TÉCNICAS EDILICIAS EN LA CIUDAD IBERO-ROMANA DE TORREPAREDONES (BAENA, CÓRDOBA)

BUILDING TECHNIQUES IN THE IBERO-ROMAN CITY OF TORREPAREDONES (BAENA, CÓRDOBA)

Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Granada. sofiaml88@hotmail.com

Sofía MORENO LOZANO*

Resumen

En este artículo realizaremos un estudio comparativo de las técnicas edilicias empleadas en cada construcción de la ciudad ibero-romana de Torreparedones, mediante el cual veremos la relación existente entre las técnicas empleadas, la cronología, funcionalidad y emprendimiento de las mismas. Investigando el conjunto de la ciudad, ampliaremos el estudio evolutivo que actualmente tenemos, completando la historia del lugar, de cara a futuras investigaciones. En Torreparedones, se refleja a la perfección el uso de las diferentes técnicas en los paramentos, es por ello que el yacimiento, es el lugar idóneo para realizar una investigación de esta índole.

Palabras clave

Torreparedones, edificaciones, estudio comparativo, técnicas edilicias / constructivas, investigación.

Abstract

This paper is based on a comparative study of building techniques used in the constructions of the Ibero-Roman city of Torreparedones. The objective is to identify the existence of any relation between the techniques used, their chronology and functionality. Torreparedones is a perfect place to identify building techniques in the remains of the walls, and this kind of studies will broad our knowledge about the history of the site, something very useful for future researches.

Key words

Torreparedones, building, comparative study, building / construction technique, investigation.


INTRODUCCIÓN. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA

Torreparedones se encontraba a caballo entre dos regiones prerromanas llamadas Turdetania y Bastetania. Con la conquista romana de la zona y desde inicios del s. II a. C., pasó a estar dentro del territorio de la Provincia Hispania Ulterior, con capital en Corduba. A partir de la época de Augusto se la consideró Provincia Baetica y, dentro de ella, Torreparedones se situaba en el Conventus Astigitanus (ALBERTINI 1923).

El estudio de las técnicas constructivas del yacimiento es algo que ya se ha realizado de manera preliminar y aislada en cada conjunto edilicio del mismo (AA.VV. 2014; CUNLIFFE y FERNÁNDEZ 1990: 195–198). Lo que aquí se propone es la interrelación de estas técnicas, estableciendo así diferentes comparaciones, fases constructivas, motivo de la utilización de los diferentes materiales, etc., para así poder realizar un análisis completo del yacimiento.

Es por ello que, del conjunto de las 10,5 hectáreas, nos vamos a centrar en tres de las zonas excavadas, destacando de ellas las siguientes construcciones: Puerta Oriental, viario -Cardo y Decumano-, complejo forense -Pórtico Sur, plaza, Curia, Aedicula Concordiae-, el Templo, las construcciones domésticas, el Macellum, las Termas -la primigenia y las Termas de la Ermita de las Santas Nunilo y Alodia-, y el Santuario (Fig. 1).

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Fig. 1. Vista aérea del yacimiento de la ciudad ibero-romana de Torreparedones.


En cada edificio concreto se ha definido el material utilizado para su cimentación, alzado, revestimientos y decoración arquitectónica. Debemos tener en cuenta que hay diferentes materiales, tanto autóctonos como importados, piedra caliza local, areniscas, calcarenitas, mármoles, etc. Tras ello, nos hemos preguntado por qué usaban estos materiales en esos lugares, para así poder realizar un estudio comparativo con otras construcciones. En este análisis se ha tenido en cuenta tanto la cronología como las fases constructivas y los materiales. El fin de ello es tanto ampliar el estudio evolutivo de la ciudad como averiguar la iniciativa de las obras, entre otros.

