Revista de Paz y Conflictos
ISSN: 1988-7221

España Imagina los Balcanes. Construyendo puentes hacia el “otro europeo” en Yugoslavia y Bosnia y Hercegovina

Por Andrea Maura Castilla[*]

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Resumen

La región de los Balcanes ha sido tradicionalmente representada como una “periferia europea” y un “otro europeo” en los discursos occidentales desde el siglo XVIII. Estos discursos han quedado plasmados en los textos de distintos viajeros, administradores y científicos europeos que han tenido una experiencia directa o indirecta con los Balcanes. En los años noventa semejantes peroratas fueron recuperadas cuando tuvo lugar la desintegración de Yugoslavia, presentando la situación de guerra y violencia como algo “típico balcánico”.
En este trabajo pretendo analizar las representaciones españolas de los Balcanes a través de la historia y la literatura españolas desde el siglo XVI hasta la actualidad con la intención de comprobar la especificidad o no de las ideas españolas sobre los Balcanes elaboradas por viajeros, escritores, diplomáticos, estrategas, militares y científicos.
Debido a que la particularidad de este tema es la rearticulación de viejas imágenes/percepciones de la región en los noventa, el objetivo es contrastar los discursos españoles sobre la desintegración de Yugoslavia y el conflicto armado en Bosnia y Hercegovina (BiH) con las principales suposiciones que conforman el “estereotipo balcánico”.

Palabras clave: Balcanes, Yugoslavia, Bosnia y Hercegovina, discursos, estereotipos.

Abstract

The region of the Balkans has been represented as a “European periphery” and a “European Other” in traditional Western discourses particularly since the 18th century in texts elaborated by different Western European travel writers, administrators and scientists who had direct or indirect experience in the Balkans. This discourse was re-emphasised during the 1990s when the disintegration of Yugoslavia occurred, presenting this situation of war and violence as something “typical Balkan”.
In this research I aim to analyse Spanish representations of the Balkans throughout Spanish history and literature since the 16th century to verify the specificity or not of Spanish understandings of this region by (travel) writers, diplomats, political strategists, the military and scientists.
Because the particularity of this theme is that old images of the Balkans were rearticulated in the West during the 1990s, I attempt to contrast Spanish discourses about the disintegration of Yugoslavia and armed conflict in Bosnia and Hercegovina (BiH) with the main assumptions that conform the “Balkan stereotype”.

Key words: Balkans, Yugoslavia, Bosnia and Herzegovina, discourses, stereotypes.

1. Preguntas, objetivos y justificación de la investigación

1. 1. Pregunta principal:

¿Cómo se han percibido los Balcanes, los países de la antigua Yugoslavia (especialmente BiH) a través de la literatura y la historia españolas desde el siglo XVI hasta la actualidad?

Preguntas secundarias:

  • ¿En qué medida se reproduce el discurso balcanista en el imaginario colectivo español sobre los Balcanes, la desintegración de Yugoslavia y el conflicto armado en BiH?
  • ¿Cuáles son las particularidades, si existen, de los discursos españoles sobre los Balcanes,  la desintegración de Yugoslavia y el conflicto armado en BiH, que difieren de las principales suposiciones del discurso balcanista?

1. 2. Objetivos

  • Explorar la percepción de los Balcanes en el imaginario colectivo español
  • Rastrear los círculos de producción de conocimiento sobre los Balcanes (siglos XVI-XXI)
  • Responder a la ausencia de estudios
  • Aplicar el paradigma del balcanismo al caso español
  • Descubrir/presentar puntos de encuentro entre España y los Balcanes

1. 3. Justificación de la investigación

La principal justificación para la elaboración de este trabajo de investigación reside en la inexistencia de estudios de este tipo. Esta investigación abarca el área de estudios balcánicos y el paradigma del balcanismo como el marco teórico de análisis aplicado al caso español. De este modo, se presenta un enfoque interdisicplinar para la comprensión y el estudio de los Balcanes en los círculos académico, cultural y político españoles poniendo de manifiesto la posibilidad, validez y viabilidad del desarrollo del paradigma balcanista.
Existen escasos estudios sobre el imaginario colectivo español sobre los Balcanes reflejado en la literatura, especialmente, de viajeros españoles. Principalmente, podemos citar la obra de Miguel Ángel de Bunes Ibarra que estudia las relaciones entre el Imperio Otomano y la monarquía hispánica de los siglos XVI y XVII atendiendo a la recepción española de este mundo balcánico situado en el extremo oriental del Mediterráneo. También debemos citar a Pablo Martín Asuero y sus trabajos sobre la imagen española del Imperio Otomano, su ejército, la comunidad sefardí refugiada en su seno y la posición española frente a la “Cuestión de Oriente”. Finalmente, Fernández Lanza investiga sobre la imagen del “turco” en la literatura española del siglo XVI.
Por otro lado, en general, el paradigma del balcanismo como cuerpo crítico de conocimiento sobre los Balcanes no ha adquirido apenas difusión entre los círculos españoles. Si atendemos a la situación general actual de los estudios sobre los Balcanes y, más ampliamente, sobre Europa del Este en España[1], este trabajo puede aportar nuevas perspectivas al área de estudio y contribuir a su desarrollo, crítica y comprensión.
Debido a que algunas de las críticas que conforman el paradigma balcanista aparecen en los discursos españoles sobre los Balcanes, este trabajo puede ser revelador en el sentido de que saca a relucir la encarnación de determinadas prácticas culturales en la relación entre España y BiH.
En un sentido más amplio, esta investigación pone de manifiesto la importancia de analizar la imagen colectiva de países que han vivido un conflicto armado de manera reciente con participación española directa en los esfuerzos de pacificación y mediación internacionales como son Yugoslavia y BiH. En esta dirección, el presente trabajo puede contribuir a una mejor comprensión, contextualización y transformación de los conflictos y a la mejora de las políticas españolas de intervención en los mismos.

