Revista de Paz y Conflictos
ISSN: 1988-7221

Las paradojas del movimiento zapatista en la construcción de paz: “El ejército que nace para que no haya más ejércitos”

Por Eva Antón González.

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Resumen

Este ensayo es un compendio de las principales ideas que recoge el trabajo de investigación con el mismo título que presenté en el 2009 para obtener el Diploma de Estudios Avanzados (DEA) en Paz, Conflictos y Democracia por el Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada.
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) salió a la luz pública el 1º de enero de 1994, con una declaración de guerra al Gobierno mexicano y la toma de cuatro importantes cabeceras municipales en el estado sureño de Chiapas, con la consiguiente extensión del conflicto a otros municipios de la entidad federativa y la intervención del Ejército. Los enfrentamientos más sangrientos tuvieron lugar en la ciudad de Ocosingo. El grupo insurgente contaba entonces más de una década de vida en la clandestinidad.

En esta investigación se estudia al movimiento zapatista de México y su proceso de construcción de paz, con una especial atención a las paradojas que enfrenta en su proceder histórico, ya que a medida que estas sean superadas, tanto el EZLN como la sociedad mexicana en su conjunto habrán avanzado en el camino hacia su tan anhelada paz.

Palabras clave: Paz, EZLN, zapatismo, pueblos indígenas, indigenismo, interculturalidad, globalización, México, Chiapas, autonomía, territorio.

Abstract

The present work is a summary of the principal ideas from the research paper of the same title that the author presented in 2009 to obtain the Advanced Studies Diploma in Peace Conflicts and Democracy from the Institute of Peace and Conflicts of the University of Granada.
The Zapatista Army of National Liberation (Ejército Zapatista de Liberación Nacional, EZLN) announced its intentions the Mexican society and the international community on 1 January 1994, when it declared war on the Mexican Government and army, with the taking of four important towns and cities in the southern state of Chiapas and the ensuing spread of the armed conflict to other municipalities in the area. The bloodiest fighting took place in the city of Ocosingo. The insurgent group subsequently went underground for more than a decade.

The present essay reflects on the Zapatista movement and its peace construction process, paying special attention to paradoxes faced its historical conduct, since to the extent that these are overcome, both the EZNL and Mexican society as a whole will have moved forward along the path towards longed for peace.

Keywords: Peace, EZLN, zapatismo, indigenous peoples, indigenismo, indigenous rights, interculturalism, globalisation, anti-globalisation, anti-system, altermundismo, Mexico, Chiapas, autonomy and social movements.


1. Introducción

El 1º de enero de 1994 el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), integrado en su mayoría por indígenas mayas de las etnias tzeltal, tzotzil, tojolabal y chol provenientes del estado sureño de Chiapas (México), le declaró la guerra al Gobierno del país y a su ejército. La mayoría de los mexicanos entendió sus causas, pero condenó el recurso a la violencia. A pesar de admitir que había sido la marginación y la pobreza lo que había llevado a los indígenas a levantarse en armas, la población del país no se sumó a las filas del EZLN, como esperaban los insurgentes que pasaría, apostando en su lugar por una vía pacífica para solucionar el conflicto. La guerra se desarrolló en Chiapas, pero el objetivo de los rebeldes era avanzar hacia la capital del país venciendo al ejército federal y creando a su paso pueblos liberados. Los mexicanos se posicionaron a favor de la paz, pero no mediante la toma de las armas, sino a través de la denuncia a la violencia estructural imperfecta que impera en Chiapas reconociendo la justicia de las demandas zapatistas. La salida a las calles de miles de mexicanos reclamando al Gobierno el alto al fuego y el fin de la masacre supuso una gran victoria para la causa indígena nacional e internacional.

Gracias a la presión social la guerra se detuvo a los doce días de fuego cruzado entre efectivos gubernamentales y del EZLN; se produjo un empoderamiento pacifista de los principales actores implicados en el conflicto. El Gobierno Federal decretó el alto al fuego de manera unilateral y esta medida fue imitada por los zapatistas. A más de quince años de aquellos fatídicos días que ocasionaron numerosas muertes y desplazamientos, este conflicto aún no ha sido resuelto, existiendo en el estado de Chiapas actualmente dos sistemas de poder enfrentados que llevan a cabo dos modelos organizativos y de desarrollo opuestos. En la actualidad el EZLN defiende una lucha civil y pacífica, aunque aún no depusieron sus armas.

El alto al fuego en enero de 1994 sin una victoria militar del EZLN no significó el fracaso del movimiento, sino que al contrario son muchos los logros que han alcanzado hasta la fecha, siendo quizás el más importante que gozan del respeto internacional y de una amplia legitimidad. Los zapatistas luchan por el fin de la pobreza y de la marginación que afecta a los indígenas en México y por el respeto a los derechos y a la cultura indígena, especialmente el derecho a la libre determinación. La reanudación del diálogo entre el Gobierno Federal y los insurgentes así como el combate a la violencia estructural imperfecta que impera en el país es imprescindible para alcanzar una resolución pacífica de este conflicto.