Con esos criterios que se han presentado, ha quedado claro que el objetivo del presente estudio es comprobar los tipos de técnicas edilicias empleadas en cada lugar (opus vittatum, opus caementicium, opus incertum, etc.), así como qué condiciona el uso de cada una de ellas. Es por ello que hemos elaborado un cuadro comparativo que a continuación se mostrará (Tabs. 1–4). Con ello podremos llegar a elaborar una posterior secuencia crono-tipológica y funcional del lugar.

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Tab. 1. Cuadro comparativo Puerta Oriental y viario.

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Tab. 2. Cuadro comparativo Foro.

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Tab. 3. Cuadro comparativo Foro, Templo y construcciones privadas.

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Tab. 4. Cuadro comparativo Macellum, Termas y Santuario.


Gran parte de los edificios, así como la totalidad de las estructuras, están llevadas a cabo con piedra caliza local, obtenida de los alrededores e incluso de minas que se encuentran hasta a 40 km de distancia, de tono amarillento e inconfundible en la zona (CUNLIFFE y FERNÁNDEZ 1990: 187). Las primeras empresas que se empezaron a realizar con esta piedra datan de época republicana. Fue entonces cuando se levantó la Puerta Oriental a modo de entrada al recinto fortificado; se pavimentó el viario; y se construyó el denominado Templo A del Santuario (FERNÁNDEZ y CUNLIFFE 1998: 148). Poco después se construyeron las primeras Termas de la ciudad, en época tardorrepublicana, las cuales fueron arrasadas posteriormente debido a la ampliación del Foro. Pero fue en época altoimperial y augustea cuando la ciudad de Torreparedones llegó a su máximo esplendor, llevándose a cabo empresas como la mejora del viario existente, la construcción del Foro o la Aedicula Concordiae entre otros.


LAS TÉCNICAS EDILICIAS. CATÁLOGO

Como punto de partida destaca la muralla que rodeaba todo el recinto de la ciudad. Levantada en torno al año 600 a. C., se ha conservado una altura total tanto en el sector meridional como en el oriental de unos 2,5 m, con una anchura de 7 m, lo que le otorga un aspecto propio de una construcción de índole defensivo y con ello monumental. En cuanto a la composición edilicia de la muralla, ésta consta de dos paramentos en talud formados a base de grandes sillares de piedra caliza local toscamente desbastados, con un núcleo en la parte interior formado por un conglomerado de piedra y cascote (MORENA 2010: 179–184).

Puerta Oriental

La Puerta Oriental del yacimiento de Torreparedones es hasta ahora la única conocida del conjunto, la cual formaba parte del recinto amurallado. Las dos torres que flanquean la puerta están construidas con una técnica edilicia bastante regular. La base estaría formada por un paramento de grandes bloques de piedra caliza local toscamente desbastados (de unos 60 cm de alto por hasta 1,2 m de largo), dispuestos en seco, es decir, sin argamasa y en hiladas irregulares, con una anchura total de unos siete metros y una altura conservada de casi tres metros aproximadamente (MORENA et al. 2014). En cuanto al almohadillado, su técnica es característica de los pueblos del mediterráneo durante el primer milenio a. C. Más tarde, dicho almohadillado pasó a tener un carácter decorativo, generalizándose por toda la provincia gracias a la colonización púnica. Gracias al estudio de las técnicas edilicias, se sabe que la construcción de la puerta formó parte de la remodelación de la muralla ibérica anterior (MORENA et al. 2012).

Viario

Gracias a prospecciones realizadas en la zona, se ha llegado a la conclusión de que la red viaria pudo haberse construido en época republicana, al menos lo que respecta a su pavimentación. Es así que fue contemporánea al levantamiento de la Puerta Oriental, incluyendo las dos torres que la flanquean, así como a la construcción de las Termas situadas junto al pórtico Sur del Foro.

