Observatorio del Patrimonio Histórico Español

OBSERVATORIO DEL PATRIMONIO HISTÓRICO ESPAÑOL


L14

LA DIMENSIÓN ECONÓMICA DEL PATRIMONIO HISTÓRICO. TURISMO CULTURAL

Celia Martínez Yáñez

1.- Justificación

Tras la consideración objetual del Patrimonio, su posterior contextualización como máxima tutelar y la asunción de sus valores inmateriales y sociales por encima de los puramente históricos, artísticos o estéticos, el siguiente paso que en su caracterización han dado las administraciones públicas competentes y las instituciones internacionales ha sido considerarlo desde un punto de vista utilitario, que sobrepasa la dimensión de la fruición cultural, para dotar a los bienes culturales de un valor económico, que cada vez se utiliza más de cara a la identificación y evaluación general no sólo de las políticas que rigen su gestión sino de los propios bienes que conforman la noción de Patrimonio Histórico (en un sentido amplio y no sólo formal y jurídico). Si bien el conocimiento de la existencia de una dimensión económica en el patrimonio cultural no es un aspecto nuevo del mismo, no ha sido prácticamente hasta la última década cuando la gestión y administración del patrimonio han empezado a estudiar, teorizar y explotar este valor económico, que, de alguna manera anteriormente había estado latente.

En este nuevo contexto, el turismo, y especialmente el turismo cultural, que se sustentan sobre una gran variedad de recursos y bienes, casi siempre de carácter público y de entre los que adquieren especialmente una gran importancia los pertenecientes al patrimonio cultural y natural, es uno de los componentes principales a la hora de analizar la caracterización económica del patrimonio. De hecho, resulta evidente en nuestros días, a la luz de la evolución y crecimiento que ha experimentado este sector económico y la extraordinaria influencia que tiene en la determinación de los fines tutelares actuales, que nuestra conciencia sobre el valor económico que poseen los bienes culturales y naturales se debe, en gran medida, a los recursos que el turismo genera al usarlos en el día a día de su actividad.

La consiguiente acentuación de la dimensión económica del patrimonio y su empleo cada vez mayor como recurso turístico de primera importancia han dado lugar a un buen número de proyectos de dinamización cultural, interpretación o simplemente turísticos que, tomándolo como punto de partida, persiguen objetivos muy diversos y mucho más amplios que la propia tutela y difusión de los bienes culturales, y de entre los que cabe destacar la diversificación de las actividades económicas, el desarrollo de las zonas rurales o la vertebración del territorio. Sin embargo, esta instrumentalización económica, tanto en nuestro país como en otros de nuestro entorno, ha sido más improvisada que planeada y convenientemente integrada en los mecanismos generales de la protección por lo que es ahora, cuando ha transcurrido más de una década, cuando se comienza a observar y teorizar sobre los resultados obtenidos y sobre la pertinencia de las actuaciones que se han llevado a cabo teniendo al patrimonio como hilo central de los procesos de cambio.

2.- Objetivos

Desde la constatación de la situación descrita anteriormente, en esta línea de investigación queremos analizar de forma interrelacionada y exhaustiva los diferentes ámbitos y políticas mediante las cuales se define, acentúa e instrumentaliza en nuestro país la dimensión económica del patrimonio, centrándonos, fundamentalmente en su fuerte dependencia de la demanda turística de los bienes culturales. Con ello pretendemos dilucidar o profundizar en el estudio de las siguientes cuestiones fundamentales:

- El modo en que, en el caso español y en el transcurso de las últimas dos décadas, es decir, desde mediados de la década de los ochenta, el patrimonio ha pasado de ser un recurso turístico secundario a convertirse, debido a los importantes cambios acaecidos en el sector en este transcurso de tiempo, en uno de los productos de consumo cultural más importantes dentro de un mercado en continua redefinición y crecimiento.

-Cómo de forma paralela y estrechamente relacionada con lo anterior, su dimensión económica se ha acentuado convirtiéndose el patrimonio, en un sentido muy amplio, en un objeto de acción fundamental del planeamiento y las políticas territoriales, en un elemento renovador de las dinámicas de las sociedades urbanas y rurales y también en un elemento diferenciador de diferentes comunidades, localidades y regiones, que pugnan entre sí por situarse a la cabeza de la renovación, territorial y turística, y por conseguir más y mejores recursos de toda índole.

