Algunos
procesos metamórficos cambian también la composición química
del protolito.
Este tipo de metamorfismo se denomina metamorfismo aloquímico
o metasomatismo.
Por
ejemplo, el agua de deshidratación expelida durante el metamorfismo puede
contener elementos disueltos que son transportados lejos de la roca, modificando
la composición del protolito. Casi todos los fluidos metamórficos
están saturados en sílice, por lo que el movimiento de esos fluidos
por las fracturas y los poros de una roca subsaturada en sílice (como
las rocas ultramáficas, o los mármoles dolomíticos) puede
alterar drásticamente su composición, generando rocas metamórficas
de composiciones muy particulares.
Los
procesos metasomáticos son un ejemplo de procesos de interacción
agua-roca, y son muy importantes también en medios diagenéticos.
La interacción de una roca con un fluido de origen externo, con una composición
en volátiles que no está en equilibrio con la mineralogía
de la roca, es otro proceso metasomático habitual en ambientes metamórficos.
El flujo de agua pura a elevada temperatura a través de una roca puede
producir su fusión parcial, la formación de micas o anfíboles
a partir de piroxenos en rocas piroxénicas, o la producción de
wollastonita a partir de periclasa en mármoles. De esta manera, el metasomatismo
puede crear rocas con composiciones extremas que sirvan de protolito en ciclos
metamórficos posteriores. Este tipo de rocas metasomáticas son
relativamente habituales en áreas de metamorfismo regional y en aureolas
de metamorfismo de contacto, pero su contribución volumétrica
es subordinada. Aunque son muy interesantes desde un punto de vista petrológico,
no se suelen tener en cuenta al discutir el metamorfismo progrado de las diferentes
categorías composicionales.