Gazeta de Antropología
Gazeta de Antropología, 1985, 4, artículo 10 · http://hdl.handle.net/10481/13789
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Publicado: 1985-12
La choza agrícola. Símbolo de un sistema de relaciones
The agricultural shack. Symbol of a system of relationships

Antonia María Ruiz Jiménez
José Félix Fernández López

Asociación Granadina de Antropología. Granada.


RESUMEN
Los autores estudian el modo de subsistencia de pequeños agricultores en la comarca de La Vega granadina: su comportamiento económico y su sistema de relaciones sociales.

ABSTRACT
The authors study the small farmers' mode of subsistence in the district of La Vega (Granada, Spain), in particular, their economic behavior and their system of social relationships.

PALABRAS CLAVE | KEYWORDS
choza agrícola | subsistencia | pequeños agricultores | La Vega, Granada | agricultural shack | subsistence | small farmers


El objetivo general de este artículo es describir un subsistema de relaciones y explicarlo en la medida de lo posible. Para conseguir tal objetivo general, recurrimos a dos objetivos particulares: el acercamiento a las condiciones de vida de generaciones anteriores, para así mejor conocerlas y, en segundo lugar, comprender la relación hombre-medio, subrayando la capacidad de adaptación humana.

Para conseguir tales objetivos, los contenidos propuestos son los siguientes: descripci6n de los rasgos tanto sociales como económicos del pegotero, descripción de la choza agrícola y buscar, en la medida de lo posible, su origen histórico. Además de recoger un vocabulario, en buena parte olvidado y en desuso entre los trabajadores agrícolas.

Con respecto al método, hemos de decir que éste ha sido triple. Para la parte del trabajo descriptiva hemos empleado uno tan simple como es el recurrir a las partículas interrogativas: ¿Qué?, ¿quién?, ¿cuál?, ¿dónde?, ¿cómo? y ¿por qué? Y así, llegamos a tener todos los elementos de la descripción.

Un segundo método lo constituía el recurrir a los informantes directamente; pero con el fin de evitar, en la medida de lo posible, la deformación subjetiva de los hechos, hemos recurrido a una pluralidad de informantes, consiguiendo así datos nuevos, además de la corrección de otros muchos.

Como tercer método, he empleado el materialismo, descubriendo en todo el proceso una finalidad eminentemente económica.

* * *

Nuestra acción transcurre desde los primeros días del mes de mayo hasta, igualmente, los primeros días del mes de septiembre. Cuatro meses, por tanto, de la vida del pegotero(1), esenciales para su economía, ya que dependía del resultado de esta campaña la subsistencia familiar durante los meses invernales, en los que no existía ningún tipo de faena(2) agrícola. En este período podemos distinguir dos temporadas claramente diferenciadas; la primera tiene como eje central el melón temprano (3) y ocupa los meses de mayo, junio y los quince primeros días del mes de julio; y una segunda temporada gira en torno a la sandía y el melón tardío(4), durante la segunda quincena del mes de julio y los meses de agosto y septiembre (5). Las primeras lluvias indicativas de la llegada del otoño dan fin a la tarea. Dentro de estos dos períodos podemos subrayar tres días claves dentro del proceso que estamos estudiando, a saber: en torno al 25 de junio, en los que el tamaño de los melones (como naranjas) indica al pegotero el inicio de la construcción de la choza agrícola; y dos festividades religiosas, la primera el día Santiago, el 25 de julio, en la que el primer melón de la cortá(6) se le lleva a la patrona del pueblo, Virgen de las Angustias, y se le coloca en el cancel por el cosechero (7) que consiga tener crecidos los melones para tal época. Aquí tenemos un caso más de simbiosis entre la religión y el pueblo: el primero que consiga tener los melones emparaje (8) para venderlos obtendrá mayor producto de los mismos, ya que habrá un monopolio limitado de demanda y el precio de los mismos sería mayor, y para conseguir tal fin el primer melón se ofrece a la patrona. Este hecho tiene una importancia adicional y es que nos muestra claramente la diferencia entre una mentalidad agrícola (el cosechero es esencialmente trabajador manual del campo y la otra faceta del pegotero como comerciante), ya que él mismo era el vendedor de su producto.

El dinero obtenido por la venta directa en el mercado y sin intermediarios debía ser sancionado por una instancia superior, y en un pueblo no hay una mayor instancia que el patrón o patrona. A cambio, el pegotero proyectaba en la imagen de la Virgen la posesión del fruto en cuestión y así se llevaba a cabo la ofrenda. Esta ofrenda, según los datos existentes, no llegó nunca a instituirse en procesión, sino que no pasó de ser un acto individual dentro del grupo que constituían los pegoteros.