-Cuáles son los ámbitos, además del puramente turístico, en los que se define el valor económico del patrimonio, cómo participan los sectores público y privado en esta nueva caracterización del mismo y mediante qué instrumentos y estudios puede objetivarse tanto la dimensión económica del patrimonio como los sectores y políticas que más se benefician de la misma.

-Cuáles son los efectos que la instrumentalización económica del patrimonio conlleva para la propia protección y caracterización del mismo y qué grado de interrelación existe entre los diversos proyectos se sirven de él para lograr objetivos muy diversos de carácter social, económico, cultural, de desarrollo sostenible, etc., y las propias exigencias y medidas de conservación y protección que componen su marco jurídico.

-Qué planes, programas y actuaciones de alcance general han puesto en marcha las administraciones, central y autonómicas, tomando al patrimonio como punto de partida para el desarrollo económico y cuáles han sido sus resultados reales, tanto desde el punto de vista de la protección como desde el del porcentaje de crecimiento económico que puede imputarse a las actuaciones de puesta en valor del patrimonio.

 

3.- Metodología

Para analizar estas cuestiones abordaremos la caracterización económica del patrimonio en dos grandes ámbitos diferenciados, aunque inseparables ambos de la actividad turística:

-El primero de ellos está especialmente relacionado con la llamada Economía de la Cultura, que ha diseñado una serie de propuestas para establecer cuál es el valor económico de los bienes culturales con el objetivo último de explotar dicho valor. En él el patrimonio es tratado como un recurso más, entre los muchos que se insertan en el marco de la cultura, la creación artística, el diseño, etc., y que pueden ser explotados económicamente mediante dos vías principales, el turismo o turismo cultural y la utilización del patrimonio en el marco de las industrias culturales.

-El segundo es el que, partiendo también del valor económico de los bienes culturales, se relaciona más estrechamente con la tutela del patrimonio, buscando un difícil equilibrio entre conservación y generación de riqueza mediante su valoración no sólo en función de los efectos positivos, directos o inducidos, que pueda tener en otros sectores, sino teniendo en cuenta las exigencias de su protección y su valoración social. En este marco se busca justificar la instrumentalización del patrimonio como un recurso importante para el ansiado desarrollo sostenible y de la generación de nuevos yacimientos de empleo, y, por lo tanto, aunque se le caracteriza igualmente desde un punto de vista económico, no se llega a la finalidad última de insertarlo en mercado general de las mercancías culturales dirigidas al consumo de masas.

Para analizar el primero de estos ámbitos nos fijaremos especialmente en las técnicas empleadas para el establecimiento del valor económico de los bienes culturales, que se basan por lo general en los llamados valores de uso, y de entre ellos en cuestiones específicas como el número de visitantes a un determinado bien del patrimonio, el gasto que realizan y los beneficios económicos inducidos, en el valor que tienen en el mercado los bienes culturales de carácter inmueble y las tendencias sobre su fluctuación dentro del mismo, en el método de los valores contingentes, etc.

En el caso del segundo de ellos, que es el que más nos interesa al relacionarse más con la tutela, nos detendremos en la cuantificación y estudio de un número representativo entre el sinfín de iniciativas y programas, tanto de carácter estatal como autonómico y local, público y privado, que buscan la transformación del patrimonio en un sector de dinamización y desarrollo y cuyos resultados pretendemos comparar, analizar y sistematizar para obtener conclusiones sobre las consecuencias positivas y negativas que la actividad turística tiene sobre el patrimonio y sobre el modo en que la gestión del mismo se ha ido adaptando, con mayor o menor fortuna, a esta nueva exigencia de explotación del mismo. De entre estas iniciativas y programas contemplaremos especialmente las siguientes, por ser las mismas las numerosas y ejemplificadotas del estado de la cuestión y su diversidad en nuestro país:

-Principales programas estatales, planes de Dinamización turística y Planes de Excelencia turística, en los que participan la administración central y las autonómicas y cuyos efectos, tanto positivos como negativos, pueden observarse, sobre todo, en la intervención material sobre los bienes culturales para su adecuación y apertura para la visita pública, la señalización de los mismos y creación de diversos recorridos culturales y turísticos, el diseño de nuevos equipamientos de gran atracción turística como parques temáticos, centros de interpretación, ecomuseos, etc., el desarrollo de infraestructuras necesarias para facilitar y potenciar la actividad turística, etc.

