Gazeta de Antropología
Gazeta de Antropología, 1984, 3 · Editorial · http://hdl.handle.net/10481/13791 Versión HTML · Versión PDF 

Publicado: 1984-11
La antropología en España
Anthropology in Spain

EDITORIAL


PALABRAS CLAVE | KEYWORDS
antropología española | asociación de antropología | anthropology in Spain | anthropological association

No hay reunión de antropólogos, en los tiempos recientes, sin su correspondiente reflexión sobre el estatuto de la profesión. Ahí está, sin ir más lejos, el III Congreso Nacional de Antropología celebrado recientemente en San Sebastián, donde dos simposios y una buena parte del congreso se fueron tras esa problemática. Cierto es que a cualquier comunidad intelectual, con las características de marginalidad de la antropología en nuestro país, le es legítima la pretensión de afianzarse y ganar espacio académico administrativo. Sería iluso negarlo.

Ahora bien, para que esa aspiración no se convierta con el tiempo en una nueva «academia» alejada de la inteligencia y de nuestros contemporáneos, tal como ocurre con la actual universidad española, no podremos pasar por alto los siguientes extremos: Que España, al no haberse afirmado como potencia colonial durante el siglo XIX, quedó fuera de la corriente general europea de resultas de la cual surgió el moderno antropólogo. Y que los pocos que pudieran ser considerados nuestros modernos antepasados serían los folcloristas, con el consiguiente menoscabo para los aspectos científicos y teóricos de la disciplina.

La conjunción de ambos factores nos da actualmente una falta de tradición disciplinar, que intentamos superar con grandes dosis de voluntarismo.

Las asociaciones de antropología serían la máxima expresión de tal voluntarismo, constituidas por quienes han llegado a la antropología por los caminos más heterogéneos y con una formación autodidacta y heterodoxa. Esto que, sin embargo, sería indicativo, para las mentes más ordenadas de nuestras academias, de infantilismo, pudiera ser el terreno fértil para un surgimiento intelectual renovado, atrevido por su propia marginalidad, que ponga en cuestión muchas de las «verdades» sobre las que nos asentamos en ciencias sociales y humanas.

Hasta aquí, nuestra opinión soñadora y la de -suponemos- muchos de los antropólogos que hoy se agrupan en las asociaciones, negándonos a aceptar que, en un futuro no muy lejano, la antropología se reduzca a una «carrera», una tarea de especialistas derivados de una sociología utilitarista remozada. Preferimos seguir comprobando que, como en el momento presente, la antropología no es más que una forma de mirar diferente de las demás ciencias del hombre.


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