Durante el metamorfismo progresivo se añade calor a las rocas, incrementando su temperatura. Eventualmente la temperatura de equilibrio de la reacción de interés es sobrepasada, por lo que se favorece el crecimiento de los minerales producto de la misma. Esta “fuerza química” es proporcional a la cantidad de temperatura en que se ha sobrepasado la temperatura de equilibrio (este concepto, extremadamente útil, se conoce en la literatura inglesa como overstepping)
Cuanto mayor es el exceso de temperatura mayor será la facilidad para que se pueda cruzar la barrera energética y se produzca la reacción. La velocidad a la que se producen las etapas que se han enumerado anteriormente (nucleación, difusión y transporte) depende de en cuanto se ha sobrepasado la temperatura de equilibrio. Sin embargo, cada una de estas etapas depende a su vez de otros factores ambientales o relacionados con la historia de la roca. Por ejemplo, la velocidad de transporte puede ser mucho más rápida en presencia de un fluido intergranular. Así mismo, la velocidad de crecimiento de los núcleos (la cual depende de la superficie de los mismos) puede ser mayor si los cristales que se forman son pequeños que si, por el contrario, se forman granos grandes.
Esto explica la usual presencia de porfiroblastos, y
el mayor tamaño de grano en general, en rocas que se han calentado lentamente
(metamorfismo regional) en comparación con las rocas que se han calentado
rápidamente (como las corneanas en el metamorfismo de contacto).

Por tanto se puede extraer información muy valiosa sobre la velocidad
de los procesos metamórficos a partir de las texturas de las rocas.