2. Aproximación metodológica

En este trabajo de investigación se hace uso de un enfoque cualitativo e interdisciplinar empleando como hilo conductor el paradigma del balcanismo para leer y releer a través de sus diferentes lentes de aproximación a la región balcánica.
Como se ha explicado con anterioridad, debido a la inexistencia de estudios de este tipo, este trabajo se podría definir como una investigación cualitativa-descriptiva que pretende establecer un marco de análisis que determine el estado de la cuestión. En este sentido, el presente texto aparece como una aproximación introductoria al tema a través de la recopilación de fuentes y el análisis crítico de las mismas desde la óptica balcanista.
Los criterios de recopilación de datos en los textos españoles sobre los Balcanes atienden al contenido, significación e implicaciones para el problema de estudio, es decir, las dinámicas inter-culturales de representación de los Balcanes y la reproducción y/o contestación del “estereotipo balcánico” a través de la literatura e historia contemporáneas.
Por otro lado, se tienen en consideración las ventajas que proporcionan las herramientas etnográficas en los estudios de la paz y los conflictos. La importancia del trabajo de campo reside en la comprensión de la guerra y la paz como aspectos de los procesos sociales. La aprehensión de las prácticas de la guerra y de la paz es esencial para abordar las dinámicas de otredad tanto dentro de la sociedad local como desde las iniciativas internacionales (españolas, en el caso que nos ocupa).
El trabajo de campo que he llevado a cabo en la antigua Yugoslavia (marzo 2010-septiembre 2011) ha sido relevante para la elaboración de este trabajo de investigación en el sentido de que ha contribuido a una mejor comprensión del contexto en que la guerra y la paz han aparecido y del modo en que se ha desarrollado la intervención española en la región en semejante contexto.
Qué hace la gente, cómo lo hace y el modo en que habla de ello o lo recuerda puede ayudar a comprender el contexto en el que se experimentan tanto la guerra como la paz y en el que los actores externos (internacionales) intervienen en estas experiencias por medio del desarrollo de políticas para abordarlas. La contextualización es un principio básico para la comprensión de la construcción de las imágenes del “otro” y para situar la guerra y la paz en el contexto social preciso de donde emergen. La contribución de la antropología y la etnografía de las “nuevas guerras” está basada en la necesidad de la contextualización de la guerra y de la paz como proyectos sociales organizados por actores sociales y como un continuum que no prioriza las causas sino que se centra en los procesos sociales (Richards, 2005).
Estas concepciones de la guerra y de la paz han promovido la renovación de distintas disciplinas de estudio como la ciencia política, la sociología, la antropología o la historia, entre otras. En este trabajo trato de poner en práctica el enfoque interdisciplinar que estas áreas de estudio pueden aportar al marco de los estudios de la paz y los conflictos.
Así, los estudios de la paz y los conflictos aparecen como un nuevo camino para abordar, aprehender y analizar la complejidad de la modernidad y las circunstancias que la rodean con una nueva ontología capaz de comprender la violencia y la paz desde enfoques antropológicos y etnográficos.

3. El paradigma del balcanismo

La paradoja inherente a la percepción que Occidente se tiene de sí mismo parece representar otras culturas y sociedades consideradas ajenas como atrasadas, fragmentadas e irremediablemente heterogéneas. Esta paradoja ha alimentado las representaciones tropológicas de esas culturas y sociedades por medio de discursos particulares basados en estereotipos e interpretaciones simplistas contrastando y privilegiando la imagen que Occidente tiene de sí mismo frente a la imagen que tiene de los “otros”.
En el último siglo, algunos académicos se han embarcado en un viaje para analizar y de-construir esos discursos sobre los “otros” situándolos en un contexto específico, exponiendo los significados ocultos y las estructuras de poder encerradas en la creación de semejantes discursos y cuestionando el conocimiento aparente que transmiten.
Como ejemplo de ello, podemos mencionar el orientalismo de Said[2]. El argumento de Said hace referencia a una crisis general de representación de diferentes culturas, historias, tradiciones, sociedades y la creación de líneas divisorias entre ellas como un modo de diferenciación y auto-identificación. Este argumento no niega la existencia de las diferencias, que son universales, si no que enfatiza la ausencia de los dualismos categóricos implícitos y el relativismo de los valores asociados a las mismas (Bakić-Hayden and Hayden, 1992: 2).
Conectando esta crisis general de representación con los Balcanes, un grupo de académicos se ha apoderado de las representaciones obstinadas de los mismos para normalizar y trivializar esta región en relación a Europa occidental. En un intento de desmitificar el imaginario colectivo occidental sobre los Balcanes, el estudio crítico de los Balcanes cuestiona el discurso dominante en torno a la región y el origen y autoridad en la producción de conocimiento sobre la misma.
El principal argumento es que la mayoría de trabajos sobre los Balcanes contemporáneos se han escrito durante los momentos de crisis, como las guerras balcánicas, las guerras mundiales, o la desintegración de Yugoslavia, han sido elaborados por académicos, semi-académicos o “expertos” (periodistas, viajeros, estrategas políticos) y han ido dirigidos a una audiencia no especializada fuera del mundo académico (Fleming, 2000).
Así las cosas, a comienzos de los noventa y coincidiendo con la desintegración de Yugoslavia, un proyecto colectivo se inició para plantear la necesidad de representar los Balcanes como un discurso específico con un sistema de conocimiento organizado y con un “lugar” en la geografía del discurso (Bjelić, 2002). Debido a la especificidad de la trayectoria de los Balcanes en relación a Europa occidental, los Balcanes han sido percibidos a lo largo de la historia como “el otro” europeo, ni en Oriente ni en Occidente, sino en un limbo de ambigüedad. Esto ha puesto de manifiesto la necesidad de crear una categoría paralela al orientalismo de Said que sea aplicable a los Balcanes, la variedad balcánica, esto es, el balcanismo.
La propia palabra balcanismo encierra significados cambiantes. Es utilizada para expresar el cuerpo de conocimiento sobre los Balcanes sin cuestionar el origen y circunstancias que han generado semejante conocimiento, al tiempo que para definir el estudio y análisis crítico de ese mismo discurso.
Todorova (1997) argumenta que el balcanismo se formó en primer lugar a lo largo de los siglos XVIII y XIX a través de las relaciones geo-estratégicas, religiosas y políticas entre los países de Europa occidental y el Imperio otomano otorgando un papel fundamental a la literatura de viajeros europeos (ingleses, franceses, alemanes, italianos).  Cuando surgieron las guerras balcánicas (1912-1913) y la primera Guerra Mundial, cristalizó en un discurso específico. Al desintegrarse Yugoslavia a finales del siglo XX de manera violenta, la imagen bárbara de los Balcanes otomanos fue retomada sin atender a los cambios vividos en la región en los últimos cien años.
Repensando el orientalismo de Said de manera crítica, el balcanismo trata de establecer un marco conceptual para explorar las actitudes y simbolismos geográficos europeos (¿eurocéntricos?) hacia el Sudeste europeo y los Balcanes, y las relaciones y/o apropiación de esas dicotomías y divisiones imaginarias entre las distintas naciones balcánicas ( Bakić-Hayden y Hayden 1992, Bakić-Hayden 1995, Todorova 1997, Fleming 2000, Iordanova 2001, Bjelić y Savić 2002, Jansen 2002a, 2005, Bechev 2006, Mihelj 2008, Petrović 2009).
Aunque la idea de la existencia de características comunes a los países que conforman la región nunca ha sido generalizada, especialmente entre los propios países balcánicos debido a una resistencia interna a la identificación colectiva y a la interiorización del “estereotipo balcánico”, un grupo de académicos, principal aunque no exclusivamente de origen balcánico, se ha embarcado en un proyecto de “construir puentes a lo largo y ancho de los Balcanes”.
¿Cómo? Por medio de la contextualización, historización y teorización de una serie de suposiciones sobre los Balcanes desde una perspectiva interdisciplinar. A partir de ahí, los académicos han abierto el debate sobre la especificidad o no de los discursos que tratan sobre los Balcanes en comparación con los discursos que tratan sobre Oriente, oscilando entre espacios indeterminados entre el orientalismo y el balcanismo.
Estas suposiciones o estereotipos sobre la región podrían resumirse en las siguientes:

