiosa de la sociedad.

Del mismo modo, la parte dedicada a la Dama nos revela la importancia del matrimonio dentro de la sociedad íbera, sobre todo para las clases aristocráticas, ya que a través de él perpetuaban el linaje y aseguraban su estatus. Con este ejemplo observamos cómo las relaciones de género estructuraban la sociedad íbera. Sin embargo, solo se establecen cómo eran las relaciones de género entre las clases aristocráticas sin tratar en cómo era la situación de las mujeres de clases más bajas. Sin lugar a duda, el poder de las mujeres iría unido a su estatus; en este caso las mujeres de alto estatus poseen dicho poder en cuanto son las portadoras de la riqueza de la familia, protegen su linaje y en ocasiones median entre la comunidad y la divinidad.

Queda demostrado cómo incluir la perspectiva de género en el estudio de las sociedades pasadas y en la museología nos aporta una información de mayor rigor científico y nos acerca más a conocer las creencias, costumbres y relaciones sociales.

Fig. 16. Cráteras de Piquía al inicio de la exposición (Elaboración propia).

EL MUSEO ARQUEOLÓGICO Y ETNOLÓGICO DE GRANADA

El siguiente museo se mantuvo cerrado desde 2010 hasta su reapertura en 2018. Muchos esperábamos una renovación del discurso y de la museografía que desde 2004 podía visitarse, sin embargo, los resultados no fueron quizá los que se esperaban para un museo del siglo XXI y de una provincia con tal patrimonio como Granada.

El título de la exposición pone de manifiesto sus intenciones: “Tesoros del Museo Arqueológico de Granada”. El texto relata que se exponen las piezas de mayor relevancia, las más emblemáticas. Las piezas son tratadas como objetos en sí, relevantes por el poder que se les ha asignado de representar los hechos que se han considerado por una parte los más relevantes de la historia de Granada. Sin embargo, estamos ante una concepción de la arqueología y del museo tradicional y anticuada, historicista, en la que los objetos hablan por sí solos y se eligen a partir de valores estéticos.

Estamos en una exposición en la que los objetos rellenan vitrinas en blanco, sin ningún tipo de información adicional más allá de la identificación, la cronología y la procedencia (Fig. 17). Hay grandes ausencias de medios infográficos como ilustraciones, fotografías, reconstrucciones virtuales de escenas, objetos, espacios o yacimientos, etc. En definitiva, lo que el público ve son únicamente una serie de piezas sin ningún tipo de nexo, por lo que solo puede apreciarlas estéticamente cuando, de hecho, en los bienes arqueológicos es uno de sus valores más secundarios.

Fig. 17. Vitrina que alberga objetos desde el Paleolítico hasta el Calcolítico (Elaboración propia).

En el lenguaje, sigue predominando el masculino plural; algunos títulos de la cartelería emplean términos como: “cazadores, agricultores, forjadores”, “forjadores del bronce” (Fig. 18), “los colonizadores del Mediterráneo” o “los íberos de Bastetania: guerreros y orfebres”.

Fig. 18. “Forjadores del bronce”. No solo a través de los objetos sino a través de los textos se refuerza la superioridad y protagonismo de la metalurgia (Elaboración propia).

Es un museo en el que el acercamiento a las sociedades del pasado es muy frío y superficial debido a la selección de los objetos más “destacados” o “valiosos” y un predominio de conceptos evolutivos y cronológicos. Como hemos dicho en anteriores apartados, cuando los museos arqueológicos se esfuerzan por mostrar cómo era el día a día de estas sociedades, qué comían, cómo producían la comida, cómo fabricaban sus objetos, cómo eran sus poblado y viviendas, etc. estamos más cerca de generar un conocimiento arqueológico de interés para un amplio público. Es a través de estas preguntas como podemos insertar la perspectiva de género y rescatar a las mujeres de la invisibilidad histórica. Sin embargo, en museos como estos en los que prima el objeto en sí y donde las actividades consideradas relevantes son la caza, la minería, la forja, la orfebrería y el comercio, tradicionalmente asociadas a los hombres, la figura de las mujeres se difumina y desaparece. En general, obtendremos una imagen del pasado sesgada, pobre y sin nada nuevo que aportar al conocimiento del pasado y del presente.