La otra fiesta, entre religiosa y laica, se celebraba el 15 de agosto, festividad de la Virgen, pero en la celebración no se tenía en cuenta tal elemento religioso, sino que era simplemente un pretexto en el que no se trabajaba y la gente joven, siempre acompañada de alguien de respeto (9), iba a las chozas a comer sandías, bañarse y bailar en torno a las mismas. En esta fecha entraba en relación el elemento fiesta con el elemento productivo. Tal relación nos muestra cómo un fenómeno económico es interiorizado por una comunidad y cómo se proyectan en él los elementos existenciales que tan claramente se hacen visibles en los fenómenos festivos. El componente esencialmente festivo comenzaba para unos grupos de jóvenes por la mañana, y otros lo comenzaban por la tarde; duraba tal festividad (incluyendo música) hasta altas horas de la madrugada, en la que se volvía del campo al pueblo. Igualmente, el grupo social que tomaba parte activa en la fiesta podría ser descrito como el grupo homogéneo al que pertenecía el pegotero: el pequeño labrador, quedando al margen de la misma las clases altas o muy bajas (esencialmente gitanos). Tal festividad carecía de todo rasgo distintivo, si exceptuamos la comida del melón o sandía, y ésta, esencialmente, se realizaba con la fresca (10), marcando este momento el punto de arranque, esencial, de la misma.
 

Rasgos sociales y económicos del pegotero

La cuestión que a continuación trataremos de aclarar será la de describir quién es el pegotero; para ello, habría que comenzar aclarando que a la situación que accedía era a la de pequeño labrador, ya que bien lo era o llegaba a serlo a través de un arrendamiento, por parte de los señoricos (11), de un pegote(12) de tierra, entre 6 a 10 marjales, o sea entre 162 y 270 metros cuadrados, convirtiéndolo en un pejuar (13), bien de melones o bien de sandías. Hay que llamar la atención sobre lo reducido de la extensión dedicada a la producción; por tal motivo, y teniendo en cuenta lo esencial que era este fenómeno para la economía familiar, se comprende que el pegotero o cosechero se fuese a vivir muy cerca de la fuente de riqueza, ya que, si no lo hacía así, peligraban las tres cortás(14) de melones que se podían hacer en la temporada, debido a la facilidad del robo de tales frutos. Compensaba dedicar incluso las 3/4 partes de un marjal (aproximadamente 20 m2) a la construcción de una choza donde viviría. toda la familia durante este período; era aconsejable construir la choza en un barbecho o en una haza colindante, en la que se hubiese recogido ya el fruto, pero si esto no fuese posible se realizaba en la propia finca, en el propio pejuar.

El modo de acceder y conseguir ser un pequeño propietario era el arrendamiento de la tierra por parte de los grandes propietarios, ya que éstos, una vez recogidas las cosechas de habas y de verde (15), cedían tales tierras a todo el qué lo solicitase con el fin de labrarlas. A cambio, el que aceptaba estaba obligado, como contrapartida, a aportar cuatro carros de estiércol por cada marjal, y así tanto el propietario como el trabajador salían beneficiados. Cada carro de estiércol costaba de seis a siete pesetas (el carro y el animal de tiro los ponía el duelo de la finca, un buen modo de asegurarse de la realización del pacto) y de cuatro a seis duros la renta de un marjal durante todo el año; para tener una visión de lo que estos precios representaban, consideremos que un peón cobraba un duro con azá (16), o cuatro pesetas escardando con un horario, en verano, de 8 de la mañana hasta las 12 y desde las 3 hasta la puesta el sol (sobre las 7 de la tarde), y el de invierno era de 9 ó 9,30 hasta la 1 y desde las 2 ó 2,15 hasta las cinco -siempre hora solar-. Estos datos son, aproximadamente, de la década de los años treinta.
 

Descripción de la choza agrícola

Un lugar central dentro del proceso que estamos describiendo lo ocupa la choza, por razones obvias: lugar de cobijo de toda la familia durante meses, puesto de vigilancia, etc. Tanto es así que el propio subconsciente colectivo lo ha interiorizado y lo ha expresado en un refrán: Arreglao a la choza, así es el jabero. Que nos muestra, en primer lugar, la antigüedad del hecho de construir las chozas para tal fin o fines semejantes (17) y, en segundo lugar, la gran variedad de tipos de construcción de las mismas, tantos como personas existen, dependiendo del confort y el cuidado de las mismas de sus moradores más directos.

Pero a pesar de la gran variedad podemos hablar de un tipo de choza existente para vivir toda la familia y otro tipo de choza cuando se trata de proteger un huerto, pero para un solo morador.