  • Los Balcanes son percibidos como un puente entre Oriente y Occidente, entre Asia y Europa.
  • Los Balcanes son entendidos como una frontera de religiones, culturas y civilizaciones.
  • La violencia se presenta como una característica inherente a las gentes de los Balcanes.
  • Existe una imagen actual de la región congelada en el siglo XIX fruto de las relaciones geopolíticas europeas.
  • La región está caracterizada por una “historia de odios ancestrales”.
  • Existe una problemática confusión de identidades y etnias.
  • La península balcánica es considerada como la periferia de Europa (el patio trasero).
  • La etiqueta “Balcanes” es una apelación geográfica cargada de connotaciones políticas, sociales, económicas y culturales negativas.
  • Los Balcanes son equiparados al Tercer Mundo.

4. Las conexiones entre España y los Balcanes en la historia y la literatura moderna y contemporánea españolas (siglo XVI- XX)

En este capítulo se desmarañan los contenidos del arte y la práctica españoles de escribir sobre los Balcanes contextualizando estos escritos en la particular evolución histórica de España en relación a los Balcanes y sus conexiones e intercambios estableciendo como punto de partida el siglo XVI.
En un período histórico en que las líneas de comunicación estaban confinadas principalmente al entorno de la vida cotidiana, la literatura de viajeros que se desplazaban y exploraban diversos parajes abrió un espacio para imaginar otros lugares y sus gentes. Aventureros, diplomáticos, peregrinos, mercaderes, reporteros, marineros, intelectuales y un amplio abanico de personajes se lanzaron a escribir sus experiencias de viaje a lo largo del tiempo, por distintas razones y en diversos medios de transportes.

4. 1. Imperios encontrados, animosidad religiosa y distancia en los siglos XVI y XVII