-Programas comunitarios, (LEADER, FEDER, PRODER, INTERREG, etc.) que se han llevado a cabo en prácticamente la totalidad del territorio español y cuyos resultados pueden calificarse al menos de dudosos o susceptibles de mejora debido, sobre todo, a que no han sido suficientemente tutelados por las áreas de cultura de las administraciones central y autonómica. Ello se debe a que la finalidad principal de los mismos no es la protección del patrimonio, sino la consecución de otros objetivos tales como la vertebración del territorio, la diversificación o reactivación de las economías locales y los sectores productivos y empresariales de las mismas, la conservación y mejora de las zonas rurales, etc. La valoración del patrimonio en el marco de estas actividades se ha centrado, por lo tanto, en su capacidad para atraer visitantes, para diferenciar y potenciar los valores y productos locales, para generar nuevos puestos de empleo y frenar el éxodo rural, etc., y, por lo tanto, supone un campo muy importante en el que investigar cómo se han diversificado las actividades económicas en torno al mismo, sus efectos económicos, directos e inducidos, y, en definitiva, cual es su verdadera aportación al desarrollo sostenible.

-Iniciativas mucho más diversas y dispares, de carácter esencialmente local y municipal, que se destinan fundamentalmente a la atracción del turismo o a la transformación de este sector y cuya sistematización es ya de por si compleja debido a su numerosidad y variedad. De entre ellas nos detendremos especialmente en el análisis de las rutas turísticas que han proliferado por doquier en todos los territorios y comarcas y que deben ser diferenciadas, debido a sus fines esencialmente lucrativos y de promoción, de otro tipo de itinerarios culturales que componen nuevos tipos de bienes del patrimonio y en los que, a diferencia de las anteriores, son la difusión y protección de sus valores los que determinan el modelo de gestión que se les aplica.

Por último, aunque no por ello resulte menos importante, aportaremos a nuestro estudio todos los datos económicos y numéricos necesarios para conocer con mayor objetividad la realidad de la dimensión económica de nuestro patrimonio cultural. Para ello analizaremos, especialmente, los siguientes ámbitos:

-Experiencias de gestión del patrimonio y estudios que nos proporcionan datos numéricos sobre los efectos económicos de la puesta en valor del patrimonio en España, tales como la capitalidad cultural de Salamanca en el año 2001, las diversas ediciones de las Edades del Hombre, los recientes estudios sobre los efectos económicos de la visita pública en la Alhambra y el Museo del Prado, etc.

-Datos económicos concretos sobre la actividad turística en España, tanto referida al turismo emisor como receptor, que pueden obtenerse de diferentes fuentes especializadas en este sector y asociadas tanto al Instituto Nacional de Estadística como al Instituto de Estudios Turísticos. Dichos datos proporcionan una importante información sobre el gasto que realiza el turismo en nuestro país, qué parte del mismo puede ser asociada a la visita de monumentos y bienes del patrimonio, cuáles son los tipos de bienes que mayor riqueza económica generan, cuáles son las motivaciones principales del turista y hasta qué punto las mismas se asocian con la cultura y el patrimonio, qué ciudades, comunidades y territorios son especialmente visitados o, al contrario, deben aún potenciar sus recursos culturales y naturales, cómo afecta el turismo cultural al crecimiento del empleo y qué sectores sociales se ven más beneficiados por sus efectos inducidos, etc.

-Inversiones reales en cultura y patrimonio que han realizado tanto las Comunidades Autónomas como el Estado y cuyo conocimiento extraeremos, fundamentalmente, de los presupuestos generales que se han aprobado en la última década en cada uno de estos ámbitos. La comparación de estas cifras aportará datos muy importantes para nuestro estudio permitiendo establecer una evolución del propio presupuesto destinado a la conservación y puesta en valor del patrimonio, una comparación de esta evolución con la de los recursos destinados a otras políticas públicas y una ponderación de la relación que se establece entre la inversión pública en patrimonio y los beneficios que la misma genera tanto en el marco de cada una de las Comunidades Autónomas, como en el Estatal y en el de la visión conjunta de todos ellos.