Esta generalización la podemos comenzar estudiando la misma orientación, que estaba en función de dos variantes: la orientación hacia la salida del sol, buscando que el golfo la calor (desde las 2 hasta las 5 de la tarde) no diese en el candelecho, y en segundo lugar una buena vista hacia el pejuar; no olvidemos su origen de lugar de vigilancia. Recordemos que la extensión de la misma estaba en función del número de moradores, pero aproximadamente ocupaba unas 3/4 partes de un marjal.

En cualquier choza podemos distinguir dos grandes partes, dentro de su construcción, el candelecho(18) y el cuarto (19). El candelecho tenía forma cuadrada o rectangular, formada por cuatro jorcones de punta(20) y otros cuatro machinales atravesados (20); unido a la parte posterior del candelecho, se encontraba el dormitorio con forma triangular, igualmente con una estructura de machinales. Toda la choza se encontraba revestida de paja de rastrojo (21), farfolla(22), ramas, etc. El suelo, tanto del dormitorio como del candelecho estaba asentado(23). No había ningún tipo de decoración especial, tan sólo un candil para la iluminación, un cuadro con motivos religiosos y un pipo(24). En algunas chozas había otros elementos, como puede ser la construcción de un poyete(25) en el candelecho, hecho con una mezcla de paja de rastrojo y barro, que servía para colocar todos los elementos comunes y necesarios, como bien podía ser un lebrillo para fregar los enseres; tampoco faltaba una mesa de camilla y unos taburetes hincados en el suelo, que hacían la función de sillas. En la otra parte, en el cuarto, con el fin de preservar a los moradores de la humedad del suelo, se construían camastros(26) o jachillas (27). Los camastros, en su forma más usual, consistían en una estructura semejante a las actuales camas, construida con madera, y la paja de rastro jo hacía la función de colchón. La jachilla, también empleada por los gañanes cuando dormían en las cuadras, consistía en una superficie con forma rectangular, con unos 50 cm. de altura sobre el suelo, los cuales se conseguían con una mezcla de barro y paja, la paja se usaba para dar consistencia a la mezcla, con una altura de unos 30 cm., y los 20 cm. restantes eran cubiertos por paja de rastrojo y, por último, se tendía un saco o manta, según la disposición económica de la familia. Para conseguir darle forma a la superficie, se construía un armazón de troncos pequeños, que bien podía ser posteriormente repellado (28) y blanqueado(29). Esta construcción se repetía en ambos lados del cuarto, quedando libre un pasillo central.

Dados los materiales empleados en la construcción, el peligro de incendio era constante; para evitarlo, el hogar (30), horno o fuego, se construía retirado de la choza. Para construirlo se usaba una técnica rudimentaria, antigua y muy eficaz, ya que consistía en la realización de un hueco u oquedad en el suelo, revistiendo las tres paredes del mismo con piedras planas, quedando libre una: la que era usada como entrada de materiales empleados para la combustión, y en la parte superior se colocaba otra piedra plana; cuando ésta se calentaba, sobre ella se colocaban las sartenes, cazos, etc.

La familia iba acompañada de todo tipo de animales domésticos, construyéndoselas un apartaíllo(31). De todos los animales destacan tres: el inseparable perro/s, el animal de tiro, que era usado como vehículo para transportar el fruto y así venderlo en los pueblos vecinos o en la capital, y los cerdos que eran cebados (32) con las matas y tallos, melones y acendrías (33) podridas.

Tanto las relaciones humanas como los roles familiares no se alteraban sustancialmente, ya que el único cambio que se producía, con respecto a los roles, era el de que la mujer, además de guisar y cuidar la prole, debía ser la vigilante del pejuar en la ausencia del marido, cuando éste viajaba para conseguir vender el producto.

La forma de distribución de la superficie por parte de la amplia familia era siempre un problema y era solucionado de diferente modo por cada una. Bien podía resolverse la cuestión durmiendo el matrimonio dentro y los hijos, si son varones, fuera; si fuese el caso en el que hubiese hijas adolescentes, bien podían dormir junto con la madre en el cuarto, y el padre y los hijos varones en el candelecho o, si se veía conveniente, las hijas volvían al pueblo a pasar la noche y por la mañana volvían a la choza; en su viaje al pueblo, eran acompañadas por los abuelos/as, si existían, los cuales también dormían en el pueblo.

Este tipo de relación económica que estamos describiendo llegó a tener tal importancia que incluso llegó a crearse la especializaci6n en el trabajo del cortaor (34) de sandías y melones. Este señor con un simple capirotazo(35) conocía, tras escuchar el ruido producido, si el fruto en cuestión estaba emparaje para ser cortado(36), por haber alcanzado una madurez 6ptima; si este fuese el caso, sería señalado el fruto con una raya en su corteza, y el fruto que era elegido como semilla para las próximas cosechas era marcado con una cruz; este fruto se elegía por su proximidad al tallo de la mata y tenía una o dos semillas de diferente color al resto.
 