En el título de este ensayo nos referimos al movimiento zapatista en vez de al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) porque el zapatismo es mucho más que su ejército. Los insurgentes están desarrollando un modelo de autonomía regional pluriétnica en la que hay cargos militares, pero también políticos, civiles y bases de apoyo. El EZLN desde sus orígenes ha dispuesto de una importante base social a su favor en las comunidades indígenas y campesinas de Chiapas, que a medida que han pasado los años ha ido incrementado su protagonismo en el movimiento. El EZLN obedece órdenes a nivel político del Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI). El Subcomandante Insurgente Marcos, vocero y máxima autoridad militar del EZLN, explica que uno de los rasgos más característicos del zapatismo es que lo militar está supeditado a lo político.

El movimiento insurgente enfrenta paradojas internas, pero también externas, que deben ser superadas con el fin de crear más espacios de cooperación y solidaridad y avanzar en la construcción de paz. Las paradojas no deben ser entendidas por principio como algo negativo. Siempre que no supongan el estancamiento de un movimiento en sus propias contradicciones y dogmas pueden significar el punto de partida hacia nuevas transformaciones y evoluciones que resulten favorables para el desarrollo de un mundo mejor para todos.


2. El nacimiento del EZLN

Con base en información oficial, la población de México supera los 100 millones de habitantes. Los indígenas representan el 9,8% de su población, siendo poco más de 10 millones de habitantes (datos 2005). A continuación se incluye un mapa político del país en el que se puede observar la localización, en el sureste, del estado de Chiapas, foco del conflicto.


Figura 1. Mapa político de México

Mapa político de México
Mapa político de México. [En línea, consultado el 18 de marzo de 2010].        
Disponible en http://www.map-of-mexico.co.uk/espanola/imagenes/politicospanishnew.gif.

Chiapas es el segundo estado del país en el que vive un mayor número de indígenas: un total de 1.330.981 (datos 2005), siendo la población total de la entidad federativa de 4.293.459 habitantes (datos 2005). En relación a su Índice de Marginación Chiapas ocupa el segundo lugar de la República, con un grado de marginación muy alto (datos 2005), y el último lugar entre todas las entidades federativas del Estado por su Índice de Desarrollo Humano, con un grado de desarrollo medio alto (datos 2000). Al igual que ocurre en el resto del país, Chiapas padece grandes desigualdades económicas entre sus regiones y entre sus habitantes, lo que agudiza el problema de la pobreza, siendo la zona habitada por los indígenas y esta minoría de las más desfavorecidas. Adranka Mihalic destaca que Chiapas tiene un índice de desarrollo semejante al de países africanos subdesarrollados. Algunos municipios, como por ejemplo Santiago El Pinar[1], tienen tan bajo desarrollo humano y tan alta marginación que se pueden comparar con el Congo (Mariscal, 2008).

El EZLN fue fundado el 17 de noviembre de 1983 en la Selva Lacandona, región localizada en el este del estado de Chiapas. El ejército rebelde está integrado en su mayoría por indígenas mayas provenientes de las regiones Selva, Altos, Fronteriza y Norte del estado de Chiapas[2], localizadas al este de la entidad, siendo en las que se concentra la mayoría de la población indígena del estado. Desde su fundación, el crecimiento del EZLN fue muy rápido, pero no todos los indígenas de la entidad le apoyaron o decidieron sumarse a sus filas. La madrugada del 1º de enero de 1994 los insurgentes tomaron cuatro importantes cabeceras municipales del estado de Chiapas: San Cristóbal de Las Casas (Altos), Altamirano (Altos), Ocosingo (Selva) y Las Margaritas (Fronteriza), con la consiguiente intervención del ejército federal. El conflicto se extendió por más localidades de la entidad. Durante los doce días que duró la guerra el fuego cruzado tuvo lugar en las regiones Altos, Selva y Fronteriza. A continuación se incluye un mapa en el que se puede observar la localización de estas regiones, que es en donde en la actualidad el movimiento insurgente está construyendo su proyecto autonómico, además de en la zona Norte.


Figura 2. Mapa de las regiones económicas de Chiapas

Mapa de las regiones económicas de Chiapas
Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal, Gobierno del Estado de Chiapas (2005) Enciclopedia de los Municipios de México. [En Línea, consultado el 18 de marzo de 2010]. Disponible en
http://www.e-local.gob.mx/work/templates/enciclo/chiapas/regi.htm

Hasta el día en que decidieron declarar la guerra al Gobierno, en enero de 1994, el grupo fundador fue ganando fuerzas, sumando a su causa insurgentes, milicianos, bases de apoyo y simpatizantes y aumentando su área de influencia. El tiempo en la clandestinidad les sirvió asimismo para definir su pensamiento político y su estrategia de lucha. Los zapatistas eligieron el 1º de enero de 1994 para levantarse en armas porque era el día que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), lo que en su opinión significaba una condena a muerte para los indígenas de México, coincidiendo además con año electoral. Marcos relata los primeros momentos de guerra del siguiente modo: “Sí, el EZLN sale a la luz pública con más de 4.500 combatientes en la primera línea de fuego, la así llamada Vigésima Primera División de Infantería Zapatista, y unos 2.000 combatientes permanecían en la reserva. La madrugada del 31 de diciembre de 1993 confirmé la orden de ataque, la fecha y la hora. En resumen: el EZLN atacaría simultáneamente 4 cabeceras municipales y otras 3 más “al paso”, reduciría a las tropas policíacas y militares en esas plazas, y marcharía después a atacar dos grandes cuarteles del ejército federal. La fecha: 31 de diciembre de 1993. La hora: las 24:00” (Muñoz, 2003: 25 y 26). Los zapatistas se definen como anticapitalistas y contrarios a la globalización neoliberal. Exigían la destitución del entonces presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari (PRI)[3], la renuncia del gobernador de Chiapas y que se convocara a elecciones libres y democráticas.