Ya en época altoimperial, se llevaron a cabo una serie de mejoras, sobre todo en lo referente al sistema de evacuación de las aguas tanto residuales como pluviales. Es por ello que en el tramo occidental se puede observar la disposición de unas losas de mayor tamaño colocadas en el centro de la vía, cubriendo así la cloaca que servía como desagüe del agua de lluvia. Para ello se cavó una zanja cuyas paredes estaban compuestas por losas de piedra trabadas con tierra, con unas dimensiones de 60 cm de altura por 40 cm de ancho.

El foro

El conjunto forense se encuentra en una posición central con respecto al yacimiento de la ciudad ibero–romana de Torreparedones. Esto se debe a que es el centro político, religioso y administrativo de la ciudad. Excavado por completo en las campañas de los años 2009–2013, se descubrió una plaza de no muy grandes dimensiones, con dos actus en su totalidad (35,5 x 71 m) (VENTURA 2010). A pesar de haber sufrido daños provocados por las actividades agrícolas realizadas en el terreno, se encuentra en un perfecto estado de conservación, dejando clara su planta, con la Basílica en su lado Este, el Pórtico Norte, la Aedicula Concordiae y el Pórtico Sur; no se hallan edificios comerciales.

El Pórtico Sur

Se puede observar la técnica edilicia del muro, conservándose una altura total de entre 50 y 70 cm. En cuanto a la composición edilicia, se trata de grandes bloques de piedra caliza local toscamente desbastados de entre 0,5 m y 1 m de largo, por unos 45 cm de altura, dispuestos a seco, es decir, sin argamasa y de manera equidistantes. Entre dichos bloques se localiza un paramento de opus vittatum, formado por bloques de piedra cortados en tamaños similares y dispuestos de manera horizontal (Fig. 2–3).

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Figs. 2–3. Muro de cierre del Pórtico Sur: bloques de piedra caliza local y opus vittatum.


La Plaza

La pavimentación de la plaza forense se realizó en el proceso de marmorización del conjunto -época tiberiana-. Se trata de una estructura arquitectónica dispuesta de manera horizontal para definir el ambiente interno de la plaza; un enlosado (ROLDÁN GÓMEZ 1988), compuesto por grandes losas de caliza gris micrítica, o piedra de mina, de unos 50–120 cm de largo por 80–100 cm de altura y unos 15 cm de espesor, dispuestas a seco, es decir, sin base de mortero ni caementicium, directamente sobre el suelo compactado.

La Curia

En la parte Noroeste del conjunto forense, entre la Aedicula Concordiae y el Templo, se encuentra este edificio de gran importancia, excavado a finales del año 2011. El acceso se realiza mediante una escalinata de cuatro peldaños ejecutada a base de la misma piedra de mina que ya vemos en la pavimentación de la plaza forense (MORENA 2010). La escalinata estaba compuesta por peldaños de piedra de unos 20 cm de altura o tabica, por 45 cm de profundidad y entre 1 m–1,4 m de largo. Inmediatamente después se localiza el primer espacio, compuesto por -siguiendo el sentido de las agujas del reloj- el tabularium, la entrada al aula, el acceso al distribuidor, el arca ferrata, el control de acceso y el atrium. Éste último tetrástilo, del que se conservan cuatro basas de columna -con unas medidas de 65 x 65 x 15 cm- realizadas en piedra caliza local y el impluvium -perímetro externo 3,4 m; perímetro interno 2,9 m-, pavimentado con opus signinum y con dos desagües -uno construido en fase augustea y otro en época tiberiana-.

Al fondo del atrium, se halla el aula de reuniones: la Curia propiamente dicha. El muro perimetral está realizado mediante la superposición de grandes sillares de piedra caliza local bien desbastados, con unas dimensiones conservadas de 120 x 55 x 40 cm, lo que nos da unos muros con bastante solidez. Al exterior se encontrarían revestidos de estucos que simularían una disposición a modo de opus quadratum isódomo marmóreo (Fig. 4). La sala está rematada en su lado Oeste por un ábside semicircular con diámetro interior de 4,2 m y un radio de 1,2 m. Enmarcado por sillares del mismo material que hemos visto hasta ahora, las dimensiones de éstos serían 50 cm de ancho por 120 cm de longitud total.