Comparación entre los tres casos de estudio

A través de estos tres museos se ha querido demostrar cómo en algunos museos han ido calando las ideas sobre las cuestiones de género y en otros, como el Arqueológico de Granada, poco o nada. En este museo el tipo de discurso seleccionado, que se de valor a la estética y a los objetos en sí o que no existan recursos museográficos que ilustren el pasado y a sus gentes, lo convierte en un museo anticuado que ni está al corriente de las últimas investigaciones ni refleja las necesidades y retos de la sociedad de hoy en día. Mientras que en el Museo Íbero de Jaén y en el MAR tanto el lenguaje como las imágenes han sido muy cuidadas, en el museo de Granada se sigue empleando el plural masculino cuando la lengua castellana es muy rica y pueden emplearse otros términos más inclusivos.

CONCLUSIONES

El problema al que nos hemos enfrentado en este artículo, a grandes rasgos podríamos definir como “la ausencia o invisibilización de las mujeres en los discursos y las imágenes de los museos arqueológicos”, es solo uno de los muchos reflejos de las desiguales relaciones de género en la actualidad. Relaciones de género aún regidas por el sistema patriarcal que tiene su origen en la tradición judeocristiana, reafirmada por la ciencia moderna e institucionalizado en los sistemas políticos, económicos, jurídicos, sociales e ideológicos. Afianzado y promovido tanto por hombres y mujeres y que afecta a ambos en las diversas esferas, tanto pública como privada.

En este caso, hemos experimentado como aún en muchos museos siguen primando la visión androcentrista de la historia y la arqueología. Hemos visto como esto se refleja tanto en los objetos que se decide exponer, el discurso que acompaña a esos objetos y en las imágenes (fotografías e ilustraciones). En este caso nos hemos centrado en los museos y, en concreto los de arqueología, pero el sesgo androcentrista está implícito en muchos otros medios de transmisión del conocimiento histórico, arqueológico o patrimonial. También se ha demostrado como la elección de uno u otro discurso o de los objetos que se quieren exponer (y cómo se exponen), tiene su influencia a la hora de expresar las relaciones de género o la mayor o menos invisibilidad de la mujer.

Por otro lado, acentuamos la importancia de las representaciones gráficas que se hacen del pasado. Las ilustraciones, reconstrucciones virtuales, etc. que contienen personas tienen un potencial mucho mayor de generar imágenes sobre el pasado en el público que otros recursos. En muchas ocasiones, el público no lee los textos o no existe una información suficiente para interpretar los objetos, por ello las imágenes son el principal acceso del público a la recreación de cómo era la vida en el pasado.

El público del museo según su edad se divide en dos: infantes y adultos. Los primeros se encuentran aún en la etapa de socialización, aquella en la que aprenden y asumen a identificar el sistema de símbolos, valores y conceptos de nuestra sociedad, por ello son los más susceptibles de recibir o no un adoctrinamiento por ello la responsabilidad y el peligro de los valores qué estamos transmitiendo es mayor. Con los adultos el caso es distinto, estos tienen ya una conciencia madura y el sistema de símbolos y conceptos en el que nos movemos es distinto. La imágenes y discursos pueden servir para dos distintos objetivos: por un lado, reafirmarse en lo que ya entendían del mundo o, por el contrario, para ponerlo en cuestión. Sin embargo, no en todos los casos el público del museo es crítico y tampoco tendría por qué serlo.

Gracias, a este trabajo hemos comprobado cómo aún queda un importante camino para conseguir la igualdad de géneros, sin embargo, los cambios no se darán a largo plazo. En muchos casos las estrategias para llegar a esta igualdad e inclusión de las mujeres la constituyen gestos, detalles que pueden no tener importancia a simple vista pero que a largo plazo participan en la deconstrucción de estereotipos. Con todo, el objetivo es lograr la normalización, que incluir a la otra mitad de la humanidad no se convierta en un hecho voluntario sino en algo inconsciente.

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* Máster Interuniversitario en Arqueología de la Universidad de Granada. navarroelena14@gmail.com