La mayoría de los integrantes del EZLN son indígenas de Chiapas, pero los orígenes del movimiento se remontan hasta la organización político-militar de influencia marxista-leninista, Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), fundada en 1969 en Monterrey (México), por un pequeño grupo de personas, en su mayoría estudiantes egresados de la Universidad de Nuevo León. Esta es la razón de que el movimiento combine la lucha por el respeto a los derechos y a la cultura indígena con la lucha anticapitalista.

Con anterioridad a que el EZLN se diera a conocer a la sociedad mexicana, los fundadores del movimiento tuvieron que enfrentar numerosas contradicciones debidas a su encuentro con las comunidades indígenas de la Selva. Los intelectuales procedentes de las FLN se dieron cuenta de que no tenían nada que enseñar a quienes llevaban años resistiendo y su idea de un grupo de iluminados que guía al conjunto de la sociedad se desvaneció. La mezcla de dos ideologías políticas provenientes de culturas diferentes ha dado como resultado el movimiento zapatista, que respetando el deseo de la mayor parte de la población mexicana decidió dejar a un lado las armas y encaminar una lucha pacífica. Tzvetan Todorov defiende que: “No basta con condenar la violencia; si queremos impedir que se vuelva a producir, es preciso intentar entenderla, ya que nunca estalla sin razón” (Todorov, 2008: 141).


3. Las paradojas del movimiento zapatista en la construcción de paz

En la Convención Nacional Democrática (CND), celebrada en agosto de 1994 en un tramo de bosque cercano a Guadalupe Tepeyac (Chiapas), en un lugar denominado Aguascalientes, las tropas zapatistas desfilaron con sus fusiles en alto y un lazo blanco atado en la punta, mientras el vocero del EZLN explicaba que eso significaba, como todo allí, una paradoja: “Armas que aspiran a ser inútiles”. Los zapatistas defienden que son el ejército que nace para que no haya más ejércitos. A este primer acto público al que convocó el EZLN asistieron cerca de siete mil personas.

En nuestros tiempos el recurso a la violencia está muy mitificado, siendo defendido en numerosas ocasiones a ultranza como si se tratase del único medio posible para alcanzar los objetivos deseados. Los zapatistas enfrentan diferentes paradojas en su proceso de construcción de paz que se deben a su contexto histórico, a sus orígenes y a esta sobrevaloración de la violencia, defendida y practicada sin escrúpulos incluso por Gobiernos que se definen como democráticos, considerada como una extensión de la política y necesaria ante algunas circunstancias. Si se respetan los derechos humanos individuales y colectivos será prácticamente imposible encontrar una justificación moral al recurso a la violencia. En todo caso cada situación exigirá su estudio particular.

En los primeros momentos del conflicto los zapatistas comunicaron que habían recurrido a las armas porque habían agotado todos los cauces legales para hacerse oír, que su recurso a la violencia era una medida última pero justa. “Lo que nos planteábamos más seriamente era: vamos a salir, nos van a aniquilar, pero esto va a llamar la atención sobre el problema indígena y atraerá necesariamente la mirada del régimen y la del mundo por acá”. (…). “Teníamos que elevar el costo de la sangre indígena … Algo así como meter la sangre indígena en la Bolsa de Valores. Eso es lo que queríamos hacer” (EZLN, 1997: 451).

Los rebeldes expusieron su vida ante un ejército mucho más numeroso y preparado que el de ellos en un intento de garantizar la supervivencia de su pueblo. Se dieron a conocer como un movimiento armado pero su recurso a la violencia estaba rodeado de valores positivos, de solidaridad, al decidir dar la vida propia por el bien de un pueblo aunque esto supusiera morir o incluso tener que matar. ¿Los convierte esto en héroes, mártires o en asesinos? Si se quiere alcanzar la paz quien mata o recurre a la violencia, sea del bando que sea, debe dejar de ser visto como un héroe. La justicia tiene que ocupar su lugar. ¿Asesina sólo el que empuña un arma o el que reduce a un pueblo hasta la muerte por inanición o enfermedades curables? La justicia debe condenar el recurso a la violencia, a excepción de en casos de defensa propia, y ocuparse asimismo de la persecución contra la violencia estructural imperfecta del sistema.

El EZLN ha alcanzado hasta la fecha muchos de sus objetivos. En este sentido, están consiguiendo mantener con bastante eficacia sus posiciones y el control sobre el territorio recuperado en la primera etapa del conflicto, lo que se evidencia como muy difícil teniendo en cuenta que el modelo de desarrollo que defienden choca frontalmente con el promovido por el Gobierno mexicano. Este hecho desvela que cuentan con una importante base social a su favor.

El zapatismo está inmerso ahora en una importante batalla: no cerrar la puerta que abrió a la democracia en enero de 1994, cuando decidieron escuchar a la sociedad y dejar a un lado las armas. El gobierno debe hacer gala asimismo de los valores democráticos que promueve y reabrir la vía del diálogo y la reconciliación, así como asegurar el estado de bienestar y de derecho en el conjunto de la República. En la actualidad se oyen voces que defienden que por su trayectoria en el pasado corresponde al Estado Mexicano la responsabilidad primaria de realizar acciones que permitan crear un ambiente propicio para la reanudación del diálogo entre el Gobierno Federal y los insurgentes (Martínez, 2010).

