Presentación

Desde hace algunos años estamos asistiendo a un importante proceso de revalorización del patrimonio cultural de naturaleza inmaterial, que había sido objeto de escasa estima con anterioridad. Es la expresión más clara de los nuevos enfoques hacia los que se está dirigiendo la comprensión del patrimonio, que abre su campo de actuación de forma considerable hacia ámbitos alejados de las expresiones artísticas más tradicionales. Ahora entran en consideración aspectos tan dispares como las danzas y músicas populares, distintos modos de expresión oral y de lenguaje, espectáculos multitudinarios, o incluso determinadas formas de alimentación.

Un punto de inflexión en este proceso lo constituye la creación de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO en el año 2003. La Convención desarrolla el proyecto de la Proclamación de Obras Maestras del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad , aprobado ya en 1997, el cual permitirá configurar una Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad a semejanza de la ya existente para el patrimonio material. En esta Convención se entiende por patrimonio cultural inmaterial “los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural” [UNESCO - Patrimonio Inmaterial]

Los ámbitos en los que el patrimonio cultural inmaterial son muy amplios y variados, expresión de la riqueza y diversidad cultural de los pueblos, compendiados en los siguientes apartados

•  Tradiciones y expresiones orales.

•  Artes del espectáculo.

•  Usos sociales, rituales y actos festivos.

•  Conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo.

•  Técnicas artesanales tradicionales.

Recogen cada uno de ellos aspectos destacados de nuestra cultura más tradicional, aunque no son los únicos. Permanece abierta la posibilidad de ampliar el número de ámbitos a valorar, como es el caso de las costumbres culinarias o las peregrinaciones. Dicha distinción va dirigida a aquellas expresiones culturales trasmitidas de generación en generación, que infundan un sentimiento de identidad para un pueblo, y que revistan peligro de abandono en la práctica o la alteración de su configuración primigenia. Por otro lado, es un medio de impulsar y promover la educación y la investigación en ámbitos que, en ocasiones, son poco conocidos.