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Fig. 4. Muro Oeste del aula de la Curia, con revestimiento de estuco.


En cuanto a la pavimentación, se encuentra en un perfecto estado de conservación. Se observa la disposición horizontal de placas de mármol blanco de 60 cm de alto por 120 cm de largo, dispuestas en franjas horizontales en sentido E–O, al igual que la plaza del Foro. Las losas de la entrada del aula tienen un reborde de unos 20 cm.

La Aedicula Concordiae

A finales de 2010 se excavó por completo la pequeña estancia situada en el lateral Norte del Foro, entre la escalera que servía de entrada / salida al mismo por la parte Norte de la ciudad y el Pórtico Norte (MORENA 2010). Se trata de una capilla de pequeñas dimensiones, de unos 5 x 4 m, con una entrada flanqueada por dos pilastras (Fig. 5). En cuanto a la planimetría, queda en eje con la Puerta Sur de la entrada del Foro, lo que le confiere una ubicación privilegiada.

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Fig. 5. Vista general desde el foro de la Aedicula Concordiae.


La Aedicula Concordiae se construyó en la fase augustea original, después en época tiberiana, se llevó a cabo la marmorización del acceso con caliza gris micrítica, y a finales del siglo I d. C. o inicios del II d. C, el revestimiento de sus paredes de ricos mármoles importados. En la parte izquierda de la escalinata, observamos esta marmorización a base de placas de piedra de mina, de unos 38–60 cm de largo, por unos 73 cm de alto y un espesor de unos 15 cm, que se adherían al relleno de opus caementicium (ROLDAN GÓMEZ, 1987), de entre 20 y 30 centímetros de espesor. La parte interna estaba compuesta por grandes sillares de caliza local, toscamente desbastados y dispuestos a seco y de manera transversal entre ellos, con unas dimensiones que oscilan entre los 30–35 cm de anchura por unos 40 cm de altura conservada, intuyéndose la altura total de unos 50 cm, al igual por ejemplo que los sillares utilizados en la construcción del muro Oeste de la Plaza Forense. La pavimentación conservada es de opus signinum.

A comienzos del siglo II d. C., se revistieron sus paredes interiores con mármoles importados, tanto blancos como de color (luculleum, lumachela carnina, etc.) (GNOLI 1971: 258). Para ello se procedió a dicha marmorización a través del recubrimiento del muro con diferentes capas. Sobre el muro en sí, con una anchura total conservada de unos 60 cm, se dispuso una capa de opus caementicium de unos 10 cm de espesor, sobre la cual iba la final capa de unos 2 cm de estuco y finalmente a él se anclaban las placas de mármol de 1 cm de espesor (Fig. 6).

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Fig. 6. Revestimiento de las paredes interiores de la Aedicula Concordiae, con placas de mármol importado sobre opus caementicum.


El Macellum

El descubrimiento del Macellum tuvo lugar en la campaña arqueológica de 2009, cuando se andaba buscando el foro y el Decumanus Maximus (MORENA et al. 2012). Se trata ya de un edificio plenamente romano, de época altoimperial, sin antecedentes en el mundo ibérico, construido paralelamente a la reforma del primer foro augusteo de época tiberiana, cuando se pavimentó la Plaza y se llevó a cabo al marmorización del espacio.

De ahí en adelante se documentarían ocho fases constructivas, según el estudio del registro arqueológico, que iría desde las edificaciones previas hasta el último expolio del conjunto.

Alrededor del patio central, se aprecia el conjunto de las trece diferentes tabernae del mismo tamaño (Fig. 7), cuyos alzados están compuestos por muros de opus vittatum a base de sillares toscamente desbastados, sin tamaños concretos, bien careados, y sillarejos trabados con mortero, empleándose en las esquinas grandes bloques de caliza local para el refuerzo de la estructura.