Los insurgentes luchan por la autonomía, y no por la independencia, ya que además de como indígenas se identifican como mexicanos. En los actos públicos que celebran desfilan tanto con la bandera mexicana como con la zapatista en alto y cantan tanto el himno nacional como el suyo propio. A pesar de la atomización y aislamiento al que se sometió a las comunidades indígenas desde los tiempos de la Conquista, tanto hacia el exterior como a nivel intercomunitario, los rebeldes han conseguido que su mensaje llegue a casi todos los rincones del mundo, especialmente gracias a su recurso a las nuevas tecnologías de la comunicación, como es el caso de Internet, y a la celebración de numerosos actos públicos.

Los rebeldes defienden el respeto a los derechos y a la cultura indígena, pero están en contra de los usos y costumbres prehispánicos que atentan contra los derechos humanos, como la discriminación de que son víctimas las mujeres en muchas comunidades indígenas, prohibiéndoseles tener cargos de autoridad y pudiendo incluso ser vendidas. Junto a esto, el movimiento favorece el encuentro cultural y entiende la cultura como algo dinámico, que puede cambiar con el tiempo, y no como algo permanente, estático. El EZLN no promueve la lucha de clases, ni la dictadura del proletariado, sino la democracia y el combate al capitalismo. Tampoco quiere tomar el poder, desvinculándose por lo tanto de la táctica revolucionaria de los movimientos de corte marxista-leninista.

Bajo su dura e intimidatoria presencia, aparecen casi siempre ante las cámaras y la sociedad armados y con pasamontañas o paliacates cubriendo su rostro, la filosofía de los zapatistas está impregnada de valores positivos: defienden un mundo donde quepan todos los mundos, una política en la que el que mande lo haga obedeciendo, para todos todo, para nosotros nada, reclaman democracia, justicia y libertad, dicen que abajo y a la izquierda está el corazón y que su arma es su palabra. Contra el hermetismo que exhiben la mayoría de los movimientos armados, el EZLN manifiesta un gran interés por ser escuchado y de oír a la sociedad. Aunque el zapatismo nació en la Selva Lacandona, en un lugar recóndito de México, a las comunidades autónomas llegan numerosos observadores internacionales, que acuden al territorio rebelde para ayudar en lo que puedan, para denunciar los atentados contra los derechos humanos que observen, pero también para aprender y construir un mundo más humano y justo juntos. El EZLN sigue teniendo una gran capacidad de convocatoria. Durante mi estancia en territorio autónomo el trato que recibí por parte de los zapatistas fue siempre muy respetuoso, estando totalmente dispuestos a resolver todas las cuestiones que les planteé. Las Juntas de Buen Gobierno (JBG) de Morelia y de La Realidad[4] me atendieron tarde, porque tuvieron mucho trabajo a lo largo de todo el día, pero una vez que llegó mi turno no tuvieron prisa en despedirme, al contrario, se preocuparon de darme toda la información que necesitaba. Hay quien documenta que pese a sus simpatías hacia el movimiento y a sus múltiples intentos le resultó imposible entrevistarse con las autoridades de zona o miembros de las JBG, ya que los insurgentes le recriminaban su previo acercamiento a las autoridades constitucionales. Este hecho, de ser cierto, chocaría con la filosofía zapatista y con lo que promueve este movimiento, al coartar la libertad personal de un investigador.

Que el vocero del movimiento sea su máxima autoridad militar envuelve al zapatismo de un cierto halo de violencia, a lo que se suma el hecho de que sus héroes hayan emprendido en el pasado luchas armadas, como por ejemplo el Ché y Emiliano Zapata. Sin embargo no hay que olvidar que es lo que representan estos mitos en el imaginario latinoamericano e internacional: la lucha a favor de los más desfavorecidos, de los más pobres, de los marginados, de los que menos tienen; valentía y solidaridad.

El zapatismo no condena abiertamente los crímenes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), ni los atentados contra los derechos humanos que practica el Gobierno de Cuba. Por tales motivos, preocupa su mitificación de los movimientos revolucionarios latinoamericanos de izquierdas, lo que perjudicaría el definitivo alcance de las causas que defiende.

Los zapatistas denuncian el incremento en los últimos años, concretamente a partir de la llegada a la Presidencia de la República de Felipe Calderón (PAN), de las amenazas, intimidaciones y agresiones de que son víctimas por parte de grupos paramilitares[5], a los que vinculan con el Gobierno federal y estatal, y de las amenazas existentes en torno a las tierras recuperadas. Cualquiera de estas problemáticas, de no ponérsele freno, puede provocar que los rebeldes tomen de nuevo las armas. Los zapatistas reclaman que se les permita tener su lugar. Están poniendo en práctica de manera unilateral su derecho a la libre determinación como pueblos indígenas, derecho reconocido internacionalmente por la ONU.

El EZLN se levantó en armas para combatir la globalización neoliberal y el capitalismo en un momento en el que autores como Francis Fukuyama pronosticaban el fin de la Historia tras la caída del bloque comunista y presentaban al modelo de desarrollo occidental, el liberalismo democrático, como la única alternativa posible para alcanzar el progreso social. En la actualidad se empiezan a reconocer con una mayor fuerza las debilidades que enfrenta este modelo. El EZLN ofrece una práctica de desarrollo nueva. Su ideología combina la cultura occidental con la cosmovisión indígena, la lucha contra las desigualdades económicas con la lucha emancipadora de los pueblos. Enfrenta la homogeneización del planeta y reflexiona a partir de las relaciones existentes entre lo global y lo local.