El mayor vínculo entre España y la parte oriental del continente europeo se remonta a los siglos XVI y XVII cuando los imperios español y otomano eran las principales potencias mundiales rivales que luchaban por el control del mar Mediterráneo.
Las primeras alusiones al mundo balcánico en los escritos españoles de este período fueron lanzadas cuando las tierras balcánicas se encontraban ya bajo el Imperio otomano y eran abordadas como parte de las poblaciones cristianas rendidas al islam. El Imperio otomano, los sultanes y sus ejércitos eran una referencia constante en el pensamiento político español de la época.
Mientras que la información recabada sobre las tierras del norte de África demostraba una gran calidad y un nivel novedoso de contenidos, las noticias sobre las tierras otomanas eran tomadas de fuentes secundarias de otros escritores europeos con presencia directa en la zona. Este hecho llevó a referencias simplistas, erróneas en muchos casos e inconsistentes sobre los Balcanes por parte de los autores españoles que rara vez habían obtenido la información de primera mano.
Era común en la literatura española la percepción de que las tierras otomanas pertenecían a un contexto humano y cultural diferente de la esfera de Europa occidental en términos de economía, política y religión. Los poderes occidentales debían ayudar a estas tierras infieles a escapar del yugo otomano puesto que las gentes oprimidas eran incapaces de hacerlo por sí mismas.
En un período en que la nación española estaba siendo definida, se escribían crónicas e historias sobre sus orígenes y formación. Las características de la supuesta universalidad de la monarquía española estimulaban la lucha contra el enemigo, el islam, que, en el caso de la península ibérica, habían estimulado el progreso de la nación (Bunes Ibarra, 1999).
Aunque la propaganda de los Reyes Católicos mantuvo la ficción de una monarquía española como la encarnación de la lucha contra el poder otomano nunca se concretaron en acciones reales. En España, el principal problema eran los musulmanes en general, no los otomanos en particular, y por ello nunca se estableció una clara diferenciación entre los otomanos y los musulmanes en general (Bunes Ibarra, 2007).
A pesar de esta oposición más ficticia que real, la literatura jugó un papel muy importante en la descripción del enemigo del otro lado del Mediterráneo. Por ello, las descripciones de las gentes balcánicas tendían a describir arquetipos de acuerdo con la confesión de los habitantes otomanos y su sumisión al “turco”.
Mientras que las descripciones de las gentes balcánicas son escasas, simplistas y cargadas de prejuicios, la literatura geográfica de tratados y manuscritos españoles del momento es sorprendentemente rica y bien informada. No debemos olvidar que lo que más llamaba la atención de los escritores españoles era la historia militar otomana y, especialmente, la marítima.
Este argumento se hace manifiesto en las descripciones de las batallas entre españoles y otomanos en La Preversa, Castilnovo o Lepanto, donde los nativos balcánicos no merecen descripciones detalladas, sino que son simplistas y superficiales, mientras que el enemigo otomano es glorificado por su coraje y honor en el campo de batalla.
La victoria española sobre los otomanos en Lepanto (1571) abrió un espacio para establecer un mayor distanciamiento con las tierras otomanas, una ausencia de interés y una carencia de conocimientos por parte de España que va dando un giro geo-estratégico hacia el continente americano.
La Edad de Oro de la literatura española coincide con el auge y caída de la dinastía Habsburgo. Importantes figuras literarias de la época muestran el miedo a la agresión otomana. Miguel de Cervantes participó en la batalla de Lepanto donde perdió su brazo, fue tomado como prisionero en su camino de Italia a España, sirviendo como esclavo en Argel hasta que consiguió ser liberado años más tarde. El mundo otomano es representado en algunas de las novelas de Cervantes como son Los Baños de Argel, La Gran Sultana o Don Quijote (Martín Asuero, 2005: 4). Clásicos como Lope de Vega o Luis de Góngora también muestran la amenaza otomana en su teatro y su poesía.
El mundo hispánico continuó imaginando a los otomanos como los sarracenos en la historia de al-Ándalus, mientras el pensamiento europeo desarrolló unas características y rasgos específicos de los otomanos.
Durante este período la literatura de cautiverios evolucionó como un género literario en España popular por sus descripciones de los problemas que cautivos españoles sufrían en las prisiones otomanas. El Viaje de Turquía o La Vida y Cautiverio de Diego Galán son importantes ejemplos de este género literario.
En todas estas obras aparece información muy relevante sobre el funcionamiento de la administración y el ejército otomanos.

4. 2. Acercamiento mutuo a través de la paz, los tratados comerciales y las expediciones en el siglo XVIII

El cambio de dinastía, el viraje hacia América y la ausencia de intereses políticos españoles en Europa central y oriental, dejó vía libre a los Austrias para continuar su rol de principal defensor de Europa contra el islam.
La dinastía de los Borbones trajo consigo la Ilustración en el siglo XVIII. A partir de entonces, las crónicas españolas sobre las tierras otomanas partían de una perspectiva “ilustrada”.
En 1782 se firmó el primer Tratado de Amistad y Comercio entre los imperios español y otomano, abriendo un espacio para el intercambio diplomático y comercial.
Desde este momento, expediciones españolas fueron enviadas a las tierras otomanas. Trabajos como El Viaje a Constantinopla en el año 1784 de José Moreno o La idea del Imperio Otomano de 1793 escrito por Solano Ortiz Rozas demuestran las nuevas relaciones entre ambos imperios y sus evoluciones en las relaciones internacionales.
Otra importante fuente de información provenía de los textos religiosos. El escrito de Tomás de Aquino, Verdadero carácter de Mahoma y de su religión: justa idea de este falso profeta, sin alabarle con exceso ni deprimirle con odio (Valencia, 1793), revela una nueva tendencia católica de representación del islam, en la que está ausente la tradicional agresividad y denigración de los musulmanes, promoviendo un análisis objetivo y racional de su religión y hábitos.
En 1796 la fragata La Experiencia se embarcó en un viaje a Esmirna con el cirujano gaditano Pedro María González a bordo encargado de recopilar información para establecer relaciones comerciales con los otomanos. El resultado fueron dos volúmenes, el primero con material etnográfico y el segundo plagado de consejos comerciales. El autor entró en contacto con la comunidad sefardí en Esmirna, a la cual describía con una mezcla de admiración y desdén,  sobrepasando la barrera de la comunicación a través del lenguaje, el ladino aunque éste fue percibido por el autor como corrupto (Olagüe de Ros, 2009).
Un gran número de los judíos expulsados de la península ibérica en 1492 huyeron en dirección al Imperio otomano donde fueron acogidos. Las relaciones comerciales permitidas en los tratados comerciales firmados entre los imperios español y otomano en este período eran administradas por las minorías del Imperio otomano, entre ellas, la minoría sefardí. El envío de expediciones españolas a las tierras otomanas, llevó al descubrimiento de la comunidad sefardí en tierras otomanas y permitió el contacto directo entre diplomáticos, escritores, periodistas y miembros del ejército con la comunidad sefardí. Este hecho adquirió una gran relevancia en España llegando incluso a provocar en 1797 la apertura del debate sobre la abolición de la Orden de Expulsión contra los judíos liderado por Pedro Valera, secretario de Carlos III, quien estaba a favor del establecimiento de comunidades de judíos ricos en España. A pesar de que esta proposición no tuvo éxito y el retorno de judíos a España estaba penado bajo la amenaza de la Inquisición, muchos diplomáticos establecidos en Estambul decidieron proteger a las minorías judías bajo su propio riesgo.