¿Cuál es el origen de este sistema de relaciones?

El origen del tipo de relación que estamos describiendo es, a nuestro modo de ver, netamente económico, y el origen en el tiempo de la misma no está nada claro. Nosotros hemos encontrado referencias cronol6gicas del mismo en el Diccionario geográfico de Pascual Madoz, en su edición de 1849, que nos dice con respecto a Pinos Puente: «Produce: trigo, maíz, habichuelas, cebada, melones y sandías de muy buena calidad, yeros, guijas, habas...» Considero que no sería muy aventurado el afirmar que el origen de la misma es más antiguo, pero carecemos de documentos anteriores a la fecha indicada. Con respecto al fin (terminación) del mismo sistema no es menos problemático, ya que aún se construyen las chozas, aunque con menor preparación, entretenimiento y extensión, quedándose en construcciones más reducidas y manteniendo la forma del cuarto exclusivamente. Interrogados los informantes acerca de las causas que terminaron con tal sistema de relaciones, ponen su origen en que existen otros lugares de expansión que han sustituido a la choza; otros por el contrario afirman que ha terminado como to tiene su fin (37), sin entrar en más cuestiones. Otras, según mi opinión las más acertadas, afirman que el sistema comenzó a resquebrajarse por razones económicas: ida a Francia de los jornaleros, hábito más rentable, subida de los precios de los arrendamientos, etc.

En suma, hemos intentado realizar un estudio de unos hábitos que se celebraban en Andalucía, y en especial en La Vega granadina, durante un período de tiempo al año, con una finalidad económica: conseguir la subsistencia familiar durante los meses en los que no hay faenas agrícolas.



Notas

(1) Pegotero: Es la persona que se dedica a la siembra, cuidados, recolección y venta de los melones y sandías. Su nombre deriva del término pegote, que simboliza el minifundio en el que se realiza dicha explotación agrícola.

(2) Faena: Cualquier tipo de trabajo agrícola tiene como nombre genérico el de faena agraria.

(3) Melón temprano: En castellano «temprano» es el tipo de melón que se cultiva en zona de regadío. Este tipo de melón fue el que generalizó tales hábitos.

(4) Melón tardío: Son los melones que se producen en tierras de secano; son más dulces que los anteriores y son colgados en los techos de las cocinas para ser comidos durante el invierno, preferentemente durante la Pascua.

(5) Durante este periodo se producen también las sandías.

(6) Se refiere al primer fruto de la cosecha que se obtiene.

(7) Es un término sinónimo de pegotero y es usado indistintamente con el de pegotero.

(8) Expresión que significa estar los frutos en pleno momento para su recolección.

(9) Expresión que viene a significar persona o personas de confianza y este grado se alcanza generalmente con la edad.

(10) Expresión referida al tiempo, que significa el momento en el verano en que se retira el sol, ya por la tarde.

(11) Expresión que significa ser latifundista.

(12) Véase pegotero.

(13) Pejuar: Extensión de campo que se dedica a la siembra de melones o sandías.

(14) Término que significa o es sinónimo de recolección.

(15) Hace referencia al cultivo de plantas forrajeras.

(16) Cierto modo de reconocer un tipo de trabajo agrícola que se lleva a cabo con la azada.

(17) Lo hemos interpretado como empleado para referirse al cuidado de las habas; que por su fonética, jabas y jabero, los hemos puesto en relación.

(18) Parte de la choza, sinónimo de porche.

(19) Parte de la choza, sinónimo de dormitorio.

(20) Jorcones de punta: Tronco de madera en posición vertical que termina en forma de V. Machinales atravesados: Tronco de madera en posición horizontal.

(21) El tallo del trigo que es abandonado en la haza, por ser muy difícil poder recoger en la siega, dado su corto tamaño.

(22) Parte superior de la panocha del maíz, que es dedicada para la construcción de colchones.

(23) Cuando un terreno está regado y apelmazada la tierra.

(24) Sinónimo de botijo.

(25) Expresión que significa o es si de mostrador o mesa.

(26) Sinónimo de lugar para dormir, con unas características propias.

(27) Sinónimo de lugar para dormir, con unas características propias.

(28) Dar con barro a una superficie.

(29) Blanquear o encalar.

(30) Fuego para cocinar.

(31) Superficie reducida para tener a los animales.

(32) Operación de engorde para estos animales.

(33) Sinónimo de sandías; esta expresión es muy usada por el pueblo.

(34) Persona que realiza la operación citada.

(35) Operación que se efectúa con los dedos corazón y pulgar.

(36) Véase nota (8).

(37) Expresión que significa un dejar hacer o transcurrir los hechos.


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