No se justifica el recurso a la violencia, pero tampoco existe justificación posible alguna a la explotación humana, a la marginación y al no respeto a los derechos humanos individuales ni colectivos, por lo que es necesario trabajar en ambas líneas de cara a obtener óptimos resultados y avanzar en la construcción de un mundo más humano. Los zapatistas hablan de dignidad, de democracia, de paz, de justicia, pero cuando pienso en Chiapas la recuerdo gris. Chiapas es víctima de una guerra de baja intensidad; en Chiapas hay agresiones a indígenas zapatistas aunque apenas se hable de ello; hay desigualdad, pobreza; un grupo armado que vive escondido en la selva; se respira miedo, tensión. Los niveles de pobreza en que viven los indígenas apenas han cambiado en los últimos años pese a las grandes cantidades de dinero que se han destinado al estado a raíz de la guerra. La resolución del conflicto se complica porque los zapatistas están enemistados con todos los partidos políticos institucionales del país. Es necesario que los diferentes actores se distancien de lógicas maniqueístas que implican creer que en el otro bando todos son malos dificultando sino imposibilitando la negociación y la reconciliación.

El zapatismo puede llegar a desempeñar un papel tan importante en la Historia como el que protagonizó el marxismo, por su originalidad, porque se aleja de la lucha armada y rescata lo mejor de la cultura occidental y de la indígena, y por su defensa del respeto a los derechos humanos. Francisco Muñoz y Mario López destacan el papel de primera magnitud que desempeñó el marxismo, unido al movimiento obrero, para incorporar a las clases y grupos dominados a la Historia, para convertirlos en actores de la realidad. A lo que añaden que este aspecto favorece sin duda la ampliación de las conceptualizaciones de la paz ya que por una parte permite participar a actores que estaban silenciados y amplía la teoría y la práctica de los Derechos Humanos. Sin embargo, argumentan, estas premisas no deben evitar ver que, contradictoriamente, muchos de los presupuestos marxistas, teóricos y prácticos, se han visto involucrados en acciones alejadas de la construcción de la paz, fundamentalmente porque, relacionado con las propuestas de liberación, el discurso de la violencia ha estado casi siempre presente (Muñoz y López, 2000: 45 y 46). Esto mismo se puede aplicar al zapatismo, aunque el recurso a la violencia tiene en este movimiento una presencia mucho menor. El zapatismo junto al movimiento indígena nacional e internacional ha ampliado la teoría y la práctica de los derechos humanos y de la paz.

El futuro del movimiento, su relevancia y la aceptación mundial que suscite, dependerá en una gran medida del camino que sigan de ahora en adelante: una vía democrática y pacífica les granjeará un mayor reconocimiento mundial y apoyo, sin descuidar su lucha a favor de los derechos de las minorías y contra la violencia estructural imperfecta del sistema. El Gobierno mexicano debe proceder conforme a estos mismos principios si quiere contar con el apoyo y el respeto del pueblo mexicano y de la comunidad internacional.

Todorov defiende lo siguiente en relación al recurso a la violencia: “Suponiendo incluso que llegáramos a eliminar a los portadores del mal, ¿cómo sentirse satisfecho si para ello hemos tenido que convertirnos en uno de ellos? (…). Para llevar a los indios la religión cristiana, que enseña la igualdad de todos y el amor al prójimo, los conquistadores los someten mediante la guerra, y les enseñan a odiar y a despreciar a sus adversarios, de modo que la moral cristiana no sale reforzada. (…). Durante la Segunda Guerra Mundial los bombardeos masivos de poblaciones civiles por parte de la aviación alemana suscitan indignación porque ilustran una vez más la lógica maniquea según la cual entre los otros todos son culpables. Llega el día en que los aliados recurren a la misma táctica con la esperanza de acabar con la resistencia alemana, de modo que la barbarie se extiende un poco más por el mundo.

Cuando se elimina la inhumanidad del uno al precio de la deshumanización del otro, no compensa. Si para vencer al enemigo imitamos sus actos más odiosos, la que sale ganando es la barbarie. El maniqueísmo no puede luchar contra el maniqueísmo. La estrategia que pretende controlar la violencia del enemigo mediante una violencia comparable está condenada al fracaso” (Todorov, 2008: 162).

A lo largo de la historia se han desencadenado multitud de guerras que hallaron justificación en  el objetivo de  llevar a otros pueblos la civilización o la democracia, en nombre del desarrollo y del combate a las desigualdades, para poner fin a una barbarie, sin que sus éxitos sean siempre en la actualidad palpables, se respeten con el debido rigor los derechos humanos durante los enfrentamientos, ni haya una eficaz y verdadera implicación global en el combate a la injusticia y a la desigualdad allá donde resolver el problema sería tarea mucho más sencilla y menos costosa. La Historia necesita ser contada con una mayor exhaustividad y desde todos los ángulos si se quiere construir un mundo más solidario y justo para todos. La decisión de los zapatistas de levantarse en armas es descrita por el vocero del EZLN en el siguiente poema lleno de paradojas:

Y miren lo que son las cosas,
para que nos vieran, nos tapamos el rostro,
para que nos nombraran, nos negamos el nombre,
apostamos el presente para tener futuro,
y para vivir, morimos”.