4. 3. La influencia de la literatura francesa y las ideas de la Ilustración en la literatura española sobre las tierras otomanas en el siglo XIX

En un momento de admiración en España por el resplandor francés, muchos intelectuales españoles estuvieron altamente influidos por la literatura francesa. Es en este período cuando los autores españoles comenzaron a hacer un uso abusivo del término “oriental” descubriendo en el Mediterráneo otomano el mundo exótico musulmán (Martín Asuero, 2005).
La figura más apreciada es el poeta, diplomático y político Lamartine cuyas obras relacionadas con las tierras otomanas tuvieron una gran influencia en la opinión pública por la propagación de las luchas de liberación nacional de los pueblos bajo control otomano en un momento de expansión de la ideología romántica del nacionalismo y la creación de los estados-nación como forma de organización política, económica y social bajo el prisma capitalista.
Aunque España no estaba altamente involucrada en la Cuestión de Oriente, la participación del general Prim como observador de la Guerra de Crimea (1853-55) situó a los españoles contra los otomanos. Un grupo de intelectuales españoles siguió la política rusa en el Mediterráneo en la publicación “La Ilustración Española y Americana”. Se mantenían dos posturas fundamentalmente: la del republicano Emilio Castelar quien sospechaba de la política de apoyo rusa a los cristianos ortodoxos de las tierras otomanas, especialmente, de los eslavos; por otro lado, encontramos a Enrique Dupuy quien seguía el conflicto en el espacio “Guerra en Oriente”. Su posición eurocentrista consideraba la presencia otomana en Europa un obstáculo para los eslavos y el lugar que éstos debían ocupar en el continente. Retomó la imagen de los turcos como bárbaros, mientras que los rusos aparecían como un ejemplo de civilización (Martín Asuero, 1997).
En una misma línea de argumentación, Antonio de Zayas, diplomático y escritor establecido en Estambul en 1897, explica en su A orillas del Bósforo la situación en Armenia y Creta desde la perspectiva de las guerras religiosas, siendo los cristianos los representantes de la civilización y los turcos de la barbarie.
La publicación “Boletín de la Real Sociedad Geográfica de Madrid” informaba sobre las tierras otomanas en la mayoría de sus volúmenes. Ferreiro se solidariza con los eslavos en “Turquía y el Tratado de Berlín” y encuentra una correlación entre su situación bajo el dominio otomano y los cristianos en la península ibérica bajo dominio musulmán.

4. 4. De la distancia y la confrontación ideológica a la intervención directa en el siglo XX

Vicente Blasco Ibáñez, escritor, político y director de cine esporádico en las primeras décadas del siglo XX viajó a Estambul en un período convulso cuando distintas revueltas estaban teniendo lugar en Macedonia. Con sus impresiones y notas de viaje elaboró Oriente donde narra su viaje al mundo otomano mostrando su fascinación por Turquía, especialmente por la bella ciudad de Estambul, que apreciaba como una posibilidad de enriquecimiento para el resto de Europa.
En 1911, un músico y militar, Manuel Manrique de Lara tuvo el honor de recibir una beca de la Junta para la Ampliación de Estudios con el propósito de viajar a Bosnia, Serbia, Turquía, Asia Menor y Egipto para estudiar la música y la poesía de los sefardíes en esas tierras. Comenzó su viaje en Sarajevo donde encontró el más rico legado judeo-español y donde entró en contacto con importantes miembros de la comunidad sefardí de Sarajevo como Mauricio, Leon y Laura Levy o Zeki Efendi. Continuó su viaje a Belgrado, Sofía, Constantinopla, Salónica, Esmirna, Beirut, Damasco y Jerusalén completando los escritos y compilaciones que le convirtieron en el mejor explorador de las tradiciones folclóricas españolas y sefardíes en esas tierras.
Pronto comenzaría la primera Guerra Mundial y los caminos que tomarían las naciones de los Balcanes y España serían bien distintos. La comparación más interesante para este trabajo sería la de las repúblicas que conformarían Yugoslavia. Las historias del siglo XX tanto de ésta y de España corren paralelas en muchos sentidos.Ambos países han estado situados en la periferia geográfica, política y económica de Europa. Los dos países han experimentado una guerra civil que ha llevado al establecimiento de regímenes autoritarios (Tito en Yugoslavia y Franco en España). En ambos casos, la legitimidad del régimen estaba fundamentada en la figura de un líder carismático, cuya muerte supuso una crisis de legitimidad del sistema reinante y, en última instancia, una transición democrática (España) o la disolución del estado (Yugoslavia). En los dos casos, el régimen autoritario consiguió suprimir temporalmente las tensiones que habían llevado al conflicto armado pero sin resolver de manera definitiva los traumas históricos y la memoria colectiva de distintas facciones políticas y grupos nacionales.
Al final de la primera Guerra Mundial, se formó el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos (1918-1929) que España reconoció en 1919. En 1923 un golpe de estado establece en España la dictadura del general Primo de Rivera con el apoyo del rey Alfonso XIII, mientras que en 1929 el rey Alexander I Karađorđević creó el Reino de Yugoslavia bajo su dictadura. El primer acuerdo comercial entre Yugoslavia y España es de 1929.
Al estallar la guerra civil en España, 1.670 yugoslavos pasaron a formar parte del movimiento internacional de solidaridad con la República española, las Brigadas Internacionales. Muchos de estos combatientes voluntarios en España se convertirían en comandantes en la guerra de liberación contra las fuerzas fascistas que los partisanos, liderados por el mariscal Tito, tuvieron que confrontar paralela a la guerra civil que dividió Yugoslavia durante la segunda Guerra Mundial.
Ya en 1937 el Reino de Yugoslavia estableció relaciones con Franco. Incluso antes de finalizar la guerra civil española, el gobierno yugoslavo reconoció oficialmente en gobierno nacional de Franco en 1939.
Al comienzo de la segunda Guerra Mundial Belgrado fue bombardeado, ocupado por fuerzas extranjeras y el Reino de Yugoslavia se dividió en distintos estados marioneta manejados por fuerzas nazis y fascistas. Cuando el Estado Independiente de Croacia fue proclamado en 1941 bajo el gobierno fascista de Ante Pavelić, el general Franco estableció relaciones con el régimen llegándose a abrir incluso delegaciones en ambos países.
Con la victoria de los partisanos en Yugoslavia y la proclamación de la República Democrática Federal de Yugoslavia, el gobierno republicano en el exilio fue reconocido en 1946 y se estableció una misión diplomática que no llegó a funcionar en la práctica (Budor, 2008).
Durante los regímenes de Tito y de Franco no se llegaron a establecer relaciones diplomáticas directas en ningún momento, aunque hubo algunos acercamientos como el establecimiento de una representación comercial de Yugoslavia en Madrid en los sesenta. Julián Ayesta fue el único diplomático establecido en Yugoslavia durante la dictadura de Franco.
El re-establecimeinto de relaciones diplomáticas entre España y Yugoslavia tuvo lugar durante la transición española a la democracia en 1977, haciéndose real en 1978 con la inauguración de representaciones en las embajadas de Madrid y Belgrado.
Poco después se produciría la desintegración de Yugoslavia y España intervendría civil y militarmente en el conflicto armado que se desarrolló a partir de 1992. La intervención militar española en Yugoslavia fue la primera vez que el ejército español combatiría en territorio extranjero desde las guerras napoleónicas, sin tener en cuenta el peculiar caso de la División Azul durante la segunda Guerra Mundial. Tras el fin de la Guerra Fría y la transición política en España, esta intervención vendría a representar la culminación del proceso de integración española en el sistema de defensa occidental y, por lo tanto, en la OTAN (Avilés Farré, 2000).