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Fig. 7. Vista aérea del Macellum al término de su excavación.


Los muros de las tabernae están conservados a una altura aproximada de entre 60 y 80 cm, donde queda reflejado perfectamente la técnica de opus vittatum, con sillares toscamente desbastados, de piedra caliza local, de tamaños irregulares que oscilan entre los 10–15 cm de altura por 25–50 cm de largo (Fig. 8).

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Fig. 8. Alzado de muro de taberna con técnica de opus vittatum.


Las Termas romanas de la Ermita

Las Termas romanas de la Ermita, se encuentran bajo esta construcción. Prácticamente toda la cimentación que se observa es medieval, a excepción de algunos sillares almohadillados con mortero, lo que da como resultado un opus vittatum visto formado a base de bloques de gran tamaño (40 x 50 x 30 cm), toscamente desbastados y de corte regular; todos ellos de procedencia romana. A la vez se pueden observar en el escaso alzado que se conserva, unos bloques de piedra caliza local que asoman debajo de la estructura medieval; se tratarían también de técnicas edilicias de origen romano.

En la zona del calentamiento del suelo, se conserva la pavimentación original de opus spicatum, así como parte de un muro de sillares regulares desbastados -opus vittatum-, con argamasa, ya que se trataba de un muro realizado para dejarlo visto, con los sillares de mayor tamaño en la parte inferior y los de tamaño menor y regular, en el resto del mismo. La parte inferior está formada por sillares cuyas dimensiones oscilan entre los 25–35 cm de largo por 20–30 cm de alto, dispuestos en tres hileras con una altura total de 65 cm. Ya en la parte superior los sillares que componen el muro son de unas dimensiones más reducidas; se trata de sillares de unos 20 cm de largo aproximadamente, por 10–20 cm de alto. Es con ello que se completa el muro primitivo de las termas, tratándose del alzado que más superficie tiene conservada, con una altura total de 2,62 metros (Fig. 9).

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Fig. 9. Alzado de muro conservado en opus vittatum.


Aunque en la mayoría de los casos, no se conserva la construcción en alzado, sí se ven las dimensiones de los muros de separación de las salas. En concreto, en la parte Norte del conjunto, junto a una de las exedras cercana a la entrada, podemos ver la planta de uno de los muros del conjunto. Éste estaba formado por sillares calcáreos de piedra local, de unos 30–40 cm tanto de largo como de alto, trabados con una fuerte argamasa o caementicium. La anchura del muro conservado es de unos 80 cm, desconociéndose la dimensión total, ya que aún gran parte del mismo se encuentra sin excavar. Grosso modo se localizan pequeños alzados que se conservan de los muros primigenios de las termas allí ubicadas. Se trata entonces de muros compuestos de sillares de piedra caliza local de un tamaño regular toscamente desbastados, y que conformaban la técnica edilicia de opus vittatum.

El Santuario

El Santuario de la ciudad ibero–romana de Torreparedones se descubrió en la excavación de 1980, de manera casual, tras el hallazgo de una serie de exvotos. Poco a poco se fueron llevando a cabo una serie de excavaciones hasta que, en la campaña de 2006–2007 se descubrió por completo. Los primeros paramentos del conjunto son contemporáneos a la muralla de la ciudad, datada de época ibérica; pero el contraste se da con el resto del conjunto, mayoritariamente de índole romano.