Tzvetan Todorov hace suyas las palabras de Primo Levi, aunque anota que la observación no es original de éste, de que la violencia sólo engendra violencia, en un movimiento pendular que en lugar de disminuir con el tiempo, aumenta. “Los psicólogos han llevado a cabo experimentos que muestran que los seres humanos tienden a responder a las agresiones mediante otra de nivel superior, porque el mal que sufren les parece siempre mayor que el que infligen” (Todorov, 2008: 162). Esta opinión no es compartida por todos los autores. En cualquier caso, el recurso a la negociación, a la cooperación y a la solidaridad en la resolución de un conflicto siempre causará menos dolor que el empleo de la violencia; y la paz alcanzada tendrá unos fundamentos más sólidos que en caso de ser esta impuesta. La paz no es tarea de un día, exige una constante preocupación por alcanzar el fin de las desigualdades, de la marginación y de la pobreza, y por la potenciación de valores positivos en la sociedad.

En enero de 1994 los insurgentes se enfrentaron al ejército y a fuerzas de seguridad mexicanas, pero no hay que olvidar que hubo civiles que murieron a manos de los zapatistas en el transcurso de la guerra. La muerte de efectivos del ejército y de fuerzas de seguridad, del bando que sean, también es una pérdida irreparable, que causa un profundo dolor a sus allegados. Es necesario y urgente imaginar, construir y practicar otros medios para alcanzar el desarrollo deseado, dejando a un lado la violencia. La voluntad política es clave para avanzar hacia un mundo mejor; pero la implicación de la sociedad también es fundamental.

Mahatma Gandhi consideraba que no se puede ser no-violento de verdad y permanecer pasivo ante las injusticias sociales. Gandhi prefería a un violento a quien huye por cobardía. En su opinión no es posible esperar que un cobarde se convierta en no violento, pero sí se puede esperar esto de un violento, lo que en principio parece ilógico. Mahatma Gandhi confiaba en la disposición natural del hombre hacia el amor. “Por eso, nunca lo repetiré bastante, si no sabemos defender por nosotros mismos a nuestras esposas y nuestros templos recurriendo a la fuerza que brota de la renuncia, esto es, si no somos capaces de la no-violencia, debemos por lo menos, si somos hombres, atrevernos a emprender la lucha para defendernos. (…). Preferiría mil veces correr el peligro de recurrir a la violencia antes de ver cómo castran a una raza. Mi no-violencia no admite que se huya ante el peligro, dejando los bienes sin ninguna protección. No tengo más remedio que preferir la violencia a la actitud de los que huyen por cobardía. (…). Aunque no tenga fuerza física, es vergonzoso huir; el deber exige que se resista y que muera cada uno en su puesto. Esto sería una actitud no-violenta y animosa. Por el contrario habría coraje, pero faltaría la no-violencia si uno emplease la poca fuerza que tiene en combatir y aniquilar al adversario, con riesgo de su vida. La cobardía está en huir ante el peligro. En el primer caso es menester que uno tenga amor o caridad; en los demás casos, sólo tiene uno odio, miedo o recelo” (Gandhi, 1988: 147-149).

De todos modos, el saber con exactitud lo que ocurre en el interior de un movimiento requiere años de investigación y exige vivir el mayor tiempo posible en el territorio que controla y bajo sus normas y directrices. Es necesario destacar que existen críticas en torno a la figura del Subcomandante Insurgente Marcos, especialmente de ex miembros del movimiento, llegando incluso a ser acusado de racista con los indígenas.


4. Conclusiones

Los zapatistas están desarrollando en Chiapas su proyecto autonómico, para lo que no cuentan con el apoyo ni con el reconocimiento gubernamental, lo que provoca enfrentamientos entre los insurgentes y cargos públicos, y con campesinos contrarios a su proyecto político. El EZLN promueve un modelo de desarrollo alternativo al oficial y el encuentro con quienes no pertenecen al movimiento en vez de resultar enriquecedor en ocasiones está siendo violento.

Por otra parte el zapatismo construye paz porque lucha por la mejora de las condiciones en las que viven los indígenas de México y por lo tanto combate la violencia estructural imperfecta del sistema, favoreciendo además junto al movimiento indígena nacional e internacional el fortalecimiento del indígena como actor político y sujeto de derecho. Los insurgentes defienden los derechos y la cultura de los pueblos indígenas, teniendo como base el respeto a los derechos humanos, ya que se trata de derechos inalienables de los pueblos prehispánicos y consustanciales a toda causa social y política que se defina como democrática.

A lo largo de su historia los zapatistas han demostrado diferentes gestos a favor de la paz: aceptaron el alto al fuego en enero de 1994, defienden no querer hegemonizar ni homogeneizar la lucha, están en contra de la idea de un grupo de iluminados que guía al pueblo y lo salva, no quieren tomar el poder, están en contra de los usos y costumbres indígenas que atentan contra los derechos humanos, están a favor de la democracia y no quieren enfrentarse ni responder a las provocaciones ni agresiones que les infringen otros campesinos porque consideran que éstos están siendo manipulados por el Gobierno y podría servir de coartada para una intervención del ejército mexicano en la región.