5. Estudio de caso: La desintegración de Yugoslavia y el conflicto armado en BiH en los discursos españoles (1992-2010)

5. 1. La presencia española en los Balcanes ante la desintegración de Yugoslavia

Antes de que la desintegración de Yugoslavia se produjera, BiH era un país relativamente desconocido en España. Sin embargo, existía una especial simpatía hacia Yugoslavia debido a la comunicación a través de la competición deportiva, especialmente en el fútbol y el baloncesto, donde importantes encuentros se convirtieron en clásicos caracterizados por altos niveles de seguimiento en las audiencias española y yugoslava.
Desde el comienzo de la desintegración de Yugoslavia y el conflicto armado en BiH en 1992, España adoptó una nueva postura intervencionista en el área en términos de despliegue de personal militar y civil, aunque ambos instrumentos se retiraron en octubre de 2010 y marzo de 2011 respectivamente.
En términos militares, España ha participado activamente con el envío de más de 22,000 (hasta septiembre de 2009[3], Sebastián, 2010) militares y guardias civiles primero bajo mandato de la ONU, especialmente con los cascos azules enviados a la ciudad de Mostar, después bajo las órdenes de la   OTAN hasta que la UE la ha sustituido. Además, la ciudad de Mostar cuenta con espacio dedicado a la implicación (militar) española dando a una plaza central de la ciudad el nombre de Plaza de España (Španski Trg) como reconocimiento.
En cuanto a la sociedad civil, el contacto directo entre las gentes de BiH y de España se incrementó notablemente al estallar el conflicto armado. A parte de las acciones gubernamentales de ayuda humanitaria, cooperación y reconstrucción, un importante número de ONGs españolas y acciones individuales voluntarias se desplegaron sobre el terreno desde comienzos de los noventa: donaciones, envíos de ropa y comida, acogida de refugiados, becas y toda una serie de iniciativas solidarias han sido llevadas a cabo desde España (con una destacable implicación por parte de Cataluña).
Por otro lado, altos cargos españoles ocuparon puestos de relevancia en organizaciones internacionales y en momentos decisivos para la evolución de la resolución del conflicto armado en BiH. En 1995, cuando España ocupaba la presidencia de la UE, el interés político español en Europa oriental fue traducido en un mayor despliegue de recursos y presencia directa en la zona. En 1996, el socialista Ricard Pérez Casado, antiguo alcalde de Valencia, pasó a ser el administrador de la UE en Mostar, encargado de llevar a cabo las primeras elecciones locales tras el conflicto. Al mismo tiempo, Carlos Westendorp, antiguo Ministro de Asuntos Exteriores de España y Embajador Representante Permanente de España ante la ONU (1996-1997), se convirtió en el Alto Representante de BiH (junio 1997-julio 1999).
Otro antiguo Ministro de Asuntos Exteriores que fue sustituido por Westendorp, Javier Solana, obtuvo el cargo de Secretario General de la OTAN en 1995 cuando esta organización intervino militarmente por primera vez en el conflicto de Yugoslavia. Tras abandonar la OTAN en 1999 después el segundo bombardeo de esta organzación en Serbia y Montenegro, Solana fue nombrado Secretario General del Consejo de la UE,  Alto Representante del Consejo para la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea (1999-2009) y Comandante en Jefe de la EUFOR (1999-2009). Todos estos puestos están conectados con la política de la UE en los Balcanes, especialmente en los países de la antigua Yugoslavia y el marco de su acceso a la UE.
En términos de cooperación y ayuda al desarrollo, la política de cooperación española fue dirigida fundamentalmente a la BiH post-conflicto, convirtiendo a este país en el mayor receptor de ayuda de Europa central, oriental y los Balcanes (350 millones de dólares en ayuda oficial al desarrollo). Esta contribución hizo de España uno de los mayores donantes europeos en el país.
La política exterior española en los Balcanes desde la desintegración de Yugoslavia ha estado guiada por las directrices dictadas por la comunidad internacional y, concretamente, por la UE hasta 2008 cuando la declaración unilateral de independencia de Kosovo en marzo de 2009 obtuvo el rechazo de España. Tras la declaración de independencia de Kosovo, la Ministra de Defensa española, Carme Chacón (2008-2011), anunció la retirada de las tropas españolas en Kosovo.
A partir de 2010, España adoptó una actitud de acción unilateral rápida y comenzó la retirada de la mayoría de los instrumentos civiles y militares españoles en toda la región. En 2012, ningún país de la región está en los planes estratégicos de cooperación y tan sólo quedan unas decenas de militares en la base de Butmir (Sarajevo).

