El agua, cuando es confinada en espacios de apenas uno o dos nanómetros (un millón de veces más pequeño que un milímetro), adquiere simultáneamente dos propiedades extraordinarias y aparentemente contradictorias: se vuelve extremadamente conductora de la electricidad, a niveles de líquidos «superiónicos» y, al mismo tiempo, desarrolla una capacidad gigantesca para almacenar energía eléctrica, comparable a la de los materiales «ferroeléctricos». Este sorprendente hallazgo, que desafía los principios de la física y la química conocidos hasta ahora y que abre la puerta a revolucionarias aplicaciones tecnológicas, es el resultado de una investigación internacional publicada en la revista Nature en la que participa, con un papel determinante, la Universidad de Granada.