Los rebeldes defienden la democracia, el respeto de los derechos y de la cultura indígena, la protección del medio ambiente, la lucha contra la discriminación de género, los derechos de las minorías y la reducción de las injusticias y de las desigualdades mundiales. Estas causas tienen muchos adeptos en diferentes puntos del planeta, figurando en la actualidad entre los principales baluartes de lucha abiertos en el largo camino hacia la paz.

Los zapatistas se definen como anticapitalistas y contrarios a la globalización neoliberal, lo que significa que se oponen a la acumulación de capital en manos de unos pocos en detrimento del resto de la población, pero aún no han definido con exactitud cual es el modelo económico que defienden. Están a favor del trabajo colectivo, pero en territorio autónomo se permite, dependiendo de las circunstancias, tanto la propiedad privada como el trabajo individual. Defienden el derecho de los pueblos indígenas a decidir sobre sus territorios, sobre cual es el tipo de desarrollo que desean llevar a cabo. El EZLN defiende la democracia directa frente a la representativa, lo que se interpreta como un posicionamiento a favor de la paz, al incrementar los niveles de participación social en la toma de decisiones. Algo realmente importante del movimiento es que lucha por el respeto a la cultura indígena, pero lo que defienden de esa cultura es precisamente lo más valioso que esta tiene, lo que no atenta contra los derechos humanos; como es su defensa de la vida en comunidad frente al individualismo, el respeto y cuidado de la Madre Tierra, la toma de decisiones en asamblea y el trabajo colectivo. Los indígenas zapatistas defienden un modelo de desarrollo que tiene importantes cualidades que aportar a la civilización occidental, que ha tratado a la naturaleza casi exclusivamente como un bien utilitario y donde el individualismo y la competitividad priman en detrimento de la vida en comunidad y de la solidaridad, olvidando que el ser humano es esencialmente un ser social, que necesita el afecto de sus congéneres para tener una vida plena, de crecimiento y aprendizaje, y para quien un entorno natural sano es clave para su bienestar interior. Teniendo como base el respeto a los derechos humanos el encuentro cultural puede resultar muy enriquecedor.

El EZLN, por la amplia capacidad de convocatoria que tiene y la admiración que suscita entre algunos jóvenes tanto en México como en el extranjero, puede contribuir a que otros movimientos armados, o personas que creen que la violencia es el único medio posible para acabar con el capitalismo, se acerquen a otros tipos de lucha, como la no violenta, a partir del conocimiento de los éxitos alcanzados por los zapatistas desde que dejaron las armas hasta la actualidad. Asimismo su inclinación a favor de una lucha civil y pacífica puede ir poco a poco acercando a su causa a un mayor número de ciudadanos. La legitimidad del Gobierno depende en una gran medida de como resuelva este conflicto. La sociedad mexicana e internacional ya le hizo patente en enero de 1994 que no va a permitir el uso de las armas contra los zapatistas y su masacre. ¿Fue necesario el levantamiento indígena para alcanzar los éxitos actuales del movimiento? Algunos simpatizantes del zapatismo opinan que sí, lo que evidencia la incapacidad o falta de interés que tuvo el Gobierno mexicano en escuchar al pueblo que delegó el poder en sus manos. El Gobierno debe atender con la mayor eficacia posible a la sociedad a la que representa, sólo así evitará brotes violentos y gozará de legitimidad y del mayor respeto social.        

Por otra parte, a los zapatistas también les rodean prácticas que parecen alejarlos de una solución pacífica del conflicto: su declaración de guerra continúa, no han entregado sus armas, están enemistados con todos los partidos políticos institucionales del país, sus héroes, su mitificación de algunos movimientos revolucionarios latinoamericanos de izquierdas y que defienden la violencia como una forma de lucha legítima ante algunas circunstancias. Una de las principales paradojas que enfrenta este movimiento y la humanidad en su conjunto es quizás la siguiente: si quieres paz prepárate para la guerra, en el sentido de que si quieres evitar que te ataquen lo mejor es estar bien preparado militarmente, para intimidar al enemigo, como medida disuasoria. Esta puede ser una de las razones de la simbología militar que rodea al EZLN y de que aún mantengan su declaración de guerra y no hayan entregado las armas. Sin embargo de cara a una óptima resolución de este conflicto no deben aislarse, es importante que no cesen en su empeño de intentar dialogar con el Gobierno y con los partidos que están en la oposición, tener gestos de paz, aunque se mantengan firmes en sus objetivos. No hay mejor manera de construir paz que poniéndola en práctica. Las guerras dejan secuelas muy difíciles de superar en las personas, además de en el entorno, ocasionan mucho dolor y desconfianza entre las diferentes familias y personas que se arrastra durante generaciones. El costo a pagar es muy alto, y requiere un arduo esfuerzo y mucha voluntad de todas las partes implicadas para volver a construir un ambiente de comunidad y de pueblo unido.

Es muy importante que el EZLN cuide su discurso con un mayor rigor. Marcos emplea en ocasiones un tono demasiado agresivo e insultante, que le ha ocasionado ya en el pasado algunos problemas: recuérdese por ejemplo el enfrentamiento que tuvo con el juez español Baltasar Garzón Real por referirse a éste como payaso grotesco.