5. 2. Los discursos españoles sobre la desintegración de Yugoslavia y el conflicto armado en BiH

En este apartado, se navega en la variedad de interpretaciones de los Balcanes en el contexto de la desintegración de Yugoslavia y el conflicto armado en BiH desde las perspectivas de distintos periodistas, diplomáticos, políticos, militares, estrategas, miembros de organizaciones internacionales y ONGs, escritores y académicos especializados en diversas disciplinas como la historia, la ciencia política, el derecho, las relaciones internacionales o la filología.
Se ha seleccionado una media de dos publicaciones por año, concediendo especial importancia a las obras de personajes significativos para el caso que nos ocupa y a publicaciones colectivas o monográficos donde distintos autores de diferentes disciplinas, profesiones y perspectivas abordan el tema. No se han considerado para este análisis artículos publicados en revistas especializadas o medios de comunicación.
En la mayor parte de los casos, se ha tomado la introducción, el prefacio o algún capítulo de las obras citadas. El principal motivo de este criterio de análisis reside en el contenido que dichas partes de las obras analizadas aportan al problema de estudio puesto que en ellas es donde se establece una aproximación a la región y a los contextos en que se desarrollan la desintegración de Yugoslavia y el conflicto armado en BiH y, por lo tanto, es donde pueden aparecer la reproducción o contestación del “estereotipo balcánico”.
Si el “estereotipo balcánico” se formó gradualmente a lo largo de los siglos XVIII y XIX, cristalizó en un discurso específico a comienzos del siglo XX y actualmente es una continuación del uso de metáforas primitivas, este capítulo explora los modos en que los discursos españoles contemporáneos han absorbido o cuestionado tal estereotipo.
La tabla que se presenta a continuación muestra la relación de fechas, obras, principales discursos y el área de procedencia de los autores cuyos discursos son analizados en este espacio:


Año

Título

Análisis del discurso

Área

1992

Ex-Yugoslavia: De la guerra a la paz

Francisca Sauquillo

Presidenta ONG Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL)

Javier Solana

Ministro de Asuntos Exteriores

Joan Lerma

Alcalde de Valencia

1992

Yugoslavia: Holocausto en los Balcanes

Alfonso Rojo

Periodista

1993

Cuaderno de Sarajevo: anotaciones de un viaje a la barbarie

Juan Goytisolo

Escritor

1993

La Venganza de la Historia

Herman Tertsch

Periodista

1994

Veinte preguntas sobre los conflictos yugoslavos

Carlos Taibo

Politólogo

1994-1995

La crisis de los Balcanes

Miguel Alonso Baquer

Secretario General Permanente del IEEE

Gonzalo Parente Rodríguez

Coronel

Pedro Puy Fraga

Economista

1996

Las arenas movedizas de los Balcanes

Nuño Aguirre de Cárcer

Diplomático
Vice-Presidente de la Conferencia Europea para la Paz en Yugoslavia

José Manuel Allendesalazar

Diplomático
Último embajador de España en Yugoslavia

José María Mendidulce

Ex-delegado del Alto Comisionado de la ONU en Yugoslavia

Francisco Javier Zorzo

Coronel del Ejército de tierra

Julio Busquets

Coronel del Estado Mayor
Miembro de la Comisión de Vigilancia del embargo a Serbia

1996

Los Balcanes, polvorín de Europa

Emilio de Diego García

Historiador

1996

Yugoslavia contra Yugoslavia. Un diario crítico de la guerra (1991-1995)

Alberto José Lleonart Amsélem

Derecho Internacional y RRII

1998

Pueblos y naciones en los Balcanes (siglos XIX y XX): entre la media luna y la estrella roja

Frances Bonamusa

Historiador

1999

Literaturas en contacto y zonas fronterizas: Los Balcanes

Eugenia Popeanga Cheralu

Filología

1999

Los nuevos estados de la antigua Yugoslavia

José Girón

Historiador

Slobodan Pajosević

 

Alberto Piris

Ex-militar
Analista del Centro de Investigación para la Paz (Madrid) y del Transnational Institute (Amsterdam)

Ricard Pérez Casado

Administrador de la UE en Mostar

2001

La trampa balcánica

Francisco Veiga

Historiador

2003

Bosnia en paz: lecciones, retos y oportunidades de una posguerra contemporánea

Raül Romeva Rueda

UNESCO-BiH
OSCE-BiH

2006

Los Balcanes, la herida abierta de Europa

José Ángel Ruiz Jiménez

Historiador

2009-2010

Hesperia, Culturas del Mediterráneo- Los Balcanes

 

 

El trabajo llevado a cabo en este apartado ha consistido en realizar una selección de los fragmentos en los que se repiten una serie de ideas sobre los Balcanes en relación al “estereotipo balcánico”.

