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TERTULIAS DE AQUÍ: ¿TECNOCRACIA?, ¿PARA QUÉ?

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La utilización de los sistemas de computadoras como instrumentos de comunicación y trabajo intelectual debería implicar una transformación radical de los supuestos sobre los cuales ha descansado el saber disciplinario tradicional. Estos instrumentos viabilizan la reconceptualización del ejercicio de la escritura, de los límites disciplinarios así como de la organización y funcionamiento del régimen institucional universitario.

Heidi J. Figueroa. Unv. Puerto Rico. / Una de estas transformaciones estaría relacionada con la desestabilización de la cultura de fetichización del libro como "libro duro" y del culto a la estructura narrativa alfabética-silábica y lineal. Es decir, el texto sólo es reconocido y valorado como tal a partir de una apariencia ostensible y constatable táctilmente, con peso y volumen, una materialidad cuyos límites sean evidentes en "sí mismos", una portada más decorosa que decorada, con una sucesión de páginas fijas. Esta estructura impone un cierto orden a la lectura, de forma tal, que el ideal de coherencia lineal, introducción, desarrollo y conclusión no quede subvertido por algún lector nquieto o despistado. El ideal de lectura unívoca, que despeje cualquier sospecha y que permita pues, las interpretaciones legítimas, que revelen las intenciones, el alma del autor, la Verdad del texto, anda cogido de la mano con la voz del fetichismo autorial ya emplazado por las discusiones postestructuralistas.
Todo un régimen institucional ha sido erigido a partir de la secularización de la escritura. Es decir, las formas de reglamentación y control de la escritura en imprenta no se hicieron esperar. Las leyes del copyright son un ejemplo contundente de éstas y de cómo coexiste en tensión el principio democrático de la libertad de expresión y las leyes que responden fundamentalmente a los avatares del mercado y la acumulación de ganancias (especialmente de las casas editoras). En nuestro medio universitario, el régimen institucional garantiza el orden jerárquico de la cultura tecnocrática poniendo el énfasis en la producción de normas y leyes para la distribución asimétrica de recursos y accesos en abierta contradicción con los discursos democráticos de muchos administradores.
Paradójicamente, este maridaje entre control tecnocrático y escritura queda desestabilizado -en formas más evidentes que antes- con el desarrollo de nuevas tecnologías. Una de las características de la escritura electrónica consiste en que no tiene sustancialidad natural o lugar de origen fundamental. Esto hace que la posibilidad de generar múltiples copias digitales que viajen a diversos puntos de un network, se convierta en un mecanismo cada vez más usado para adquirir documentación. Varios autores han destacado los atributos de este texto virtual o docuverso. Entre éstos, tenemos mayor capacidad de distribución en menor tiempo y la posibilidad de asumir una
multiplicidad de formatos de impresión transgrediendo la dicotomía original-copia y permitiendo configurar fijeza y flexibilidad simultáneamente.
Richard A. Lanham en su muy discutido libro The Electronic Word nos trae a la atención, una cualidad adicional: si hoy podemos hablar de un texto interactivo -una novela interactiva, por ejemplo, donde los y las lectoras puedan producir distintos desarrollos paralelos, distintos puntos culminantes y diferentes finales- ¿a quién pertenece el texto?
¿Podríamos continuar hablando de autor en el sentido único, autocontenido, fuente incuestionable del origen? También podríamos hablar de un texto viviente a través de una publicación electrónica que permita un texto proteo modificable a través de la incorporación de una diversidad de puntos de vistas provenientes de otros lectores.
Este ejercicio reivindica el principio del ensayo, con toda la fluidez e hibridación necesaria entre escritor-texto-lector. Se trata de un espacio flexible que alienta la construcción de textos "abiertos". Es decir, textos que no aspiran a ser absolutamente transparentes, unidimensionales o lineales, donde el control de la inserción en el texto radique en el lector-participante. Proyectos de publicación como éstos proliferan y se distienden por las redes de Internet en la actualidad.
El texto electrónico propicia una estática diferente, que reivindica la escritura como arte donde se reconfiguran lúdicamente letras, imágenes, colores y sonidos. Pero más aún, un espacio cuya flexibilidad permite la transmutación entre cada uno de estos signos. Un trazo puede producir sonidos musicales, un gesto la gama de formas y colores. El proceso de escritura -y el trabajo intelectual que despliega- reposiciona la práctica pasional y lúdica como componente fundamental del proceso de escritura, permitiendo la identificación del lector con el texto a la par que su distanciamiento. Se trata, pues de una poiesis diferente donde las dicotomías prosa/poesía, ciencia/arte, literatura/crítica, artes gráficas/música, entre otras, se desestabilizan y pierden relevancia como campos auto-contenidos y mutuamente excluyentes. De hecho, hay quienes han dicho que el drama -y yo añadiría el drama de corte transgresivo, como el brechtiano que juega con la dicotomía actor-espectador, viabilizando y al mismo tiempo, previniendo la identificación del espectador con los personajes de la trama- es el arte que más se asemeja a este medio.
Igualmente, la escritura viabilizada por los sistemas de comunicación por computadoras refuerzan la tendencia hacia la post-disciplinariedad o transdisciplinariedad. En nuestros días, la mirada que guía la investigación subvierte los anteriores límites disciplinarios. El investigador o investigadora puede adentrarse en el texto, manipularlo, interrogarlo, compararlo con otros textos sin copiosos gastos de tiempo y dinero. De pronto, una imagen o una palabra es un pasaje posible hacia otros textos. La "superficie" del texto electrónico es multidimensional. El recorrido de la lectura puede asumir una multiplicidad de partidas, virajes y abandonos.
La posibilidad estructural de estos ejercicios, de estos ensayos, es lo que la universidad debería viabilizar. El énfasis debería ser puesto más en la facilitación y democratización de estos espacios y menos, en el control y la reglamentación tecnocrática de estos sistemas.
Abrir las puertas de nuestras instituciones universitarias a la población estudiantil de nuestro país y especialmente a los estudiantes en desventaja económica, constituye un ejercicio de democratización.
Pero presupone tener una infraestructura adecuada, incluido un plan de calidad de vida y justicia económico-social para los empleados docentes y no docentes, pero también, reconfigurar nuestras ofertas y diseños curriculares para atender a una gama de particularidades y desigualdades de destrezas, intereses y expectativas de esos estudiantes. Los sistemas de computadoras proveen la flexibilidad para atender estas particularidades.
Ahora bien, las destrezas no deben ser vistas al exterior de la construcción de los saberes y de la reconceptualización de esta producción. De la misma manera que estos sistemas hacen posible la experiencia de la hibridación emplazando conocidas polaridades dicotómicas y las consabidas jerarquías y asimetras que las acompañan -maestro/estudiante, escritor/lector, ciencia/tecnología, entre otras-, las llamadas "destrezas de informática, computación y comunicación" no deben verse al exterior de la producción de saberes y ensayos académicos. El fetichismo del texto duro no debería, pues, suplantarse por un fetichismo de la destreza fofa. Esto significaría el colapso de las posibilidades que estos sistemas proveen.
Termino, pues, con una cita de Mark Poster en su libro The Mode of Information que me parece muy sugerente: "A postCartesian representation of the world might consist in a continuum with simple machines at on end, humans at the other and computers, androids, robots, and cyborgs in between." En este continuum, la tecnocracia sobra.
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La autora pertenece al Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales del Recinto de Río Piedras, UPR. Su correo electrónico es: h_figueroa@upr1.upr.clu.edu


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