La lucha de los zapatistas es en esencia por el control del territorio. El EZLN rememora con su nombre a Emiliano Zapata, uno de los principales héroes de la revolución mexicana de 1910, quien acuñó el lema: “Tierra y libertad”. Para los zapatistas el territorio equivale a un lugar donde reproducir su cultura y donde desarrollar un modelo económico y de vida alternativo al capitalismo y al occidental. En la actualidad están desarrollando su proyecto autónomo en tierras recuperadas y en tierras propiedad de indígenas que se sumaron al movimiento. Los insurgentes afirman que no van a ser ellos quienes retomen la vía armada y que sólo lo harán en caso de sufrir una agresión.

Si ambos poderes defienden el respeto a los derechos humanos individuales y colectivos, ese podría ser el punto de partida para llegar a un entendimiento y avanzar hacia un acuerdo de paz. El Gobierno no debe responder a manifestaciones pacíficas mediante el recurso a la violencia, ni viceversa. Ambos grupos enfrentados deben trabajar con la mirada puesta en la reconciliación. Las culturas prehispánicas representan una riqueza para el país y no una amenaza. En Chiapas se está ensayando algo diferente, un modelo de vida alternativo, que no se debe dejar de estudiar. En la actualidad el movimiento zapatista cuenta con un contexto internacional favorable a su causa. El éxito del mismo está en su mayor acercamiento a los intereses del pueblo y de los valores que promuevan. Es necesario avanzar entre todos en la construcción de un mundo donde la política deje de ser una razón por la que matar o morir. Para ello es necesario favorecer el diálogo y la negociación, así como visualizarnos como una comunidad global que colabora y mejora de manera conjunta, es decir, combatir entre todos la violencia estructural imperfecta del sistema y promover un empoderamiento pacifista.


Bibliografía


Notas

[1] El municipio Santiago El Pinar se encuentra en la región de Los Altos de Chiapas.

[2] El estado de Chiapas está dividido en nueve regiones económicas: Selva, Altos, Fronteriza, Norte, Centro, Fraylesca, Istmo-Costa, Sierra y Soconusco.

[3] El PRI (Partido Revolucionario Institucional) gobernó en México durante casi siete décadas, desde 1929 hasta 1997, año en que perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados. En el 2000 la Presidencia de la República le fue arrebatada por el PAN (Partido de Acción Nacional), actualmente todavía al frente del ejecutivo.

[4] El territorio autónomo está muy disperso. El EZLN notifica la creación de los primeros Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (MARZ) en diciembre de 1994. A partir del año 2001 el EZLN focaliza sus esfuerzos en la construcción de manera unilateral de su autonomía. En agosto del 2003 los insurgentes anunciaron la creación de los Caracoles y de las Juntas de Buen Gobierno (JBG). En total hay cinco Caracoles, lo que significa que el territorio está dividido en cinco zonas, siendo en cada una de ellas el máximo órgano de autoridad política las JBG, que se localizan en las sedes de los Caracoles. Las Juntas constituyen un nuevo nivel de gobierno, un tercer nivel de gobierno: el primero estaría constituido por las autoridades de las comunidades, el segundo por las de los MAREZ y el tercero por los miembros de las JBG, que son las autoridades de zona. Cada zona o Caracol agrupa a varios municipios y cada municipio a varias comunidades. Por encima de las Juntas está el Comité Clandestino Revolucionario Indígena- Comandancia General del EZLN (CCRI-CG del EZLN), que es la máxima autoridad política del EZLN, pero a su vez obedece órdenes de las comunidades, es decir, manda obedeciendo. Los cinco Caracoles son: Morelia, Oventik, Roberto Barrios, La Garrucha y La Realidad.

[5] El Centro de Análisis Político e Investigaciones Sociales y Económicas (CAPISE) estima que en Chiapas hay seis grupos paramilitares y que tienen ramificaciones, sobre lo que documenta que algunos se crearon bajo la protección de Juan Sabines, actual gobernador de Chiapas por el PRD (Partido de la Revolución Democrática). El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (FrayBa) defiende que donde empieza a haber problemas se observa la presencia de la OPDDIC (Organización para la Defensa de los Derechos Indígenas y Campesinos), y que muchos indígenas se alejaron del zapatismo ya que la OPDDIC les prometió darles tierra si lo hacían. Este centro denuncia que la OPDDIC es un grupo paramilitar, que empieza con una acción agraria, civil, pero que su objetivo es enfrentar a la población: no todo es agresión directa, todo empieza de una manera sutil, son roces hasta que la situación se desgasta y se llega a las armas. Los insurgentes insisten que las tierras recuperadas no se negocian. Según el FrayBa la OPDDIC está vinculada al PRI: han sido informados de que Pedro Chulín, líder de la organización, recibe dinero del PRI del Distrito Federal, y afirman que se cree que el PRD quiere quitarle al PRI el poder que tiene sobre esta organización.


Eva Antón González:
Instituto de la Paz y los Conflictos. Universidad de Granada. Licenciada en Periodismo por la Universidad S.E.K. de Segovia, Especialista en Información Internacional y Países del Sur por la Universidad Complutense de Madrid, Maestra en Estudios Sociales y Humanísticos de Frontera, con especialidad en Ciencias Sociales y Globalización por la Universidad Autónoma de Baja California Sur (México) y Diplomada en Estudios Avanzados de Paz, Conflictos y Democracia por el Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada. Miembro de la Red Internacional de Investigadores en Ciencias Sociales y Humanidades “La Frontera: Una nueva concepción cultural”. Dirección: Avda. Castelao, 67, 7º A. 36209. Vigo. Galicia. España. Teléfono: 675404305. E-mail: evagrini@hotmail.com

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