Adentrándonos en el tema de las técnicas edilicias, el aparejo usado en los muros es mampostería compuesta por piedras de pequeño y mediano tamaño, con tierra y pequeños fragmentos en los intersticios (MORENA 1989). Con una técnica parecida, se halla la composición de la rampa de acceso al conjunto, realizada con mampostería y un relleno de piedras y tierra. Del Templo B, la técnica edilicia de los muros que componen la cella es opus vittatum, compuestos a su vez de sillares de uno 35–40 cm de alto por 30–60 cm de largo. En la pared derecha se disponen sillares de 10–30 cm de alto por 15–50 cm de largo; en la pared izquierda los sillares son de dimensiones similares: unos 15–30 cm de alto por 10–40 cm de largo (Fig. 10). Al fondo de la cella, en la parte central de la pared, se localiza el betilo de culto, estiliforme y enmarcado en su base por un reborde de lajas de piedras verticales de 30 x 10 x 10 cm. La superficie donde se encuentra la columna tiene un perímetro exterior de 90 x 110 cm y uno interior de 75 x 100 cm.

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Fig. 10. Pared izquierda de la cella del Santuario.


CONCLUSIONES

Técnicas y cronología

La fundación primigenia de la ciudad ibero–romana de Torreparedones tuvo lugar en época ibérica, levantando construcciones con las características edilicias propias de dicha fase. Pero las influencias del mundo romano no llegaron hasta el período republicano, del cual datan las primeras construcciones de la ciudad romana en sí. Se transformó a imagen y semejanza de cualquier otro asentamiento perteneciente al Imperio; en ella se instaló una colonia de veteranos y alcanzó el status de Colonia Virtus Iulia en la segunda mitad del siglo I a. C. (VALVERDE Y PERALES 1903).

Con la llegada del Alto Imperio Romano, la ciudad poco a poco fue sufriendo un cambio en su aspecto y estructuras (RODRÍGUEZ ZAMORA 1949). Crecía a un ritmo constante y necesitaba construcciones que se amoldaran a las necesidades que iban surgiendo. Durante el reinado del emperador Augusto (27 a. C.–14 d. C.), se siguieron realizando mejoras en el viario -actividad de necesidad constante-. En época tiberiana (14–37 d. C.), se produjo la marmorización de los espacios más relevantes de la ciudad y con ello un cambio de material en las técnicas edilicias, que pasó de la construcción en piedra caliza local a caliza gris micrítica -piedra de mina-. Todo ello reflejaba la belleza, el lujo y la exuberancia que llegó a tener la ciudad romana de Torreparedones.

Técnicas y funcionalidad

El uso de las diferentes técnicas edilicias en cada lugar, se encuentra en una estrecha relación con la funcionalidad de cada construcción. En el caso de la puerta de la ciudad, al ser un elemento defensivo y protector de la ciudad, se llevó a cabo con grandes sillares de opus quadratum, con acabado rústico en sus superficies vistas o almohadillados (MARTA 1991). La estructura interior se vio reforzada con mampostería para darle más solidez al conjunto. Con ello se garantizaba la seguridad de los ciudadanos que vivían en el interior del recinto, así como su protección ante algún ataque, en el caso en que ocurriera.

Las calles de la ciudad, tanto las principales como las secundarias, se pavimentaban a base de una cama de opus incertum (LUGLI 1950: 299) y un enlosado irregular (viae silice stratae). Sus paredes se alzaban usando la técnica de opus vittatum. La técnica utilizada en el lugar estaba en contacto directo con la funcionalidad de la misma, garantizando la seguridad y resistencia de los caminos de la ciudad.

El Foro, en un primer lugar fue levantado con las mismas técnicas constructivas que los demás espacios, pero con el paso del tiempo, debía reflejar el poder que había llegado a tener la ciudad romana de Torreparedones. Es con ello que se produjo un cambio tanto en las técnicas edilicias como en el uso del material constructivo. A partir de la disposición de las losas de la pavimentación de la plaza con caliza gris micrítica, se produjo un avance importante en el espacio neurálgico. La Aedicula Concordiae se acabó convirtiendo en la sala más importante de todo el Foro, es por ello por lo que se da ahí la utilización de los materiales más ricos de la ciudad; mármol pavonazzetto importado.