  • Los Balcanes, a menudo aparecen como un puente entre Oriente y Occidente, ambos espacios presentados como una pareja de opuestos. Una región caracterizada por la complejidad y su carácter de encrucijada entre mundos distintos, por un nivel elevado de heterogeneidad y mezcolanza.
  • Algunos autores reclaman la necesidad de contextualización debido a la complejidad de la región. Otros van más allá al reconocer que el eurocentrismo, su concepción del mundo y la idea de progreso desarrollada por Ilustración europea han condicionado el modo de mirar los asuntos considerados externos.
  • Los legados históricos de la región, en determinadas ocasiones, se presentan como negativos haciendo constantes referencias a un largo pasado de odios, venganzas y batallas, es decir, a una “historia de odios ancestrales” donde reaparece el “fantasma del odio”.
  • Por otro lado, algunos autores recalcan las contradicciones del argumento de los “odios ancestrales” cuestionando que los Balcanes sean un continuo escenario de guerras, conflictos, muros y fronteras inestables.
  • Los Balcanes se perciben como el “polvorín de Europa”.
  • La posición periférica de los Balcanes se presenta como una característica de la región que ha condicionado su relación con el corazón del continente europeo.
  • La capacidad de nombrar se reconoce como altamente peligrosa como ocurre con el caso de “los Balcanes” que es empleada más como un término histórico-político, como un problema de intereses geo-estratégicos, que como una región geográfica.
  • Imagen congelada de la región en la que se presenta el mismo panorama de violencia con la apertura y el cierre del siglo XX, “el siglo de las guerras”, en la región.
  • Reclamo del europeismo de los Balcanes debido a una historia y cultura común y donde, además, han tenido lugar importantes contribuciones a la historia de Europa.
  • Equiparación de Yugoslavia a la región de los Balcanes: la guerra en los Balcanes, conflicto balcánico...
  • En relación a la representación de Yugoslavia, su desintegración y el conflicto armado en BiH, las principales ideas al respecto son las siguientes:
  • Simbolismos geográficos de Europa y Yugoslavia: Yugoslavia como una encarnación de la división política de Europa, en este y oeste durante la Guerra Fría. Al llegar el fin de la Guerra Fría y la caída del comunismo, aparecen las dos fracciones de Europa en las repúblicas de la federación yugoslava, norte vs. sur, capitalismo vs. comunismo.
  • Algunos autores critican esta versión prototípica de las repúblicas yugoslavas, llegando a comparar los arquetipos de los serbios y los croatas con la fábula de la cigarra y la hormiga.
  • Repetición de la historia- tierra condenada a su destino.
  • Crítica a los viejos sistemas de alianzas europeas de apoyo a distintas causas nacionales.
  • Asociación entre barbarie, destrucción, catástrofe, comunismo, venganza.
  • Gentes condenadas a matarse unas a otras- violencia como una característica inherente a las gentes balcánicas.
  • Comparaciones del conflicto yugoslavo con el nazismo y el Holocausto.
  • Manipulación de las élites políticas yugoslavas como causa/respuesta de la desintegración yugoslava.
  • Particularidad de los nacionalismos balcánicos modernos en comparación con los nacionalismos históricos o tradicionales europeos.
  • Artificialidad del estado-nación de BiH: homogeneidad como un requisito imprescindible para la construcción de estados nacionales. El escenario de BiH como una representación del argumento de Huntington del “choque de civilizaciones”: incompatiblidad de convivencia entre las tres religiones monoteístas, conflicto de carácter cultural-religioso.
  • La desintegración de los imperios que convergían en los Balcanes en estados multiétnicos ha llevado a guerras inevitables ajustadas a las leyes naturales.
  • Negación de la inevitabilidad de la guerra en Yugoslavia.
  • Crítica a los análisis simplistas de los medios de comunicación.

Comparaciones con España:

  • Comparación entre España y Yugoslavia: ejemplos antagónicos de transición democrática pacífica y disolución del estado violenta.
  • Tendencia a ver el conflicto en términos de izquierdas y derechas (comunismo vs. capitalismo), comparaciones con la guerra civil y paralelismos con los nacionalismos españoles.
  • Idealización de Sarajevo: comparación con el Toledo de la Edad Media española.
  • Similitudes entre al-Ándalus y el Imperio otomano o BiH: convivencia y tolerancia.
  • Paralelismos entre la Orden de Expulsión de los Reyes Católicos y la “limpieza étnica” de los noventa.

6. Conclusiones

La percepción española de los Balcanes a través de la literatura y la historia moderna españolas desde el siglo XVI hasta la actualidad no ha variado en demasía de las percepciones de otros países europeos sobre la región. La tradicional ausencia de contacto directo entre España y los Balcanes ha demandado la obtención de información sobre la región a partir de otras fuentes europeas con mayor implicación en la zona, especialmente hasta finales del siglo XX cuando se reactivan las relaciones diplomáticas con Yugoslavia y otros países de los Balcanes y cuando el conflicto armado en BiH obtiene como respuesta española la implicación directa sobre el terreno.
De este modo, se puede concluir que el discurso balcanista es reproducido en el imaginario colectivo español sobre los Balcanes, la desintegración de Yugoslavia y el conflicto armado en BiH aunque al mismo tiempo se cuestionan muchos de los estereotipos que lo conforman.
Existen ciertas particularidades en los discursos españoles sobre los Balcanes,  la desintegración de Yugoslavia y el conflicto armado en BiH, que difieren de las principales suposiciones del discurso balcanista. Estas particularidades vienen determinadas por la propia historia española: al-Ándalus (tiende a compararse la convivencia y tolerancia de las tres religiones bajo un mismo estado del Imperio otomano), la expulsión de judíos y musulmanes y el establecimiento de una comunidad sefardí en la región (se compara la desintegración de Yugoslavia y la “limpieza étnica” con este episodio de la historia de España), la guerra civil española (se compara con la desintegración de Yugoslavia), los nacionalismos excluyentes (algunos autores hablan de la “balcanización” de España), la implicación (especialmente, la militar) española en el conflicto yugoslavo y su presencia directa en la región (nueva perspectiva frente a la región).
Se aprecia que, aunque como en el resto de países europeos, la imagen “congelada” de los Balcanes se ha puesto en circulación en los noventa, ya a comienzos del siglo XXI se puede contemplar también un cambio de enfoque paralelo que llama a la necesidad de contextualización debida a la complejidad del asunto y que estaría más acorde con la crítica balcanista.
Los noventa han sido un antes y un después en la historia de las relaciones entre España, los Balcanes, Yugoslavia y, muy especialmente, BiH. Sin embargo, tras dieciocho años de presencia continuada en la zona, asistimos a una retirada urgente y total, en un momento de crisis internacional y agudizada en el caso de España, que nos hace plantearnos qué pasará con los puentes construidos hasta ahora entre ambos espacios del Mediterráneo.

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[2]Said, E. (1979) Orientalism. New York: Vintage.

[3]Sebastián, S. (2010) Spanish Foreign Policy in the Balkans: Wasted Potential, FRIDE Policy brief núm. 28.


[*]Andrea Maura Castilla. Licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración con la especialidad en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid. Ha cursado una especialización en Resolución y Transformación de Conflictos y Construcción de la Paz en la Universidad de Utrecht (Países Bajos). La autora ha superado el periodo de docencia y de investigación tutelada del Programa de Doctorado “Paz, Conflictos y Democracia” de la Universidad de Granada tras obtener una beca de investigación de la Comisión Europea en la Universidad Sveučilište u Mostaru (Bosnia y Hercegovina) en la ciudad de Mostar donde ha residido durante dos años. Ha trabajado como profesora del Diploma en Prevención de Conflictos de la Unidad de Investigación sobre Seguridad y Cooperación Internacional (UNISCI) de la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente realiza su tesis doctoral en el Departamento de Antropología Social de la Universidad de Granada.

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