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Cuaderno de Bitácora
Reflexiones sobre nuestro tiempo
Vivimos una época de cambios agitados. Un lánguido declinar se cierne sobre todo lo que conocemos y el advenir se torna inquietante. Pero el lenguaje nos salva de un naufragio. Nos concentra para irradiar, al tiempo que logra extraernos excéntricamente de nosotros mismos. Pensar el ocaso de nuestro mundo requiere este ocaso personal en favor de la palabra y de las luces de aurora que ella quisiera congregar.
 

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Misterios de la teoría conspiratoria (II). El resentimiento
08 / 01 / 2021


No sería extraño que, ante el intempestivo y salvaje temporal que en estas fechas sacude la península ibérica, surgiese una explicación de tipo confabulatorio. Es imaginable que surgirían dos tendencias.

La primera, de tipo idealista y solipsista, afirmaría que las nevadas y su séquito de consecuencias son solo una idea, una idea en la mente del magullado ciudadano, inducida por los medios de comunicación de masas. Los gobiernos de las naciones más desarrolladas, según esta teoría, estarían induciendo en la población una sensación de catástrofe, con el fin de mantener el poder y de afianzar un capitalismo dirigido desde arriba.

Una segunda tendencia discurriría por el cauce realista. La borrasca sería completamente real. El gobierno, a través de conciliábulos y reuniones clandestinas, habría canalizado tecnologías punta, de origen chino o estadounidense, dirigidas a provocar artificialmente la bajada de temperaturas y a la generación de condiciones invernales, con el fin de sumar perfil y fuerza al confinamiento por conoravirus, que está siendo minado por acciones presuntamente revolucionarias de los que piden libertad (para sí mismos, en exclusiva).

Parece de broma, pero uno se espera ya algo así, a la vista de que la vanidad de la humanidad presente sólo puede representarse fenómenos cuyas causas sean humanas. Es el episodio psicótico de una comunidad narcisista que se resiste a admitir su completa vulnerabilidad en el seno de la naturaleza, así como su soledad en la inmensidad del cosmos. Estos sentimientos de desvalimiento crearon, en tiempos remotos, afectos vinculantes entre los individuos: la horda contra el caos. Pero en una época de resentimiento generalizado, como en esta nuestra, que es nihilista, ya no puede la colectividad arrebujarse en sí misma, aglutinarse de acuerdo con las fuerzas de Eros. Muy al contrario, la propensión thanatológica a la oposición y competencia impulsa terrores fantásticos: han sido ellos (da igual quienes; ellos, los otros, el otro que acecha). Es prácticamente un destino que estas teorías conspiratorias surjan. Surgirán.