El Macellum de la ciudad, junto con el Foro, es otro espacio importante de la misma. Se encontraba en constante cambio y evolución, lo que afectaba al uso de las técnicas y materiales del lugar. En la pavimentación del lugar, un sitio transitado, se empleó opus signinum y opus spicatum; el alzado siguió la técnica generalizada de la ciudad: opus vittatum. Este tipo de opus, es el que generalmente se halla en la mayoría de construcciones. Sin embargo, un rasgo característico es el de las Termas de la Ermita levantada en honor a las Santas Nunilo y Alodia. Se trata de este tipo de paramento, pero en este caso de opus vittatum, realizado para quedar exhibido; por ello en los intersticios podemos observar resquicios de mortero.

Técnicas y emprendimiento

En la ciudad ibero–romana de Torreparedones, la mayoría de los edificios son de acometida pública: la Puerta Oriental, la construcción del viario y el Foro fundacional, así como el Templo, el Macellum y el Santuario. Pero con el embellecimiento de la misma, reflejada en el proceso de marmorización, se llevó a cabo el encargo de mostrar el lujo de la ciudad, esta vez por parte de iniciativas privadas ligadas al evergetismo cívico. En este contexto destaca la construcción de las Termas de la Ermita junto con la pavimentación del Foro. Por supuesto, las construcciones domésticas es algo que pertenece a la iniciativa privada; no son del tamaño de las grandes empresas pero su encargo corrió a mano de los ciudadanos de Torreparedones. Si se comparan estas construcciones domésticas con las evergéticas, hay una clara diferencia en el uso tanto de los materiales como de la técnica. Las construcciones domésticas eran algo práctico y sencillo, lo que chocaba totalmente con el gran lujo y opulencia de las llevadas a cabo por los evergetas: grandiosas y con materiales que reflejaran el nivel que alcanzó la ciudad.

En el yacimiento de la ciudad, se plasma la influencia de la tradición que en un primer momento fue ibérica, y luego se dejó influir por el mundo itálico (AA.VV. 2014). Se usó la piedra caliza local y la arenisca, las cuales permitían construir en un tiempo relativamente rápido, ya que se trabajaba muy bien con ellas. Fue ya en época julio–claudia cuando se cambió el uso del material, reflejo con ello del avance que había sufrido la ciudad. Se emplearon piedras más duras e incluso nuevas formas decorativas importadas de diferentes lugares tanto de la zona como del propio Imperio Romano. Todo este trabajo en la nueva piedra, junto a la acometida de los evergetas, dio como resultado grandes obras de carácter público.

En la ciudad romana cada edificio tenía una funcionalidad diferente y de ello dependen tanto los materiales como las técnicas edilicias llevadas a cabo. Pero por regla general, predominan construcciones levantadas con muros a base de opus vittatum; una técnica rápida, pragmática y efectiva. Los suelos, sin embargo, mayoritariamente se pavimentaban mediante opus signinum, lo que aseguraba su duración e impermeabilidad.

Torreparedones fue una ciudad que mediante sus construcciones, poco a poco fue reflejando su status, a imagen y semejanza de la propia capital del Imperio Romano. En las construcciones se ha visto sobre todo una gran funcionalidad y pragmatismo, reflejados en ese uso preponderante del opus vittatum ya citado. Todo ello queda manifestado en este estudio para que una gran ciudad como lo fue y es Torreparedones, quede patente en la historia de la construcción romana.


AGRADECIMIENTOS

He de dar las gracias a la formación recibida este año durante el Máster de Arqueología, a mis directores del Trabajo Fin de Máster el Dr. Ángel Ventura Villanueva y como no a la Dra. Margarita Orfila Pons, por confiar en mí para la elaboración del TFM, de este artículo y de futuras investigaciones que vendrán. Por último y no menos importante, el gracias con mayúsculas va a mi familia: GRACIAS.


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